Capítulo 8: Pocas palabras
(Fernando)
—¿Qué te sucede? Realmente te has pasado, no entiendo por qué te has comportado así. — Galia seguía regañándome luego del espectáculo que había montado en el patio. — ¿Tienes algún problema con esa chica?
No sabía que decir, lo único que veía con claridad en mi cabeza era la imagen que tenía desde hoy en la mañana de la fiesta del viernes.
—No lo sé.
—Fernando dime la verdad, para poder entenderte. — esta se acercó a mí, llevando sus manos a mi rostro, donde tuve que conectar mis ojos con los suyos para volver a la realidad.
—Es que... no me agrada.
—Pero, ¿eso justifica la estupidez que le has dicho? Solo por el cariño que te tengo Ross no seguí a esa chica para ver cómo estaba.
Galia me miraba muy enfadada, y la entendía, todo lo que había ocurrido se me había ido de las manos, pero lo último que necesitaba ahora era un sermón.
Necesitaba estar solo, y por lo mismo, lo siguiente que hice fue enderezarme para salir de ahí, agarré mi mochila rápido, mientras que Galia me seguía hablando, sin escucharla, comencé a caminar hacia la entrada del comedor perdiéndola entre la multitud, donde noté miradas hacia mí, de todos quienes habían presenciado el espectáculo o seguramente el chisme ya les había llegado.
Respiré profundo para no mandarlos a todos a la mierda, intentando tranquilizarme.
Y lo siguiente que hice fue ir al único lugar donde podía sentirme tranquilo en ese momento.
Al llegar me recosté en el césped, y coloqué mi mochila como una almohada, tenía suerte de que Whitey no había venido hoy a la escuela, y, por ende, no había nadie en aquel lugar para regañarme.
Estuve varios minutos, quizás una hora ahí, pensando, e intentando olvidar lo que había ocurrido en la mañana, y al mismo tiempo, haciéndome creer que lo que le había dicho a Anna Dickens era cierto, y que tenía razón.
Pero en realidad no estaba muy seguro.
Y por supuesto, me descubrió en ese lugar la última persona que necestiaba en este momento.
—A ver a ver Feñi, ¿realmente creíste que te ibas a librar de mi luego del espectáculo que montaste?
—Déjame en paz. —gruñí de inmediato, colocando una de mis manos en mi rostro para evitar ver a Roy Miller ahí haciéndoselas de padre conmigo. — Fuera de aquí.
Por supuesto no me hizo caso, y sentí a Roy sentarse a mi lado, tarareando una canción y silbando, como si no me hubiera escuchado.
—Sabía que después de lo de hoy en la mañana ibas a volverte loco. — Por supuesto no respondí, no quería hablar de ello, pero Roy prosiguió. — Fue un beso Ross, ella es libre de hacer lo que se le dé la gana.
—No con Brandon.
—Entiende que no es de tu propiedad.
—¿Y? No he dicho eso.
—El espectáculo que montaste sí. — Roy me quitó la mano del rostro, provocando que lo empujara de inmediato.
—Déjame en paz, no quiero hablar.
Nos quedamos un momento en silencio, sabía que Roy no iba a entenderlo y por lo mismo quería que se largara de ahí, necesitaba estar solo.
Pero por supuesto siguió con el tema.
—Anna no tenía nada que ver, es que no entiendo por qué te fuiste contra ella.
—Vuelvo a repetírtelo Roy, no quiero tener esta conversación contigo.
—Es una buena chica Ross, es su mejor amiga.
—Ya. ¿Ahora tú también la vas a defender? ¿Es que acaso los tiene a todos hipnotizados? Sera bruja, ¿o qué?
Roy comenzó a reír con lo último que dije, echándose nuevamente en el césped para observarme un momento, sabía lo que iba a decirme, pero ahora mismo no quería escucharlo.
—Eres tan orgulloso Ross, incluso llego a creer que son tal para cual.
—Ah vamos, ¿y tú de donde la conoces tanto? — noté que mi amigo no dijo nada, y, por ende, seguí. — Seguro solo te busca para enrollarse Roy, ya lo ha hecho con la mitad del equipo seguramente... — volví a recordar las palabras de Brandon hoy y no me contuve. — es de primero, solo eres su camino fácil para creerse "popular" entre los de su curso, nada más.
El castaño soltó una carcajada, y mi enfado fue aún mayor, apretando los dientes para no volver a decir algo más hiriente sobre esa chica del demonio.
—¿Es lo mejor que tienes? ¡Vamos! Quiero seguir escuchándote.
Su burla iba a continuar si abría la boca, no era tan idiota, así que lo siguiente que hice fue darle un golpe en el hombro, produciéndole otra carcajada más.
—Eres un imbécil.
—Y tú te comportas ahora como uno.
No dije nada más, me quedé ahí observando el cielo, en silencio. Roy lo notó e hizo lo mismo, ambos nos quedamos en la mitad de la cancha de futbol aprovechando los minutos que nos quedaban antes de que algún profesor nos pillara fuera de clases.
(Anna)
—No entiendo aún como pudo pasar algo así. — le susurré al salir de la Iglesia.
Mi padre con traje y corbata se llevó una mano al rostro, dejándome ver que haber visto a toda la familia de aquel hombre en el funeral le había afectado tanto como a mí.
—A veces la vida es tan injusta hija...
