22 ⫸Tenemos una semana
Apoyó la espalda contra la puerta.
El baño era grande y yo estaba cerca del lavabo en medio del mesón de mármol que lo rodeaba. Me crucé de brazos y giré para verlo de frente, no por el espejo.
—¿Se puede saber qué haces aquí? —No respondió. Sus ojos grises se mantenían impasibles. Intenté no reír—. ¿Celoso, Potter?
—¿Qué?
—Estás celoso. —No necesitaba preguntar—. Lo que no entiendo es el porqué.
Su mandíbula se tensó.
—Te veías feliz con tu amigo... Dax.
—Tú te veías entretenido con la chica que acabas de conocer.
—¿Te molestó? —Un brillo de satisfacción cruzó su mirada.
—Para nada.
No mentí y le chocó que me fuera indiferente la situación.
—Entonces deberías apurarte, tu amor de la infancia te está esperando.
Hablé antes de que pudiera quitar el seguro de la puerta:
—¿Por qué estás celoso?
De quedó pensando, con la vista fija en la puerta. Guardó las manos en los bolsillos y se acercó, despacio.
—¿De verdad quieres saberlo?
—Me da curiosidad —confesé—. Te conozco bien. No te he leído como una persona celosa.
—Es cierto —aceptó, dejándome atrapada entre su cuerpo y el mesón.
—Entonces...
Respiró profundamente y sus ojos recorrieron mi cuerpo.
—Tú me vuelves loco. —Su voz fue suave y abrasadora—. Me enloquece saber que te atrae alguien más.
—Eso no tiene sentido.
—Lo tiene si fue tan importante para ti. —Nuestros rostros estaban a un palmo de distancia, sentía su respiración—. Me enoja saber que ves en él todo lo que yo no soy. Me enoja no ser lo que quieres.
La confesión me golpeaba menos que su cercanía. El calor subía desde mis piernas, viajó por mi abdomen y calentó mi rostro. Tenía que estar roja, mis orejas hervían.
—¿Quién dijo que no eres lo que quiero?
—Lo deseas más a él.
Definitivamente le molestaba.
—Si quisiera coger con Dax se lo habría dicho a la mínima oportunidad. —Acerqué mis labios a los suyos—. Justo como hice contigo hace dos días, pero me rechazaste.
Se inclinó como si fuera a susurrar algo en mi oído, pero su nariz rozó mi hombro, luego sus labios, ascendiendo a la base de mi cuello. Con la yema de los dedos exploró una de mis piernas, una caricia exquisita, hasta dar con mi corto vestido.
—Estaba enojado —murmuró, su aliento sobre mi cuello.
—¿Por?
Jadeé cuando jugueteó con el bajo de mi ropa, subiéndola, solo un poco.
—Quiero que seas mía por las horas o días que me quedan de este lado. —Inspeccionó mi rostro con una mirada que me hizo temblar—. Quiero ser tuyo y que nadie más me toque mientras estemos juntos.
No podía ocultar lo excitada que estaba.
>>Quiero que solo jadees y gimas por mí... si tú estás de acuerdo.
Intenté verme calmada antes de hablar:
—¿Me estás pidiendo exclusividad?
—Mientras estemos juntos no tengas sexo con nadie más.
—Tampoco nos queda mucho juntos —murmuré, aferrándome a la chaqueta de cuero hasta pegar su cuerpo al mío—. No tenía pensado salir en busca de sexo.
Un sonido gutural se escapó desde su pecho y noté la dureza en su pantalón.
—No me gusta sentir celos —murmuró.
—¿No te gusta ser distante y antipático? —me burlé.
Deslizó su nariz por el arco de mi mandíbula y mordió mi cuello.
—No tengo que preocuparme por nadie si queremos lo mismo. —Se acercó a mi oreja, provocando que mi piel se erizara y un escalofrío recorriera mi espalda—. Quiero ser todo tuyo, Dakota. —Un exquisito cosquilleo se concentró en mi sexo—. Puedes hacer conmigo lo que quieras.
Decir que me encantaba el trato era tonto cuando podía responder tomando su muñeca, haciendo que su mano recorriera el interior de mi muslo hasta dar con mi sexo.
