20. Sugar Demon
Haeillmon citó de inmediato a Norox a su castillo. No quería dejar a Miles solo ni tampoco pasearlo por Sheol aún. Cuando el íncubo llegó, le dijo a Miles que lo esperara en sus aposentos y llevó a Norox a una habitación cercana para hablar. Al final, sus recaudos con respecto a su omega fueron acertados, y aunque lo hubiera pensado, hipotetizado y proyectado, oír la verdad sobre la identidad de Miles de otra boca lo dejó anonadado. Todas las respuestas y las consecuencias comenzaron a estallar una por una y una tras otra en su mente sobrecargada.
-Investigamos la casa de Miles Singer y al aquelarre Naeprhyroth, como lo ordenaste. Esto es una locura -El pecho de Norox se infla, como si necesitará de mucha fuerza y oxígeno para formular sus palabras-. Hace alrededor de unos veinte años, en la Tierra, hubo un apagón masivo en los Estados Unidos. Esto sucedió... algunos meses después de La Infiltración.
-Joder... -susurra. Las piezas van encajando solas y su cara pierde un poco de su color bronce.
-Miles no tiene certificado de nacimiento, mucho menos número de seguro social. No hay registro de él en el Estado de Nueva York. Pudimos hablar con algunos elfos oscuros. Efectivamente, afirmaron que en el dos mil tres del calendario humano, hubo un apagón debido a una onda expansiva de energía demoníaca. Nos costó veinte píldoras de plasma de voraneus la información -dice el íncubo con una mueca de disgusto. Después de todo, el plasma de voraneus es como el oro para los humanos por su valor como potenciador mágico y su rareza-. Un demonio nació en la Tierra y fue acogido por Naeprhyroth. Hicieron un buen trabajo manteniéndolo oculto. Según los elfos, la noche del apagón causó un revuelo en el Edén porque el Supremo Señor de las Virtudes ofreció una gran recompensa para quien encontrara al "culpable".
-Adamerys no murió durante La Infiltración -sentencia Haeillmon.
El cómo ella acabó en la Tierra es un misterio, pero una posibilidad jalonea de su juicio. Como erobhi, Adamerys jamás aceptó a los demonios, pero tampoco fue aceptada por el Edén. Los erobhis son adorados por los Obsygaar y el Infierno en sí, no obstante, para los ángeles no son más que aberraciones corruptas. Aun así, muchos erobhis anhelan pertenecer a los Cielos, como Adamerys. No fue feliz con Taemon. Él la amaba y le fue difícil lidiar con el rechazo. Tal vez la erobhi solo aprovechó el momento para marcharse para siempre de Sheol. En la Tierra sería menor la probabilidad de ser hallada por los demonios, más aún teniendo en cuenta la ruina que dejó La Infiltración, donde Sheol se cerró a sí mismo con miles de barreras impenetrables.
-Adamerys... -Una expresión nefasta deforma las facciones atractivas del íncubo, inquietando a Haeillmon-. Examinamos el cráneo del ático de la casa de Miles. Pertenece... pertenece a ella.
Haeillmon siente la sangre drenándose de su cuerpo. ¿Qué diablos está sucediendo aquí? ¿Ese cráneo... es Adamerys? ¿Qué hacen precisamente huesos de demonio en la casa de su omega?
Norox continúa.
—Emana mucha energía resentida, pero solo dentro de la casa. Por fuera, funciona como un escudo. No entiendo por qué ella no se convirtió en efigie como el resto de los demonios muertos, lo cuál es un poco preocupante —dice, compartiendo su inquietud—, pero al menos nadie ha dado con Miles gracias a ella. Parece ser que no murió durante la Infiltración, pero lo hizo poco después en el mundo humano. Es probable que haya salido malherida del Mefiz-Tofe y se las haya arreglado para continuar con vida hasta alumbrar a su hijo. Miles Singer... es un erobhi —declara, tirándose al sofá más cercano, como si estuviera exhausto—. Además, es el heredero de Taemon. Joder, Taemon... Cuando él lo sepa... Mierda, va a matarte si se entera de que...
El semblante criminal de Haeillmon amputa la frase de Norox, que cierra la boca y se empequeñece cuando el lord de Sheol se le acerca con los ojos rojos encendidos.