Asentí sin saber que más decir, haber visto aquella familia en primera fila, su mujer y dos niños pequeños me había roto el corazón, y más aún al ver que la mujer del hijo de Whitey estaba embarazada, no debía tener muchos meses, e incluso, apenas se le notaba, pero lo supe al verla.
Aun no me entraba en la cabeza la forma en como había muerto, y sabía que a mi padre le preocupaba tanto como a mí, al parecer había sido una sobredosis, pero de todas formas tenía un disparo en el rostro cuando lo encontraron en un callejón.
Mi padre al llegar a casa ese mismo día me lo contó todo con mayor detalle, y parecía que le habían disparado, pero según la policía su cuerpo no pudo haber resistido toda la droga que llevaba en el organismo, y creían según el cuerpo que se había disparado él mismo.
Que había sido un suicidio.
¿Pero cómo? Tenía a su mujer embarazada, y dos hijos en camino, ¿Quién haría algo así?
Ante todas aquellas dudas que surgían en mi mente me acerque a mi padre que estaba con Whitey, quien me dedicó un saludo frío, observándome un leve instante para luego fijar su vista al suelo.
—Ahora iremos al cementerio, será algo familiar, en realidad Kevin no era un hombre muy sociable. — una pequeña sonrisa melancólica apareció en su rostro, y no supe si decir algo o no.
Llegó Damián, un amigo muy cercano de mi padre, quien era el párroco de la Iglesia, y había realizado el funeral, quien le dio unas palmadas a Whitey, quedándose a su lado.
—¿La trajiste?
La voz de Whitey quebrada me apretó el corazón, y más aún cuando Damián asintió y le entregó la foto de su hijo que iban a colocar en el entierro.
Y al ver su rostro de inmediato me di cuenta de quien se trataba, ahogando un grito, y de inmediato mi padre me observó al igual que Whitey y Damián.
Era él, aquel chico de negro que había visto merodeando por el instituto.
—Yo... es que— no sabía cómo seguir, pero debía decírselo. — Yo lo vi hace unos días... ósea, él vino al instituto hace unos días atrás y me preguntó dónde estaba la oficina del entrenador...y yo, ósea, había algo conocido en él y ahora es..., es o era, es, era Kevin.
Noté como Whitey estaba tan sorprendido como yo, observándome fijamente sin moverse ni un centímetro, todos quedaron en silencio, sin saber muy bien que decir, y la pregunta que rondaba en mi mente fue respondida antes de incluso haber dicho algo en voz alta.
—Al parecer no me encontró... — susurró más para él mismo que para los presentes. Y en ese minuto mi padre me hizo señas para que lo acompañara, mientras que Damián se quedaba con él.
Recordaba aquel chico como si hubiera sido ayer, y ahora todo cobraba sentido, por eso sabia quién era, seguramente conocía a mi padre, y al mismo tiempo, la llamada de su mujer con sus hijos, y que ahora veía ahí, a unos metros, la mujer de Kevin estaba hablando con otras personas mientras lagrimas caían por sus mejillas, y me quede ahí, observándola.
Llevaba en sus brazos a un pequeño, que seguramente estaba dormido o a poco de estarlo, mientras que el otro que parecía un poco mayor que él se había adueñado del coche de su hermano y se había sentado en él.
Pero la voz de mi padre me hizo volver a mí misma, dejando de observar a aquella familia destrozada por aquella trágica muerte.
—¿Anna? ¿Me estas escuchando?
—Perdón, es que esto es...
—Creo que es mejor que te vayas a la escuela, creo que esto puede ser mucho para ti.
No supe que decir, quería apoyar a mi padre, y más aun a su mejor amigo, a pesar de no tener una relación cercana con Whitey lo quería como si fuera el hermano de mi padre, y sabía que todo esto lo estaba destrozando por dentro.
Pero al mismo tiempo, sentía que todo esto no me estaba haciendo bien, recuerdos que ya había enterrado estaban volviendo a mí, y creí que iba a ser capaz, pero volver a estar en un funeral me traía todos aquellos recuerdos nuevamente.
Y no estaba lista, no como pensaba.
—Gracias papá, creo también que es lo mejor.
Le dedique una sonrisa de agradecimiento, y mi padre se acercó a mí para darme un abrazo, él me conocía más que nadie, y sabía muy bien porque no estaba preparada para ir al cementerio junto a él.
—Toma esto para un taxi, y si sientes que no quieres ir a clase puedes irte a casa, no pasa nada.
De inmediato volqué los ojos, para darle un leve empujón con mi hombro.
—Voy a estar bien, iré a clases, me hará bien estar con Holly ahora.
—Bien, te me cuidas por favor.
—Si papa, anda ya. — le molesté empujándolo en dirección a Whitey.
Me dedicó una última sonrisa para dejarme claro lo mucho que me quería, y le di la espalda para ir a buscar un taxi, aunque en realidad prefería ir al paradero a ver si quizás algún bus pasaba antes y llegar almorzar al instituto.
Comencé a caminar a paso lento alejándome de la Iglesia, aunque habían aun personas ahí dispersas hablando unas con otras vestidas de negro, y yo por mi parte le dediqué una última mirada a la mujer de Kevin, a su cabello anaranjado, y aquellos dos niños que estaban junto a ella.
