Capítulo 8
Elsa lo habia vuelto a hacer. Habia provocado al pirata. Pero ahora no sabía si felicitarse o reprenderse a sí misma. Al parecer no habia aprendido la lección la noche anterior con lo sucedido en la bañera y ahora habia vuelto a tocar la fibra sensible de Hans. Se habia aprovechado de eso, y el pirata se encontraba reclamándola. Y no sabía si detenerlo. Demonios, ¡no lo sabía! O más bien no sabía si iba a tener el suficiente coraje y sentido para detenerlo. La pasión habia vuelto a correr por su sangre, el frio que la caracterizaba comenzaba a derretirse en su piel con cada ardiente roce de los musculosos brazos del pirata. De su enemigo.
Joder.
Durante la cena, Elsa habia querido obtener información sobre él, intrigarlo un poco, desde que habia escuchado de la señora Mary sobre el aprecio que parecía tenerle la gente de Berk y todo por haber ayudado a un habitante del reino, no podía dejar de pensar en ese extraño Hans que la posadera le habia descrito. Y la hacía dudar en el Hans tan diferente que ella conocía como villano.
Gracias al champan, Elsa se habia relajado y el licor habia hecho que perdiera la rigurosa formalidad de su postura cuando Hans apareció en el comedor. Entonces habia intentado sacar el tema, la conversación estaba corriendo muy bien entre él y la posadera, pero cuando las miradas se dirigieron hacia ella, Elsa tan sólo sonrió. Le dedicó a Hans una sonrisa y batió sus pestañas hacia él. Y aunque nunca pensó que la reacción del pirata llegaría a esto, sin duda tuvo que haberlo previsto. Pero se encontraba felizmente ebria y, al renacer su pasión tras los excitantes besos del pirata, realmente ya no le importaba.
Su lado púdico y formal de reina podía echarle la culpa al licor que habia ingerido en la cena, el cual habia nublado su cabeza e inhibido su sentido común. Pero el lado pasional y excitante que acababa de descubrir como Elsa, no podía dejar de responder a los fogosos besos de Hans. Y contestar con gemidos cada delicado masaje a su seno.
El pelirrojo la habia llevado hasta la cama y se habia posicionado sobre ella. Sentir la cercanía de ese cuerpo fornido la estremeció completamente y con manos temblorosas se atrevió a enredar sus brazos alrededor del cuello del pirata atrayéndolo más profundamente a su boca. Escuchó al castaño gruñir de placer por su acción y Elsa se sintió de pronto perversamente poderosa.
Tal vez el estado efervescente en el que se encontraba era resultado del licor, pero no quería detener esa sensación.
Y no lo haría.
La señora Mary tenía razón... en la cama era donde podía encontrar a un hombre en su estado más débil.
Y ella estaba a punto de comprobarlo.
El pirata le habia arrancado el vestido dejándola sólo con el delgado camisón interior. Mientras él mismo, entorpecido en sus movimientos por el deseo, desabotonaba su camisa arrojándola lejos. Entonces la vista del torso desnudo que tanto habia visto esos últimos días, la acorraló. Y volviendo a sus labios, Elsa se atrevió a pasar sus manos por esos fibrosos músculos. Éstos se tensaron al instante y la rubia continuó su exploración impulsada por la agradable sensación de sentirse llevando el control de los gemidos del hombre que se encontraba encima de ella. Hans gruñía entre sus labios con cada toque inocente que ella hacia alrededor de su cuerpo, y al parecer lo estaba haciendo perder el control. Elsa se dio cuenta de eso al sentir entonces la lengua de él bajar por su cuello provocándole deliciosas sensaciones que crepitaban dentro de su vientre. La húmeda lengua del pirata siguió bajando por su pecho hasta llegar a sus sensibles senos. El camisón lo arrastró junto a su boca y sus sonrosados pezones quedaron libres.