-Miles es mi omega -le recuerda con una lentitud aterradora-. Cuida tus palabras si deseas mantenerte en una sola pieza.
-Solo quería... -La nariz de Haeillmon toca la punta de la de Norox, cuya nuca empieza a sudar.
-Callado pareces más inteligente. -Haeillmon se endereza, pero su mirada continúa perforando al íncubo-. Y seguirás así. ¿Quién más sabe sobre esto?
-S-Solo dos de mis...
-Tráemelos.
-¡Ellos no dirán nada!
Haeillmon lo agarra del cuello y lo arrastra por la habitación hasta sacarlo por la ventana. Norox sujeta con desespero la mano que lo ahoga, retorciéndose en el aire como un gusano agonizando.
-Tráemelos -reitera, las venas de su cuello forman pletóricos ríos bajo su piel-. No planeo matarlos, pero me veré obligado a hacerlo si por su falta de criterio mi omega queda expuesto, y sabes que soy muy creativo con las formas. Norox, tú me has visto enfadado -masculla, su mano se atenaza un poco más-, ninguno de los dos desea que la situación se repita.
Y deja caer al demonio al vacío.
Miles se pierde en el castillo. Nada que no se pudiera predecir. Le entraron ganas de mear y tuvo que salir de la habitación en busca de un verdadero baño, con excusado y eso. El cuarto de Haeillmon solo tiene dos puertas. Dedujo que como la puerta a su derecha conduce a las aguas termales, la opuesta le llevaría a un baño o algo por el estilo. Los demonios deben cagar también, ¿verdad?
Milagrosamente, sí halló un baño, por lo que hizo sus necesidades y luego se quedó pasmado frente a su reflejo en el espejo. Todo su cuello y parte del escote que enseñaba su camiseta estaban plagados de chupetones y demás marcas violetas polémicas. Como contrapartida, su rostro lucía rozagante, un poco colorado en las mejillas y brillante. ¡Haeillmon es su nuevo skincare!
Entonces rio, asemejándose a un pájaro piando en un día soleado, hasta que salió del baño y apareció en un jardín.
Con una corona de signos de interrogación invisible, gira su cabeza de izquierda a derecha, gira sobre sí mismo y solo se detiene cuando comienza a marearse. ¿Qué diablos? El baño tiene una sola entrada, por ende, una sola salida -la que conecta, supuestamente, a los aposentos de su demonio-. ¿Cómo es que ahora hay un jardín del otro lado?
Se vuelve hacia el baño, completamente confundido, comprobando que efectivamente hay una única puerta. El miedo florece en él de a poco, primero es un pequeño capullo que luego se convierte en una rafflesia.
Cierra y abre nuevamente la puerta.
Esta vez un corredor que parece no tener final aparece ante él.
¡¿Qué putada infernal es esta?!
Le da taquicardia del susto y sale al pasillo en busca de Haeillmon. ¿Sigue en el mismo castillo? No recuerda que Haeillmon lo haya llevado por allí en su paseo turístico. ¿Qué tan grande es este lugar? ¿Y... Y si se pierde en serio y nadie lo encuentra? Su Dhêrnyere le dijo que no saliera de la habitación, pero jamás imaginó que había un motivo como este detrás de la advertencia.
-¡Haeil! -lloriquea. Alterna entre una caminata y un trote mientras debate si debería entrar por alguna de las decenas de puertas en sendos laterales.
Se decide por una que es exactamente igual a todas las demás y lo recibe un cuarto en penumbra. La única luz proviene de varias velas negras que rodean la efigie de un demonio enorme, con cuernos retorcidos y alas membranosas extendidas, blandiendo una especie de guadaña siniestra en una clara trayectoria hacia el ángel yaciente bajo sus patas de dragón.
Miles olvida por un segundo su terror y se aproxima a la estatua de tres metros sin parpadear.
Es Haeillmon. Aunque la efigie carece de tonalidades, los detalles son excelsos. Esa mandíbula fuerte que sostiene rasgos tiranos en su plena belleza y ferocidad no pueden pertenecer a otra criatura que su alfa. El ángel ha sido claramente derrotado en la escena, pero mira hacia su verdugo con un odio tan tangible que Miles olvida que no es real.
Y algo sucede frente a sus ojos.