Y por una extraña razón quería ir abrazarla, consolarla y ayudarla con esos dos pequeños, y decirles que lo que se venía iba a ser duro, que perder a un padre a temprana edad es muy difícil, que debían ser fuertes.
Pero solo seguí caminando alejándome de ellos por los estacionamientos para ir a la parada de autobús, y en el camino me fijé en un hombre que iba caminando un poco más adelante, dirigiéndose a un coche que me era muy familiar.
Estaba con gafas negras, pero lo reconocí de inmediato cuando abrió la puerta de su auto, y sin pensarlo dos veces me dirigí hacia él.
—¡Ric!
De inmediato llevó su rostro a mi dirección, y al verme se quedó un momento ahí, sin moverse con la puerta a medio abrir de su coche.
—Ah vamos, ¿no me recuerdas?
Sabía que si su respuesta era negativa me iba a doler bastante su rechazo, pero por alguna extraña razón estaba segura que sabía muy bien quien era.
Y estaba en lo cierto al ver como se llevaba una mano a sus anteojos de sol para sacárselos, y dejar ver esos ojos verdes fijos en mí, y para mi sorpresa su rostro seguía serio.
—Eres esa chica del bar, ¿no? — asentí de inmediato, e hizo una leve pausa, y aunque quería moverme, no lo hice, observándolo fijo, y para mi sorpresa sonrío seguramente recordándolo— ¿Anna?
—Sí, la misma.
Al parecer no era un hombre de muchas palabras, ya que luego de asentir sin saber muy bien que decir, y al ver que él no se subía a su coche, sino que estaba ahí, apoyado en la puerta de su coche abierta, y de cierta forma me acerque unos pasos tímida hacia él.
—¿Tú también lo conocías? — pude decir apuntando con mi cabeza la Iglesia que estaba a nuestra derecha.
Demoró un momento en responder, parecía afectado, y quizás no había pensado en que seguramente su respuesta sería positiva.
—Trabajaba conmigo, se podría decir que éramos "colegas".
—Ah... lo siento.
Hubo un silencio, en el cual dirigí mi vista al suelo sin saber muy bien que decirle.
—¿Y tú?
—Conozco a su padre.
No quise darle más detalles, en realidad no quería seguir hablando sobre ello, y de cierta forma sentí que lo había notado, ya que cambió de inmediato el tema.
—¿Tienes planes ahora mismo?
Iba a decirle que necesitaba ir al instituto, pero al verlo ahí, en frente de mi recordé la última vez, y cuantas ganas había tenido de verlo nuevamente, de llamar aquel número que me había dado sin tener el valor suficiente para hacerlo.
Y ahora lo tenía ahí, frente a mí. Estaba segura que si no aceptaba quizás nunca más lo volvería a ver, y con tan solo pensarlo no quería sacarlo de inmediato de mi vida, sino que, en cambio, quería adentrarlo en ella, quería conocerlo.
—Iba a tomar el autobús ahora.
—Ah... — pensé que iba a decirme que me llevaba o invitarme a comer algo, pero sus palabras fueron otras. — Yo debo volver al trabajo.
No me moví, esperando algo más, pero al parecer esta vez no estaba con un chico de instituto en que todo era muy fácil, y manejable, Ric al parecer no era esa clase de hombre que yo estaba acostumbrada.
—¿No tienes hambre? Podríamos almorzar juntos.
Noté que le echó una mirada al reloj que llevaba puesto, haciendo una pausa, sabía que estaba pensándolo, debatiéndolo en su cabeza y una inseguridad que desconocía me recorrió el cuerpo.
Y volví hablar.
—Mejor en otro momento, no te preocupes en realidad tengo muchas cosas que hacer.
—No, es que... yo... — no encontraba las palabras exactas para rechazarme y eso me dolió más aún. — En realidad... me encantaría.
Sabía que era estúpido, pero esas últimas palabras me hicieron sentir un poco más segura a su lado, y sentir que estaba recuperando el control de la situación, y que no estaba parada frente a un hombre que quería rechazarme como pensé en un comienzo.
—¿Seguro? No te ves para nada convencido. — una sonrisa apareció en mi rostro de inmediato, pero había algo en él que me hacía dudar si realmente quería o no salir conmigo.
—No, no, súbete, es solo que tengo solo una hora de almuerzo.
—Una hora es más que suficiente.
No sabía porque me comportaba así, pero al parecer mis palabras le hicieron gracia, ingresando a su coche haciéndome señas para que lo hiciera también.
Y así lo hice, sin pensarlo dos veces.
Me acomodé el vestido negro que llevaba puesto reganándome a mí misma por no haber elegido la segunda opción que era un poco más ajustado y no tan suelto y largo, pero en realidad era una tontería, estaba hace pocos minutos en un funeral, no iba a una fiesta ni a una cita. ¿aunque esto significaba que estábamos en una?
Me quité las ideas absurdas de mi cabeza cuando escuché la voz de Ric a mi lado, y le puse toda mi atención.
—¿En qué universidad vas? Creo que no te lo pregunté esa noche en el bar.
¿Universidad? Mierda.
Él debía de tener unos veinte tantos años, seguramente había salido hace pocos años de la universidad, y yo era una niña que había cumplido dieciséis años hace un mes atrás. Si le decía la verdad quizás no volvería hablarme.
Sabía que me veía un poco mayor, siempre desde pequeña fui la más desarrollada de la clase, y, por ende, a veces recibía varias burlas hacia mí de mis compañeras, y por primera vez quizás me servía de algo.
