ニース: Te protegere

Jeongyeon abrió sus ojos lentamente mientras observaba todo a su alrededor con cierta confusión. Recordaba muy poco de la noche de ayer, lo último que recuerda es que llegando a este lugar se desmayó.

La puerta se abrió dejando ver la silueta de una beta que traía consigo una pequeña caja de madera en sus manos.

— Que bueno que despertó, la joven a estado muy preocupada por usted — hablo.

— ¿Quién? — cuestionó con confusión.

— La joven Im, la alfa que la salvó — respondió mientras ponía un poco de ungüento a las hematomas de la omega.

— ¿Ella quien es? — pregunto con curiosidad.

— Es la próxima líder de la manada, no tiene mucho que cumplió dieciocho y es una alfa muy deseada en la manada — contestó.

— ¿Dieciocho? — Murmuró.

— Iré a informarle a la joven que despertó.

— ¡No! — negó rápidamente sujetando la muñeca de la beta — Ella está en celo, ¿No?

— Su celo terminó ayer — respondió, al ver la cara de confusión de la adolescente decidió hablar — Estuviste inconsciente por dos días.

Sin más que decir salió de la habitación, dejando a una Jeongyeon  sorprendida y con nerviosa, aquella alfa pelinegra le causó muchas sensaciones extrañas, aunque eso no le quitara miedo. ¿Quien le aseguraba que la alfa no la lastimaría? Está vez no sería fácil escapar ya que estaba en otra manada y no conocía aquí.

La puerta fue nuevamente abierta dejando ver la figura de aquella alfa que la salvó. Bajo su mirada con cierta vergüenza, escucho los pasos de la pelinegra cada vez más cerca y eso solo lograba ponerla nerviosa.

— ¿Te sientes bien? — cuestionó, tomando asiento en la suave cama.

La omega asintió levemente evitando a toda costa levantar su cabeza. Sabía que si veía el rostro de la alfa se avergonzaría o su cara se iba a poner roja.

— ¿Me puedes contar cómo llegaste a esa situación aquel día? — pregunto con un tono de voz suave, no quería asustar a la omega.

— Escapé — fue lo único que respondió.

— ¿De quién o de qué? — interrogó — Cuéntame todo, por favor.

— ¿Todo? — cuestionó mirando fijamente a la alfa, Nayeon asintió levemente — mis padres murieron cuando tenía diez años así que mi tía se hizo cargo de mí, ella esperaba que fuera una alfa para conseguir un buen trabajo — soltó un pequeño suspiro — cuando cumplí los diecisiete me presenté como omega, no le agrado la idea porque en mi antigua manada los omegas no valemos nada, así que decidió llevarme a un lugar donde subastan omegas.

— Pero solo tienes 17 años...

Jeongyeon la ignoro y siguió hablando — Antes de llevarme a ese lugar me golpeó, cuando llegue ahí me golpearon y me encerraron en una jaula como un perro — limpió algunas lágrimas que escurrían por sus mejillas — después de estar un día ahí llegó el día de la subasta, me compro un señor  así que me quitaron toda mi ropa y me encerraron en una habitación. Logré escapar por la ventana y corrí lo más lejos posible de ahí... Fue así como terminé bajo ese árbol.

— ¿Cuál es tu nombre? — preguntó.

— Yoo Jeongyeon — respondió, y Nayeon abrazo con delicadeza al omega.

— Jeongyeon, desde hoy te protegeré. Lo prometo.

La castaña derramó más lágrimas aferrándose al cuerpo de la pelinegra, su loba le decía que tenía que confíar en ella y eso haría.

Nayeon por fin había llegado a su hogar, después de bajarse de su caballo, casi corrió a la habitación que compartía con su omega. Vió como una omega dejaba una charola con comida en el suelo, justo enfrente de la puerta para después tocar suavemente la madera.

Con mucha curiosidad sujeto a la omega del antebrazo antes de que se fuera.

— Líder, no la ví. Una disculpa — hizo una reverencia.

— ¿Por qué le dejas la comida ahí? Pedí claramente que todas las comidas se las llevarán a la habitación y se asegurarán de que estuviera comiendo — hablo con su ceño fruncido.

— Le pido perdón, líder pero... Su omega ordenó que nadie entrara a la habitación, también pidió que sus tres comidas las dejáramos afuera. — explico con bastante nerviosismo — pero no sé preocupe su omega si ha comido adecuadamente y creemos que está actuando así porque se siente sola.

— ¿Sola? Explícate mejor.

— Bueno, verá... Su ropa sucia desapareció y creemos que su omega la tomo para hacer un nido, los omegas hacen nidos cuando se sienten solos, desprotegidos o cuando su alfa está lejos... También cuando están en celo y no está su pareja — habló.

— Ve y dile a la cocinera que haga la comida favorita de mi esposa, por favor — pidió antes de alejarse de la omega.

Caminó hasta la charola y la agarro, después entro a la habitación. En cuanto la abrió inmediatamente el olor a vainilla y café llegó a sus fosas nasales, vió como había un bulto en la cama, caminó hasta el tocador y dejo la charola con comida después se acercó a la cama y vio como su esposa estaba dormida. Sonrió en grande al ver la escena y acarició el cabello de la castaña con delicadeza, vio como Jeongyeon se removió un poco antes de abrir con pesadez sus párpados.

Observo a su alfa sonriente enfrente de ella. La omega por su parte no sé movió ni en lo más mínimo, solo la miraba fijamente.

— ¿Me dejas entrar en tu nido? — cuestionó.

Jeongyeon asintió y se recorrió un poco para que Nayeon se acostara, la alfa abrazo con delicadeza a su omega y sonrió cuando vio a la castaña acurrucarse.

— ¿Hice un buen trabajo? ¿Te gusta? — interrogó refiriéndose a su nido que con mucho esfuerzo y cariño hizo.

— Es muy lindo. Hiciste un buen trabajo, cariño — respondió — Aunque me interesa saber el por qué hiciste un nido, Jeong-ssi.

— Me sentía desprotegida... Si — mintió, no le diría a su alfa que entró en celo y no se atrevía a darse placer ella misma — entre en celo y me sentí sola.

— Mi chica, no tienes porque sentirte desprotegida o sola, ¿Recuerdas lo que te prometí?

— ¿Que me ibas a proteger? — cuestionó.

— Sí. Siempre te voy a proteger, osito — hablo con una sonrisa.

— Entonces, ¿No te gusta que haga nidos? — cuestionó con un mohín.

— No, me encanta que hagas nidos pero solo te quería recordar que siempre te protegeré — beso los labios de su omega.

— Te amo mucho, Nayeonnie — se aferró más a la alfa.

— Y yo a ti más, mi pequeña cachorra — acarició con suavidad la espalda de la castaña.

Después de un rato ambas se quedaron dormidas mientras se abrazaban la una a la otra, no querían separarse. Ambas estaban cansadas. Nayeon estaba muy cansada del viaje y Jeongyeon no había dormido correctamente esos días que estuvo de viaje su alfa.

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