Capítulo 3
El rubio limpiaba su rostro maltratado, nuevamente era agredido, pero su héroe no volvió a aparecer desde aquel día, sorbió la sangre que salió de su nariz mientras caminaba tratando de ocultarse, apretó el ceño, sentía que lo seguían, comenzó a correr poniéndose nervioso, unas manos taparon su boca, lo cargaron con fuerza sometiendo al niño, el pequeño pataleaba tratando de zafarse, sus ojos mostraban terror cuando comenzaron a correr con él en brazos, minutos después lo aventaron en una jaula en un lugar oscuro, temblaba con pavor haciéndose bolitas en una esquina del lugar -el demonio está aquí líder -el azabache observó al pequeño de manera despectiva -tienes el maldito rostro de tu padre -Naruto abrió sus gemas con sorpresa sin dejar de temblar, tragó saliva con temor -¿us… usted sabe… quién es mi padre? -el mayor se burló -¿qué más da?, morirás en poco tiempo -el pequeño parecía un conejo acorralado, su cuerpo no podía controlarse, temblaba sin poder detenerse, esto era aún peor que los aldeanos, tenía pánico, terror, el sujeto le daba escalofríos, su mirada era siniestra -el cuarto Hokage, quien sacrificó su vida por salvarte a ti y a esta aldea, debe estarse revolcando en su tumba como el estúpido confiado que era, esos ideales pacifistas llevaron a la aldea a ser atacada por kyubi, por su culpa nos culparon de ese ataque, ahora pagará con la vida de su hijo, no te preocupes, en poco tiempo estarás a su lado y junto a la bastarda de tu madre en el maldito infierno -el mayor se dio la vuelta, salió azotando la puerta del cuarto oscuro donde lo habían encerrado, parecía más una cueva, el pequeño apretó sus puños con coraje y tristeza.
Sus gemas comenzaban a derramar lágrimas de frustración y miedo, ¿cómo demonios escaparía?, eran shinobis experimentados y con bastante fuerza, no era lo mismo que pelear con un aldeano, veía con coraje la maldita pared maldiciendo su suerte, maldiciendo su vida, hubiera muerto con sus padres si hubiera sabido su destino, cerró sus ojos con frustración, la próxima visita del viejo era en quince días, azotó su frente a la reja cayendo en cuenta que para cuando se dé cuenta que desapareció seguramente moriría, por un momento cruzó por su cabeza aquel anbu que lo había ayudado tanto, sacudió su mente, había hecho demasiado por él, no podía pedir más, estaba perdido, moriría en ese maldito lugar, su mente vagó a las palabras del sujeto, era lo único que podía hacer para calmarse.
…..
Con un pequeño palito trataba de levantar la cerradura, sonrió al alcanzar el candado, con el mismo palito trataba de abrirlo, pero no entraba, apretó el ceño con coraje, con los dientes partió el palito, ahora entraba con más facilidad, comenzó a moverlo tratando de escapar de la jaula, era difícil, tenía un ojo morado de la golpizas que los guardias le habían dado un día antes por tratar de huir, apenas veía, no había luz que lo ayudara, respiró tratando de calmarse, sus manos temblaban por el frío y miedo, mordió sus labios tratando de concentrarse, debía ser rápido, el candado se abrió, sonrió con lágrimas en los ojos, con cuidado lo sacó, abrió la reja, comenzó a caminar con pasos calmos y temblorosos, trató de abrir la puerta, estaba bajo llave, abrió sus ojos con terror, comenzó a buscar el palito que tiró en la oscuridad tratando de apurarse, la puerta se abrió de golpe tirando al pequeño lejos de la puerta, unos ojos rojos lo veían con coraje -maldita sea, ¿qué tratabas de hacer? -el pequeño negó levantando sus brazos cubriendo su rostro cuando los golpes comenzaron, el guardia había escuchado un ruido, entró a revisar dándose cuenta que el demonio buscaba huir, las patadas llegaban a su pequeño cuerpo sin parar, tenía casi diez días en el lugar y apenas recibía alimento, trataba de cubrirse, pero estaba demasiado débil -ahh due… le aaahh -estaba por recibir un puñetazo en la cara cuando el guardia cayó de lado, el pequeño fue cargado con cuidado, el rubio abrió débilmente su ojo libre para ver a un anbu, este le indicó con su dedo que guardar silencio, corrió a gran velocidad del lugar saliendo por el bosque. Naruto se aferraba a su cuerpo, temblaba sin parar, por extraño que pareciera el anbu también temblaba.
