Capítulo 13

(Narra Law)

No había estado mal la noche. Había mareado a un grupo de idiotas en la discoteca y luego me había encargado de que perdieran la pelea. Me sentía mejor por dentro ahora que solo me dedicaba a molestar a malas personas. Era extraño. Jamás me había importado hasta que... Empecé a hablar con (TN). Me visión había cambiado completamente desde entonces. Me había fijado más en todo lo que pasaba alrededor.

Era un auténtico fastidio que hubiera pasado eso. Las consecuencias por rebelarme podían ser terribles. Ni si quiera sabía cómo iba a ayudar a cerrar ese portal. Aunque consiguiera que (TN) mantuviera su aura intacta, otros de esos niños ya estaban corrompidos y los seres de luz no habían dado señales de vida. ¿Habría alguna forma de cerrar el portal y fingir que no había sido premeditado? Puede que de esa forma la Tierra estuviera a salvo y yo continuara mi existencia sin problemas en el mundo de la oscuridad. Debía reflexionar sobre ello. Quedaba poco para que el plan comenzara. Unos meses después de que los niños cumplieran los dieciocho años.

Me acerqué a la habitación de (TN). Estaba completamente dormida. Tenía el portátil encima de las piernas. Se habría dormido viendo la película. Me acerqué para quitarlo con cuidado y dejarlo encima del escritorio. Después, volví a acercarme para taparle con la manta.

Respiraba profundamente. Parecía tan tranquila. No pude evitar acercar mi mano para acariciarle la mejilla. Estaba caliente... Hacía años que no sentía el calor de un cuerpo humano y, aunque hubiera estado hace tiempo con otras mujeres, todo esto no tenía nada que ver. Jamás había pasado tanto tiempo junto a alguien. No solo me atraía sino que sentía la necesidad de cuidarla y protegerla. ¿A algún demonio le habría pasado eso o era el único desgraciado?

Yo era uno de los ocho mejores. El Príncipe había confiado en mí. Yo nunca fallaba y esta chica me había hecho fracasar. Una simple criatura humana. No. Pensándolo bien no había fracasado en nada. Solo buscaba justicia y lo conseguiría. No era mi culpa que el resto se hubiera alejado de nuestra verdadera función como demonios.

A la mañana siguiente, (TN) estaba subida en el autobús que le llevaba al centro de la ciudad. Iba a apuntarse de voluntaria a una guardería. Iba con ella en el asiento de al lado.

—¿Por qué te quieres estar en un sitio como ese? Rodeada de bebés llorones que mean y cagan —pregunté, extrañado. De verdad me intrigaba esa decisión. Ella suspiró. Sacó el móvil del bolso e hizo como si hablara por teléfono.

—Mi sueño es ser maestra. Siempre he querido ser maestra o enfermera, ayudando a los ancianos —explicó.

—Vaya, ancianos... No sé qué opción es mejor —comenté, sarcásticamente.

—Bueno, es mi decisión. Además, ¿de qué te sorprendes? Llevas toda la vida conmigo. Ahora déjame tranquila —dijo, sonriendo falsamente, mientras volvía a guardar el móvil en el bolso.

¡Cómo no! ¿Qué otro tipo de trabajo iba a gustarle que un fuera ayudar a otras personas? En fin. No era de mi incumbencia. Seguramente ni si quiera estaría en este mundo cuando ella lograra su sueño. Solo debía asegurarme de que su mundo seguía existiendo.

Cuando bajamos del autobús, la seguí por unos callejones. ¿Dónde estaba esa guardería? Por fin se quedó parada en frente de la puerta de un edificio algo viejo. Llamó a la puerta y le abrió una mujer de mediana edad. Le hizo una señal para que pasara. Yo también las seguí. Fueron a una especie de despacho.

—¿Vienes por el voluntariado, verdad? —preguntó la mujer, amablemente.

—Sí. Me gustaría saber si todavía os hace falta gente —preguntó, (TN), sonriendo.