—Tócame —pedí.
Sonrió y lamió mis labios. Dos dedos se adentraron en mí y moví las caderas contra su palma.
—Sabía que estabas lista para que te cogiera ahora mismo y me encantaría hacerlo —masculló como si su autocontrol estuviera puesto en sacar sus dedos y recorrer la zona precisa de mi intimidad, la que me hacía temblar al frotar de aquella manera—. Quiero follarte, pero antes tenemos que probar algo.
Subió mi vestido hasta la cintura y me sentó sobre el mesón. Abrió mis piernas y se entretuvo besando y mordiendo el interior de mis muslos. Su lengua lamiendo mi piel y acercándose a mi entrepierna fue una visión divina.
—Más te vale hacerlo bien o perderás tu buena reputación —advertí.
Una sonrisa de satisfacción apareció en su rostro antes de ponerme al borde del mesón y agacharse. Me sostuve sobre los codos para verlo. Estaba incómoda con la cabeza descansando contra el espejo y la dureza del mármol castigando mis brazos.
Habría protestado si su lengua no hubiese caído en el lugar preciso cuando intenté conjurar una palabra. El frío de su respiración sobre tan sensible zona provocó que mis músculos se contrajeran.
—Sabes mejor de lo que imaginé —murmuró, alzando la vista—. Supongo que pusiste soda encima para que tuviera más ganas de comértelo.
—Imbé...
Las palabras se ahogaron en mi garganta. Volvió a lamer mi sexo, despacio. Mi abdomen se tensó cuando su lengua pasó por ese punto, un golpe directo a mi cerebro. Era lento y tortuoso, una sensación agradable que elevaba mi respiración.
No fue más que eso hasta que usó una mano para separar mis labios y su lengua aumentó la presión, dura, contra aquella diminuta parte expuesta de mi anatomía. Me tapé la boca con tal de no gritar cuando a la vez me penetró con los dedos.
No se detuvo y ya no sabía cómo sostenerme. Casi resbalé, pero me sostuvo, alejándose de mi sexo y ayudando a que me sentara al borde del mesón. Uno frente al otro, él entre mis piernas. Me tomó del cuello y unió nuestros labios, devorándome con el sabor salado de mis fluidos.
Me deshice de las botas con los pies. Abracé sus caderas y lo pegué a mí para desabotonar su pantalón y tener su pene en mi mano.
Gruñó.
Bajó mi vestido para exponer mis pechos y dedicarse a besarlos y chuparlos. Era una competencia para ver quién cedía, si él mientras lo masturbaba o yo con los mordiscos a mis pezones.
Estaba tan duro que se me hacía la boca agua. No sabía en qué lugar de mi cuerpo lo quería tener antes, daba igual el que escogiera, lo necesitaba dentro de mí.
Fue Skyler quien desistió, me bajó e hizo girar. Su erección se deslizó entre mis glúteos cuando me moví contra él. Ambos mirando la expresión del otro a través del espejo, agitados y hambrientos.
Recorrió mi abdomen, la única parte de mi cuerpo cubierto por el diminuto vestido. Me había dejado desnuda de cintura para abajo y de los pechos hacia arriba.
Su mirada quemaba cuando pellizcó uno de mis pezones y vernos mientras lo hacía fue más excitante. El espejo era enorme.
Mordió mi cuello, haciendo que me retorciera de placer. Beso y chupó hasta que el movimiento de mi trasero contra su entrepierna ganó la batalla.
Me obligó a inclinarme. Mi pecho dio contra el duro mármol, quedando inclinada con mi trasero a su merced. No podía verlo por espejo e hizo fuerza con una mano sobre mi espalda.
—No te muevas —ordenó cuando necesitó ambas manos para ponerse el condón.
Me estremecí al saber lo que venía.
Subió más mi vestido hasta volverlo una fina franja sobre mi cuerpo. Agarró mi cintura con fuerza y deslizó las manos a mis caderas, luego a mi trasero.
El apretón envió señales por todo mi cuerpo. Mi piel estaba sensible y a la expectativa. Sentirme dominada y a su disposición era excitante.
