Capítulo 14
Después de salir de Berk, ahora se encontraban más cerca de arribar a Arendell, llevaban todo un día navegando y al menos les tomaría otro día más el llegar a su destino, pero si el viento seguía a su favor podrían llegar incluso mañana mismo. Y Elsa se encontraba nerviosa. Estaba cerca de su hogar, y también más cerca de separase del pirata.
Era entrada la noche cuando Elsa se acercó entonces a Hans en el timón. En todo el día desde que habían salido de Berk el pirata habia estado navegando el Venganza en el timón y Elsa no se habia acercado a él desde entonces.
Se acomodó a su lado sin decir ni una palabra. Y después de un largo silencio, el castaño habló sorprendiéndola:
-Hice enviar un mensaje a tu hermana en Arendell
-¿Cómo?- reaccionó algo confundida por esa acción.
-Le pedí un favor a Hiccup. – prosiguió Hans. - Si su dragón mensajero enviaba un pergamino con su sello real a Arendell, después de todo este tiempo, tu hermana estaría más tranquila al saber que estas bien y de regreso a casa. Si todo sale como esperamos, mañana por la mañana talvez estarán en el muelle esperándote. –apretó su agarre al timón. - Sólo aguarda un poco más.
La reina asintió comprendiendo, y su pecho se estremeció al saber que a pesar de haber discutido en Berk, también se habia preocupado por ella.
-¿Que pasara contigo? – soltó entonces sin pensar.
El pelirrojo frunció las cejas y su expresión se volvió dura.
-Me iré Elsa. – sentenció. - En cuanto vea que estas a salvo en tu reino, iré tras el imbécil de Svalbard para asegurarme que ya no sea una amenaza para ti. – su semblante se ablandó tan sólo un poco al continuar, pero la sombra sobre sus ojos se posó férrea al hablar: - Yo lo fui una vez para ti y tu reino, al menos déjame hacer esto. Déjame compensarlo.
Elsa sabía lo que Hans deseaba. Desde que conoció su pasado y su verdad, sabía que intentaba arreglar de algún modo lo que habia hecho, o estado a punto de hacer, con ella y Arendell en el pasado. Pero, a pesar de esas nuevas intenciones que el pirata tenia, Elsa no podía dejar de sentirse apesadumbrada por él.
-Entonces no te volveré a ver.
-No- dijo rotundo y renuente al hablar, cosa que la hizo fruncir el ceño. Hans comenzaba a cerrarse y portarse adusto con ella de nuevo. - Será mejor para ambos que me marche. Tu vida de reina te espera en Arendell, mientras yo seguiré siendo el temido pirata que navega el Norte. – la vio por unos momentos en los que Elsa no pudo descifrar lo que pasaba por la cabeza del castaño, y entonces su verde mirada se desvió al continuar: - Lo que vivimos... juntos - soltó lentamente. - quedara en el pasado.
Y eso bastó para que Elsa enfureciera. Tal vez sabía que no podía dar rienda suelta a sus sentimientos por él puesto que como reina sería un acto egoísta, pero aun así Elsa no podía dejar de sentirse furiosa, y sobretodo dolida, por esas palabras.
-¿Así es como terminaremos esto? – soltó entonces furiosa sin poder evitarlo. – ¿Después de todo lo que tomaste de mí? ¿De haberte conocido en realidad, de hacerme desearte – amarte, se dijo internamente. – ahora solo terminara en otro recuerdo más de tu culposo pasado?
Sus ojos azules chispeaban apasionados, y Hans la miró de pronto afligido para consternación de la reina.
