Capítulo 2
-¡Icen las velas, maldita sea! ¡Y aprieten bien esos nudos!
-¡Sí capitán!
Para el terrible pirata Hawk las cosas no estaban yendo bien. Después de la contienda que habia tenido el día anterior donde habia podido ganar un gran botín y salvar su gran mercancía, la cual ahora se encontraba en jaulas sobre la cubierta, ahora una furiosa tormenta lo atacaba nuevamente.
Joder. Estos inestables y devastadores cambios de clima del mar del Norte era lo que mantenía alejados a los piratas de todos los botines que podrían tomar del ambicioso Norte. Pero, se dijo mientras una sonrisa guasona surcaba su rostro, era por eso por lo que se le conocía como el terrible pirata Hawk. El único pirata capaz de navegar a través del Norte, asaltar veleros, obtener grandes botines y salir de ahí ileso. Después de cinco años navegando bárbaramente por los diferentes mares tanto del Norte como del Sur, y un poco del Este y Oeste, su fama lo precedía ahora.
-¡Capitán Hawk ¿qué hacemos con... la mercancía?! – vociferó uno de sus hombres.
-¡Cúbranlas! – ladró el capitán. – Si esas bestias llegan en mal estado, ese bastardo no me lo perdonara.
Hawk se encontraba sobre lo alto de la cubierta, al mando del timón. Era de noche y la tormenta habia arreciado. Sus hombres se movían rápidamente de un lado a otro del barco asegurando nudos y velas. Obedeciendo a sus órdenes, e intentado no salir volando de la cubierta hacia el embravecido mar.
Las bestias dentro de las jaulas, ensombrecidas por la intensa capa de lluvia que caía, comenzaron a rugir y Hawk vociferó una vez más:
-¡Por un demonio! ¡Cubran esas jaulas!
-¡Capitán! – un grito desde lo alto del mástil de vigía se dejó escuchar a través de la lluvia.
-¡Waltz! – Hawk volvió su vista arriba, hacia el muchacho en lo alto. – ¿¡Que es lo que ves!?
-¡Capitán, hay un barco frente a nosotros!
Sus cejas se fruncieron.
-¿¡En medio de este infierno!?
-¡Si! ¡Y parece que algo ocurre dentro del barco! – entonces el muchacho susurró algo que Hawk no alcanzó a oír en medio de la tormenta.
-¿¡De donde proviene!? ¿¡Alcanzas a ver algún emblema!?
-¡Arendell! – al escucharlo, el ceño del capitán se profundizo aún más. – ¡Es de Arendell!
-¡Rugall agarra el timón! – ladró entonces hacia uno de sus hombres. – Y dirígete hacia ese barco.
-¡Sí capitán!
Hawk cedió el timón y entre la lluvia cayendo y lo resbaladizo de la madera, comenzó a escalar hacia lo alto de la torre de vigía. Tomó el catalejo del muchacho y vio a través de él.
Y lo que vio no le gustó para nada.
-Maldita sea...
Si existía algún dios, ahora estaba seguro que no se encontraba de su lado. Ni hoy, ni en esos últimos cinco años.
-Sentí algo extraño proveniente de ese barco. – el muchacho habia comenzado a hablar y Hawk se volvió hacia él. Directo hacia esos peculiares ojos rojos. – Una poderosa magia... - casi susurró.
-Por supuesto que sí. – gruñó el mayor al saber de lo que se trataba, mientras los recuerdos de lo que habia pasado hace cinco años con Arendell surcaban velozmente por su cabeza. Recuerdos que habia intentado olvidar. El menor lo miró interrogante. – Se trata de la mismísima reina de las nieves. – el chico abrió los ojos sorprendido. – Waltz ve por tus instrumentos y espera en cubierta hasta que te hable.
-¿Que intenta hacer capitán?
La tormenta rugió furiosa por un breve momento en donde el menor creyó interpretar que aquella furia de los cielos era causada por lo que su capitán estaba a punto de hacer.
Sus ojos brillaron perversos al hablar:
-Secuestrarla, por su puesto.
o-o-o-o-o
El barco pirata llegó hasta el navío real de Arendell y entonces la situación se pudo ver con mayor claridad. Lo que en un principio Hawk habia dicho como broma, ahora no lo veía así. Tal vez el secuestrar a la reina en estos momentos fuera lo más indicado. Aunque, se dijo, era un pirata. Sus acciones no tenían por qué estar justificadas. Sin embargo, el barco de Arendell era un verdadero caos. Agua, lluvia, nieve y hielo se encontraban por todas partes.
