12 ⫸¿Quieres que insista?
—¿Te irás de viaje por carretera con un desconocido? —preguntó mi tía por décima vez.
Estaba saliendo del baño y no había parado de hablar desde que contara mis planes.
—Lo conozco demasiado bien, es casi un amigo; uno insoportable, pero lo es —contesté—. No conoce el continente y necesita encontrar a alguien en Indaba.
Me persiguió a la habitación y no tuve privacidad para vestirme.
—Antes inventabas mejores mentiras —reprochó en lo que espiaba por la ventana para analizar el auto que me esperaba—. Promete que no es el cretino de tu novio.
La tomé de los hombros y la obligué a mirarme. Era una mujer dulce y razonable. Desde niña me había mimado y cuidado, aunque viviéramos en ciudades distintas.
Cuando mi padre enfermó nos visitaba seguido y ayudó de todas las maneras posibles. Tras su muerte, quise vivir con ella, pero la ley y mi madre no lo permitieron.
—El cretino del que hablas está muerto y enterrado. Puedes estar tranquila.
Suspiró, decidiendo confiar en mí. Besé su frente, algo posible gracias a su baja estatura y me enfoqué en guardar lo necesario en mi mochila.
—¿Tu madre sabe que vas?
—No tengo que pedir permiso.
—Pero avisar es lo correcto.
—Te estoy avisando a ti que eres con quien vivo en este momento.
Bufó. Tenía mil argumentos para dar, pero yo llevaba una mochila a la espalda, lista para salir.
—Perderás una semana de trabajo y sueldo.
—Mi amigo la pagará por mis servicios de guía.
Acordamos que me dejaría su costosa americana para que la vendiera. Él se haría cargo del resto de gastos.
Salí de la habitación con más objeciones de mi tía, pero la detuve en la puerta.
—Estaré bien. —Sonrió con la preocupación marcando dos líneas en su entrecejo—. En dos semanas, máximo, estoy de regreso.
Le di un abrazo y, aunque protestó, devolvió el gesto y me dejó marchar bajo la promesa que la mantendría al tanto cada un par de días.
Lancé mi mochila asiento trasero del auto en cuanto estuve dentro y miré a Skyler.
—¿Listo para una semana de viaje?
—Pensé que serían tres días.
Señaló el teléfono con el GPS activado y destino a Indaba.
—No vamos a conducir día y noche.
—Podemos turnarnos.
—Llegaremos antes.
—Y podríamos matarnos por conducir de noche por una carretera que no conocemos. Hay tramos donde llueve muchísimo, sobre todo por Regen. —Bajé la ventanilla para disfrutar del aire—. Más al sur y antes de Indaba hay una zona en que la neblina puede no dejarnos avanzar de día.
—He conducido en todo tipo de condiciones —insistió con su clásica obstinación e incapacidad de aceptar que no era capaz de hacer algo.
—Pues yo no me quiero matar por muy deprimente que sea mi vida. —Torció los ojos sin apartar la vista del semáforo en rojo—. Además, no puedo dormir en un auto en movimiento, me da ganas de vomitar.
Pareció rendirse. Estaba a punto de poner Rage Agaisnt the Machine para abrir nuestro viaje de la mejor manera cuando volvió a hablar:
—¿Cómo conoces tan bien el continente?
—Mi padre nos llevaba de viaje en vacaciones. —La nostalgia me hizo sonreír—. Pasábamos dos meses en carretera, visitando a sus amigos y conociendo nuevos lugares.
Contemplé el camino y supe que me observaba de reojo. Agradecí que no preguntara sobre el tema y decidí que ABBA era una mejor opción musical.
Me concentré en buscar opciones de moteles baratos en el camino, calculando cuál sería el correcto para llegar antes de media noche.
Recuperé mi buen humor cuando, una hora después, Skyler cantó Don't Walk Away y desafinó tanto que casi se me sale el agua que iba bebiendo por la nariz.
A media tarde estábamos fuera de Elksan y paramos en una gasolinera para llenar el tanque. Había un pequeño mercado y decidimos comprar bocadillos para el camino y bebidas para los próximos días.
