36 ⫸ Último deseo
Dakota POV
—Despierta —dijo una voz grave y conocida.
Abrí un ojo con dificultad.
—Tenemos que irnos.
Era Skyler, sentado al borde de la cama mientras se ponía los zapatos.
—Por qué me despiertas en medio de la madrugada, no tenemos que trabajar.
—Son las cinco de la mañana y, si no te acuerdas, estamos huyendo.
Me senté en la cama de un salto y todos los recuerdos llegaron de golpe.
—No tengo ganas de que esta vez sea mi ex la que nos capture para torturarnos y nos atrape mientras dormimos —se burló.
Hizo el intento por ponerse de pie y lo tomé del brazo con tanta fuerza que cayó sentado.
—¿Qué dijiste? —Se vio confundido—. Eso de que tu ex nos atrape mientras dormimos —especifiqué.
Frunció el ceño, abrió y cerró la boca varias veces. Se quedó mirando a la ventana por unos minutos.
—No lo sé. —Sacudió la cabeza—. ¿Alguna vez tu ex nos estuvo persiguiendo?
El estómago me dio un vuelco y no solo por el hambre. Asentí.
—Y nos atrapó durmiendo. —Volví a asentir y sus ojos se fueron a mi mano, a mi dedo anular con la cicatriz y el anillo—. Fue él quien nos hizo esto —dijo, acariciando la marca.
—¿Cómo lo sabes?
Le costó pasar saliva.
—Llevo meses con dolores de cabeza, desde que tú llegaste, viendo cosas extrañas y ahora... Me acabo de dar cuenta que no solo era dolor, sino una presión constante que me aplastaba. —Se tocó la parte posterior de la cabeza—. Ahora se fue y... Recuerdo eso... No, no recuerdo nada y, sin embargo, sé que sucedió.
Tomé su cara entre mis manos. No era posible que solo por contarle algo de la verdad estuviera recordando y una parte de mí se fue a nuestro reencuentro cuando me presenté como su asistente. Quizás si le hubiese dicho...
No me habría creído porque no confiaba en mí.
El momento indicado había sido la noche anterior porque hay cosas que no puede apresurarse y los libros te enseñaban eso. Skyler confiaba en mí y eso lo había ganado gracias al tiempo compartido.
A veces había que dar mil vueltas antes de volver al mismo lugar para hacer lo correcto. Sin el camino recorrido, era imposible hacerlo bien, de eso iban los libros, de cambiar y evolucionar, de eso iba mi personaje porque yo también era un personaje que había crecido con cada experiencia.
Se me aceleró el corazón.
—¿Recuerdas algo más o sabes algo más?
Negó.
—Ahora mismo, lo único que sé es que debemos irnos lo antes posible, pero si no te vistes se me olvidará todo y esta vez no te voy a hacer eso que no te gusta que diga porque es tan cliché que te hará sangrar los oídos. Te voy a follar porque no puedo procesar el verte semidesnuda sin hacer algo al respecto.
La sábana se había deslizado y mi torso estaba expuesto. Batallé con las ganas de sonreír y arrastrarlo a esa pequeña cama para hacer lo que se nos ocurriera. Tenía razón, estábamos huyendo, de nuevo... Quizás eso disparaba sus recuerdos, pero esperaba no volver a vivir lo mismo con tal de que lo recordara todo.
Diez minutos después, habíamos vaciado las latas restantes de comida y salimos en busca de la moto vieja con un sidecar destartalado que Skyler había escondido entre los arbustos. El olor a mar nos envolvió y la carretera por la que viajamos iba muy pegada a la costa que pronto se convirtió en una playa de arenas blancas y agua cristalina.
Abracé la espalda de Skyler y descansé la mejilla para sentir el calor de su cuerpo y esconder la cara del aire que nos embestía. Mirando a las olas con su suave vaivén, imaginé cómo sería no irme de allí, poder quedarme eternamente con él.
Quizás podía quedarme hasta la muerte y después volver a mi universo para vivir otra vida. Quizás tenía que renunciar a mis amigas y mi madre para escoger a Skyler. No quería eso, pero fue bonito fantasear por unos segundos que podía hacer una vida con él.
Cuando el ruidoso motor se apagó, lo hicieron mis fantasías. Habíamos viajado por una hora hasta detenernos frente a una casa de dos pisos, pequeña y abandonada. Estaba muy cerca de la playa, solo había que cruzar la estrecha carretera para tocar la arena.