Absorbió sus botones rosas, los lamió, y los llenó de besos. Al mismo tiempo una de las grandes manos del castaño recorrió su cintura. Terminó de desvestirla y apretó su muslo contra su prolongada erección. Elsa sintió entonces el deseo invadiéndola entre sus piernas, y soltó un pequeño grito al sentir como su mano llegaba hasta ese pequeño lugar entre ellas. Hans habia cubierto con sus dedos el triángulo entre sus piernas y comenzaba a frotar en sensuales y rítmicos movimientos que la hicieron perder la cabeza y arquear su espalda contra él. La reina nunca imaginó que una invasión como esa pudiera ser tan excitante y placentera al mismo tiempo. Los expertos dedos del pirata sabían dónde tocar para darle más placer, y con cada roce hacia su punto más sensible de su entrada, Elsa alzaba sus caderas contra las de él. Lo que no habia culminado en la bañera la noche anterior, ese conjunto de sensaciones arremolinándose frenéticamente dentro de su vientre, ahora las sentía cada vez más cerca. La hacían temblar y la ahogaban con cada movimiento de los dedos de Hans dentro de ella. Y cuando sentía que explotaría en cualquier momento, Hans volvió a parar su movimiento. Pero sin dejar de invadir su centro con los dedos.
La rubia se quejó debajo de él, aun nublada por la pasión, mientras seguía aferrándose a sus hombros.
-Dime Elsa – sintió su sofocante aliento en su oreja y eso la hizo estremecer. – ¿De qué verdad me hablas? – sus dedos se hundieron un poco más dentro de sus piernas y ella aguantó un suspiro. – ¿Qué es lo que quieres saber para que me estés provocando así?
Pero en lugar de proporcionarle una respuesta, Elsa alzó sus caderas estimulando el punto sensible que el castaño se habia encontrado haciendo antes. Y llegando a su propio éxtasis, echó su cabeza hacia atrás, gimió y tembló de pies a cabeza.
-Joder, Elsa. – su voz gruñó ronca al verla, retiró su mano de su centro y tomándola por las caderas la acercó a su virilidad penetrándola en un movimiento. La rubia gimió de dolor y se aferró a sus hombros.
Hans al encontrarse dentro de su estrechez, no se movió. Dejó que ella se acostumbrara a su invasión. Era tan estrecha, tan húmeda y caliente, que sus ganas lo impulsaban a seguir el vaivén natural de su cuerpo. Pero ella habia sangrado, y de pronto una posesividad salvaje invadió al pirata. Era el primer hombre de la reina de las nieves y eso le daba una perversa satisfacción. Su deseo volvió a punzar ardiente en todo su miembro y la respuesta inconsciente que recibió del ligero movimiento de las caderas de la rubia lo incitó a continuar.
Y así lo hizo.
Entraba y salía del cuerpo de la reina en deliciosas y deliberadas oscilaciones. Ella se aferraba cada vez más fuerte contra él que el perfume erótico de su piel tan sólo lo hacía desearla aún más. Era tan endemoniadamente excitante tenerla debajo de él que sus sentidos se aturdían dejándolo sólo con el pálpito de su deseo. La fricción entre sus cuerpos persistió, los movimientos se aceleraron y la rubia gemía escondida en su hombro. Y entonces se hundió una última vez con fuerza y necesidad bruta, y gritó. El éxtasis habia llegado abrumador para ambos, dejando que las convulsiones se apoderaran de sus cuerpos. La mutua liberación extrajo gemidos de ambos y entonces Hans se tumbó sin fuerza y agitado sobre la esbelta figura de la reina.
Mientras tanto, Elsa habia dejado que lo hiciera. Disfrutando de la sensación de tener a una gran criatura caliente como él sobre ella. Tenía la perversa sensación de que lo habia domesticado. Y sin embargo, después de recuperar el aliento, Hans se incorporó, se puso sus pantalones y se alejó al balcón haciendo con eso una remarcada distancia entre ellos. Elsa se encontraba demasiado cansada como para admitir la repentina frustración que comenzaba a recorrerla al verlo alejarse de ella. Su frio habitual comenzaba a invadir su cuerpo de nuevo, regresándola a su temperatura natural de reina de las nieves. Aquella que el pirata le habia arrebatado con sus sofocantes besos y sus ardorosas caricias. Se estremeció. Y entonces sintió como el cansancio acumulado del día se apoderaba de ella. Elsa se obligó a hablar antes de que éste le ganara. Se arropó con las sabanas y se volvió a un costado viendo al castaño desde el balcón dándole la espalda.