-No sigas, majestad. – su voz salió gruesa y ansiosa. - No me pidas más. Mis sentimientos por ti son tan absurdamente fuertes que solo quisiera volver a tomarte conmigo, darle vuelta al barco, y no soltarte jamás. Pero no puedo Elsa. – su rostro se vio ensombrecido por su cabello. - Perdí ese derecho al intentar asesinarte tiempo atrás. Las personas se equivocan al llamar monstruos a criaturas inocentes como tú y Klaus quienes nacen con magia, cuando en realidad los verdaderos monstruos somos nosotros los humanos quienes asesinamos por miedo, venganza, furia... por un impulso estúpido de no comprender a lo que nos enfrentamos. – volvió su rostro ahora decido hacia ella. – Así que ahora tan sólo déjame compensar todo lo que hice años atrás, déjame proteger a la persona que más atesoro. Déjame protegerte Elsa.
Y a pesar de que habia sentido y comprendido cada palabra, Elsa no se dejó llevar por ese sentimiento reconfortante. No estaba de acuerdo con el pirata, y eso lo dejó reflejado en su voz:
-¡No! - sentenció un poco fuerte haciendo que Hans la mirara sorprendido. - Estoy harta de que quieran protegerme. Lo han hecho desde que nací con estos poderes. – miró sus manos. - Mis padres me protegían de ellos por el miedo que les tenía al no controlarlos. Y aun en su muerte lo estaban haciendo hasta el final. – cerró sus manos en puños. - Anna también lo sigue haciendo, incluso después de lo sucedido hace cinco años cuando lo único que pude hacer fue liberarlos y esconderme tras un castillo de hielo, Anna no me ha dejado sola. Pero ya no más. – lo miró decidida. - Tú hiciste que me diera cuenta que tenía que enfrentarlos, que tenía que hacerme responsable de lo que era. – una ventisca comenzó a nacer alrededor de ellos. – Y esta soy yo. Ya no lamentare esta carga, este regalo que se me dio... - y sonriendo engreída mientras controlaba la ventisca con una mano dijo: – Gracias a eso no hay nada que la reina de las nieves no pueda reclamar como suyo. – tras terminar sus palabras, tomó al sorprendido pirata por el cuello y lo besó apasionadamente mientras la nieve seguía cayendo a su alrededor.
Al separarse, el castaño no pudo aguantar una sonora carcajada por la acción de la reina mientras ésta lo miraba expectante.
-Creo que el convivir tanto tiempo con un pirata te ha hecho parecerte a uno. – habló cariñosamente sarcástico al recordar como aquellas últimas palabras que la rubia habia dicho, él mismo se las habia dedicado cuando la secuestró.
Hans la tomó por la cintura y volvió a besarla. Estaba amaneciendo cuando Elsa se separó del beso para reclamar sus palabras, pero entonces un movimiento en el horizonte la hizo ponerse en alerta. El castaño lo notó y se volvió hacia donde la rubia miraba. Y toda la satisfacción que habia sentido momentos antes al confesarse a la rubia de esa manera, desapareció. En cambio la preocupación combinado con la furia comenzó a invadirlo. Svalbard se acercaba a ellos, pero no venía solo.
Cinco flotillas acompañaban al buque de Svalbard, y si no fuera porque el sol ya habia traído su luz a lo alto del cielo no habia podido distinguir lo que lo acompañaba desde el mar. Una especie de enorme serpiente marina asomaba la cabeza mientras nadaba al lado de los buques. Y Hans entonces temió por Elsa y sus hombres. Arendell ya se reflejaba cerca del Venganza, y el involucrar a Arendell en la batalla contra Svalbard ahora era inevitable.
o-o-o-o-o
Cuando Anna y Kristoff recibieron la misiva que traía un pequeño dragón verde, el cual provenía del rey de Berk, quedaron completamente estupefactos. Pero al leer entonces lo que la carta contenía, entonces Anna sintió un gran alivio.
Elsa se encontraba bien.
