ニース: La extraño

Jeongyeon no había querido salir desde que su esposa salió de viaje para reunirse con líderes de otras manadas. Los empleados le dejaban su comida afuera de la puerta ya que no quería que nadie invada ni dejara su aroma en la habitación.

Extrañaba mucho a su alfa, aquel aroma a café y todos esos mimos que recibía por parte de la alfa.

- Creo que mi celo es hoy... - Murmuró con tristeza mientras abrazaba un cachorro de felpa, si mañana era su celo tendría que hacer un nido para no sentirse sola.

Se paseo por la habitación sin saber que hacer, no quería salir de su 'refugio' ya que muchos omegas y betas la odiaban y sin Nayeon en el territorio estaba segura que esas personas le harían daño y nadie la defendería.

Ya era medianoche así que decidió salir de la habitación, volteo a mirar el pasillo asegurándose de que nadie estuviera cerca. Una vez se aseguró de eso camino de puntillas y lentamente mientras se dirigía al cuarto de lavado, donde estaba seguro que estaría la ropa sucia de su alfa. Llego al cuarto y empezó a buscar la ropa que todavía tuviera impregnado el aroma de su alfa, tomo varias prendas antes de salir de ahí corriendo y volver a encerrarse en la habitación, dejo la ropa a un lado y volvió a salir del habitación pero está vez camino hasta dónde guardaban toda la ropa de ella y su alfa, comenzó a agarrar la ropa que tuviera el aroma a café.

Una vez con toda la ropa que creyó suficiente, fue a su habitación y comenzó hacer un nido para no sentirse sola y por si se llegará a adelantar su celo.

Después de varios minutos el nido ya estaba listo así que se acurrucó en el y se cobijo para descansar.

- Líder, dentro de dos días llegaremos al territorio, tranquila - habló un beta - Estoy seguro que su omega esta bien, si algo le llegará a pasar usted lo sabría por la marca.

- Lo sé pero me es inevitable no preocuparme por ella y más sabiendo como los omegas son con ella - dijo.

- Siempre me he preguntado, ¿Por qué la trata con cierta indiferencia enfrente de los demás cuándo la ama mucho? - cuestionó con miedo a que la alfa se enojara con él y le pusiera un castigo.

- La gente es muy mala, lo hago para protegerla. - respondió - Si llega haber en el futuro problemas con las manadas estoy seguro que se llevarían a Jeongyeon, así que tengo la trato con inferencia para que piensen que no me afectaría en lo más mínimo que se lleven a mi esposa - trato de explicar.

- Oh, entonces lo trata así enfrente de todos para que no sepan que su omega es su debilidad y no corra ningún riesgo - comentó.

- Sí, de hecho por eso nadie del territorio a excepción de algunos empleados de la casa saben que Jeongyeon tiene mi marca - habló
- Rompió muchos corazones cuando anuncio que la omega que rescató era su esposa - soltó una pequeña risita - había omegas llorando por doquier
- Planeaba mantener eso en secreto y que nadie supiera pero me gusta salir con Jeongyeon a pasear por el territorio - comentó.

- Su esposa es muy buena con todos y nunca le ha hecho nada a nadie no sé porque la odian tanto.

- Envidia.

La beta asintió levemente mientras miraba a su líder, decidió no hablar más ya que no quería ser un entrometido. Tal vez la alfa no quería hablar con ella de nada que estuviera relacionado a su omega.

- La extraño mucho - hablo Nayeon.

- Tranquila líder, cada vez estamos más cerca. Sea paciente.

Jeongyeon corría lo más rápido que sus piernas le permitían, hoy con tan solo diecisiete años se presentó su primer celo como omega. Su tía esperaba que fuera una alfa pero cuando se enteró que era una omega no dudó ni un poco en mandarla a una subasta. En su manada era muy común ver este tipo de subastas, la mayoría de omegas de dieciséis y diescisiete años eran subastados en ese sitio con hombres que sobrepasaban los cuarenta. Antes de ser subastados primero los agredían tanto física como mentalmente y en algunos casos los violaba para 'probar la mercancía'.

En su manada los omegas no valían nada.

Por suerte logro escapar del sitio antes de que lo entregaran a un beta de cincuenta años que había pagado por ella, hoy había una tormenta así que se le dificultaba correr, además no traía calzado, solo traía una camisa puesta ya que fue lo único que encontró en aquella habitación donde la dejaron completamente desnudo. Su cuerpo estaba lleno de hematomas, por su rostro se deslizaban lágrimas, tenía mucho miedo de estar sola en aquel bosque semidesnuda y en celo pero era preferible a estar con ese degenerado.

Se sentó debajo de un árbol para descansar un poco, se asustó al escuchar ladridos no tan lejos de ella. Se asustó al pensar que esos señores la habían seguido y ahora tendría que regresar a ese lugar. Se hizo bolita mientras lloraba más fuerte, no quería regresar, aparte de que todavía estaba en celo.

- ¿Quien eres?

Jeongyeon levantó su cabeza para mirar a la persona enfrente de ella, una alfa. ¿Cómo lo supo? Por el fuerte aroma que desprendía y su complexión.

- No me haga nada malo... Se lo suplico - pidió.

- ¡Joven Im! ¡Tenemos que regresar antes de que la tormenta sea más fuerte! - grito un beta arriba de un caballo.

Nayeon estaba embobada con la belleza de la chica enfrente suya, no sabía el porque su loba saltaba de felicidad al ver aquella omega. Soltó un quejido al sentir de un momento a otro calor, su celo se había adelantado y no sabía porque, su celo fue hace apenas cuatro meses.

- ¿Por qué estás aquí? - cuestionó

- Huyo...

- ¿Hiciste algo malo? - pregunto quitándose su abrigo para ponérselo a la omega y que esta dejara de temblar por el frío.

Jeongyeon negó con su cabeza con timidez, el aroma de la alfa era muy embriagante y solo provocaba que de su intimidad saliera más lubricante.

- ¡Joven, deje a esa omega y vámonos! ¡Su padre se va a preocupar!

- ¡Vete si quieres! ¡No voy a dejarla aquí! - grito enojada, vio como el beta solo agachó la cabeza e hizo una reverencia.

La omega agachó su cabeza y comenzó a temblar, el tono de voz que uso el alfa le provocó escalofríos. Nayeon al notar eso, se acercó a la omega y acarició su mejilla.

- Ven conmigo... - pidió.

Jeongyeon miro a la alfa y desde que la miro no sabía porque pero su loba le decía que tenía que confíar en ella. La castaña abrazo a la alfa con fuerza, Nayeon la cargo al estilo nupcial mientras caminaba a su caballo. Con ayuda de un beta subió al caballo, abrazo a la omega y la tapó muy bien para evitar que se empapara más.

Jeongyeon miraba con admiración a la alfa, se aferró a la pelinegra que la salvó.

Apartir de hoy, la historia queda en hiatus indefinido.

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