-Mary me dijo... - comenzó, su voz somnolienta por el cansancio. – Que ayudaste a alguien de este reino... -sus ojos se cerraron. - ¿Por qué? – soltó en un susurro. – ¿Quién era?... - y antes de terminar si quiera de preguntar, la reina habia caído profundamente dormida.
-Un amigo. – habia soltado el pirata de pronto, antes de voltearse y ver que Elsa se encontraba ya dormitando sobre la cama.
La miró por unos momentos. Su ceño se frunció. Y tomando su camisa blanca y sus botas, salió de la habitación.
Era otra noche en la que Hans no dormiría en la misma cama que la reina.
o-o-o-o-o
Elsa se despertó al día siguiente aun sintiéndose cansada. Sentía sus músculos entumidos y su cabeza dolía un poco.
Y entonces las inevitables memorias de lo que habia pasado anoche llenaron su cabeza. Suspiró resignadamente pasando una mano por sus despeinados cabellos. Ahora no habia vuelta atrás. No se arrepentía. Y aunque fuera contra toda su lógica y sentido común, Elsa tenía que admitir que lo habia disfrutado. Y a comparación del cruel comportamiento que creyó que el pirata iba a tener al momento de reclamar su cuerpo, éste habia sido todo lo contrario. La habia hecho disfrutar del acto, y ella se habia visto pidiendo que terminara. Demonios. Habia disfrutado el estar con su enemigo, y ahora no tenía idea de a donde los llevaría eso.
Elsa no era tan remilgada como aparentaba, sabía lo que un acto tan personal como el que acababa de hacer implicaba, pero nunca se imaginó perder su virtud así. En Arendell habia recibido algunas propuestas de matrimonio adecuadas de príncipes de reinos vecinos, y siempre pensó que la perdería con su futuro marido, a lo mejor uno de esos príncipes, cuando estuviera preparada para el matrimonio. Pero desde que su poder habia sido descubierto cinco años atrás y Elsa habia tomado el control de su reino sin más mentiras y restricciones, durante ese tiempo no encontró el momento adecuado para contraer matrimonio. Sus prioridades habían sido siempre su reino y su hermana. Aunque la idea de que la reina se casara y engendrara un heredero siempre estuvo presente en su cabeza, simplemente Elsa se decía que no era el momento.
La rubia volvió a suspirar y se dirigió hacia el cuarto de aseo a darse un largo baño de agua helada.
Como de costumbre, Hans no se encontraba en el dormitorio. Eso la hizo darse cuenta de que en ningún momento, desde el día en la que la habia secuestrado, el pirata se habia quedado dormido en el mismo lugar. Tan sólo ese día en el camarote en donde habia parecido estar demasiado cansado pues al parecer no habia dormido en días. Él le habia dicho que era el encargado de vigilar y navegar el barco durante las noches, y como se acababa de percatar la rubia, el no dormir para el castaño era algo normal.
Elsa sacudió su cabeza y se dio un baño, dejando a un lado los pensamientos sobre el pirata. El que no durmiera con ella era mejor, pues así no tendría que enfrentarse a él todavía. Aún tenía que poner en orden sus pensamientos, como la última palabra que habia soltado el pirata antes de que saliera de la habitación. Aunque ella habia caído dormida, antes de que eso pasara habia escuchado claramente el sonido de su voz soltando un ligero 'amigo' en respuesta a lo que ella le habia preguntado. Al parecer las palabras de Mary eran verdaderas. Y la duda creció dentro de la reina por el volátil y contradictorio comportamiento que el pirata tenia. Debido a que para con ella siempre habia sido sarcástico y burlón, aun le seguía sorprendiendo que el gesto del pirata de pronto se habia vuelto serio cuando habló de ese amigo. Esa seriedad también la habia visto antes, se la habia dedicado a ella en pequeñas cantidades en las diferentes situaciones que habían vivido juntos, pero ahí estaba. Aparecía de vez en cuando. Y eso tan sólo la hacía dudar más acerca de lo que realmente sabia de Hans.