—Estoy aquí, en la Universidad de Chicago.
—Ah mira... una chica lista. ¿Y qué estudias?
Mierda, genial.
—Mmm... en realidad estoy tomando cursos de letras y un poco de economía, aun no me decido.
—Yo estudie economía ahí, es excelente.
Me quedé en silencio sin saber que más añadir, sabía que si seguía hablando iba a descubrirme, así que preferí mirar por la ventana, observando la ciudad e intentando calmar mi nerviosismo.
Odiaba mentir, en realidad me gustaba cuando tenía el control, y esta vez estaba en una situación muy poco ventajosa, y más aún cuando se la creyó muy bien, porque al parecer decidió cambiar el tema.
—Te voy a llevar al mejor restaurante de Chicago, espero que te guste la pasta.
Me imaginé un lugar elegante, con personas importantes y era que Ric parecía de los típicos hombres con un buen puesto en una gran empresa, exitoso y al ser joven, debía creer que tenía el mundo a sus pies.
—En realidad, prefiero una hamburguesa.
Noté que me observó un momento mientras conducía, y su rostro estaba perdido.
—¿Cómo?
—Que fui yo la de la idea, y quiero invitarte a comer las mejores hamburguesas de la ciudad.
Noté como quedo mudo un momento sin saber bien que decirme, y aunque parecía un hombre serio bajo ese traje costoso y ese semblante serio, de cierta forma fue lindo verlo descuadrarse ante mi invitación.
— ¿Ah sí? ¿Y puedo saber el lugar?
Negué mordiéndome el labio, para evitar reírme en su cara.
— Yo te guio, dobla la siguiente a la derecha.
Noté que se lo pensó un momento, al parecer Ric no era muy fácil de convencer o darle ordenes, pero finalmente dobló, y de inmediato noté que en la radio sonaba una canción pegajosa y le subí el volumen cantándola a viva voz.
— ¡Vamos! Seguro te la sabes de memoria. — le molesté.
— Un poco.
— Ah, ¡ves! Mira el auto en que andas, deberías disfrutarlo.
Nuevamente se lo pensó un momento, para luego poner los ojos en blanco al volver a insistirle, soltando una carcajada para unirse a mí y cantar a viva voz.
Lo observé el resto del camino de reojo, y debía admitir que sonriendo y más relajado parecía mas joven.
Y cuanto deseaba que fuera solo un par de años mayor...
(Fernando)
Ya estábamos almorzando en las ultimas mesas del comedor, yo estaba junto a Roy quien conversaba con algunas del curso y otros del equipo, pensé en ir con Galia a las mesas del patio, pero luego de lo de ayer prefería alejarme.
— ¿Supieron lo de Whitey? — por supuesto alguno de los que estaban en la mesa sacaron el tema de inmediato, yo estaba muy ocupado cortando mi manzana con un cuchillo sin darles importancia.
Ya se había expandido por todo el instituto en el primer periodo, todos hablaban de su hijo que había aparecido muerto con un disparo en la cabeza, mientras que otros decían que había sido una sobredosis, pero en realidad, lo único que me importaba era saber cómo estaba Whitey.
Sabía que no eran apegados, él viejo nunca había sido una persona muy cariñosa ni mucho menos tenia pinta de ser un padre muy presente, todos tenemos defectos, y estaba bien ser sinceros y aceptarlos.
Pero era una buena persona, y de las pocas que conocía, y aunque sonara extraño, pensaba bastante en cómo debía sentirse ante la muerte de un hijo.
La razón por la cual prefería estar afuera por Galia llegó antes de lo previsto, y ante mi sorpresa se sentó justo en las sillas vacías que quedaban al frente de mí, y de inmediato coloqué las piernas en la silla a mi lado para que su sequito de imbéciles no creyera que iban a romper mi tranquilidad.
— Supe que hoy te mandaron a la oficina del director.
— ¿Ah sí? — hice una pausa fingiendo una sonrisa. — No lo recuerdo.
Unas risas de los que nos estaban escuchando en la mesa hicieron por supuesto fastidiar a Brandon, quien me observó fijamente.
— ¿Qué hiciste ahora? — insistió.
— ¿Y a ti que te importa?
— Créeme, me vale mierda por ti. — no le hice caso, con la mirada fija en mi manzana y metiéndome los pedazos a la boca. — Creo que Miller no te lo ha dicho, pero si sigues metiéndote en problemas por reglamento te sacaran del equipo.
— Wow, nunca pensé que te preocuparas por mí.
No presté atención al coro de risas y burlas de nuestra mesa por mi respuesta, le eché una mirada a Roy dejándole claro que no entendía que mierda se traía Brandon, y él también lo notó.
Pero cuando vi a Holly caminando con su bandeja hacia nuestra dirección, noté que esto no era casualidad, y sabía que la rubia desde ayer no me dirigía la palabra, por ende, no venía hacia nuestra dirección por mí.
— Eh Holly, ven aquí, te he guardado puesto. — por supuesto empujó a uno del equipo que estaba en esa silla, y eso al parecer le dio gracia a Holly soltando una carcajada.
Sabía que estaba nerviosa, se notaba en como sus mejillas se sonrojaron de inmediato, y se sentó sin saber muy bien que decir.
