33 ⫸ Personaje principal
Dakota POV
Hundí el pie en el acelerador. El cambio de velocidad fue tan suave como la seda, aunque íbamos a cien kilómetros por hora. Desde que me había subido al auto, el corazón me iba a toda máquina. El esfuerzo que hacía para no pensar en la muerte de Fabriccio y el accidente, me tenía sudando.
—Lindo auto —dijo Alicia que no había hablado desde que me saludó cuando la pasé a buscar por casa de Williams.
—Skyler lo pagó —murmuré.
Sus ojos me inspeccionaron, lo sentí.
—¿Quieres que conduzca?
—No —dije al momento.
Se encogió de hombros.
—¿Me explicarás el porqué del cambio de planes? Dijiste que iríamos a mi casa, a la oficina secreta de mi padre que por alguna razón nadie ha encontrado a pesar de los registros. —Bufó—. Ahí es donde está la información de todos los refugios de mi familia. Angelo los tiene que estar usando.
—Skyler y Mario ya están camino a uno de esos lugares. Ese ya no es nuestro objetivo.
—Dijiste que tenías que evitar...
—Y me di cuenta de que debo dejar de ser un personaje secundario que vive detrás de dos hombres adultos para controlarlos. —Me había costado entenderlo—. Aquí hay gato encerrado. Angelo da información que hundirá a su padre y a ti que no has hecho nada... —La miré de reojo—. Después pone bombas para cobrarle a Skyler por lo que hizo, ¿algo que él mismo había planeado? No tiene sentido.
—A Angelo le gustan esos juegos.
—No se estaba vengando, sino provocando a Skyler y algo me hace pensar que quería que lo encontraran o... —Alguien había filtrado esa información—. Esto no tiene sentido, nada lo tiene. —Negué repetidas veces—. Alguien más está con él y no sé quién... Tengo mis sospechas.
El silencio de Alicia fue para dejarme continuar, pero no quise confesarlo todo.
—¿Al menos me dirás a dónde vamos? —Miró a través de la ventanilla—. El camino se me hace familiar.
—Vamos a una de las casas de veraneo de tu familia. No la usan hace años y sé que hay guardias que podrían ser una complicación a menos que aparezca con Alicia Russo.
—Ya no me puedes utilizar para encontrar a Angelo, así que buscas otro trabajo para mí.
—Necesito tu ayuda —confesé—. Según la investigación de... Fabriccio, ese fue el lugar a donde llevaron a Paula después de que fingieran su muerte.
—¿Paula? ¿Qué tiene que ver...? —Alzó las cejas y dejó salir un sonido de comprensión—. Sospechas de ella.
No dije nada y Alicia exhaló un suspiro.
—Necesitarás pruebas contundentes si quieres que Skyler te crea que ella tiene que ver en esto.
—Quizás me estoy equivocando.
—Pero si no, él no te creerá nada a menos que se lo pongas en la cara. Paula es como una diosa para él.
Se acomodó en el asiento y miró en la otra dirección.
—No me sorprendió que ella estuviera viva cuando Williams me lo contó. Siempre la sentí como un fantasma, tan presente que no la consideré muerta. —Había dolor en su voz—. Estuve por primera vez con Skyler tres años después de su muerte y aun así veía en sus ojos el amor que le guardaba, el que nunca le daría a nadie, mucho menos a mí.
—Te aferraste demasiado a alguien sabiendo que no te daría lo que querías, lo que te mereces.
Al menos lo que merecía la Alicia que yo había leído, que nunca fue una mala persona, todo lo contrario, pero después del cambio de Paula no daba nada por sentado.
—Estaba enamorada de él —confesó—. Sigo enamorada de él, pero ya entendí que no vale de nada aferrarme a Skyler, mucho menos ahora. —Rio—. Soy una fugitiva, tengo suficientes problemas.
—Estás fuera de la cárcel con un permiso... especial —dijo y suprimí una sonrisa—. Estarás de vuelta muy pronto y después del juicio de tu padre, saldrás libre. No podrán seguir reteniéndote.
—No me importaría estar ahí por un año o dos —dijo—. Es cómodo porque tengo privilegios, silencio y me ha dado tiempo a pensar en todo lo que he hecho en mi vida. No está mal estar presa, no en esas condiciones.
—Genial —murmuré—. Así no me sentiré tan culpable cuando ya no necesite tu ayuda y te deje de nuevo en esa celda.
