Capítulo 18
Hiccup se marchó de Dunbroch sin haberle dicho a nadie a donde iba realmente. Después de que pudo calmar su adolorido llanto, Mérida tan solo descubrió en el suelo de su habitación el papel arrugado que Hiccup habia dejado atrás. El papel que tanto escondía de ella. Al leerlo no pudo entender ni siquiera el significado de los números escritos ahí. Eso la hizo enfurecer, estrujarlo de nuevo y aventarlo lejos.
Cuando Hiccup se fue y Mérida tuvo que presentarse a la cena, los oficiales que habia dejado atrás le preguntaron extrañados por la ausencia de su rey. Mérida tuvo que mentirles, no diría en ningún caso que habían discutido y él se habia marchado. Les dijo que habia regresado a Berk por una emergencia que ni siquiera a ella le habia explicado. Eso hizo que Patán y Patapez se volvieran a ver interrogantes, y decidieron enviar un mensaje esa noche a Berk para confirmar que no hubiera problemas en el reino.
Mérida terminó de cenar desanimada, sin energías de seguirles la conversación a su padre y hermanos. Situación que el menor de ellos detectó. Se retiró del comedor y se dirigió a su cuarto pensando en las palabras que ella y Hiccup habían intercambiado esa noche en su discusión y entonces las lágrimas se agolparon en sus ojos una vez más. Su pecho se contrajo en un nuevo sentimiento que no sabía que podía doler tanto. Pues aunque no se lo demostrara al castaño en palabras, lo amaba. Lo amaba lo suficiente como para sentir semejante dolor tras su despedida. Pues eso era realmente lo que sentía. Dolor.
Tal vez habia sido demasiado terca.
Tal vez habia sido demasiado dura con él.
Pero ¿por qué sus últimas palabras tenían que doler así?
Tal vez él tenía razón. Esperaba más de lo que ella podía darle. Se decía ser la guerrera más fuerte de su reino, sin embargo no era lo suficientemente valiente como para decirle a la persona más importante para ella la verdad acerca de sus sentimientos. Y hasta ahora no se habia dado cuenta que tan egoísta habia sido todo este tiempo con Hiccup. Él la habia apoyado todo este tiempo; desde que eran niños en aquella memoria perdida de su pasado; durante la insignificante guerra que habia tenido su reino con el de Berk al no querer lastimarla en ningún combate; al ayudar a la reconstrucción de Dunbroch después de finalizada la guerra.
Después sus atenciones a ella siguieron durante su enlace matrimonial y su estadía en Berk; en sus labores como reina. Y ahora incluso habia traído a Gothi desde sus tierras para ayudar con la enfermedad de su hermano. Habia estado ahí para ella en esa considerable circunstancia. Y nunca podría olvidar el te amo que Hiccupp habia susurrado a su oído aquella primera noche que habían llegado a Dunbroch. Palabra que nunca imaginó el necesitar escuchar tanto como hasta ahora.
-¿Te encuentras bien, hermana?
La voz de Hubert entrando a su habitación la sacó de pronto de sus pensamientos. Y cubrió rápidamente sus ojos con una mano. Su voz aún no se sentía preparada para contestar.
Hubert al verla se acercó a ella y la abrazó por los hombros, posando una mano sobre sus cabellos.
Ese acto hizo que Mérida se dejara vencer al llanto una vez más, mientras su hermano la consolaba acariciando su cabeza. Sus lágrimas caían abrumadas de sentimiento, dolor y tristeza que la despedida de Hiccup habia dejado en ella. Y entonces un pequeño hipo apareció por unos instantes acabando así con su poca energía.
- ¿Por qué Hubert? – comenzó hablar Mérida entre jadeos. – Si esto es amor ¿por qué tiene que doler tanto?
Y sin que ella lo notara, de pronto el menor de los trillizos sonrió tiernamente al comprender ahora el significado de su estado decaído. Sabía que se trataba del joven rey de Berk, de él y de ella. También sabía que Mérida podía llegar a ser demasiada tozuda en cuanto a expresar sus sentimientos se refería. Así que, sin dejar de acariciar su cabeza apaciguadoramente, Hubert le habló con lo único que Mérida necesitaba escuchar en esos momentos. La verdad.
