09 ⫸Te gustó

Benny me dedicó una sonrisa burlona.

—Vamos a ver cómo tu amiguito te saca de esta.

Dio la vuelta y, con sus acompañantes, salió corriendo en dirección a la salida trasera que daba a sus autos. Les permitiría escapar en un abrir y cerrar de ojos.

La música se había detenido. Los gritos de la multitud, aterrada por la alarma e intentando salir por la entrada principal, eran peor.

—Por ahí no podemos salir —señaló Skyler, inteligentemente.

Traté de pensar, no permitir que los nervios se apoderaran de mí. Las manos empezaban a sudarme.

—¿Recuerdas que prometiste hacer lo que dijera? Pues es momento de que me hagas caso si quieres salir de esta. —Le dediqué una mirada para comprobar que me tomaba en serio—. La policía no me puede atrapar.

Asintió y supe cuál era nuestra única posibilidad de escapar.

Me encaminé al fondo de la pista de baile, donde el espacio de la fiesta se comunicaba con lo que antes había sido la fábrica. Skyler seguía mis pasos e imitaba a la perfección.

Nos adentramos en la parte de la nave que no había sido desmantelada por el equipo de Benny, siempre cerca de la pared. No se veía nada entre las máquinas viejas y roídas por el óxido.

La linterna de mi teléfono ayudó y, entre tropezones y el sonido de los gritos, avanzamos hasta encontrar lo que buscaba.

Entre los dos movimos la plancha de metal que cubría un agujero en la pared. Una vía de escape que había sido mi idea hace dos años. Con trabajo, logramos colarnos y salir al aire libre.

Se escuchaba las sirenas a los lejos, debían estar a la altura del pueblo.

Ante nosotros se levantaba el campo abierto con hierba tan alta que casi nos tapaba.

Señalé el antiguo camino que solía estar allí. La hierba había crecido, pero seguía siendo notable si sabías buscarlo.

—Por ahí llegaremos al pueblo. Nos tomará más tiempo, pero entraremos por un costado y, con suerte, no coincidiremos con las patrullas.

—¿Y después?

—Un problema a la vez —gruñí—. De momento, corre y pregunta menos.

Obedeció y nos lanzamos a correr. Yo, a toda velocidad; él, a mi ritmo con tal de no dejarme atrás.

Me concentré en mantener la respiración, controlarme para resistir la carrera sin tropezar e irme de cara contra la tierra.

No quería pensar en ser arrestada y, en lo que el camino curvaba y hacía infinito, podía escuchar las sirenas cada vez más cerca.

Creí que no llegaríamos, que desfallecería antes de hacerlo. Un desagradable dolor palpitaba en mi sien y empezaba a dolerme el pecho.

Estaba a punto de pedirle a Skyler que me cargara cuando divisé las primeras casas abandonadas del extremo más alejado del pueblo.

Me detuve en la primera pared que encontré y me dejé caer en el suelo, sosteniendo mi costado para calmar el dolor de mi abdomen y controlar mi respiración.

Skyler parecía igual de calmado, como si no acabara de correr un kilómetro.

Sentía que moría, pero no teníamos tiempo para perder.

—Mo-mochila —jadeé.

La entregó y saqué su camiseta blanca sobreviviente a la mancha de sangre del día que nos conociéramos y el pantalón del pijama gris que usara en la semana.

—Cámbiate —ordené.

Encontré mi falda y una camiseta ancha, ambas prendas de color blanco.

—¿Por qué nos cambiaríamos de ropa?

—Si seguimos de negro y nos ven, sabrán que estábamos en la fiesta —expliqué con voz ahogada en lo que me quitaba la ropa.

>>¿Qué esperas? —recriminé cuando estaba en ropa interior y él seguía sin cambiarse—. No tenemos tiempo.

Una vez más, hizo lo que pedí.

Guardé la ropa en lo que se vestía y encontré un par de toallas desmaquillantes para quitarme la máscara de fiestera que llevaba.

Skyler me vio con gesto confundido en lo que batallaba para deshacerme del labial rojo.

—¿Parezco una persona normal?

—Tienes la cara roja de tanto frotarla —confesó.

—Roja es mejor que maquillada para una fiesta ilegal.

Le lancé la mochila y, una vez más, traté de concentrarme. Seguía agitada, pero eran los nervios. Mi corazón iba a toda velocidad.

—Tenemos que llegar a la parada. —Miré la hora en mi teléfono—. En treinta minutos pasa el autobús.

—¿Está muy lejos?

—Unas diez o doce calles. No podemos caminar por la avenida principal.

—¿Y si nos topamos con la policía en el camino?

—Estábamos de visita en el pueblo.

—Nadie creería eso.

—Si tienes una mejor idea, soy toda oídos. —ironicé y no respondió—. Eso pensé.

