Capítulo 7: Cobardía
(Anna)
— Había olvidado lo que era tener una resaca. – solté caminando a la cocina, donde Holly estaba con la cabeza apoyada en la mesa durmiendo. — Y no puedo creer que me hayas despertado tan temprano con tus ronquidos.
Pase por el lado, golpeándole la cabeza con el pan que había dejado a medio morder hace unos quince minutos, cuando se había levantado a desayunar.
Soltó un gruñido, quitándose el pan de la cabeza, mientras se incorporaba limpiándose los ojos y dando un gran bostezo.
—Estoy destruida... no sé para que salí contigo.
—Ah claro, ahora yo tengo la culpa. – sonreí echándome agua en un vaso, y tomármelo de un trago. — Mira que ayer te veías pasándolo de maravilla en los brazos de Brandon eh. – por supuesto Holly abrió de par en par los ojos, sorprendida. — Sí, lo besaste amiga, frente a todo el instituto.
—Oh dios....
—Y no, no estaba Fernando Ross para verlo. – le respondí enseguida, la conocía bastante bien para saber que decía su mirada.
Holly se tomó el cabello, soltando un suspiro.
—¡Esto me pasa por hacerte caso!
—Y ahí viene de nuevo – volqué los ojos, negando con la cabeza. — Mira que yo te incentivo pasarla bien eh. — Holly hizo un puchero. — Y no me mires así que yo debería estar enojada contigo — frunció el ceño. —yo había visto a Brandon primero.
—¿Hablas enserio?
Solté una carcajada, trayendo la caja de cereales junto a mi amiga, sentándome a su lado, apoyando su cabeza en su hombro.
—Mi corazón ya tiene dueño amiga.
Holly me dio un empujón leve, riendo.
—¿Roy?
Negué, recordando aquella noche hace unos días en el bar, y aquella mirada de unos ojos profundos que no iba a olvidar nunca más en la vida.
—Ric es el nombre de mi enamorado.
—Oh dios Anna, tú no tienes remedio.
Por supuesto que no, pero esta vez iba enserio, no podía quitarme a ese hombre de la cabeza, aunque quisiera, sabía que era mayor que yo, pero por alguna razón eso me importaba en lo más mínimo, y solo quería volver a verlo.
No le hice caso a los gruñidos de Holly completamente avergonzada, dejándome llevar por mis pensamientos románticos.
Que esperaba que se hicieran realidad.
(Fernando)
—Eh, que te voy a pillar. – solté acorralando a Clay con el balón en una esquina, donde terminé por quitarle la pelota, y correr a encestar un punto a mi favor.
Sí, estaba destruido por la noche anterior, pero como todo sábado por la mañana, no iba a perderme un juego de baloncesto.
—Te he dejado. — soltó sonriéndome como un engreído, y yo no dude en acercarme con la pelota hacia él, retándolo a intentar quitármela de una vez, provocando que la mayoría de los presentes soltaran aullidos y gritos.
Por supuesto Clay no pudo conmigo, haciendo reír a la mayor parte de los niños presentes.
—¡Le compro una hamburguesa a quien le quita la pelota! – escuché decir a Roy, quien se había enderezado de las gradas, por supuesto llevaba gafas para que evitaran ver su resaca.
Antes de poder responder los quince niños se me echaron encima, empujándome e incluso algunos intentando patearme para así poder ser los ganadores. Al instante levante la mano gritando que me rendía, no iba a dejar que se volvieran animales por una hamburguesa.
Roy estaba riendo como un loco, mientras que yo intentaba enderezarme, fulminándolo con la mirada.
—Vamos Feñi, que es un juego.
Los niños empezaron a imitarlo, en especial Clay, quien se acercó hacia Roy con la pelota en sus manos.
—Me debes una hamburguesa tío Roy.
—No tiene dinero Clay, te ha engañado. – dije riéndome dándole unas palmadas en la espalda, a lo que este ahora fue quien fulminó a Roy con la mirada, quien por su parte se agachó para quedar a su altura.
