Capítulo 6.
Zorash dijo que sólo se quedaría cinco minutos más pero la conversación con Mika a ratos se torna interesante y es casi imposible irse sin quedarse con la intriga.
—¿Qué buscan y por qué tanto alboroto?, no me digas que conquistar el mundo.
—Eso.
—Pff. —Inmediatamente rodó los ojos y negó con la cabeza burlándose.
—¿Qué?, di tu opinión.
—¿Por qué esa obsesión por conquistar el mundo?, en todas partes lo veo y me parece ridículo.
—¿Nunca deseaste hacerlo?
—Demasiada responsabilidad y cargo consciencia para alguien como yo.
—Tienes planes extraños, no creo que lo logren. El ejército imperial japonés está en marcha.
—Tu mismo lo dijiste, ¿Qué podemos hacer los humanos contra vampiros?, un maldito cuchillo o espada no es suficiente para asesinarlos.
—Hay otros medios, no te doy más ideas.
—¿Temes qué los use contra ti?
—Tienes el valor para ser parte de los soldados, eres capaz de buscar por cielo, mar y tierra algo para matarme.
—Es probable.
—¿Podemos llevar esto en paz?
—No acostumbro a bajar la guardia tan rápido.
—Como quieras.
En la mente del Hyakuya se imagino levantándose en silencio dando aires de misterio y despertar interés en su acompañante pero resultó ser al revés. Zorash tomó la iniciativa retirándose en silencio a dormir con Marina, provocando en Mikaela frustración de no haber conseguido su confianza.
—Y sigo aquí.
Solto el comentario para si mismo una vez que no escucho más ruido que el de las constantes respiraciones en el sofá.
Pronto los rayos de sol se colaron por las ventas despertando uno a uno en aquella residencia de estado deplorable.
—Buenos días querida hermana.
—Marco, apurate a abrir esa lata de atún, es tu desayuno.
—¿Por qué no me sorprende? — El menor negó con la cabeza antes de reír.
—¿Alguien ha visto a Zorash?
Nadie respondió a la pregunta del pequeño hermano de la mencionada, realmente no sabían dónde se encontraba metida esa chica, lo más probable era que estuviera en alguna esquina planeando la muerte del semivampiro, una idea posible pero nada de que preocuparse.
—Pff, soy tan lamentable.
El rubio chasqueo la lengua antes de sorber el escaso líquido rojo del frasco, él no estaba al tanto de la situación dentro del recinto. Por más vampiro que fuera y que sus sentidos sean mejores que cualquiera allá dentro, no sintió en ningún momento la presencia de alguien, no hasta que la escucho formulando una pregunta.
—¿De quién es esa sangre para que te sientas el ser más miserable?
Levantó la mirada encontrándose a quien ya esperaba, Zorash lo miraba con esa expresión desinteresada que tanto la ha caracterizado en esas horas que ni siquiera se molesta en contestar los primeros minutos.
—Vale, en todo caso pensaré que es sangre de vaca.
No supo si reír o molestarse por tal comentario fuera de lugar, se limitó a levantarse y responder una vez que la tuvo de frente.
—Krul, ya debes saber quien, después de todo ayer escuchaste.
—Ah, esa noble. ¿Cuántos frascos te quedan antes de una posible locura?
—Cuatro.
—Se terminarán en menos de dos días.
—¿Crees que no lo sé? —Palmeo su hombro indicando que lo siga—, vamonos de este sitio, no es seguro para ninguno.
Antes de hacer una retirada inesperada se aseguraron de guardar donde pudieran objetos que les pueda ser de utilidad en el futuro, no se sabe hasta cuando seguirán en ese estado o siquiera si llegarán a sobrevivir todos sin la ayuda de sus padres en es edad.
Por sugerencia de Rogelio decidieron tomar rumbo a la casa de un amigo de su padre, este se encontraba en un buen sitio que según Mikaela ya había sido exculcado a fondo por los escuadrones de vampiros, dándole el sello de escondite perfecto para tantas personas en esa situación. Solo esperan que no haya sido habitada por alguien, es una excelente opción, al tener varias tiendas de conveniencia cerca les falicitaría el conseguir alimento en el tiempo que sea posible.
