Capítulo 16
Pasados unos minutos Mérida se calmó de la conmoción que acababa de recibir. Dejó de llorar y planeó lo que haría a continuación.
Iría a Dunbroch. A ver a su hermano. A ver a su familia. Ahora se daba cuanta del porqué no habia recibido carta alguna proveniente de su reino después de que ella semanas atrás enviara una. El menor de sus hermanos habia sufrido una de sus repetidas recaídas y estaba segura que Hamish habia atrasado su respuesta todo lo que habia podido para avisarla de esa noticia. Conocía a su hermano, no quería que ella estando lejos de Dunbroch se preocupara por ellos. Pero ahora las cosas eran diferentes. Por lo que le explicaba Hamish en esa carta, Hubert estaba realmente enfermo. Ya no se trataba de una pasajera recaída producto de su estado anémico. Ahora ésta habia durado más tiempo del esperado y Hubert no se podía recuperar. Al leer eso Mérida habia perdido sus fuerzas. No podía perder a uno de sus hermanos.
No dejaría que eso sucediera.
Y fue esa misma razón la que consiguió regresarle su energía. Su determinación. Se desembarazó del abrazo en la que la tenía envuelta Hiccup y lo miró a los ojos.
-Iré a Dunbroch. – declaró. El castaño asintió firmemente.
-Te acompañare. Iremos en Chimuelo y estaremos ahí para el anochecer, si eso te tranquiliza.
Mérida asintió. Aunque ahora se podría llamar amiga de esa enorme bestia, aun no se habia atrevido a montar sobre él cada vez que Hiccup la invitaba. Pero ahora eso ya no importaba. Necesitaba estar en Dunbroch cuanto antes.
o-o-o-o-o
Pasada una hora después de que Hiccup explicara la situación a Eret, Astrid y sus oficiales; él, Mérida y Chimuelo estaban listos para partir hacia Dunbroch.
Hiccup habia dejado instrucciones a sus oficiales. Al día siguiente partirían Patán y Patapez hacia Dunbroch. Se embarcarían por el mar junto a sus hombres y la vieja Gothi. Debido a que esta última ya era muy mayor como para volar, no podían llevarla sobre algún dragón. Así que lo mejor sería llevarla por mar. Si lo que habia leído Hiccup en la carta que Mérida habia recibido era toda la verdad, entonces pensó que la anciana Gothi podría ser de mucha ayuda para el pequeño príncipe.
El hermano de Mérida llevaba un tiempo sin poder levantarse por su enfermedad y Dunbroch habia utilizado ya todos sus recursos para sanarlo. He ahí donde tal vez Gothi pudiera hacer algo. Era la última curandera de la tribu más antigua de Berk. De las tribus vikingas fundadoras del reino. Berk le tenía tal respeto y confianza que recurrían a ella sin reparos. Si Dunbroch ya no tenía opciones para ayudar a sanar a uno de los príncipes, entonces Hiccup se las llevaría. No dejaría que la familia de Mérida sufriera.
Se despidió de sus oficiales dejando a Astrid y Eret a cargo de Berk. Y antes de montar a Chimuelo guardó en su capa el pedazo de pergamino en donde Hans le habia escrito las coordenadas exactas de la isla en donde se refugiaba Drago en estos momentos. Arrugó la hoja dentro del bolsillo de su capa y frunció las cejas. Su venganza hacia Drago tendría que esperar.
Vio a Mérida a un lado de él, su capucha ocultaba una parte de su rostro mientras guardaba unas cosas dentro de la montura de Chimuelo. Se acercó a ella y la tomó de la mano. Mérida la apretó sin voltear a mirarlo en ningún momento. La tomó de la cintura y después la ayudó a subirse sobre Chimuelo. Hiccup se posicionó frente a ella, y dando un alarido al dragón éste salió volando hacia los cielos.
A través del viento que atravesaban velozmente, Hiccup sintió como los brazos de Mérida envolvían su tórax fuertemente mientras ocultaba su cabeza pelirroja tras su espalda. Hiccup posicionó entonces una de sus manos sobre los brazos de Mérida. Los apretó con firmeza, con seguridad.