Tenía al frente de mi a Brandon, a su lado izquierdo estaba Holly, y Roy a mi derecha que me piso el pie por debajo de la mesa para que no hiciera cualquier estupidez.
Por supuesto que no, Brandon quería sacarme de quicio y no porque trajera a Holly iba a hacerlo.
No miré a Holly en ningún momento, me dediqué a comportarme como un imbécil, sin dirigirle la palabra y hablar con los del equipo y Roy sobre cualquier estupidez mientras que Brandon conversaba con ella. Pero por supuesto en uno que otro momento intentaba escuchar su conversación.
—¿Y Anna? No la he visto hoy. — noté que se complicó un poco ante aquella pregunta, pero Brandon insistió.
— Ella tenía el funeral de...
— ¡Verdad! Su padre es amigo de Whitey, lo había olvidado.
Ahora fue Roy quien salió de su conversación para mirar a Brandon. Pensé que mi amigo iba a decir algo, pero Alison Greendar le susurró algo al oído y siguió en su mundo.
Y al parecer Brandon iba a seguir con el tema.
— Entonces, tú sabes de fuente directa como murió, ¿no? ¿Fue un disparo? ¿O sobredosis?
Por supuesto el volumen con el que formuló esa pregunta provocó que toda la mesa de ultimo año en la que estábamos dirigiera su atención a Holly Acuña, y sabía que si había algo que odiaba esa chica era ser el centro de atención.
— Vamos Holly, así paramos con todos los rumores de una vez. Yo aposte de que se explotó la cabeza con pastillas, debió ser un maldito drogadicto. — varias risas se escucharon en la mesa. — Cuéntanos, seguro Anna te lo dijo.
Y como siempre, no pude evitarlo.
— Holly no quiere responderte tu estúpida pregunta.
Conseguí mi objetivo, ya que el imbécil en vez de seguir insistiendo ahora la maldita atención de todos se puso en ambos, dejando a Holly en segundo plano.
— ¿Ahora acaso hablas por ella? Holly puede hablar por sí misma.
Por primera vez desde que llegó le eché un vistazo, Holly no estaba mirando a nadie, tenía la vista fija al suelo, y me di cuenta que en realidad no la había ayudado, más bien solo provoqué avergonzarla.
Y ahora iban a venir las preguntas sobre ella y yo, y uno del equipo no desaprovechó la oportunidad.
— Vamos Ross, cuenta porque ambos llegan siempre juntos al instituto.
Iba a responder, pero de inmediato Holly habló.
— Mi madre es mejor amiga de la de Fernando, le pidió si podía llevarme todos los días al instituto, no le gusta que me vaya en autobús sola.
Al parecer su explicación fue más que convincente, ya que todos asintieron y nadie más habló del tema, intenté esconder mi expresión de sorpresa ante la mentira que había dicho, pero sabía que Brandon seguía observándome fijo, y no iba a darle el gusto de darse cuenta de la total farsa de Holly.
Nunca había pensado que le avergonzara el trabajo de su madre, siempre había admirado a Holly por ser muy sincera y autentica en todo lo que se proponía, pero al parecer solo la conocía dentro de mi casa, porque ahora mismo no tenía idea que estaba pasando.
— Wow, ¿Es cierto Ross? No pensaba que ahora tu madre te pedía ser niñero de las hijas de sus amigas. — Brandon quería hacerme enojar, o quizás simplemente encontraba la situación muy peculiar.
Él sabia, al igual que toda la mesa que vivía en el barrio más caro de Chicago, y que si Holly vivía cerca de mí no había razón por la cual irnos juntos y que nadie pudiera irla a dejar o tener su propio coche.
Asentí conectando mis ojos con Holly para que viera que esta situacion no me gustaba para nada, y pude notar que ella lo había notado, ya que desvió la vista de inmediato.
Me enderecé para salir de ahí, en realidad ya estaba cansado de esos comportamientos infantiles, y sabía que si Brandon buscaba llevarme al límite iba a conseguirlo en pocos minutos.
Noté que su sequito comenzó a burlarse, al parecer creían que me había ido por el ultimo comentario de Brandon, pero en realidad lo único que necesitaba era aire fresco, y salí por la puerta que estaba a nuestro a unos pocos metros para ir al patio.
Busqué a Galia, estaba con varios de ultimo año que por supuesto no eran parte del equipo, lo que agradecí, noté que ella me vio venir y en vez de observarme enojada por todo el espectáculo de ayer, me hizo señas para que me uniera a ellos.
Pero antes de que llegara acercarme lo suficiente a ellos noté que una mano me agarraba el brazo por detrás.
— Roy déjame en...
Al ver que no era mi mejor amigo, sino que Holly, quien estaba al parecer igual de sorprendida que yo, dando un paso atrás de inmediato.
— Lo siento yo... ¿puedo hablar un momento contigo?
Extrañado volví mi vista a Galia, pero esta estaba muy ocupada hablando con sus amigos.
— Bien, pero vámonos de aquí, estoy cansado de tanto ruido.
— Igual, siento que otro minuto más en esa mesa e iba a volverme loca.
Se me escapó una carcajada, sorprendido de su actitud, y comencé a caminar junto a ella para alejarnos de las mesas e ir por el césped en dirección a la cancha de futbol.
— Pensé que estabas enojada conmigo. — solté sin pensar, aunque en realidad era cierto, con todo lo ocurrido ayer pensé que no volvería a dirigirme la palabra.
