CAPITULO 14
MARATÓN.
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Cap. 14
Salgo de la ducha rodeada en una toalla blanca seguida de Aiden, tiene una sonrisa grande en el rostro.
—Creo que te he convertido en un monstruo. —Me dice secando su cabello—
—Me has convertido en una depravada sexual. —Río—
—Empiezo a dudar de tu virginidad. —Ríe—
—Idiota. —Le lanzo uno de sus zapatos—Tú eres el único que ha estado conmigo.
Me toma de la cintura.
—Eso lo sé y me siento satisfecho al saber que sólo yo te hago llegar a potentes orgasmos. —Dice seductor—
—¿Me dejarás vestirme, ahora sí? —Digo riendo—¿O me darás otra sesión de sexo?
—Nena, si por mí fuera... tú vivirías debajo de mí, gritando de placer.
¿Cómo es que ese lenguaje tan sucio logra calentarme?
—Iré a vestirme.
Antes de salir de su cuarto el muy igualado me da una nalgada, me basta sólo con enseñarle mi dedo medio.
Cierro la puerta del cuarto detrás de mí, ya estoy bañada así que procedo a vestirme, el vestido es largo y se amolda perfectamente a mi cuerpo, la abertura deja ver mi pierna dándole un toque sensual y el escote hace que mis senos resalten provocativamente.
Peino mi cabello con un moño alto dejando pequeños mechones caer de los lados, me coloco las argollas y los demás accesorios. Magnus olvido un detalle, los tacones.
Rápidamente recuerdo que los tacones con los que llegue están en el closet guardados. Los busco y los limpio, para mi fortuna combinan perfectamente con el vestido, finalizo con un fresco y sencillo maquillaje en tonos plateada y termino.
—¿Blake? —Dice Aiden detrás de la puerta—
—Pasa.
La puerta se abre y él queda boquiabierto.
—Wow...
—¿Tan mal me veo? —Me miro al espejo—
—No, al contrario. Estás bellísima, maravillosa. —Sonríe—
—Será mejor que nos vayamos. —Tomo mi bolso—
—Vámonos. —Me ofrece su mano y gustosa la tomo—
Nos montamos en la camioneta y tomamos dirección a la autopista, está era la primera vez en todo mi secuestro que salía de la casa. Port Ángeles es una fría ciudad, con un gran lago de por medio, la temperatura en las noches baja hasta 15 grados bajo cero, por suerte la camioneta tiene calefacción.
Aiden cambio el rumbo después de 20 minutos, ahora nos introducíamos a un frondoso y oscuro bosque.
—Ok, simplemente te digo que una vez fui al cine y vi una película que comenzaba así. —Digo viendo hacia los árboles—
—¿Cómo termino?
—No lo sé, me asusté y abandoné la sala de cine. —Me encojo en hombros—
—Estás exagerando.
A los minutos, un gran portón negro apareció frente a nosotros, con dos grandes MS pintadas en dorado.
Las puertas del infierno.
—Hank, soy Aiden, ábreme. —Ordena por un telecomunicador—
—Enseguida, señor.
Las puertas se abren dejando ver una gran casa color Vinotinto, un gran jardín con fuentes y un estacionamiento repleto de autos finos.
Con que esto es estar en la cima de la cadena alimenticia.
—Wow. —Digo solamente—
—Impresionante, ¿no? —Él sonríe—
La camioneta se estaciona en un puesto reservado, Aiden intenta abrir la puerta, pero lo detengo.
—Aiden, espera. —Lo tomo del brazo—
—¿Qué pasa? —Me observa—
—Es que... estoy nerviosa. —Suspiró—
—Oye, tranquila. —Toma mi mano—Será cómo una cena normal.
—He ido a cenas importantes, pero no una llena de mafiosos y menos siendo yo la rehén. —Expongo—
—Sólo imagina que estás cenando con la Reina de Inglaterra, ¿te parece? —Bromea—
Me hace reír ante ese comentario.