Su prioridad ahora era la felicidad de Mérida. Su persecución hacia Drago tendría que esperar. Al menos por unos días, hasta que el joven príncipe se recuperara.
o-o-o-o-o
Entrada la noche llegaron a Dunbroch. Mérida bajó de Chimuelo rápidamente, con Hiccup detrás de ella, mientras veía como su padre y Hamish los recibían desde la entrada del castillo. Aunque habían mandado la carta muy tarde, al parecer su familia sabía que ella regresaría a Dunbroch justo después de leerla. Corrió hacia ellos y los recibió con un fuerte abrazo, sin permitirse llorar. Ya no lo haría, pues estaba dispuesta a hacer lo que sea para que su hermano se recuperara.
-¿Donde esta Hubert? – preguntó entonces la pelirroja después de que ella y Hiccup terminaran de saludar.
-Acompáñame hermana. – habló Hamish mientras su padre y Hiccup los seguían unos pasos atrás.
El rey se veía demacrado, pensó el jinete de dragones, al igual que Hamish. Al parecer la recaída del menor de los príncipes los habia tenido a todos ansiosos y preocupados. Si Hubert no podía salir de esta recaída, eso los devastaría completamente. Hiccup sacudió su cabeza alejando ese pensamiento.
Ya que Gothi llegara mañana por la mañana arreglaría esto, ella podría ayudar. Estaba seguro.
Aun con ese pensamiento, y al entrar a los aposentos del príncipe Hubert, Hiccup nunca se imaginó que fuera tan grave.
La habitación hedía a enfermedad. La chimenea y velas la mantenían un poco cálida pues afuera comenzaba a hacer frio. Las ventanas se encontraban cerradas para que éste no entrara y por todas partes habia utensilios, mantas, agua, y demás cosas que necesitara el príncipe para su estado. Dentro sólo se encontraba una sirvienta ayudando a cambiar la tela húmeda que el príncipe tenía sobre su frente. La reconoció como la nana y ama de llaves cuando Mérida se acercó a ella para abrazarla.
Después de eso el ama de llaves hizo una reverencia y salió de la alcoba. Entonces Mérida se arrodilló frente a su hermano tomando una de sus manos.
-Oh, Hubert... - susurró con su voz cortada, tratando de no derramar lágrimas. Pasó su mano libre sobre sus cabellos húmedos de sudor. El pequeño cuerpo de su hermano temblaba con espasmos en intervalos de tiempo. Sus ojos cerrados se arrugaban dolorosos entre sueños pero no se abrían. No despertaba. No tenía la fuerza suficiente para hacerlo.
Entonces tosió. Y ese sonido se incrementó de pronto uno detrás de otro. Ronco, desgarrador. Doblando a su hermano por la mitad por la fuerza que hacia al toser. El ataque duro unos minutos, dejándolo debilitado al final. Mérida abrió los ojos asustada.
-Sus ataques no habían sido tan...fuertes. – habló entrecortada, aun asombrada.
-Lleva así poco más de dos semana. – soltó entonces su padre en un suspiro sobrecogedor y Mérida se volvió hacia ellos.
-Al principio no parecía tan grave. – siguió Hamish. – Todos creímos que pasaría rápido, como siempre sucedía cuando pescaba un catarro. Sin embargo no era eso. Y entonces la tos apareció levemente. Su temperatura comenzó a subir y aunque pudimos controlarla, los ataques de tos persistieron. Se hicieron más intensos, más fuertes.
-Los doctores nos decían que era por el clima, que no lo dejáramos salir al frio o la tos nunca pararía. – el rey de Dunbroch cubrió sus cansados ojos con una de sus manos recargándose en la pared. – Todos nos decían lo mismo.
-Pero los ataques de tos siguieron, y entonces esta semana... – Hamish pasó una mano por sus rizos anaranjados y Hiccup se dio cuenta que intentaba no llorar. – Hubert escupió sangre.
Mérida abrió los ojos si saber qué hacer. Era demasiado. Demasiado para que su pequeño hermano cargara él solo con esa enfermedad. Se volvió hacia él una vez más y acarició tiernamente su cabeza. Después de un rato, se incorporó y llamó a Moudi de nuevo a la habitación para que se quedara al cuidado de su hermano mientras ella salía de la alcoba junto a su familia.
