Capítulo 20

El plan era sencillo, tan solo era distraer a los secuaces de drago mientras Mérida y Chimuelo se encargaban de liberar a Hiccup quien se encontraba encerrado en las celdas del barco principal. Información valiosa que pudieron conocer gracias a que habían secuestrado a Egil y a sus hombres cuando éstos habían llegado al taller de Haakon para revisar su trabajo. Ella y los oficiales los habían embestido, amenazado y encerrado en el taller mientras seguían con lo siguiente en su plan.

-Mérida - Eret la llamó volviéndose a ella con un semblante preocupado. Se encontraban ahora fuera del taller, montados sobre sus dragones listos para volar hacia el puerto. - ¿Qué haremos una vez que drago llame a su alfa?

Al escucharlo, la pelirroja sonrió de lado orgullosamente y señalo a Chimuelo.

-No deberíamos de preocuparnos por eso. Tenemos a nuestro propio alfa ¿recuerdan? – el dragón gruñó en contestación, al parecer también muy dispuesto a recuperar a su dueño castaño y a enfrentarse a cualquiera que se lo impidiera. Y montada sobre Chimuelo, Mérida soltó unas últimas palabras antes de volar: - Ahora veremos que voluntad es más fuerte. Si la de una sola persona obsesionada por poder, o la de unos vikingos decididos a salvar a su rey.

Y tras esas palabras, los jinetes de Berk vociferaron entusiastas volando sobre sus dragones y siguiendo a su rebelde reina.

o-o-o-o-o

Una vez en el puerto, Mérida junto a los oficiales se posicionaron en sus respectivos lugares para empezar con lo siguiente en su plan.

El anciano Hakoon se habia dirigido hacia el pueblo, a alertar a su gente y a resguardarla del enfrentamiento que se llevaría a cabo en la bahía.

Con todo listo, entonces Mérida se dispuso a continuar con el plan dando la señal a los gemelos para que salieran de su escondite rumbo a uno de los navíos laterales. Mientras Patán y Patapez se dirigían al otro. Y por último Eret y ella misma volaban hacia el principal.

Su presencia fue avistada rápidamente por los hombres de Drago y la confrontación comenzó.

Para su suerte Drago parecía no encontrarse en ninguno de los tres barcos mientras los vikingos de Berk peleaban contra sus hombres. Aunque los enemigos eran multitud, para los vikingos de Berk fue muy sencillo deshacerse de unos cuantos gracias a la gran ayuda de sus dragones. Puesto que la fuerza de estas criaturas podría llegar a valer cincuenta hombres cada una.

Mérida y Eret se abrieron paso por el barco principal mientras vikingos enemigos se abalanzaban hacia ellos. En ese momento Eret se volvió hacia ella gritando:

-¡Reina! Vaya hacia las celdas, yo me encargare de ellos.

La pelirroja asintió y desmontando a chimuelo, salió disparada hacia la parte inferior del barco mientras se abría paso entre los hombres de Drago con su espada y la ayuda de chimuelo. Bajo rápidamente por las escaleras y una leve penumbra la invadió al llegar al húmedo y mohoso lugar. Tan solo un enemigo se encontraba ahí de guardia y Mérida acabó rápidamente con él al notar su presencia. Se acercó a los oxidados barrotes de la única celda que se encontraba ocupada y entonces lo vio.

Vio a aquel estúpido rey dragón que tanto habia extrañado.

Pero algo estaba mal. El castaño se veía diferente, ni siquiera habia reparado en su presencia ni en el alboroto que se estaba armando sobre la cubierta.

¿Qué demonios le habia pasado?

Su semblante oscurecido por sus cabellos castaños no dejaban que Mérida apreciara su rostro.

-Hiccup... - su voz salió ansiosa mientras acercaba su rostro a los barrotes.

Fue entonces que el aludido reaccionó a su llamado, y Mérida pudo ver en él un rostro quebrado.

-Mérida... -susurró. - ¿pero qué haces aquí?

Entonces la pelirroja vio como lentamente Hiccup comenzaba a darse cuenta de su entorno. De ella, de todo el ruido que provenía desde la cubierta. De los alaridos de sus dragones. Los choques de espadas y bramidos de vikingos luchando.