—Te tengo una mejor propuesta amigo. Que dices si convencemos al tío Feñi de invitarnos a todos a comer hamburguesas, ¿ah?
Por supuesto la propuesta de Roy provocó que todos los presentes empezaran a saltar entusiasmados, gritando como locos hacia mi dirección, sentado en las gradas negué de inmediato, provocando que los gritos aumentaran su volumen, mientras que escuchaba a Roy riéndose por el bajo.
Quería matarlo.
Porque luego de una propuesta así era imposible negarme, observé a los chicos, todos andaban con ropa que les quedaba enorme, muchos de ellos seguro no habían comido ayer por la noche, o que habían ido a robar por la mañana y con eso se habían podido comprar un pan de desayuno.
Y como siempre, cada vez que Roy me colocaba en esa situación, respondí encogiéndome de hombros.
—Sí hacen toda la tarea que tienen para el lunes, será una hamburguesa y una gaseosa, quizás si la hacen perfecto unas papas fritas extra ¿entendido?
—¡Ese es mi amigo joder! – gritó Roy, donde por supuesto los niños con mis palabras salieron disparados a buscar sus cuadernos y fichas a las gradas, donde las habían dejado al comenzar el partido.
Roy por su parte se sentó junto a mí, colocando su brazo sobre mi hombro, abrazándome.
—Eres el mejor amigo del mundo.
—Espero, después de todas las hamburguesas que prometes y que yo debo pagar después...
—Mira ni que pagándole un almuerzo a todos estos niños te quedarías sin dinero para el mes Ross.
—Claro, pero no quiero que crean que solo nos tienen para ganar un premio, venimos aquí a ayudarlos Roy, a darles un respiro, no a malcriarlos. – mi amigo iba a decirme algo, pero proseguí. — Entiendo la situación que están, pero dándoles una hamburguesa no va a solucionar sus problemas, regalándoles cosas no va a cambiar la situación en la que están.
—¿Y qué propones Ross? Tenemos 17 años, no podemos sacarlos de aquí. Es el peor barrio de Chicago, no hay nada aquí para ellos más que estar en una banda de traficantes, vender ilegalmente en la calle o robar quien sabe que para sobrevivir.
Me quedé en silencio, observando a los niños, a cada uno de ellos, y en especial Clay, él fue el niño por el cual llegué a ellos con Roy, él fue la razón por la cual estábamos trabajando desde hace seis meses cada sábado por la mañana.
—No lo sé amigo, pero no siento que esta sea la forma, debe existir una solución para ellos.
Roy iba a decirme algo, pero justo en ese momento apareció un niño que parecía tener un año, que había intentado tomar el balón y me lo acercó con los ojos bien abiertos, balbuceando algo que no pude entender.
—Hola amiguito. – le soltó Roy con una sonrisa, a lo que el pequeño dejó el balón en el suelo, comenzando a gatear hacia mi dirección observándome fijo, intentando acercar sus manos a mi rostro.
Sin saber muy bien que hacer sonreí, mientras que Roy por supuesto estaba observándome aguantándose una carcajada.
—Esto es lo más extraño que he visto. — se burló.
—Ni me digas. – susurré mientras él bebe me empezó a mover la nariz y darme pequeños golpes.
Y en ese instante escuchamos a su madre gritándole desde unos metros, llevaba en un coche a otro bebé.
—¡James! ¡Ven aquí ahora mismo!
Por supuesto no le hizo caso, a lo que la pelirroja se acercó hacia nosotros, debía de tener unos treinta años, pero parecía más joven. Y por alguna extraña razón sentí que la conocía, o que la había visto alguna vez.
Al llegar tomó al pequeño de la mano, dándole un beso en la mejilla cariñosamente, mientras que James soltaba un lloriqueo.
—Realmente lo siento mucho, es muy inquieto y no deja de correr a todos lados. – soltó nerviosa, pude darme cuenta que llevaba días sin dormir bien, estaba agotada.
