Capítulo 20.
Susurros recurrentes en la oscuridad de esa gran habitación se fueron volviendo cada vez comunes, ya no sólo se trataba de sangre o discusiones sin sentido, ahora iba más allá de lo esperado, una bonita amistad que con el tiempo florecia de la forma más hermosa que podía existir.
La humana que antes temía y desconfiaba de un reconroso y serio vampiro, ahora siendo amigos que comparten anteriores vivencias a la medianoche con sólo la iluminación de la luna y el sonido de los grillos en el descontrolado césped.
Con los días el de anteriores ojos azules descubrió que Zorash tiene —O tenía— una hermana mayor que adora tanto como a Ro, pero su relación se fracturó gracias a las intervenciones de un padre controlador el cual Camila —Su hermana— no estuvo dispuesta a soportar y sin más salió por la puerta, emprendiendo su vida a los veinte años con una amiga de la infancia, fue reciente según cuenta y en verdad lo siente y espera que en algún momento lla se reuna de nuevo con su familia, al igual que el resto que habitan en esa casa.
Igual que él, Zorash escuchó con atención las razones de Mika para quedarse tantos años con aquellos nobles y soldados vampiros en su reinado de terror, comprendió medianamente lo difícil que debió ser esa experiencia y lo horrible que fue estar lejos de su único querido hermano y sobre todo cargar en sus hombros con la terrible culpa de la muerte de su familia Hyakuya a base de un plan con buenas intenciones que al final no salió como la esperaban, esperanzas rotas como el cristal y la sangre escurriendo fueron las memorias de ese día.
—Y en tu perfecta vida de estudiante, ¿Saliste con alguien?
Habían hablado de su infancia, con detalles y liberándose de sus respectivas cargas, pero de la liada vida amorosa de adolescentes no, ese tema era uno de millones que faltaba por discutir.
—No, pasó esto justo cuando iba a tener una cita con el chico que me gustaba.
Impresionado por su respuesta intento divisarla en la oscuridad sin tener éxito, ella se envolvió convenientemente entre las cobijas.
—¿En serio? —Su voz sonó ligeramente grave sin razón y una mueca que no sería vista se hizo presente—, ¿Como era?, es decir... ¿Qué pudo tener él para que llamara tu atención?
—Él es o era —Advirtió haciendo notar sus palabras y soltando un largo suspiro— lo que definiría como encantador.
—¿Perfecto? —Respondió curioso, en su mente intentaba imaginar al tipo y nada aparecía con éxito más que una vieja serie que veían en el horfanato—, ya veo... Un príncipe a tus ojos, ¿Correcto?
—No necesariamente un príncipe o alguien que destacará por ser la perfección hecha persona.
—¿Entonces? —Insistió en mirar desde su cómodo sofá a la cama, esperando escucharla.
—No era de los primeros en clase, de hecho sus calificaciones eran promedio.
—¿Y que más?, no creo que tocará tu corazón de acero por sus indestacables notas.
—Él me gustó por absolutamente todo lo que conformaba a su persona, mientras más lo conocía más hacía latir mi corazón —Otro suspiro, van dos en la misma conversación—. Su forma de hablar siempre me tranquilizaba en mis temidas exposiciones o cuando tropezaba y quedaba en una mala situación él era el primero en animarme con su linda sonrisa, ¿Y sabes? —Solo un "¿Hmmm?" fue capaz de asomarse por la garganta del rubio—, adoraba su sonrisa porque cuando lo hacía alrededor de sus ojos oscuros se formaban finas líneas y tímidamente cubría su rostro...
Quizá no debió preguntar aquello, Mikaela jamás llegó a pensar que recibiría una respuesta positiva a su curiosa incógnita y ahora el pobre chico se encuentra conteniendo unos irritantes impulsos de interrumpir la charla y cambiarla por otra menos abrumadora, pero no es capaz de hacerlo por dos motivos.
1. Zorash abrió sus sinceros sentimientos porque él preguntó.
2. No podría poner sus deseos por encima de los de ella.
Así que totalmente resignado escuchó cada palabra melosa y expresiva que salía de la boca de su amiga y compañera de habitación que contaba con un toque de ternura el como comenzó a gustar del muchacho "encantador" de sonrisa enternecedora, modales de primera y transparencia estremecedora ante aquellos que sobrepasaban sus límites. Por cómo ella lo descubrió incluso llegó a creer que él era un buen chico y probablemente la mejor opción como novio para Zorash, pues sonaba cómo su complemento ideal, pero sólo esa idea resultaba borrosa e irritante.
—Te gustaba mucho, ¿A dónde querían ir de cita?
—Quedamos en una heladería y después a un café.
—¿Te sigue gustando?
—No lo sé —Quinto suspiro—, solo espero que este bien.
—Parece buen chico.
—Lo es.
—¿Y tu?
—¿Yo qué?
—¿Te llegó a gustar alguien?
—En mi vida humana no llegué a sentir algo por alguien y con los vampiros jamás, preferiría morir antes que salir con uno de ellos.
El tono utilizado en el joven de colmillos fue notoriamente de desagrado mezclado con seriedad, realmente no quería fijar su atención en un vampiro y eso quedó claro en Zorash.