La fila para pagar era larga y la única cajera muy lenta.
Me perdí en mis pensamientos en los que esperábamos, calculando las horas de viaje. Habría adelantado y reservado en el motel desde la fila si no hubiese dejado el teléfono en el auto.
Necesitábamos habitaciones separadas. La idea de compartir un espacio pequeño me recordaba a la noche después de la fiesta.
Su rostro a centímetros del mío y la provocativa propuesta de continuar lo que empezáramos en el callejón. De pensarlo se me ponía la piel de gallina, una sensación que no quería experimentar.
Me llevaba a recordar descripciones de los múltiples capítulos más veintiuno de su novela. Esos que había leído demasiadas veces porque puerca se nace.
Podía detallar cada una de las incursiones sexuales del chico a mi espalda, se veían como una película en alta definición en mi cabeza. Por alguna razón hubo algo que no me cuadró al recordar las personas con que habían sido.
—¿Quieres pasar la tarde aquí? —preguntó con voz grave, logrando que diera un respingo.
La fila avanzaba y había un espacio frente a mí. Seguía embelesada en mis pensamientos y viendo el estante de cereales a mi lado sin ver ninguno.
El señor que nos seguía bufó cuando finalmente me moví. Skyler se mantuvo detrás de mí.
—¿Se puede saber en qué pensabas?
Suspiré, valorando si valía la pena decirlo. Nunca había analizado para hablar. Hacerlo sin pensar era uno de mis tantos defectos.
—Pensaba en la noche después de la fiesta.
—Cuando te dije que folláramos y me rechazaste.
Lo miré con mala cara. No había bajado la voz y el señor que nos seguía torció los ojos.
—Ese día —susurré, mirándolo y esperando que entendiera el volumen que debía llevar la conversación—. Recordaba cómo actuaste y lo que acostumbrabas hacer en esas situaciones cuando estabas dentro del libro.
—No entiendo.
—Cuando alguien te rechazaba, tú insistías. —Frunció el ceño—. Conmigo no insististe, simplemente lo olvidaste.
Expresarlo sonaba necesitado, como si me molestara lo que sucediera desde ese día. Sin embargo, no me sentía menos por no ser objeto de su atención, realmente me intrigaba. Seguía siendo un personaje literario, uno que creía conocer a la perfección.
—Nunca le insistí a nadie —aseguró.
—Mientes. —Miré al frente. Gracias a la cercanía no necesitaba mirarlo para que escuchara—. Le has insistido a toda persona que llamó tu atención. Lo hiciste hasta conseguir lo que querías.
Sentir el calor de su cuerpo cuando se acercó, provocó que me tensara.
—Ninguna de esas personas me rechazó, tú sí. —Me quedé sin palabras—. Dijiste que no estabas interesada en meterte con alguien como yo, que habías pasado esa etapa.
>>Bastante fácil interpretarlo como un no, ¿o me equivoco?
La fila avanzó y lo agradecí, tomando distancia de una conversación que se había dirigido al lugar equivocado. Pensé que dejaría pasar el tema, me equivoqué.
—Interpretar un no es más fácil que un sí —murmuró—. Para empezar, la ausencia de un sí es automáticamente un no. Sabes eso, ¿cierto?
Rodé los ojos sin que me viera.
>>Ninguna de las personas que me interesaron dijeron que no, al contrario, mostraron interés y por eso las perseguí. —Miré sobre mi hombro y encontré su sonrisa ladina—. Fue divertido y conseguí lo que quería.
—Eres demasiado listo para mi gusto —mascullé.
—¿Por qué pensaba en eso? —cuestionó—. ¿Te arrepientes de haberme rechazado?
Las escenas más explícitas de su libro nublaban mis pensamientos coherentes, me invitaban a decir la verdad. No podía dejar de mirarlo. Me arrepentía, aunque no debía hacerlo.
—¿Por qué tus ojos me dicen que querías en ese momento y quieres ahora?
Tragué en seco y el avance de la fila me salvó por segunda vez. Volví la vista al frente.