Hans le habia hecho daño a su reino, Arendell, hace tiempo; pero al de Berk lo habia ayudado.
¿Cómo era posible esa contradicción del Hans que se dejaba ver sólo como un villano? ¿Qué era lo que lo movía para hacer lo que estaba haciendo ahora?
Elsa volvió a suspirar al ver que el querer apartar sus pensamientos del castaño no funcionaba, y se limitó a terminar su baño. Se vistió, trenzó su cabello y bajó a la sala con los posaderos para desayunar.
Al menos con ellos podía relajarse un poco. Y era lo que iba a intentar.
o-o-o-o-o
El día transcurrió tranquilamente para Elsa en la posada.
Después de pasar la mañana con Mary ofreciéndose a ayudar en algo, más tarde habia llegado Waltz a visitarla. Contenta de verlo, Elsa estuvo charlando con él toda la tarde. El pequeño hechicero le habia comentado que Hans se encontraba aun con las reparaciones del Venganza de la reina, y al parecer habia llegado con muchas energías al barco, ladrando instrucciones a sus hombres y apurándolos con sus responsabilidades. Fue cuando el pelinegro aprovechó esa ocasión para salir de ahí y visitar a la reina.
Mary habia preparado té a media tarde y se habia sentado junto a ellos a platicar. El menor cayó de inmediato en la agradable sensación de familiaridad que emanaba la posadera. Y para asombro de la rubia, se vio riendo y disfrutando complacida de la situación. A pesar de sus circunstancias, los posaderos y Waltz eran su pequeño rincón de alegría, y a Elsa le empezaba a agradar eso. Inclusive entraron al tema de sus poderes. Waltz le preguntó cómo seguía sintiéndose con los brazaletes, y Mary se sorprendió al saber que ella era una persona portadora de magia. Llena de entusiasmo, la mayor le pidió una pequeña demostración y, para impresión de la rubia, de sus manos pudo crear un poco de su magia de hielo y nieve mucho más fácilmente que antes, dedicándole a Mary una pequeña nevada dentro de la posada. Waltz sonrió satisfecho al ver aquel resultado. Sabía que la reina llegaría a dominar esos brazaletes, y aunque fuera un pequeño avance, sabría que lo dominaría en poco tiempo más.
La noche cayó entonces para ellos y Waltz se quedó a cenar por insistencia de Mary. Cuando estaban a punto de sentarse en el comedor junto a los demás huéspedes y los posaderos para cenar, en ese momento Hans apareció.
Mary lo saludó, al igual que el hechicero, y lo invitó a pasar a la sala pues la cena estaba a punto de servirse. Pero Hans no miraba a la mayor ni al menor, sus ojos estaban puestos en Elsa quien se habia congelado en cuanto el pirata habia entrado. Y sosteniendo la mirada del otro, Hans se acercó a ella mientras Mary empujaba a Waltz dentro de la sala, para darle a la pareja un poco de privacidad, y desaparecieron detrás de la puerta con una risa.
Elsa aun atraída por el magnetismo de su intensa mirada, no pudo moverse. No lo habia visto durante el día y habia evitado a la perfección el no pensar en él gracias a la compañía de Waltz y Mary. Pero ahora su encuentro era inevitable, y los recuerdos de la noche anterior la asaltaron acalorándola en el momento. Para su desgracia, Hans pareció darse cuento de eso pues se acercó, le acaricio su mejilla y Elsa se estremeció por su íntimo roce. El castaño sonrió de un lado y tomándola de la mano la haló mientras hablaba.
-Vamos, demos una caminata por el fresco jardín de Mary antes de cenar.
Y Elsa lo siguió porque la promesa del aire fresco le agradó completamente. Eso era exactamente lo que necesitaba en estos momentos. Hans habia posicionado el esbelto brazo de la rubia en el interior de su codo y la llevó al jardín. Y Elsa pensó después que el estar a solas con él era una muy mala idea. La cercanía entre ellos era peligrosa, tenía que recordar lo de la noche anterior. Si caía de nuevo en la embriaguez de esa pasión que el pirata le transmitía, estaría perdida.