-Porque es real Mérida. - soltó tranquilo, dejando que su hermana procesara cada palabra que estaba a punto de decirle. - Porque lo que sientes por él es real.
Para su asombro, la pelirroja habia dejado de llorar, se habia calmado al escucharlo y comenzó a limpiar sus lágrimas con sus manos. Después de un rato, Hubert la soltó al sentirla completamente serena. Y cuando Mérida se volvió hacia él, algo en ella habia cambiado. Su mirada zafiro lo decía todo, y Hubert sonrió sintiéndose orgulloso de su hermana.
La resolución habia vuelto en ella, ya no habia rastro de la tristeza que la abrumaba momentos antes, y ahora la determinación que la caracterizaba comenzaba a nacer de a poco en su celeste mirada.
-Tengo que ir con él. – comenzó a hablar Mérida caminando por la habitación, como si un plan de guerra se formara de pronto en su cabeza. Y Hubert tan sólo asentía al razonamiento recién descubierto de su hermana. –Tengo que ir con ese estúpido dragón, golpearlo en la cara y reclamarle la osadía que tuvo al dudar de mis sentimientos por él. – después de esas palabras Mérida se veía ahora con más energía. Golpeó su puño derecho contra su otra mano abierta y frunció sus cejas. – Oh, Hiccup Haddock III recibirás de lleno todo mi amor por ti, y después de eso veremos si te atreves a dudar de mi otra vez.
Mérida seguía con su diatriba personal hacia Hiccup mientras Hubert la veía divertido con una sonrisa en su rostro. Al menos ahora ese sentimiento de tristeza y dolor que habia tenido su hermana momentos antes, ahora se habia convertido en una apasionada furia y deseo por ver al rey dragón. Aunque el pelirrojo ya no estaba tan seguro de lo que su hermana haría una vez tuviera al castaño en frente. Por los dioses, esperaba que el entrenador de dragones no saliera herido.
-Irse así sin más. – continuó la chica exasperada por sus pensamientos. - ¿Cómo se atreve a enfrentar a Drago él solo? Oh, porque estoy segura que fue hacia él. Desde que Hans nos visitó diciendo que traía malas noticias, estaba segura que habia encontrado el paradero de Drago. Pero entonces ¿por qué no me dijo absolutamente nada sobre eso? Conociendo lo sobreprotector que es, puedo apostar mi arco y espada a que tenía planeado ir solo desde un principio. Estúpido y astuto rey dragón... - Mérida siguió y siguió desahogando su furia. Pero Hubert, quien ya no seguía el sermón de su hermana, vio entonces como ésta tomaba un trozo de papel en sus manos. Quería preguntarle que era de lo que estaba hablando, pero entonces la presencia de dos personas entrando por la puerta lo desconcertó:
-¡Hubert! Sabía que estarías aquí.
– Oh, demonios. Tenías razón Hamish. ¿Cómo rayos sabes siempre donde estamos Hubert y yo?
Sus hermanos entraron a la habitación comenzando una absurda plática.
-Soy el mayor de ustedes, es inevitable. Es como si supiera las coordenadas exactas de donde va a estar cada uno. Además, - continuó como si fuera lo más obvio. - Hubert no dejaba de ver a Mérida durante la cena. Parecía decaída. Es fácil leer esas expresiones hermano. – Harris bufó al escucharlo. Hamish sonrió triunfante. Y Hubert se volvió hacia ellos quienes ahora veían extrañados como su hermana mayor caminaba de un lado a otro hablando sola. Miraron entonces a Hubert con un semblante interrogante y éste se limitó a sonreír.
-¿Pero qué mosca le ha picado ahora? – cuestionó Harris.
Antes de que Hubert pudiera contestar, de pronto Mérida habia parado su diatriba y se habia vuelto rápidamente hacia a ellos.
-¡Hamish ¿qué fue lo que acabas de decir?!
Las tres cabezas pelirrojas la miraron ahora asombrados por su repentino cambio.
-¿Q-Que es fácil leer sus expresiones? – balbuceó el mayor de los trillizos al ser ahora el centro de atención de Mérida.
-No. – se exasperó. – Encontraste a Hubert. ¿Como? Como si supieras...
