06

La ropa se va acumulando en el sillón de esa esquina, como la angustia a mi vida. El reloj que mi mamá compró hace unas semanas está colgado en la pared al frente de mi cama, indicándome a cada instante que el viernes se acerca, que, a partir de ese día todo cambiará. El piso de roble, que en un principio me pareció fascinante, ahora cruje de dolor, agonía y desesperación. A visto muchas cosas el pobre, comprendalo. Pero como si él fuera el más perjudicado, por Dios. Todavía no hemos hablado de lo que reposa al costado del escritorio, con la mayoría de su contenido en blanco y tareas por hacer, mi fiel enemiga y confidente; mi mochila. Oh bendito accesorio que adoloreces mis hombros, cargo en ti mis frustraciones y mi efímera felicidad.

La brisa fresca que se cola por la ventana de mi cuarto, me hace pensar que sí esa es mi esperanza a la que debo aferrarme ciegamente. Y que, pasando esos edificios estructurados que malogran mi vista, está mi futuro. Esperándome.

Simples suposiciones y metáforas embellecedoras con una pizca de engaño.

Pero no creas que trato de mostrarte el lado oscuro de la vida, bueno la verdad es que sí. Estoy cansada de que todos pinten nuestro recorrido en este mundo cómo si de tratase de un cuento de hadas, siendo nosotros los protagonistas.

Reímos, lloramos, sufrimos.

Ver todo tipos de conflictos, agobia de alguna forma la burbuja en donde vivímos. Ese alfiler llamado soledad intenta pincharme cada vez que puede. Aunque la mayoría de la veces he podido lidiar con ella, estoy convencida de que en una de esas tardes de desesperación ganará la batalla.

Escrito el lunes 13 de Agosto.

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