La primera vez que te besé
Marzo, 2000
–¡Suéltala hijo de puta! –le grito mientras suelto mi cinturón rápidamente y otro hombre me da un puñetazo directamente en la nariz.
Una de las cosas más útiles que mi padre pudo enseñarme es controlar el dolor, así que salgo del auto y me repongo rápido aunque aún estoy mareado, llego hasta detrás del auto de mi madre, alcanzando a Flavio. Lo tomo del cuello, pero antes de que yo lo tire al suelo logra gritar:
–¡Llévatela de aquí! –a su hermano, Ronald.
–¿Qué dices hijo de puta? –le doy un fuerte golpe en la nariz que lo ha hecho pegar con el suelo, queda atontado mientras en su cintura busco su arma.
Cuando ya he sacado el arma, el tipo ya ha metido a Gia al auto, disparo rápido a las llantas del auto que puedo y con el arranque del auto y las llantas reventadas, el hombre se desvía y se estrella con el cerro de tierra del otro lado de la calle. Mientras Flavio, detrás de mí, me toma de la pierna queriendo hacer que caiga.
–Te veré en el infierno, maldito. –le apunto directo a la cabeza.
–Si me matas, él la matará. –me dice con temor. Dirijo el arma hacia su pierna y suelto el primer disparo.
Flavio se queda quejándose del dolor, me giro rápido a correr hacia el auto y poder sacar a Gia que está en la parte de atrás, estaba cerca de llegar cuando Ronald sale del auto y ensarta su cuchillo en mi brazo izquierdo, obviamente me quejo del dolor un momento, me dió un puñetazo que me desorienta y suelto el arma.
Ambos vemos el arma que cae un poco lejos del auto, nos agachamos rápido y lo tengo justo encima de mí cuando tomo el arma, me giro rápidamente y hago el segundo disparo.
El disparo logró atravesar directamente su pecho, haciendo que Ronald muriera instantáneamente. Aún perturbado y adolorido, me quito el cuerpo de encima y el cuchillo de mi brazo, abro la puerta del auto donde había metido a Gia y la veo que está medio consciente y llena de heridas en su cara y su brazo con cortadas de cuchillo.
–Gia. –la tomo del brazo para llamar su atención y ella apenas me puede ver.
–Marco... –aunque tenía su rostro lleno de sangre y estaba toda adormecida, mis lágrimas logran salir de mis ojos por el alivio de saber que al menos está viva.
–¿Puedes caminar? –digo aún con lágrimas. Ella se sienta y se pone a llorar intensamente –¿Qué pasa? –le digo preocupado.
–¿Están...?
–Ronald. –suelto un suspiro estando cansado, ella llora aún más intensamente. –Gia, dime... ¿Por qué lloras? –la tomo del rostro para que me vea y deje de llorar un poco.
–Hice que te mancharas las manos de sangre por mí. –dice y mete su cara en sus manos para llorar aún más. Suspiro un momento y ve mi brazo ensangrentado –E hice que te apuñalaran. –llora aún más.
–Gia... –ella levanta su vista para verme. –No solo iba a protegerte por el hecho de ser mujer... –acaricio su mejilla y por alguna razón, todo lo que pasó no me pesa cuando estoy con ella, estoy tan enganchado a ella que: –Sería capaz de matar por ti de ser necesario. –ella me mira en silencio mientras más lágrimas caen de su rostro. –No podía permitir que te hicieran más daño.
–Nunca podré ser una buena novia... –dice con la cabeza baja. –Las pesadillas me persiguen cada noche y el problema no se queda solo ahí... no podré darte un sexo intenso como los que les gustan a los playboys como tú. –la tristeza se hace presente en su voz.
Levanto su rostro otra vez. –No me debes nada, Gia, no te sientas obligada a nada, yo solo...
–Me gustas. –dice ella haciendo que mi corazón dé un salto.
Iba a decirle lo hermosa y perfecta que es ante mis ojos, pero mi celular suena en mi pantalón.
–¿Dónde estás Marco?
–Mamá, envía una ambulancia a la avenida... –volteo a ver a Gia.
–3-40. –me susurra.
–Avenida 3-40, rápido.
–¿Pero qué pasó?
–Acabo de dispararle a Flavio y Ronald murió. –digo sin más.