Pero entonces la voz del castaño la sacó de sus pensamientos mientras seguían andando alrededor del dedicado jardín de flores de la posada.
-Y dime, – comenzó a hablar, parecía un poco divertido por la situación. - ¿averiguaste algún otro dato curioso proveniente de Mary?
Y Elsa se sonrojó.
El muy rufián le estaba haciendo recordar lo sucedido la noche anterior aunque de una manera indirecta. Pues todo habia comenzado por esa información curiosa que Elsa quería descubrir sobre él. Y alzando su cabeza y cuadrando sus hombros, la rubia decidió enfrentarlo llevando la conversación hacia otro rumbo.
-Ellos saben que eres un pirata. – afirmó, contestando a su pregunta.
Pasaron al lado de un enorme arbusto de rosas en donde Hans dirigió su mirada, y sonrió ladino al escucharla.
-Por supuesto, ya me lo imaginaba. – declaró y eso sorprendió a la rubia tan sólo un poco. - Pero son demasiados buenos para seguir escondiendo mi secreto. Aunque en realidad no es un secreto el que yo sea un pirata.
La rubia asintió de acuerdo con sus palabras.
-Exacto. Eso me hizo pensar... – continuó aun dispuesta a comprender un poco sobre las contradicciones de los actos que se cernían alrededor de Hans. - que a pesar de saber que eres un pirata ¿por qué siguen recibiéndote tan amablemente? – y entonces sus ojos azules se volvieron hacia él. Soltando la pregunta que rondaba por su cabeza desde que Mary habia hablado de más sobre él. - ¿Es tan importante esa persona a la que ayudaste?
Aunque el castaño estuviera sorprendido por tal pregunta proveniente de la reina, no lo demostró.
-Sí, lo es. – en cambio le dijo la verdad en un fugaz semblante taciturno. Sin embargo tras esas palabras su sonrisa bribona volvió. - Pero admitiré que estoy ligeramente decepcionado.- hizo un exagerado mohín. – Me has preguntado directamente. Creí, por un momento, que intentarías obtener esa información de la misma forma que lo hiciste anoche.
Al escucharlo decir esto, el rostro de la rubia se sonrojó por completo. Y Hans soltó una carcajada.
– Siempre es encantador ver otro semblante diferente al frio que siempre tienes, cariño. – se burló, y eso bastó para que Elsa se enfureciera.
Apretó sus manos en puños y se volvió hacia él, encarándolo. No quería tocar ese tema, pero Hans la habia arrastrado hasta él deliberadamente.
-¡Lo que sucedió anoche no volve!...
-¡Oh no, cariño! – la interrumpió rápidamente el pirata al intuir lo que ella diría. Y acorralándola tras un frondoso árbol del jardín, se acercó a su cuello. – Ni pienses que no volverá a ocurrir. – habia comenzado a repartir besos sobre la piel de su cuello, y Elsa respondió rápidamente a ellos estremeciéndose. – Para ser alguien a quien prohibieron casi toda su vida el no sentir, anoche me demostraste cuanto querías esto. – lamió una parte de su piel hasta llegar a su oreja donde, con sus labios, mordió un poco de su lóbulo. Elsa echó su cabeza a un lado inconscientemente, soltando un débil gemido. – El prohibirte tantos años tus poderes y sentimientos te han convertido en una gruesa capa de hielo, Elsa... Pero anoche te derretiste entre mis brazos. – su voz era tan intensa, tan sensual y calurosa, que la rubia no podía evitar el temblar. Su cuerpo comenzaba de nuevo a responder ante las caricias del pirata. - Y te seguiré consumiendo hasta que ardas en llamas. – entonces la tomó de sus caderas y la acercó a su erección. Elsa gimió sintiendo el calor abrasador entre las telas de su vestido. – Hasta que ardas entre mis brazos. – y Hans atacó sus labios en un frenético beso.
