Capítulo 1

Elsa recorrió su vista una vez más sobre la invitación que tenía delante de ella.

Suspiró.

Desde hacía un par de semanas uno de los reinos más importantes del Sur había enviado esa invitación exclusivamente a la reina Elsa y la princesa Anna de Arendell, y Elsa sabía que no podía negarse a ir a la festividad que el reino de Corona tenía como tradición puesto que Anna era una muy buena amiga de la princesa de Corona. Su comunicación y relación creció desde que la princesa de Corona había asistido a la boda de Anna y Kristoff dos años atrás. Pero ahora Anna estaba en cinta y, aunque no le gustara la idea a la pelirroja, tenía estrictamente prohibido el viajar.

-Reina Elsa – uno de sus lacayos la llamó sacándola de sus pensamientos. Apartó la vista de los papales que tenía sobre su escritorio y se volvió hacia él. – Ya casi es hora.

-Gracias Kai, bajo en un momento.

El que Anna no pudiera viajar era uno de los motivos por el que este día Elsa atravesaría todo el mar del Norte hasta Corona. Pero también en su mente estaba fortificar las alianzas. Desde las nupcias de Anna ya había pensado acerca de eso.

Desde hace casi cinco años y después de la época helada, como solían llamarle al episodio que el reino había sufrido por culpa de su magia, Arendell se había dirigido hacia un camino de prosperidad comenzando con alianzas y tratados que había obtenido de algunos reinos del Norte. De los cuales el primero en recuperar la confianza en Arendell fue Dunbroch. Gracias a eso Arendell volvió a crecer, y Elsa pudo ver aliviada todo lo que se había logrado desde entonces.

Sin embargo no podía decir lo mismo de los reinos del Sur. Y ahora que se presentaba una oportunidad de poder entablar buenas migas con ellos, y tal vez algún tratado beneficioso para ambos, no lo dejaría pasar. Podía comenzar con Corona, el más rico de ellos. El reino de Svalbard también era una buena opción como aliado, el príncipe de esas tierras había visitado Arendell una vez y a Elsa le había parecido un príncipe bastante simpático. También estaban las Islas del Sur...

Elsa sacudió su cabeza soltando un pequeño bufido mientras se incorporaba de su escritorio para salir de su despacho.

Definitivamente las Islas del Sur no serían una opción al momento de crear alianzas. Aún tenía muy presente en su cabeza lo que había pasado con cierto príncipe isleño cinco años atrás. Y aunque todo eso ya había quedado en el pasado, no podía dejar de sentir cierta aversión hacia Hans Westergaard.

Dio otro corto suspiro, alejando con eso las memorias que recorrían su mente. En estos momentos no quería recordar su pasado durante esa época. Sin embargo y gracias a la época helada, Elsa pudo darse cuenta entonces de que su reino no era el único con antecedentes mágicos.

Después de superar la crisis helada y de volver a tomar el control sobre Arendell, Elsa se dedicó a la construcción de nuevas alianzas para el bienestar de su reino. Fue entonces cuando descubrió como algunos de los reinos del Norte tenían sus propias historias. La que más la había dejado asombrada fue la del reino de Berk. Había escuchado rumores provenientes de otros lugares pero jamás creyó que unos humanos pudieran domar ¡dragones! Por si mismas esas enormes criaturas eran muy difíciles de encontrar y cuando las noticias llegaron hasta Arendell entonces esos rumores se confirmaron. Elsa nunca había visto un dragón, pero no podía dejar de pensar en la majestuosidad de esas criaturas. Escondidas tiempo atrás por lo diferentes que eran a los demás. Como lo había estado ella.

Dunbroch era otro de los reinos más importantes del Norte, con bastas tierras y un gran poder militar comandado por la primogénita del rey. Aunque no conocía en persona a la princesa y príncipes de ese reino, sí conocía al rey Fergus puesto que había sido el primero en renovar su tratado hacía con Arendell. En esas tierras Elsa también había escuchado de una poderosa bruja proveniente de los espesos bosques de Dunbroch, a la cual personas de diferentes reinos e incluso reyes, habían visitado para solicitar su sabiduría y poder.