Miré a los lados e intenté ubicarme. No recordaba el lugar o el camino, pero necesitaba saber en qué dirección movernos.

Se escuchaban las sirenas y algunos gritos, por suerte, ningún disparo.

En la primera intersección, me detuve para localizar la avenida principal a unas siete calles. Era la única con alumbrado público. Debíamos ir acercándonos en zigzag hasta que pudiera ubicar la parada y salir a esperar el autobús.

Skyler no protestaba y un par de veces fue quien se encargó de chequear antes de cruzar.

Estábamos una calle de la avenida cuando dimos con un estrecho callejón oscuro y, al otro lado, divisé la destartalada parada.

—No podemos ir por ahí —advirtió Skyler cuando quise doblar y alcanzar nuestro objetivo.

—Llegaremos antes.

—Deben estar vigilando la calle. Si salimos por un callejón será sospechoso.

Tenía razón.

Tomó mi mano y dejé que me guiara hasta la siguiente calle, donde doblaríamos.

Me sentía a nada de alcanzar la seguridad cuando una luz alumbró la pared de la acera paralela a la que estábamos a punto de doblar. Nos congelamos.

Luces de linternas y pasos de dos personas. El sonido de una voz, dando indicaciones a través de un wolkie-tokie, confirmó que eran policías.

Corrimos sobre nuestros pasos hasta escondernos en el callejón. Habían doblado, venían en la misma dirección, aunque no nos hubieran visto.

—Corre a la parada —susurró Skyler—, yo los entretengo.

—No, es...

—Si corremos los dos, nos verán antes de que lleguemos. —Estaba en lo correcto—. Corre.

—No —zanjé, con el corazón a punto de salirse por mi boca—. Finge que estamos enrollándonos.

—¿Qué?

Me acerqué hasta quedar en una posición donde su cabeza no permitiría que la policía viera lo que hacíamos con nuestras bocas.

—Fingiremos que nos manoseábamos a escondidas en lo que llegaba el autobús, ¿entiendes?

—No van a caer en eso —masculló.

—Pues ya no me da tiempo a correr así que finge bien —rebatí, acariciando su cuello, algo que haría si estuviera besándolo.

Podía escuchar los pasos acercarse, el sonido de mi corazón y las luces danzantes de dos linternas barriendo la calle.

Su espalda estaba apoyada a la pared y me acerqué más. Puso una mano en mi cintura. Nuestros rostros estaban a centímetros, pero la pose rígida nos delataba.

—Finge que me estás besando —demandé, nerviosa.

—Eso hago.

—¡Pues mejor bésame!

Gruñó y, antes de que pudiera notarlo, su mano abrazó mi cuello.

Me giró, como si manejar mi cuerpo fuera sencillo, y estampó contra la pared antes de poner sus labios sobre los míos.

Fue un movimiento agresivo que me encontré respondiendo. Su lengua invadió mi boca, se entrelazó con la mía y nos devoramos sin pudor.

El agarre que aprisionaba mi garganta, en vez de molestar, me provocaba junto a cada mordida en mis labios.

Con la otra mano bajó por mi muslo, acariciando mi piel con el más delicioso de los tactos, y me hizo levantar una pierna. Mi falda se deslizó dejándome expuesta y se pegó a mí hasta que lo sentí.

Estaba duro y excitado debajo de aquel fino pijama de algodón y no pude evitar jadear cuando se frotó contra mi sexo.

—¡¿Qué demonios hacen ustedes dos?!

Nos separamos como ladrones atrapados.

Había olvidado que estábamos escapando de una fiesta ilegal e intentando evadir a la policía.

Mi respiración estaba casi tan agitada como después de la carrera y me palpitaba algo más que el corazón.

Dos oficiales nos alumbraban de pies a cabeza, inspeccionando nuestros atuendos.

—El oficial hizo una pregunta —espetó el más bajo—. ¡Respondan!

Me había quedado sin palabras.

—Esperábamos el autobús —dijo Skyler.

—¿En un callejón mientras se besaban? —señaló el primero que hablara para interrumpirnos.

—Estábamos haciendo tiempo, oficial —murmuró Skyler, sonando genuinamente avergonzado.

Nos volvieron a analizar con sus linternas. Mi cerebro decía que tenía que salir de aquel trance si quería salvarnos.

—Y, ¿qué hacen dos chicos en un pueblo en medio de la nada y donde casualmente estamos haciendo una redada por una fiesta ilegal?

—Es-estábamos en casa de mi tía —dije, recuperando la compostura—. Se nos hizo tarde.

—¿Una tía? —preguntó el segundo, alumbrándome directamente a la cara.

—Mi tía —aseguré, cubriéndome los ojos—. Puedo darles su nombre y dirección, podrían preguntarle.

