Capítulo diecinueve

La cita el domingo sería a las 12 en casa de Luna, ahí nos veríamos todos. Así que Kat y yo partimos en camión para llegar con nuestras amadas.

No hubo problemas al llegar, todo tranquilo.

Por fin pude conocer la casa de Luna y desde ese momento ya planeaba algo que en un futuro lamentaría.

Salió la chica que me gustaba de su casa y estaba radiante. Una camisa blanca que resaltaba el color de su piel, un pantalón oscuro y tenis blancos. Como no estar enamorado de ella.

Al saludarla le di un beso y ese olor a coco entraba por mi nariz.

Pasamos por Sofi a la siguiente calle y ya estábamos los cuatro para partir a una nueva aventura.

Llegamos a la plaza y lo primero que hicimos fue separarnos en parejas: Luna y yo, por un lado, y Sofi y Kat por el otro.

Mientras caminaba platicaba con Luna sobre nuestras familias, anécdotas que teníamos de la infancia, entre otras cosas. Que bien se siente saber que ya no te tienes que esforzar para que le gustes a una chica, esa idea hacía que la plática fluyera y no hubiera nerviosismo, disfrutaba de la charla con ella.

En un punto de la plaza nos encontramos con Sofi y Kat, decidimos que ya era hora de comer.

Fuimos por una pizza ahí mismo en la plaza y estuvo muy buena. Acabamos de comer y ya no sabíamos que más hacer.

A Sofi se le ocurrió la idea de ir al parque que estaba enfrente, los tres aceptamos y partimos hacia el lugar.

Al cruzar la avenida sucedió un momento memorable, el semáforo se puso en verde y mi primer reacción fue tomar de la mano a Luna, al llegar al otro lado abrí mi mano un poco para soltarla, pero ella no lo hizo. En ese instante sentía más que segura la relación.

El gesto de que no me haya soltado la mano me hizo ver que estaba segura conmigo, que en ese pequeño momento se le habían borrado sus miedos y estaba dispuesta a intentarlo ahora sí.

Pero no iba presionarla, el hombre tiene que ir al ritmo de la mujer, quería vivir el momento y en ese instante estaba tomando a Luna de la mano.

Pasamos un rato en el parque, los cuatro nos subimos a unos columpios, hablábamos y reíamos.

Recuerdo que Luna casi se ahoga por hacerla reír, pero no quedo más que en un susto.

Ya iban a cerrar el lugar así que nos dirigíamos de nuevo a la plaza.

Le volví a tomar la mano a Luna y nuevamente no nos soltamos al llegar al otro lado. Son pequeños detalles que hacen la diferencia.

Era la hora de comer un helado, así que cada uno pidió el suyo y nos fuimos a sentar a una banqueta que estaba en el estacionamiento de la plaza. Quien diría que en ese lugar tuve la mejor anécdota que pude tener con Luna.

Ella y yo seguíamos platicando de muchas cosas, tenía una voz dulce. Una voz que sin problema podría ser de locutora de radio o algo parecido.

Ya estaba atardeciendo y se veía hermoso.

–Oye Saúl ¿me podrías contar ahora si la relación que tienes con tu hermano? – Preguntaba interesada.

En algún momento cuando nos mensajeábamos le comenté que mi relación con mi hermano mayor era muy interesante y se la platicaría el día que nos viéramos.

En ese instante vi que el sol ya se estaba metiendo, después volteé a ver a Luna y ahí estaba, tomada de mi mano y dispuesta a escuchar la historia.

Sabrá querido lector que a las personas introvertidas les cuesta mucho abrirse con las personas, y más cuando hablan de cuestiones familiares muy personales.

Así era yo, me costaba expresarme de este tipo de cosas ante cualquier persona, incluso me costaba hablar de algunas situaciones con mi familia.

El tema de mi hermano es un asunto que ni a mi familia les he comentado. Probablemente ya saben que la dinámica entre mi hermano no era la mejor, pero eso había cambiado últimamente.

En aquel momento me sentía en confianza, estaba al lado de la chica indicada, la chica que futuramente sería mi novia.

El atardecer era espectacular, ¿qué tan malo podría ser contarle a Luna de una cuestión tan personal la cual no se la he mencionado a nadie? Pues en ese momento me sentía lleno, feliz. Lo describo como si fuera el Rey de todo el bendito mundo. Confiaba profundamente en ella.

Existe una reflexión muy bonita de lo que es la confianza. Un filósofo dice que la confianza es permitirle a alguien que tenga la posibilidad de herirnos, pero ¿por qué le permitiríamos eso a alguien? Pues sencillamente porque estaríamos completamente seguros de que no lo haría.

No pasaba por mi mente que Luna me volvería a hacer daño. Una chica no me podía romper el corazón dos veces, era muy poco probable (pero no imposible).

No quiero extenderme mucho en escribir la relación que tenía con mi hermano Raúl, así que será contada en otro momento.

A Luna si le conté toda la historia sobre mi hermano.

En el clímax de la plática, Luna recargó su cabeza en mi hombro, hasta ganas de llorar me dieron. No podría hacerlo, aunque fueran lágrimas de emoción rompería con el hermoso panorama que había en ese momento, así que no lo hice.

Acabé de contar mi historia y Luna me abrazó. Mi mente decía en ese momento que, si Luna y yo ya habíamos hecho lo difícil que era encontrarnos entre millones de personas, ahora nos tocaba hacer lo más fácil, que era no perdernos nunca.

De repente sonaba el teléfono de Sofi, era su madre que le decía que ya era hora de regresar a su casa.

La despedida era algo que ya esperaba. Kat y yo las dejamos afuera de la plaza para que tomaran el transporte a su casa.

Luna y yo nos despedimos con un beso en la mejilla, creo que me hubiese arriesgado a más que solo un beso en la mejilla, pero no quería forzar las cosas.

Con una hermosa sonrisa, la chica de tez blanca se subía al transporte y sin saberlo esa sería la última vez que la vería en persona.

No nos adelantemos a eso, en ese momento yo era el Rey del mundo, nadie podía quitarme esa sensación, me abrí emocionalmente con la chica que, pensaba yo, iba a ser mi novia. Que fascinante es el amor.

S.R quería bajarme de la nube antes de aquel domingo, pero después de lo sucedido se dio por vencido y no quedó de otra más que el aceptara la realidad, yo le gustaba a Luna y ella sería mi novia. No era algo que a él le agradaba, pero ni modo.

Lamentablemente me duraría muy poco esa increíble sensación.

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