Capítulo 13.
-No lo haré y esta dicho, jamás.
-Mikaela, piénsalo.
-No hablaremos de eso.
Respondió con total seriedad.
-No, no dejaremos de lado porque es un asunto importante que no debes ignorar por tus malditos...
Zorash no estaba enojada, si ese fuera el caso ya estaría yéndose a otra habitación. Se encuentra preocupada, ha visto los ataques y siempre transcurren más pronto que el otro, por lo que intuye que es cuestión de horas que el próximo se presente.
-No te lo tomes tan a la ligera.
-No lo hago.
-Parece que si.
-Me odiabas hasta hace unos días, ¿Que ha cambiado?
-No puedo decir que te odio, ahora acepte a que vivas aquí.
-Si no soy de tu agrado no veo el porque ese comportamiento.
-¿Que alguien no puede preocuparse por su semejante sin que reciba cuestionamientos?
-Zorash, en serio no hablemos de eso.
-Mikaela.
-Deberías dormir, los otros ya están en silencio.
-No quiero dormir. Hablemos de otra cosa.
-¿Cómo conociste a tus amigos?
-¿Quieres escuchar?, porque será una joya de anécdota.
-No tengo nada mejor que hacer.
-A Alex y su hermano los conocí cuando tenía once años.
-No hace mucho entonces, tienes quince.
-Silencio -Lo vio sería en modo de reclamo, unos segundos después continuó-, por otra parte a Sara y Marina los conocí en la secundaria, siendo Marina la primera que me habló para pedirme prestado un plumón.
-Vaya sorpresa, amigas por un plumón.
-La mejor historia, ¿No?
-Merecedora de un premio.
-Debería escribir un libro.
-Te emocionas.
-En realidad no.
-¿Por qué lo haces?
-Es entretenido, te distraes y me distraigo, ¿No es cool?
-Un poco.
-Primera vez que te quiero animar y me sales con esto.
-Lo lamento, no estoy de humor.
-Cómo sea.
-Duerme, ya es tarde.
-Podré dormir, ¿Pero tu?, estarás en vela porque el dolor aparecerá.
-No me maldigas.
-Sabes que no lo hago, te digo la verdad.
-No quiero escucharla.
-Tienes que hacerlo.
-No siempre es lo mejor.
-¿Quieres que te mienta?, pues no.
-Dejemos el tema, lo repito.
-Iré al baño.
Con cuidado se levantó de la cama con un poco de ropa extra e ingresó al baño, cerrando con seguro detrás suyo, lo que le dio la señal que se iba a bañar.
Tardó un poco más que de costumbre ahí dentro, quizá fue porque antes habían tenido una pequeña discusión o realmente quería tener ese momento de privacidad luego de días de estar en un mismo recinto.
-¿Ahora si dormirás?
Dijo cuando la vio salir del baño con esa ropa cómoda y el cabello mojado.
-¿Qué más puedo hacer si no es eso?
Respondió metiéndose entre las cobijas.
-Apagaré las luces.
-Por favor.
Haciendo la acción que dijo la luz de la habitación desapareció.
Zorash podía escuchar como el rubio se quitaba su vestimenta pesada, lo típico, la capa, sacó y botas que siempre dejaba a un lado del sofá.
-Mikaela.
-¿Qué?
-Debe ser incómodo usar todo el tiempo esa ropa.
-Un poco.
-No es necesario que lo uses a diario, ya no estas en ese lugar.
-Es la costumbre.
-Lo que no puedo negar es que la capa está cool.
-Intenta usarla mañana, te quedará enorme.
-No eres tan grande.
-¿De verdad crees que no soy grande?
-Exactamente es lo que digo, no eres muy grande así que me quedaría relativamente bien.
-Pff. Duérmete, necesitas descansar.
-Hyakuya.
-¿Ahora qué?
-Duerme.
Luego de eso no volvieron a hablar, se dedicaron a descansar unas cuentas horas, al menos hasta que el sol volviera a colarse por las cortinas de la mañana siguiente, sin embargo las cosas no siempre salen como se tienen previstas.
