Capítulo 15

Se encontraban en la sala del consejo, reunidos alrededor de la mesa en donde se planeaban y se desarrollaban las estrategias que Hiccup junto a sus oficiales ideaban. La única diferencia ahora era que solamente se encontraban Hans y Hiccup en esa sala. El tema que estaban a punto de tratar era sumamente serio e importante para el joven rey de Berk y creía que el no meter a sus oficiales en esto sería lo mejor.

Hans habia llegado desde la peligrosa isla de piratas conocida como Tártaros, y Hiccup estaba seguro que ahí habia encontrado la información que tanto habían esperado.

-Hiccup, he encontrado el paradero de Drago.

Y ahí estaban, las palabras que tanto habia querido escuchar.

Frunció sus oscuras cejas y sus ojos verdes brillaron endurecidos.

-Pero no te adelantes. – lo alertó el pirata al ver su expresión. – Al menos se quedara en su escondite por un tiempo más. Mi ida a Tártaros ha sido una gran mina de información. – tomó un vaso de la licorera de la esquina y se sirvió un poco, llenando su garganta del agrio sabor tras un gemido de satisfacción.

-¿De qué te has enterado Hans?

El aludido le sirvió otro vaso a su amigo y continúo:

-Está bien, te explicare todo Hiccup. Así que será mejor que lo pases con esto. – le tendió el vaso lleno de licor y el castaño lo aceptó. – En mi última carta te dije que Svalbard estaba aliado con Drago, - Hiccup asintió. – pero eso tan solo resultó debido a que Drago fue traicionado por la bruja que le estaba ayudando en Corona.

-¿Cómo dices? – se sorprendió el jinete. Hans tomó otro trago.

-Tanto Drago como esa susodicha bruja quieren el poder que les brindara el hechizo de dragón para ellos mismos. Son la misma clase de criatura egoísta y rastrera, era de esperar que se traicionaran entre sí. Y fue por eso que Drago se buscó un nuevo aliado, uno más dócil y estúpido para poder controlarlo y llevar a cabo sus planes.

-Svalbard – confirmó Hiccup.

Hans asintió.

-Drago se alió con este estúpido príncipe solo para que éste pudiera conseguirle un nuevo recipiente. Un nuevo portador de magia para completar el hechizo de dragón puesto que la bruja habia arruinado sus planes. – Hans se terminó el contenido del vaso y lo dejó caer sobre la mesa. – Drago no es tan idiota, tal vez veía venir la traición de la bruja y por eso siempre tuvo este plan con el príncipe de Svalbard guardado bajo la manga.

-¿A qué te refieres Hans? – cuestionó ahora el joven rey analizando las palabras de su amigo. – Si Drago ya no cuenta con la bruja para soportar el hechizo, eso quiere decir ¿que Svalbard ya consiguió el recipiente que Drago necesita?

-Así es. - afirmó duramente el pirata. – Y es por eso que anda tras mi cabeza.

Entonces Hiccup entendió completamente sus palabras al rememorar la última ocasión en la que se habia encontrado con Hans en persona. Aquella vez Hans no venía solo.

-La carga, - soltó entonces el castaño. - la última vez que te vi...- pero sus palabras quedaron en el aire, recordando como el pirata en aquella ocasión le habia dicho que llevaba una carga muy irritante con él. Y Hiccup habia visto como esa carga se trataba de una extraña persona encapuchada portadora de magia. Y ahora que lo rememoraba, Hiccup se pudo dar cuenta que Hans todo este tiempo habia llevado en su barco a esa persona portadora de magia.

A esa persona que ahora Drago quería para completar su hechizo. Era por eso que Svalbard lo perseguía.

El pirata se habia levantado una vez más de la mesa llenando su vaso de licor y al volverse hacia su amigo se llevó el licor a los labios y luego continúo:

-Traigo conmigo a la reina Elsa de Arendell. – se encogió de hombros. – También conocida como...

-La reina de las nieves. – lo interrumpió Hiccup asombrado, pero no lo pudo evitar.