La besó, invadió su lengua, y sus manos surcaron sus pechos y caderas. Elsa sentía perderse una vez más por esa incontenible pasión, y no quería eso. Su cuerpo se pegaba contra él, y de su boca salían gemidos de placer que no podía controlar. Pero Elsa no quería hundirse en esa sensación. Ya no. Estaba perdiendo su cordura con las ardorosas caricias de Hans. Su mente se volvía a nublar, y sus sentidos se embriagaban. Su deseo la incitaba, su pasión quería más de esa abrazadora noción de tener al pirata encima de ella. Pero Elsa tenía que parar. Lo vivido la noche anterior le habia dejado muy en claro lo que Hans podía hacer con ella, y no sólo a su cuerpo, sino que la hacía perder también su razonamiento. Y no se dejaría hundir junto a él. No si pretendía regresar a Arendell, al lado de su hermana. De su familia.
Con toda la fuerza de voluntad que pudo reunir a través del deseo de su cuerpo por querer seguir con lo que Hans estaba haciendo, Elsa se separó de los labios del castaño y habló sofocada:
-No por favor... - se maldijo por el tono de su voz, pero no podía evitarlo. Aunque su mente se oponía, su cuerpo seguía respondiendo a la cercanía de él y a la promesa sensual de sus ardorosas caricias. – Hans no...
Y el escuchar su nombre de los labios de ella bastó para que el pelirrojo se apartara y resoplara furioso.
-No creas que podrás retenerme así mucho tiempo, Elsa. – casi gruñó muy cerca de su rostro. – Fuiste mía una vez, lo serás de nuevo. No tomes mis palabras como una amenaza... – se alejó unos metros de ella, y dándole la espalda continuó: - ...pues definitivamente son una promesa.
Y salió de la posada, dejándola jadeante y con el corazón desbocado.
¿Pero qué demonios era esa reacción en ella?
Su pecho estaba alborotado por las palabras del pirata y no sabía por qué ahora comenzaba a reaccionar así por él.
Se estaba volviendo peligroso. Demasiado peligroso.
Por más que sus sentidos reaccionaran a esa pasión desmedida que sentían ambos, el seguir conviviendo con ese pirata se estaba volviendo demasiado peligroso para ella. Tenía que volver en sí. Volver a la reina del hielo que siempre habia sido y caracterizado desde siempre.
No sientas. Se dijo. No dejes que tus emociones te dominen.
Pero entonces las palabras del castaño atravesaron su cabeza: para ser alguien a quien prohibieron casi toda su vida el no sentir, anoche me demostraste cuanto querías esto. Era cierto, le habían prohibido tantas veces el no sentir, el no sentirse libre con lo que era, una persona portadora de magia, que Elsa sin haberlo querido ni previsto jamás habia sentido algo de la libertad de hace cinco años al haber tomado esa decisión la noche anterior y haberse entregado a la pasión que la estaba dominando en esos momentos. No se arrepentía, se habia dicho, como tampoco se arrepentía del haberse liberado del secreto de sus poderes y con eso de todas las prohibiciones con las que habia crecido.
Sin embargo, no podía dejarse llevar tan profundamente por esa pasión. Por ese irreparable deseo que tenía hacia ese pirata, sino se vería hundida.
Habia situaciones en las que no podía dejar aflorar sus sentimientos, a lo largo de los años se habia dado cuenta de ello, y esta era una de esas.
o-o-o-o-o
La semana en Berk se terminó sin que Hans hubiera vuelto a la posada en esos días restantes después de lo que habia sucedido en el jardín. Sin embargo, Waltz visitó a Elsa todas las tardes y le había informado que el capitán se habia quedado en el barco esos días. Habían terminado todas las reparaciones y obtenido todos los suministros, pero el castaño no pensó en regresar a la posada. A palabras del muchacho, Hans habia estado vigilando el barco todos esos días y hasta apenas el día anterior se habia atrevido a dormir después de casi una semana cumplida sin descansar adecuadamente.
Elsa se volvió a dar cuenta, con las palabras del pelinegro, que el dormir era un problema del pirata. Y eso aumentaba su intriga hacia él.
Y entonces el día en el que partirían hacia el mar nuevamente llegó. Y fue Hans quien apareció en la posada esta vez para llevarla al barco.