Las figuras adquieren color y movimiento, incluso el fondo muta a un entorno de caos, humo y sangre. De repente todo cobra vida, y el asesinato que la efigie había inmortalizado en su preludio, ahora Miles lo ve suceder, como el espectador de una película. Un Haeillmon de carne y hueso cercena el cuello del hermoso ángel y regueros de sangre salen despedidos del corte limpio. Miles chilla por la impresión y tropieza hacia atrás mientras intenta alejarse.
Cae de culo en el cuarto umbroso. El golpe acaba con la barbarie que se desarrollaba frente a sus narices y la efigie vuelve a ser un elaborado e inerte trozo de piedra.
Miles no consigue controlar su respiración agitada y se marea al ponerse de pie.
Se aleja uno y dos pasos, se voltea y corre de vuelta hacia la puerta, arribando de nuevo a un jardín. No sabe si se trata del mismo de recién, porque las vistas son distintas. Un círculo de árboles robustos cercan a otra efigie, muy diferente a Haeillmon. Es una cabra humanoide con alas emplumadas. Se halla sentada con sus pies cruzados, como si meditara, con dos de sus dedos apuntando al cielo, en tanto los de la mano opuesta lo hacen hacia la tierra. Una antorcha se alza entre sus cuernos.
Miles lo ha visto antes en los libros de sus padres.
-¡Omega! ¡Te dije que no salieras de la habitación!
Su cuerpo se estremece y luego se paraliza en el instante en que la voz estalla a sus espaldas. Su alma salió de paseo por unos segundos.
Haeillmon lo agarra del hombro y lo voltea hacia sí. Tiene una expresión severa y alterada, que le sienta como un puñetazo a Miles. Quería a su alfa porque estaba asustado, no para que le diera otra puta cagalera.
-¡Quería ir al baño y me perdí! -chilla con los ojos enlagunados, llenos de reproche-. ¡Estaba asustado!
Haeillmon suaviza su mirada, pero la inquietud en su semblante perdura.
-¡Yo también estaba asustado! -arguye. Su mano en el hombro de Miles se agarrota a tal punto que le provoca dolor y lanza un quejido.
Haeillmon vuelve en sí en ese instante. Su omega realmente está acoquinado y él solo está empeorando sus ánimos. Suelta el aire retenido e intenta controlar su propio temperamento. La reciente revelación de Norox lo perturbó como pocas veces lo ha estado. Tener una conjetura sobre el linaje de Miles es un completamente distinto a tener la certeza. Es decir, su intuición y su instinto jamás se equivocan, y se arrepiente como nadie por no haberse escuchado cuando Celyane le mentía en la cara, solo por ser un idiota enamorado. Ahora... siente que le ha sucedido algo similar. Desde el principio debería haber tenido cuidado con Miles en lugar de resistirse a la atracción que sentía por él. Incluso puede haberlo puesto en peligro solo por andar haciendo el bobo a su alrededor.
Se frota el rostro, demasiado frustrado consigo mismo. Luego toma a Miles entre sus brazos y lo aprieta con fuerza.
-Lo siento, Lhergie... Soy un gilipollas.
-M-Me perdí... -Miles oculta su rostro deformado por la angustia en la curva del cuello de Haeillmon. Olfatea y el aroma de su alfa le ayuda a calmarse. Junto al reconfortante abrazo y el montón de músculo, hace un tránsito del gimoteo al ronroneo.
-Lo sé, cariño. Te enseñaré a moverte por el castillo sin que te pierdas, ¿bien? Aquí nada te sucederá. Estás en mi sectio, no tienes que temer.
-¡Tu castillo es muy raro! -protesta.
-Por supuesto que será raro para tí, que has vivido toda tu vida en el mundo humano. Todo Sheol lo será. ¿Yo te parezco raro? -En este punto Haeillmon ya está sonriendo de oreja a oreja. El ronroneo de su omega siempre lo eleva espiritualmente y se lleva todos sus pesares.
-Mn. Pero me gusta tu rareza.
-¿Qué cosas? Sé más específico.
Miles pone los ojos en blanco, pero se le ha contagiado la sonrisa que oye en la voz de su alfa.
-Creo que no necesitas que te suba el ego. Ya lo tienes en la cima.
-En la cima me dejas la polla, Lhergie. ¿Me dejas cogerte un poquito más?
