19 ⫸Soleil
—No entiendo cómo puedes dormir en cualquier posición.
Bostecé y me estiré hasta sentir un delicioso cosquilleo por todo mi cuerpo.
—Mejor dormir algo que tener tus ojeras.
—No puedo dormir en una estación de autobuses si tú lo haces.
—¿Para protegerme? —me burlé.
—¿Te parece tonto después de lo que ha pasado? —Alzó una ceja—. Salvé tu vida y huimos porque tu ex me persigue.
—Gracias. —Aparté la mirada, ignorando que volvía a hablar en singular—. Podemos tomar turnos la próxima, aunque ya no tienen cómo rastrearnos.
Revisé en mi mochila hasta dar con una botella de agua. Moría por un baño, una cama decente y ropa limpia.
—El lugar al que vamos —dijo—, ¿por qué ahí?
—Fue lo primero que se me ocurrió. No íbamos a vender tus anillos a un estafador.
—Vendimos uno.
Seguía resentido.
—Con ese dinero iremos a donde nos pagarán algo decente y seguiremos el camino.
—Dijiste que era una ciudad más pequeña y no entiendo por qué no tomamos un autobús desde el inicio.
Lo miré, sin fuerzas para odiarlo después de las últimas horas.
No pude decirle que mi plan jamás fue acompañarlo y que, una vez metida en el problema, él había robado el auto. De una gran ciudad como Prakt o Elksan habrían pedido documentos para un boleto de autobús hasta el otro extremo del continente.
En viajes entre pequeñas ciudades era donde único podíamos permitirnos transporte público. Sin embargo, no valía explicarlo. Él seguiría con las manos entrelazadas detrás de la nuca, las piernas extendidas y su expresión impasible, yo terminaría irritada por su actitud.
Si no tenía cuidado, gastaría años de vida por tantas veces que Skyler lograba hacerme perder los nervios.
—La gente es más decente en Soleil —concluí, tragando el discurso acompañado de un par de insultos—. No llegaremos a media noche y desesperados, además, el clima es mucho mejor.
Afuera llovía como si estuviera a punto de caer el mundo, algo típico de Regen.
—¿Conoces a alguien ahí?
Traté que no se notara mi incomodidad. Tendría que decirlo porque íbamos juntos.
—Un amigo de mi padre —murmuré—. Era como su hermano.
Me sentí inspeccionada cuando no cambió la mirada.
>>Tiene una hija y siempre dijimos que éramos primas. Cada año, en los viajes con papá, pasábamos una semana con ellos. —Jugueteé con la tapa de la botella de agua—. Cuando enfermó, igual iba para alejarme de casa y los problemas, mi madre me mandaba.
>>La última vez que estuve en Soleil tenía quince años.
—¿Por qué dejaste de ir?
—Conocí a Benny.
—Dijiste que se conocieron cuando tenías dieciséis.
—¿Eres policía?
Me miró de arriba a abajo sin cambiar su cómoda pose con los brazos por detrás de la cabeza.
—¿Estás nerviosa?
Bufé. Odiaba que todo se me notara por encima de la ropa y que él fuera tan receptivo.
—Hice algo mal ese verano y me dio pena volver. —Esperaba escuchar el resto de la historia—. El primo de mi prima, que no es realmente mi prima —especifiqué—, me gustaba.
—No suena como pecado.
—Me gustaba mucho. —Bajé la vista porque el recuerdo me revolvía las entrañas. Era imposible no sentirme la más ridícula del continente—. Fue la primera persona real que llamó mi atención. —Controlé una sonrisa de tonta—. Creo que es la única vez que he puesto los ojos en alguien que valiera la pena.
Él era bueno y dulce. Un chico amable desde que lo conocieran a los ocho años.
Skyler se aclaró la garganta y me di cuenta de que había quedado ensimismada y con el mal sabor de la vergüenza.
—Fuimos a una fiesta —continué—, bebimos a escondidas y terminamos borrachos. —No volví a mirarlo para seguir hablando—. Me declaré frente a todos... estoy segura de que me puse de rodillas antes de hacerlo.
Me cubrí la cara con las manos.
>>Todos se burlaron, pero estábamos tan borrachos que terminamos enrollándonos.
—No suena mal.
No hubo diversión en su voz, al menos no se reía de mi desgracia.
—Solo nos besamos y seguro pensaron que hicimos algo más porque nos alejamos del grupo, pero no. —Las imágenes parpadeaban en mi memoria—. Estábamos en pleno manoseo adolescente cuando me dijo que no podía.
—¿No le gustaban las chicas?
Lo miré de reojo, no parecía interesado y supe que contestaba por pura cortesía.
—Le gustaba una chica, su mejor amiga. —Quise cortar el tema lo antes posible—. Me pidió que no le contara a nadie y fue el primero de mis múltiples fracasos amorosos.
