Capítulo 16
(Narra TN)
Nada más levantarme me acerqué al calendario para tachar el día. ¡Ya solo quedaban dos semanas para mi cumpleaños! ¡Qué emoción, qué emoción! Me puse a dar saltos de alegría.
—¿Por qué tan contenta? —escuché preguntar a Law. ¡Por favor! ¡Qué sustos me daba! Me llevé una mano al pecho.
—Porque queda poco para mi cumpleaños —contesté, sonriendo.
—Entonces... Estás tan contenta porque te voy a besar dentro de poco, ¿no? —preguntó con su maldita sonrisa. Esa sonrisa que le hacía todavía más guapo si eso era posible.
—Puede que sea una de las razones... —dije, divertida. Se quedó algo parado. Sabía que sería una buena respuesta. Punto para mí—. A ver, hoy voy a estar fuera. Vamos a preparar la «Caza de los huevos de pascua», para los pequeños del vecindario. Así que, por favor, necesito estar tranquila.
—¿Consiste en esconder huevos y que los niños los busquen? —preguntó él.
—Exacto. Y esos huevos tienen premios dentro —acabé de aclararle—. Ahora voy a desayunar y a vestirme. Puedes ir a divertirte por la ciudad si quieres.
No le di tiempo a contestar. Salí rápidamente de la habitación, ya que se me había hecho un poco tarde. Había pospuesto la alarma dos veces. Me preparé algo de café e hice rápidamente unos huevos revueltos. Por suerte, cuando llegué a la habitación, Law no estaba allí, así que pude cambiarme rápido. Me puse algo cómodo, unas mallas negras, una sudadera gris y las deportivas negras. Cogí una pequeña mochila con lo necesario y salí de la habitación.
—Adiós mamá, adiós Helena. Voy a ayudar a preparar las cosas —me despedí, mientras pasaba por el salón. Alguien mayor de cada casa debía colaborar, pero mamá estaba ocupada con sus tareas, y a mí me hacía ilusión, así que...
—Adiós, cariño —se despidió mi madre.
—¡No lo pongáis muy difícil! —exclamó Helena, que estaba ansiosa por que llegara la tarde y empezar a jugar.
Cuando salí de casa me dirigí hacia el parque. Todos los años de celebraba ahí, ya que era el lugar más espacioso y con más posibilidades para esconder las cosas. Estaba a unos pocos minutos de mi casa, así que no tarde mucho en llegar. A lo lejos vi al resto de vecinos. Encima de unas mesas había cajas y bolsas con todo el material necesario.
—Hola, (TN). Muchas gracias por venir. Siempre viene bien a ayuda, sobre todo de gente joven —comentó la señora Smith, cuando llegué hasta ellos- Ahora estábamos a punto de montar los huevos y meter los premios.
—Buenos días. Está bien, vamos a ello —dije, emocionada, mientras me ponía en frente de una de las mesas.
Eran huevos de plástico, más grandes que los de verdad. Estaban partidos en dos partes, metías los premios y los montabas. Había varios tipos de premios, figuritas de chocolate, caramelos, muñequitos de plástico... Fui metiendo uno de cada dentro del huevo y los fui dejando en la caja, como hacía el resto.
En el concurso participaba niños y niñas de tres a doce años. Había bastantes en nuestra zona, unos veinticinco. Además, algunos habían invitado a sus primos y primas, así que se habían apuntado un total de treinta y cinco concursantes.
Una vez estuvo todo montado nos repartimos las tareas. Algunos se quedaron preparando el cartel del concurso, otros redactando un mural con las normas, otros revisando el inventario y otros a esconder los huevos. Yo y cinco éramos los encargados de la última tarea. Pusimos siete huevos cada uno en una cesta y nos repartimos las zonas del parque.
Guardé el primer huevo entre unos arbustos. El segundó lo dejé detrás de una pequeña roca que tapaba lo suficiente. Los troncos de los árboles eran bastante grandes, así que decidí dejar un huevo detrás de uno de ellos. Cuando me di la vuelta para coger la cesta vi que me faltaba uno. ¿Pero qué...? Miré hacia los lados, por si se había caído de la cesta, pero ni rastro. Alcé la vista y lo encontré. Estaba en una de las ramas del árbol. ¿Habría sido Law? Si había sido él se iba a enterar.
Suspiré y me acerqué al árbol. Estaba en la tercera rama. Había dos más pequeñas debajo, así que podía subir hasta ahí. No iba a dejar a un niño o niña sin premios. Les hacía mucha ilusión. Fui con el máximo cuidado posible hasta que por fin pude agarrarme a la tercera rama. Di un salto sobre la otra, para coger algo de impulso. Cuando por fin llegué apoyé la espalda sobre el tronco para coger aire. Miré hacia abajo, estaba bastante alto.
—¿Se puede saber qué haces aquí arriba? —la pregunta de Law me sobresaltó un poco. Estaba sentado también en la rama.
—¿Has dejado tú el huevo aquí? —pregunté, mientras señalaba hacia la punta de la rama.
—No. Acabo de llegar —contestó el, serio—. Debe haber sido un demonio de rango bajo dentro de los de apariencia humana. No hay muchos. Tienen suficiente poder para venir al mundo de los humanos, pero no para influir sobre ellos. Se dedican a esconder y cambiar cosas de sitio. Es una tontería, pero realmente desespera a las personas.
—¿Entonces cuando no recuerdas donde has dejado las llaves o el teléfono es por eso? —pregunté con curiosidad.
—O simplemente eres una despistada —contestó él, sonriendo de lado. Cogió el huevo de la rama y me lo pasó—. Aquí tienes.
