06 ⫸Inevitablemente, toda protagonista hará lo no debe hacer (Parte 1)
Estaba jodida.
Enterré la cara en las manos y grité, ahogando el sonido, aunque nadie me oiría. Me dejé caer sobre la cama, mirando al techo de la lujosa habitación del hotel.
Todo, sabía todo lo que pasaría cuando entré a la oficina de Skyler. Había leído lo que sucedía con la chica que era contratada como su asistente, la que yo estaba suplantando en la historia. Lo que no preví en mi ingenioso plan... nuestro plan porque Shinavi era parte, es que él no me recordara.
No supe cómo reaccionar. Ni las dos veces que fui torturada por información en mis veintitrés años había tenido el corazón latiendo a tanta velocidad como al verlo. Me costó entender que no lograría decir nada de lo que debía para ayudarlo cuando aseguró que no me conocía. Lo único que se me ocurrió fue meterme a la piel de la chica y dar las mismas respuestas que ella.
Si hubiese sido por mí, no le habría dicho solamente que me estaba acosando y que lo acusaría. Le habría cantado hasta del mal que iba a morir... Irónico porque había entrado a ese libro para decirle cómo moriría y que así moviera su bonito trasero con tal de evitarlo.
Tampoco debí haberme quitado los zapatos porque eso no estaba en el... el guion. Podía pensar en la situación como una película de la cual conocía el guion. La chica se había retirado después de decir las mismas palabras que yo, sin gritos o insultos, y él la había contratado.
Mi intención al quitarme los zapatos había sido tirarlos a su cara y quedar descalza para correr, pero me controlé. La reina del autocontrol, estaba mejorando, debía felicitarme a mí misma por no haberle pegado con la silla.
Después de eso caminé despacio por el corredor que llevaba a la recepción. No me apresuré a bajar por el elevador porque también sabía que Mario me daría alcance en algún momento y me ofrecería una jugosa retribución económica para alguien que, supuestamente, solo debía asistir al dueño de un hotel. No me dio más explicaciones, pero me llevó a una suite en el último piso, donde tenía indicado vivir mientras trabajara para ellos.
La habitación era gigante, moderna y blanca. Era el equivalente al apartamento de mi madre y en el que vivía como Mar y Vi, mis mejores amigas, pero multiplicado por tres o cuatro. Imaginaba que el baño debía ser igual de lujoso, no había entrado. El recibidor, que tenía cómodos sillones que servirían de salón de reuniones si fuese necesario, estaba adornado con flores que dejaban flotar su aroma por todo el lugar.
El espacio mágico y digno de ensueño para cualquier protagonista, además de un cuarto vestidor en el que no había puesto un pie. De seguro estaría lleno de ropa cara y especialmente escogida para la nueva asistente de Skyler Moretti. Era obvio que te tenían que llenar de cosas lindas cuando te convertías en personaje principal de un libro o la historia no cumpliría con los clichés pertinentes.
Alcancé una almohada y cubrí mi cara con ella para volver a gritar hasta quedarme sin aire.
—Sácame de aquí —murmuré, hablando al techo, a Shinavi—. No puedo hacer nada aquí, él no sabe quién soy.
Nunca quedamos en que ella me escucharía, solo en que me sacaría una vez pudiera contarle a Skyler lo que iba a pasar si no tenía cuidado con sus enemigos.
Me puse de pie y caminé de un lado a otro hasta detenerme frente al espejo. No había nada distinto en mi apariencia, fue lo primero que comprobé porque buscaba una razón por la que Skyler no me recordara. Además de la ropa cara e incómoda, lo único diferente era mi cabello, más largo y rubio.
Resoplé al mirar el top de color blanco. Podía haberme puesto tetas, pero no, solo me cambió el pelo. Me lo revolví para que no estuviera tan perfecto y ordenado, como salido de una revista. Volví a la cama y me dejé caer.
—Él no me recuerda, Jane —repetí, deseando con todas mis fuerzas que escuchara—. Sácame, por favor, sácame.
Se me hizo un nudo en la garganta cuando el encuentro en su oficina se repitió en mi mente. Los anillos estaban en sus dedos, todos, los que vendimos para sobrevivir en lo que viajábamos buscando a Shinavi. El que me había regalado, el que en ese momento estaba en mi dedo anular, también lo tenía.
Cuando vi los anillos el alma se me fue a los pies porque me creí loca, pero al ver la cicatriz, la tenía, idéntica a la mía... No. Me recordé que había sido real, que él había estado en mi universo y yo estaba en el suyo, el único problema era que no me recordaba, no sabía nada de mí, de lo que habíamos vivido, de...
—Jane, por favor —supliqué porque empezaba a ahogarme con esos pensamientos.