—Sí. La verdad es que siempre nos viene bien tener a gente. Ya sabes, al no cobrar casi todos se van desapuntando con el tiempo y no duran mucho por aquí —explicó la mujer, algo apenada. ¿Quién iba a trabajar sin cobrar? Tampoco era tan extraño que se marcharan.

—Yo tengo clases por las mañanas, pero puedo venir por las tardes —explicó, ella.

—Tranquila, puedes venir cuando quieras. Estamos hasta la hora de cenar. Hay padres que se ganan la vida hasta tarde y dejan aquí a los niños —dijo la señora, mientras sacaba una especie de ficha—. Rellena aquí tus datos, por favor.

Una vez acabaron con el papeleo, la señora llevó a (TN) a la sala principal para que conociera a los niños. Por las pintas que tenían algunos, se notaba que venían de familias pobres. Estaba bien que gente como esta señora hiciera ese tipo de cosas. Ofrecer apoyo a los necesitados. Esto me demostraba que iba bien encaminado, no todos los humanos estaban perdidos.

Mientras (TN) hablaba y jugaba con los niños me quedé pensando. Hacía bastante que no intentaba corromperla metiéndome en su mente. ¿Y si otro demonio se acercaba e intentaba hacerlo? Si no se acostumbraba el dolor sería tan fuerte que acabaría cediendo. Tenía que hacer una prueba para comprobar la situación.

—Pégale a ese niño que está llorando, haz que se calle —ordené.

Ella se quedó quieta con la mirada perdida. Unos segundos después fijó la vista en el niño que le había indicado. Oh, mierda. Fui a acercarme pero de pronto cayó de rodillas al suelo. Se sujetó la cabeza con fuerza. Varios niños se acercaron a ella curiosos.

—¿Pupa? —preguntó una niña, acariciándole la cabeza con sus manitas. (TN) se incorporó lentamente.

—Sí, un poquito, pero ya estoy bien —dijo, sonriendo.

—¿Ya has conocido a los niños? Otros días hay más. Ya los irás conociendo a todos —comentó la señora, mientras salía del despacho.

—Sí, son adorables —contestó (TN)—. Ahora tengo que irme. En vacaciones podré venir también alguna mañana.

—Claro, pásate cuando quieras —comentó la mujer, mientras le acompañaba hasta la puerta—. Nos vemos pronto.

—Adiós, señora —se despidió ella, luego se despidió de los niños haciendo un gesto con la mano.

Durante el trayecto del autobús, (TN) me ignoró completamente. Yo tampoco le dije nada. No sabía cómo se habría tomado me intento de corromperle. Seguramente me tocaría darle una explicación, aunque no tenía ningunas ganas de hacerlo. Odiaba tener que explicarme.

Cuando llegamos a casa, su madre estaba empezando a hacer la comida. La hermana estaba leyendo un libro en el sofá. (TN) saludó y se fue directa a su habitación. Cerró la puerta, dejó el bolso y se giró hacia a mí con los brazos en jarra. Genial, iba a ser sermoneado por una humana.

—¿Por qué has hecho eso? Llevabas tanto tiempo sin hacerlo que pensaba que ya se había acabado —me reprochó, frunciendo el ceño.

—Ya te dije cuáles eran mis intenciones —expliqué, malhumorado.

—Pero... —murmuró—. Vale, sí. Tienes razón. Déjame en paz.

—No iba a dejar que lo hicieras —se me escapó. Volvió a girarse hacia a mí. Mierda. No sabía hasta qué punto explicarle las cosas—. Pero necesitaba saber cómo te afectaba ahora por si otro demonio decide hacerlo.

—Nunca se ha acercado otro demonio —dijo ella, extrañada.

—Bueno, nunca se sabe —dije, frunciendo el ceño, mientras ella se sentaba en la cama.

—Puedo... ¿Puedo hacerte unas preguntas? —preguntó, mirándome fijamente. Suspiré.