Alrededor de los reinos del Norte se conocía muy bien su historia, y lo que habia sucedido hace cinco años atrás con el reino de Arendell. Lo que la reina misma habia provocado a su reino. Los rumores habían atravesado el mar rápidamente y la gente comenzó a hablar puesto que habia sido impresionante, y tal vez algo aterrador, como un reino entero se habia congelado por las mismas manos del regente. Sin embargo, después de un tiempo las habladurías pararon gradualmente. La situación en Arendell se habia controlado, y los rumores se habían aclarado. Todo habia sido un accidente de los recién descubiertos poderes de la reina. Y tras eso, Arendell se habia encaminado hacia un proceso de recuperación de confianza de sus distintos reinos aliados. Todo habia vuelto a la normalidad, y Arendell seguía prosperando.

– ¿Drago quiere a la reina de las nieves para su hechizo? – continuó el castaño aun asombrado.

-Sí. Ese era su plan B, muy astuto ¿no? – se burló el pirata. – Pero no podrá lograrlo. La llevare a Arendell antes de que Svalbard nos alcance. – su rostro se volvió por un momento furioso. – Quise llegar a Berk para contarte todo Hiccup, pero apenas pudimos zafarnos de ese estúpido príncipe. Es cuestión de tiempo para que nos pise los talones, así que será mejor que...

Pero el pirata no pudo continuar pues el estrepitoso sonido de la puerta abriéndose los desconcertó de su charla, volviéndose rápidamente hacia el recién llegado.

-¡Hans!

-¡Demonios Waltz ¿por qué tienes que interrumpirnos así?! – bramó el pirata hacia el menor que acababa de entrar agitado a la sala.

-Lo siento Hans pero... - tomó aire y se acercó a ellos quienes lo miraban expectantes. – Hans, rey Hiccup creo que tienen que saber esto.

Y desde la puerta por la que acababa de entrar el muchacho, vieron como tras él se encontraban Mérida y la reina de las nieves.

Sus rostros se veían consternados. Y Hiccup pensó que esto no pintaba nada bien.

o-o-o-o-o

Momentos antes Mérida se encontraba deambulando por las afueras del castillo. Aunque moría de ganas por saber qué era lo que habia traído tan repentinamente al amigo pirata de Hiccup a Berk, sabía que no sería lo correcto el interrumpirlos. Hiccup le habia confiado a ella la historia de la muerte de su padre, y sabía que ese pirata le habia ayudado anteriormente a encontrar a Drago. Y ahora tenía el presentimiento de que habia venido a Berk por lo mismo. Tal vez su amigo Hans traía noticias de Drago y Mérida sabía lo importante que era eso para Hiccup.

Dio un profundo suspiro, calmando sus ansias.

Tal vez después de su visita, Hiccup podría contarle todo. Así que por ahora haría lo que más odiaba hacer... esperar.

Después de unos minutos, sus inquietos pasos la llevaron a la entrada del bosque que se encontraba detrás del castillo. Estaba tan metida en sus pensamientos sobre Hiccup y su amigo pirata que el encontrarse de pronto con dos personas encapuchadas frente a ella la sorprendió.

-Este reino es muy caluroso, debería de quitarme la capa.

-Ni lo piense su majestad, Hans nos dijo que nos quedáramos en el barco y si nos descubre...

Al parecer esas dos extrañas personas se encontraban discutiendo. Y al escuchar el nombre del amigo de Hiccup entonces Mérida se acercó a ellas con curiosidad.

-Desde este lado del castillo es muy difícil que puedan distinguirlos. Así que sí, podrías quitarte la capa. – los extraños se volvieron rápidamente hacia ella, sorprendidos de verse descubiertos. – Claro, si así lo prefieres. – sonrió Mérida tranquilizadoramente, brindándoles confianza a los recién llegados, pues si venían en el mismo barco con Hans eso podría significar que a lo mejor sabían algo del por qué había venido a Berk.

El más alto de los dos encapuchados sonrió desde la sombra que hacia su rostro y retirando la capa de su cabeza saludó a la pelirroja.

-Muchas gracias por tu información, y espero disculpes nuestra intromisión. - le sonrió sinceramente el rostro descubierto de una chica. Mérida se sorprendió un poco al verla. Su complexión era alta y delgada, su cabello era de un extraño color platinado casi banco. Y su piel era sumamente pálida. Creía reconocerla de algún lugar pues su forma de hablar también le parecía demasiado formal.