Rio con ganas y se quedó mirándome.
—Ahora entiendo por qué le atraes. Skyler siempre ha tenido buen gusto.
Alcé una ceja.
—¿Lo dices porque tú le gustaste o por mí?
—Por las dos.
No quería que me agradara Alicia, pero me hizo reír.
—¿Sabes que le gustas de verdad? —preguntó.
—No creo que hayas estado el suficiente tiempo cerca como para saberlo.
—Me fue a ver a la prisión... Hablamos de ti.
Contuve la respiración y traté de concentrarme en la carretera.
—Le gustas de una manera diferente a la que le han gustado otras personas y escucharle confesarlo fue doloroso y agradable a la vez. —Suspiró—. Skyler se merece algo bueno después de todo lo que ha tenido que vivir y cuando supe que Paula había aparecido supuse que eso lo haría feliz. Una tontería, saber que mató a su padre en vano jamás le haría bien y ella es la prueba andante de la trampa en la que cayó, pero tú... Por cómo me habló de ti, siento que tú eres su verdadera debilidad y eso demuestra lo tanto que le importas.
—No quiero ser la debilidad de nadie —dije con seguridad—. Quiero tomar el control de este maldito libro y hacer que esta pesadilla termine.
—¿Qué...?
—Estamos llegando —dije para no extender el tema de conversación o verme en la necesidad de mentir porque explicarle que era un personaje ficticio no era una opción—. ¿Por dónde se llega a la casa? No hay más caminos señalizados.
Nos encontrábamos en una zona costera, la ubicación perfecta para un lugar vacacional y tranquilo. Alicia me indicó tomar un camino a oscuras que al principio me puso los pelos de punta, llegar hasta una verja cerrada no ayudó.
—Tendremos que subir andando. La casa está en lo más alto de la colina —explicó—. La vista desde la parte baja del terreno no es tan bonita y papá la mandó a construir porque mamá tenía problemas respiratorios y le dijeron que estar cerca del mar la ayudaría.
No quise hacer preguntas.
—No siempre fue así —dijo con la vista en el camino—. Cuando mi madre estaba viva, papá no era tan obvio con... sus negocios. Sabía que ella odiaba que hiciera lo que hacía, pero lo amaba y supongo que eso le impedía dejarlo, porque él también la amaba. Nunca vi a mi padre comportarse con una mujer como lo hizo con ella. Después de su muerte cambió, se convirtió en otra persona.
No sabía si Alicia estaba al tanto de la predilección de Jack Russo por las menores de edad. No tenía el corazón para sacar el tema, a fin de cuentas, ella tenía razón. Fuera lo que fuera, no dejaría de ser su padre y ella estaba dispuesta a hacer lo que estuviera en sus manos para exponer sus crímenes. No servía de nada hundirla más, ya sufría lo suficiente.
—¿Crees que Skyler haya encontrado a mi hermano?
—No lo sé.
No había intentado llamarlo, saber dónde estaban. Revisé mi bolsillo para mirar mi teléfono y me di cuenta de que no lo tenía. Lo había olvidado en la oficina de Skyler, sobre su escritorio, donde estuve sentada antes de salir a buscar a Alicia.
—Espero que no —murmuró—. Lo matará.
—Tengámosle confianza. Me prometieron no hacerlo.
Pero no estaba segura de que cumplieran su palabra.
—Pensé que habría guardias —dije para cambiar de tema, mirando a los alrededores—. Si no hay nadie, ¿a quién le preguntaremos sobre Paula? Podemos revisar la casa y encontrar evidencia de que la tuvieron ahí o no, pero sin testigos...
—Este lugar siempre la ha cuidado una misma familia: los Robinson. Mi madre les mandó a construir una casa a pocos metros de la principal y ellos se encargaban de mantenerla en perfectas condiciones. Es de las pocas cosas que mantuvo mi padre. Mamá les tenía mucho aprecio y supongo que eso los ayudó a conservar su trabajo cuando dejamos de venir.
—Porque les recordaba a tu madre.
—No nos hacía bien. —Frente a nosotros iba apareciendo una casa enorme de tres pisos—. Mis mejores recuerdos son de este lugar y lo único que siento al verlo es tristeza.
Apoyé la mano en su hombro cuando nos detuvimos en el jardín.