— Lo estoy. No entiendo que te sucedió ayer con Anna, pero en realidad prefiero no hablar de eso.
Holly no dijo nada más hasta que nos sentamos en las gradas, no había nadie, al ser la hora de almuerzo había un silencio tranquilizador.
Esperé que comenzara hablar, ya que, en realidad, aun no entendía que estábamos haciendo ahí.
— Quiero pedirte perdón por haberte puesto en esa situación frente a todos.
No me miró, tenía su vista fija en la cancha de futbol, y yo por mi parte sentado a su lado hice exactamente lo mismo, ambos no estábamos listos para tener esta conversación mirándonos a los ojos.
— ¿Les has dicho a todos la misma mentira? Roy y Galia también lo saben, ¿no has pensado que quizás digan la verdad?
— Yo... por eso quería hablar contigo.
— Vale, quieres que te ayude con toda esta farsa...— por supuesto estaba más que cabreado con esta situación, y más aún que además me viniera a hablar solamente para ayudarla a mentirle a todos. Pero había algo que me cabreaba aún más. — Creía que te importaba una mierda lo que pensara el resto.
Soltó un suspiro, al parecer estaba igual de cabreada que yo, echándose un poco hacia atrás, apoyándose en las gradas.
— Estoy en primer año, no quiero ser apodada como la chica que vive en casa de Fernando Ross planchándole y lavándole la ropa.
— Sabes que no es así.
— ¡Para ti es muy fácil decirlo! Pero no quiero ser esa chica, quiero que hablen de mi por mi nombre y apellido, no que me relacionen contigo.
No supe que decir, en cierto punto tenía razón, pero no estaba de acuerdo en que creyera que el trabajo de su madre era denigrante y, por ende, debía esconderlo.
— Bien.
— ¿Y Roy y Galia?
— Hablare con ellos.
Nos quedamos en silencio ambos, no quería decirle nada más, estaba demasiado cabreado aun con todo lo que había ocurrido, y ella lo notó, enderezándose de las gradas para volver a clases.
— Creo que ya deben estar todos en clases, ¿vienes?
— Voy a quedarme aquí.
Al parecer Holly se quedó un momento ahí frente a mí, pero yo no conecté mis ojos a los suyos, no estaba listo para ello.
— Si alguien se da cuenta de que te estas saltando clases puedes meterte en un buen lio, y según Brandon pueden sacarte de...
— Oh vamos, ¿ahora vas a ser tu mi niñera? — no hubo respuesta de su parte, pero sabía que seguía atrás de mí. — Ya te dije que voy a seguir con tu farsa, pero vengas ahora a decirme lo que debo o no hacer.
— Quiero ayudarte. — susurró.
— ¿Y eso por qué Holly? — me di la vuelta a su dirección, y pude ver que tenía las manos dentro de sus bolsillos del pantalón, pensando las palabras para responderme.
— Porque eres... — no pudo encontrar las palabras, y eso me cabreó aún más.
— ¿Qué soy ahora? ¿El hijo de los jefes de tu madre? ¿o el hijo de la mejor amiga de tu madre? — pude ver en sus ojos decepción, pero en realidad ya no me importaba.
Pensé que iba a irse de ahí, que iba a volver a clases y luego cuando volviéramos a casa me diría una excusa para no irse conmigo en el coche, pero en cambio para mi sorpresa volvió a sentarse junto a mí.
— ¿Qué haces?
— Si vas a saltarte clases, yo voy hacerlo también.
— ¿Por qué?
— Querías empezar de nuevo, ¿no? Creo que ya es momento de conocernos como realmente somos.
Holly volvió apoyarse en las gradas subiendo las rodillas y sujetándolas con sus brazos, haciéndose un ovillo, y yo por mi parte apoye la espalda para estar a su lado. Me sonrío, y no pude evitar fruncir el ceño.
— Acabo de ser un imbécil contigo. — solté, era la verdad, y con solo ver aquella mirada herida de hace unos momentos, esta situación era lo menos cuerdo.
— A pesar de que no lo admitas, casi siempre eres un cretino Fernando, solo que en vez de admitirlo se lo refriegas a Brandon constantemente.
Solté un bufido sin creérmelo.
— ¡No es verdad!
— Sí, y llevo viviendo contigo desde que tengo memoria así que créelo.
Ambos nos reímos y la Holly que estaba viendo era bastante diferente a la que creía conocer.
— ¿Por qué no eres así en casa?
— ¿Ah?
— Ya sabes, en casa pareces muy tímida y nunca me hablas de este modo.
Se encogió de hombros, pensándolo un momento.
— Me comporto así por mi madre, siempre ha sido un tema para ella que tu familia me deje vivir en tu casa. No quiero arruinarlo con mi carácter.
Hubo un silencio, sabía que para Holly este tema no era el mejor, y a pesar de que quería decirle que no debía comportarse así, que no iba a pasar nada, y que le dijera a Martha que todo iba a estar bien, sabía muy bien que no iba a hacerme caso.
— No deberías estar fingiendo constantemente Holly.
— Lo sé, pero lo hago por ella.
Y no pude evitar decírselo, a pesar de que seguramente no iba a hacerme caso.
— Quizás ya sea momento de que tu vida sea tuya. De ser tu misma Holly, y no lo que todos esperan de ti.
(Anna)
— Ya vamos, admite que te ha gustado.