Se inclinó. Su peso me aplastó y mordió mi oreja antes de murmurar:
—Separa las piernas para mí, linda.
No pude hacerlo porque las palabras dispararon el recuerdo. La escena de su libro, la que me persiguiera por años y se convirtiera en fantasía recurrente.
Si hubiese podido frotar mis muslos, habría tenido un orgasmo con escucharlo.
Tuvo que separar mis pies, exponiendo mi sexo y haciendo que arqueara la espalda. Acarició mis piernas y palmeó mi trasero a la vez que me penetró.
Gemí contra mi palma para ahogar el sonido. Se movió lentamente hasta que pedí más. No dudó en profundizar y esa vez grité, no de dolor, de placer, moviendo mis caderas, acoplándome a su ritmo que iba en aumento.
Mi respiración errática hacía que me diera más fuerte, que sus gruñidos se mezclaran con palabras, confesando cuánto le gustaba tenerme así o lo bien que se sentía estar dentro de mí.
Alguien tocó la puerta y me tensé, pero Skyler no se detuvo. Utilizó mi vestido para que me incorporara y mi espalda chocó contra su pecho.
Mi cabello era un desastre, estaba roja y agitada, el labial corrido. No podía parar de gemir en lo que entraba y salía de mí, mientras los toques en la puerta no se detenían.
Skyler tapó mi boca y con su otra mano clavó los dedos en mi cadera, me obligó a arquear la espalda. Mi trasero golpeaba contra su pelvis tan rápido que habría sido mejor mis gemidos para apagar el sonido de lo que obviamente estábamos haciendo.
Desde el pasillo se escuchaban las quejas.
—Córrete para que podamos ir a otro lado a follar —gruñó.
Era incapaz de pensar y quería extender lo que estábamos haciendo, pero terminé deslizando la mano hasta mi sexo. Me masturbé, lo hice con desenfreno, logrando que me siguiera el ritmo.
La sensación invadió mi cuerpo y ninguno de los dos paró. Los calambres, el alivio, el temblor de mis piernas y el palpitar de su miembro en mi interior me dijo que habíamos estallado de la misma manera, casi a la vez.
Volvió a pegarme a su cuerpo y mordió mi hombro.
Los golpes sobre la puerta no paraban y traté de volver a la realidad. Noté una caja de condones en el suelo.
—Robaste mis condones —jadeé, con voz baja y ronca.
Se acercó a mi oreja y escuché su respiración agitada.
—Ahora son nuestros condones.
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A la mañana siguiente me despertó el sonido de la alarma en el teléfono de Skyler, que dormía desnudo a mi lado.
No podía abrir los ojos o moverme para apagarla y seguir durmiendo, sin importar que ya fuera de día. No tenía fuerza.
Comprobé que era posible pasar casi toda la noche sin dormir y nuestros condones podían acabarse con facilidad. Me dolía todo el cuerpo y por la manera en que Skyler no escuchaba el desagradable sonido supe que estaba igual de agotado.
Maldije por lo bajo y lo habría dejado sonar hasta quedarme dormida de no ser por el clic en mi cerebro.
Lunes. La actualización debía estar disponible.
Me lancé a la mesa donde descansaba mi teléfono. Lo encendí, llamando a Skyler repetidas veces en lo que la pantalla se iluminaba.
Dio señales de vida y se quejó en lo que apagaba su alarma.
—Duérmete y déjame en paz.
Intentó acomodarse y le pegué en el hombro.
—El capítulo, retardado. Hoy hay capítulo.
Le sucedió lo mismo. Se puso en atención, sentándose al borde opuesto de la cama para mirar su teléfono.
Nada... No había nada en Wattpad.
—Lleva una semana sin usar redes sociales, ni sus amigas las están atendiendo —dijo, mirando sobre su hombro.
—Su tablero está lleno de mensajes para que actualice.
Miré su espalda desnuda en contraste con el cabello negro, desordenado, y el rostro marcado por la falta de sueño.
—¿Crees que pasó algo? —pregunté.
—Sigo aquí... Supongo que esa es una buena señal.
No sonó convencido.
—Hay que moverse.
No dije nada más y me metí al baño.