—Mi padre también murió cuando yo era pequeña —le dije—. Los buenos recuerdos siempre se mezclan con el dolor de los años antes de que el cáncer ganara la batalla, porque, en el fondo, pienso que yo podía haberlo evitado, pero no es cierto. No es nuestra culpa que ellos enfermaran o que no hubiese manera de salvarlos.
Sabía que eso era lo que le perseguía y me sentí bien al ver que me daba una media sonrisa, que de algo ayudaban mis palabras.
—Si pasamos más tiempo juntas, nos llevaremos bien. —No estaba tan segura de eso, pero no lo descartaba—. A Nubia D'Angelo le agradas —continuó— y ella es mi única amiga. Confío en su buen ojo y... me agradas.
—Tú también me agradas —confesé—. Al menos eres como te describían en los libros.
—¿Los qué?
Me encogí de hombros y tomé la iniciativa para caminar en dirección a la entrada de la casa. Ya no me importaba mucho decir que aquel era un libro, estaba segura de que nadie me creería.
—Está cerrada —dije al intentar abrir la puerta.
—¿Señorita Alicia? —preguntó alguien a nuestra espalda y fue un reflejo desenfundar la pistola que llevaba en mi cinturón.
El hombre que acababa de hablar dejó caer la linterna y alzó las manos para que no le disparara.
—¿Señor Robinson? —dijo Alicia antes de esbozar una sonrisa.
Se acercó y lo abrazó con fuerza. El hombre le respondió a pesar de que sus ojos, aterrados, no se apartaron de mi arma hasta que no la volví a guardar.
—¿Cómo está? ¿Qué ha hecho todos estos años? —Alicia lo miró de arriba abajo—. ¿Y su familia? Su hija ya debe ser una adolescente.
El señor Robinson no daba crédito a lo que veían sus ojos. Acarició el rostro de Alicia y las lágrimas se le deslizaron por las mejillas.
—Es igual a su madre, señorita Alicia. Cada rasgo, hasta la voz. —La volvió a abrazar, esa vez sin miedo, porque yo me mantenía inmóvil y no representaba un peligro—. La hemos extrañado tanto, a usted y a sus hermanos.
—Yo también —dijo ella con la voz entrecortada por la emoción.
—No nos sobra el tiempo —le recordé.
Se separó del hombre y se limpió las lágrimas.
—Mi amiga tiene razón —dijo—. Vinimos porque necesito su ayuda, que nos responda un par de preguntas.
El miedo volvió a los ojos del hombre. Deslizó la mirada de una a otra.
—Queremos saber si hace unos años el padre de Alicia tuvo secuestrada a una chica y si estuvo en esta casa.
Alicia me miró con mala cara.
—¿Podrías ser menos directa?
Los ojos del señor Robinson se saldrían de sus órbitas muy pronto.
—Pu... Puedo hacerles un té y conversamos.
—Nos encantaría —le dijo Alicia—. Además, quiero saludar a su esposa y...
—Podemos hacerlo en la cocina de la casa grande —interrumpió, señalando a la entrada—. No quiero despertarlas. Mi hija ha estado enferma la última semana y es la primera noche que logra dormir.
Sus labios temblaron al sonreír. Sacó un llavero y se dirigió a la puerta. Al pasar por mi lado se estremeció. Alicia me dio una mala mirada que decía "compórtate". Me dio gracia, pero no se lo hice saber.
—La casa está igual —dijo Alicia cuando entramos.
—Tratamos de mantenerla lo mejor posible.
—¿No ha dejado jamás el lugar? —pregunté.
—No.
—¿Ni en las vacaciones?
—Nunca —dijo el señor Robinson en lo que nos guiaba por un pasillo.
—Es decir que cuando el señor Russo ha venido aquí, usted lo ha visto.
—Sí —murmuró sin mirar atrás.
—Mi padre jamás ha vuelto a esta casa —dijo Alicia—. No es posible.
—¿Cuántas veces ha venido el señor Russo? —pregunté a pesar del codazo que me dio Alicia, supuse que para que no fuera tan cortante con mis preguntas.
Entramos a la lujosa cocina, digna de un premio a la conservación del decorado que veinte años atrás debía haber sido moderno. El señor Robinson puso una tetera para calentar el agua.
—¿Va a responder? —presioné.