—Bueno, pero yo elijo si te contesto o no —dije, mientras me transportaba hasta su cama y me sentaba al lado de ella.

—¿Tienes cuernos o cola o algo de eso? —preguntó. Bueno, me esperaba otras preguntas. No me preocupaba que fuera por ahí.

—¿Quieres que te enseñe mi cola otra vez? —pregunté, sonriendo de lado, mientras me miraba la entrepierna.

—¡Idiota! —exclamó, mientras se sonrojaba- No me refería a eso.

—Si tengo —contesté.

—¿Puedo verlo? —preguntó, algo emocionada. ¿Por qué tenía tantas ganas de ver eso?

—Ahora no. Ya te lo enseñaré —contesté. Puso los ojos en blanco.

—Vale. Siguiente. ¿Has tenido sexo con otras chicas humanas? —preguntó, evitando mi mirada. El tema le incomodaba, pero aun así quería saberlo. Esto podía ser divertido.

—Sí, con bastantes. Tuve mi época, pero hace tiempo —respondí.

—¿Hace cuánto tiempo? —insistió.

—No lo sé exactamente, unos veinte años antes de que nacieras puede ser —contesté. Era difícil calcular el tiempo, sobre todo en cosas sin importancia.

—¿Has querido a alguna chica? Quiero decir, ¿los demonios podéis sentir algo por un humano? —preguntó, algo nerviosa.

—No —contesté, aunque... No estaba seguro. Nunca había sentido nada, pero este último año me habían surgido unos sentimientos extraños hacia ella—. Bueno, se supone que no. De normal nunca pasamos tanto tiempo con los humanos como para desarrollar esa clase de sentimientos a los que te refieres.

—¿Se supone? —recalcó, mirándome fijamente. Era muy lista, debía estar haciéndose una idea de que estaba siendo demasiado bueno con ella—. Law...

—¿Qué? —pregunté, extrañado. Se estaba acercando mucho a mí.

—Cuando me dices cosas pervertidas... ¿Las dices en serio? Es decir, ¿te gusto? ¿O solo es porque quieres que haga cosas malas? ¿O porque te quieres burlar de mí? —preguntó ella. Mierda. Esto ya no me estaba gustando.

—Un poco de todo —contesté, apartando la mirada. Bueno, ya no quería que hiciera cosas malas, pero me moría de ganas de que fuera mía. Se acercó todavía más. Nuestras caras solo estaban separadas por unos milímetros.

—Quiero besarte —dijo. Ah, no, mierda. No podía besarla. Primera, porque aún era menor, aunque eso era lo que menos me importaba en ese momento. Segunda, y todavía más importante, porque si nos besábamos no podría parar y si no paraba... El aura de (TN) se corrompería y ya no podríamos cerrar el portal.

—No. No podemos besarnos —dije, mientras le cogía por los hombros y le empujaba suavemente para apartarla. Ella me miró extrañada—. Todavía eres menor.

—¿Y qué? —preguntó, algo enfadada—. Mis compañeras se han besado con chicos mayores. Además, tú siempre me estás provocando y ahora te echas para atrás...

—Sí el día de tu cumpleaños aun quieres, lo haremos —dije. De esa forma tendría tiempo suficiente para darle vueltas al tema. No podía creer que estuviera teniendo este tipo de conversación.

—Bien. Y déjate de bromas hasta entonces, porque yo también se jugar —dijo, sonriendo con superioridad. Vaya, se estaba espabilando. Alguien llamó a la puerta.

—Cariño, la comida esta lista —avisó su madre, asomándose por la puerta.

—Voy mamá —dijo, poniendo cara de niña buena. ¿Después de la conversación que habíamos tenido se hacía la inocente?

Saltó de la cama y se fue de la habitación sin ni si quiera mirarme. Joder. No sabía si me gustaba más la (TN) inocente o la (TN) guerrera. ¿Así que también sabía jugar? Bueno, pues que ganara el mejor.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top