— Mm... puede ser.
Puse los ojos en blanco, soltando un suspiro mientras que Ric se llevaba la servilleta por tercera vez para sacarse el exceso de kétchup de la boca, ya estábamos en el mejor local de comida rápida de Chicago, y yo ya estaba comiéndome mis papas fritas.
— Supongo que ese imbécil del bar del día que nos conocimos no ha vuelto a ir, ¿no?
Luego de llegar al local noté a Ric más relajado, y pude notar que en realidad era un joven de veinte tantos común y corriente, que no era un adulto con conversaciones aburridas, al revés, tenía una personalidad bastante interesante, se reía de mis malos chistes, pero al mismo tiempo era bastante irónico, y eso me resultaba bastante atractivo.
Al ver que volvió a preguntarme lo mismo, volví a mí misma, notando sus ojos serios, e intentando que no notara mis mejillas sonrojadas al recordar nuestro beso, me llevé un par de tragos de mi bebida para responder.
— No, y ahora que me dices encuentro extraño que no haya aparecido, era cliente frecuente.
Ric no dijo nada al respecto y continuó dándole un mordisco a su hamburguesa, me daba gracia que se haya tenido que arremangar las mangas de su camisa para evitar mancharse.
Seguramente ese traje debía costar mucho dinero.
— Deberías tener cuidado, seguro te deben tocar imbéciles como ese la mayoría de las noches.
— Tan insistentes no, en realidad fue la primera vez. — con solo recordarlo me quitó el apetito y dejé las papas que me quedaban a un lado, y noté que Ric lo notó. — Gracias por ayudarme esa noche, si no fuera por...
— Eh, no pasa nada, era lo mínimo que podía hacer.
— Y recordándolo... había olvidado que mañana tengo turno.
Hizo un puchero y a Ric se le cayó el tomate con salsa por un costado de la hamburguesa, y no pude evitar reír.
— Al parecer estas muy acostumbrado a comer con cubiertos eh.
— Oh vamos, ¿acaso crees que soy multimillonario o qué?
Volqué los ojos.
— ¿Qué edad tienes?
— Veintiséis.
Ah, me sacaba diez años.
— Con la forma en que comes la hamburguesa pareces de cuarenta. — me burlé ganándome una risa de su parte quien se defendió tirándome una papa frita. — Y ahora con mentalidad de cinco años.
— Son para que te las comas, como ya no te queda nada en la bandeja.
Baje mi mirada para comprobarlo y era cierto, al parecer tenía mucha hambre.
— Gracias, eres tan considerado Ric. — acto seguido me lleve una de las papas fritas a la boca provocando una carcajada de su parte.
— Ten, aun me queda hamburguesa, compartámoslas. — las dejó al medio y sin siquiera importarme seguí comiendo.
Sabía que no era buena para la comida, en realidad siempre andaba corriendo de un lado a otro y lo último que hacía o pensaba era sentarme a cenar, pero ahora tenía dos opciones, la primera que tenía que estar comiendo algo mientras hablaba con él o me ponía sumamente nerviosa, o que su presencia me hacía querer detenerme un momento y no correr como estaba acostumbrada, sin saber cuándo acabaría, pero al mismo tiempo disfrutándolo sin querer ni pensar cuantos minutos nos quedaban juntos.
Ric no era un hombre de muchas palabras, y, por ende, a pesar de haberme perdido en mis pensamientos sobre las razones de porque tenía tanta hambre en este momento, él estaba muy a gusto sin decir nada mientras buscaba una forma de comerse la hamburguesa sin que se le volviera a caer la mitad.
— ¿Y en que trabajas?
— Negocios, más que nada en las relaciones exteriores de una empresa, tengo reuniones constantemente con inversionistas y potenciales clientes.
— Que interesante, ¿y de que se trata la empresa? — mi intentó de establecer una conversación con un hombre diez años mayor que yo me sorprendió incluso a mí misma.
Sintiéndome orgullosa por dentro al ver que sonrío dejando su hamburguesa a un lado.
Bien Anna, lo que más le gusta a un hombre es una mujer que le escucha todo sobre el trabajo, aunque sea lo más aburrido del mundo.
Pero al parecer Ric era más inteligente de lo que creía.
— Creo que de lo último que quiero hablar contigo es sobre lo que hago casi las 24 horas del día.
Estupendo.
— Era una broma, que aburrido hablar de esas cosas, ¿no? — por supuesto soné más estúpida de lo que pensé.
Pero agradecí que Ric no dijo nada más sobre ello, mirándome ladeando la cabeza para volver a tomar una servilleta y limpiarse la boca.
— ¿Qué te gusta Anna?
— ¿Cómo?
— ¿Qué te apasiona? ¿Tienes algún tipo de hobby?
Me lo pensé un momento.
— Sé que va a sonar muy superficial, pero — hice una pausa sin estar segura de decírselo, pero Ric insistió. — Bueno, me gusta mucho la peluquería y maquillaje, pero no para mí, sino sobre el cuidado del cabello y rostro de otras personas.
Esperé a que soltara una burla como cualquier chico de instituto haría, o si no me creyera, pero en cambio Ric frunció el ceño un momento queriéndome preguntar más, pero luego se quedó pensando un momento.
— ¿Cómo una especie de estilista profesional? — asentí. — ¿Pero has aprendido por revistas o por...?