Alicia se acercó a mi lado y susurró:
—¿Vamos a hacer de poli bueno y poli malo?
Puse los ojos en blanco porque no estaba para bromas, pero ella no bromeaba.
—No lo asustes —advirtió— y déjame a mí. Contestará lo que yo le pida.
Me tragué un bufido, cruce las manos sobre el pecho y apoyé la espalda a la pared. Alicia tomó asiento en una silla alta junto al desayunador.
Nos mantuvimos en silencio mientras el hombre preparaba el té con una lentitud desesperante. No me senté con ellos cuando sirvió una taza también para mí.
—Entonces... ¿Mi padre ha estado aquí?
—Durante un tiempo.
—¿Cuándo? —preguntó ella.
—Hace años.
—¿Siete años? —pregunté y el hombre apartó la mirada antes de asentir.
—Una noche su padre apareció con varios hombres. No avisaron. Cuando me percaté de que estaban en la propiedad ya tenían las luces encendidas y se movían por la casa. No entendí por qué estaban aquí hasta varios días después, cuando me hicieron firmar un montón de papeles, a mí y a mi esposa, para que no pudiéramos hablar de nada de lo que viéramos en la casa.
»Días después me ordenaron bajar comida al sótano y... —Tragó con dificultad—. Señorita, no debo hablar de esto.
—Había una chica —dije para evitarle el problema de aceptarlo en voz alta—. Ese día el señor Russo trajo a una muchacha de unos diecisiete años y la encerró en el sótano. Supongo que usted y su esposa eran los que la atendían.
Se tomó su tiempo, pero asintió.
—¿Pelo negro y ojos azules? —pregunté y me habría gustado tener una foto para confirmar que la reconocía.
—Paula —dijo el hombre y Alicia se tensó en el lugar—. Su nombre era Paula y era una niña la primera vez que hablé con ella.
—¿Hablaron?
—Mi esposa y yo le teníamos mucho cariño, era dulce y estaba asustada. Al principio no comía y convencimos al señor Russo para que le permitiera dar una caminata de vez en cuando, siempre con los guardias. No sabíamos quién era, de dónde había salido o por qué la tenían aquí, pero tratamos de hacerle el encierro más ameno...
»Poco a poco la seguridad se fue relajando. La dejaban cenar con nosotros en la cocina y el señor Russo nos invitaba con ellos a la mesa cuando venía a casa una vez por semana.
—¿Tan seguido? —preguntó Alicia.
Yo solo estaba tomando nota de las mentiras que había dicho Paula.
—La venía a ver a ella y pasaban horas conversando cuando nosotros nos íbamos. A veces con los guardias a su alrededor... otras veces a solas.
Una punzada me atravesó el estómago.
—La chica llegó siendo una animal asustado, pero fue tomando confianza cuando se dio cuenta de que nosotros no le queríamos hacer daño. —El hombre hizo girar la taza entre sus manos—. Poco a poco dejó de estar tanto tiempo en el sótano. Dormía en la sala o en el dormitorio de la planta baja y... Un año después era la señora de la casa, quien coordinaba todo. Había menos guardias, el señor Russo venía más seguido y ella... Dormían juntos, en la habitación principal.
A Alicia se le cayó la taza de las manos y cuando quiso recoger el desastre se cortó con los restos de porcelana rota. El señor Robinson desapareció en busca de un botiquín de primeros auxilios y yo tomé papel de cocina para hacer presión sobre la herida y detener el sangrado.
—No puede ser —murmuró cuando estuve a su lado—. Ella no tenía relación alguna con mi familia.
—No hasta que me vi obligada a tenerla —dijo una voz desde nuestra espalda y no tuve tiempo a sacar mi arma para intentar defenderme.
Paula nos apuntaba con una escopeta corta y detrás de ella había tres hombres armados. Me puse delante de Alicia para protegerla cuando apareció otro hombre arrastrando al señor Robinson y lo tiró al suelo, a nuestros pies.
—Lo siento mucho, señorita Alicia —dijo entre lágrimas—. Tiene a mi esposa y a mi hija, me está amenazando. Dijo que si no las retenía tiempo suficiente las mataría y...
Un disparo le atravesó la cabeza. La sangré y lo que llevaba dentro se disparó en todas direcciones. No quise pensar en sus sesos manchando mi ropa, mi cara, el impoluto piso de la cocina. Alicia profirió un grito de terror y casi se cae.
