Capítulo 21.
La mañana era fría, el sol todavía no brindaba sus cálidos rayos, ¿Como se suponía que Yuichiro podía salir en ese momento?
Alex lo había notado inquieto desde hace una semana y no tuvo dificultades para descifrar la razón, el ejército. Debía volver pronto y con ellos a su cuidado, pero en el nuevo mundo plagado de jinetes del apocalipsis y vampiros de rango menor no les sería fácil atravesar la ciudad con un soldado y un vampiro, necesitaban ayuda.
—¿No le avisas a Mika?
Preguntó distante desde las escaleras, sobresaltando al más alto.
—Regresaré hoy mismo, sólo necesito traer a mi escuadrón y esto quedará en el pasado.
—Dijiste que afuera siguen rondando vampiros y uno que otro jinete del apocalipsis, ¿Crees que vas a durar allá sin apoyo?
—He sobrevivido los últimos días, puedo hacerlo.
Respondió con esa típica confianza que llega a rozar la arrogancia. Todo ello hace que Alex chasquee la lengua, de no ser porque su pie se entumio estaría llamando a Mikaela.
—Mika se preocupara.
—Precisamente por eso me iré en silencio —Pronto giró la perilla y mantuvo la vista al frente—, si le digo a Mika que venga conmigo los dejaríamos desprotegidos.
—¿Seguro que volverás hoy? —Preguntó por última vez, su pie izquierdo volvió a moverse.
—Claro.
Ninguno volvió a insistir, pronto la puerta se cerró y la figura que antes reposaba en la puerta desapareció, al igual que Alex, debía ir al baño ahora que lo recordaba.
Una mañana serena en donde por fin, después de tanto tiempo Mikaela pudo consiliar el aclamado sueño. Sus ojos se abrieron y casi por instinto se dirigieron a la cama, grande fue su sorpresa al no encontrar a la chica. Desconcertado se sentó en su sitio, buscando con la mirada donde podría estar y a juzgar por el silencio ella no estaba en el mismo espacio.
Un suspiro fue su compañero al bajar por las escaleras y encontrarla sentada en el primer escalón tomando notas en un desgastado cuaderno de un libro de temeroso grosor. Aliviado de que nada malo sucedió en su cómoda siesta se dispuso a tocar su cabeza con el dedo índice, indicando que él estaba ahí.
—Despertó el bello durmiente.
Dijo con una pequeña sonrisa divertida, solo ella conocía sus chistes y sus motivos para reírse.
—Lástima, quería que te despertarás con un dulce beso de amor verdadero.
—Yuu-Chan sigue dormido, lamento decepcionarte.
Continuó la broma sentándose a su lado.
—Seguro que él lo es.
—Por supuesto, somos hermanos.
—Ya en serio —Dejó de anotar un momento para verlo, se volvió un hábito examinar con cuidado el rostro del rubio—, ¿Dormiste bien?
—Con decirte que no me dí cuenta de tu asucencia.
—Es bueno escucharlo.
—¿Qué escribes? —Sutilmente acerco su cabeza su hombro, intentado ver las letras plasmadas en las hojas—, hace días que te veo hacerlo.
—Estudio un poco.
—¿Sobre qué?
—Este libro es de herbolaria —Con una mínima emoción cerró el libro y mostró la portada a su compañero—, podría servirnos en caso de emergencia.
—Quizá.
Un pequeño silencio es la muestra de su comodidad.
—Si esto no hubiera pasado, ¿Qué te hubiera gustado ser?
—Creo que médico.
—¿Ese era tu sueño?
—Uno de ellos, quería ir a la preparatoria y hacer amigos, graduarme e ingresar a la facultad de medicina.
—Suena como un plan, ¿Algo más que no sea sólo una carrera y vida profesional?
—Ese es mi sueño, de hecho siempre lo ha sido.
