2. Presentación formal

Estaba teniendo un sueño placentero cuando de pronto escuché el timbre de mi puerta, abrí los ojos con pesar y los volví a cerrar porque los rayos del sol estaban invadiendo la habitación.

Ya había amanecido y eran casi las nueve de la mañana.

El timbre, volvió a sonar dos veces más y —contra mi voluntad— tuve que levantarme. Estaba a punto de salir tal y como me encontraba... DESNUDO, pero preferí tomar una toalla y envolverla en mi cintura. No podía ser nadie conocido porque muy pocos estaban al tanto de dónde vivía y los que sabían, no se atrevían a visitarme sin previo aviso —aun ahora— porque conocen lo malhumorado que soy.

Me dirigí a la puerta y al nada más abrirla...

—Buenos días —Me saludó él, con su casco amarillo y gafas de sol. Su cara hermosa, barbilla cuadrada adornada por una escasa (casi nula) barba castaña, nariz recta, labios carnosos y voz profunda.

No llevaba camisa, como de costumbre, esa vez llevaba puesta una camiseta negra remangada, que me dejaba ver y deleitarme con sus brazos fibrosos. Sus manos estaban cubiertas por guantes de obrero, que las hacían ver muy grandes. Sobre la camiseta llevaba un chaleco reflectante amarillo a juego con su casco y tenía puesto unos pantalones jeans anchos con grandes bolsillos. En su estrecha cintura, un cinturón con un martillo, una cinta para medir y una especie de escuadra. En las manos una tabla y un bloc de notas.

Vaya que lucía ardiente.

—El señor comediante —dije de manera sarcástica— Buenos días.

—Disculpe, no fue mi intención faltarle al respeto ayer, simplemente usted apareció en el momento justo, haciendo parecer, quizá, que nos burlábamos de usted. Mi nombre es Gun Atthaphan, soy el Jefe de Obras de los nuevos edificios y solo vine a darle una información.

Todo eso lo dijo casi con una voz de perro regañado, un poco sonrojado, aunque muy seriamente, mientras me mostraba un carnet, que yo ni siquiera me tomé la molestia de leer. Su voz era placer hecho melodía para mis oídos. Y el movimiento de sus labios, una invitación para mi amigo, entre mis piernas, de enterrarse en ellos.

Lo invité a pasar y a sentarse.

Se quitó las gafas mientras entraba, pero se negó a tomar asiento. Hablamos en el desayunador uno frente al otro. Yo solo con mi toalla y él con su uniforme.

La situación era muy sugerente.

—Sí, bueno, explíquese —dije con arrogancia.

—Vamos a cortar el suministro de agua y energía por unas horas, a partir de la una de la tarde, por lo cual queríamos avisarle para que tome previsiones y bueno, pedirle disculpas por los inconvenientes.

Le dije que estaba bien, que no tenía ningún problema con eso y le pregunté hasta que hora sería el corte. Él me respondió que en dos horas a partir de entonces el servicio iba a estar restablecido si no había ningún inconveniente.

—¿Y si hay inconvenientes? —pregunté, arrogante nuevamente.

—Dudo mucho que haya inconvenientes, pero entonces aunque nos tomaría unos minutos más devolveríamos el servicio con el sistema de soporte secundario...

Él, continuó explicándome algunas cosas, la mayoría no las entendía y las demás no me interesaban, yo estaba disimuladamente embobado mirando su paquete y sus ojos. Puede sonar extraño, pero me encantaron los ojos ambarinos y profundos de ese hombre, eran muy expresivos y tenían un peculiar brillo, y naturalmente quería calcular el tamaño de su paquete.

Cuando terminó su explicación me pidió un vaso de agua, pero a cambio yo le ofrecí una lata de cerveza.

—Gracias, me hacía mucha falta —dijo sonriendo.

—Puedo verlo —le respondí, cuando jaló el seguro y empezó a beber.

—Disculpe —dijo y bajó la mirada, cuando notó que lo observaba—. ¿Sucede algo?

—No. No se preocupe, no pasa nada. —le respondí.

Por alguna razón quería que esa lata de cerveza no se terminara; pero se terminó, y cuando lo vi dispuesto a marcharse, me apresuré a tomar un paquete de cervezas y le pedí que las compartiera con sus compañeros.

Se despidió y me agradeció por las cervezas.

—¿Todavía quiere el agua? —Creo que en ese punto me encontraba inquieto.

Quería detenerlo, pero no sabía cómo.

—No, está bien, señor... —se dio cuenta que aún no le había dicho mi nombre.

—Off Jumpol dije.

—Gracias Sr. Jumpol —se despidió.

—Que tenga buen día Sr. Atthaphan —dije mientras cerraba la puerta, concluyendo así con nuestra presentación formal.

En ese punto era imposible no pensar que la mañana estaba comenzando muy bien.

Me hice varias pajas aquel día imaginando en todas, las distintas formas en que pude haber llevado al chico de la construcción a mi cama y cada vez que terminaba, con su nombre saliendo de mi boca, no me quedaba más que reírme de mi mismo.

»Tres días más, pasaron, hasta que volví a verlo.

Todo había estado muy bien, ni cuenta me di de los cortes de energía y agua, pues tenía la distracción más agradable del planeta. Deslizaba las persianas del enorme ventanal de mi cuarto de ejercicios y disfrutaba la excelente vista, incluso sin darme cuenta, algunas veces, terminé masturbándome frente a esa ventana.

Estaba subiendo a mi departamento cuando él iba saliendo de la obra.

—Buenas tardes señor Jumpol —me saludó desde lejos.

Me giré tratando de ocultar la clara emoción que me provocaba el oír su voz.

—Buenas tardes señor Atthaphan —respondí a su saludo.

—Gracias por las cervezas del otro día, me cayeron muy bien.

—Pensé que las iba a compartir —reí por lo bajo.

—Aunque eran demasiadas para mí solo, no eran suficientes para los demás —me respondió con una sonrisa y un encogimiento de hombros.

—¡Se tomó todo el paquete de cervezas que le di para sus compañeros! —exageré intencionalmente, para que los obreros, que estaban atentos a nuestra conversación, intervinieran.

Las voces y murmullos, resonaban en el lugar y yo continúe mi camino riendo orgulloso por mi pequeña victoria.

Me giré solo un momento para ver lo que estaba ocurriendo y me topé con la brillante mirada de Gun, quien seguía mis pasos atentamente. Se levantó un poco el casco e hizo un movimiento de cabeza, a manera de despedida.

Me sonrió y su sonrisa, me pegó directo en el corazón.  

𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

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