Capítulo 19.

Cuando aceptaron la presencia de Yuu en casa jamás imaginaron que sería una bomba que al combinarse con el rubio se tornaría explosiva.

Risas y bromas se resumía el tiempo de ese par de hermanos.

Claro que Yuu también disfrutaba de fastidiar con éxito a la pequeña Alex, vaya don que poseía el azabache pues nadie en la vida había irritado de tal manera a la chica y de ello es testigo Zorash.

Mientras que los dos pelinegros discutían Mika y Zorash siguieron metidos en sus asuntos, quizá pasando más tiempo del necesario a causa de sangre y uno que otro nuevo tema de conversación en el que algunas veces terminaban distanciados por las distintas opiniones, pero que pronto se veían obligados a resolver por Marina que no toleraba un ambiente pesado en su mismo espacio.

Un mes más pasó como si nada y señales de mejoría no había, incluso los vampiros seguían circulando o al menos eso decían los Hyakuya luego de sus rondas en que tranquilamente contaban como habían asesinado a algunos soldados del otro bando. Charlas que en sus vidas imaginaron tener como un tema para el desayuno o la cena en presencia del tierno Anthony que lucía igual de alegre que el primer día en que todo eso comenzó, a veces deseaban tener la alegría de esas adorables mejillas rosas en tiempos de apocalipsis.

—Hasta yo sé cómo hacerlo.

La voz burlona de cierto vampiro retumbó en los oídos de Sara, que para ese punto ganas de lanzarle un sarten no le faltaban.

—Entonces te pediré el enorme favor que lo hagas, me largo.

La repentina confianza en el aire también orillo a Sara a tenerla con los dos nuevos miembros del club, ya no trataba con sigilo a los chicos como en un principio, sino que ahora incluso les hablaba como a los hermanos menores de sus amigas.

—Esta bien, ve a recostarte.

Le dijo entre pequeñas carcajadas el de ojos rojos a la morena.

—No vayas a hacerlo mal o te obligó a comerlo.

—Entendido mi señora.

Minutos transcurrieron luego de la conversación con la hermana del bebé de la casa hasta que apareció por la puerta una agitada Zorash. La observó en silencio sin disimular con intenciones de que esa acción fuera suficiente para hacerla hablar.

—Tu hermanito no para de hablar.

Un "Ah" bastante largo fue suficiente para entenderlo. Si, era agradable tener de regreso a un integrante de su familia, pero no negaba el hecho de que el soldado a veces solía ser un parlanchin.

—Ocultame aquí hasta la cena, ¿Si?

—Te va a encontrar —Respondió apagando con éxito la flama— y no puedo hacer mucho. —Finalmente dio la espalda a la estufa prestando atención a la chica delante suyo.

—"No puedo hacer mucho" —Tontamente imitó el tono de voz del más alto causándole una risa que se ha vuelto común escucharla desde la aparición del otro Hyakuya—, eres un vampiro que ha matado a tantos soldados, ¿Y no puedes esconder a una chica de tu hablador hermano?, ¿En serio?

—Podrías decirle que pare.

—Lo hago y sigue hablando de una tal Shinoa y de un chico malhumorado.

—Su nueva familia.

Una sonrisa asomándose de sus labios dio a entender a la joven que ya había comenzado a aceptar ese hecho.

—Bien. Quédate aquí.

—Muchas gracias señor Hyakuya.

Se acercó hasta él, verificando que es lo que hacía como cena, entre risas se aferro a su brazo comentando lo increíble que le resultaba algunos comportamientos del chico, porque debía admitir que la primera impresión no fue buena, al menos ahora podían hablar sin matarse cada diez minutos y todo gracias a los extraños acontecimientos que los obligaron a estar juntos más del tiempo que hubieran anhelado.

—Aunque ya no pueda comer como antes sé cómo hacerlo.

—Y vaya que si, deberías hacerlo más seguido o instruirme.

—Y estaría dichoso de hacerlo —Siguiéndole el juego revolvió su cabello aprovechando que es de las pocas veces que lo lleva totalmente suelto—, aunque sea para que sobreviva cuando vivas sola.

—Si, pero antes de que todo esto pasara tenía un maravilloso plan en dado caso de no aprender. —Se defendió sosteniendo ambos brazos del chico o mejor dicho, sus mangas de la camisa.