-¿Que está pasando?

Y en ese momento fue cuando Mérida se enfureció. Frunció sus rojas cejas y apretó su agarre contra los barrotes.

-¿Que está pasando? – casi rugió. – ¡He venido por ti estúpido rey dragón! Tus hombres están aquí y quieren salvarte ¿y cómo es que te encuentro? – reclamó. - Recaído en una mohosa celda en la profundidad del barco de tu peor enemigo. ¡¿Cómo demonios te dejaste vencer?!

Hiccup abrió los ojos al escucharla sintiéndose de pronto consternado por todo lo que le confesaba. Se acercó a ella, la puerta oxidada de la celda los separaba.

-¿Cómo me encontraron? – sacudió su cabeza de un lado a otro. - No, espera. Drago. – soltó apretando los barrotes ansioso. - Drago tiene un colosal alfa, deben irse Mérida. ¡Están en peligro!

El castaño se veía preocupado al ver a Mérida ahí. No podía dejar de pensar en lo que habia sucedido con él y la presencia de Drago hace momentos atrás. Su espíritu estaba quebrado y no quería que su gente y la persona que amaba corrieran peligro ahora que no podía luchar. Le habían arrebatado su voluntad, a Chimuelo, y con él sus ansias de seguir luchando.

-¿Irnos? – se mofó la pelirroja al oírlo. – No sin nuestro estúpido rey. ¿Dónde ha quedado toda esa ansia por derrocar a Drago y vengar la muerte de tu padre?

Entonces el castaño bajó su cabeza retraído.

-Tenías razón Mérida, -murmuró por lo bajo, su cabeza llena de lo sucedido con Drago, de la muerte de su padre, de un Chimuelo terriblemente herido. - Nunca debí de haberme obsesionado tanto con esta estúpida venganza contra Drago. Me equivoque y ahora he puesto en peligro a todos.

Un pequeño silencio se hizo entre los dos.

Mérida no podía cree lo que escuchaba. No sabía qué era lo que Drago habia hecho para quebrar la voluntad del rey dragón, pero eso solamente la hacía enfurecer más. No dejaría las cosas así. Definitivamente acabaría con ese bastardo de Drago.

-Tal vez tu único error fue haber venido aquí por tu propia cuenta. – al escucharla, Hiccup la miró entonces desorientado. – ¿Recuerdas la promesa que hicimos aquella noche? 'Tus batallas serán las mías...' - Habia hablado Mérida con apaciguadora voz pero sin dejar su semblante firme.

En ese momento el rostro del castaño cambió.

Sus manos encontraron las de ella a través de los barrotes y habló recuperando su espíritu lentamente.

-'Y no volverás a pelear en soledad jamás.'

La pelirroja asintió apretando su agarre.

-Ahora no estás solo. Tus oficiales te necesitan, Hiccup. Chimuelo te necesita... Yo te necesito.

Y con una nueva llama chispeando dentro de él gracias a las palabras y presencia de la pelirroja, Hiccup se apartó echando abajo la puerta oxidada de la celda de un golpe. Tomó a Mérida entre sus brazos y sus labios se juntaron en un beso lleno de anhelo y necesidad que ambos tenían sobre el otro desde el momento en que se habían separado tras su discusión en Dunbroch.

En ese preciso momento, fue entonces cuando lo escucharon.

El barco se habia sacudido violentamente separándolos de su abrazo, y un estridente rugido atravesó el lugar.

El alfa habia salido.

Y estaban seguros que Drago estaba con él.

-Vayamos a derrotar a ese alfa. –habló ahora decidido el rey dragón. Con una nueva determinación brillando sobre sus verdes ojos. Y tomando fuertemente la mano de la mujer a la que amaba, y la única que habia podido hacerlo entrar en razón, salieron de ahí.

– Hare que Drago se arrepienta por haberse metido conmigo, y mi pueblo.

El rey dragón habia vuelto.

o-o-o-o-o

Al salir a la cubierta, Mérida y Hiccup se toparon con una increíble escena.