Y ahora que entablaría relaciones con los reinos del Sur sabía también de antemano que cada uno tenía su propia leyenda mágica ancestral. Después de reconocer toda la magia que había a su alrededor y saber que no era la única con poderes, Elsa no volvió a temer de ellos nunca más. Jamás volvió a preocuparse por esconder sus poderes de nuevo. Y entonces Arendell tuvo su propia leyenda.

Cinco años habían pasado desde entonces, y todos los reinos del Norte la conocían ahora como la reina de las nieves.

Y, sonrió de lado, realmente eso no le molestaba.

-¡Elsa! ¡Elsa! – la voz de Olaf la saco de sus pensamientos y se volvió hacia él sonriendo.

-¿Que ocurre Olaf?

-¿Podrías darle un vistazo a mi nevada personal? Creo que cada día se vuelve más pequeña. ¿O será tan sólo mi imaginación?

Elsa miró la pequeña nube de nieve que reposaba sobre la cabeza de Olaf, y la cual lo seguía a donde sea que el pequeño muñeco blanco fuera.

-Está perfectamente Olaf. Creo que tan sólo es tu imaginación.

El muñeco suspiró.

-Eso es un alivio. Ahora que te vas de Arendell, y yo no puedo acompañarte, –soltó triste. – no estaba seguro si mi nevada duraría lo suficiente hasta tu regreso.

Elsa rió por lo bajo.

-Olaf llevas cinco años con la misma nevada sobre tu cabeza. –le sonrió dulcemente. - Descuida, no pasara nada. En un par de semanas estaré de regreso ¿de acuerdo?

El pequeño sonrió tras esas palabras.

-¡De acuerdo! – después su pose se volvió pensativa. – Aunque nunca te has ido por tanto tiempo. – susurró. - ¡Ya se! – brincó emocionado. - ¡A tu regreso hare una bienvenida sorpresa! Le diré a mis hermanitos y a Malvavisco que... ¡Oh! – sopló al darse cuenta de lo que habia hablado demás. Elsa rio.

-Descuida Olaf, me hare la sorprendida.

Y dedicándole un guiño, Elsa siguió bajando por las escaleras hasta llegar a la entrada del castillo donde Anna junto a Kristoff y sus fieles sirvientes Gerda y Kai la esperaban.

-Reina Elsa ya todo se encuentra listo para zarpar. – habló el mayor de sus sirvientes mientras le tendía la capa a Elsa sobre sus hombros. – Sólo nos están esperando.

-¡Oh, Elsa como lamento el no acompañarte! – se quejó entonces Anna arrojándose a los brazos de la rubia. Elsa sintió como el prominente estomago de su hermana se apegaba al suyo cálidamente.

-No seas tonta Anna, -habló cariñosamente mientras acariciaba la cabeza pelirroja. – sabes que en tu estado no puedes hacer viajes tan largos. – y separándose de ella acarició levemente su abultado vientre. – Este pequeño regalo tiene que protegerse. – Elsa vio como Anna sorbía su nariz sonoramente con ojos húmedos mientras le dedicaba una enorme sonrisa al escuchar esas palabras.

-Oh Elsa, es el embarazo – se explicó. - me tiene muy sentimental. – y volvió a abrazar a su hermana. La rubia le dedicó una cariñosa mirada a Kristoff quien las veía riendo levemente para después tomar a Anna del brazo y rodearle los hombros para alejarla de ella.

-Elsa saluda a la princesa Rapunzel de nuestra parte, por favor. - habló Kristoff con un sentimiento de fraternidad. – Y cuídate mucho durante el viaje.

La rubia asintió viendo a la pareja frente a ella, a Olaf, y el vientre lleno de vida de su hermana, y un sentimiento de añoranza se adentró en su pecho. Ellos eran su familia, y era lo que más quería proteger en este mundo.