—No pasa nada, no se preocupe. – pude decir encogiéndome de hombros. — ¿Quiere sentarse?
La mujer asintió sonriéndonos a ambos, llevaba un vestido de flores largo, y pude notar por sus zapatos color marrón que ya estaban muy gastados, e incluso un poco rotos.
—Natalia Lewis. — se presentó, echándonos una mirada amigable.
—Roy Miller a su servicio, y este idiota que tiene a su lado Fernando Ross.
Noté que la mujer me miró un instante, y de cierta forma al conectar nuestros ojos lo disimuló de inmediato, intentando calmar a James, y acto seguido se sentó a mi lado con el coche al costado. No le di vueltas al asunto, seguramente sabía que mis padres eran de las familias más adineradas de Chicago, y eso no era algo que me interesara realmente.
—¿Cuántos años tienen? — preguntó Roy intrigado, a lo que Natalia soltó un suspiro.
—Mark tiene un par de meses, y este diablo que ya conocieron cumplió un año hace unas semanas.
—Debe ser una locura. – por supuesto Roy no podía cerrar la boca, y yo por mi parte esperé la reacción de la mujer.
—Sí, y viene uno recién en camino así que seguirá siendo una locura por muchos meses más.
—Y años.
Esta vez le eché una mirada a Roy para que entendiera que comentarios así no ayudaban para nada, por supuesto no se dio cuenta y desvío la vista hacia los niños que seguían con su tarea.
Natalia no respondió al comentario de Roy, sino que al igual que él se puso a observar a los niños que teníamos a nuestro alrededor.
—¿Ustedes son los famosos chicos que vienen a jugar cada sábado con los niños del barrio? — Asentimos. — El barrio no puede estar más feliz con ustedes, ¿saben? Estos niños esperan toda la semana para poder verlos y jugar basquetbol aquí. — Natalia le echó un vistazo a la izquierda, donde estaban más de quince niños haciendo su tarea soltando una que otra carcajada.
Por supuesto sus palabras me hicieron sentir, seguramente al igual que Roy, contento y al mismo tiempo orgulloso de que lo que en un momento lo vimos como algo imposible, y difícil de hacer, hoy en día luego de ya meses en esto, fuera algo que el barrio lo viera de esa forma.
—Nos gusta venir aquí, además estoy niños son increíbles... — susurró Roy con un entusiasmo de un padre orgulloso de sus hijos. — Creo que ellos nos necesitaban tanto como nosotros a ellos.
Natalia iba a responder algo, pero justo en ese instante se escuchó un grito desde el otro lado de la calle.
—¡Natalia! ¡James! — un hombre vestido de negro estaba al otro lado de la calle, noté que no tenía intención alguna de acercarse donde estábamos, parecía nervioso, y Natalia, la pelirroja de inmediato se enderezó.
Con Roy intercambiamos miradas, afirmando que parecía como si algo grave estuviera ocurriendo.
—Debo irme. – nerviosa comenzó a mover el coche, y como si Mark, él bebe, hubiera sentido la tensión del ambiente, comenzó a llorar de inmediato. – Eh, tranquilo. James, ven aquí hijo.
Por supuesto James no le hizo caso y comenzó a gatear hacia la dirección opuesta, acercándose a los niños que seguían terminando su tarea, la mujer nerviosa quería comenzar a acercarse a ese hombre de negro que la esperaba fuera del parque, de inmediato fui hacia James, para ayudarla.
—Lo llevo yo, vaya, quizás es urgente.
La mujer me observó un momento, dudando, le sonreí para que entendiera que estaba todo bien, que podía confiar en mí, pero noté en su mirada que había algo más.
—¡Naty AHORA! – se escuchó el grito de aquel hombre, su tono sonaba desesperado, y aquello produjo que la mujer comenzara a mover el coche hacia aquella dirección.