Al ver como los tres pelirrojos se habían quedado en un profundo silencio después de ver al príncipe, entonces Hiccup se decidió a hablar.
-Mañana por la mañana llegará ayuda de Berk. – Mérida se volvió hacia él con un brillo especial en los ojos al escucharlo. Pues Hiccup aún no habia podido decirle acerca de Gothi. – Dos de mis oficiales llegaran con una de las ancianas curanderas de las antiguas tribus vikingas de Berk. Aunque no es mucho, espero que pueda ayudarlos en algo. En Berk tenemos plena fe en ella.
Sin decir ni una palabra Mérida lo habia tomado fuertemente de la mano y lo miraba con un semblante de agradecimiento. Y en ese momento sintió que no podía amar más a ese hombre.
Fue el monarca el que se volvió de pronto hacia él con una sincera sonrisa.
-Muchas gracias muchacho, en estos momentos cualquier ayuda para poder sanar a mi hijo es bienvenida. Sólo espero en los dioses que mi hijo pueda recuperarse.
Mérida también lo esperaba. Pero de cierta manera, después de escuchar a Hiccup y estar con su familia, ahora la pelirroja se podía sentir tan solo un poco más tranquila.
Y fue en ese mismo momento cuando se percató de algo. O mejor dicho de la ausencia de alguien.
-Padre, ¿dónde está Harris?
De pronto todos habían reparado en que faltaba alguien más de la familia.
-En el bosque. – esta vez quien respondió fue Hamish, quien se veía algo inquieto al hablar.
-¡¿En el bosque?! – vociferó el mayor. Al parecer tampoco sabía el paradero del trillizo.
Hamish bajo la mirada unos momentos y luego volvió a encarar a su familia.
–Trate de advertir a Harris, pero no me escuchó. – continuó angustiado el pelirrojo. - Hemos llamado a cada doctor del reino y al no tener resultados fue entonces cuando Harris tuvo la idea de ir en busca de la bruja del bosque.
Al escuchar ese nombre, Hiccup y Mérida compartieron una mirada de preocupación.
-¿Pero cómo se les pudo ocurrir? ¿Confiar en una bruja? ¿Acaso no recuerdan lo que sucedió con su madre hace años?– el mayor pasó una mano sobre sus cabellos, parecía que una arruga más nacía de su viejo rostro.
-Claro que sí. – se excusaba el trillizo más grande. - Lo mismo le decía a Harris, pero el insistía. Toda esta semana ha estado buscándola por los alrededores. Pero no ha tenido rastro de ella o de las luces azules.
-¿Luces azules? – fue Hiccup ahora el que preguntaba extrañado volviéndose hacia Mérida, mientras los pelirrojos seguían con su discusión.
La pelirroja lo miró a los ojos.
-En Dunbroch existe la leyenda de que si sigues esas luces azules te llevaran hacia tu destino. ¿Recuerdas la vez cuando te conté que convertí a mi mamá en oso? – Hiccup asintió, fue esa vez cuando intercambiaron sus objetos más preciados. – Esas luces fueron las que me llevaron hasta la bruja. Ella me dio el hechizo, y ya sabes el resto de la historia. - al escuchar sobre esas luces Hiccup pensó que era curioso cómo cada reino tenía su propia leyenda convertida en cuento de hadas y que al final resultaban ser verdaderas. Pues ahora que se daba cuenta, él también recordaba el haberlas visto en la cena de compromiso tiempo atrás. Sin embargo, la bruja que buscaban sus hermanos ya estaba muerta.
-Pero ahora la bruja del bosque esta... - trató de decir el castaño pero Mérida apretó su mano para interrumpirlo y sacudió su cabeza a los lados negando.
-No podemos decirles. – le murmuró para que su familia no los escuchara.
Hiccup iba a replicar pero entonces las palabras del monarca pelirrojo los hicieron volverse hacia él:
-Aunque si se trata de la bruja del bosque, tal vez nos pueda ser de ayuda. – habló de pronto pensativo, con una mano en su mentón. Las diatribas hacia sus hijos se habían parado. – Hace veinte años ayudó a alguien que se encontraba en una situación parecida. Casi al borde de la muerte.