>>Supongo que, entre el rechazo de la única persona decente que me atrajo y la obsesión con libros donde romantizaban a todo chico malo con pasado oscuro, por eso terminé con un cretino.
—¿Por eso no volviste? —preguntó, sin encontrarle sentido—. ¿Un rechazo causó eso?
Me encogí de hombros.
—Me ahogué en un vaso de agua, volví a mi casa y no salí de mi habitación hasta que empezaron las clases.
Esperé a que soltara algún comentario ingenioso que hiriera mi ego e inflara el suyo, aunque fuera una broma. No lo hizo.
Señaló a mi espalda, como si la conversación no hubiese existido, indicando que acababa de llegar el autobús y era momento de partir.
⫷⫸
Tres horas tomó el viaje hasta Soleil. La distancia era larga, pero el camino tan llano que se sintió como un suspiro.
No recordaba nada al llegar. El colorido y el crecimiento de los negocios en la calle principal me dejó consternada. En cuatro años Soleil había cambiado demasiado.
La temperatura era agradable, un poco de calor, aunque la brisa que corría aliviaba y daba ganas de sentarse a tomar el sol. Nada que ver con el seco e invernal Prakt o el gris y húmedo Regen. Había olvidado lo que amaba el azul del cielo y la buena energía del ya no tan pequeño pueblo.
Los negocios que se apiñaban por la avenida habrían sido el escenario perfecto para un romance de verano donde los protagonistas se enamoraban y reencontraban a través de los años hasta terminar juntos. Tal era el esplendor y el cambio que me costó reconocer la heladería de Gerard, el mejor amigo de mi padre.
Ya no era una pequeña sala con un par de mesas. Agrandaron el negocio: un local grande con puertas y ventanas de cristal que mostraban un interior colorido y abarrotado de clientes. Ocupaba toda la planta baja del edificio donde solía quedarme con ellos y dormir en la habitación de huéspedes.
Era tan hermoso y solo pude pensar en lo feliz que hubiese sido mi padre al ver el progreso de quien llamara hermano.
—¿Es aquí? —preguntó Skyler.
—Sí —dije, tomando la iniciativa de abandonar el parque por el que íbamos caminando y cruzando en dirección a la heladería—. Espero que se acuerde de mí —murmuré en lo que empujaba la puerta.
El murmullo de los clientes, los niños hablando demasiado alto y un par moviéndose de más fue lo que nos recibió. No había una mesa vacía y la fila para los barquillos de helado era larga.
Un hombre de piel negra y brillante dejó el pedido sobre una mesa cercana a la entrada y giró a recibirnos con una amplia sonrisa. Al verme, sus ojos brillaron sin creer lo que veía.
—Dakota Jensen —dijo, mirándome de arriba a abajo—. Estás más alta que tu padre.
Gerard me abrazó como si no hubiese pasado un día, sin importar mi deplorable aspecto, la suciedad en mi ropa o el mal olor que seguramente tenía. Respondí el gesto y, por alguna razón, sentí ganas de llorar.
⫷⫸
Gerard nos hizo esperar hasta tomar su hora de almuerzo. Nos llevó a la parte trasera del negocio y brindó comida, sentándose con nosotros para ponerse al día. Mi vida, mi madre y los estudios pasaron como un borrón en los que fue imposible fingir que era fácil contestar.
—Y, ¿qué hacen en Soleil?
Miré de reojo a Skyler, advirtiendo que me dejara hablar.
—Estuvimos en un festival —contesté, decidiendo que un poco de verdad no vendría mal.
—El mismo en el que está mi hija, seguramente. —No parecía feliz—. Creí que duraba tres días.
—Sí, pero solo estuvimos la primera noche. Tenemos que llegar antes del lunes a Indaba, no nos alcanzaba el tiempo.
Miró a Skyler y luego a mí. Quería preguntar sobre qué relación teníamos para viajar juntos, pero era demasiado respetuoso.
—Están fuera de rumbo, Indaba está lejos.
—El transporte nos falló —mentí, a medias. Imposible contarle de la marihuana robada o el muerto—. Logramos llegar a Regen gracias a un señor que nos recogió en medio de la carretera.
Se vio preocupado.
—¿Necesitas dinero?
—No... Bueno... sí.
—Puedo prestártelo, pero me gustaría saber a qué van a Indaba.
—Visitaré a una amiga —dijo Skyler y lo pisé por debajo de la mesa para que se mantuviera callado. Me ignoró—. Nunca había viajado por el continente y le pedí a Dakota que me llevara.
Se mostraba seguro y amable, como si no estuviera aplastando su pie con mi talón.
>>El problema es que nos estafaron.
Gerard me miró en busca de confirmación y le dediqué una tímida sonrisa con la esperanza de que la tomara como vergüenza de víctima. Jamás me había costado tanto mentir.