—Y lo entiendo, cuando vayas al refugio podrías retomar tus estudios, pero, ¿Quieres algo más que un plan perfecto?
Un "plan perfecto" cómo él lo llama es lo único por lo que había estado estudiando desde que tiene memoria. Sus padres le inculcaron que esa era su principal meta en la vida, sin descansos ni nada por el estilo, sólo pasarse horas y horas detrás de su escritorio entre libros intentando ser la mejor de la clase, sin obtenerlo, porque en calificaciones Alex y Sara son superiores por unos cuantos puntos, mientras que Marina y ella se mantienen en la lucha del desempate.
Algo más, no estaba segura de que anhelar. Su cabeza está en blanco y no tiene respuestas para Mikaela, es evidente.
—Esta bien, eres joven, Zorash.
Su platica fue interrumpida por Alex, tocó levemente el hombro del vampiro buscando su atención.
—Mika, promete que no te pondrás histérico.
—¿Por qué debería?
—Zorash, ¿Podrías sujetarlo?
Ambos se extrañaron, pero aún así la muchacha hizo lo que indicó su amiga. Entrelazo su brazo con el del Hyakuya y agregado a eso tomó su mano con fuerza. Sabía que si algo llegaba a pasar nada lo detendría y así se arriesgó.
—Yuu salió esta mañana —Su rostro sereno de la nada se volvió ansioso, lo único que Zorash pudo hacer es aferrarse a no soltarlo—, dijo que iría por su escuadrón y volvería hoy mismo.
Tardó unos minutos en analizarlo, volteo a ver a Zorash y asintió resignado. Aunque quisiera acompañar a su hermano es consciente que no es posible. Si alguien lo llega a ver en la base lo matan y peor, si va solo por obedecer a sus impulsos el resto de los que ha cuidado en estos meses serían asesinados por cualquier criatura.
—De acuerdo, Zorash.
—Dime.
—Ven conmigo, por favor.
Antes de aceptar vio a su amiga que parecía estar a favor y sin más subió las escaleras, regresando al cuarto donde pasan la mayor parte de tiempo. Tan pronto como entraron Mika obligó a la chica a sentarse a su lado en el sofá.
—¿Estas bien, Mikaela?
—No lo sé.
—Yuu volverá más rápido de lo que crees, intenta no hacer una estupidez.
—No lo haré, puedes estar tranquila.
—Bien, entonces duerme un poco y cuando abras los ojos Yuu estará aquí.
—Suena ridículo.
—No tanto como querer ir a la boca del lobo.
Él no dijo nada.
Ella se preocupo, sabe lo importante que es ese soldado de ojos esmeraldas para Mika, no imagina lo complicado que debe ser aceptar que estos buenos días terminaron. Después de todo, no es cien por ciento seguro que acepten a un vampiro completo en el ejército, sería irónico.
Luchan por exterminar a los vampiros y tienen uno de su lado, wow.
Sin decir nada sujetó la mano del más alto, entrelazandola con la suya. En ese momento no pensó en nada más que no fuera brindarle apoyo, un gesto amigable, incluso si iba a ser rechazada. Pero no, al contrario, el Hyakuya la aceptó apretando ligeramente el agarre, vio su pálido rostro y aprecio de cerca como las lágrimas comenzaron a salir de sus rojizos ojos.
—Oh no.
Por esta ocasión no se asustó, sólo lo dejo desahogarse, no estaba segura cuando fue la última vez que lloro, pero si entendía que debía hacerlo si quería seguir adelante tratando de curar sus heridas.
—Todo estará bien, descuida.
Su voz se volvió apacible y el tacto de sus manos dejaron su regazo, concentrándose en el cabello del rubio. Ahora que es capaz de reaccionar, ¿Cuando llegaron a eso?, hasta hace un tiempo Zorash deseaba un arma para matarlo y ahora se siente abrumada por el dolor que experimenta su compañero, realmente se volvieron cercanos, amigos.