-¿Por qué eres tan guarro? -se queja Miles, pero con su voz coqueta (la cual acaba de descubrir que posee). Solo hace falta que Haeillmon respire para que se le mojen los calzones, ¡claro que puede cogerlo un poco más!
Solo que le encanta que su demonio lo cargosee, lo mime y lo seduzca con sus guarradas.
-Pues... soy un demonio.
-¿Piensas usar siempre la misma excusa?
-Soy un demonio muy enamorado de su Lhergie. ¿Cuál es el problema? -Mueve a Miles para mirarlo a los ojos. Besa una lágrima solitaria que quedó varada en su mejilla y luego sus labios suculentos-. Puedo follarte, cocinar de maravilla y matar a alguien, y la respuesta será la misma en todos los casos. No es una excusa. Es una realidad y un buen motivo para infinidades de virtudes y pecados.
Miles se queda sin palabras.
-Tú... eres astuto cuando quieres.
-¿Cuántos puntos he obtenido? Quiero cambiarlos por sexo ahora mismo -reclama. Le muerde el cachete colorado a Miles, caminando de vuelta a la infraestructura del castillo.
Al regresar al mundo humano, Miles contempla a través de las ventanas de su casa el sol invernal, brillante en medio de un firmamento despejado y de un intenso celeste. Su corazón da un vuelco. Cuando Haeillmon lo llevó a Sheol, el astro estaba despidiéndose por el oeste.
-¡¿Qué día es hoy?! -clama-. ¡Aún tengo que ir a clases!
Recuerda entonces que lo han despojado de su beca por sus inasistencias y su excelente humor termina de irse por el caño.
-Solo has perdido un día de clases, Lhergie.
-¡P-Pero...! -Se rinde sin luchar y suspira. ¿Qué más da? No es que vaya a poder mantener sus estudios sin una beca. Si falta una o cien veces, ya es irrelevante.
Haeillmon advierte su oscuridad y se ensombrece a la par. Fascinante. La sintonía entre sus almas y cuerpos, que antes lo bombardeaba con conflictos internos y reducía su sabiduría milenaria a instantes de curiosa confusión, ahora le resulta de lo más entrañable. Adivinando sus preocupaciones, se pone en cuclillas para que Miles no se pierda su sinceridad.
-¿No recuerdas lo que te dije? Terminarás tus estudios. Te ayudaré.
-N-No quiero pedirte nada...
Haeillmon frunce el ceño.
-Pues yo quiero dártelo todo.
-Encontraré una manera...
-No te estoy proponiendo un pacto, ni un intercambio, omega -insta, manteniendo a raya a su alfa molesto con mucha paciencia-. Tú ya no eres mi contratista. Te daré mil maneras de terminar con tus problemas porque eres importante para mí. No tienes que buscarlas en otro lado, ¿bien?
Miles desvía la mirada, conmovido, inseguro. Sus años en soledad, el pasado, lo embargan de dudas sobre el futuro. Tal vez Haeillmon lo quiere ahora, pero sus sentimientos pueden flaquear en cualquier momento. El amor es volátil. No quiere acostumbrarse a depender de otro para sobrevivir y acabar dañado. Y solo, otra vez.
-Trabajarás para mí.
Las palabras de Haeillmon interrumpen sus pensamientos pesimistas. También lo sorprenden. No esperaba una propuesta laboral. El rostro del demonio acoge una variedad de emociones que Miles intenta discernir. Pena y afecto. Hace que su corazón se sienta pesado.
-¿Trabajo?
-Mn.
-¿Es... legal? ¿Y... digno?
Haeillmon lanza una carcajada.
-Lo es. Deja el trabajo de mierda que tienes.
-No es un trabajo de mierda...
-Tu salario lo es. El que yo te daré te permitirá cubrir todas tus necesidades, pagar la universidad sin escatimar en otros gastos y alojarte en los mejores hoteles de cinco estrellas de Dubai cuantas veces desees en el año.
-¿Estás seguro de que es legal? -dice Miles con una sonrisa que no puede reprimir y que acaba contagiando a Haeillmon.
-Jamás le mentiría a mi omega. Puedes empezar mañana.