El mar alrededor de ellos se agitaba violento provocando que los enormes buques se tambalearan de un lado a otro arrojando en su vaivén a vikingos enemigos de las cubiertas. Mientras los vikingos de Berk seguían su lucha contra los que aún quedaban de pie, el colosal alfa, causante de la furia del mar, rugía y se movía desesperado a unos metros de los barcos intentando esquivar inútilmente los ataques que un furioso furia nocturna le lanzaba.

-¡Chimuelo!

Hiccup lo llamó al verlo enfrentarse solo al alfa. Y al escuchar de nuevo la voz de su amo, Chimuelo se distrajo por un breve momento en donde el colosal dragón aprovecho para levantar una de sus enormes extremidades y estrellarla torpemente contra uno de los barcos. Su intención era llevar a Chimuelo en ese golpe, pero el astuto dragón negro lo habia esquivado y habia salido volando rápidamente hacia Hiccup.

El barco que habia recibido el golpe del alfa era en donde se encontraban Hiccup y Mérida, y al ver como la madera comenzaba a contraerse y hundirse, corrieron hacia los extremos para ponerse a salvo. En ese momento Chimuelo habia llegado hacia ellos y montaron en él antes de que el barco siguiera su deliberado camino al fondo del océano. Una vez en el cielo, observaron como el colosal dragón seguía dando sus torpes golpes hacia el mismo lugar, vikingos de Drago saltaban desde la cubierta hacia el mar para salvarse, y Hiccup frunció el ceño por eso. Después de todo se trataba de Drago, ni sus hombres eran importantes para él. Sólo el poder.

-¡Pero miren nada más! – Hiccup vio entonces como el causante de toda su furia se encontraba sobre el alfa. Y al ver al castaño, soltó una grotesca carcajada. – Y yo que pensaba que estarías hundiéndote junto al barco. – entonces su ojo negro se percató de la pelirroja que se encontraba con él, y sonrió con sorna. – Ahora veo porque sigues vivo. ¡Los rumores eran ciertos! – declaró burlesco. – Así que el rey dragón se casó con la furia roja de Dunbroch. Ahora veo de donde sacaste las agallas para enfrentarme después de lo que paso con tu padre hace tiempo.

Hiccup apretaba los puños al escucharlo y Mérida se preparó para tomar su arco mientras a ambos los invadía el ansia por acabar con ese bastardo.

-Pero eso ya no será necesario, rey Hiccup - soltó con mofa. – Todas tus fuerzas y voluntades serán en vano, terminare mi hechizo y solo necesito a tu invaluable dragón. Una vez que termine contigo, lo drenare hasta los huesos.

Y soltando otra estridente y grotesca carcajada, Drago ordenó al alfa atacarlos. Chimuelo lo esquivo ágilmente y entonces tras una orden de Hiccup que Mérida no alcanzo a oír, se alejó volando lejos de Drago.

Tras escuchar su risa al verlos huir, Mérida se volvió hacia el castaño confundida e irritada.

-¿¡Hiccup pero que haces!?

Vio como descendieron en el puerto donde los pescadores aun corrían a refugiarse por órdenes de Haakon y entonces Hiccup se volvió hacia Mérida.

-No puedo involucrarte en esto... - comenzó el moreno y Mérida frunció las cejas interrumpiéndolo.

-Oh no, ni se te ocurra Haddock. No empieces con tus ideas de querer proteger a todos sólo sacrificándote tú. Estamos juntos en esto. ¡Yo luchare!

El castaño la miró orgulloso y reconfortado por esas palabras, pero no dejaría que el sentimiento lo invadiera. No podía perderla.

No a manos de Drago.

La tomó del rostro y la besó fugazmente apaciguando así la diatriba que la pelirroja estaba a punto de darle.

-Chimuelo – al separarse de sus labios, Hiccup hizo un ademan hacia su dragón y éste obedeciendo la orden se sacudió. Mérida cayó entonces a tierra desorientada aun por el beso, y Hiccup salió volando con chimuelo. – ¡Resguárdate con Haakon Mérida! – fue su última orden antes de ir tras Drago.

-¡Tramposo! – gritó entonces la pelirroja furiosa mientras lo veía alejarse.