Ladrando instrucciones a sus hombres, con una soga atada a su cintura y el otro extremo al mástil más alto, Hawk pudo abordar el barco de Arendell a través de la tormenta. Sus hombres detenían y soltaban la soga cada vez que su capitán caminaba por la peligrosa cubierta escarchada completamente por hielo.
Demonios. Pensó entonces intentando caminar entre el hielo y la tormenta. Tal vez lo estaba moviendo su objetivo de venganza, pero si no hacía algo rápido con esa estúpida mujer el barco en el que iba podría hundirse. Y no precisamente por la tormenta.
Dentro se escuchaban gritos, al parecer la rubia no era el único pasajero. Hecho rápidamente un vistazo a su alrededor. Guardias de Arendell se encontraban sobre la cubierta intentando acercarse a su reina, sin embargo el hielo y la pequeña ventisca de nieve que la habia rodeado no los dejaba caminar. Vieron con horror como él, un pirata, se acercaba a ella y llevaron sus fuerzas ahora a intentar detenerlo a él. Ignorándolos por ese vano intento, Hawk miró ahora hacia el timón. Reconoció al viejo Silver de inmediato.
-¡Hawk! ¿¡Qué demonios haces aquí!? –vociferó furioso el viejo al divisarlo sobre la cubierta. - ¡Ni se te ocurra acercarte a nuestra reina!
Conocía al viejo Silver, de entre todos los hombres con los que llegó a enfrentarse alrededor del Norte, el único que le daba la cara era Silver. Y sus encuentros se volvieron después más frecuentes. Por supuesto, Hawk saliendo vencedor en cada uno de ellos.
-¡Viejo Silver! ¡Si no me llevo a la bruja, tu barco se hundirá!
El viejo gruñó pero no se atrevió a contestarle de vuelta. Pues sabía que tenía razón. El hielo que la reina producía bajo sus pies comenzaba a pesar deliberadamente, haciendo que el barco se hundiera de a poco.
Llegó hasta donde la rubia se encontraba, envuelta por su protectora ventisca de nieve, mientras ignoraba lo que Silver seguía diciéndole. Respirando hondo Hawk se adentró, y entonces los huesos comenzaron a dolerle. Joder. Con la lluvia cayendo a raudales y la nieve alrededor de la reina, lo congelarían en un instante. Se apresuró a llegar hasta ella, aguantando los aguijonazos helados que comenzaba a sentir cada vez que respiraba. Y entonces la vio. Entre la pequeña ventisca miró su blanco rostro y su perdida expresión.
La rubia no reaccionaba, ni siquiera podía estar seguro de si seguía consciente. Aun así, la magia helada de la que era poseedora danzaba alrededor de ella.
Y antes de que pudiera dejar de sentir sus manos, Hawk la tomó de la muñeca colocó una especie de brazalete sobre ésta y entonces la ventisca alrededor de ellos paró inmediatamente. Y la reina cayó inconsciente sobre sus brazos.
El hielo comenzaba a desaparecer sobre la cubierta, y echando a la rubia sobre su hombro, Hawk se apresuró hacia su barco. Sus hombres halaban la soga mientras veían como su capitán corría sobre la cubierta. Una vez en la orilla, dio un salto hacia su barco. Sus hombres halaron una última vez, y su capitán llegó a salvo.
-¡Hawk! – escuchó entonces como le gritaba desesperadamente Silver intentando controlar el timón. – ¡Arendell te perseguirá, y lo sabes!
Con un ademan de su mano y la reina sobre su hombro, el pirata bufó amenazante:
-No puedo esperar.
Los hombres de Hawk soltaron las cadenas que mantenían su barco unido al de Arendell y entonces se separaron. El mar estrelló contra los navíos y el cielo rugió. La tormenta seguía furiosa a su alrededor mientras el pirata Hawk se alejaba.
o-o-o-o-o
Elsa despertó con un fuerte dolor de cabeza y con cierta pesadez en sus extremidades. Intentó abrir sus adormilados ojos, mientras se acomodaba para sentarse sobre las sabanas. Acarició uno de sus brazos, los cuales sentía pesados, y entonces un objeto que antes no estaba allí la desconcertó. Abrió los ojos completamente, despabilándose de su ensoñación y entonces se dio cuenta de que no se encontraba en su camarote exactamente.
Se miró las manos y vio aquello extraño que habia sentido. Dos delgados brazaletes marfiles envolvían sus muñecas. Los haló intentado quitárselos pero fue imposible. Entonces su atención se fue al lugar en el que se encontraba.
¿Dónde estaba?