—No necesitamos que nos prestes dinero —repetí—. Estamos en Soleil para vender unos anillos que tiene Skyler. Con eso podremos rentar un auto y tener suficiente para llegar a Indaba.
—También para pagarle a Dakota por sus servicios de guía —comentó el pelinegro—. No crea que hace esto gratis.
Gerard rio con él, incapaz de resistir a sus encantos.
—¿Podrías decirnos un lugar de confianza al que ir? —pregunté, sin darle oportunidad a Skyler de seguir hablando—. Quizás una joyería esté interesada.
—No tienen que vender nada —aseguró Gerard, palmeando mi mano por encima de la mesa en gesto paternal.
—No. —Abusar de su amabilidad no era justo y mentir, demasiado—. Podemos arreglarnos solos.
—Siempre tan cabeza dura. —Rascó su barbilla de barba incipiente que mostraba las canas que recordaban su edad, el paso del tiempo y la apariencia que mi padre tendría de estar vivo—. Podemos hace algo si no quieres aceptar el dinero.
—No vamos a...
—Escucha antes de protestar —interrumpió con paciencia infinita—. Mi hija no regresa hasta la próxima semana. Se suponía que ella y sus amigas trabajarían conmigo en la heladería, es evidente que no pasará.
La situación le molestaba.
>>Vieron cuantos clientes tenemos y la falta de personal. Pueden quedarse, trabajar con nosotros y, a cambio, les presto el auto viejo de tu prima. Lo devuelven cuando regresen de Indaba y así te vuelvo a ver.
Nos miramos, sabiendo que no podíamos perder más tiempo.
—¿Puedes rentárnoslo cuando vendamos los anillos? —pregunté.
—Está con el mecánico hasta el domingo a media tarde. —Torció los labios—. Puedo pagarles los dos días de trabajo en la heladería, es algo de dinero extra.
—No tenemos tiempo, no podemos.
—No tendrías que vender tus cosas —comentó, señalando las manos de Skyler que volvían a portar los anillos.
Estaba a punto de negarme por segunda vez cuando Skyler habló:
—Me parece una buena idea.
—¡Perfecto! —Gerard se puso en pie de un salto sin dejarme protestar—. Mejor se ponen a trabajar, necesito ayuda urgente.
No tuve remedio, lo seguí. En lo que caminábamos a su espalda, el hombre empezó a explicar sobre el helado, sus diferentes presentaciones y servicio al cliente. Estaba emocionado de que nos quedáramos.
Me acerqué a Skyler para murmurar sin que nos escuchara.
—El próximo capítulo sale el lunes.
—Lo sé.
—Puede pasar cualquier cosa contigo aquí.
—Lo averiguaremos.
—¡¿Estás loco?! —Se encogió de hombros—. ¿Y si dicen que moriste y desapareces de aquí?
Por primera vez pareció tomar en serio mis palabras, pero terminó soltando un suspiro.
—Si pasa es porque así tenía que ser. —Me miró a los ojos y no supe qué le entretenía de mi expresión—. ¿Qué es de la vida sin riesgos?
—¿Riesgos?
Empezaba a preocuparme por su estabilidad mental.
—Toda mi vida ha sido escrita por alguien —susurró—, tú lo dijiste, es la primera vez que puedo tomar decisiones propias.
No fui capaz de rebatir. Llegamos al frente del negocio, tras el mostrador, donde la esposa de Gerard hacía malabares para atender a los clientes y las mesas con el único empleado que tenían.
Tomé a Skyler del brazo para alejarlo y conversar, me congelé antes de hacerlo.
Al otro lado del mostrador y a la cabeza de la fila había un chico de piel morena y cabello enroscado, corto. Más alto y musculoso, más guapo de lo que recordaba. Cuando Gerard lo recibió con un abrazo, sus ojos se encontraron con los míos.
Mi corazón palpitaba como pájaro enjaulado y el estómago cosquilleó, mariposas, esas mariposas.
Era él, mi crush de la infancia, Dax.
⫷⫸
Hola, champiñones...
¿Cómo fue la semana para ustedes? La mía estresante, pero si todo sale como debe, el estrés tendrá compensación.
...
Que alce la mano la que conocen a Dax...
Que alce la mano la que leyendo NTEDN vio que Dax se había liado con una Dakota...
Que alce la mano la que quiera ver a Skyler celoso...
Ya solté un tiktok con spoiler. También se me han ido otros en Instagram y Twitter... ¿Por qué soy así?
Les gustó el capítulo???
Felices de que estemos con actualizaciones semanales???
Nos vemos el próximo viernes, estará interesante. Los capítulos que vienen serán divertidos de escribir.
Tengan lindo fin de semana.
Descansen, si pueden. Cuídense y tomen awita.
Besito...
Las quiero...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top