Mi madre colgó. La ambulancia llegó cinco minutos después, nos llevaron a nosotros y llamaron a una segunda ambulancia para llevarse a Flavio vivo y al cuerpo de su hermano.
Dos días después
Este es el segundo día que estoy en la prisión porque estaban en recopilación de pruebas, no les bastaba con el testimonio de Gia. Mi madre no puede ser mi abogada así que uno de sus abogados llevará mi caso. En este momento voy de camino hacia una sala de interrogatorio.
–¿Cómo sabes disparar un arma? –dice el oficial del otro lado.
–Mi padre es aficionado a la casería, él me enseñó.
–¿No te pesa la conciencia de saber que mataste a una persona?
–¿A usted no le pesa de saber que ese maldito violó tantas veces a Gia y nunca hicieron nada? –digo enojado.
–Debe entender que no había pruebas.
–Claro, y ella se hizo sus heridas sola. –digo irónico.
–Las cosas no son tan fáciles como usted cree. –me dice viéndome fijamente. –Pero ¿Qué cree? Si no encuentran pruebas que lo declaren inocente, Flavio saldrá de ser un abusador a ser una víctima por ti, tus huellas estaban en el arma, incluso en el cuchillo, ¿Quién crees que es el sospechoso número uno inclusive de haber dañado a Gia? –en un impulso de enojo golpeo la mesa metálica con mi brazo que no está vendado.
–Javier. –dice otro oficial entrando en la sala. –Ven rápido. –el hombre se levanta y se van de la sala.
Quince minutos después regresa el oficial y me toma del brazo. –¿Qué sucede? –no me dice nada, pero veo que llegamos a la sala administrativa y en cuanto mi madre me ve, corre a abrazarme, desde mi punto veo a Gia llorando con una sonrisa en su rostro.
–Queda en libertad. –dice el oficial que antes me había amenazado.
–¿Qué sucedió? –pregunto.
–Mi auto fue confiscado para buscar pruebas en él, esta mañana cuando al fin estuvo listo, me dirigí a decirle a los oficiales que tengo mini cámaras ocultas en el auto. –en seguida se reproduce en una pantalla de computadora el video desde que el auto se acerca a chocarnos, vemos como los hermanos se acercan a nuestro auto y como Ronald golpeó varias veces a Gia, ella intentó soltarse y él la tomó del cabello y le hizo las heridas con el cuchillo.
Volteo a ver a Gia que se acerca a mí con lágrimas en sus ojos, la rodeo con mi brazo y le doy un beso en su frente, no me dedico a ver el video porque lo viví en carne propia.
–¿Estás bien? –le susurro mientras mi mano derecha acaricia su rostro. Ella asiente con su cabeza aun con lágrimas en su rostro, tiene varias curitas en su rostro y en su brazo.
–Este video servirá como evidencia para aumentar los cargos de Flavio. –dice uno de los oficiales.
–¿No cree que le debe una disculpa a mi hijo? –dice mi madre molesta.
–Una disc...
–No necesito sus disculpas. –lo veo fijo a quien me había amenazado. –Quiero que se pudra en la cárcel. –dicho esto, me dispongo a caminar hacia la salida con Gia tomada de mi mano.
–Yo sí tengo términos que plasmar con ustedes con respecto al expediente de mi cliente. –dice uno de los socios de mi madre, ella me mira con una sonrisa y vuelvo a caminar hacia la salida.
Cuando ya estamos fuera de la estación me detengo.
–¿Estás bien? –dice Gia.
–Me dijiste que te gusto. –me giro para verla, veo que ella se pone nerviosa.
–También te dije que no sería una buena novia ni... –antes de que termine de hablar me acerco hasta ella.
Mis labios con los de ella se siente algo tan único, aún más porque ella acaricia mi rostro con sus manos y es como si hubiera estado deseando que me animara a besarla desde hace mucho tiempo.
Actualidad, 2023
La primera vez que te besé me sentí el hombre más afortunado, no te pedía que fueras la novia perfecta porque aun cuando no eras mi novia ya eras perfecta, no había manera de que no lo fueras.
Estaba dispuesto a aceptarte y cuidarte de todos tus miedos, para que fueras genuina conmigo, para que te sintieras segura, como la primera vez que hicimos el amor, creo que yo estaba más nervioso que tú esa noche.
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