— Mi vecina que vive en mí mismo piso es peluquera, y desde pequeña cuando mi papá me deja sola voy a verla y me enseña de todo un poco.
— Genial. — hizo una pausa tomando unos tragos de su bebida, observándome. —Muy distinto a cursos de economía y literatura...
— Es un pasatiempo en realidad.
— Quizás te pida en unas semanas que me cortes el cabello. — soltó llevándose la mano a este, pude notar unos leves reflejos rubios naturales que jugaban con su cabello castaño claro.
— Hecho, pero te informo que cobro caro.
— Nunca pensé que fuera gratis. — me guiñó un ojo para burlarse riéndose de mí, y yo por mi parte le saque la lengua cruzándome de brazos.
— ¿Y tú? ¿Tienes un pasatiempo?
Ric no lo pensó ni un minuto, respondiendo enseguida.
— Tengo tanto trabajo que es difícil...
— ¿Pero algo que te guste hacer además de trabajar?
Negó sin responderme, y sabía que estaba mintiéndome, así que decidí fastidiarlo un poco a ver si se soltaba más.
— Así que eres de esos. — sus ojos me observaron sin entender a qué iba. — jóvenes exitosos, los que salen de las mejores universidades con un promedio destacado, entran de inmediato a una gran empresa y ahora ya tienes una vida de ensueño.
Soltó un gruñido, al parecer no le habían hecho gracia mis palabras.
— Más o menos.
Fruncí el ceño ante su respuesta.
— Explícame.
— No creo que lo entiendas.
Puse los ojos en blanco, a lo que este me observó soltando un suspiro.
— He tomado decisiones de las que no estoy orgulloso. — hizo una pausa, y noté como apretaba los puños, al parecer estaba buscando palabras para poder explicarme a lo que se refería. — Y ya no puedo volver atrás, y sé voy arrepentirme el resto de mi vida.
No supe que decir, quería preguntarle de que estaba hablándome, pero de inmediato desvió la vista de mí, y al parecer se le quitó el apetito, ya que movió de forma brusca la bandeja a un lado, fijando su atención fuera del ventanal que teníamos a nuestro lado.
Sin pensarlo llevé mi mano a la suya, y lo sentí su piel fría sobre la mía, volviendo a notar esa sensación reconfortable que había ya olvidado desde aquella noche fuera del bar.
Noté que Ric no desvió la vista hacia mí, pero si noté que cerró los ojos ante nuestro contacto, y sabía que sentía algo similar a lo que me sucedía.
Pero al notar como separó nuestro contacto, y escuchar sus siguientes palabras, me desconcertaron por completo.
— Lo siento Anna, pero no puedo hacer esto...
Y antes de que pudiera responder este ya se había enderezado sin siquiera echarme una mirada, saliendo del local de comida rápida a paso rápido.
Me quede ahí, sin saber muy bien que hacer, pero al ver por el ventanal que aún no se había subido a su auto, sino que estaba con las manos tapándose el rostro apoyado en su coche, no dude en seguirlo.
Yo no era tan fácil de dejar así como así.
Salí del local a paso rápido, y noté como Ric sintió mis pasos acercarse, ya que de inmediato se quitó las manos del rostro, y abrió la puerta de su coche.
— ¿Realmente vas a escapar así? — sabía que estaba hablando alto, pero en realidad, un martes a la hora de almuerzo este local no era el más concurrido de la ciudad. — ¿Qué sucede Ric? ¿Hice algo mal?
— No soy la persona que crees Anna.
Silencio.
Ambos nos observábamos sin saber muy bien que decir, pero su rostro evidenciaba que no estaba seguro de sus palabras, que realmente no quería decir aquello, pero yo no estaba lista para decirle nada, ni yo misma sabia muy bien lo que sentía en esste momento.
— No entiendo que está pasando. —susurré. — Lo estábamos pasando bien.
— Lo sé.
— ¿Entonces por qué?
— ¡Por lo mismo Anna! No puedo adentrarte en mi vida, lo único que te provocaría sería dolor.
Me mordí la lengua para evitar que volviera a suplicarme que me explicara la razón, de porque estaba decidiendo por ambos lo que era mejor sin siquiera entender la causa de que reaccionara de esta forma tan horrible de rechazarme.
Pero no iba a darle el gusto.
— Entonces vete, no pierdas más el tiempo.
Noté en su mirada que entendió muy bien lo que sus palabras habían producido en mí, ya que no dijo nada más, no se acercó a a despedirse ni mucho menos intentó dejar las cosas mejor entre nosotros.
Se subió a su auto, prendió el motor, y desapareció por las calles como un maldito cobarde.
Al parecer Ric no era el príncipe azul que pensaba, y me había rechazado incluso aun sin conocerme por completo.
Noté como una lagrima caía por una de mis mejillas, y me quede ahí, sorprendida de estar llorando por alguien que prácticamente era un desconocido, pero que me había roto el corazón en tan pocas palabras.
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Hola, estoy muy feliz de poder darles un nuevo capítulo de forma más continua, espero que les gustara y leer en sus comentarios lo que les pareció! Muchas gracias por todos sus mensajes y apoyo!!!
Cuídense mucho estos días!!! Y espero muy pronto escribir nuevo capítulo para que puedan conocer más del cuarteto.
No olviden en votar y comentar.
¿Qué les pareció Richard Grey? 😱
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