Algo escoció en mi mano y se me escapó un chillido. Al mirar me percaté de que tenía un papel en la palma. Había aparecido de la nada. Me senté y lo abrí sobre mis piernas, era una simple página arrancada de un cuaderno.
"Busca el momento a solas, cuéntale la verdad. No importa si te recuerda o no".
Me incorporé y leí varias veces. Las letras se desvanecieron a los pocos segundos y apareció algo más.
"Dame tiempo y no cambies nada de lo que conoces".
Respiré profundamente. Ya lo había hecho al gritar y lanzar los zapatos sobre su escritorio.
"Los zapatos no alteran la historia".
—Mierda —murmuré—. ¿Sabes lo que pienso? —pregunté, mirando el papel.
"Todo".
Maldije por lo bajo.
"No pienses cosas puercas".
Logró que sonriera y se me escapó la risa cuando imaginé lo que sería verme desde afuera, hablándole a una pequeña hoja y riendo con ella.
"Parecerías más loca de lo que estás. Conserva el papel".
Lo guardé en el bolsillo y saber que teníamos una forma de comunicación me tranquilizó, pero la calma duró segundos porque alguien golpeó la puerta y supe que Mario estaba ahí para que firmara el contrato.
Un desagradable cosquilleo me recorrió la columna vertebral en lo que caminaba hacia la puerta. Era escalofriante saber todo lo que iba a suceder, una eterna sensación de deja vu.
—Buenas tardes, señorita Jensen —dijo con amabilidad cuando abrí.
El guion, tenía que seguir el guion.
—¿Me puede decir Dakota? —pregunté al dejarlo pasar, tratando de sonar amable, aunque después de mi explosión en la oficina de Skyler sería complicado que me viera con buenos ojos.
—Un gusto, Dakota. —Atravesó el recibidor y corrió las cortinas que estaban al otro extremo, la luz dañó mis ojos—. Soy Mario para ti.
Abrió las puertas de cristal que daban a una terraza. Había una mesa de cuatro personas, cómoda y perfecta para el desayuno, con una hermosa vista a la parte más moderna de la ciudad. Mario hizo un gesto para que lo acompañara a tomar asiento y me percaté de que seguía como estúpida en medio del recibidor.
Dejó un sobre sellado sobre la mesa. Esperó a que me uniera a él y me observó por un instante.
—El señor Moretti me ha pedido que le dijera todo lo que debe saber antes de firmar el contrato —explicó y le dio una ojeada al sobre—. Yo creo que sería demasiada información a procesar para una sola conversación, que usted debería de tomar su tiempo para...
—Me gustan los asuntos claros, Mario —dije para acortar lo que sabía que diría, el guion, pero resumido, no me gustaba el relleno en los libros—. Odio los juegos que Sky... que su jefe se trae para escoger empleados.
Frunció los labios y eso marcó el hoyuelo que tenía en una de sus mejillas. Shinavi siempre la describía cuando el personaje hacía ese gesto, algo característico.
—Es su manera de probar a las personas y escoge lo que considera mejor para su negocio.
—Negocios —murmuré.
Me analizó por unos segundos y deslizó los dedos por el borde del sobre. Hubo algo elegante e hipnotizante en tal casual movimiento. Recordé lo que pasaba en el libro, la chica que lo protagonizaba se enamoraba de Mario, de su seriedad y sutileza, de la manera de hablar. Por suerte, yo no era ella y no caería en esos encantos distantes de hombre encerrado en sí mismo, pero capaz de amar.
—¿Qué sabe del señor Moretti? —preguntó de la nada.
Mordí el interior de mi mejilla porque podría estar una hora hablando del tema, la mitad de ese tiempo insultándolo, pero debía ser cuidadosa con mis respuestas.
—Lo que todos saben en Palermo y fingen no saber.
—¿Y eso es?
—Que el señor Moretti controlaba el norte de la ciudad, que nada se movía si su supervisión y que antes de él lo hacía su padre.
Alzó una ceja. Sus ojos eran demasiado oscuros, hasta bajo la luz del sol del atardecer apenas reflejaban los tonos entre naranja y violeta que bañaban la terraza.
—¿Controlaba? —cuestionó.
—Jefe de la mafia, capo, cabeza de familia, dueño del norte de Palermo —dije sin darle vueltas y uno de los ojos de Mario dio un pequeño salto, un tic nervioso—. Controlaba el tráfico de drogas, los clubes, los casinos y cobraba comisiones a los negocios a cambio de protección. Las personas que no se regían por sus normas terminaban bajo tierra... o peor. —Me encogí de hombros—. La familia Russo le daban dolores de cabeza todo el tiempo porque a ellos el sur no les parecía suficientemente grande y a Skyler el norte le quedaba pequeño.
Mario mantuvo el rostro impasible, era tan bueno para controlar sus emociones como su mejor amigo.