No reconocía nada de ese lugar. Sin duda era un camarote principal. Este era amplio con su propia cama de dos plazas. Su escritorio clavado a la madera en un rincón. Al igual que un librero y armario. Habia dos puertas donde suponía una era el cuarto de aseo y la otra la salida.
¿Pero donde demonios estaba?
No podía recordar nada de la noche anterior. Tan sólo rememoraba la enorme impresión que la tormenta le habia dado al salir a la cubierta. Lo último que recordaba era que habia estado en su camarote intentado dormir, y al escuchar como la tormenta rugía en el exterior, habia salido a la cubierta a observar. Y entonces nada. Su memoria volvió esos pasajes blancos inmediatamente después del sentimiento de nerviosismo y terror que habia tenido al presenciar el clamor de la tormenta.
Se estremeció no queriendo darle más vueltas a ese detalle. Se deslizó por las sabanas e intentó incorporarse lentamente. Entonces se sintió débil. Trastabilló y recargó su cuerpo sobre la pared. Demonios, ¿pero que le estaba sucediendo? Notó que aún seguía con su camisón de la noche anterior. Estaba descalza pero al menos llevaba ropa puesta. Si se habia desmayado en medio de la tormenta probablemente el capitán Silver o sus guardias la habían ayudado a entrar a un camarote. Aunque no fuera el suyo.
Con ese pensamiento, se dispuso a salir de la habitación dando pequeños pasos. Se sentía sin fuerzas, como si la energía le fuera drenada poco a poco. Maldición. Esto estaba muy mal.
Y entonces la puerta se abrió. Su mirada voló mareada hacia la persona que acababa de entrar.
Y no era un rostro conocido.
-¡Oh, su majestad! No debe levantarse. Su cuerpo se encuentra muy débil. Aun no se ha acostumbrado a los...
-¿Quién eres? – Elsa lo interrumpió con un blandengue susurro, sus parpados arrastrados por el cansancio. Se sentía débil. Muy débil.
El muchacho que habia entrado corrió rápidamente hacia ella al verla desvanecerse.
-Soy Waltz...
Fue lo último que Elsa alcanzó a oír antes de perderse en la oscuridad nuevamente.
o-o-o-o-o
La siguiente vez que Elsa despertó era de noche. Pudo notarlo gracias a la única ventana circular que se encontraba en la habitación.
Ahora se sentía un poco mejor. Sus energías habían vuelto, no completamente pero al menos ya podía sentir sus brazos y piernas como suyas. Entonces se incorporó una vez más de esa cama, y con sigilo se dirigió hacia la puerta. Sabía que no se encontraba en el barco real de Arendell. La primera vez que despertó, el extraño muchacho que habia entrado se lo habia dejado muy claro. Aun así, no lo encontró amenazador. Su preocupación se habia sentido real y eso le dio un poco de esperanza a Elsa. Si no estaba en un barco de Arendell al menos esperaba estar en uno aliado.
Abrió lentamente la puerta del camarote, se asomó por el oscuro pasillo y al no ver movimiento salió al exterior. La luna brillaba intensa en el cielo lleno de estrellas, al parecer ya era entrada la noche y ni rastro de la horrible tormenta del día anterior. Eso la alivio un poco. Echó un vistazo alrededor de la cubierta de ese extraño barco y estaba completamente vacía. Pero entonces algo llamo su atención. En lo alto de un mástil. Una bandera negra.
En ese preciso momento escuchó como una voz tras ella la llamaba.
Una voz conocida.
-Oh, su majestad – habló esa persona sarcásticamente sorprendida. Y la rubia pensó que tal vez seguiría soñando. – Parece que al fin ha despertado.
Elsa se volvió lentamente. Aun no podía estar segura de la voz que habia escuchado, su mente seguramente estaba jugando con ella. Pero entonces lo vio. Frente a ella, en lo alto del timón sobre la cubierta. La luz que reflejaba la luna le dejó ver su aspecto. No era el mismo que hace cinco años, pero sin duda era él.
Su cuerpo era más ancho, su cabello más largo. Y una barba de días cubría su rostro. Habia cambiado sin duda alguna. Su duro semblante reflejaba ahora sombras pasadas, y sus intensos ojos verdes se clavaban en ella, desnudándola.
Elsa se estremeció.
-Hans... - no pudo evitar que su nombre saliera de sus labios llevando rápidamente una de sus manos a su boca. Y al ver como el hombre frente a ella sonreía al escucharla, sus dudas se despejaron.