-Por cierto, mi nombre es Mérida. – habló entonces la pelirroja correspondiendo la sonrisa pues la chica frente a ella extrañamente le trasmitía una agradable confianza. – Mérida Dunbroch.

-¿Dunbroch? – cuestionó ahora la rubia sorprendida. – Sabia que ese cabello rojo me era tan familiar. – sonrió para el desconcierto de Mérida. – Las exportaciones de pieles de oso de tu reino siempre son las mejores. Aunque solo he tenido el placer de conocer a tu padre, también he escuchado mucho de ti princesa Mérida, y de tus hermanos. - Ahora fue Mérida la sorprendida. -Oh, disculpa mis modales. - la chica frente a ella soltó una pequeña risilla al ver su expresión y continúo su presentación: – Soy Elsa de Arendell.

Mérida abrió los ojos. Ahora comprendía el comportamiento de esa chica.

-¿Reina Elsa de Arendell? – repitió Mérida un poco exaltada. - Por supuesto. Ahora recuerdo. – la pelirroja sabía que ese aire de formalidad que emanaba la chica frente a ella se le hacía vagamente familiar. – Mi padre me contó sobre su visita a Arendell un par de años atrás y también mencionó sobre los tratados comerciales que Arendell y Dunbroch pactaron desde entonces.

-Me alegra oír eso. – la rubia se veía extrañamente emocionada. – Tu reino fue uno de los primeros en reafirmar su alianza con Arendell hace cinco años, por eso siempre estaré muy agradecida. – la chica habia hablado sinceramente mientras tomaba animada de las manos de la pelirroja. Mérida podía entender el agradecimiento en sus palabras y reacción pues sabía lo que habia pasado hace cinco años en el reino de Arendell. – Espero que nuestros reinos sigan conviviendo armoniosamente como hasta ahora princesa Mérida. - apretó el agarre de sus manos. - Y en otras circunstancias diferentes, nosotras también. – y Mérida le sonrió comprensivamente. Llegar en un barco pirata, al parecer sin compañía real, no eran precisamente las circunstancias adecuadas para conocerse por primera vez. Aunque Mérida no se atrevería a preguntarle a la reina las causas que la llevaron a ese barco.

-Por supuesto que sí reina Elsa. - correspondió a sus palabras y le dedicó una gran sonrisa sincera pensando que su padre habia hecho muy bien en reafirmar esos tratados con Arendell años atrás. Aunque sólo habia escuchado hablar de la reina de Arendell por las anécdotas de su padre y de los lores, ahora que habia podido conocerla en persona, Mérida se daba cuenta que le habia agradado inmediatamente.

-Sólo llámame Elsa. – habló entonces la rubia sacando a Mérida de sus pensamientos. Mientras retiraba sus manos de las de la pelirroja, para entrelazarlas frente a su estómago. – creo que yo ya te he llamado por tu nombre varias veces.

-Está bien. – Mérida asintió sonriente. Y ahora sintiéndose con confianza, la pelirroja se aventuró a preguntar lo que estaba carcomiendo su curiosidad por dentro. - Por cierto Elsa ¿qué hacen en Berk? Tengo entendido que también viajan junto al pirata Hawk. – cuestionó curiosa.

Entonces la rubia dio un profundo suspiro.

-Así es. He estado un tiempo fuera de mi reino y ahora Hans me llevara a él. –entonces su rostro se vio ensombrecido un poco por tristeza y frustración. Mientras cerraba levemente los puños a sus costados. – Tengo que regresar pronto. Tengo que protegerlo. – y aunque habia susurrado esto último, Mérida aun así alcanzó a oírlo. Sabía que se refería a su reino, un reinado sin su regente era un objetivo fácil de atacar. Y si habia estado fuera por mucho tiempo, Mérida estaba segura que la reina Elsa temía por su pueblo. Y sobre eso Mérida la podía comprender perfectamente.