El mayor lo llevó a lo profundo del bosque a una cabaña abandonada, entró respirando con ansiedad, lo abrazaba con fuerza sin poder soltarlo -debí llegar antes, no debí descuidarte, lo lamento tanto -el pequeño negaba con terror en sus ojos -gra… gracias -hipaba desconsolado en sus brazos -dijo que moriría, que conmigo destruiría la aldea y se apoderaría del país del fuego -el azabache negó con frustración, su sharingan se activó, el pequeño comenzó a temblar al verlo -¿tú… tú también tienes ojos rojos? -
El Uchiha lo vio con tristeza, lo abrazó recargando su cabecita en su pecho -fue mi padre quien te hizo esto, lo lamento -el rubio se apretó a su cuerpo entendiendo porqué temblaba -padre es un sujeto de temer, no sabía que te tenía apresado, vi sospechoso su comportamiento, lo seguí, vi que daba órdenes a un guardia, así llegué a ti, no sé ¿qué hacer?, necesito pensar, si se entera que fui yo quién te liberó no podré detener su golpe de estado -el azabache temblaba con el pequeño en brazos -necesito que te escondas aquí -el rubio asintió -¿cuándo te visita el sandaime? -Naruto levantó sus gemas con miedo -en cinco días -Itachi asintió -te llevaré en cinco días, mientras tanto debes quedarte aquí -sacó de un pergamino una bolsa de dormir y algo de comida -vendré en cuanto pueda, si padre nos descubre los dos estamos muertos, así que no salgas -el rubio asintió, tomó la mano del mayor -gracias, gracias por no dejar que me matara -el Uchiha se quitó la máscara.
Naruto abrió sus ojos demasiado, sonrió al ver la sonrisa en el mayor, un sonrojó comenzó a mostrarse en sus mejillas -no podía permitirlo, ahora iré a borrar nuestro rastro -se levantó, abrió una puerta en el techo del lugar, revisó que no hubiera nadie, lo subió con cuidado, el rubio temblaba, pero se dejó hacer, confiaba en ese chico con los ojos cerrados, lo había salvado una vez más -volveré, no te preocupes -el pequeño asintió.
Itachi corrió al barrio donde la policía se movía con velocidad, el azabache sabía que buscaban, llegó a su casa con su rostro en blanco -maldita sea tiene que aparecer, muévanse -tres comandantes salieron del lugar, el menor veía con cuidado a su padre. Fugaku se calmó, lo vio llegar -Mikoto ya sirvió la cena, lávate las manos y siéntate -el menor asintió, obedeció, se sentó a la mesa, Sasuke agarró su pantalón con miedo, su manita se aferraba a él, ambos estaban sentados, el pequeño tenía miedo a su padre y en este momento se veía molesto.
-Sasuke, entrarás a la academia en dos semanas, espero estés listo porque no aceptaré que nos pongas en ridículo -el menor bajó el rostro apretando con fuerza el pantalón de su anikii, Itachi apretó su pequeña mano bajo la mesa -no lo decepcionaré padre -Sasuke vio con duda a su hermano, también temblaba, pero trataba de controlarse -Itachi, ¿ya tienes lo que te pedí? -el Uchiha asintió -ya lo tengo, pero Hokage-sama cambiará horarios la siguiente semana -Fugaku azotó su mano en la mesa con coraje, comenzaron a comer, al final el heredero tomó de la cocina algo de fruta y pan, lo guardó en un pergamino.
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