Pero era más que claro que Mérida no se quedaría sin hacer nada. Tal vez Hiccup no quería que ella se enfrentara a Drago, pero aun podía ser de ayuda.

Aferrando su arco a su espalda, Mérida salió corriendo hacia los barcos que aún quedaban en el puerto. El barco en donde momentos antes Hiccup se encontraba atrapado aun seguía hundiéndose, y vio entonces como los oficiales de Berk seguían su lucha en los otros dos restantes. Al parecer ya habían notado la presencia de su rey y eso los habia vuelto más osados y vitoreaban cada vez que Chimuelo y Hiccup atacaban al alfa. Mérida volvió su mirada a ellos. Estaba preocupada. Sabía que Chimuelo era muy fuerte, pero el alfa era una criatura enorme, necesitaba un plan para poder ayudar a Hiccup a vencerlo.

Entonces observó el panorama. El alfa se encontraba muy cerca de los buques de Drago. Vio los enormes mástiles que los mantenían a flote y entonces tuvo una idea. Los mástiles podrían ser de ayuda, si el alfa se acercaba lo suficiente a los barcos, Mérida con ayuda de los oficiales y sus dragones, podrían echarlos abajo. Éstos caerían deliberadamente y podrían incrustarse en la enorme bestia y al menos con eso podrían debilitarla.

Con eso en mente, Mérida se dirigió hacia uno de los barcos laterales alcanzando a divisar a Eret y Patán luchando alrededor de él. Llegó a la cubierta esquivando a vikingos enemigos y llamó entonces a Eret para contarle su plan. El oficial mayor asintió y se dirigió hacia los demás para contarles el plan de la reina. Los gemelos junto a Patapez se habían posicionado sobre el otro buque, listos para recibir la orden de echar abajo el mástil, mientras Patán y Mérida se encontraban en el otro.

Eret sobrevoló acercándose a Hiccup y en un rápido grito le dijo que acercara al alfa a los buques. El oficial regresó a su posición para ayudar a la reina mientras veían como Hiccup junto a Chimuelo hacían retroceder unos pasos al alfa con un eufórico Drago sobre él.

Hiccup al ver las posiciones que tomaban sus oficiales compendio lo que querían hacer. Y usar los mástiles como armas sería una gran ayuda para inmovilizar a la gran bestia.

-¡Ahora! - pero entonces escuchó esa voz y Hiccup se dio cuenta de que Mérida se encontraba con ellos.

Frunció sus cejas. No era de extrañar que Mérida no lo hubiera obedecido. Pero la quería a salvo al menos por un momento en esta enfrenta contra su enemigo. Pero hablábamos de Mérida, y pensó que esa pelirroja lo volvería loco.

Tras un estruendo, los mástiles comenzaron a caer deliberadamente y mientras Chimuelo seguía lanzando sus poderosas esferas de energía al alfa, Hiccup vio horrorizado como uno de los mástiles no seguía la dirección correcta al caer.

Mérida vio como el alfa retrocedió tras el último ataque de Chimuelo y uno de los mástiles se incrustó en su pecho tras un gran alarido. En ese momento y sin ver la dirección que tomaba el mástil restante al caer, Mérida sacó su arco rápidamente y aprovechando la vacilación de Drago al ver como su alfa estaba herido, apuntó con su flecha al oscuro vikingo y disparó.

Drago cayó de su dragón hacia el océano con una certera flecha encajada sobre su costado izquierdo y al mismo tiempo Mérida se dio cuenta como Hiccup se acercaba volando velozmente hacia ella. Su rostro invadido por el terror.

-¡Mérida!

Entonces lo vio, el mástil restante caía deliberadamente hacia ella.

o-o-o-o-o

-¡Hiccup! ¡Por favor despierta! ¡Hiccup!

Todo habia terminado. Después de que Drago se hundiera en el océano, lo que quedaba de sus hombres se retiraron escapando en barcas pesqueras. El alfa después de haber sido lastimado y domado por Chimuelo regreso al fondo del mar, tal vez al Nido a curar sus heridas.

Y ahora la única preocupación de Mérida era que Hiccup no reaccionaba.