Después de casi más de un mes sin saber de ella, ahora su hermana regresaba a Arendell. El rey de Berk le avisaba que regresaría acompañada de un amigo el cual la habia ayudado todo ese tiempo, y Anna entonces sintió interés por aquello. Lo último que habia sabido de su hermana cuando ésta partió hacia Corona tiempo atrás, era que el temido pirata Hawk habia abordado el buque de Arendell y la habia secuestrado. Después de eso, Silver el capitán del barco en el que Elsa habia navegado, habia regresa a Arendell junto a Kai informándole de lo sucedido y alegando que en el camino se habían encontrado con el príncipe de Svalbard quien prometió ir tras la búsqueda de la reina. Anna de igual forma no se habia sentido tan confiada con eso, así que ella misma mando a otro barco por el mar del Norte en busca de su hermana. Pero claro, en todo ese tiempo no habían tenido noticia alguna. Hasta la tarde de ayer en el que ese extraño dragón verde habia entrado por el castillo y habia arrojado de sus fauces un pergamino enrollado.
Aunque Arendell no tenía algún trato con Berk, tanto Anna como Elsa tenían en mente el intentar una alianza con ese reino más adelante. Y ahora que parecía que habían ayudado a su hermana a regresar a casa, Anna sin duda estaría muy agradecía y emocionada por poder compartir una alianza entre ambos reinos. Pero por ahora primero estaba Elsa, a quien moría profundamente por ver.
Era muy temprano por la mañana cuando Anna se dispuso a ir hacia el puerto a esperar el barco que traía a Elsa de regreso. Y junto a Kristoff, quien la reprendió por dar saltitos de excitación en su avanzado estado de embarazo, Olaf, Kai, Gerda y un número de guardias reales, se encontraban ahora en la orilla del muelle viendo como un gran barco se acercaba hasta Arendell. Y al divisar como una enorme tormenta de nieve pareció envolverlo, Anna se dio cuenta emocionada que de hecho se trataba de su hermana. Pero entonces algo que se encontraba un poco más lejano al barco en el que venía Elsa, llamó su atención. Y ahogando un gemido de conmoción con su mano al ver de qué se trataba, Anna habló:
-Los persiguen. – confirmó.
Kristoff a un lado de ella, se puso alerta y distinguió entonces lo que la pelirroja habia dicho.
Frunció sus rubias cejas y luego se dirigió a uno de los guardias reales.
-Alerta al puerto. Saca a toda persona de aquí y estén listos para cuando el barco llegue. ¡Rápido!
-¡Sí señor!
El movimiento en el puerco se hizo entonces estridente conforme los habitantes salían apresurados al ver como el barco rodeado de nieve se acercaba, y tras él una flotilla que lo perseguía.
-¿Kristoff que está pasando? – preguntó entonces una preocupada Anna. Temía por su hermana y por lo que estaba sucediendo a lo lejos en el mar.
El rubio tomó su mano fuertemente y la tranquilizó.
-No lo sé Anna. Pero lo que sea que se nos presente, tenemos que apoyar a Elsa.
La pelirroja asintió decidida. Eso era algo indudablemente cierto. Lo que sea que Elsa hubiera vivido en ese tiempo, Anna estaría de su lado. Eso es lo que hacia la familia, y no la dejaría sola.
o-o-o-o-o
-¡Oh no! ¡A mi reino no!
Después de ver como Svalbard se acercaba peligrosamente a ellos, Elsa se acercó a la punta del barco y, alzando sus manos al aire, comenzó a congelar el agua del mar que el Venganza dejaba atrás. Galder junto a su flotilla y esa horrible bestia se encontraban ya a unos metros de distancia de ellos, al menos con el agua congelada del mar lo atrasarían un poco mientras ellos seguían acercándose al puerto de Arendell.
Los hombres de Hans se habían movido rápidamente tras las órdenes de su capitán al divisar la amenaza frente a ellos y Hans, en el timón, se volvió hacia la reina quien seguía lanzado de su magia.
-Elsa me acercare todo lo que pueda al muelle, pero no anclare. No podemos dejar que esa cosa se acerque al reino. – habló entre el ajetreo de sus hombres y la ventisca de nieve. Elsa se volvió seria hacia él. – Una vez ahí, desciende lo más rápido que puedas y alerta a tu reino. Mientras tanto yo distraeré a la bestia con mi barco. Mis hombres se pueden encargar de los de Svalbard.
