Capítulo 5

Quería un cambio, sentirme diferente, y sin pensarlo más, fui a la peluquería. Necesitaba urgente un cambio de look.

En cuanto me vi con mi nuevo flequillo me pareció divino y sonreí al instante. Amaba el flequillo, pero había dejado de usarlo desde que Leandro y yo habíamos vuelto.

De pronto, sonó mi celular. Era él.

_ Hola, amor.

_ Hola, pequeñita ¿Cómo estás?

_ Muy bien. Adivina.

_ ¿Qué cosa?

_ Me hice un pequeño cambio de look – sonrió.

_ ¿En serio? ¿Qué te hiciste? – sonreí.

_ Me recorté el flequillo.

_ Ah. Te dejaste flequillo...

Sentí que no le pareció del todo y sin importarme, volví a sonreír. Advertí que estaba en su auto.

_ ¿Y dónde estás?

_ Estoy aquí en el auto. Voy a buscar a mi hija, que está donde mi hermana.

_ ¿Y por qué no vienes a verme un ratito, entonces?

_ Ay amor. No puedo, estoy retrasado...

_ Ah...

Me entristeció que no quisiera venir a verme. Que no tuviera tiempo para mí. Me sentí muy triste, con rabia y Leandro lo advirtió.

_ ¿Cariño?

_... Si.

_ ¿Qué pasó?

_ Nada... Es que me da tristeza que no puedas venir. Que no tengas, al menos, un tiempo para mí.

_ Porque tengo a mi hija a donde mi hermana.

_ Pero no nos hemos visto ¿Qué te cuesta pasar a verme? Andas en tu auto – frunció el ceño y dio un suspiro con pesadez.

_ ¡Ay! Bueno, voy a pasar un rato, así que arréglate y hace todas esas cosas que haces – sonreí.

_ Si. Te espero...

Corrí a retocarme un poco; no quise cambiarme la ropa, porque encontré que así me veía bien.

Sonó el celular y era él quien me avisaba que ya había llegado...

Me subí a su auto y nos saludamos con un beso.

_ ¿Cómo estás?

_ Bien, ahora mejor – le sonreí - ¿Y tú?

_ Cansado. Aún me duele la espalda. Tengo que ir a buscar a Catalina a donde mi hermana. Es que pasó el fin de semana allá.

_... Ah.

_ ¿Y tú? ¿Cómo estás?

_ Bueno, la verdad, no he estado muy bien de ánimos.

_ Pero debes hacerte el ánimo. No puedes seguir siempre así. Lo demás ya pasó.

_ ¡No ha pasado! ¡Y me da mucha tristeza que no lo entiendas! ¡No es fácil!

_ Lo sé y te entiendo, pero debes seguir adelante.

_... – me dieron ganas de llorar.

_ Debes hacerlo por ti.

_... Lo sé... pero siento que, en todos estos últimos días, tú no has estado cuando yo te he necesitado.

_ Porque estoy ocupado.

_ ¡Es que siempre estás ocupado! ¡Siempre tienes otra cosa más importante que yo!

_ Eso no es así.

_ Pues yo así lo he sentido. Cada vez que quiero salir contigo, tú no quieres.

_ ¡Porque no me gusta salir! Tú sueles siempre salir con tu amiga al centro comercial, o a cualquier parte, y yo no. No me gustan los cines, los centros comerciales, ir al Macdonals, ni compartir con tu familia.

_... Pero ¿Y qué hay con la invitación de mi madre para que vengas a almorzar? – dio otro suspiro con pesadez. No le parecía agradarle aquella idea.

_ Sabes que no me gusta estar en reuniones, fiestas y todas esas cosas familiares.

_... ¿Eso significa que no vendrás, entonces, nunca a almorzar?

_...

Me sentí aún más triste, desilusionada y con un nudo en la garganta, mi mente solo me dijo una y otra vez:

<< No, esto no es lo que realmente quiero para mi vida >>

<< Él no va a cambiar nunca >>

<< No me ama, como yo si >>

Leandro me miró.

_ No entiendo porque te preocupas tanto por ese tipo de cosas.

_ ¡Porque para mí son importantes! Nuestra relación, esto que somos, no es como las otras relaciones. Como son las de mis primos.

_ ¡¿Por qué insistes en compararnos!?

_ ¡Porque es así! Me encantaría que pudiéramos salir, ir a tomarnos un helado, o irnos de paseo, los dos solos, pero a ti no te gusta.

_...

_ Ahora me doy cuenta lo diferente que somos.

_ Claro que somos diferentes y eso tú lo sabías. Yo te lo dije y tú me dijiste que eso era lo bonito de estar con una persona.

_ Porque en ese momento no sabía que eso era imposible. Se supone que, en una relación, los dos se aman y se aceptan lo bueno y lo malo del otro. No se hacen críticas, o se burlan.

_ Yo solo te he hecho críticas buenas. Criticas que te ayudan, ahora, si te afectan...

_...

Tenía un nudo en la garganta. No podía hablar, más me sentía de lo peor.

Volví a mirarlo y esta vez lo hice con detenimiento y no me agradó lo que estaba viendo.

_ Me gusta que estés bien, que te veas bien. Por ejemplo, no me gusta ese vestido que traes puesto – más me desilusioné.

_ Creí que si te gustaba.

_ No. Esas mangas englobadas y ese color, pareces una abuela.

_...

_ Es mi gusto, además de ese flequillo. Sabes que nunca me ha agradado – me dieron ganas de llorar.

_... Bueno, a mi si me gusta...

Lo miré, pero ya no era como antes. Algo murió en mí.

<< Realmente ¿Es esto lo que quiero? >>

<< Somos muy diferentes para seguir juntos >>

Leandro me abrazó y yo tiesa, ya no era ese abrazo especial, que a mí me encantaba. Ahora era frío y sin sentimientos de nada.

Miramos, en silencio, el cielo oscuro por unos momentos y yo luego tomé el celular, para ver si tenía algún mensaje. Toqué la pantalla y Leandro miró un fondo de Barbie que yo tenía.

Sonrió con burla.

_ Tienes una Barbie de fondo.

_ Si. Es mi Barbie favorita.

_ La niña que nunca tuvo Barbies... – dijo con ironía y yo lo miré con mucha rabia y tristeza.

_ Si ahora compro Barbies es por recuerdo a mi padre. Él me compró muchas, muchas Barbies. Que te quede claro.

_...

Sentí que ya no había nada más que hablar y Leandro dio otro suspiro.

_ Bien, ya tengo que irme, pequeña.

_ Ok...

Volvió a abrazarme.

_ Te amo mucho.

_...

No me salieron las palabras y solo le di un arisco y frío abrazo. Ya no sentía nada.

Leandro notó mi distante abrazo y mi fuerte silencio frente a sus palabras.

_ Oh. Se nota que también me amas mucho...

Dijo otra vez con ironía y yo me bajé del auto. Esa vez fue diferente, porque siempre me volteaba a mirarlo para despedirme, pero ahora no. Solo abrí la puerta y me entré a la casa.

Mi madre y abuela me vieron triste y comenzamos a hablar de mi extraña y tóxica relación con Leandro, en la que rompí en llantos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top