-Nunca me he ido por tanto tiempo de Arendell.- soltó entonces lo que afligía en su pecho y Anna la tomó de las manos rápidamente al verla titubear.

-No seas tonta Elsa, - habló la pelirroja animadamente repitiendo las palabras de su hermana. – Tienes que ir al festival de Corona y felicitar a Rapunzel. Aunque seas una reina también tienes derecho a divertirte. Anda ve, diviértete, firma los tratados y crea las alianzas que tengas que crear y en tres semanas estarás de regreso. – y con la mano de Anna sobra su mejilla, Elsa se contagió del ánimo de su hermana, armándose de valor. - No te preocupes por el bebé. Seguirá seguro dentro de mí hasta tu regreso.

Elsa asintió y se despidió una vez más de ellos. Era verdad que desde la muerte prematura de sus padres nunca se había alejado tanto tiempo de Arendell. El viajar en barco por mar aun la ponía un poco nerviosa al ser la misma situación en como sus padres habían muerto. Y a pesar de controlar en gran parte sus poderes éstos seguían creciendo cada día. Ante los ojos de su hermana y todo el reino Elsa era la inquebrantable y poderosísima reina de Arendell, portadora de magia y protectora del reino. Y eso era lo que intentaba ser cada día de su vida. Sus prioridades eran cumplir con ese deber con el respaldo de su magia la cual era de gran ayuda. Le gustaba experimentar con ella en sus tiempos libres cuando sus obligaciones diplomáticas de gobernante no la tenían tan ocupada. Ver hasta dónde podía llegar con su magia. Sin embargo cuando ésta se salía más allá de lo que Elsa podía comprender, entonces la presión del temor de años escondiendo sus poderes la volvía a invadir. Aquel viejo miedo de su niñez por no entender lo que pasaba con ella y el no poder controlarlo. Pero entonces Anna, Kristoff y Olaf entraban en su mente, y su cuerpo se relajaba rápidamente. Su magia se acompasaba y Elsa dejaba de intentar practicar cosas nuevas con ella hasta que se sentía preparada de nuevo tanto mental como físicamente.

Eso se había vuelto un hábito para ella. Experimentar. Parar. Volver a intentar. Pero claro, el crecimiento de sus poderes lo mantenía en absoluto secreto. Con el estado delicado de Anna no quería preocuparla innecesariamente. Sabía que su hermana podía llegar a ser un gran apoyo para ella, siempre dándole amor y cariño; diciéndole que su don era un regalo, que era parte de ella y lo que la hacía tan especial. Sin embargo, a pesar de ese enorme cariño que Elsa le agradecía enormemente, sabía que el creciente de sus poderes era algo que tenía que enfrentar ella sola. Tenía que ser más fuerte. Tenía que aprender a controlarlos, pero ahora no por miedo. Sino por su familia y su reino. Era por eso que cada día se exigía mas así misma. Autocontrol, firmeza, voluntad. Era lo que como reina dejaba ver ante los demás. Lo que la caracterizaba alrededor de los reinos del Norte como la reina de las nieves.

Al salir por las puertas del castillo cuadro los hombros y alzó su barbilla volviendo a esa firme postura que encarnaba como soberana del reino. Volvió una última vez su vista hacia la familia que la despedía eufóricamente desde la entrada, la familia que protegería con su vida, y subió solemne al carruaje que la llevaría al puerto.

El carruaje real se perdió por el camino hacia el pueblo al mismo tiempo que pequeñas esferas blancas comenzaban a caer lentamente desde el cielo.

-Nieve... – susurró entonces Anna sorprendida.

-¡Oh, nieve! – cantó emocionado Olaf mientras comenzaba a correr alrededor del jardín del castillo. Persiguiendo los pequeños copos blancos que caían deliberadamente uno tras otro.

-Tal vez es su forma de despedirse. – conjeturó el rubio atrapando la nieve entre sus manos.