Fue entonces cuando una nueva voz irrumpió carraspeando su garganta, haciendo que las dos chicas se volvieran hacia la pequeña figura aun encapuchada quien estuvo ahí todo este tiempo y de la cual se habían olvidado por completo.

-¡Oh, cierto! – dijo la rubia reina de pronto sorprendida, y volviéndose hacia su compañero habló: - Mérida, permíteme presentarte a Waltz. – presentó a la pequeña figura. – Él también nos acompaña en el barco. Por cierto Waltz, - se volvió ahora hacia su compañero de pronto recordando algo. – ¿No es Dunbroch tu lugar de nacimiento?

Y con la sola mención de ese nombre algo dentro de la cabeza de Mérida comenzó a removerse. Algo sumamente familiar que intentaba recordar.

-¿Waltz? – repitió en sus labios pues estaba segura que ese nombre ya lo habia escuchado en alguna otra parte, pero ¿en dónde? Algo le decía que era importante el recordar.

Entonces el muchacho retiró su capucha hacia atrás, revelando un revoltoso cabello negro y unos peculiares ojos carmesí. Mérida se sorprendió al verlos pues era bien sabido que los ojos carmesí eran los ojos de un brujo. De un hechicero.

Y entonces lo recordó. Recordó aquel nombre.

-Mucho gusto su majestad. – habia hablado ahora el joven muchacho ante la aun sorprendida mirada de Mérida. – Aunque nunca llegue a conocer a la princesa en persona, mi abuela hablaba mucho sobre usted cuando yo era más joven. – continuó refiriéndose a ella, y entonces Mérida recordó súbitamente. Demonios. Como pudo haberlo olvidado. - Creo que reconocerá a mi abuela. En Dunbroch la conocen como la bruja del bosque.

Y la memoria de cuando fue por su collar y al encuentro de esa vieja bruja hace poco tiempo atrás, llenó su cabeza. Ahora recordaba todo lo que esa vieja bruja le habia dicho, pero sobre todo sus últimas palabras palpitaron en su memoria. "Cuando veas a Waltz mi nieto, dile que la primera llegó a su fin." Y ahora éste mismo se encontraba en estos momentos frente a ella. Venía en el barco pirata de Hans, el amigo de Hiccup. Y venia acompañando a la reina Elsa de Arendell. Sino fuera porque se trataba de una bruja del bosque y de su nieto hechicero, podría jurar que esta extraña coincidencia era una mala broma.

La pelirroja le dedicó una ansiosa sonrisa y le correspondió el saludo.

-Por supuesto que recuerdo a esa anciana. – soltó de pronto y el chico sonrió. – Creo que no podría olvidarla después de todo. – y dedicándole una sonrisa más tranquila, dirigió sus ojos azules hacia él. – En mi último encuentro con ella, hace poco más de un mes, me encargó que te dijera algo si es que algún día me encontraba contigo. Y – soltó un bufido divertido. – por extraño que parezca creí que solo habia sido una mala broma de la anciana, ¿pues cómo iba yo a poder encontrar a una persona que ni siquiera conozco? Además...

-¡Su majestad! – la interrumpió de pronto el chico al ver como la pelirroja comenzaba a desvariar sobre el tema.

-Oh, claro. – volvió en sí la chica sonriendo. – Lo que te tenía que decir. Ella me dio un mensaje, y estas fueron sus palabras: la primavera llegó a su fin. – concluyó para asombro del chico quien aún procesaba el mensaje. – Sin embargo, no entiendo. Ni siquiera estamos en primavera aun. Y luego está también eso. Me habló sobre destinos cruzados y precios ya pagados. ¿A caso tú comprendes algo sobre esto?

Pero cuando Mérida se volvió hacia él, éste ya no le prestaba atención. Su semblante habia cambiado lentamente de uno sorprendido a uno de ansiedad por las palabras de la pelirroja.

-¿Qué sucede Waltz? – la rubia reina habia hablado preocupada al ver las reacciones del chico.

-Oh, dioses. Esto es problemático. – sus ojos se volvieron serios hacia las dos chicas frente a él. – Tengo que decirle a Hans.

Y dando media vuelta se dispuso a llegar al castillo.