-Alertare a la guardia real, son demasiados hombres para una sola tripulación de piratas.- alegó.
A pesar de todo el alboroto alrededor, Hans sonrió engreído.
-No temas cariño, de peores situaciones hemos salido.
Y Elsa se permitió sonreír.
-Sólo ten cuidado. – susurró, pero Hans alcanzo a oírla. Habían llegado ya al puerto y Elsa comenzó a crear un camino de hielo que la haría bajar del barco y llegar a tierra firme mientras el Venganza daba media vuelta para alejarse de ahí.
-Elsa- habló entonces Hans acercándose rápidamente a ella mientras ésta se disponía a bajar del barco por la rampa de hielo. –No me retractaré de lo que he dicho. Ni de mis sentimientos por ti. – la rubia abrió los ojos. – Sé que no quieres ser protegida – y tomando de sus manos, se las llevó a sus labios plantando un casto beso. – así que será un placer luchar al lado de la persona que amo. – y robándole un rápido beso de sus labios, la alejó de él dándole un ligero empujón. La reina cayó por la resbaladilla de hielo mientras, aun en su estupor, gritaba su nombre.
Hans dio media vuelta sin volverse. Si lo hacía, estaba seguro de que bajaría con Elsa hacia Arendell y la protegería de todo. Pero se contuvo. Ella era la reina de Arendell y tenía que proteger a su reino. Así que él haría su parte. Protegería aquello que no habia podido proteger años atrás. Aunque ya no tuviera el derecho de quedarse al lado de la persona que amaba para siempre, al menos en este momento lo haría. La amaba lo suficiente para salvar el reino y familia que ella amaba, y no importaba si para ello tenía que haber un sacrificio de su parte.
Se volvió hacia sus hombres ladrando ordenes al ver como a lo lejos Svalbard con sus cañones comenzaba a romper el hielo que Elsa habia creado a su alrededor, y entonces la larga bestia surgió de nuevo de entre el mar y pedazos de hielo rotos.
-¡Joder! – soltó mientras comenzaba a maniobrar el Venganza.
Hans se habia dado cuenta que esa enorme bestia en realidad era un dragón de mar. Y podía estar completamente seguro que ese bastardo príncipe lo estaba controlando quizá con alguna ayuda que Drago le brindó. Gruñó entre dientes. Maldito fuera ese bastardo.
o-o-o-o-o
Cuando Elsa cayó a la superficie congelada del mar, se incorporó y siguió corriendo hacia el muelle, congelando sus pasos alrededor. Al llegar ahí entonces se dio cuenta de algo. El puerto estaba vacío, y sintió un enorme alivio por eso. Con lo que estaba sucediendo temía que los pobladores sufrieran algún daño, pero eso ya no sería así. Y entonces escuchó su nombre:
-¡Elsa!
Anna se acercaba a ella con felicidad y lágrimas reflejadas en su rostro. Cuando la tuvo enfrente entonces la rodeó con sus brazos y su abultado estómago.
-¡Oh Elsa, cuanto me alegro de que estés bien!
La pelirroja la abrazó fuertemente y llenó de besos sus mejillas. Después de un rato Elsa la apartó unos centímetros de ella.
-Anna perdón por preocuparlos – habló sincera al ver como Kristoff también se acercaba a ellas y las abrazaba de igual forma. - Pero ahora... - dijo entonces al ver la batalla en el mar semi congelado. Luego se volvió seria hacia Kristoff y su porte del deber de reina afloró. – Kristoff necesitamos a la guardia.
El rubio asintió.
-Ya mande el aviso en cuanto vimos a los barcos entrar a la costa. No les faltara mucho para llegar. – informó. – También despejamos el puerto y llevamos a las personas a la ciudad. Los hombres que nos acompañaban para tu llegada están dispersos por el muelle por si los demás barcos intentan anclar y atacar.