—Aquí estaremos más cómodos y hay un pueblo a quince minutos. Hay una caja fuerte dentro, dinero, ropa...
—¿Una cama decente? —pregunté en lo que me estiraba—. Me duele todo después de ese sofá incómodo. Yo nunca te hice dormir en el piso en mi universo.
—Me hiciste dormir en un granero.
El mismo se sorprendió al escucharse y tuve que sonreír.
—Es cierto, pero no te quejaste.
—Después de lo que hicimos ahí me daba igual si me ponías a dormir en el fango y bajo la lluvia.
No le dio importancia a que, por tercera vez, algo de lo vivido había caído en su lugar. Lo tomé de la mano cuando iba a dar un paso hacia la casa y me paré frente a él. Tenerlo así me hacía feliz. Solo había un detalle por decir, para limpiar mi consciencia e intentar seguir adelante.
—Lo siento. —Bajé la vista a su pecho—. Siento mucho no haber podido salvar a Fabriccio. Te juro que lo intenté, pero...
Me tomó de la barbilla e impidió que siguiera hablando.
—No es tu culpa y aunque pienso que es mía, también sé que no lo es. —Un peso desapareció de mis hombros con esas palabras—. Me costará mucho entenderlo, nos costará, pero podremos.
Puse las manos sobre sus hombros.
—Juntos —murmuré y apoyó su frente en la mía.
—Juntos —repitió.
Se acercó para rozar mis labios, pero el sonido de los aplausos disparó nuestras alarmas. Skyler me tomó de la mano y se puso frente a mí para protegerme de Paula. Detrás de ella, y de la casa, iban saliendo los hombres que la acompañaban, todos con armas, todos apuntándonos.
—¡Qué pareja tan bonita! —exclamó al detenerse—. Pero la luna de miel se les acabó.
—¿Por qué carajos siempre hay un ex loco que quiere matarnos? —mascullé y Skyler apretó más mi mano, retrocediendo de espaldas hacia la playa para poner distancia.
—Mi arma —murmuró en lo que Paula caminaba hacia nosotros y sus hombres nos iban rodeando mientras más intentábamos alejarnos—. Saca mi arma y úsala.
Estaba en la parte trasera de su cinturón y yo podía tomarla mientras él tenía las manos expuestas.
—¿Tiene balas?
La falta de respuesta era una negativa y no supe qué demonios quería decir con que la usara.
—¿Cómo llegaste hasta aquí? —preguntó Skyler. Trataba de ganar tiempo para pensar en algo y que yo tuviera una idea mejor que lanzar la pistola inútil a la cabeza de Paula con la esperanza de noquearla.
—¿Crees que no me encargué de tener esa información? —preguntó ella con el sarcasmo impreso en cada palabra—. Llevo mucho tiempo trabajando con Angelo y usando las armas que menos te imaginas para saber todo de ti. Por eso, quitar a Fabriccio de en medio fue la mejor idea que tuve el día que se fueron detrás de Angelo.
Me tensé y Skyler reaccionó de la misma manera.
—Fabriccio estuvo a punto de descubrirnos demasiadas veces y la última vez me las arreglé para que Angelo cargara con la culpa. Hice que lo pintaran como la mente maestra. Sabía que faltaba poco para que él me traicionara, así que decidí hacerlo antes.
Skyler dio un paso atrás. Evité que diera el siguiente porque si seguíamos retrocediendo nos faltarían menos de tres metros para tocar el agua y le daríamos más razones a los que nos rodeaban para salir de nuestro campo de visión. No podíamos permitir que nos encerraran, no quería a nadie a mi espalda apuntando con un arma o todo estaría perdido.
Lo estaba, pero no quería aceptarlo.
—Se acabó, Skyler —dijo Paula y le quitó el seguro a su arma—. Me encargaré de ti y después de Mario. Antes de que ese pueda alzar la vista se estará ahogando en veneno, como Angelo y como su padre.
—¿Mataste a Jack Russo? —cuestionó él.
—En unas horas tomará su comida y nadie sabe lo que pasa en el camino entre las cocinas y la celda. —Alzó la cejas—. Hay muchas desgracias en este mundo, aunque habría deseado inyectárselo yo misma en el cuello. Tuve que usar a una de mis marionetas para que lo hiciera con Angelo antes de que abriera la boca, pero no se puede tener todo en la vida.
—¿De verdad tienes tantas ganas de matarme? —preguntó él.