Miles sabe que Haeillmon solo ha usado el trabajo como excusa para ayudarlo sin que se sienta un lastre, pero no está en condiciones de negarse. Ama la medicina y la universidad lo ha mantenido cuerdo. Junto con la biblioteca de su kindle, son su cable a tierra, su rayo de esperanza en el cielo borrascoso. Si su Dhêrnyere desaparece algún día y se lleva todas sus ilusiones consigo, él podrá salir adelante como la ha venido haciendo durante los últimos años.
Al día siguiente y mientras fantaseaba con la divina polla de Haeillmon en medio de su clase de propedéutica clínica, Miles recibió cinco mil dólares en su billetera virtual de una cuenta llamada tudemonio.caliente.666 con una breve descripción: "pago por adelantado 😈🍆🖤".
Haeillmon ni siquiera le había dicho aún cuál sería su nuevo trabajo, haciéndose el misterioso. Además, a la mañana no lo encontró durmiendo a su lado. Tampoco habían tenido sexo durante la noche y advirtió en varias ocasiones al demonio tropezar y tambalearse, cuando normalmente es firme y seguro como el suelo bajo sus pies.
A Miles le preocupa que la cercanía de la Navidad lo esté afectando, por lo que se abstiene de llamarlo cuando un dolor agudo explota en su espalda y lo obliga a salir corriendo del aula al baño. Casi de manera inmediata, una punzada le atraviesa el cráneo. Después de algunas respiraciones profundas, logra estabilizarse del mareo qué venía detrás.
¿Ahora qué? Ya dejó los inhibidores y los estabilizadores de feromonas, los efectos secundarios deberían haber desaparecido. En medio de su desconcierto, se zampa un analgésico. Qué va. Solo está padeciendo los "efectos secundarios" de tener sexo como una bestia en las últimas veinticuatro horas con un alfa que tiene la polla como un poste de luz. Añorando la polla en la que no puede dejar de traer una y otra vez a su mente, sale del baño con solo una leve incomodidad y casi choca con el fuerte pecho de la persona a quien quería evitar a toda costa.
-¡Miles! -Alan lo repasa rápidamente con sus esmeraldas y su sonrisa se aplana-. ¿Te encuentras bien? Chicos, vayan primero. Luego los alcanzo.
Los "chicos" -cinco alfas de tamaño XXXL- observan a Miles con idéntica dedicación y más tiempo del necesario. Solo se retiran cuando Alan los fulmina con la mirada.
Ah, genial. No está preparado para esto. Y es que además de tener su cabeza a reventar de imágenes de la sonrisa, el cuerpo y las palabras afectuosas de Haeillmon junto a todas las cosas tentadoras y deliciosas que hicieron, una preocupación ligada a otro rostro persiste entre ellas.
Alan Murphy, su crush. O ex-crush.
Después de aceptar su propuesta de ser compañeros de celo y de ir juntos a la fiesta de Navidad, ¿cómo debería retractarse? Haeillmon fue intransigente ayer, cuando le advirtió que ni siquiera se le ocurriera ir a la puta fiesta. Para ser justos, también había pensado bajarse del plan, pero no quiere que Alan piense que ha estado jugando con él después de haber salido juntos y coqueteado.
-¿Miles?
-E-Estoy bien. Solo me costó un poco dormir anoche y creo que me bajó la presión...
-Te invitaré algo dulce. Venga.
Miles se siente desfallecer. Se le hace difícil enfrentar a Alan después de haber jodido duro y salvaje con Haeillmon.
-No tienes que preocuparte, ya me siento mejor... y estoy en clases.
-Estamos a nada de las vacaciones, las últimas clases no tienen ningún sentido. -Alan le acaricia la mejilla y Miles se ajusta la bufanda para taparse las huellas de la lujuria impresas en su cuello-. Me dijiste que te gustaba el latte de vainilla. He estado aguardando la oportunidad para invitarte uno.
Miles intenta una sonrisa y cede ante la despampanante de Alan. Se deja llevar hacia la cafetería, guardando absoluto silencio como si estuviese imputado en una causa penal. Cualquier dicho podría ser usado en su contra ahora que era culpable de cometer todo tipo de guarradas con una criatura maligna.
Alan espolea la plática como siempre, con su encanto apretando el nudo en el estómago de Miles.
-Ya está todo listo para la fiesta, he visto la casa, ha quedado genial -comenta el alfa con entusiasmo-. Incluso hay una pendiente nevada para lanzarnos con los trineos. Los chicos han preparado varios juegos y comprado una camionada de alcohol. El sábado pasaré por ti a las siete, abrígate bien, ¿sí?