—¿Qué es...?
Sin querer, Zorash se topó con un par de orejas puntiagudas debajo de todo ese vasto cabello rubio. Su reacción natural al sentirlo fue volver a tocarlas, asegurándose que no se trató de un error, pero fue justamente esa inocente acción de curiosidad un motivo por el que pudo obtener el premio que jamás esperó, un dulce y llorón Mikaela con el rostro inundado de un tono carmesí y un par de orejitas adorables, ¡Más sus ojos rojos viéndola apenado!
En un arrebato de vergüenza tomó las manos de ella, alejandolas de esa zona que tanto lo apena y se levantó, caminando avergonzado lejos de su compañera, específicamente en una esquina de la habitación siendo seguido por ella que contenía una risilla.
—Disculpa, pero, ¡Es adorable!
—No, es horrible.
—Que no.
—Zorash.
Con intenciones de molestarlo volvió a acercarse a él, acorralandolo contra la pared, gracias a los nervios de Mika fue sencillo y viendo que no había señales que impidieran hacer su travesura sonrió, llevando sus manos de nuevo al rostro del rubio de cabello revoltoso, tocando sus tiernas orejas de vampiro.
En ese momento Mikaela no quería verla, sentía repulsión por esa zona de su cuerpo, por ello es que jamás las mostraba, pero ahora alguien lo sabe y las vio.
—Llorón, escúchame.
Se negó a verla, pero ella lo obligó a hacerlo, pues busco su rostro hasta tenerlo de frente y así estar segura de que haría caso a sus palabras.
—Las orejas son tuyas, no de ellos, después de todo siguen siendo una parte de tu cuerpo —Ligeramente mordió su labio inferior, buscando más palabras—. Si quieres ocultarlas esta bien, pero no las odies, dañará tu corazón más de lo que crees, además son super monas —Una risilla se escapó de sus labios antes de seguir—. Por otra parte tenemos a Yuu, descuida, nada malo va a pasar y te aseguro que podrás ir con tu querida familia que es Yuu, ¿Si? —Cómo si le hablará a un niño suavizó el tono de su voz a la vez que sujetaba su terso rostro rojizo a causa de... —, ahora deja de llorar que mi corazón no lo tolerará y se unirá a ti.
Confundido la vio y parecía ser verdad. El rostro de Zorash no era ese mismo rudo y duro que conoció, ahora aprecia estar al borde del llanto. Sus ojos eran cristalinos por culpa de las lágrimas que amenazaban con desbordarse de sus orbes y sinceramente no quería verla así, solo dolería, y ya no quería más de ese pesar en el corazón de un amigo.
Intentando calmar sus preocupaciones retiró las manos de la joven de sus orejas y en su lugar las envolvió casi por completo en un delicado apretón. Ella poseía manos suaves, pensó que antes de la catástrofe ella vivía una vida cómoda y al parecer acertaba, solo debía fijarse en su ropa o particular andar o los modales que en ocasiones tiene sin querer. Esta vez la vio al rostro y se encontraba exactamente como hace medio minuto, preocupada.
—¿Cuanto quieres apostar?
La repentina voz saliendo rasposa lo sorprendió así que apretó un poco más su agarre.
—¿Disculpa?
—Sobre Yuu, estoy noventa y nueve por ciento segura que vendrá antes del anochecer, ¿Quieres apostar?
—No hay dinero.
—Otra cosa como la cama o el baño, yo que sé.
El silencio parecía ser el arma secreta del antes dueño del color zafiro, por lo que los hombros de la muchacha de menor estatura empezaron a tensarse.
—Si pierdo descansaré en la regadera, ¿Te parece?
—Y si gano — La buena vibra estaba llegando de golpe y con ello la sonrisa en la cara de Zorash— duermes conmigo.
—Trato hecho.
Vaya que no espero eso, sería una apuesta interesante que no cumplirían en ese lugar.
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