Capítulo 9.

La concentración en el anochecer que mostraba lo puso a pensar que a pesar de su carácter fuerte e insoportable sigue siendo una persona con miedos y que entre ellos se encuentra el de nunca ser libre, no es fácil que dé la noche a la mañana se tenga que vivir encerrado, recuerda cuando él vivía en Japón en el horfanato con su familia, salían de vez en cuando pero con tranquilidad, debe ser ese el caso con ella.

—¿Qué?

Su voz y expresión neutra lo hizo salir de ese transe, torpemente se acercó hasta ella, dejando cerca suyo los alimentos.

—Entiendo que trajiste la cena, gracias.

—¿Por qué miras tanto la ventana?

—¿No puedo hacerlo o que?

—Eres demasiado agresiva para una simple pregunta.

—Cuestionas mucho mis acciones.

—Respondes mal.

—Debo hacerlo, ¿Qué quieres?, que baje la cabeza y me quede callada.

—No.

—Ahí esta.

—Bien, volvamos a empezar —Bufo irritado, conteniendo un grito—, ¿Por qué miras tanto la ventana?

—Me gusta los colores del cielo al anochecer, no hay más explicaciones.

Dijo dándole un vistazo al plato que tiene de frente, no dudo más y dio la primera mordida.

Parecía que los grandes silencios formaría parte de ellos, cuando una conversación muere no hay manera de animar el ambiente, lo entierran sin más y no hacen la lucha por platicar y hacer menos incómodos los momentos.

—¿No te puedes quedar quieta?

—No.

Respondió sin verlo, volviendo a sentarse en el colchón con un cambio de ropa más flojo, por fin dormiría, no tranquila como le gustaría, pues tendría que estar al pendiente de su alrededor en caso de que tuvieran que salir de la casa por algún problema.

—Los demás se durmieron hace una hora y tu apenas lo harás.

—No tenía sueño —Respondió acomodándose entre las sábanas—, hay una habitación desocupada, puedes usarla.

—Estoy bien aquí.

—¿Piensas dormir en el sofá?

—Si.

—¿Seguro?

—No estoy jugando.

—Mikaela, no estoy de acuerdo en que dejes que tu espalda padezca dolores.

—Hay días en que no duermo, esto no es problema.

—Esto me hace sentir curiosidad de algo.

—¿De qué?

Envuelta cómo burrito preguntó sin verlo a la cara.

—¿Dónde descansabas cuando vivías allá?

—Una asquerosa habitación.

—Por asquerosa supongo que no era mala, más bien era horrible por quien te la otorgó.

—Correcto, cuando no tenía tareas estaba encerrado por mi cuenta.

—Similar a lo que haces ahora.

—Puede ser, solo que ahora no tengo que matar por ordenes.

—Ay, íbamos bien hasta que mencionaste la palabra "matar"

—¿Cierro la puerta?

—Hmmm...

—Cerraron las puertas principales e incluso las de sus habitaciones, es lógico que nosotros lo hagamos también.

—Voy a admitir que prefiero las puertas cerradas, es un poco de miedo ver la puerta en la oscuridad.

—Nuevo descubrimiento —Comentó canturreando al mismo tiempo que cerraba con seguro—, le temes a la oscuridad.

—No precisamente. La mente suele jugarte malas pasadas.

—No me digas, ¿Crees en fantasmas?

—Creía en vampiros y mira, resultaron existir.

—¿Vas a dormir?, apagare la luz si es así.

—Por favor.

Dicho y hecho, la habitación se torno oscura, esperaba chillidos por parte de la menor pero en lugar de eso recibió el silencio por breves minutos, posteriormente entre murmullos unas palabras.

—Insisito, si quieres irte a la otra habitación está bien.

—Y yo te dije que estoy bien aquí.

—Como quieras.

El silencio le indico que se había dormido, demoro una hora en enterarse que verdaderamente había caído en el país de los sueños. Hasta ese momento se retiro la pesada capa y las botas, quedando únicamente en la camisa y pantalones, no era la ropa más cómoda pero no podía quejarse, solo le quedaba intentar dormir como el resto de habitantes de esa casa.

La noche avanzaba lentamente, quizá era por ser la primera vez en una casa ajena, donde probablemente pasen gran parte de su tiempo y de su vida, eso sí no hay una solución a los ataques de los vampiros.

Unas horas más tardes, en la madrugada se empezaron a escuchar en los oídos de Mika unos quejidos, al principio los ignoro pero conforme los segundos pasaban estos seguían, algo atontado se levantó a investigar el lugar de procedencia.

—No es fuera.

Susurro para sí mismo cerrando nuevamente las cortinas de la ventana, en ese momento su atención se centro en la chica, quién apretaba fuertemente la tela de la almohada, aferrándose a ella como si su vida dependiera de ello. Sin dudarlo más tiempo se acercó a moverla de los hombros, intentando despertarla de ese mal sueño, los intentos fueron inútiles por lo que ahora trató hablándole.

—Despierta, ya pasó.

Un poco más fuerte la movió, logrando que abriera los ojos, podría jurar que estaba llorando pero nada era seguro, quizá la falta de luz lo estaba engañando.

—Chica, ¿Estas consciente? —Le habló en un hilo de voz suave.

—Eh... Lo estoy —Se aclaro la garganta desviando la mirada de la del semivampiro.

—¿Estas bien?

—Si.

—Quejabas muy fuerte... Por casualidad... ¿Estabas—

—Seguro fue un mal sueño.

—Zorash, ¿En verdad estabas llorando?

—No lo sé.

Apresuradamente se sentó, apoyándose en el respaldo de la cama, pasó su mano por el rostro y efectivamente, tenía las mejillas y pestañas húmedas, sin notarlo había vuelto a llorar en sueños. Suele pasarle cuando tiene grandes presiones o ve algo que le da fuertes emociones.
Mikaela, un poco desorientado se queda a su lado, sentado a la par esperando algo que tenga que decir, confía en que lo hará, ¿Por qué?, él también lloraba cuando dormía mientras crecía en el castillo de Krul.

—¿Qué está mal?

—Todo.

—¿Qué es "todo"?

—No quiero clases de filosofía.

—Zorash.

—Solo fue una pesadilla, no hagas un escándalo de algo tan pequeño.

—Si continuas te pondrás mal y no tenemos médicos cerca.

—¿Qué quieres que diga?

—Ese mal sueño.

—Ni siquiera lo recuerdo —Suspiro con pesar—, tengo ese sentimiento de miedo pero no sé porque.

—Lo olvidaste.

—Es en serio, no recuerdo.

—Suele pasar —En un impulso de su lado humano acercó una de sus manos a la cara de la menor, quien al percibir el tacto tan cerca retrocedió con desconfianza—. No tuvimos una buena impresión de nosotros al principio, ¿Qué tal si empezamos de nuevo?.

—No creo que ocurra un gran cambio.

—No sabremos hasta intentarlo... Me llamo Mikaela Hyakuya y no tengo intenciones de lastimarlos a pesar de ser mitad vampiro.

Esperando por su repuesta la vio con atención.

—Soy Zorash.

No fue expresiva con su nueva presentación pero sin duda era el primer paso a un nuevo comienzo.

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Editado:

13/03/2020

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