—Te amo, Skyler, pero por supuesto que quiero matarte antes de que me hagas lo mismo que todos los demás hombres en mi vida. Me quedan pocos por eliminar y es lo único que me separa de tomar el control y asegurarme de que jamás me vuelvan a usar.
Skyler dio un paso en su dirección.
—Yo jamás te hubiera usado y lo sabes. No trates de proyectar tus traumas en mí, yo nunca te hice nada que...
Paula disparó y Skyler gritó de dolor con el impacto en su pierna. Quise lanzarme hacia él cuando cayó de rodillas. Todas las armas apuntaron a mi cara para que no me moviera, al ver que tenía una pistola en la mano.
—Tú no quieres matarme, no puedes —gruñó Skyler en lo que tapaba su herida, no me dejaba ver hasta qué punto estaba lastimado porque no parecía que le hubiese atravesado el muslo.
Paula volvió a disparar, pero falló y yo quise gritarle a Skyler que no fuera estúpido, que no la provocara o...
Al alzar la vista, entendí por qué estaba armando una escena, distrayendo a todos. Desde atrás de la casa aparecían más y más hombres de negro y reconocía los uniformes, las armas, el cabello platino de Mario que los lideraba.
Se puso un dedo sobre los labios. Necesitaban segundos para cruzar la calle en absoluto silencio y tomar a nuestros enemigos por sorpresa.
Tenían que acercarse lo suficiente y nosotros les teníamos que ganar tiempo.
Me dolía el pecho y la adrenalina hacía que me hormiguearan las yemas de los dedos.
—Te odio —dijo Paula con los ojos llenos de lágrimas, mirando a Skyler—. Te odio desde que...
—¿Podrías parar de hacer drama? —dije, haciendo un esfuerzo para que no me temblara la voz—. Te juró que, si escucho un discurso romántico más, voy a morir de aburrimiento.
La rabia de Paula bulló en sus ojos azules. Disparó de nuevo, pero esa vez a la arena frente a Skyler. Quizás él tenía razón y ella no podía matarlo. Me interpuse entre ellos en lo que Mario y los otros cruzaban la calle a paso muy lento.
—Estoy harta de este libro de mierda. —No se me ocurría qué más decir—. Se suponía que yo venía a ayudar a Skyler, no a limpiar sus desastres y que tú estabas bien tranquila y desvivida. No puedes ser la villana de la historia, no tiene sentido, esto es un despropósito total y ¡estoy harta!
Paula abrió y cerró los ojos varias veces.
—Estás loca.
—Sí. —Di un paso hacia ella y dejó de apuntarle a Skyler para dirigir el arma a mi cara. Traté de no temblar—. Estoy loca, pero ¿sabes qué es más perturbador? —Mario ya estaba tocando la arena, cada vez más cerca—. Tú no eres real, eres un personaje literario, este es un libro y te vas a morir aquí y ahora porque por mucho que creas que has ganado, los malos nunca ganan la partida.
Caminé hacia ella que me veía con los ojos desorbitados.
—No me importa si me toca ser la protagonista que se muere por acabar contigo, pero te juro que de esta playa vas directo al lugar donde debías haberte quedado: la tumba.
Tomé la pistola por el cañón y al tiempo que los hombres de Mario disparaban, le crucé la cara a Paula con la culata de mi arma sin balas. Cayó al suelo y me tiré con ella para desarmarla y evitar que algún disparo perdido acabara con mi vida.
Rodamos por la arena y, aunque me habría gustado saber lo que pasaba a mi alrededor, solo podía prestarle atención a Paula, que tenía más fuerza de la que había previsto. Logró disparar una vez antes de que le quitara la pistola y la inmovilicé hasta que gritó de dolor por la llave que apliqué a su brazo.
Me hizo dar la vuelta y tuve que soltarla. Quedó sobre mí y logró darme un puñetazo. Escuché cómo crujía mi nariz, me la había roto y mi grito de dolor le dio segundos en los que vinieron dos puñetazos más.
Le tiré arena a los ojos y pude encajarle las uñas en los antebrazos. Intentó ponerse de pie, pateó arena a mi cara, pero a ciegas me lancé a sus pies y la hice caer. No veía nada, rodando, hasta que sentí el agua mojar mi costado.
—¡Hija de puta! —bramó Paula cuando estuvimos en la orilla y sacó una daga.
A duras penas tuve tiempo de girar sobre mi cuerpo para que no me la clavara en el pecho. Le pateé la cara dos veces en lo que buscaba a tientas la daga que se había encajado en la arena. Me puse de pie y la tomé del pelo. Fue demasiado tarde, el arma estaba en su mano.