Entones comenzó a retroceder. ¿Qué hacia él ahí? ¿Por qué se encontraba en el mismo barco con el hombre que habia intentado asesinar a su hermana cinco años atrás? Elsa retrocedió un paso y luego otro más. Intentando poner sus pensamientos en orden mientras los ojos verdes en lo alto la miraban expectantes. Disfrutando perversamente de la situación. Y entonces su cuerpo no pudo retroceder más. Su espalda habia topado con algo sobre la cubierta, y de pronto el aire caliente que sintió tras ella la hizo estremecer. Se volvió rápidamente hacia eso, de donde una enorme jaula se alzaba frente a ella. Dentro, la sombra de algo se distorsionaba, tan sólo el brillo feroz de unos enormes círculos la atraparon temerosa. Y entonces se dio cuenta que en realidad no eran círculos que brillaban. Un par de enormes ojos rojos le devolvían la mirada, y el aire que exhaló aquella criatura en la jaula volvió a rozar caliente contra su cuerpo.
Elsa se estremeció una vez más, pero ahora comenzó a temblar deliberadamente.
La criatura de pronto rugió furiosa alzándose en toda su altura dentro de la jaula, y Elsa cayó sorprendida de espaldas sobre la cubierta.
Ahora podía verlo.
Era... un dragón.
Frente a ella la atmosfera comenzaba a crepitar caliente. Hirviendo. Comenzaba a sofocarla. El dragón iba a atacarla, estaba segura. El instinto de las bestias era protegerse atacando. Y su limitada información sobre los dragones era que arrojaban fuego.
¡Fuego!
Demonios. Ella era especialmente portadora de hielo e invierno. Y en cambio un dragón era fuego y calor, indudablemente se trataba del némesis de una persona con poderes como los de ella. Y sin duda también sería su destrucción. Sus exhalaciones calientes comenzaban a sofocarla deliberadamente. Quería levantarse y salir corriendo lejos de él, volver a respirar el aire helado de la noche. Pero volvía a sentirse débil nuevamente. Su cuerpo ardiendo, y su garganta reseca. El dragón se preparaba para atacar y ella tan sólo podía quedarse ahí sin poder hacer nada.
La impresión por ver a la enorme y abrasadora criatura la dejó sin aliento, y habia olvidado por un momento la presencia del hombre tras ella. Tal vez esta era su venganza, se dijo, venganza sobre la regente del reino que él una vez habia querido gobernar. Idiota. Cobarde. Imbécil. Quería decirle tantas maldiciones como le fuera posible, pero simplemente no podían salir de su garganta. El aire caliente la habia envuelto por completo y no encontraba incluso su propia voz. Se sentía tan débil. Tan sofocante. Que incluso sus poderes no respondían ante ella.
Y entonces el dragón arrojó sus llamas y Elsa se vio perdida.
Sin embargo, el calor de las llamas nunca llegó a ella. Y de nuevo sintió como el aire helado llenaba sus pulmones. Tomó una gran bocanada de aire frio y tosió recuperando la temperatura normal de su cuerpo. Fue cuando se dio cuenta que habia sido arrojada lejos del dragón. Se encontraba aún de rodillas sobre la cubierta recuperándose, alzó la vista, y a unos pasos frente a ella Hans se encontraba de pie mirándola divertido a causa de su sufrimiento. La habia alejado del dragón pero con qué propósito. Elsa frunció el ceño. Retándolo con sus demandantes ojos azules. Y eso tan sólo hizo que la mirada de Hans brillara con más intensidad.
Se acercó a ella, se arrodilló sobre una pierna, y tomó el pequeño mentón de la rubia entre sus dedos obligándola a no apartar la vista de él.
La noche seguía helada, y el dragón tras ellos rugía dentro de su jaula cuando el ojiverde habló:
-Ahora está en mi barco, su majestad. – casi escupió. – Y mi palabra es ley. – sonrió entre dientes. – Aquí no tiene reino que gobernar. Ni súbditos que mandar. – se acercó a su oído susurrando lentamente: - Estas a mi merced Elsa. - y soltándola bruscamente se incorporó. – Bienvenida su majestad, ¡al Venganza de la Reina! – terminó extendiendo sus brazos a los costados y soltando una eufórica carcajada.
Al escucharlo, la respiración de Elsa se agitó furiosa.
Hace cinco años Hans Westergaard habia salido de Arendell como un villano. Y todo este tiempo Elsa habia creído que estaba pagando su condena en su propio reino en las Islas del Sur. Sin embargo, ahora se daba cuenta que habia estado equivocada.
Frente a ella la figura del príncipe que una vez Hans habia sido años atrás habia desaparecido. Ahora tan sólo quedaba la sombra vil de lo que en realidad era.
Ese maldito villano se había convertido en un asqueroso pirata.
o-o-o-o-o
¡Gracias por leer! :D
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