—¡(TN)! ¿Qué haces ahí arriba? —preguntó el señor Blake, a lo lejos.
—¡Estaba mirando desde aquí arriba sitios para esconder! —exclamé. No se me había ocurrido otra excusa.
—¡Ten cuidado! ¡Baja cuanto antes! —dijo él.
Suspiré. Me di la vuelta para ponerme de cara al tronco y empezar a descender. Subir había sido más fácil. Moví el pie para buscar la rama de abajo, pero no apoyé bien. Perdí el equilibrio y las manos se me resbalaron. Sentí que se me paraba el corazón al notar como caía hacia abajo. Escuché gritar a algunos vecinos. De repente vi a Law tumbado sobre la hierba y estiró los brazos para cogerme antes de que cayera al suelo. Me hizo un poco de daño, pero me había salvado. Otra vez. Fue flexionando los brazos y me fue acercando lentamente hacia él, hasta que estuve sobre su cuerpo. Sentía que el corazón se me iba a salir del pecho. ¡Qué mal lo había pasado! Solo habían sido unos segundos, pero me había parecido una eternidad.
—Haz el favor de ser más cuidadosa —dijo, frunciendo el ceño—. ¿Con quién me voy a divertir si te pasa algo?
—¡(TN)! ¡(TN)! —mis vecinos estaban llegando, pero yo no podía dejar de mirar a Law. Cada vez que tenía sus ojos tan cerca me sentía hipnotizada.
—G-gracias... —murmuré, pero desapareció de repente. Ahora estaba sobre la hierba.
—¡Dios mío! ¿Estás bien? —preguntó el señor Blake, mientras se agachaba para examinarme. Otras dos mujeres se quedaron cerca. Me incorporé poco a poco, mientras el intentaba ayudarme.
—Sí, tranquilos. No me ha pasado nada —contesté, mientras intentaba sonreír.
—Has tenido suerte. Podrías haberte roto o algo, o peor —comentó el señor, preocupado—. ¿Quieres ir a casa?
—No, no. Está todo bien. Voy a esconder lo que me queda. No me subiré a ningún árbol más, lo prometo —contesté, intentando restar importancia al asunto.
Una vez acabamos de preparar todo, nos sentamos en las mesas para comer. La señora Smith y su hermana habían preparado una gran variedad de sándwiches. Estuvimos charlando animadamente mientras nos los comíamos.
Un rato después colocamos los carteles en la entrada del parque. Quedaba menos de una hora para que fueran llegando los niños. A cada niño que llegaba le pegábamos una pegatina con un número en la camiseta. Vi llegar a mi hermana y a mi madre.
—¡Hermanita! —exclamó Helena, mientras se lanzaba sobre mí—. Vamos, ¡ponme la pegatina! ¡Ya tengo ganas de empezar a buscar!
—Vale, pero hay que esperar a que vengan todos —le expliqué, mientras pegaba la pegatina en su camiseta—. Ve allí con todos.
Los niños y niñas se iban sentando bajo la sombra de un gran árbol mientras todos iban llegando. Una vez estuvieron todos reunidos, el señor Blake recordó de nuevo las normas del concurso. Una vez aclaradas todas las dudas sonó el silbato y los niños empezaron a correr como locos en busca de los huevos. Había varios adultos esparcidos por el parque, para vigilar a los niños y para dar alguna pista si estaban muy perdidos.
De vez en cuando veía pasar a Helena. Parecía algo decaída. Muchos niños habían encontrado ya un huevo y a ella le costaba bastante. Varios minutos después la vi venir corriendo, sonriente y con uno de los huevos en la mano.
—¡Ya lo tengo! —exclamó emocionada cuando llegó hasta mí—. He sentido como si algo me guiara hasta el sitio correcto. ¡Ha sido genial!
Sonreí mientras le acariciaba la cabeza. ¿Tendría Law algo que ver con eso? Cuando todos los niños encontraron los premios se sentaron de nuevo en la sombra. Cada madre le dio a su hijo un snack que habían traído y se lo comieron todos juntos mientras disfrutaban de sus premios.
Cuando llegué a casa me fui a la habitación mientras mi madre empezaba a preparar la cena. Me tumbé sobre la cama. ¡Estaba agotada! Había sido un día duro. No había podido ir a la guardería, pero me quedaría allí un rato más el próximo día. A la mañana siguiente estudiaría como una loca y por la tarde iría a jugar con los niños. Cuando me giré hacia un lado vi a Law apoyado en la pared.
—Law, ¿has ayudado a mi hermana? —pregunté, mientras me incorporaba para sentarme.
—Sí. Es un cero a la izquierda cuando se trata de ese tipo de pruebas —contestó él.
—Gracias por todo lo de hoy... —murmuré—. Aunque, bueno, ya me dirás que quieres a cambio.
—Nada. Lo he hecho porque me gustas —dijo, frunciendo el ceño y apartando la mirada.
—¿Qué? —pregunté sorprendida, pero enseguida desapareció.
¿Había dicho que le gustaba? ¿Lo había escuchado bien? Parecía sincero, pero a lo mejor solo era otro truco para engañarme. No pude evitar sonreír como una tonta. Vale que gustar no era lo mismo que querer, pero claro, los demonios no podían querer. De todas formas era una relación imposible, pero yo tampoco estaba enamorada. Solo me gustaba, ¿no? Nunca había querido a ningún chico, así que no sabía que se sentía. Nora y Emily tampoco habían querido a nadie, así que no podía preguntarles. ¿Me tocaría hablar con mamá? Supongo que ella quiso al imbécil de mi padre en algún momento. Hablaría con ella. Necesitaba aclarar todo esto.
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