Te amaré como la tierra ama a los árboles
Abril, 2005
–Te amaré como la tierra ama a los árboles. –sus palabras salieron lentamente de sus labios morados y su rostro pálido en la camilla.
–Gia, espero encontrarte en otra vida y darte todo el amor que no alcancé a darte en esta. –me sonríe mientras toma mi mano y cierra los ojos lentamente.
Mi esposa se va de este plano dejándome con las lágrimas en mi rostro, mi corazón acostumbrado a este dolor y con mi hija de casi dos años fuera de esta sala. Sacaron el cuerpo de mi amada Gia en una camilla, con nuestro abogado detrás de nosotros, con todos los papeles correspondientes, el día de mañana será su entierro el cual ella misma había planeado. Es abril, exactamente 19 de abril, el día en que mi esposa falleció, un día antes de su cumpleaños.
–Gia Hills ha dejado su testamento. –empieza a hablar Carl, nuestro abogado. –En el cual deja la mayoría de sus pertenencias a su esposo, Marco Hills, una parte de sus bienes para su pequeña hija Paloma, quien podrá reclamarlos a sus 20 años, y un apartado especial donde destina parte de sus bienes para su entierro y protección.
–Tenemos entendido el caso de Gia, queremos que el esposo destine el lugar en que se hará su entierro. –uno de los ancianos del jurado habla.
–Será a la orilla del lago, un árbol de Lluvia de oro bien conocido y extraño en la ciudad. –digo con determinación.
–La señora Hills destinó gran cantidad de dinero para que este árbol no sea cortado por ningún motivo, será protegido por el Ministerio Ambiental Estatal y su tala de una sola rama tendrá consecuencias que beneficiarán a la familia en luto para que ellos puedan plantar muchos más árboles del mismo tipo donde ellos consideren conveniente. –el abogado vuelve a hablar.
–Sabemos de la cantidad de dinero, el M.A.E. ya está enterado del hecho, pueden estar seguros de que la última voluntad de Gia, será respetada. –otro de los ancianos habló con una profunda tristeza en su voz, con justa razón, conoció a mí en vida, la vió crecer en su carrera.
Al día siguiente, con todo el dolor de mi alma, voy a la cabeza y junto al cuerpo de mi esposa, en la pequeña caravana de gente que nos acompaña al entierro, menos mi hija, le he pedido a mi hermana, quien tiene un hijo pequeño, que la cuide por mí.
Hemos llegado al lago, es un espacio un poco estrecho donde se ha cavado el espacio rectangular en la tierra donde ahora estará el cuerpo de mi esposa. El padre de la iglesia ha llevado su respectiva oración, ha llegado la hora de bajar la camilla metálica que está diseñada para abrir el espacio donde el cuerpo de mi esposa está acostado, y solo dejar su cuerpo, que está vestido solo por un vestido de papel.
Ver su cuerpo descendiendo me hace recordar exactamente como me describió este momento cuando apenas éramos novios:
Años atrás
–Yo moriré antes que tú. –dice recostada en mi pecho con su dulce voz después que hemos hecho el amor.
Perturbado, dejo de acariciar su brazo y veo como alza la mirada. –¿Pero qué dices? Yo no podría vivir sin ti. –la seriedad me ha invadido, decido tomar como broma lo que me ha dicho así que suelto una risa suave.
–Cuando entierres mi cuerpo, no lo hagas en una caja horrible de gente ricachona, deja mi cuerpo frío con un vestido de papel y cúbreme con pétalos de rosas blancas y margaritas antes de dejar caer la tierra sobre mi cuerpo, luego, planta uno de esos hermosos árboles que son mis favoritos, los "Lluvia de oro". –me dice sonriendo.
–Gia, no hables más, yo no quiero que me dejes solo aquí, soy feliz contigo, ¿Acaso tú no eres feliz conmigo? –digo indignado.
–Marco, has sido el amor de mi vida estos años, pero... –su mirada se pierde. –No siento que me vaya a sentir bien aquí por mucho tiempo más, estoy segura de que moriré antes que tú. –hacemos silencio, el frío ha invadido mi cuerpo al ver su determinación con este tema. –Y no tengo miedo de eso.
Abril, 2005
La última capa de tierra ya ha sido puesta sobre el cadáver de mi esposa y me arrodillo con el joven árbol en mis brazos, árbol que mi esposa plantó y cuidó con sus propias manos hasta que esté a este punto, hago un agujero en la tierra con las lágrimas nublando mi vista, saco el árbol de su maceta y lo pongo en el agujero, el aire en mi pecho empieza a salir por mi boca, quiero sacarla de ahí, abrazarla, besarla y haberla convencido de luchar más para poder vivir, sin embargo, procedo a agregar agua a la raíz del árbol, doy unas palmaditas a la tierra que ahora es la base del árbol y el peso a su cuerpo.
Me dirijo a la pequeña tarima con micrófono que la caravana ha traído.
–Gia. –empiezo a decir y mi cuerpo se estremece. –Mi amada esposa, y ahora mi protectora. Sé que no eras completamente feliz aquí, y el cáncer fue aún peor para ti. –la voz me tiembla mientras hablo. –Pero puedo decir a este punto, cumpliendo lo que te prometí, que apenas logro aliviarme de no haber nombrado como tú a nuestra amada hija Paloma, porque te voy a amar el resto de mi vida y me vas a doler aún más, escuchar tu nombre en otra persona me hará recordar aún más nuestro amor y cuando nos conocimos en este mismo lugar, estabas a punto de lanzarte al lago con lágrimas en tu rostro, cuando aparecí, dijiste que era la única razón por la que habías salido de aquí con una sonrisa viva. Ahora estás aquí, de la forma en que siempre quisiste formar parte de la naturaleza, tú siempre dijiste que me amas como la tierra ama a los árboles, nunca te lo dije, pero yo te amo aún más, porque solté a mi amor para que fuera feliz con lo que realmente quería, en mi energía espero que otra vez volvamos a encontrarnos y amarnos. –suspiro con tristeza y vuelvo a hablar. –Te amo Gia, mi esposa, mi amor, mi árbol dorado.
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