Skyler volvió a invadir mi espacio personal y recostó la mano al estante a mi izquierda, haciéndome sentir atrapada, como en el oscuro callejón. Sería difícil mentir en esa posición.
Se acercó a mi oreja y sentí su cálida respiración. No me moví, fingiendo que no sucedía nada fuera de lo normal. Estábamos en un lugar público donde las personas hacían compras.
—¿Quieres follar conmigo? —No respondí y dejo salir una risa casi imperceptible—. ¿No sabes decir sí o no?
—Claro que sé.
—Pensé que te había comido la lengua el ratón —se burló, dejando que su aliento acariciara mi cuello—. Eso es un comienzo, supongo que puedo probar con preguntas más sencillas.
>>¿Te molesta que esté así de cerca?
Percibía el calor de su cuerpo a mi espalda como una exquisita caricia.
—No —confesé.
Empezaba a excitarme con una simple conversación. Supe que sonreía cuando rozó mi cuello con su nariz.
—¿Te molesta que te hable al oído?
—No —susurré tan bajo y conteniendo un suspiro, no creí que me escuchara.
—Mmm... —El sonido bajo y grave desde su garganta disparó un cosquilleo en mi nuca—. Parece que sabes decir que no, pero eres incapaz de aceptar cuando quieres algo.
Aproveché para avanzar en la fila y volver a poner distancia. Acababa de dar en el clavo.
Su risa baja al alcanzarme no ayudó al calor que empezaba a sentir. Mi cuerpo ardía a pesar de la agradable temperatura del establecimiento.
—Es eso, ¿no es cierto? —Encontré sus divertidos ojos grises al girar la cabeza—. No dices sí, crees que está mal hacerlo.
Odiaba que fuera tan perceptivo.
—Para de decir tonterías.
—Entonces no quieres que te insista. —Volvió a pegar su cuerpo a mi espalda, esta vez todo lo posible, no solo sentía su calor, me estaba tocando con su pecho—. ¿No quieres que te persiga para conseguir lo que ambos queremos?
Empezaba a ser difícil controlar mi respiración.
>>¿No quieres que intente meterme en tus bragas? —Colocó una mano sobre mi cintura—. Créeme, tengo muchas ganas de conocer lo que hay entre tus piernas.
Sus palabras dispararon una sensación tan vívida que pude sentir su mano dentro de mi pantalón, saltarse la ropa interior y llegar a mi sexo, el que palpitaba reclamando atención. Mi cuerpo pedía a gritos que fuera real.
Salvé por la campana cuando llegó nuestro turno y tuvimos que pagar las compras.
Salimos al aire libre y puse diez pasos entre nosotros para calmar mis hormonas. Intenté ignorar su sonrisa de satisfacción cuando entramos al auto y me concentré en mi teléfono y la reservación.
—Oh, no —murmuré al ver la aplicación del motel que había escogido antes.
—¿Pasó algo?
—Solo les quedan habitaciones dobles —dije, mostrando la pantalla donde se veía una foto del espacio con camas individuales.
—Interesante —dijo, arrugando la nariz en gesto tierno e impropio y poniendo el auto en marcha—. De repente tengo muchas ganas de llegar a ese motel.
⫷⫸
Hola, champiñones...
Disque compartir habitación. Bueno, no es compartir cama, ¿o sí?
¿Qué tal la semana?
Ayer hubo mucho spoiler y chisme por Twitter. Amo a las que están por allá. Cuando tengo tan poco tiempo para interactuar con ustedes, es por ahí que puedo. Twitter es divertido, gente. Más rápido y donde los chismes se mueven primero, solo digo.
Puede que la próxima semana tengamos capítulo, pero no prometo nada. Trato, al menos, de dar una cada dos semanas, pero no doy a veces.
Mi proyecto principal es terminar "No te enamores de Mia" antes de que termine el año. Crucen deditos para que eso pase y poder convertir "Mi crush literario" en el proyecto principal y ver en qué termina.
De momento, nos leemos y hasta la próxima. Aunque no responda todos sus comentarios, los leo siempre.
Pórtense bien y no sean puercas como Dakota que relee capítulos puercos.
Las amo.
Besito.
💋
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