Paula volvió a apuntarnos después de haber matado al hombre y nos dio una sonrisa.
—Parece que ustedes dos se han hecho amigas. Me parece genial que las putas de Skyler se unan en mi contra, así mataré dos pájaros de un tiro.
Tuve que sostener a Alicia. Me tembló el cuerpo al comprobar que Paula estaba detrás de todo. En el fondo, quería estarme equivocando y que ella solo fuera la ex dolida que había regresado traumatizada del encierro por años.
—¿Te han puesto al corriente de todos los detalles sucios o quieres que te cuente más? —preguntó Paula.
Un mechón de su cabello negro se deslizó por el lado de su cara. A mi espalda, Alicia estaba sollozando.
—Sabía que no habías estado tan encerrada y alejada del sol como decías, pero jamás supuse que te habías convertido en la amante de Jack Russo.
Sus labios se torcieron y le dio una orden silenciosa a los hombres para que se llevaran el cuerpo del señor Robinson. Traté de no mirar la estela de sangre que barría su ropa al deslizarse sobre el suelo, manchando el granito blanco e inmaculado.
—Trata de despertar con las cuerdas vocales destrozadas y el recuerdo de cómo te ahorcaban frente a la persona que amas mientras él no podía hacer nada para ayudarte —murmuró—. Encerrada en paredes de piedra desnuda, sin poder hablar, gritar o suplicar, sin escuchar, en la oscuridad de una celda.
Hizo otro gesto con la cabeza y un hombre apresó a Alicia. Traté de impedirlo, lo golpeé con el codo en la cara, pero otros dos de sus matones me inmovilizaron. Nos obligaron a caminar por el pasillo, escuchaba los tacones de Paula a mi espalda.
—Guardaba la esperanza de que Skyler viniera a salvarme... Hasta que entendí. Él no iba a correr a salvar a alguien que creía muerta, estaba sola en el mundo y sin posibilidad alguna de volver a él —continuó—. Me quería matar, lo intenté y lo impidieron. Me salvaron tres veces y fue en esos momentos donde tuve la oportunidad de subir a los pisos de arriba, de ver el sol y encontrar una vía de escape cuando vi la manera en que me miraba Jack Russo.
Debajo de la escalera había una puerta que daba a otra escalera que descendía hacia el sótano. Nos hicieron bajar y no opuse resistencia para no malgastar energía.
—Yo era una niña —dijo Paula cuando llegamos a un pasaje subterráneo más que al sótano de una casa—. Tenía diecisiete, a punto de cumplir los dieciocho, y al viejo asqueroso le gustaba eso.
Se adelantó y ordenó que la siguieran por el pasillo de piedra que serpenteaba y se extendía en dirección a lo que debía ser el mar, si mi sentido de orientación no fallaba.
—Al principio dudé, pero encontré fuerza en mis ganas de salir de allí y volver a Skyler para que huyéramos como teníamos planeado. —Soltó una carcajada—. Me prostituí con un viejo desagradable —prosiguió, señalando las celdas a nuestra derecha, donde debían haberla tenido encerrada—. Aguanté su boca asquerosa y las noches en su cama, sus macabras prácticas y todo lo que quiso hacerme...
Miró por encima del hombro.
—¿Sabías que a tu padre le gustaba vestirme de niña pequeña cuando me follaba? —Miraba a Alicia que lo único que pudo hacer fue detenerse y vomitar. Paula hizo una mueca de asco—. Eso mismo hice yo la primera vez que me la metió en la boca. Te entiendo.
Siguió el camino que terminaba en una sala oval con el techo más alto y ordenó que nos ataran de manos y pies. Quedamos en el piso y volvió a apuntarnos con el arma.
—Cuando me enteré de que Skyler había matado a su padre porque pensó que él era el culpable, entendí el plan del viejo pervertido. —Negó con la cabeza—. Él movió cielo y tierra por mí, lo habían engañado y cuando descubriera la verdad, su mundo se vendría abajo, aunque si me lo preguntas, su padre también merecía morir...
»Tenía que volver a él, escapar de mi prisión. Ya no me tenían escondida, sino durmiendo en el piso de arriba, a disposición de mi secuestrador para cuando tuviera ganas de usarme. Decidí que iba a dejar de ser un juguete, que, si deseaba salir de aquí, tenía que volverme su aliada, hacer que confiara en mí.