De inmediato tomé a James, quien también comenzó a llorar, intentando soltarse de mi agarre, pero calmándolo sin resultado fui a paso rápido detrás de la mujer, acercándonos donde estaba aquel hombre.
—¿Qué sucede?
—Debemos irnos, ahora.
—Pero explícame, ¿qué pasó?
Al acercarme lo suficiente ambos se quedaron en silencio, y de inmediato bajé a James quien corrió llorando hacia ellos.
—Papa, papa – balbuceaba levantando las manos, donde aquel hombre lo tomó en brazos sonriéndole a su hijo nervioso.
—Ven aquí enano.
Observé un momento aquellos ojos oscuros, e incluso podía afirmar que eran negros, un color que nunca antes había visto, y en ese momento, me di cuenta de inmediato en el estado en el que estaba, desviando la vista cuando él también pudo darse cuenta de que lo había notado.
Y seguramente de porque me había quedado pegado observando.
—Vamos, debemos apresurarnos. – echándome una última mirada agarró el hombro de Natalia para comenzar a caminar.
Y al parecer ella al igual que yo lo notó de inmediato, avanzando con el coche observándolo un momento, para luego frenar a unos metros.
—Estas drogado. — él iba a protestar, pero ella continuo. — No puedo creerlo... es que ¿estás loco?
Y en ese momento me di cuenta que algo andaba mal.
Muy mal.
El hombre de inmediato le agarró el brazo para hacer fuerza y moverla, estaba apresurado, y sus manos temblaban, no entendía que sucedía, pero de algo estaba seguro, y era que ese hombre estaba aterrado.
—Escúchame por favor Natalia, debemos irnos, ahora. — noté que en sus ojos había desesperación, y su mujer también se dio cuenta, porque de inmediato cambio su expresión de enojo a una de preocupación. —Me ha descubierto.
Esas tres palabras, solo bastó aquello para que ella no dijera nada, ni él tampoco, no había nada más que añadir para ambos, porque de inmediato comenzaron a caminar rápido, y yo no supe que hacer, ¿debía ayudarlos? ¿preguntarles que sucedía? ¿si necesitaban ayuda?
Pero me quedé ahí, intacto, sin moverme, sin hacer nada en absoluto, mirando como desaparecían a lo lejos por una calle hacia la derecha, y los perdí de vista.
Sabía que no debía meterme en asuntos que no me correspondían, pero sentí unas ganas enormes de ir tras ellos, y era que había algo en ese hombre de negro que me daba una sensación extraña, como si ya lo hubiera visto antes, e incluso que lo conocía, y que aquellas tres últimas palabras que salieron de su boca serían las últimas que escucharía de él.
Y así fue.
(Anna)
—¿No quieres venir almorzar? Vamos Jim, que estoy sola y me aburro. — le solté por el teléfono, a lo que sentí como mi amigo bostezaba. — Podemos pedir comida.
—Mmm, a ver... ¿Cómo qué?
Sonreí de inmediato, revisando el dinero que me había dejado mi padre en la mesa del comedor, calculando.
—Creo que nos alcanza para unas hamburguesas. — no hubo respuesta, por lo que proseguí. — Quizás unas papas fritas grandes y refrescos.
—¿Y el postre?
—Creo que tengo helado en casa, de chocolate. O quizás no, creo que me lo comí ayer — gruñí, ya me estaba fastidiando. — A ver Jim, si sigues voy a cortarte y buscare a otra persona.
—¿Holly? Sabes que los domingos su madre no la deja salir, tiene que ayudar en casa.
Me quedé pensando a quien llamar, y solo para fastidiarlo lo dije.
—Tengo un nuevo amigo, Roy Miller, juega futbol en el instituto, así que tranquilo, lo llamaré a él...
—Nah, tranquila, voy ahora. —soltó de inmediato, intentando parecer tranquilo, pero con la rapidez que lo dijo me hizo soltar una carcajada. — Llego en quince, pide la comida por mientras.
—Ya jefe.
