Capítulo 15
(Narra Law)
Odiaba las fiestas, pero me encantaba ver las expresiones de (TN) cada vez que alguna de las chicas se acercaba demasiado a mí. Ni si quiera estaba prestando atención a lo que me decían. No tenía intención de ligar con ninguna de ellas.
—Oye... Vamos juntos al baño y verás cómo hago que te olvides de esa (TN) —me susurró una de ellas, muy cerca del oído. Vaya, qué diferencia entre chicas de la misma edad. Esta parecía mucho más experimentada.
—Ey, tío. Nos las estás quitando a todas —escuché comentar a uno de los críos. Me giré hacia él. Era ese tal Jason, compañero de (TN)—. Oye, ¿quieres venir a fumar un poco de hierba?
—Sí, claro —contesté, serio. Así me libraría de esas chicas sin armar un escándalo, aunque tampoco es que la compañía de esos niñatos fuera mejor.
Seguí al tal Jason y a otros tres chicos hasta la parte de atrás de la villa. Al parecer iban a fumar a escondidas, típico de adolescentes. Sería una pena que algún adulto les descubriera.
—Estoy harto, tíos. Hoy es el día —comentó Jason, mientras preparaba el porro. Los otros asintieron.
—¿Qué día? —pregunté. No me interesaba una mierda, pero quedaría raro si no hablaba.
—Mira, hay una chica en nuestra clase que está muy buena, bueno hay varias, pero esta todavía es virgen. Se llama (TN) y tiene un novio que no sabe aprovecharla —empezó a explicar. Me puse en tensión—. He traído unos polvos para ponérselos en la copa. Si el tonto de Jack no la estrena ya me encargaré yo.
Después de que se fumaran aquella mierda y de escuchar las estupideces que decían, por fin tuvieron intención de volver a la fiesta. Cogí a Jason del brazo. El hizo una señal al resto para que se adelantaran.
—¿Qué pasa, tío? ¿Quieres que compartamos a (TN)? No me importa, cuando acabe con ella puedes seguir tú si quieres —dijo, sonriendo despreocupadamente.
—Sí se te ocurre acercarte a ella te arrancaré la cabeza y llevaré tu alma al infierno —dije. Esperaba haber sido lo suficientemente claro.
—Venga ya —se rio él. Bien. Debía ser todavía más claro.
Le agarré del cuello y le estampé contra la pared más cercana. Se quedó algo sorprendido, puede que por la fuerza que había usado. Decidí enseñarle mi verdadero rostro. El rostro de mi forma demoníaca. No era muy agradable de ver, pero quería que quedara claro que lo de arrancarle la cabeza y llevar su alma al infierno había sido literal. Estaba aterrorizado. Le solté el cuello y se largó corriendo. No debía haber corrido tanto en su vida. No me preocupaba, nadie iba a creer lo que contara.
Había un gran alboroto cuando volví a entrar en la casa. Jason parecía un trastornado. Emma no paraba de preguntarle si habían metido drogas en casa. Di una vuelta para buscar a (TN), pero no la veía por ningún lado. De repente, noté que alguien me agarraba del brazo. Era ella. Me metió en una de las habitaciones.
—¿Quieres hacerlo aquí? —pregunté, bromeando.
—¿Qué le has hecho a Jason? —preguntó, preocupada. Claro, ella era la única que iba a creerse sus palabras.
—Quería drogarte y violarte —contesté, frunciendo el ceño—. Solo le he advertido.
—¿Qué...? —murmuró, extrañada—. No... No puedo creerlo. Es mi compañero de clase...
—Pues créetelo. Y no he visto a nadie tetándole. Es un imbécil —comenté, cabreado. Todo esto me había puesto de mal humor.
—Yo... Muchas gracias... —murmuró, con la mirada perdida. Su expresión cambió rápidamente—. O bueno, ¿qué quieres a cambio?
—¿Qué? —pregunté, algo confundido.
—Por ayudarme. Los demonios no ayudan porque sí, ¿no? —dijo, encogiéndose de hombros.
—No... —murmuré. No deberían, pero yo lo había hecho—. Me voy, ya me he aburrido de esta fiesta.
—Law... —me abrazó desde atrás antes de que abriera la puerta de la habitación—. Gracias, de verdad. No sé qué haría sin ti...
Cogí sus brazos y la aparté de mí con cuidado. Cuando salí, la discusión todavía seguía en el salón. Quería largarme de allí cuanto antes. Cuando me alejé lo suficiente del lugar, me transporté hasta el tejado de la casa de (TN).
¿No sabía que haría sin mí? Pues si el portal se cerraba tendría que apañárselas sola, porque no le vería nunca más. Y sí. Sí. Las veces que le había ayudado habían sido todas porque sí. No quería que le pasara nada malo. Me caía bien y, porque negarlo, estaba a gusto cuando estaba con ella. Siempre había estado solo, pero hablar así con alguien no estaba nada mal. Todo esto no tendría que haber acabado así. Había sido un gran error. Por una parte había sido bueno, ya que había abierto los ojos y podía encaminar de nuevo el verdadero papel de los demonios. Por otra parte... Había sido malo encariñarme de (TN), ya que en unos meses ya nunca más nos veríamos. Siempre había pensado que lo mejor era estar solo, y siempre había tenido razón. Cuando conoces a alguien y luego lo pierdes... Si no conoces la felicidad no puedes perderla.