Pero el presentimiento extraño que crecía dentro de Anna le decía todo lo contrario. Con una mano sobre su pecho volvió su preocupada mirada por donde el carruaje había desaparecido. Sólo esperaba que ese presentimiento estuviera equivocado.

o-o-o-o-o

Elsa se encontraba a bordo del Mil Mares, el barco real que la llevaría hasta Corona. Ya todo estaba listo, Kai la acompañaría en ese viaje mientras había dejado instrucciones a Gerda del cuidado de Anna y Olaf. También durante lo que duraría su ausencia, Elsa había dejado instrucciones claras al consejo y a Kristoff quien era la persona en quien más confiaba para encargarse de lo que la gente del reino podría llegar a necesitar durante su ausencia.

Con todo organizado Elsa se permitió dar un suspiro al sentir como el barco emprendía su marcha, adentrándose así al océano. Arendell comenzó a quedar tras ella y Elsa empezaba a sentir como el estrés se iba de a poco de su cuerpo. Era verdad que ya extrañaba a su hermana y los demás, pero también se dijo, necesitaba dar este paso por su cuenta. El salir al mar siempre había sido para ella una especie de reticente actividad que o postergaba o se negaba a hacer. Cuando su deber de reina la mandaba a ir a algún reino cercano, el tiempo que duraba fuera de Arendell era apenas alrededor de cinco días. Un tiempo corto a comparación de ahora. Ahora era diferente. Iba a un reino muy lejos del suyo y su estadía en el mar seria incluso mayor que en la del propio reino al que iba a visitar. Al menos tendría entre cinco o seis días arriba del Mil Mares para llegar hasta Corona, donde planeaba estar una semana hasta que la festividad de las luces terminara, y el viaje de regreso sería igual. Seis días más navegando en el mar.

Tomó aire y lo soltó lentamente al pensar en la profundidad de su viaje. Está bien, al parecer todo había comenzado bien. El capitán se había presentado ante ella y le prometió un viaje muy seguro, y Elsa lo creía, ese viejo capitán era el mejor navegante de Arendell por su puesto. Y ahora mientras el capitán mandaba órdenes a sus oficiales y cabos, Kai se había puesto a ordenar las cosas de la reina en su camarote individual, mientras los guardias reales de Arendell seguían los pasos de la rubia por la cubierta.

Elsa duró unos largos momentos sobre la cubierta, acostumbrándose al vaivén del barco y al inmenso azul del océano. De alguna forma ver el mar la tranquilizaba. Y al ver lo sereno y acogedor que podía llegar a ser, no se lo podía imaginar como el sepulcro eterno en donde sus padres descansaban ahora. Dio otro suspiro de nostalgia.

Sus padres.

Meses atrás Elsa había encontrado algo en la biblioteca personal del antiguo despacho de su padre que quizá hubiera sido mejor el no haberlo visto nunca.

Dentro de un viejo baúl, perdido en una esquina de la habitación, Elsa había encontrado una serie de diarios escritos a mano por la letra de su padre. Cuando los encontró el primer sentimiento de Elsa fue la nostalgia de volver a ver la pulcra letra de su progenitor. Y al leer sus primeras líneas sintió como la alegría y satisfacción llenaban su pecho cálidamente al enterarse de lo que en ellos se encontraba escrito. Historias del como había sido su padre de niño, las cosas que le gustaban y disgustaban a través de los años. El cómo había conocido a su madre en una de sus visitas a un bosque encantador. Entre muchas aventuras más.

Los primeros diarios que Elsa había leído habían sido prácticamente un cuento de hadas. Hasta que había llegado al último.

Aferró los puños a sus costados sintiendo como pequeña escarcha comenzaba a congelar sus dedos. Respiró hondo al notar esto y se relajó. La escarcha desapareció.

Después de haber leído el último diario y haber descubierto lo que éste contenía, Elsa llegó a la decisión rotunda de no contarle nada de lo descubierto a Anna. No era el momento. No se sentía preparada. Y, se dijo mientras trataba de relajarse al sentir como la magia helada quería salir de sus manos otra vez, jamás se perdonaría por eso.

-¡Reina Elsa!