—Bueno, ¿Y que tal si te hubieras dado una oportunidad con alguien?, no estarías diciendo esto.
—Te aseguro que no, nunca estaría con alguien tan despreciable.
—Mikaela.
El sonido del colchón y las cobijas moviéndose a un lado llamaron la atención del mayor, viendo la figura de la chica sentada y reposando su espalda en la cabecera de la cama lo obligó a mejorar su posición, estiró los pies y llevó sus manos detrás de su cabeza, permaneciendo acostado en el sofá.
—Dime.
—¿Eres tonto o algo así?
Esperaba cualquier cosa menos eso, casi se cae al piso por la impresión, afortunadamente no pasó.
—¿Y ahora por qué me dices "tonto"?
—Haces juicios apresurados.
—No me digas eso cuando tu eres la experta.
—Estoy hablando de ti, no de mi.
—Como sea, no soy un tonto.
—Juzgaste a los amigos de Yuu, viviste lleno de resentimiento hasta ahora y siempre das por hecho las cosas que aún no suceden.
—Supongo que es de esperarse luego de estar entre la basura desde pequeño, ¿No crees?
—Puede ser contraproducente.
—Y esto fue porque dije que jamás estaría con un vampiro.
—Yo dije que me desagradarías hasta la muerte y mira —Lo señaló con el dedo acusador unos segundos.
—Da igual, duerme.
—Ya te enojaste, que novedad.
—No estoy enojado.
—Es tan fácil saberlo, apuesto que ahora estas frunciendo el ceño y te estás llevando la mano a la cara.
Asustado porque es exactamente lo que hizo hace nada se aclaró la garganta sin responder con palabras, dándole la razón.
—Punto para mi.
Tal vez si tenían riñas, pero la mayoría tenía razones justificadas y el resto solo eran tontas peleas de niños imprudentes que hacían lo posible por no morir en el caos de los soldados rondando —De los cuales Yuu ya se había encargado varias veces— y uno que otro inconveniente de comunicación hacia el ejército.
Cuando el momento en que Mikaela necesitaba sangre llegaba, él trataba de ser el ser más discreto del mundo. Caminaba hacia Zorash y entablaba una conversación hasta que le decía lo obvio —Al menos para ella, descubrió el método al tercer intento, siempre seguía el mismo patrón— en donde accedía al instante o en algún momento de ese mismo día, dependiendo.
—Vamos al cuarto.
Mika se sentía más seguro bebiendo en la habitación compartida, pues ahí nadie entraría a menos que fuera urgente y eso no pasaba desde que Alex salió y trajo por accidente a Yuu así que no había problemas, sin embargo esta ocasión a Zorash por extrañas razones mañaneras pensó en una magnífica idea.
—Nadie se ha levantado, puedes hacerlo aquí.
El Hyakuya al escucharlo abrió ligeramente la boca haciendo una pequeña "o" con sus labios que no duró mucho tiempo ya que de inmediato negó con la cabeza.
—Sara o tu hermano pueden bajar en cualquier momento.
—A esta hora ni los pájaros se han levantado, además la cocina no es su primer punto.
—Igual.
—Pierdes más tiempo pensando que haciendolo, Hyakuya.
Dudoso y tembloroso se quedó viéndola en silencio, examinando cuidadosamente la situación hasta que finalmente accedió. La hizo retroceder hasta uno de los muebles, se aseguró que el cuello de su camisa no estorbara y al hacerlo inclinó su cabeza e incrustó sus afilados colmillos en su piel, succionando lentamente cada gota que su cuerpo permitiera tomar.
Los gritos ya no eran una opción, ni los sollozos, pero lo que en definitiva seguía presente eran las suaves quejas y el nuevo hábito que Zorash encontró para manejar su dolor. Aferrarse a los brazos de Mikaela, no había más.
Pudieron tener la peor de las suertes, porque en ese momento un inoportuno chico de ojos esmeraldas entró de golpe a la cocina, sobresaltando a Zorash y Mikaela, pero no al punto de volverla a lastimar en su cobardía, ya no.
—Mika.
Fue lo único que salió de los labios del azabache en su pequeño transe. Al menos aprendió una lección, tocar la puerta antes de entrar a un lugar.
—Mikaela.
La voz de Zorash fue el indicativo, dejó de beber y con el máximo cuidado se separó, antes de prestar atención al muchacho impactado se aseguró que el cuello de la más baja dejará de sangrar, un leve empujón de ella directo en su pecho fue el gesto que necesitaba, Zorash estaba bien.
Ambos desviaron su atención al soldado que demostraba en sus pómulos un notorio color rojizo, fruto de la vergüenza de irrumpir en un momento poco acertado o cómodo.
—Disculpen.
Fue lo primero que pudo articular.
—Ustedes sigan, me iré ahora.
La incomodad era evidente, ni siquiera pudo disimular su nerviosismo. Sus pies tropezando y sus balbuceos lo delataban.
Finalmente, después de chocar contra la pared dos veces se fue, dejando una escena graciosa para ambos causantes de su torpeza.
Por una parte una risa desbordando ternura y otra una sonrisa amigable. La primera de Mikaela y la segunda acción de Zorash.
—Es un poco tonto, pero es buen chico.
—Es muy tonto, pero así es Yuu-Chan.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top