-Espera Waltz. – lo detuvo la rubia preocupada. – ¿Qué es lo que tienes que decirle?

El chico se volvió a mirarlas un momento y después siguió su andar mientras Mérida lo perseguía junto a Elsa.

-Si la primavera llegó a su fin, – habló el chico siguiendo el camino hacia el castillo. – eso quiere decir que mi abuela está muerta. - De pronto se detuvieron al escucharlo y Waltz se volvió hacia ellas seriamente. - Y ella era la única que la protegía con la ayuda de tu collar – sus ojos escarlata se clavaron en Mérida. - y los poderosos sentimientos que estaban guardados en él durante tantas generaciones Dunbroch. Pero ahora mi abuela está muerta, y el collar ha sido regresado a su dueño. Ya no hay nada que pueda protegerla a ella.

Tras esas palabras y el desconcierto de las reinas, Waltz les dio la espalda y prosiguió su marcha.

-¿Proteger a quien Waltz? – exigió saber entonces Mérida, pues aunque no llegara a comprender totalmente las palabras del chico, tenía un muy mal presentimiento sobre esto.

El pequeño hechicero siguió avanzando y ellas detrás de él, cuando respondió:

-A la princesa de Corona.

o-o-o-o-o

-Waltz habla más despacio. – exigió el pirata. – Y explícanos que tiene que ver la princesa de Corona en esto.

Después de que el pequeño hechicero entrara presuroso a la sala, con Mérida y Elsa detrás de él, comenzó a hablar atropelladamente tratando de explicar lo que momentos antes se encontraba hablando con las reinas.

Pero ni Hiccup ni Hans pudieron entenderle una palabra. Tan solo leves conceptos que giraban en torno a la princesa de Corona. Fue entonces que los dos fruncieron las cejas.

El menor suspiró y se decidió a hablarles desde el principio.

-La princesa Mérida me trajo un mensaje de parte de mi abuela desde los bosques de Dunbroch – los castaños se volvieron hacia Mérida y ésta asintió su cabeza confirmando.

-La bruja de los bosques. – inquirió Hans. Tenía conocimiento sobre ella puesto que de ahí era de donde habia encontrado a su pequeño hechicero Waltz y lo habia llevado consigo a altamar.

-Mi abuela habia puesto un hechizo protector sobre la princesa de Corona con ayuda de la reliquia familiar de Dunbroch que Mérida habia intercambiado con ella hace tiempo. – Hiccup se llevó una de sus manos hacia su pecho sintiendo el collar que colgaba de su cuello. Mérida se percató de eso. – Pero el collar ha sido devuelto a su dueño y mi abuela ha fallecido. Es por eso que ahora la princesa de Corona corre peligro.

-¿Por qué Waltz? – habló ahora el domador de dragones aun con una mano sobre el colgante. – ¿Por qué estás tan seguro? ¿Qué es lo que le puede pasar a la princesa?

El chico suspiro pesadamente.

-Tal vez esto es algo que no deban saber, puesto que se trata del secreto de un reino. – al escucharlo no pudieron evitar abrir sus ojos sorprendidos. – El secreto del reino de Corona.

o-o-o-o-o

Waltz miró a cada presente en esa habitación a los ojos. Sabía que podía confiar en ellos. A excepción de su capitán, eran regentes de reconocidos reinos y sabía las buenas amistades y alianzas que ellos tenían con el reino de Corona. Sabía que podía contarles la verdad acerca de eso. Así que se dispuso a continuar con su relato.

-El secreto que Corona ha guardado por tantos años es sobre su princesa. - Y a la mente de Mérida se vino la imagen de la rubia y alegre princesa de Corona con quien siempre habia tenido buenas amistades, era por eso que no se podía imaginar el secreto que podía guardar. - Ya que ella es la flor de la inmortalidad.

Oh demonios, pensó la pelirroja asombrada por la noticia, esto era grande.

-¿La flor de la inmortalidad? ¡¿La leyenda de Corona?! – soltó entonces el pirata fuera de sí, siendo el primero en reaccionar a lo que acababan de revelar. – ¿Me estás diciendo que el estúpido cuento de hadas que Eugene ha perseguido todo este tiempo es real?