-Gracias – soltó la rubia entonces aliviada al escuchar que al parecer todo estaba bajo control. Luego su mirada se volvió preocupada hacia el mar, y regresó a ver a Anna y Kristoff con decisión en sus ojos. – Kristoff – demandó. – lleva a Anna al castillo, en su estado es peligroso tenerla aquí.
-Pero Elsa... - comenzó la chica a debatir.
-No – esta vez fue Kristoff quien la interrumpió, y se volvió hacia ella con cariño. – Elsa tiene razón Anna - y tomando sus manos con delicadeza, continuó. – Tenemos que pensar en la seguridad del bebé. Yo los protegeré - besó sus manos, y Elsa sintió una estremecedora ternura al verlos y recordarle lo que hace poco el pirata habia hecho. – No me perdonaría jamás si algo te pasara.
-Anna – habló entonces la rubia tomando de igual forma una de sus manos. – Yo tampoco lo haría, así que por favor ve a resguardarte al castillo.
La pelirroja ahogó un sollozó y asintiendo con su cabeza abrazó a Elsa por el cuello.
-Me alegra que estés bien hermana. - le confesó aun entre sus brazos. – Todo este tiempo creí que ese horrible pirata te habia hecho algo.
Elsa acarició la cabeza de Anna y sonrió tranquilizadoramente.
-En realidad creo que nunca estuve en peligro Anna, así que deja de preocuparte. – habló confiada y Anna se separó de ella para dirigirse entonces hacia el carruaje que la llevaría a ella y Olaf al castillo. –Ahora tengo que ir a ayudar a Hans a derrotar a Svalbard – Elsa se habia vuelto hacia el mar y la imagen que vio no le gusto para nada. – No dejare que ese idiota se salga con la suya.
-Un momento ¿has dicho Hans? – Anna se veía conmocionada al escuchar a la rubia. Pero Elsa ya no le prestaba atención, su mirada azul se perdía ceñuda en el horizonte viendo la batalla que estaba a punto de comenzar. Y entonces dio media vuelta para andar hacia el mar. – Dijo Hans ¿no es así? – siguió Anna preocupada ahora hacia Kristoff quien parecía de igual forma sorprendido.
-¡No hay tiempo! ¡Te explicare después! – escuchó como la rubia le hablaba mientras salía corriendo hacia el muelle dejándolos atrás.
Anna, aun conmocionada y preocupada, se dirigió hacia su rubio esposo una vez más.
-¿Hans es el pirata que la secuestró? ¿Siempre fue Hans? – habló temblorosa. Kristoff se encogió de hombros igual de sorprendido mientras ayudaba a Anna a subir al carruaje. – Kristoff cuídala, por favor – suplicó antes de subir. – No dejes que nada le pase, que nadie le haga daño.
El rubio la miró serio y asintió mientras plantaba un beso en la frente de su esposa y se volvía hacia Olaf quien siempre habia estado dentro del carruaje esperando por su creadora.
-Cuídala amigo.- le encargó.
-¡Por supuesto! – dijo alegre. – Pero ¿y Elsa? Tenía preparada una sorpresa para ella. – habló después algo decepcionado.
Anna lo tranquilizó y el carruaje partió hacia el castillo mientras Kristoff regresaba al muelle. Algo habia pasado con la reina de las nieves en ese tiempo y el rubio estaba seguro que el nombre de Hans que habia soltado la reina no era casualidad. Ese hombre tenía algo que ver en todo esto, otra vez.
Pero ahora no estaba tan seguro si era para bien, o para mal.
o-o-o-o-o
La guardia de Arendell habia llegado a tiempo para cuando los barcos de Svalbard arribaron al muelle y sus hombres bajaron a confrontar. Elsa esquivaba el combatir con los hombres en la tierra para llegar al mar. El Venganza aún se veía en medio del mar de hielo, el buque de Svalbard frente a él, y la bestia a un lado. Y al parecer Hans tenía problemas con esa bestia. El Venganza arrojaba de sus cañones a la serpiente mientras la tripulación luchaba sobre la cubierta contra los hombres de Svalbard, y entonces Elsa se apresuró a acercarse al Venganza.