La rubia ya tenía todo listo. Dos baúles llenos de su vestimenta nueva que habia pedido junto a Mary se encontraban hechos y fuertemente cerrados. Ella llevaba un cómodo conjunto para viajes azul cielo de los que le habia preparado la modista, mientras una capa del mismo color cubría su cuerpo.
-Te echare de menos cariño – se despidió la amable posadera de ella, y Elsa le dedicó una sincera sonrisa. – Cuídense mucho por favor.
-Gracias Mary. – habló la rubia, y abrazó a la rolliza señora despidiéndose de la agradable estancia que habia tenido esos días en ese lugar. Los iba a echar de menos ella también. Pensar en navegar junto a Hans por tanto tiempo y en un barco donde sería difícil el evitarlo, ya la estaba agobiando.
Hans, a un lado de ella, con su habitual sonrisa ladina, se despidió de los posaderos y agradeció sus atenciones prometiendo visitarlos más seguido.
Salieron hacia el muelle en un carruaje abierto. Los baúles ya habían sido llevados por unos de los hombres de Hans, y Elsa se dispuso a ver por última vez el paisaje de Berk lleno del trabajo conjunto de dragones y humanos.
-Ponte la capucha. – ordenó el castaño al llegar al puerto y ver la energética actividad del lugar. Barcos acababan de arribar y el bullicio en el puerto parecía aumentar.
Con la capucha puesta, Elsa se giró entonces hacia un gran barco que acababa de anclar a poca distancia del Venganza de la reina, y algo en él le resultó familiar. Pero al parecer no era la única pues Hans se habia vuelto hacia ese punto también, y entonces su semblante se convirtió extrañamente en uno serio al tiempo que funcia sus cejas.
-Svalbard... - lo escuchó susurrar casi en un gruñido, y la rubia abrió los ojos.
¡Por supuesto! Ahora recordaba el blasón que se hondeaba en la bandera de ese buque. Pertenecía a un reino del Sur, y Elsa lo recordaba debido a que el príncipe más joven de ese reino habia ido a una visita corta a Arendell un año atrás. Se habia presentado ante ella y traído algunos obsequios como prueba de que Arendell podía confiar en el reino de Svalbard. Aunque no llegó a conocer realmente al príncipe más que superficialmente, pensó que era un buen momento para iniciar alianzas en los reinos del Sur. Y al igual que con Corona, Arendell tenía una buena comunicación más tan sólo era meramente comercial.
Sin embargo, la rubia se habia dado cuenta que Hans habia dicho el nombre de ese reino con algo de desprecio. Entonces se volvió hacia él interrogante, imaginándose que tal vez en sus años de príncipe de las Islas del Sur pudo haber interactuado con ese reino, pues ambos se encontraban a corta distancia uno del otro.
En ese preciso momento, Elsa tuvo una idea. Aún seguían su camino hacia la plataforma que los conduciría hacia el Venganza y entonces la rubia se giró hacia el barco del reino del Sur escudriñándolo con su mirada. Si el joven príncipe de Svalbard venia ahí, tal vez podría ser su pase hacia la libertad.
Más al parecer su idea se veía reflejada en todo su rostro pues al no seguir andando, Hans la habia tomado fuertemente del brazo y girándose hacia ella con el ceño fruncido le espetó:
-Ni se te ocurra, Elsa. – se veía irritado pues incluso Elsa notó que habia dicho su nombre. La sonrisa del castaño habia desaparecido y ese peculiar semblante serio habia vuelto. – Al parecer reconociste a nuestro vecino de muelle, pero te recomendaría no acercarte a él.
Elsa lo miró ceñuda confundida por sus palabras y la repentina furia que parecía tener hacia ese reino.
-¿Por qué? – lo enfrentó. - Si me liberas ahora, te quitarías un peso de encima. Conozco al tercer príncipe de Svalbard que viene en ese barco y sé que si le pido de su ayuda, no dudaría en brindármela.
De pronto el agarre del castaño se habia apretado fuertemente alrededor de su brazo, lastimándola. Eso provocó la furia dentro de ella. Ni en todas sus amenazas Hans la habia lastimado así, ¿pero qué demonios le estaba pasando al pirata?