Waltz asintió a su capitán.

-Años atrás cuando la princesa estaba a punto de nacer, la reina de Corona sufrió una recaída. –comenzó a relatar el pequeño hechicero. - Estaba a punto de perder su vida y con ella al bebé. Al no encontrar nada en Corona que pudiera ayudarla, fue cuando recurrieron a mi abuela. A la bruja de los bosques de Dunbroch. En ese entonces la magia de mi abuela se habia hecho popular por los diferentes reinos del Norte. Y al recurrir los reyes a ella, mi abuela les dio entonces la flor de la inmortalidad que ella habia tenido en su posesión durante años. Para así prolongar la vida de la moribunda reina y que la princesa pudiera nacer sana. Lo que nunca imaginaron es que la flor se transmitiría a la princesa y rencarnaría en ella. Fue entonces cuando los reyes tuvieron miedo. La princesa habia nacido con un gran poder que si éste salía a la luz podría ser demasiado peligroso para ella. Fue entonces cuando un día su miedo se hizo realidad. – el menor hizo una leve pausa. – Antes de esto, primero déjenme hablarles sobre la hermana de mi abuela. Su nombre es Gothel, y al contrario que mi abuela, Gothel nació sin magia alguna. Era por eso que siempre intentó hacerse con el poder de la flor que custodiaba mi abuela. Pero al saber que se la habia entregado al reino de Corona, y saber que ahora ese poder yacía en la recién nacida princesa, Gothel se dispuso a robar a la bebé. Pues si tenía a la princesa, tendría el poder de la flor entero a su disposición. –las dos mujeres presentes taparon sus bocas con asombro. – Por supuesto no pudo salirse con la suya y Gothel desapareció sin que mi abuela supiera más de ella. Después de eso los reyes volvieron a recurrir a ella pidiendo protección para la princesa. Mi abuela así lo hizo – suspiró melancólico. - hasta su muerte.

El relato terminó y entonces Hans frunció sus cejas con una mano sobre su mentón, analizando lo dicho por su pequeño hechicero.

-¿Gothel? – se dirigió al menor. – ¿Así es como se llama la hermana de tu abuela? – el hechicero asintió. – Joder – su semblante se endureció y sus puños se apretaron a sus costados. – Ahora tiene sentido.

-¿De qué hablas Hans? – inquirió el jinete de dragón.

-Gothel – continuó. - así se llama la supuesta hechicera de Corona que estaba ayudando a Drago en un principio. Pero al parecer ella tiene sus propios planes. Si lo que Waltz nos contó es verdad, tengo mis razones para pensar que usara a la princesa de Corona como recipiente para el hechizo de dragón. Por eso traicionó a Drago. Ahora ya tiene su propio recipiente y quiere ese poder para ella sola.

Hiccup frunció los puños comprendiendo. Antes de que llegara Waltz con Mérida y Elsa, Hans le estaba hablando sobre como la hechicera de Corona habia traicionado a Drago y éste habia conseguido un nuevo aliado para su empresa. Pero con lo que Waltz acababa de contar, ahora sabían que esa supuesta hechicera de magia negra de Corona en realidad no tenía magia alguna, y necesitaba igualmente un recipiente para completar el hechizo de dragón. Era por eso que quería a la princesa de Corona a la que siempre habia asechado por su poder proveniente de la flor de la inmortalidad. Joder, gruñó pasando una mano por sus cabellos castaños. Esto se estaba volviendo peligroso. Ahora tenían a dos enemigos con el mismo objetivo: hacer el hechizo de dragón para su propio beneficio.

-Tenemos que avisarle a Eugene.- inquirió el joven rey posando sus ojos en Hans. - Mandare a Furtivo cuanto antes explicándole todo y...

