🦌02🦌
Adrianne sintió la fuerte mirada de su esposo sobre su rostro.
Se enteró dos días atrás y aún no encontraba la manera o el momento correcto de darle la noticia a Jimin. Estaba aterrada y no sabía exactamente la manera en la que reaccionaría ¿Se alegraría o se enojaría tanto que le pediría el divorcio? Le había contado a Namjoon, y este le aseguró que contaba con todo su apoyo.
Aunque conociendo a su mejor amigo, aquellas palabras de apoyo no serían más que frases que la harían sentir más miserable.
Al menos las cosas entre ella y Jimin se habían calmado cuando la encontró llorando desesperadamente sobre la cama. La tomó entre sus brazos, la consoló y le hizo el amor de la forma más dulce posible, de una manera que ella había ansiado.
Así que prefirió quedarse callada y hacerse la desentendida.
-Estás muy distraída -dijo Jimin, provocando que ella saltará por su comentario repentino-. ¿Sucede algo?
-No -mintió-. Es sólo que he estado teniendo problemas con un cliente y esta mañana se puso pesado -no era mentira, pero tampoco era parte de la verdad-. Tengo un dolor de cabeza que no me deja ni pensar.
-¿Tomaste una aspirina? -preguntó, sin quitar la mirada de la carretera llena de nieve frente a él. Ella se aclaró la garganta, como si estuviera respondiendo a su pregunta- O si quieres podemos ir al doc...
-¡No! -gritó ella, asustándolo- Estoy bien, no es nada del otro mundo.
Jimin le dio una mirada rápida.
-¿Estás segura? Te ves un poco pálida.
-Estoy bien.
-¿Segura?
-Súper segura.
Adrienne sonrió falsamente cuando Jimin entrelazó su mano entre la suya, ella le dio un leve apretón y volteó la cabeza para mirar por la ventanilla del coche.
Estuvo absorta por varios minutos hasta que sintió un ardor en el fondo de su estómago y como este comenzó a subir por toda su garganta. Le costó mucho trabajo, pero logró combatir las náuseas que desde hace una semana habían comenzado a aparecer.
Estaba aterrada por su futuro.
Por su matrimonio.
Por su trabajo.
Y por todas las cosas que cambiarían de ahora en adelante.
Fue inevitable no pensar en aquella frase; «un bebé no puede tener un bebé, y yo soy una bebé»
-Quita esa cara, te ves imbécil -dijo Taehyung cuando entró a la antigua habitación de Jimin. Este último había llegado a casa la noche anterior y se encerró sin dirigirle la palabra a nadie-. Hermano, ¿en serio? No seas aguafiestas, ya casi es navidad, ¿no tienes curiosidad de saber que compré para el intercambio de regalos?
-No -murmuró Jimin, que estaba oculto debajo de un montón de sábanas y edredones.
Taehyung se acercó a la cama y tomó al castaño por los tobillos para luego jalarlo con fuerza.
-¡Imbécil! ¿Qué estás haciendo?
-Supongo que estás realmente enojado. La última vez que me dijiste imbécil fue cuando le dije a tus amigos que te orinaste en la cama cuando tenías doce.
-Taehyung ¡Suéltame! Te voy a golpear.
-Eres mi hermano mayor, me has golpeado toda tu vida ¡tus amenazas ya no me hacen nada!
-¡Taehyung!
Jimin se logró soltar de su hermano y se sentó de golpe. Hizo un puchero y con sus manos empuñadas comenzó a golpear la almohada, como un niño haciendo rabieta por un juguete.
-¡Dios mío! -susurro Taehyung, anonadado por el comportamiento de Jimin-. ¿Dónde dejé mi celular? Tengo que grabar esto para futuros chantajes.
-No te atrevas -gritó Jimin, justo antes de que el menor logrará salir de su habitación-. Solamente estoy de mal humor y agradecería que me dejarás dormir un par de horas más.
-¿Un par de horas más? -preguntó incrédulo-. Jimin son las dies de la noche, ¿qué más quieres dormir?
-Cuando me acosté apenas eran las dos de la tarde.
Taehyung puso los ojos en blanco y caminó hasta el otro lado de la habitación, tomó las gruesas cortinas y las abrió con un gesto triunfal.
—Oh —fue lo único que pudo decir cuando se dio cuenta de que el sol ya se había ocultarles.
Incluso la serie de luces que adornaba el barandal de la pequeña terraza, dándole a la noche un brillo puro y calmante. En ese momento, un sentimiento de tristeza invadió a Jimin. Él no debería de estar en casa de sus padres, lamentándose por las discusiones con Adrianne.
Él debería estar en casa.
Así que se levantó de la cama, tomó sus llaves y salió del lugar, ignorando los gritos y plegarias de sus padres. Condujo rápidamente hasta su hogar y entró silenciosamente. Aunque era tonto, Adrianne no estaba.
Llegó hasta la sala y con ayuda de la linterna del celular, encendió el árbol, que llenó todo el lugar de colores.
Se dejó caer frente a él y puso su barbilla encima de las rodillas, como un niño esperando a abrir su regalo. Estuvo un buen rato jugando con una de las decoraciones que colgaba del árbol, hasta que vio una pequeña cajita escondida entre las ramas. La sacó con delicadeza y la miró por todos lados, él no había comprado eso así que se sorprendió cuando vio su nombre escrito en una tarjetita con la delicada caligrafía de Adrianne.
Deshizo el moño que hacía juego con el papel de regalo y lo rompió con rapidez para ver qué había adentro. Era una caja de madera, no más grande que su mano y tenía cerradura, pero no había una llave para abrirla. Le dio vuelta a la caja, buscó entre los pedazos de papel e incluso por toda la alfombra, hasta que notó un destello dorado que emanaba del árbol frente a él.
La tomó entre sus manos y abrió rápidamente la caja de madera.
—¿Qué significa esto? —susurró cuando vio el contenido.
Espero que les este gustando esta pequeña historia en especial de Navidad. 🎄🦌
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