El plan habia funcionado, sin embargo el mástil que iba a caer sobre ella terminó cayendo sobre Hiccup. La habia salvado en un instante. Sin percatarse de lo que sucedía a su alrededor, y después de disparar su flecha hacia Drago, de pronto Mérida habia sido empujada fuertemente arrojada varios metros lejos de donde la gran asta de madera habia caído. Y al incorporarse vio como ésta habia aplastado a Hiccup. Pero no en su totalidad. Su cuerpo y torso se encontraban bien, y solo una de sus piernas era la que habia quedado atrapada bajo el mástil.

Mérida habia corrido consternada hacia él, y ahora que lo sujetaba entre sus brazos, gritaba su nombre para que despertara.

Entonces las lágrimas comenzaron a rodar sobre sus mejillas desesperadamente.

-¡Hiccup! ¡Despierta!

Los oficiales se acercaron a la escena presurosos y con la ayuda de sus dragones lograron mover cuidadosamente el asta de madera. Entre sus brazos Hiccup comenzaba a reaccionar lentamente, sin embargo Mérida lo apretaba cada vez más contra su pecho sin darse cuenta de los gestos del castaño.

-Oh por favor despierta, sé que dijiste que me resguardara pero no podía dejarte solo. La próxima prometo obedecer, pero por favor despierta.

La pelirroja seguía lamentándose entre lágrimas cuando entonces escuchó un leve bufido. Y al separarse un momento del castaño vio como éste se encontraba ya despierto y tratando de contener una sonrisa.

-¿En serio... lo prometes? – preguntó todavía un poco débil. Y después de fruncir por un leve instante las cejas, Mérida sonrió ampliamente. Las lágrimas seguían cayendo por sus mejillas pero ahora eran de alivio. Y lanzando una vez más los brazos alrededor del cuello del castaño, lo atrajo hacia ella y junto sus labios con los de él.

-Estúpido y astuto rey dragón – susurró contra ellos, feliz de que su caballero se encontrara a salvo.

Alrededor, las personas que seguían en el puerto comenzaron a festejar. Los gritos de alegría y jubilo invadieron el lugar al sentirse ahora libres de la amenaza que los habia tenido en un profundo terror por meses. Los oficiales de Berk comenzaron a recibir esa alegría y rieron junto a los pescadores.

Mérida los veía contenta aun abrazada al cuello de Hiccup. Pues ahora todo ya habia terminado. Lo que empezó como una absurda venganza al fin habia acabado. Y siendo sincera, muy dentro de ella estaba satisfecha que ese malnacido de Drago hubiera sido derrocado por su propia mano con una de sus certeras flechas. Volvió sus ojos azules hacia Hiccup, quien se encontraba riendo al lado de sus oficiales a pesar de su herida en su pierna izquierda, y Mérida pensó entonces que protegería esa sonrisa.

Protegería la felicidad descubierta al lado de Hiccup y no dejaría que nada ni nadie se volviera a meter con lo que más amaba.

Al menos Drago habia hecho tan solo una cosa bien, pues desde ese día a Mérida se le conoció como la furia roja de Dunbroch. Reina de Berk y esposa del primer domador de dragones.

o-o-o-o-o

Después de la batalla y con ayuda de Haakon, Hiccup fue atendido rápidamente. Su herida en su pierna izquierda habia empeorado al pasar el tiempo y la preocupación en Mérida regresó.

Aun así después de horas tratando de curar la herida, la extremidad del rey dragón no pudo ser salvada.

Ahora la noche habia caído en la pequeña isla del puerto pesquero. Haakon habia organizado al pueblo, y se habían desecho de lo último que quedaba de Drago como las herramientas y trampas que habían utilizado para capturar y drenar dragones. También habían enviado en una barca sin rumbo fijo a Egil y los últimos vikingos enemigos que quedaban prisioneros. La isla estaba limpia de cualquier rastro de Drago y los vikingos de Berk se encontraban ahora dispuestos a salir hacia su reino por orden de su rey.