Corté la llamada de inmediato, y me quedé ahí, recordando aquella noche del viernes, donde luego de mi conversación con Roy, a pesar de que estuvimos bastante ahí echados en el jardín de la casa de la fiesta, igualmente llegaron a interrumpirnos alguno de sus amigos, y por supuesto, él se fue de inmediato, dejándome ahí.
No lo pasé mal, de todas formas, estuve con uno y otro chico del equipo, pero me molestaba que él no me pusiera tanta atención como ellos, y al mismo tiempo, luego de verlo besándose con una chica de último año, caí en cuenta que él era así, y que quizás por primera vez, podía tener a un amigo sin derechos.
Solo amigos.
Y no lo veía tan malo.
Jim llegó a la hora exacta que me había dicho, y al abrir la puerta venía con una caseta de helado, sonriéndome con un niño pequeño, me lo esperaba en realidad, siempre cuando venía a mi casa me traía algo de comer, lo que agradecía.
—No entiendo, ¿Dónde está tu padre?
Me encogí de hombros, llevando el helado al refrigerador, mientras me sentaba en una de las sillas que había en la cocina.
—Seguramente buscando alguna noticia por la ciudad para el periódico. — justo se escuchó el timbre y fui a buscar nuestro almuerzo, pagándole al repartidor. — ¿Y tú? No tengo idea lo que hiciste todo el fin de semana.
Jim abrió rápido su hamburguesa, y como siempre lo hacía, le agregó papas fritas dentro, dejándola unos centímetros más grande.
—Salí con Kelly.
Lo miré sorprendida, quedando ahí con la hamburguesa a medio morder, a lo que Jim soltó una carcajada, seguramente sabía que iba a reaccionar así.
—No puedo creerlo, ¿volvieron?
Negó enseguida.
—Fue algo de una noche, una de sus amigas hizo una fiesta ayer y me invitó.
—Ahh... increíble. Pero, ¿no tenía novio?
No me respondió, y, por ende, de inmediato noté que sucedía, llevándome el refresco a la boca, haciéndole señas de que me explicara que mierda estaba pasando.
—Es complicado.
—Bueno, entonces explícamelo bien.
—Es que, ella está algo insegura, y me dijo ayer que quizás iba a terminar con su novio por mí.
—Ja, "quizás" – le enfatice, burlándome. — sabes que está jugando contigo hombre, Kelly siempre ha sido así, se aburre fácil.
Noté que Jim no se tomó bien mis palabras, ya que uno de sus defectos era evidenciar de forma muy fácil sus sentimientos, y en ese momento fue imposible no identificar el enojo que emanaba la mirada que me lanzó.
—Quizás quiero que juegue conmigo.
—Oh vamos, ¿real?
—Me hace sentir bien Anna, hay algo en ella que me hace olvidar otros problemas que tengo en la cabeza.
—¿Cómo qué?
Noté que se lo pensó un momento, dudo si abrir la boca o no, y en el minuto en que iba a decirme que estaba pasando el teléfono de casa sonó.
—Odio este maldito teléfono.
Noté que Jim cambiaba su semblante a uno más tranquilo, agradecido en realidad, pero yo tenía claro que iba a continuar esta conversación.
Porque si había una virtud que me identificaba era ser muy intuitiva en lo que sucedía con las personas a mi alrededor, Jim me escondía algo, o quizás había algo que le estaba sucediendo y yo desconocía.
Agarré el teléfono con desdén, llevándomelo a la oreja.
—Diga. — noté que era mi padre de inmediato con solo escuchar su respiración, ya que siempre se pegaba muchísimo al teléfono. —¿Papá? ¿Hola?
—Hija, ¿Cómo estás? ¿Estás bien? — noté cierta preocupación en su voz, lo cual me extrañó.
—Si, sí, todo bien, Jim vino acompañarme almorzar.
—Ya, me alegra, que bien. — dijo lentamente, y noté que incluso sonaba sorprendido.