—El señor Moretti es un hombre de negocios —dijo, haciendo énfasis en la manera en que me debería referir al estúpido que había dormido en un colchón inflable en mi diminuta habitación—. No sé de donde saca esa información tan...
—También sé que hace un año eso cambió y que ahora sus negocios no son un montón de basura ilegal —interrumpí—. No tiene que mentir o disfrazar la verdad. Sé donde estoy metida.
Me estaba pasando con la información, pero tenía poca paciencia y no quería alargar el encuentro. A quien necesitaba en esa terraza era a Skyler para soltarle toda la verdad.
Mario cruzó los brazos sobre el pecho.
—Si tanto sabes, Dakota, hay algo que deberías aprender... algo más. —El empleado modelo y amable había desaparecido—. Aquí no usamos ninguna de las palabras. Si quieres seguir disfrutando del olor a mar que se respira en Palermo, aprenderás a utilizar las correctas.
¿Traducción? Acababa de amenazarme de muerte.
—También sé que desde hace un año el señor Moretti lleva sus... negocios de otra forma —añadí para mejorar la situación.
Sonrió de medio lado, satisfecho.
—Si sabe tanto —dijo al relajarse nuevamente—, me ahorra tiempo y me alegra que no vaya a salir corriendo.
Deslizó el sobre para dejarlo frente a mí.
—Su trabajo de asistente incluirá varias obligaciones, como mencionó el señor Moretti.
Abrí el sobre sellado como me indicaba y encontré lo que perfectamente habría sido un libro, unas doscientas páginas, el contrato que debía firmar para seguir adelante.
—Eso incluye crear lazos con la familia Russo, la que usted mencionó, o con quien sea necesario, y garantizar que nuestras relaciones se mantengan tan bien como hasta el momento.
¿Traducción? Espía, querían que fuera su espía.
Los Russo estaban moviendo ficha para ganar territorio que consideraban suyo y Skyler iba a contratar a una inocente asistente para usarla. Por esa razón escogieron a una mujer perfecta, para que ellos no dudaran, la vieran como una oportunidad de tener una rata dentro de la casa de Skyler Moretti, sin saber que esa rata estaría preparada para ser doble agente.
—No se preocupe si sus conocimientos no son suficientes para fortalecer estas relaciones —continuó—. Estamos aquí para ayudarla a cumplir su tarea lo mejor posible.
¿Traducción? Me entrenarían para ser como ellos, para buscar la información que necesitaran.
Le sostuve la mirada. Tiempo, eso era lo que necesitaba, la oportunidad de estar a solas con Skyler para decirle lo que sabía y que Shinavi pudiera sacarme del libro. Era la idea, ver qué cambiaba si él tenía información suficiente para frenar los ataques, las muertes y la guerra que estaban por venir.
Mostré mi palma para que Mario me diera un bolígrafo.
—Te aconsejo leer con calma —advirtió.
—Estoy aquí y sé lo que tengo que saber.
—Una vez tu firma esté ahí, no hay vuelta atrás.
No contesté y tampoco bajé la mano, respuesta suficiente para que me diera un refinado bolígrafo de tinta negra.
—Como quieras... —Se puso de pie y acomodó su corbata—. Si firmas hoy, mañana trabajaremos y estaré todo el día contigo. Iremos con el señor Moretti a una reunión. —Su sonrisa fue más sincera esa vez—. Como dije, te enseñaremos lo que sea necesario.
Contemplé su espalda al alejarse. Sabía perfectamente a dónde iríamos el día siguiente y qué pasaría... El principio, lo que desencadenaría el conflicto de la historia.
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Para Frida, mi mayor fan, porque sí, tanto bullying de su parte es porque no puede vivir sin mí. A la que más me cancela y pone al fandom en mi contra, a la que conoce el 99% de mis secretos y no los cuenta porque tiene memoria de pulga y se le olvida todo, no porque sea buena guardándolos. A mi amiga porque siempre está para mí y espero que sepa que siempre estaré para ella. Feliz cumpleaños, my love. Te quiero, pero te odio, esta actualización es mi regalo. Ya eres, oficialmente, anciana.
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Hola champiñones del demonio!!!
Actualización sorpresa!!!
¿Ahora qué va a pasar?
Adelanto que el capítulo que viene estará intenso, muy intenso. Será narrado por ambos personajes, mitad y mitad. AAAAAAAAAAhhhhhhh!!!! Pues eso.
También quería contarles que he estado muy ocupada con mil cosas, pero que por fortuna a principios de la próxima semana voy a tener más tiempo libre, al menos por unos días, y aprovecharé para escribir y seguir subiendo capítulos semanales. Sin promesas, solo el deseo de que pueda ser así.
Compórtense, coman sano, nada de coca cola, awita, y no piensen en puercadas que las estoy vigilando como Shinavi a Dakota.
Las amo.
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