-Mañana por la mañana llegara un barco a llevarlos de regreso a Berk. – hablaba Eret calmadamente mientras Hiccup lo escuchaba recostado sobre la cama de una de las casas de la isla que Haakon ofreció para que los reyes de Berk y salvadores pasaran la noche. Su pierna izquierda se encontraba completamente vendada bajo las sabanas y Mérida se encontraba sentada en una silla de madera a un lado de él. – Patán y los gemelos regresaran también mañana sobre sus dragones a terminar de ayudar a Haakon y a su pueblo en lo que haga falta. Y también para escoltarlos a ustedes hasta Berk.

-Gracias Eret. – sonrió Hiccup satisfecho del reporte que su primer oficial le brindaba. Para después regresar a un semblante más serio. – Cuando arribes en Berk quiero que mandes unas cartas por mí. – el mayor asintió. – Envía mi mensaje a Hans y Eugene. 'Derrocamos a drago'. También comienza a trazar rutas comerciales hacia esta isla. De ahora en adelante esta isla pesquera quedara bajo protección de Berk. Que los reinos del Norte lo tomen en cuenta.

-Sí señor. Se hará como ordene. – inclinó levemente la cabeza y después se volvió una vez más hacia su rey. – Pero por ahora descansa, Hiccup. – sus ojos denotaban seriedad y un leve pesar al mirar la extremidad izquierda vendada de su rey. – Que Astrid no me perdonara el que no te haya protegido lo suficiente.

A un lado de él, Hiccup sintió como Mérida apretaba fuertemente sus manos en puños sobre su regazo mientras su mirada caía al suelo. Hiccup posicionó una mano sobre las de ella apaciguando su temblor. Y sin dejar de ver a Eret habló:

-Este día fue una victoria para nosotros, Eret. No te agobies por pequeñeces. – y sonriendo de lado habló. – Después de todo tienes a un rey lo bastante obstinado como para seguir viviendo. Apacigua a Astrid por mí, -siguió en un tono más reconfortante. - dile que todo está bien.

Y tras esa despedida e instrucciones dadas por Hiccup, Eret salió de la isla pesquera junto a los oficiales con rumbo hacia Berk.

Una vez solos, Mérida cerró fuertemente sus ojos, aferrando sus manos contra el agarre de Hiccup.

Desde que habían cerrado y vendado su herida, Mérida se habia encontrado en un total silencio. Extremadamente inusual proviniendo de ella. Y Hiccup sabía el porqué de su decaída expresión.

-Mérida – habló, su voz salía despacio en un susurro reconfortante. – Mírame Mérida. – tomó delicadamente de su mentón y volteó su rostro hacia él.

Los ojos azules le regresaban una mirada quebrada que lo hizo enternecer. ¡Dioses! Como amaba a esa mujer. Por eso mismo no quería que Mérida se sintiera culpable de lo que habia pasado con su pie.

-Lo siento tanto – soltó la pelirroja en un cortado susurro.

Una traicionera lagrima que habia estado reteniendo desde que Eren entro a informar salió de sus ojos. Hiccup la limpió con su dedo pulgar y ahuecó su húmeda mejilla entre su mano. Pegando su frente junto a la de ella.

No dijo nada. La dejó llorar entre sus brazos. Solo se dedicó a acariciar su rostro sin separar sus cabezas.

Cuando sintió que la pelirroja apaciguaba su llanto tranquilizándose entonces habló:

-¿Mejor? – Mérida asintió levemente atreviéndose a abrir los ojos tras su largo llanto. – Te amo. – la besó. – Y lo sabes. – volvió a besarla. – Y nunca ningún otro enemigo, guerra, o accidente permitirá que deje de hacerlo.- la besó una última vez y sonrió. – Así que deja de llorar por mí, te lo suplico.

Su pecho habia desbordado de tanta dicha reconfortante al escuchar esas palabras que Mérida no pudo evitar el sonreír abiertamente aunque su rostro siguiera húmedo por sus lágrimas. Con los sentimientos desbordando de su pecho, ahora fue ella quien lo besó a él y susurró las palabras que creía nunca iba a poder decir por miedo a sentirse débil. Pero que ahora éstas ansiaban por salir de su boca:

-Te amo, Hiccup. 

o-o-o-o-o

Y aquí terminan los capítulos pasen al epilogo para dar conclusión a esta historia. :D


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