Y al quedarse en silencio me extrañó aun mas su actitud.
—Papa, a ver... dime ahora que sucede, ¿Qué pasa?
No me respondió enseguida, y al parecer mi rostro evidenciaba que algo había sucedido, ya que Jim de inmediato se acercó a mí, agarrándome los hombros por detrás.
Y lo siguiente que escuché me provocó un escalofrío de pies a cabeza.
—Es Whitey. — demoró un momento en proseguir, soltando un suspiro. — Es su hijo. Apareció muerto hoy, al parecer fue una sobredosis.
Por una extraña razón a pesar de ser un completo desconocido para mí, sentí una presión en el pecho muy fuerte, y angustiada dejé el teléfono ahí, sin responderle, a lo que Jim me agarró por detrás, y comenzó a hablarle a mi padre para decirle que estaba bien.
Sin entenderlo muy bien, se me vino a la mente aquel hombre de negro, el que había estado hace unos días en la escuela buscando a Withey, no sabía quién era, ni qué relación tenía con él, pero una serie de preguntas comenzaron a invadir mi cabeza.
Y todas giraban alrededor de una simple duda que no entendía porque me importaba tanto en ese momento, y era si el hombre de negro encontró a Withey, si pudo hablar con él.
Si quizás era su hijo, y si era así, si pudo despedirse de su padre.
(Fernando)
Ya estaba atrasado para el almuerzo de mi madre como todo domingo, donde invitaba a Alicia y a su estúpido marido a casa, y a veces a uno que otro invitado de la familia, o algún primo o tío.
Pero en realidad no me importaba, ayer habíamos salido con Roy a emborracharnos con Galia y sus amigas al centro, y estaba agotado.
—¿Tienes alguna toalla extra? — Galia estaba en la ducha hace ya un par de minutos, y por mi parte ya había salido secándome con una toalla.
—Creo que en... a ver — entré al baño rebuscando en uno de los cajones y armarios que tenía en él, encontrando una extra que siempre guardaban ahí, entregándosela justo cuando terminó de ducharse.
—Gracias.
De inmediato la tomé de la cintura dándole un beso rápido, a lo que esta me empujó hacia un lado soltando una carcajada.
—Es la última vez Fernando Ross, que no se te olvide.
—Cuantas veces me has dicho lo mismo...
Debía admitir que la extrañaba, y mucho, ayer había sido una pasada y volver a estar una noche juntos me hizo recordar viejos tiempos.
Me apoyé en la puerta del baño cruzándome de brazos, observándola, a lo que esta se colocó sus gafas soltando un suspiro para acercarse a mí y colgarse a mi cuello.
—Estuvo bien, debo admitirlo.
—¿No quieres repetir?
Esta estaba asintiendo cuando unos golpes en mi puerta desviaron nuestra atención, a lo que solté un gruñido y está por su parte me empujó para que fuera a ver mientras se encerraba en el baño.
De inmediato me coloqué unos pantalones, y agarré una polera del armario mientras grité que pasara, seguramente debía ser Martha para regañarme por no llegar al desayuno.
Para mi sorpresa se trataba de Holly, que llevaba el pelo sujetado en una cola, y estaba en la entrada con un par de ropa limpia ya seca y planchada. Lo que me extrañó.
Noté que se quedó ahí parada un momento, sin decir nada.
—¿Pasa algo?
Como si saliera de un trance dio un respingo, y sus mejillas de inmediato se enrojecieron, y era que su piel era tan blanca, que era imposible no notarlo.
—Toque en la mañana y al parecer dormías, pero tu mamá quiere que te pongas esto hoy, que vienen personas "importantes" para el almuerzo.
—Ayer llegué muy tarde, y me quedé dormido. — Holly no respondió nada sobre ello, y yo me dedique a echarle una mirada al traje elegante que tenía ahí, entregándomelo en mis manos. — No recuerdo bien, ¿pero puede que también llegaste ayer unos minutos después que yo?
Holly asintió, sonriendo.