-Hiccup – lo interrumpió entonces el pirata. Su semblante era calculador y serio al volverse hacia él. – Manda un mensaje a los reyes de Corona. – los ojos del jinete se abrieron de pronto asombrados. – Envía tu sello real, con urgencia. Después de todo se trata de su hija. Si sólo avisamos a Eugene, los reyes no podrán tomar en serio la palabra de un simple guardia real. Pero si tú los alertas de esta amenaza, obraran diferente. Al menos podremos ser de ayuda en eso. – hizo una pausa esperando a que Hiccup comprendiera sus palabras. - Abrumarte con esta información no nos ayudara de nada. – le previno Hans al notar las reacciones que su amigo jinete estaba a punto de hacer. – Además, sólo es una anciana mujer resentida por poder. – sonrió socarrón. – No es nada con lo que Eugene no haya lidiado antes.

Hiccup sonrió un poco.

-Tienes razón. – se tranquilizó entonces al darse cuenta del razonamiento adecuado que tenían las palabras de su amigo pirata. – Además nosotros tenemos nuestra propia labor.

Hans le dedicó un gesto afirmativo pues era verdad. Hiccup ahora tenía que ocuparse de Drago en su escondite. Y Hans se encargaría de Svalbard, mientras Eugene hacia algo con esa anciana ambiciosa en Corona. Con esto las amenazas serian eliminadas rápidamente. Ya nadie correría peligro.

Los dos castaños estaban tan ensimismados en su charla que se habían olvidado por completo de las dos mujeres presentes en la habitación. Y al escuchar la voz demandante de la mayor de ellas, se volvieron sorprendidos:

-Hans.- habia hablado la rubia reina. – Quiero que me lleves a Arendell. – lo miró directamente a los ojos. – Ahora mismo.

-Oh, reina Elsa. – habló entonces Hiccup sorprendido. Parecía un poco apenado mientras se acercaba a la rubia y daba sus saludos formales. Mérida reprimió su risa al verlo así. – Por favor disculpe mis modales, es un placer tenerla en Berk. – habló sincero el castaño apoyando después su mirada en Mérida. Ciertamente la reina de las nieves desprendía un aura poderosa.

Elsa se volvió hacia él con una sonrisa y mirada cortés, pero sin dejar ver lo que pensaba realmente.

Las dos habían estado ahí escuchando todo, y por un momento Hiccup habia olvidado su presencia. Y después de lo que habia hablado con Hans al principio y descubierto que todo este tiempo la rubia habia estado en el barco de su amigo pirata, era de esperar que la reina de Arendell quisiera partir de inmediato hacia su reino.

-Siempre he tenido en estima a su reino, rey Hiccup. – comenzó a hablar entonces la rubia. - Aunque no habia tenido el placer de conocerlo personal y adecuadamente, debo admitir que sí lo he tenido en conocer a algunos de sus dragones en cierto barco pirata. – Hans la vio y rodó los ojos. – Nunca me hubiera imaginado que un joven rey, famoso alrededor de los reinos del Norte por domar dragones, tuviera amistades con piratas. – Hiccup sonreía nervioso puesto que no sabía cómo reaccionar ante las palabras de la reina de las nieves. No quería llegar a ofenderla, además parecía que habia cierto desafío en su voz más bien dirigido para su amigo pirata que para él. –Pero – continúo la rubia suavizando su rostro en una pequeña sonrisa casi imperceptible. – ya veo el por qué.

Y esa palabra lo dejó sorprendido.

La rubia entonces sonrió sinceramente y tomando una de las manos de Hiccup, continuó:

-Mis palabras son las mismas que le profese a Mérida anteriormente. Espero que nuestros reinos sigan conviviendo pacíficamente, y nosotros en circunstancias diferentes también.

Hiccup se sintió de pronto menos nervioso y respondió a las palabras de la reina con la misma sonrisa. Puesto que podía ver la sinceridad de la monarca de Arendell plasmada en esas palabras. Hiccup echo un pequeño vistazo a Mérida a un lado de ella y veía como la pelirroja le sonreía abiertamente confirmando las palabras de la rubia. Entonces Hiccup no tuvo más dudas.

Correspondiendo al gesto de la mano de Elsa y dando una pequeña reverencia con su cabeza, el rey dragón habló:

-Será un honor para Berk, reina Elsa. – y tomando a Mérida de la cintura el chico continuó. – Y para Mérida y para mi será un honor tenerla de aliada...

- Y de amiga. – terminó la pelirroja por el castaño.