Si había o no actualización, si aquello era un golpe de suerte o nos traería más problemas, lo mejor era llegar a Inadaba y encontrar a Shinavi lo antes posible.
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Dejar Soleil y a Gerard fue difícil. Tenía que devolver el auto cuando regresara de Indaba, pero abrazarlo creó un agujero en mi pecho. Fue como despedir a mi padre, como si no lo fuera a ver nunca más.
La sensación no desapareció en lo que nos alejábamos en busca de la carretera principal, pero no podía dejar que mis emociones dominaran, tenía otros problemas.
En lo que Skyler conducía a la máxima velocidad establecida, yo no despegaba los ojos del teléfono. Actualicé redes hasta que me dolió el dedo de tanto deslizarlo sobre la pantalla, esperando una señal de Shinavi o nuevo capítulo.
El grupo de lectoras era un hervidero.
Unas pedían paciencia y que le dieran paz al muro de Shinavi en Wattpad. Otras ignoraban las sugerencias y seguían dejando mensajes. El último grupo iba de frente a insultar a las desesperadas. El fandom parecía Chernobyl y no había quien lo detuviera.
Twitter era un desastre. Los insultos e indirectas entre los grupos de lectoras no paraban de salir en mi timeline.
Por más de dos años Shinavi nunca faltó a una actualización el lunes. Era increíble que tantas tomaran aquella actitud demandante y desconsiderada. Pocas se sentían como yo y lo decían.
No me preocupaba la actualización, sino Skyler, sentado a mi lado, y Shinavi o lo que le pudiera estar pasando. No era una coincidencia que su personaje principal saliera del libro y que ella desapareciera, también sus dos amigas, las que ayudaban a llevar sus redes sociales.
Estaba comiéndome las uñas cuando saltó una notificación en Twitter, algo corto:
"Esta semana no habrá capítulo. Esperen actualización doble la siguiente con el final de la saga".
Casi me atraganto.
¿El final? ¿Cómo que el final?
Miré a Skyler que contrajo las cejas cuando leí el tweet en voz alta. Tomó una respiración profunda con la vista en la carretera y relajó los hombros.
—Tenemos una semana —concluyó.
—¿Eso es todo? ¿No te preocupa? —La voz me temblaba y mil teorías pasaban por mi cabeza—. ¿Tienes idea de lo que podría pasar si el final llega?
—No lo sé.
No era la primera vez que teníamos aquella conversación.
—¿Y si todos mueren? ¿Qué pasaría si tú desapareces? —Empezaba a perder el control de mi respiración—. ¿Qué pasaría si te quedas por siempre en mi universo?
Me dedicó una mirada de reojo.
—Tenemos una semana —repitió.
—Pero...
—Estamos haciendo todo lo que podemos.
Tenía razón, pero no podía evitar atormentarme con las posibilidades. Imaginé que se desvanecía en el aire o que su final en la saga fuera la muerte. Me importaba, en el mundo real o en el libro, Skyler y su vida eran parte de la mía desde los trece años.
Masajeé mis sienes intentando pensar.
—Deberíamos jugar a algo —comentó tras minutos de silencio.
—¿Qué?
—Tienes cara de funeral y no te queda bien. —Lo miré con ganas de pegarle y sonrió—. La de malhumorada te sienta mucho mejor.
—No entiendo cómo puedes estar tan tranquilo —confesé.
—No lo estoy, pero te prefiero gritando que preocupándote por algo que no puedes controlar.
—¿Así es como logras que todo te importe una mierda?
Tamborileó sobre el timón al ritmo de una música que solo él escuchaba.
—La clave es aprender a identificar qué puedes cambiar y qué no... —Torció los labios—. Vivirás en paz cuando dejes de preocuparte por lo que no está en tus manos solucionar. Todo a su tiempo.
—Sigue pareciendo que no te importa nada.
Sonrió en lo que buscaba su teléfono y ponía música.
—No puedo hacer nada más dentro de este auto, únicamente conducir en la dirección que señales y responder a lo que pasé en el camino.
No podía contradecirlo, aunque mi frustración creciera por segundo.
>>Por eso digo que deberíamos jugar a algo —agregó con otra sonrisa—. ¿Te gustan los juegos de carretera?