Se miraron entre sí y, en el momento que valoraban mi sinceridad, la voz del wolkie-tokie llenó el silencio. Daba órdenes para que se dirigieran a una calle en específico.

—Vayan a la parada y no se muevan de ahí o terminarán pasando la noche en un calabozo —advirtió el más bajo.

Skyler me tomó la mano para retirarnos por el callejón en lo que ellos se apresuraban por la calle, bajo las órdenes de un superior.

Estaba temblando cuando me senté en el desvencijado banco y pude respirar.

—¿Tenías el nombre y la dirección de alguien?

—No.

—¿Estás loca?

—Te gusta jugar póquer, deberías haber notado que estaba faroleando —recriminé—. Era mi única carta.

No respondió y me dejó hundir en la extraña sensación de haber escapado de la policía y la cárcel.

Mi cerebro funcionaba a toda velocidad en los que las patrullas pasaban cargadas. Un par nos miraron, otras se daban por satisfechas con lo que habían atrapado.

Al final, la mayoría, saldría sin historial criminal. Solo necesitaban un chasquido de dedos por parte de sus padres. Lo que asistían a ese tipo de fiestas eran adinerados.

Ser atrapada era un problema para alguien como yo.

Skyler tocó mi hombro cuando el autobús frenó en la parada. Seguía conmocionada y agotada por lo que acababa de pasar. Controlar el temblor de mis manos fue difícil para pagar el pasaje.

Nos sentamos en asientos separados y en lo que el aire frío de la madrugada entraba por la ventanilla, me fui calmando y rememorando cada parte de la noche con visión objetiva.

La cara de Benny, la alarma, la huida, la policía, el callejón, Skyler...

No quise mirarlo cuando nos bajamos y preguntó hacia donde debíamos dirigirnos.

Nos habíamos besado. Todavía podía sentir el sabor de sus labios, su mano en mi cuello, su piel contra la mía, su...

Me concentré en buscar la parada por donde pasaba otro autobús que nos llevaría a casa. Apenas tuvimos que esperar y estábamos en asientos separados por segunda vez.

La fiesta había sido un error. No haber corrido por el callejón cuando Skyler lo propuso, también. Ayudar a una persona indocumentada y personaje ficticio, el peor de todos. Besarlo en un callejón era pasar a categoría desastre.

Tuvimos que caminar por diez minutos desde el lugar en que nos bajamos y fui más feliz que nunca al poner un pie en el viejo apartamento.

Tomé una botella de agua y fui directo al baño para tomar una ducha.

No me importó si Skyler me seguía, vaciaba la nevera o se ponía a dar brincos encima de mi cama. Quería ignorar que estábamos en el mismo espacio, que aquella noche había sucedido.

Salí con mi pijama lleno de agujeros y encontré a mi compañero de cuarto, preparando su colchón inflable para dormir.

—¿Estás enojada?

Encendí la lámpara de la mesa de noche. Quedamos bajo la tenue y cálida luz que brindaba.

—No. Estoy agradecida por haber escapado de la maldita policía.

No me quitó los ojos de encima en lo que acomodaba mis almohadas con más fuerza de la necesaria.

—¿Por qué no te puede atrapar la policía?

—Porque no.

—¿Por qué te pones a la defensiva cada vez que pregunto algo personal?

—Porque acabo de arriesgar mi libertad por ti —espeté, enfrentándolo—. Estoy de los nervios después de correr como delincuente por un pueblo en medio de la nada. Porque tuvimos que besarnos y mentirle a la policía para escapar por los pelos. ¿No te parece suficiente?

—No te veías tan tensa en ese momento.

Se acercó, quedando demasiado cerca.

—¿No sabes respetar el espacio personal?

—Mi cercanía tampoco te incomodaba cuando dijiste que te besara.

Se me puso la piel de gallina.

—Dije que fingieras mejor —mentí.

—No es cierto, pero dime, ¿no te gustó más que lo hiciera en vez de fingir?

Sostuve la respiración, incapaz de volver a mentir y consciente del calor que desprendía su cuerpo.

>>Sé que te gustó. —Acortó la distancia que nos separaba—. Sé que habrías preferido que no nos interrumpieran.

—Pues yo sentí que a ti también te gustó —mascullé como única defensa.

—Aquí nadie nos va a interrumpir —murmuro con voz grave—. Aquí podemos hacer todo lo que alguna vez imaginaste.

Su aliento cayó sobre mi rostro y resultó tentador. Sus labios estaban a centímetros de los míos.

Mi cuerpo reaccionó como lo hiciera en el callejón, deseando su tacto y cada uno de sus besos.

Quise sacar mi estrés como solía hacerlo. Darle el consentimiento que esperaba para empujarme a la cama y demostrar que podía follar de la misma manera en que había leído.