Después de dar una vuelta por la ciudad, volví a casa de (TN). Entré en su habitación, pero todavía no estaba allí. Debía seguir en la fiesta. Volví al tejado. Un rato después de la hora de la cena, un taxi llegó hasta la puerta. Le vi bajar de él. ¿Qué le pasaba? ¿Iba borracha? Cuando el taxi se marchó baje rápidamente.
—¿Has bebido algo? —pregunté, mientras le cogía por los hombros antes de que abriera la puerta.
—Solo una copa de vino. Han insistido mucho. Estaba buenísimo —comentó, mientras se apoyaba en mis brazos—. Creo que se me ha subido un poco a la cabeza. Se me pasará durmiendo.
—No has hecho nada malo, ¿verdad? —pregunté, sin soltarle. Se puso a mirar el cielo. Suspiré. Le cogí de la barbilla y le obligué a mirarme—. Contéstame.
—¿Qué más da? ¿No es lo que quieres? —preguntó ella. Me miró fijamente y le entró la risa—. No he hecho nada. He estado todo el rato hablando con mis amigas.
—Bien. Ahora ve a dormir —le ordené. Ella asintió y fue hasta la puerta.
Una vez estuvo dentro de la casa me transporté hasta su habitación. No podía dejarla sola. Para una vez que me descuido acaba bebiendo. Menos mal que no había hecho nada que no debía. Le vi entrar torpemente por la puerta. Cerró y se dio la vuelta.
—¡Law! ¡Qué susto! —exclamó, riéndose.
—No chilles —le reñí. Me acerqué a ella y le estiré del brazo para llevarla a la cama. Se quedó sentada en el borde—. ¿Vas a dormir con la cara pintada?
—No. Tengo toallitas encima de la mesita —contestó, mientras señalaba con el dedo. Me estiré para coger el paquete. Saqué una de las toallitas. Con una mano le aguanté la cabeza y con la otra empecé a quitarle el maquillaje. Jamás me hubiera imaginado en esta situación—. Me haces cosquillas.
—Cállate —gruñí, frunciendo el ceño. Poco después, por fin acabé de quitarlo todo. De repente, me rodeó la cintura con las piernas. Claro, si yo le estaba tocando ella también podía hacerlo—. ¿Qué haces?
—Casi me beso con un chico —comentó, divertida. ¿Qué? ¿Lo decía en serio? No. La pregunta era, ¿por qué me molestaba que eso hubiera podido pasar? Mierda—. Es broma. Estoy esperando a que llegue mi cumpleaños para que me des un beso. Quiero que seas el primero.
—Ah. ¿Y eso por qué? —pregunté, sonriendo de lado.
—Porque solo me gustas tú —contestó, como si fuera algo obvio.
—Va a ser divertido recordarte todo esto mañana... —murmuré. No pude evitar acariciarle la mejilla. Ella cerró los ojos ante el contacto.
—¡Ay, sí! —exclamó de repente, mientras se tumbaba y cogía mi brazo para llevarme con ella—. Dame mimitos mientras me duermo.
—¿Qué? ¡Los demonios no damos mimitos! —exclamé, malhumorado. ¿Pero qué estaba haciendo? Por favor—. Vamos, duérmete. Yo tengo que irme.
Desaparecí rápidamente de aquella habitación. Debía analizar la situación. Había sentido celos cuando me había dicho que casi besa a otro chico y después me había sentido aliviado cuando ha dicho que era broma. No solo eso. Me había alegrado cuando ha confesado que yo era el único que le gustaba. Estaba claro lo que significaba todo eso, ¿no? ¡Mierda!
Las horas fueron pasando. Cuando llegó el momento del desayuno fui hasta el salón, pero (TN) no estaba allí. Solo su madre y su hermana. Me transporté hasta su habitación. Justo estaba levantándose de la cama. Tenía una mano en la cabeza. Su primera resaca, era gracioso. Bueno, si es que se podía tener resaca por una copa de vino.
—Solo me duele un poco, no es para tanto... —murmuró, mirándome fijamente- Así que no te burles.
—¿Te acuerdas de todo lo que me dijiste ayer? —le pregunté. Se quedó pensando durante unos segundos, hasta que sus mejillas se sonrojaron levemente.
—Sí, me acuerdo —contesto, algo nerviosa—. Pero ya sabías que me gustabas... Te pedí un beso. No voy pidiendo besos por ahí así porque sí. No creas que por eso voy a acostarme contigo para ir al infierno.
—No es solo por eso —intervine. Ya no estaba entre mis objetivos, pero era mejor que ella lo pensara así—. También me gustas. Lo haría con gusto.
—Ya, claro... —murmuró, poniendo los ojos en blanco—. Me voy a desayunar.
¿Qué? ¿Cómo que «ya claro»? ¿Acaso pensaba que no me gustaba? Había dejado más que claro que me atraía físicamente y, ahora, probablemente también me gustaba en otro sentido. Eso último no me agradaba, pero si analizaba todos mis sentimientos y pensamientos de forma objetiva, estaba claro que sentía algo por ella. Ya había estado pensando sobre ello. Era inútil negarlo. ¿Hasta qué punto debía aclararle las cosas a ella? ¿Sería buena idea hablar con (TN) sobre este tema? ¿De verdad estaba pensando en declararme o algo por el estilo? Mierda. Estaba totalmente perdido.
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