—Sí, pero me fui por atrás, vi que había alguien en la cocina y no quería molestar.
—Claro. No pude evitar ir a buscar un pedazo del pastel de Martha. —le sonreí, a lo que ella también lo hizo, sonrojándose aún más. Y sin darme cuenta hablé sin pensar. — ¿Qué harás en la tarde?
—Seguramente ayudar a mi madre, como todos los domingos. — no dije nada, solo asentí, a lo que ella frunció el ceño, observándome interrogante. — ¿Por qué preguntas?
Antes de responder un grito de Galia nos interrumpió.
—¡Ross necesito mi ropa!
Volqué los ojos, dándole la espalda a Holly, rebuscando en la habitación donde había dejado las cosas ayer, y claramente estaban tiradas de un lado a otro, por lo que me agaché debajo de la cama y detrás del escritorio, para luego enderezarme.
Y al hacerlo vi a Holly quien seguía ahí, perdida en sus pensamientos, por lo que me acerqué a ella llevando mis manos a sus hombros.
—Ya puedes irte Holly. — parpadeo un par de veces dirigiendo su vista hacia mí, asintiendo perdida. Le sonreí. —Gracias, cualquier cosa si preguntan, no la has visto aquí, ¿estamos? Que mi madre le vendría un ataque.
—Claro, claro, si, no vi nada. — tartamudeó, dándose vuelta de inmediato para dirigirse a la puerta, cerrándola de forma rápida.
Escuché la puerta del baño abrirse y Galia salió vestida de ahí con el pelo mojado, acercándose a mí, echándole una ojeada a la ropa que me había traído Holly.
—Tu familia es tan extraña.
—Ni me digas.
—¿Con quién hablabas?
—Me vinieron a dejar esto nada más. —le apunté la ropa, a lo que ella asintió pensativa.
—Creo que debo irme, ya es muy tarde y si mis padres se enteran les va a dar un ataque.
Me mordí el labio, acercándome a ella para abrazarla y caer ambos en la cama nuevamente, a lo que ella rio como una niña, intentando sacarme de encima y yo por mi parte le molestaba dándole besos en el cuello.
—Eh para ya, que si sigues no vas a llegar almorzar.
—Esa es la idea. – ironice molestándola, a lo que ella paró de protestar, relajándose, llevándose una mano a mi cabello.
—Me gusta verte bien Fernando, me gusta verte como realmente eres. —me susurró, acercando su mano a mi mentón para obligarla a verla, pero desvíe los ojos enseguida, sabía perfectamente lo que iba a decirme, la conocía demasiado bien. — ¿A que le tienes tanto miedo? ¿Qué te sucedió ese verano Fernando?
Desvié los ojos enseguida, intentando salir de su agarre, y ella lo notó, enderezándose para agarrar sus cosas, echandome una última mirada, la cual no correspondí, noté que estaba un poco fastidiada, y sin despedirse se dirigió a la puerta.
No había necesidad de decir nada más, y Galia me conocía lo bastante bien para saber cómo era, e incluso, por lo mismo lo último que se escuchó de ella fue el sonido de la puerta al cerrarse.
Quería decir tantas cosas, pero al mismo tiempo no estaba listo, no podía hacerlo y lo peor, era que sabía muy bien la razón, pero me era imposible sacarla fuera.
Había creído que pasar la noche con Galia me haría olvidar, pero en realidad lo único que trajo fue ese recuerdo doloroso que buscaba eliminar de mi cabeza.
Y la sensación de estar ahogándome volvía, una y otra vez, y que a pesar de todos mis esfuerzos por olvidar y seguir adelante, seguía igual, y tenía miedo de que ya fuera demasiado tarde.
De no volver a ser el mismo.
(Anna)
—Sé que estamos comenzando el curso, pero con estas calificaciones no puedo hacerte entrar al equipo.