-Esto...
-Pero aún si pasas frío, yo te daré todo el calor que necesites...
Miles se muerde el labio y juega con sus dedos.
-Alan, creo que no...
Alan trastabilla a su lado, quedándose un poco atrás. Miles tiene que detenerse y girar para corroborar lo que captó por el rabillo del ojo.
Un tipo alto de hombros anchos, alfa a todas luces, le golpeó el hombro al pasar literalmente por la misma trayectoria que recorría su ex-crush, pero en sentido contrario.
Alan mira al irreverente con ojos homicidas y la vena del cuello inflada, mientras que el otro apenas deja ver el perfil de su rostro en tanto continúa su camino.
Miles observa los ojos negros a juego con el cabello revuelto y la sonrisa petulante que se asoma en ellos, evidentemente dirigida a Alan, quien está evidentemente cabreado.
-¿Tienes algún problema, cabrón? -gruñe-. ¿O solo caminas como conduces?
El tipo se detiene por unos segundos, su rostro anguloso imperturbable. Miles decide que está caliente. Definitivamente está en el top 3 de los tíos más calientes que ha visto, junto a Haeillmon y Alan. En ese momento, los penetrantes ojos negros se posan en Miles y le provocan un respingo. Definitivamente también entra en el top 3 de los tíos más intimidantes.
El alfa se vuelve hacia Alan y suelta con frescura:
-Te meterás en problemas, princesa. A los Señores del Averno no les gusta compartir.
La furia de Alan se convierte en estupefacción, la que pasa completamente inadvertida por Miles, puesto que ha reaccionado con idéntico pasmo.
¿Qué fue ese comentario? ¿Qué quiso decir? ¿Es posible que sepa lo de Haeillmon y él? ¿O fue una especie de código al que es completamente ajeno? ¿Quién es ese alfa? Nunca lo había visto en la universidad.
Atiborrado con preguntas y nerviosismo, opta por fingir absoluta ignorancia, aunque la rigidez de Alan lo perturba. Además, siente que el humor del alfa se ha enfriado. Su omega intenta retraerse imposiblemente dentro de su propio cuerpo.
-Vamos -escupe Alan, reanudando su marcha.
Lo lleva a la cafetería sin emitir una palabra al respecto. Miles tiene curiosidad, pero también teme que su secreto se haya ventilado, por más imposible que parezca. Aunque tal vez no sea tan imposible. Los demonios existen, y los hay en la Tierra. Haeillmon es un lord del Infierno. Alguien tan importante debería ser popular, ¿verdad? Entonces, aunque él se niegue a considerarlo, la posibilidad de que alguien haya reconocido a Haeillmon durante la jodida adoración de pies parece más asequible. Le sudan las palmas. Y si... ¿y si Alan lo sabe?
Con su cuerpo en modo automático, se sienta junto a Alan en el Starbucks y acepta sin rechistar el latte de vainilla con su dona favorita, la rellena de nata y fresas. Como el buen humor del alfa se esfumó, no se atreve a hablar ni a preguntar. Tampoco se atreve a rechazarlo cuando, en un intento de aliviar la tensión, el alfa continúa narrando los planes navideños que los involucran. Después de unos cuantos tragos de café y de ignorar al elefante en la habitación con éxito, el habitual brillo de Alan regresa.
Miles se sonroja cuando los ojos verdes se demoran en su boca, donde ha quedado un rastro de nata.
-No has estado respondiendo mis mensajes -saca el alfa a colación, poniéndolo en aprietos.
-Ah... Uhm, lo siento...
No se le ocurre ninguna excusa. Debería acabar con todo ahora mismo. Mientras más tiempo pase y más cerca se encuentre la fiesta, más difícil será rechazarlo. No quiere darle el plantazo a último momento.
Alan no parece afectado por su falta de explicaciones.
-No te preocupes. He sido demasiado insistente...
-¡N-No es eso! Con respecto a la fiesta...
-¡Miles! -Niall se acerca trotando con un aspecto agitado y el rostro consternado. ¿Oportuno o intempestivo? Su amigo le lanza un vistazo acerbo a su compañía y sus labios forman una línea-. Estaba preocupado, ¿te sientes mejor?