-¿Las coordenadas para encontrarlos? Oh, sí. Pero solo lo decía para...
-¡Coordenadas! – lo interrumpió entonces animada. - ¡Eso es!
Sus rostros seguían asombrados cuando la pelirroja se arrojó hacia ellos abrazándolos emocionada. Y después de darle un beso a cada uno en la frente, salió apresurada de la habitación.
-Insisto. – habló Harris con confusión en su voz. – ¿Pero qué mosca le ha picado a nuestra hermana?
Hubert al verla partir tan excitada, sonrió ampliamente.
-Está enamorada.
o-o-o-o-o
Mérida se dirigió rápidamente a la habitación de huéspedes la cual habían utilizado los oficiales de Berk desde que arribaron a Dunbroch. El trozo de pergamino que Hiccup habia dejado atrás ahora cobraba sentido para ella gracias a las palabras vagas de sus hermanos. Eran coordenadas. Coordenadas que estaba segura la llevarían hacia él, y hacia Drago.
Ese maldito papel era el que el castaño habia tenido consigo desde la visita de Hans, desde que habían llegado a Dunbroch, y el cual miraba tan ansiosamente esos últimos diez días. Ahora todo tenía sentido para ella. Ahora podía comprender la discusión que habia tenido con el entrenador de dragones y se daba cuenta que habia sido una completa idiota. Sabía que el tema de Drago y su padre eran muy importante para Hiccup, y aun así ella habia sido muy egoísta al no tomar en cuenta sus sentimientos y sus reacciones.
Apretó los puños a sus costados frunciendo sus cejas. No dejaría esto así. Tenía que ir con él. Tenía que encontrarlo.
Entró a la habitación de huéspedes topándose con la cara asombrada de los vikingos, y entonces habló:
-Patán, Patapez. Necesito de su ayuda.
-Mérida – dijo entonces el más bajo de ellos asombrado. – ¿Pero qué es lo que ocurre?
Después de decirles la verdad acerca de lo que les habia contado en la cena, de que Hiccup en realidad se habia marchado por otros motivos y no realmente porque hubiera una emergencia en Berk, los vikingos entonces guardaron silencio un momento.
Después de eso, el castaño se volvió hacia ella con el ceño fruncido.
-Nos has mentido. - Mérida los miró compungida ante el reclamo del vikingo. – Eres nuestra reina. Tu palabra es tan poderosa y confiable como la de Hiccup. ¿Y nos hiciste creer que habia pasado algo de emergencia en Berk? ¿Por qué deberíamos de ayudarte?
Mérida mordió su labio inferior. Ellos tenían razón. Desde que habia tenido esa estúpida discusión con Hiccup sólo habia hecho malas decisiones. Pero ahora ya no sería así. Los necesitaba para llegar a él, y volvería hacer que los vikingos confiaran en ella.
-Tienen razón. – habló después de un rato. - Falte a mi deber como su reina, les mentí y abuse de su confianza... y estoy arrepentida de ello. – entonces frunció sus cejas y apretó sus puños. - Pero lo que aún no me puedo perdonar es que falte a los sentimientos de Hiccup cuando más me necesitaba. Falte al compromiso como su esposa, y a la promesa que hicimos en soledad. Así que ahora necesito de su ayuda. – los enfrentó con determinación en sus ojos azules. - No importa si ya no me estiman como su reina, necesito llegar a Hiccup y remendar mi error antes de que sea demasiado tarde. Y para ello necesito uno de sus dragones.
Para su sorpresa, Patapez se inclinó levemente hacia ella con una mano en su pecho en señal de lealtad, y pronunció una extraña palabra en otro idioma que Mérida creyó reconocer la lengua muerta de Berk salir de sus labios.
-La reina puede llevarse a mi dragón.
Al escucharlo Mérida le sonrió cálidamente al rubio.
-Muchas gracias Patapez. – y tomándolo de la mano se volvió hacia Patán para también tomar la suya. Éste último aun la miraba con un pequeño ceño, aun así Mérida pudo tomar su mano. Y apretándolas fuertemente habló: - Siempre llevare conmigo una inmensa gratitud hacia ustedes por lo que han hecho por mi reino de nacimiento, por mi hermano, y ahora por mí. – los soltó de su agarre y se dirigió hacia la puerta. – Por favor no me guarden rencor, pues también planeo recuperar su confianza. – y sonriéndoles por última vez, salió de la habitación dejando a un castaño sonrojado y a un rubio sonriente.