Tiró de mi brazo con fuerza y clavó el cuchillo por debajo de mis costillas. La hoja estaba hundida en mi piel cuando miré a aquel punto, pero no sentía nada, no había dolor, solo el shock por lo que veía. Se me aflojaron las rodillas y se me hundieron en la arena.
Paula estaba a un metro de distancia, con la cara ensangrentada y llena de arena, agitada e intentando ponerse de pie. Puede que nos hubiésemos golpeado más de lo que había creído. Se veía a punto de colapsar, buscando la fuerza para terminar conmigo.
Cuando la encontró tuve segundos para tomar una decisión. Sacar el cuchillo era una sentencia de muerte, me desangraría. La otra opción era dejar que ella me matara y prefería la primera.
Grité para darme fuerza al sacar el cuchillo de mi costado. La ataqué y retrocedió. Me lancé sobre ella e inmovilicé sus brazos con las rodillas, a los lados de su cuerpo y puse la punta de la daga en su cuello.
Paula no se movió al darse cuenta de que había perdido. El agua salada nos tocaba de vez en cuando con las suaves olas y sentía la sangre caliente emanando de mi cuerpo y mojando mi ropa.
—Se acabó —jadeé.
Tragó con dificultad y la punta del cuchillo se hundió solo un poco en su piel cuando su garganta subió y bajó.
—¿Crees que ganaste?
—Ganamos —aclaré—. Skyler, Mario y yo.
Una media sonrisa se dibujó en su rostro.
—Nosotras nunca ganamos, ellos siempre lo hacen y nos usan para eso.
—Estás mal de la cabeza.
—¿Quién me va a matar? ¿Quién va a tener mi sangre en sus manos? —preguntó—. ¿Ellos? No. Vas a ser tú por siempre la que estará manchada.
—Con gusto.
—A eso se dedican, a hacerte pensar que haces lo que haces porque quieres. A mí me lo han hecho tres veces. Justo cuando creí que estaba un paso por delante, lo volvieron a hacer.
—Cállate.
—¡Abre los ojos! Date cuenta de que los dos te querían utilizar contra Angelo, que te convirtieron en un arma, que te mandaron al frente con Fabriccio porque a él también lo consideraban una herramienta, un perro fiel.
Se calló cuando enterré la daga en su piel y le corrió un hilo de sangre por el cuello. No se atrevió a moverse, ni tan siquiera a pasar saliva.
—Skyler jamás me haría eso.
—Repasa todo lo que has hecho una vez más, Dakota, hazlo cuando estés sola y valora hasta qué punto ha cambiado tu vida desde que entraste a la de ellos, cuánto te han corrompido.
Respiré varias veces y ella solo sonrió, aceptando su destino. Lo único en lo que pensé fue en Fabriccio, en sus palabras y las fuerzas que me estaban abandonando por la herida. En Fabriccio y el accidente, en que Paula era la culpable de todo.
—Eres la peor villana que he visto en toda mi vida —dije arrastrando cada palabra en lo que enterraba lentamente la daga en su cuello y la escuchaba ahogarse en su propia sangre.
Cuando los sonidos se detuvieron caí de lado y traté de hacer presión en la herida. No tenía fuerza. Aquel era el final del libro porque lo había detenido todo, los malos estaban muertos. Yo era un personaje principal que acababa de vencer al mal, podía morir para que el impacto fuera mayor, que alguna lectora llorara, un cierre perfecto.
Puede que despertara en mi universo y pudiera regresar a mi vida normal. Eso deseé mientras miraba al cielo manchado de hermosas nubes, cuando pasaron unas gaviotas y todo se oscureció.
Mi último deseo en aquel universo era volver al mío y nunca olvidar a Skyler o lo que había vivido con él.
⫷⫸
A @j_r_230621 alias Jimena que dice que siempre carga una regla con ella desde que empezó a leer MCL. 😝
Adjunto pruebas:
⫷⫸
Al fiiiiiiiiiin!!!
Hola, champiñones.
Dejo adelanto del comienzo del próximo capítulo en mis historias de Instagram (kinomera99) para que tengan una idea de hacia donde van los capítulos que quedan. También dejé el calendario de actualizaciones porque falta nada para el final.
¿Están listas?
No pueden quejarse. Paula la desvivida.
¿Teorías de qué pasará ahora? ¿A Dakota se le cumple el deseo?
Las leo y espero que se porten bien durante la semana.
Las quiero.
💋
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