Miró a Alicia que se había recostado a mi hombro para no caer acostada por completo en el suelo.
—No te imaginas como odio a tu padre. Cuando creí que podría ser algo más que una prisionera ya tenía veinte años. A él no le gusta que sus "niñas" pasen de la mayoría de edad. Me soportó por más tiempo de lo que acostumbraba y me desechó de vuelta a este asqueroso lugar. Su error fue haberme dejado ser libre por esos años, porque aproveché cada segundo e hice aliados, moví los hilos para que Angelo Russo se enterara de dónde estaba y los planes a largo plazo del viejo Russo conmigo.
—¿Has estado aliada con Angelo todo este tiempo?
Alzó una ceja.
—Eso pensé y me consideré lo suficientemente inteligente para jugar con él cuando Angelo también quiso usarme. Convenció a su padre de que este lugar no era seguro, me "encerró" en otro para darme libertad y mostrarme a Skyler porque yo le había prometido hasta mi vida si me dejaba volver a él. Sin embargo, lo que encontré no era lo que esperaba... —Tragó con dificultad—. Mi Skyler había desaparecido y quedaba el jefe de la familia Moretti que se ahogaba en una cama distinta cada noche y que terminó follándose a esta. —Miró a Alicia—. Todos me traicionaron —dijo más para sí misma—. Todos querían algo de mí y me manipularon como quisieron. La única persona en la que confiaba decidió vengar mi muerte y seguir con su vida como si nada.
—¿Esperabas que se matara después? ¿Te gusta Romeo y Julieta o la tragedia en general?
Bajó el brazo con fuerza y me abofeteó. El dolor se apoderó de mi rostro, expandiéndose desde la mejilla. Me caí de lado y Alicia conmigo. Con las manos atadas a la espalda y las piernas inmovilizada, tuve que hacer un esfuerzo para volver a sentarme.
—El día que tantos hombres te utilicen y manipulen como lo han hecho conmigo, quizás le tomarás el mismo amor a la... tragedia.
Tomó a Alicia del pelo y la pegó a la pared opuesta para que descansara la espalda. Otros dos hicieron lo mismo conmigo.
—Skyler, Mario, Angelo, Jack Russo. Uno a uno, todos pagarán. Me encargué de que Angelo creyera que tenía control sobre mí, de que delatara a su padre y me pusiera en el lugar correcto para que Skyler me encontrara. Prometí acabar con él, pero quien dio la información correcta sobre su paradero, fui yo. A esta hora, ya dos de mis objetivos están tachados porque a Jack Russo le llegará algo de veneno a la celda donde está encerrado.
—¿Todo esto porque Skyler no le guardó luto eterno a alguien que creía muerto? ¡Estás demente! —Escupí a sus pies y sus zapatos se mancharon con mi sangre—. Lo tuyo no se arregla ni con terapia.
—Adiós a los Russo, a los Moretti y a sus lacayos —continuó sin inmutarse—. Yo me voy a quedar con Palermo, con Sicilia y con todo lo que ha sido suyo por tantos años.
—¿Crees que Skyler no se dará cuenta? ¿Crees que Angelo no está traicionándote ahora mismo?
Me sonrió de medio lado.
—No estás siguiendo mis palabras, bonita. Me han usado tantas veces que sé pensar diez pasos por delante. Angelo tiene un veneno que ordené administrarle esta misma noche y va a morir muy pronto. —Miró su teléfono—. Si Skyler no lo ha matado ya, debe estar convulsionando ahora mismo.
Me revolví y las bridas lastimaron mis muñecas.
—Pues espero hayas tenido en cuenta que Mario y Skyler van a descubrir dónde estoy y se te acabará la farsa de pobre mujer secuestrada.
—Eso es precisamente lo que espero que pase.
Y nos dio la espalda sin mirar atrás. Lo había planeado todo. Haría que ellos vinieran a buscarnos porque la trampa estaba en esa casa. Alicia y yo no éramos más que la carnada.
⫷⫸
Hola, Champiñones.
Las quiero.
No digo mucho, solo que pedir un capítulo más no las va a dejar en paz porque todos los que vienes las dejará esperando por el siguiente.
Nos leemos el próximo viernes y feliz domingo, para mí es el peor día de la semana, espero que un capítulo sorpresa lo hiciera más entretenido.
💋
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