—¿Qué tan lejos está esa dichosa casa?, mis piernas duelen.
Las quejas por parte de Alex no tardaron en llegar a los oídos de sus amigos que sólo se limitaban a ignorarla desde la octava vez que preguntó lo mismo hace diez minutos.
—Oigan, no sean idiotas.
—Alex —Finalmente Marina tomó de la mano a su amiga dándole un ligero jalón hacia adelante—, a todos nos duelen las piernas, deja de quejarte que todavía falta.
Justo lo que necesitaba para calmarse, un regaño de la ya irritada chica más tranquila del grupo. No volvió a reclamar, a excepción cuando se encontraron con un gran muro de tierra seca con varias partes falsas, a primera vista sencillo de escalar pero realmente riesgoso.
—¿Y ahora qué? —La chica con el niño en brazos se notaba angustiada—, odio educación física.
—¿Zorash...?
—No, no hay otro camino, hermano.
—No hay más que discutir.
Sin temblar subió en un impulso que los hubiera asustado de no saber de qué ser se trata.
—Los ayudaré pero no estén jugando, rápido.
Quizá no se sentía a primera vista pero realmente se preocupaba por ellos, no quería que ninguno sufriera algún accidente que pase afectando al resta del grupo. El primero en ir fue el pequeño Anthony, posteriormente Alex, Marco, Rogelio, Sara que debió seguir luego de su hermano pero por miedo decidió ir después, finalmente Marina que fue un poco más tardado de lo usual dado que resbaló pero nada grave.
—Sigues. —Mikaela extendió la mano, incitando que la última chica subiera.
—Puedo hacerlo.
Escalo bien los primeros pasos, de pequeña con su hermano solían jugar en ese sitio pero nunca subió en totalidad, era algo nuevo pero decidió intentarlo sola al principio, claro que teniendo una mano al alcanza por si algo se saliera de control.
—Estas cerca.
Justo al terminar de decirlo se orillo un poco más para alcanzar su pequeña mano y lograr subirla antes de que algo de tierra cayera. Su acción no fue la más calculada como otras que ha llevado a cabo, simplemente porque no midió su fuerza al tirar de las manos, Zorash cayó encima del ojo-azul, sobre su pecho que amortiguo un pequeño golpe. En el proceso sus miradas se cruzaron por fracciones de segundos que parecieron ser cinco incómodos minutos en sus cabezas. Inevitablemente las mejillas de la menor se tornaron de un ligero polvo rojizo, sea como sea sintió incomodidad de estar en esa situación poco común. Aunque no lo pareciera, él también estaba avergonzado, espero de todo, incluso recibir un navajazo de su parte menos que quedarán atrapados en esa peculiar experiencia.
—Mierda.
Afortunadamente nadie los vio, pues estaban ocupados con la atención centrada en Sara. Los ojos de la chica que se encontraba sobre el joven vampiro se abrieron a causa de la preocupación, logrando levantarse de él, olvidando que alguna vez sucedió.
—Sangre —Comentó en un susurró viendo la pierna de su compañera—, Rogelio y Marcó lleven a Mikaela a otro lugar.
Rápidamente obedecieron la orden sin hacer alguna pregunta.
—¿Marina?
—Estoy en ello, descuida.
No sé dio cuenta en que momento ella tenía algodón en las manos con un líquido de fuerte olor, del cual no pregunto su origen, todos confían en los medicamentos que la pequeña chica seria carga en su mochila de emergencia.
—Puedes mover la pierna, es solo un rasguño.
—¿Y que lo ocasionó?, solo por curiosidad.
—La curiosidad te mata, Alex —La recién curada rodó los ojos poniéndose de pie con irritación—. Un vidrio terminó en mi pierna. Gracias, amiga.
—No es nada pero, ¿Por qué les dijiste que se llevarán a Mika?
—Prefiero prevenir alguna desgracia, no deja de ser un vampiro.
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Editado:
26/01/2020
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