En ese preciso momento un ligero rubor nació en la perlada piel de Elsa y una de sus manos cubrió su boca con un gesto de asombro.

- N-No tenía idea – habló entre balbuceos. – Que ustedes dos...

Y entonces la estridente carcajada de Hans se escuchó desde sus espaldas.

-Que refrescante ver una expresión diferente a la helada habitual que siempre tiene, su majestad.

-¡Hans! – le recriminó furiosa la rubia. – Si tenías este conocimiento, al menos pudiste haberme informado. - y volviéndose hacia la pareja de Berk habló tranquilamente: - Rey Hiccup, Mérida disculpen mi confusión y es que no tenía idea. – y sonriéndoles soltó un: - Enhorabuena por su unión. – después de eso se acercó al molesto pirata y se enfrascaron en una ardiente conversación. Al ver esto Hiccup y Mérida se volvieron al mismo tiempo hacia el joven hechicero, sus miradas llenas de curiosidad por lo que pasaba con esos dos. Y para decepción de los monarcas de Berk, el pequeño hechicero tan sólo se limitó a encogerse de hombros.

o-o-o-o-o

Después de la reunión que tuvieron, Hiccup envió los mensajes correspondientes a los reyes de Corona y a su amigo ladrón Eugene. Terminado eso, Hans partió entonces hacia Arendell despidiéndose de Hiccup y prometiéndole que le haría llegar noticias sobre él en cuanto se encargara definitivamente de ese príncipe idiota de Svalbard.

Mérida también se despidió de la reina y de Waltz con una sonrisa, y viendo como el barco se perdía por los mares, entonces se volvió hacia el jinete de dragón.

-Hiccup – lo llamó la pelirroja, éste la miro. – ¿Qué fue lo que hablaste con Hans antes de que interrumpiéramos? ¿Ahora conoces el paradero de Drago?

El castaño la miró por un momento sin decir palabra alguna. Ahora que sabía el paradero de Drago no quería meter a Mérida en esto. Ni siquiera quería meter a sus oficiales en esto. Pensaba tomarlo por su cuenta como la ultiman vez, aunque esa vez habia tenido a Eugene y a Hans de su lado, ahora lo mejor sería ir solo. Enfrentar a Drago y destruirlo de una vez por todas. No podía involucrar a Mérida. Pero ¿qué podría decirle para convencerla? Tal vez lo mejor sería... no decirle nada en absoluto.

Estaba a punto de responderle con una negativa, cuando un lacayo salió agitado a su encuentro.

-¡Reina Mérida! – llamó a la pelirroja al tiempo que se detenía frente a ellos y tomaba aire.

-¿Jer, que sucede?

-Llegó esto desde esta mañana pero estaban tan ocupados con sus invitados que no me atreví a interrumpirlos. – el lacayo le extendió una carta a Mérida, sellada con el incomparable emblema de Dunbroch. Pero algo era diferente, el color del sello era...

-Rojo... - susurró entonces la chica al verlo, y abrió la carta inmediatamente comenzando a leer.

Hiccup se percató entonces de esto y un mal presentimiento creció en su pecho. El sello rojo en las cartas era el distintivo de urgencia, de prioridad. Hiccup siempre las relacionaba con peligro. El rojo siempre traía noticias devastadoras.

Y su temor creció al ver como Mérida se desplomaba de pronto sobre sus rodillas. Entre sus manos la carta temblaba violentamente, y sus ojos comenzaron a toparse de lágrimas. Hiccup la habia abrazado de los hombros y la apoyó sobre su pecho mientras esperaba a que Mérida pudiera hablar.

-Es Hubert... - cuando lo hizo su voz sonó quebradiza. – Él esta... él está al borde de la muerte.

Y tras escuchar esas palabras, Hiccup nunca se imaginó que la decisión que tomaría después de esto marcaria su destino para siempre. 

o-o-o-o-o

Okay, este fue un capitulo lleno de revelaciones, aqui pudieron ver ya unas cosas desenvueltas que vengo tratando a lo largo de la historia. Y como vieron, salen estos dos personajes (Hans y Elsa) de Frozen que seran la siguiente historia. Ña cual subire una vez termine con esta. ¡Gracias por leer! 



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