De lo que Mérida se enteraría un tiempo después sería que desde que habia salido de esa habitación habia sido perdonada por ese par. Y la confianza que le profesarían a ella aumentaría irremediablemente.
Y que esa extraña palabra que el vikingo habia pronunciado en la lengua muerta de Berk significaría reina con corazón valiente.
o-o-o-o-o
Después de hacer el saludo correspondiente con su mano y la frente del dragón, Mérida monto a Albóndiga, la dragona de Patapez, y partió con rumbo hacia la isla que las coordenadas escritas en el papel le indicaban.
Llevaba al menos cinco horas de diferencia desde que Hiccup se habia marchado de Dunbroch momentos antes de la cena. Si seguía volando toda la noche a ese ritmo tal vez llegaría a tiempo para encontrarlo antes de que se enfrentara a Drago.
Demonios.
Pensar que Hiccup se habia marchado para enfrentar a ese sujeto él solo la ponía muy ansiosa. Y no podía evitar sentir como su pecho se contraía en completa preocupación por su bienestar.
Tal vez una vez llegando a la isla, Hiccup se enfadaría con ella por haberlo seguido hasta allí. Pero no le importaba, podía seguir enojado con ella todo el tiempo que quisiera pues Mérida estaba dispuesta a llegar a él. A decirle lo que sentía. Y, aferró su arco contra su pecho frunciendo sus cejas decidida, a acabar con el hombre que le habia generado tanto sufrimiento a su caballero dragón.
Si, definitivamente llegaría a él. Dejaría de lado de una vez por todas ese estúpido orgullo de guerrera, y pelearía valientemente por lo que más amaba.
o-o-o-o-o
Hiccup habia llegado a la pequeña isla que las coordenadas, que habia aprendido de memoria esos últimos diez días, indicaban. Y se dio cuenta que esa isla estaba a tan sólo una corta distancia de Berk y del Nido.
Maldito fuera Drago.
Todo este tiempo habia estado tan cerca de él, de su reino y de sus dragones. Muy probablemente listo para terminar el hechizo, recolectando la sangre que todavía le hacía falta. Sin embargo esa tarea ya no sería terminada, y Hiccup se encargaría de eso.
El castaño sobrevoló discretamente la isla buscando los barcos y escondites de Drago. Esa isla era conocida por ser un pequeño puerto de pescadores, tal vez Drago tendría toda su flota cerca de la bahía pues así sería más fácil el huir. Como era pasada la media noche la oscuridad y el silencio que dominaban al pueblo dormido de la isla eran sus aliados para investigar de cerca el puerto, y así lo hizo cuando arribó hasta él. El puerto de la pequeña isla estaba ocupado por tres inmensos barcos los cuales se diferenciaban completamente a las diminutas barcas pesqueras.
Drago. Pensó el jinete de dragones al reconocer los navíos con los que se habia enfrentado tiempo atrás.
Bajó de Chimuelo en la seguridad de una parte oscura del lugar, y se acercó a los barcos. Estos últimos se encontraban extrañamente tranquilos, los hombres de Drago no se veían en ningún lugar alrededor de los navíos y tan sólo algunas pequeñas luces se veían parpadear dentro a través de algunas ventanas. Hiccup se dirigió hacia el navío con el mástil más grande, era el barco principal desde donde sabia Drago siempre viajaba y daba órdenes a sus subordinados. Pero mientras más se acercaba sigilosamente a ese barco, un sentimiento de aprensión crecía en su pecho. El sepulcral silencio en el que se encontraba el muelle entero y esos tres barcos no podía significar nada bueno. Algo habia pasado, algo habia hecho Drago. Y temía que no tuviera remedio.