¿Tan mal aspecto tiene? No cree que las ojeras oscuras que le mostró el espejo del baño justifiquen tanta preocupación. Pero, una vez más, Niall es como un cachorro muy enorme y dedicado.
-Me bajó la presión, ya estoy bien. ¿Quieres sentarte? -le invita.
Niall arrastra una silla y la sonrisa de Alan se crispa.
Miles es consciente de que está arruinando el momento. Niall es consciente de que está arruinando el momento. Alan es consciente de que el momento acaba de arruinarse. Pero Miles se sentía incómodo a morir y su amigo apareció para salvarle la vida. Por supuesto, la tensión empeora cuando quedan los tres mirándose las caras en silencio.
-Uhm... ¿El profesor preguntó por mí?
-No. Solo dio unas lecturas para arruinar nuestras míseras vacaciones. -Niall mira a Alan y Miles puede notar el choque de rayos entre los dos.
El aroma intenso a feromonas le quema la nariz. Jamás creyó posible que las feromonas de un beta pudieran competir con las de un alfa dominante, pero las de su amigo son avasallantes por momentos. Incluso Alan entorna la vista, completamente dentro del desafío.
Miles quiere golpearse la frente contra la mesa. Será el break más largo de su vida.
-¡Haeil!
No aguanta su emoción al llegar a su casa y ver a Haeillmon esperándolo, con su magnífico y musculoso culo apoyado en el reposabrazos del sofá.
Miles dudó momentos antes de abrir la puerta de entrada, abrumado por el temor de encontrarse nuevamente con alguna sombra horrible. Pero es su alfa quien lo recibe con una sonrisa encantadora. Su Dhêrnyere.
Lanza su mochila al suelo y corre hacia él. Los brazos fornidos que lo han dominado en la cama también saben abrazarlo de la manera más dulce. Miles se deshace en ellos y se frota en toda la piel desnuda del torso de su alfa hasta dejarse el rostro pulido.
Ronronea intensamente.
-¿Quién es el Lhergie más bonito del Universo? -canturrea Haeillmon, derrochando satisfacción.
El ronroneo de su omega repercute en su alma y se desliza por sus heridas aplacando el ardor. También relaja la tensión de sus hombros. Tuvo que dejarlo solo en la universidad y le aterra que algún cabrón se lo lleve o lo lastime. Lo rodea con fuerza. Debería encerrarlo en su castillo para siempre, pero eso sería humanamente inmoral y lo asustaría.
-Byn'Lhergie... prepara tu equipaje. Vienes conmigo a Sheol.
Miles remata su show omega con el armamento pesado: lo mira con sus hermosos ojos sorprendidos de Lhergie.
-¿Sheol? Pero... aún no acabo mis estudios.
Haeillmon suspira e inclina su cabeza para apoyar la frente sobre su pecho.
-No puedo disuadirte de seguir con eso, ¿verdad?
-No. Eso sería diabólico de tu parte.
-Necesito protegerte. Este lugar no es seguro para ti.
-Estoy seguro de que dejar mis estudios tampoco -dice Miles con firmeza-. Sabes que es algo que amo.
-Puedes amarme a mí también.
Miles sonríe, su corazón se desborda de emociones. Le acaricia el cabello suave de la nuca mientras piensa en las consecuencias de amar a un demonio.
-Creo que puedo hacerlo, siempre que tú no me lo hagas imposible. Impedirme mis estudios lo haría.
-Entonces te traeré a la Tierra cada día para que puedas ir a tus clases. También podrás continuar con el trabajo, si así lo deseas. Pero tienes que comenzar a amarme.
-¿Estás poniéndome condiciones?
Haeillmon levanta su cabeza junto a su sonrisa colmilluda y le roba un beso, cuya inocencia Miles destruye con la lengua.
-Haré imposible que no me ames, así que no tienes que preocuparte por eso -susurra Haeillmon antes de volver a buscar los labios de su omega, aquellos que causan estragos en su cuerpo.
No entiende cómo alguien tan pequeño posee tantísimo poder. Sus colmillos y su polla se animan demasiado cuando olfatea su lubricación, colmada de feromonas.En su garganta gorgojea un gruñido. Se separa del sonrojado Miles para enseñarle su par de sables ansiosos por meterle bocado.
-¿Te follo aquí o en Sheol?
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