La rubia escondió muy bien el sobresalto que le dio al escuchar su nombre tan de repente. Y cuadrando aún más sus hombros, las manos sobre su abdomen, se volvió hacia el viejo capitán quien la había llamado.

-Capitán Silver. – contestó con voz calmada.

El viejo Silver le hablaba desde lo alto de la cubierta, tras el timón, mientras le dedicaba una sonrisa a través de su espesa barba blanca.

-Su majestad la veo un poco tensa mirando hacia el horizonte. – confesó amable. – Si su preocupación son los piratas, entonces no debe de tenerla. Esos rufianes no navegan estas aguas, y los pocos que lo intentan siempre salen huyendo. El poderoso mar del Norte es demasiado para ellos.

Elsa le sonrió afable.

-Gracias capitán Silver. Sus palabras me reconfortan.

El día transcurrió para Elsa entre un pequeño descanso en su camarote y charlas amenas durante la cena entre los pasajeros del Mil Mares. Aunque era uno de los grandes barcos reales en donde la realeza de Arendell se transportaba, también con ella la acompañaban lords de títulos nobiliarios de Arendell junto a sus familias quienes de igual manera se dirigían a pasar una emocionante estadía en Corona durante el Festival de Luces. Elsa charló con cada uno de ellos, algunos eran los encargados de condados y tierras del reino que ella gobernaba, a todos los conocía después de todo. La presencia de los señores y señoras de la alta sociedad de Arendell hizo que el viaje le resultara menos tedioso, y olvidara un poco la preocupación que el mar representaba para ella.

El segundo día transcurrió de la misma manera. Elsa se había acostumbrado al barco y a su movimiento. También de la imagen que le daba el mar a su alrededor. Sin embargo, un sentimiento de inquietud persistía en su interior, al que intentaba inútilmente de ignorar.

Al tercer día de viaje fue cuando el sentimiento cobró fuerza. La noche había caído y las gruesas nubes grises cargadas de tormenta y temor la acompañaban. Entonces Elsa lo supo. Entendió ese inquietante sentimiento que había estado en su pecho desde que había subido al barco. Entendió como el mar te podía dar tranquilidad pero en un momento te la podía quitar. Y ahora de pie sobre la cubierta viendo como el agua caía a raudales sobre ella, sabía exactamente como se habían sentido sus padres antes de morir.

La tormenta había llegado furiosa al tercer día a bordo del Mil Mares, sacudiéndolo violentamente, dejando la cubierta inundada y a los pasajeros refugiados en su camarote.

Y Elsa tan sólo podía ver como el cielo le declaraba la guerra al embravecido mar. Ignoró las protestas del capitán tras ella, y los gritos de su fiel lacayo Kai. La tormenta la tomó por sorpresa. Y su cuerpo se negó a responder. Se había congelado.

Ahí sobre la cubierta. Sus pies quedaron congelados a la mojada madera.

Y el caos dentro de ella reinó.

o-o-o-o-o

¡Hola y gracias por leer! :D

Espero hayan disfrutado de la lectura y pues nada, como ven ya estamos en la segunda entrega de la serie de 'Caballeros'. Si leíste "Mi Caballero Dragón" de la pareja de Hiccup y Merida, ahora es el turno para la pareja de Hans y Elsa. Que en lo personal, me gustan mucho. Son un ship muy intenso de donde se puede sacar gran romance y drama entre ellos, así que esta historia tendrá ambos, sólo esperen los siguientes capítulos. Más adelante también tendremos contenido un poco mas candente y explicito por llamarlo de alguna forma jajaj, así que advierto desde ahora: habrá contenido M. 

Aclaro: esta historia ya la tengo terminada en otra plataforma y consta de 15 capítulos y un epilogo, así que no demorare tanto en actualizar. Eso sí, aun sigo escribiendo la ultima entrega de la serie con la pareja de Eugene y Rapunzel, así que tal vez en algunas ocasiones sí me pueda tardar un poco mas. 

En fin, creo es todo. 

¡Nos leemos pronto! :D

Byebye ;*  

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