Tratando de alejar esos pensamientos, Hiccup escaló por la cubierta del barco principal. Apretando la empuñadora de su espada en cada momento, se fue trasladando rápida y sigilosamente por el piso de madera. Escondiendo su presencia tras cada objeto que estuviera sobre la cubierta. Entonces escuchó pasos, y agazapado tras unos barriles de carga, esperó a que éstos desaparecieran. Y así lo hicieron. Dando un suspiro de alivio se permitió relajarse tan solo un momento. Esperaba no ser pillado en medio de su acometida. Tenía un plan donde solamente se involucraba a él mismo y a Drago. Y eso era entrar y salir. Entrar al barco de Drago, encontrarlo y matarlo con el mayor sigilo posible, salir de ahí una vez cumplido eso y montar en Chimuelo para así volar hacia Berk. Si lo llegasen a descubrir los hombres de Drago, su plan se complicaría. Tal vez él con la ayuda de Chimuelo podrían derrotar a unos cuantos, pero no a tres flotillas completas. No venían sus oficiales con él, ni siquiera Mérida, como para poder enfrentarlos. Así que tenía que hacer esto él solo. A hurtadillas, en silencio, y sin ser descubierto. Acabaría con Drago antes de que sus hombres se dieran cuenta, y regresaría a Berk a los brazos de su reina.
Hiccup suspiró melancólico al recordarla, rememorando con frustración las últimas palabras que le habia dicho. Demonios. Ahora más que nunca tenía que terminar con la vida de Drago, pues quería regresar desesperadamente con Mérida. A pedirle perdón por las estúpidas palabras que habia dicho y por lo rudo y tonto que habia sido. A envolverla entre sus brazos y pedirle perdón de rodillas si era necesario, pues le hacía mucha falta. Tal vez sus ansias de venganza hacia Drago eran muy fuertes, pero Mérida era muy importante para él y no se dejaría perderla. Pero por ahora, sacudió su cabeza alejando la imagen compungida de Mérida en su último encuentro, encontraría a Drago y terminaría con esto para así buscar su propia felicidad.
Hiccup salió de su escondite dirigiéndose hacia la planta alta del barco, donde sabia se encontraba el camarote del capitán. Si la suerte estaba de su lado, encontraría a su objetivo profundamente dormido, atravesaría su cuerpo inerte con su espada y saldría rápidamente de ahí. Sin que ninguno de sus subordinados se hubiera percatado de lo sucedido en ningún momento.
Pero ese día Hiccup se dio cuenta que la suerte no estaba precisamente de su lado al ver como el camarote se encontraba completamente vacío.
¡Demonios, pero ¿dónde carajos estaba Drago?!
Sin embargo la respuesta a esa pregunta llegó más pronto de lo que el jinete pensaba.
Tras él, una sombra lo cubrió de pronto haciéndolo volverse rápidamente.
-Vaya, vaya. ¿Pero a quien tenemos aquí? – el dueño de su furia de pronto se habia materializado tras su espalda, y Hiccup se maldijo por eso. El ataque sorpresa que habia planeado, ahora se habia vuelto completamente en su contra. – De haberme avisado antes habría hecho toda una bienvenida para el rey dragón. – y sonriendo grotescamente el vikingo cazador de dragones continuó: -Es una pena que solo tenga que conformarse con esto, su majestad.
Tras él, los subordinados de Drago subían por la cubierta del barco rápidamente, espadas y armas en mano.
Joder. Pensó Hiccup. Esto se habia convertido en algo problemático. Y sacando su propia espada cubierta en llamas, gracias a la última reparación que habia hecho con ella en su taller en Berk, lanzó un silbido al aire. Chimuelo llegaría a su llamado y entonces podría enfrentar a Drago y sus hombres con todas sus fuerzas.
Pero el dragón no llegó, y Hiccup volvió a silbar comenzando a desesperarse. En ese momento la estridente y grotesca risa del oscuro vikingo lo desconcertó.
-Oh, ¿acaso a quien llamabas era a esta bestia, rey de Berk? – conmocionado, Hiccup vio como vikingos de Drago traían a cuestas a Chimuelo sobre la cubierta. Gruesas cadenas rodeaban su cuello y extremidades, y una especie de jaula en forma de bozal cubría su mandíbula. Chimuelo luchaba desesperada e inútilmente por zafarse de ellas pero no lo conseguía. Con enormes lanzas los hombres de Drago intentaban sosegarlo de sus bruscos movimientos, incrustándolas una y otra vez sobre las escamas de su pecho y miembros haciéndolo sangrar.