Tanto Hiccup como Mérida abrieron los ojos al escuchar al mayor.
-¿Cómo dices padre? – se sorprendió la pelirroja, imaginando hacia donde iba esa conversación. – ¿Acaso habías conocido a la bruja antes? ¿Antes del incidente del hechizo con madre?
-No exactamente. – siguió el mayor perdido en sus pensamientos. Recordando. – Tú apenas eras un bebé Mérida, pero hace veinte años los reyes de Corona arribaron en Dunbroch con una petición. La reina venía muy enferma y habían escuchado rumores acerca de una bruja en Dunbroch, querían la ayuda de esa bruja para sanar a la reina quien se encontraba encinta. Elinor y yo siempre habíamos tenido buenas amistades con ellos, así que los acompañamos en su búsqueda. Después de dos días los reyes de Corona la encontraron. Ni Elinor ni yo pudimos ver las luces o a la bruja, pero los reyes de Corona sí. Al igual que tú Mérida, tal vez era su destino. Después de regresar de con la bruja, la reina estaba mejor. Partieron de inmediato a Corona y después de unas semanas mandaron una carta agradeciéndonos por la ayuda y dándonos la buena noticia de que su hija habia nacido sana y salva. Por supuesto desde entonces la relación de nuestros reinos se volvió muy estrecha.
-Yo no sabía acerca de eso. – Hamish fue el primero en hablar y parecía asombrado. – Creo que dejare que Harris siga con su búsqueda.
Mérida sonrió a su familia pues aunque quería parecer sorprendida, esa información se las acababa de dar Waltz apenas hace unas horas atrás. Aun así, no podía decirles que la bruja ya estaba muerta.
El monarca mayor suspiró pesadamente y el cansancio volvió entonces a sus ojos.
-Dejemos que siga con su búsqueda Hamish. – habló hacia su hijo. – Pero por ahora ve por él. Es pasada la media noche y no sólo hay brujas en ese bosque.
El pelirrojo asintió, y llamando a algunos guardias del castillo partieron hacia las afueras sobre sus caballos y acompañados por el oso guerrero del príncipe.
-Por ahora es muy tarde y necesitan descansar. – se dirigió ahora hacia Hiccup y Mérida, mientras posaba sus manos sobre el hombro de cada uno. – Y así sean ancianas curanderas de tribus antiguas o viejas brujas del bosque, mi hijo sanará. – soltó resuelto. Con agresividad y vigor, transmitiendo esos sentimientos hacia Mérida quien lo miraba con esperanza. – Ya que es un valiente guerrero de Dunbroch. – entonces los abrazó a los dos sobre su prominente estómago. Y después de oír sus quejas, los soltó. – Hubert nos necesita con energía mañana. Así que vayan a descansar. – y sonriéndoles por última vez se despidió.
Una vez fuera de su vista, Mérida guio a Hiccup hacia la que era su antigua habitación y en donde pasarían la noche. Una vez dentro, Hiccup tomó la palabra:
-¿Por qué no les dijiste la verdad acerca de la bruja, Mérida?
-No pude Hiccup. – la pelirroja se abrazó así misma mientras desviaba la mirada de la del castaño. Ahora se veía más decaída que momentos antes cuando estaba con su familia. Entonces Hiccup comprendió que lo hacía por ellos. Se obligaba a estar en calma, tranquila, por ellos. Pero en realidad la situación de su pequeño hermano la desmoronaba por dentro.
Hiccup se acercó a abrazarla por la espalda. Envolvió sus brazos alrededor de los de ella y recargó su cabeza castaña en su hombro.
-Sus rostros cambiaron cuando comenzaron a hablar sobre la bruja del bosque. Brillaron ilusionados al pensar en la ayuda que ella pudiera proveer. Al menos quiero que tengan eso. Esa esperanza a la cual aferrarse.
-Lo sé. –habló comprensible. - Pero todo estará bien. Por ahora podemos poner nuestras propias esperanzas en el diagnóstico de Gothi. No es porque sea de Berk, pero ella nunca se equivoca. – sonrió sobre su cuello para tranquilizarla y escuchó la leve risita que salió de sus labios. Al menos podía distraerla un poco de su pesar.