Él lo estaba pasando peor que yo. Tocaba ayudar, no ser un problema más.
—Depende del juego que tengas pensado.
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—Esto es tu culpa —espeté.
—Tú me retaste a tomar otro camino.
—¡Pensé que no lo harías!
—Estamos jugando a cumplir retos —se burló—, ¿qué esperabas?
—¡Era broma! —grité—. ¿Cómo podría ser en serio que tomarás el camino más largo cuando intentamos llegar antes al motel que reservé?
—Supuse que querías pasar más tiempo conmigo.
Le di un manotazo en la frente.
—¡Íbamos a estar juntos en el motel!
—Ojos en la carretera —advirtió.
Al principio, jugar a retarnos fue divertido. Empezamos suave hasta que se fue complicando. Así terminamos en el camino equivocado, bajo una lluvia torrencial y conmigo al volante.
—Tenías que retarme a conducir —mascullé.
—Tú aceptaste.
—Porque si me negaba perdía.
—Nadie se murió por perder un juego.
—Lo dice el que la sacó por la ventanilla y orinó con el auto en marcha con tal de no perder.
—La idea fue tuya y yo obedecí.
Me concentré en la carretera y lo poco que veía a través de la cortina de agua. Un cartel lumínico en rojo y amarillo apareció cuando tomé una curva.
—Hay un lugar donde podemos parar en unos metros —dijo Skyler, leyendo lo que decía, algo imposible para mí—. Parece ser un club de striptease.
—Genial —murmuré.
—Creo que ya sé cuál será mi próximo reto —pronunció con voz maliciosa.
—Prefiero mil veces bailar desnuda en un tubo que seguir conduciendo de noche.
—Interesante.
Le mostré el dedo corazón y lo pegué a su cara hasta que rio.
—Además, es mi turno para poner un reto —puntualicé.
—Puedo poner dos y después tienes dos seguidos.
—No.
—Solo sería un baile de nada —aseguró cuando otro cartel lumínico indicaba la entrada al que evidentemente era un club nocturno—. Puedes bailar en público y cumplir el reto o perder el juego.
Aferré el volante para no darle el gusto de verme más irritada.
Un portón doble y amplio se abrió cuando me detuve frente a él. Había una caseta donde era obligatorio detenerse. Un guardia nos atendió desde la ventanilla.
—¿Tienen habitaciones para pasar la noche? —preguntó Skyler, alzando la voz para que se escuchara por encima de la lluvia.
—Hay un motel en las instalaciones —contestó el hombre—. Está pasando el edifico principal, encontrarán primero el parqueo.
Estaba a punto de sacar el pie del freno cuando Skyler volvió a hablar:
—¿Tienen espectáculo hoy?
—Cada noche.
Me dedicó una sonrisa malintencionada antes de agregar:
—Si una chica se brinda a bailar, ¿la aceptarían?
—¿Una chica?
—Baila bien —declaró sin idea de cómo lo hacía.
Quise pisar a fondo el acelerador para que se golpeara la cabeza con la puerta del auto.
El guardia se veía confundido.
—Puede preguntarle al encargado del club, pero dudo que deje subir a una chica al escenario. Aquí bailan hombres.
Skyler volvió a su asiento y subió la ventanilla. Fue mi turno de sonreír. Las palabras supieron a gloria:
—Parece que alguien terminará bailando sin ropa o perderá el juego.
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Hola, champiñones.
Primero, felicitar públicamente a Andrea porque esta semana fue su cumpleaños. Besito, te adoro.
Segundo...
¿Gustó el capítulo?
A estos les queda una semana juntos. ¿Qué creen que pasará? Quiero teorías, ya me dieron unas muy locas... 🤣
No sé si la próxima semana podré traer capítulo, pero lo intentaré.
Pasen lindo fin de semana.
Me voy a subir reels y tiktoks con spoilers de este capítulo y a hornear brownie porque necesito desconectar.
Tomen awita, pórtense bien y nos vemos en Instagram, Twitter y por el grupo de Telegram porque una semana entera sin saber de ustedes es demasiado. 😋
Leo sus comentarios comiendo brownie cuando termine de hacerlo.
Besito.
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