-¡CHIMUELO! – Hiccup se abalanzó furioso y desesperado sobre su adversario al ver como su mejor amigo dragón sufría. Sin embargo el castaño no habia podido acercarse ni un poco a Drago cuando dos de sus hombres lo sujetaron por los hombros y tórax. Su espada cayó aun en llamas sobre la cubierta y el forcejeo que hacía por zafarse de esos hombres lo obligó a caer de rodillas. – ¡Maldito seas Drago! ¡Deja a mi dragón fuera de esto!
La carcajada de Drago resonó estridente sobre la cubierta.
-Oh, joven e inexperto rey. – se burlaba perversamente. – ¿Acaso crees que no esperaba tu visita? Estos últimos meses has intentado detener mi empresa destruyendo todas mis flotillas. ¿Creíste que no me daría cuenta de lo que planeabas? Tu búsqueda desesperada por acabar conmigo te trajo hasta donde yo quería. Y ahora mi trabajo puede estar terminado. – sonrió ampliamente.
-¿Pero cómo? – se exaltó el castaño, forcejeando para liberarse. – Destruí todas tus flotillas cazadoras. No tienes la sangre suficiente.
-Así es, astuto rey dragón. – concordó sin alterarse. - Veo que estas muy bien enterado sobre mi empresa y el hechizo. Y no sé quién demonios fue tu fuente de información, pero lo que no te dijo ésta es que sangre de mil dragones no se compara con la poderosa sangre de un solo dragón furia nocturna.
-¿Q-Que estás diciendo?
Esto estaba mal. ¡Esto estaba muy mal! Hiccup no quería escuchar lo que sabía Drago estaba a punto de decirle.
-Mis flotillas cazadoras tan sólo fueron carnadas para ti. Para que siguieras con la insistente búsqueda sobre mi paradero. Todo fue para traerte justamente aquí. En este momento y en este lugar. Para traerte a ti y a tu dragón. – y volviéndose hacia Chimuelo, Drago soltó otra estridente carcajada. – ¡El rey de las bestias! – gritó entusiasta alzando los brazos hacia el furioso dragón. – ¡El alfa de dragones! ¡El único en su especie! – sonrió maliciosamente. – Quien diría que tan sólo necesitaba la poderosa sangre de tu furia nocturna para completar el hechizo. – Hiccup lo escuchaba estupefacto, aun sin poder creer a sus palabras. Entonces el grotesco vikingo se volvió una vez más hacia él. – Es una lástima que tu fuente de información no fuera tan acertada, joven rey dragón. Aunque tengo que admitir que estuvo muy cerca. Ahora solo falta que Svalbard llegue con mi recipiente para poder completar mi labor y entonces todos los reinos del Norte me reconocerán a mi como el nuevo rey. – y viendo como sus hombres vociferaban por sus palabras, siguió sonriéndole maliciosamente a Hiccup cuando dijo: - O por que no mejor... ¡Como el nuevo rey dragón!
Al terminar esas palabras, de pronto el barco comenzó a sacudirse violentamente. Hiccup se incorporó aun con los hombres de Drago encima de él, eso no le impidió ver lo que estaba pasando.
Desde el mar una enorme criatura habia surgido frente a los navíos. Y entonces Hiccup abrió los ojos desmesuradamente.
Un colosal Bewilderbeast controlado por Drago resurgió de las profundidades del océano. Y tras un sonoro rugido proveniente de sus enormes fauces, Hiccup sintió de pronto hundirse. Las incesantes carcajadas de Drago resonaban en sus oídos al igual que el rugir de ese colosal dragón. Mientras los lamentos de su furia nocturna torturado por los hombres de Drago se derretían en su pecho.
Hiccup cayó una vez más sobre sus rodillas, su rostro hundido entre las sombras de su cabello, y comenzó a temblar.
Estaba perdido.
Todo lo que habia creído y lo que habia planeado por su ansiada venganza estaba mal. Y ahora todos los reinos del Norte caerían por su estúpido error.
o-o-o-o-o
Gracias por leer! :D
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top