Después de un rato reconfortante en los brazos de Hiccup, Mérida se soltó y se volvió hacia él.
-Me cambiare de ropa y ayudare a Moudi a cuidar de mi hermano.
-¿No quieres que este contigo? Podría ser de ayuda, además...
Mérida lo interrumpió cubriendo sus labios con uno de sus dedos. Negó con la cabeza.
-No. Mi padre tiene razón, necesitamos energías para mañana. Además, llegaran tus oficiales con Gothi. Al menos uno de nosotros tendrá que estar lo suficientemente despierto para guiarlos.
Hiccup suspiró.
-Está bien. – contestó. – Pero no te sobre esfuerces.
-No lo hare.
Y antes de dejarla marchar, la tomó de nuevo entre sus brazos y pegó sus labios en un profundo beso.
-Todo estará bien. – le murmuró apaciguadoramente a su oído. Tan tranquilo. Tan esperanzador. Que Mérida sintió que definitivamente todo saldría bien. – Te amo.
Y tras decir esas palabras Hiccup sintió el momento exacto en el que Mérida se tensó entre sus brazos. Pero no lo habia podido evitar. Sintió que en esos momentos era lo que Mérida necesitaba escuchar. Y no le importaba si ella no respondía, él sabía que Mérida lo quería. Y si su orgullo de guerrera se lo impedía decir, él lo haría por los dos. Siempre.
Le dio un último beso sobre su frente y la dejó ir.
Una vez solo, el cansancio lo invadió. Se quitó las botas y se recostó sobre la cama de dosel. Desde el bolsillo de su capa, que aun llevaba puesta, estrujó entre sus dedos el papel que seguía ahí.
Las coordenadas que lo llevarían a Drago.
Suspiró resignado cubriendo sus ojos con su antebrazo.
Desde que habia entrado al cuarto del príncipe habia esperado lo peor. Pero los síntomas que pudo alcanzar a percibir en ese momento se le hacían muy familiares. No creía que la familia real de Dunbroch se hubiera dado cuenta, pero él sí. Se percató de como el joven príncipe tenía problemas al momento de respirar, causando su tos constante. Una tos que raspaba su garganta hasta hacerlo escupir sangre. Y después lo dejaba exhausto y sin energías. Además, el cuarto era un horno. El aire no circulaba por esas cuatro paredes, y presentía que en el día no dejaban entrar la luz del sol por miedo a que entrara aire fresco.
¡Pero eso era exactamente lo que Hubert necesitaba!
En Berk habia habido muchas situaciones parecidas a las de Hubert en niños menores de quince años. Se trataba de niños con pulmones que eran un poco más débiles que los del resto, pero no era algo que no se pudiera sanar. O mejor dicho, fortalecer. Hubert necesitaba dar amplias caminatas al aire libre, que los pulmones se fortalecieran con ejercicio físico y se llenaran de aire puro proveniente de los árboles, las flores. Sin embargo, en muchos reinos se tiene la costumbre de cuando una persona cae enferma rápidamente es llevada a su habitación. Retenida ahí hasta que sane. Fuera del peligro que el exterior pueda causar a su cuerpo. Pero en ocasiones la cura puede ser todo lo contrario.
Aun así, no podía decirle nada de esto a Mérida. Sabía lo terca que podía llegar a ser la familia Dunbroch así que esperaría a que Gothi llegara mañana y dará su veredicto, pues también estaba la posibilidad de que él pudiera estar equivocado.
Pero si estaba en lo correcto y seguían las instrucciones que sabía que Gothi les daría a Mérida y a los demás, tal vez el mejoramiento en el pequeño príncipe se pudiera notar en diez días.
Apretó el puño dentro de su capa y frunció el ceño bajo su brazo.
Diez días en los que esperaba no fuera ya demasiado tarde para atrapar a Drago en su escondite.
o-o-o-o-o
Muy pronto nos acercaremos al clímax y final. Esta historia consta de 20 capítulos y un epilogo, gracias por leer y comentar. Saludos :D
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