Como ya se esperaba que sucediera, Mika comenzó a sentir dolor intenso en su garganta que poco a poco con el paso del tiempo se iba extendiendo al resto de su cuerpo. Al principio lo ignoro, pero se hacía cada vez más complicado el disimular que perdiendo el control de sus sentidos no pudo evitar soltar un halarido que alarmó a su compañera.
-No puede ser.
Asustada se levantó de la cama y se dirigió al suelo, donde había caído el de ojos azules por causa de las arcadas.
-Estamos en ceros
-V-vete.
Soltó por lo bajo agarrándose el cuello con una mano y con la otra que tenía libre intentaba alejarla.
-Deja de hacer eso -Frustrada elevó un poco el tono de su voz con la esperanza de que nadie haya despertado -, ya no nos queda sangre.
-¿Qué... P-planeas qué h-haga?
-Hmmm...
Estaría loca, definitivamente para pensar en ello es señal de que estaba perdiendo su cordura, al menos eso le pasó por la cabeza en cuanto propuso en voz alta una idea que jamás hubiese propuesto
-Beber mi sangre.
Por unos segundos el dolor pareció cesar, tal declaración lo había dejado helado.
-N-no.
Consciente de lo que acababa de salir de su boca no se retractó de esa decisión.
-No tienes elección.
-No lo haré.
-Así tu no quieras haré que lo hagas.
Totalmente consumida por la desesperación dejó al descubierto su cuello, haciendo a un lado la tela de la playera café que llevaba puesta, dicha acción había vuelto a Mika perplejo, por la sed que sentía en ese momento y los instintos se lanzó contra la menor apriosionandola contra el frío suelo.
-Date prisa, es como una aguja, ¿No?
Sin escucharla con claridad asintió, acercó temerosamente sus colmillos a la piel de la chica, no dudo más o de lo contrario era posible que pudiera lastimarla sino actuaba pronto.
-Diablos...
La sangre comenzo a correr por su cuello y los labios del rubio de movieron succionando con desesperación el fluido carmesí. Los quejidos de dolor cada segundo más constantes de Zorash hicieron que Mikaela volviera en sí, alejándose buscamente de ella haciendo que lo golpeará en el abdomen por lo repentino que fue esa acción que la lastimó de donde hace unos segundos estaba bebiendo como un maníaco.
—Eres un...
Adolorida se arrastró hasta su mochila, buscando sin cuidado con ambas manos algo que le ayudará a curar su cuello que no dejaba de sangrar por el desgarre que provocó el mayor.
Él observaba los movimientos de la chica con cuidado y vergüenza, quería ayudarla, pero temía asustarla más, por lo que se quedó en la esquina sentado abrazando sus piernas.
—Dios.
La siguió con la mirada cuando se levantó del suelo con una bolsa directo al baño, donde encendió la luz y comenzó a curarse con muecas la herida, parecía dolerle.
—Perdón.
Susurró, claro que sus palabras no fueron escuchadas, un poco más tranquilo fue con ella quedándose de pie en el marco de la puerta.
—Lo siento, en verdad lo siento mucho.
—Ya no importa, disculpa aceptada, pero eso no curará mi cuello.
Volteo a verlo para seguir hablando, en cambio de eso dejo caer el algodón con sangre al suelo a causa de la sorpresa, sus ojos se abrieron y en su boca se había formado una "o". Apresurada e incrédula camino a él rubio tomando su rostro entre sus manos dejándolo aturdido por tal movimiento de quien supuestamente lo detesta.
—Tus ojos, Mikaela tus ojos.
Confundido por sus palabras y el tono extrañamente sorprendida en su voz se dirigió al espejo dañado. Al verse comprendió la razón.
—Soy...
Le dolía decir aquellas palabras.
—Está bien, esta bien, esta bien.
Repitió tratando de tranquilizarlo tomándolo de las manos llevándolo a sentarse en la la taza del baño.
—No pasa nada, respira hondo.
Al menos donde había mordido hace unos minutos ya no sangraba y eso era bueno, lo negativo es que por lo sucedido no alcanzo a poner una gasa y ardía por el medicamento.
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