—Nunca he cenado con la Reina, sólo con... el presidente, el superintendente, el gobernador. —Ambos reímos—
—Es lo mismo. —Se acerca y planta un beso en mis labios—Sólo divirtámonos, ¿quieres?
—Está bien.
Aiden se toma su tiempo y me abre la puerta, tomo su mano y antes de entrar a la gran mansión inhalo y exhalo unas tres veces, antes de que él toque la puerta aprieto su mano.
Un hombre con traje negro, alto y de cabello grisáceo nos abre la puerta, el mayordomo seguramente.
—Oh, joven Aiden. Me alegro de verlo aquí está noche. —Saluda a Aiden con cortesía—
Su rostro se mantiene serio, me parece espeluznante, sobre todo con su piel pálida y arrugada. Parece sacado de una película de horror antigua.
—Buenas noches, Vladimir. —Lo saluda Aiden seriamente, la mirada de Vladimir se clava en mí—¿Dónde está mi padre?
—En su estudio, joven. Espera a que los demás invitados lleguen. —Me siento tan pequeña ante la mirada de este hombre—Está señorita debe ser la hija de los Johnson, ¿no?
—Su nombre es Blake. —Arremete Aiden—
—Cómo sea.
—Más respeto, Vlad. —Aiden le lanza una mirada fría—Deja los reproches para mi padre, yo no tengo su paciencia. Si le faltas el respeto a la señorita en mi presencia, te irá mal, no dudaré en patearte el culo, ¿entendido?
El mayordomo hace una mueca.
—Cómo mande, señor.
Aiden y yo nos adentramos a la mansión, todo está perfectamente decorado, el salón de fiestas es increíblemente hermoso y grande, dos escaleras salen desde la plata de arriba y se juntan al llegar abajo. Hay mesas repletas de comida y bebida, algunos invitados conversan entre ellos mientras los meseros les ofrecen bebidas exóticas.
Una de las chicas pasa a nuestro lado y nos ofrece champán.
—Que gusto tenerlo en casa, señor Aiden. —Le dice coquetamente la mesera pelirroja—
¿Enserio le está coqueteando?
—Gracias, Teresa. —Aiden le sonríe y toma dos copas para nosotros—
Observo a la mesera y si, tiene una linda silueta. Al notar mi mirada en ella, se retira apenada.
—Que descaro. —Murmuro—
Aiden ríe mientras bebe de la copa.
—¿Celos?
—Para nada. —Camino observando el lugar—Estoy consciente que tuviste una vida antes de mí, eres un príncipe mafioso.
—Admito que pude haber tenido mi aventura con ella, pero hasta ahí. —Entrelaza nuestros dedos—Tú eres de lo mejor.
Golpeó su hombro.
—Tonto.
Seguimos caminando por el salón y llegamos a un pasillo repleto de pinturas, era el paraíso. Hermosos retratos famosos de Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel y Pablo Picasso adornaban las paredes.
Con sólo ver esas hermosas pinturas, siento la emoción e inspiración llegar a mí, mis dedos pican.
—¿Te gustan? —Me pregunta Aiden, al notar mi entusiasmo—
—Son hermosos. —Susurra—
—La Gioconda es mi favorita. —La señala—Tanto misterio en la mirada de una mujer.
—Sí, es hermosa. Cuando era niña y me quedaba sola en casa, tomaba la laptop de mi mamá e investigaba la historia de cada pintura, debo admitir que mis favoritas son las pinturas de Miguel Ángel, él pinto gran parte de la Capilla Sixtina en Italia. —Observo la pintura—El Juicio Final, es tan hermoso y tan preciso.
—Wow...—Dice simplemente—
—¿Qué? ¿Fue demasiado? —Sonrío apenada—Espero no estarte aburriendo con esto.
—En lo absoluto, me gusta que hables de ti y de lo que te gusta. —Me sonríe depositando un beso en mi mano—¿Quieres ir a mi habitación? Mientras llegan los invitados.
—Claro.
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