Lo deseé con todas mis fuerzas, bajo la mirada seductora y expectante que me dedicaba, pero había visto a Benny esa noche.

—Te diré algo, Skyler. Aunque no tenga que hacerlo, como mismo no tengo que responder a tus preguntas.

No se alejó y alcé la vista. Solo tenía que murmurar para que me escuchara.

>>No quiero follar contigo, aunque creas que sí, por toda la bazofia adolescente que leíste sin mi permiso. No me interesa, porque hacerlo no me daría nada. Las personas como tú no me convienen; ni a mí, ni a nadie.

—¿Qué quieres decir? —Frunció el ceño y se alejó un paso.

—Yo tuve a mi Skyler Moretti, al que mi yo de dieciséis idealizó como "el amor verdadero".

Sonreí para impedir que mis ojos escocieran.

>>Tuve a Benny. Un chico con una infancia difícil, un padre que los golpeaba y una madre muerta. Alguien descarriado por la vida y la suerte. Era habilidoso, inteligente, atractivo y peligroso. Todo lo que soñaba porque deseaba a alguien como tú.

Sus ojos recorrieron mi rostro, buscando entre mis palabras, queriendo entender.

—¿Crees que soy como Benny?

—Creo que tú y tu novela, entre otras, me hicieron creer que era el amor de mi vida. Fui dichosa cuando me escogió y me sentí responsable al conocer su verdadera personalidad, lo que escondía detrás de la fachada. Aunque suene imposible, no es solo el malo de la película, muchas veces fue quien me salvó.

>>Por eso pasé casi tres años perdonando y trabajando en una relación, porque no todo era malo y confiaba en que mi misión era salvarlo.

>>Una y otra vez nos lastimamos y en cada separación me convencí de que era una prueba. Solo teníamos que esforzarnos y superarlo juntos porque, para mí, el amor todo lo podía.

Solté un bufido escéptico y di un paso atrás hasta que estuvimos a una distancia convencional para mantener una conversación.

—Y entendiste que eso era imposible.

—Entendí que no voy a salvar a nadie, no tengo que hacerlo o sentirme responsable y que el amor no ayuda a alguien que no quiere ser ayudado.

>>Entendí que soy un imán para personas rotas porque estoy más rota que Benny y desde mucho antes de conocerlo.

Sonreí, aunque no fuera divertido hablar del tema.

>>Ya tuve a mi Skyler Moretti —repetí—, no me interesa tener otro. La experiencia me enseñó que, lo que disfruto en ficción, no es lo que busco en la vida real.

—Y, ¿qué es lo que buscas?

Me sentí inspeccionada bajo los ojos grises que no se apartaban de los míos.

—De momento, no acostarme con la encarnación de todo lo que me ha traído problemas en la vida. Mañana, que te vayas antes de que despierte.

>>Creo que esta sociedad de ayuda unilateral, ha terminado.

Bajó la vista y frunció los labios. Cuando volvió a verme, tenía la misma expresión relajada que conocía.

—Así será.

Apagué la luz y, por el sonido del colchón inflable, supe que también se había acostado.

Me sentía agotada, pero incapaz de dormir. Me removí, incómoda, preguntándome por qué el silencio y la oscuridad no resultaban tan reconfortantes como siempre.

—Dakota —llamó en voz baja y dejé salir un sonido grave de mi garganta para que supiera que lo escuchaba—. Me parece muy valiente que aceptes tus errores y no quieras repetirlos.

—Pero.

—¿Cómo sabes que viene un "pero"?

—Dudo que solo quieras hacer un cumplido —dije, quedando boca arriba con la vista al oscuro techo—. Es tu manera de iniciar una conversación. Después de ese "pero" viene lo que realmente quieres decir.

—Es perturbadora la manera en que me conoces.

—Pero —insistí.

—Puedes decir lo que quieras de tu pasado, pero lo que sucedió en el callejón, te gustó.

Su voz, siempre confiada; sus palabras, acertadas.

>>No solo a ti —añadió, logrando que mi respiración temblara—. A mí también me gustó... mucho.




⫷⫸

Hola, champiñones...

La actualización tardó, pero cada vez tengo menos tiempo. Veremos cómo sobrevivo.

¿Qué tal la semana?

Yo empecé a trabajar y es demasiado, al menos hasta que me acostumbre.

 ¿Impresiones del capítulo?  

Quería decirles que, quienes me conocen de otras novelas como NTEDN o Kikimora, notaran que la dinámica que irá formándose entre Skyler y Dakota es muy distinta a la de mis otras parejas. 

Vamos a ver cómo sale el  drama.

¿Qué creen que pasará?

Las leo en comentarios.

Cuídense, tengan lindo fin de semana y no lean muchas cochinadas.

Las amo...

💋

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