– Suéltame. – la voz de la rubia sonaba tensa al contenerse. – Estoy segura que al menos alguien como él tendrá el suficiente orgullo para ayudarme.
Hans pareció darse cuenta de su férreo agarre y la soltó. Rechinó sus dientes y su agarre tan sólo se fue hasta la mano fría de la rubia. Tomándola fuertemente, pero sin lastimarla como antes.
Y con fuego en los ojos por verse comparado con ese príncipe, el pelirrojo sentenció:
-Svalbard es un hijo de perra con suficiente dinero e influencia para hacer lo que quiera. – su vista a lo lejos fulminaba el ostentoso buque vecino. - Alguien como él no va a enseñarme lo que el orgullo es. – Elsa se dio cuenta que Hans estaba realmente furioso. Algo en sus palabras la hizo ver que el pirata en realidad sí concia al príncipe, y al parecer no le caía para nada bien. Y volviéndose hacia ella, ahora con una sonrisa cínica, continuó: - Estoy seguro que te ayudaría sin rechistar, cariño. Es lo que las personas como él hacen. Siendo siempre el príncipe y el héroe del cuento. – casi escupió. Y Elsa no pudo dejar de pensar en la exacta descripción de lo que habia intentado ser él en Arendell cinco años atrás. – Pero te advierto que a cambio de ese rescate él querrá algo. – bufó y su semblante volvió a ser ceñudo. – Lo conozco. Y a comparación de ser rescatada por él, te ira mejor siendo la cautiva de un pirata. – la mente del castaño pareció vagar en un recuerdo y cuando Elsa creyó que no diría nada más, Hans soltó entre dientes un leve: - Créeme.
Y a pesar de las ganas que tenía por salir corriendo hacia el elegante buque de Svalbard y ser libre por fin de las garras del temido pirata Hawk, Elsa se quedó inmóvil. De pie junto a su captor, decidiendo confiar en sus palabras pues habia algo en su semblante que la hacía debatirse internamente en si creerle o no.
Decidió que lo haría.
Se dejaría llevar por esa repentina confianza en sus palabras y por los pensamientos más profundos que tenía por saber más acerca del Hans Westergard que habia descubierto en Berk.
Aunque por el momento esos pensamientos aun no los admitiera.
o-o-o-o-o
Del otro lado, Hans habia visto claramente como el estúpido príncipe Galder de Svalbard se encontraba arribando a poca distancia de su barco. Y frunció el ceño sintiendo como la furia crecía dentro de él.
Tanto Hans como la reina de las nieves ya habían subido al Venganza de la reina. Y ladrando órdenes a sus hombres, el capitán se dispuso a partir. Cuanto más rápido se alejara de ahí mejor. El que Svalbard se topara en su camino nunca era coincidencia.
Y un extraño presentimiento comenzó a invadirlo. Sin embargo lo dejó pasar. A lo mejor sólo era eso. Un estúpido presentimiento. Y se iría en cuanto pusiera un enorme mar de distancia entre ese príncipe y su barco pirata.
Su meta fija ahora era ir hacia Tártaros y tenía que concentrarse en eso. La reina ya habia embarcado con él en El venganza y ahora tenía otra cosa de la cual preocuparse. Las aguas hacia el Tártaros serian peligrosas, pero la tentación de tener a la reina encerrada en su camarote por varios días lo era aún más.
Tomó el timón viendo como la reina se acoplaba con la compañía de Waltz y otros hombres mientras el barco se alejaba de Berk, y suspiró pesadamente.
Los marinos siempre decían que llevar mujeres a altamar era de mala suerte. Y sonriendo ladino pensó que a diferencia de eso él navegaba con una reina a bordo. Lo cual podría llevarlo a experimentar límites tanto placenteros como peligrosos.
Y se dijo, era un riesgo que estaba dispuesto a correr.
o-o-o-o-o
Hola, hola. Gracias por leer! Hay mucha intensidad entre nuestros protas y como vieron ha aparecido un poco el que será nuestro villano en la historia creo lo recordaran vagamente nombrado en Mi Caballero Dragon. En fin, la historia continua y vendran mas encuentros y desenlaces.
Nos leemos pronto ;D
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