El mar seguía congelado por su magia en unas secciones mientras, en otras, grandes trozos de hielos rotos flotaban a la deriva. Con cada paso que daba sobre el mar, Elsa lo congelaba llegando rápidamente a la escena de la batalla. Entonces no pudo evitar que sus poderes congelaran el resto del agua en la que aun flotaban ambos barcos y el dragón serpiente quedó atrapado en medio del hielo, con la mitad de su cuerpo en el agua bajo el hielo y la otra en la superficie. El dragón rugió por su repentina inmovilidad y los hombres de Hans salieron entonces hacia la superficie congelada. Hacia el nuevo terreno que ahora les daba la situación.
Galder bajó de su propio barco junto al resto de sus hombres y, en medio del espacio entre un barco y el otro, la lucha de Hawk y Svalbard comenzó. Elsa se dirigió hacia ahí al divisar a lo lejos a Hans, pero en ese momento una voz la detuvo.
-¡Elsa!
Kristoff la seguía desde atrás, al parecer desde el muelle, y eso la sorprendió. Frunció sus cejas.
-Kristoff ¿qué haces aquí?
-Vengo a protegerte – confesó. – Se lo prometí a Anna. – y mirando la escena a la distancia soltó: - Además no pienso dejarte luchar sola contra...esa cosa. –habló refiriéndose a la serpiente quien seguía retorciéndose sobre el hielo.
Elsa sonrió por sus palabras no extrañándole que Anna quisiera protegerla, de nuevo. A pesar de ser ella la hermana mayor, y la portadora de magia, siempre habia sido Anna la insistente en querer protegerla a ella.
-¿Que planeas hacer? – preguntó luego Kristoff sacándola de sus pensamientos. Se encontraban a unos metros de la batalla y Elsa quedó por un rato pensativa. – Creo que les has dado una ventaja al atrapar a la bestia con el hielo, pero será cuestión de tiempo para que pueda zafarse de ahí.
-Sí – concordó la rubia. - Tenemos que deshacernos de la bestia terminando con Svalbard primero. Es un dragón de agua, estoy segura que lo está controlando de alguna forma. – se apresuró a decir, pues en su viaje habia conocido a los dragones y a su regente, sabía que no eran tan malos como los hacían parecer.
-Entonces Svalbard es nuestro enemigo – confirmó el rubio. – Nunca me lo imagine.
La reina sonrió.
-Y todavía no les he explicado nada.
Kristoff tomó la familiar hacha con la que cortaba hielo, la cual colgaba de su espalda, y sonrió de lado.
-Bueno, será mejor que ayudemos. Aunque aun no entiendo del todo, estamos de tu lado Elsa.- la reina sabía que se refería a él y Anna, y por un momento Elsa pensó que tal vez comprenderían su situación con Hans. Después de todo eran su familia.
La rubia asintió decidida y agradecida por esa confianza, y entonces se acercaron a la batalla.
Kristoff comenzó a luchar reconociendo a su enemigo y Elsa lo dejó atrás mientras se disponía a buscar a Hans. No lo veía en medio del ajetreo, tan sólo sus hombres contra los de Svalbard. La criatura se retorcía a la distancia un poco más lejos de donde los piratas se encontraban luchando y al moverse sacudía de a poco la superficie de hielo que habia creado con su poder. Elsa gruñó, el hielo no duraría mucho. Volvió a embestir con su pie contra el suelo congelado para crear otra enorme capa de hielo alrededor de los barcos y el monstruo, pero entonces Elsa se dio cuenta que ésta no habia sido tan gruesa como la primera. Sus poderes se iban debilitando y se maldijo por eso. Necesitaba recuperar energías para ello, pero ahora no era el momento indicado.