—¿Y me puedes decir cuál es ese "maravilloso plan" —Rodó los ojos de sólo imaginarlo— que seguramente es tan malo como el humor de un profesor de historia?

—Si mi antiguo profesor te escuchará en estos momentos estaría lanzandote el plumón a la cabeza.

—Lo imagino, ahora dime que muero por saberlo.

—De acuerdo —Tomó una bocada de aire y sonrió, logrando que involuntariamente las pálidas mejillas del joven se tornarán rosas cual fresas en temporada—, planeaba pedir comida a domicilio de vez en cuando o sobrevivir en base de recetas de internet.

Un par de parpadeos de él fueron suficientes para predecir las risas que pronto inundaron la cocina.

—En mi mente sonaba bien hasta cierto punto. —Se excusó apretando los labios.

—No sé qué decirte —Pronunció sujetandola de los hombros haciendo que lo viera—, al menos encontraste soluciones.

—Ro es quien tiene el don culinario y yo puedo hacerlo, un poco lento, pero lo hago.

—Eso puedo verlo.

—Entonces... ¿Que cenamos?

La vio unos segundos y sin guardarlo volvió a sonreír, mostrando sus colmillo. Acercandola un poco más a él y a la estufa comenzó a explicarle la preparación de la comida y por supuesto lo que era, solo por si un día a ella se le llegaba a antojar aquello.

Su cercanía y risas en ese instante lograron confundir a cierto pelinegro que ingresó a la habitación en silencio, sus ojos esmeralda quedaron abiertos y sin parpadear más de quince segundos en lo que su mente intentó conectar cables y quizá no debió hablar hasta que el sistema estuviera en perfecto estado.

—Parecen cercanos, ¿Debería retratarlos?

Su voz interrumpiendo la amena conversación sobre comida guió la vista del rubio y la chica a Yuu, que pronto obtuvo en su rostro una expresión de arrepentimiento, dijo lo primero que pasó por su liada mente.

Avergonzado soltó una risilla que sólo hizo que ambos lo observarán con una pizca de curiosidad, cuestionando solamente con sus respectivos ojos al pálido azabache que se limitó a hablar con timidez.

—Se ven bien juntos.

Los señaló, fue hasta ese momento en que cayeron en cuenta de lo cerca que estaban y de lo poco que les importó el incremento de contacto, para sorpresa no hicieron nada para remediarlo, permanecieron de la misma forma hasta para dar una sencilla explicación.

—Le enseñó a Zorash como hacer esta cena, si algún día le da hambre.

—Voy entendiendo, fácil y rápido.

—Lo puedes entender a la perfección, pero no puedes hacer nada si le sigues temiendo al fuego. —Replicó el más alto frunciendo el ceño.

—Siento que los cerillos quemaran mi dedo.

—Bueno, ¿Entonces planeas cocinar los alimentos con aire? —Bajando su cabeza a su altura le preguntó con un tono relajado.

—No me regañes. —Contestó apretando los labios.

—Para dar el primer paso debes enfrentarlo.

La escena que Yuichiro seguía viendo le pareció en cierta parte algo lindo, la última vez que vio a Mikaela creyó que terminaría asesinado por los mismos vampiros que lo acogieron o por algún miembro del ejército japonés, pero afortunadamente la vida tuvo otro plan y fue guiarlo hasta esa pequeña nueva familia de la que sin duda ya era parte, aunque su despistado hermano no se diera cuenta de ello.

—Lindos.

Sus chillidos de niño volvieron a llamar la atención de Zorash y el vampiro, siendo consciente de eso soltó una sonora carcajada, intentando relajar el ambiente nervioso que se formó en su aura.

—¿Cómo qué "lindos"?

Preguntó ella cruzada de brazos, sin notar la mirada ofendida de cierto rubio.

—No dije nada —Dio unos cuantos pasos atrás, abriendo por consecuencia la puerta y desapareciendo de la cocina.

—Oye. —La voz de Mika resonó en el pequeño espacio que compartían, causando un escalofrío en la menor.

—¿Qué?

—¿Insinuas qué no somos lindos?

—No y ahora dime, ¿Cómo uso los fósforos sin quedarme sin mano en el intento?

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