Quitándose a unos hombres de encima con su magia, Elsa siguió adentrando en la batalla y entonces diviso a Hans a la distancia, muy cerca de donde la criatura se encontraba rugiendo por salir. Pero no estaba solo, se encontraba en un intenso duelo con Galder. Waltz a unos metros de ellos, salió entonces corriendo hacia ella sorprendido al verla.
-¡Reina! –gritó entre los rugidos y sacudidas del dragón quien movió unos centímetros la superficie de hielo haciendo que ambos se tambalearan un poco. – El hielo fue de gran ayuda, la serpiente por poco nos come vivos.
-Waltz el hielo no durara mucho tiempo, tenemos que hacer algo – dijo ansiosa por las terribles sacudidas que el dragón seguía dando mientras veía como a unos metros Galder se lanzaba con su espada contra Hans.
-El capitán se está encargando de eso, el dragón responde a Galder gracias a un instrumento mágico. No es coincidencia que solo lo obedezca a él. Son instrumentos de hechicero muy utilizados en el mercado negro, por fortuna sabia acerca de ellos y la manera de deshacernos de él. – entonces miró preocupado el duelo que el pirata estaba teniendo. – Pero el capitán no ha podido hacerse con él. El príncipe lo lleva alrededor del cuello, pero Hans no ha podido acercarse. El capitán se ve cansado - soltó en un susurro ansioso. - y Svalbard lleva ventaja.
Elsa miró el duelo con furia en sus ojos. Waltz tenía razón, Hans se veía exhausto después de la huida maratónica de Tártaros hasta Berk y después a Arendell. El pirata no habia descansado en todo ese tiempo y sus energías reservadas se estaban acabando. Mientras Svalbard, con más hombres y una bestia, llevaba ventaja por mucho. Elsa apretó los puños a sus costados. Ella también estaba disminuyendo en sus poderes, habia usado bastante ya y parecía que esa criatura se escaparía en cualquier momento rompiendo el hielo y el suelo que los mantenía en la superficie de paso. Joder, esto era malo. Muy malo. Tenía que hacer algo ya.
Pero entonces un desgarrador grito llamó su atención, y todo pensamiento se nubló en su cabeza.
A unos metros de ella, Hans se encontraba tendido boca abajo sobre la superficie, mientras el color rojo carmesí de su sangre se esparcía rápidamente bañando el hielo bajo él. Galder frente a él reía descomunalmente y entonces Elsa dejó de respirar una fracción de segundo. El aire alrededor de ella se volvió frio al tiempo que una pequeña ventisca comenzaba a nacer encima de ellos. Entonces Waltz se volvió a mirarla con miedo. La reina no estaba en sí, su mirada brillaba extremadamente blanca y sus manos se sacudían a sus costados. Waltz se alejaba dificultosamente de la escena mientras los aires llenos de nieve y trozos de hielo comenzaban a esparcirse alrededor haciendo tambalear y caer a la tripulación de Hawk y a los hombres del enemigo.
Demonios. Tenía que llegar al barco, se dijo el pequeño hechicero, pues la reina habia entrado en estado de conmoción al ver lo que habia sucedido con Hans y no podía descubrir lo que haría a continuación. Al acercarse al barco vio como sus compañeros habían pensado exactamente lo mismo y cada uno se retiraba del campo de batalla congelado para refugiarse en el Venganza.
Esto no terminaría nada bien, pensó el pelinegro mientras llegaba al barco y se acercaba a Rugall quien observaba a la reina envuelta en una ventisca a lo lejos.
-Por los dioses – soltó entonces el mayor con preocupación y miedo en su voz al ver como los poderes de la reina caían enfurecidos entre nieve, viento y hielo sobre el campo de batalla.– Sólo espero que los dos regresen con vida.
o-o-o-o-o
Gracias por leer :D
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