No me sorprendió en absoluto, en realidad no sabía porque lo había intentado, pero el brazo de Holly junto al mío cuando el presidente del comité periodístico dijo aquellas palabras, me dio la fuerza para hacer un último intento.
—No soy buena en algunas materias, es verdad, pero mira lenguaje, filosofía, y arte. – le indiqué con una sonrisa para convencerlo. – son buenas, era casi la mejor de aquellas clases.
Ojeo un momento más, soltando un suspiro.
—A ver Anna, pasaste con el promedio, e incluso en filosofía casi repruebas.
—Vamos Landon, dame una oportunidad, es mi sueño de niña, siempre he querido estar en el comité periodístico, además necesitan algo de entretención aquí dentro. – observé la sala, puros cerebritos escribiendo quien sabe que, en silencio. — sabes que me necesitas.
Sentí un codazo de Holly a mi lado, regañándome, a lo que ella habló antes de que Landon me rechazara ya por cuarta vez.
—Puede que no tenga las mejores calificaciones, pero prometo que Anna cuando quiere algo le pone todo el empeño posible, por favor, dale una oportunidad, no vas arrepentirte.
Ambas lo miramos con un puchero, intentando ver si aquello podía ayudar aquel chico moreno con ojos claros, quien nos observaba detrás de sus gafas sin ninguna pizca de interés.
—Está bien. – soltamos un chillido, y este carraspeó. — Pero, necesito que tomes a un tutor Anna, por reglamento no puedes entrar actividades extracurriculares si no pasas las primeras notas de todos los cursos este mes arriba del promedio de la clase, así que te doy esta oportunidad.
—Por supuesto, ¿pero con quién debo hablar para las tutorías?
—Galia Thomas, es de último año, pregúntale a cualquiera de ese curso en el almuerzo y te dirá dónde está, siempre se sienta en el patio.
Nos quedamos en silencio un momento, Landon nos miró interrogante, y lo siguiente que hice fue lanzarme hacia él para darle un abrazo soltando una carcajada, mientras que Holly aplaudía como una niña.
—Gracias, gracias, gracias. ¡Es que no te vas arrepentir!
(Fernando)
—Ya basta eh, que si sigues riéndote de mí voy a salirme de tu "programa de tutorías" —le molesté quitándole del brazo mi ensayo de lenguaje, a lo que Galia soltó una carcajada.
—Vamos hombre, déjame leerlo.
Negué sonriendo, a lo que la morena se cruzó de brazos apoyándose en la taquilla haciendo un puchero, pero ella me conocía más que nadie, y sabía que no iba a dejar que lo leyera.
—¡Pero mira que sonrisa le has sacado! — Roy apareció con los brazos abiertos abrazando a Galia. — Me gusta verlos juntos, al menos le quitas la cara de amargado.
Luego de lo que había pasado ayer en mi casa, con Galia hicimos lo de siempre, fingir como si nada hubiera ocurrido, que estábamos bien, como amigos.
—No creas que lo hago por gusto, su madre me paga por los servicios, nada es gratis eh.
De inmediato fruncí el ceño a su dirección provocando que ambos estallaran a carcajadas, y mientras saqué los libros de mi taquilla que necesitaba para la próxima clase.
—¿Y tú no deberías estar en el laboratorio?
Roy soltó un suspiro antes de responder, mirándome detenidamente, y sabía muy bien lo que buscaba.
—Whitey, tenemos reunión de equipo. Y tu amigo, vienes conmigo.
—No, ya te dije que fue solo una vez.
—Vamos Ross, que ya hablamos de esto. — insistió.
Galia de inmediato nos miró a ambos cruzándose de brazos.
—Nunca voy a entender esta amistad, mejor me voy o llegaré tarde.
—¡Guárdame un puesto! Voy enseguida. — le dije de inmediato a lo que Roy me agarró los libros sin que pudiera evitarlo, colocándolos nuevamente en mi taquilla. — ¡Que no voy ir Miller! Deja. — intenté quitarlos, pero Roy me agarró ambos brazos.
—Galia anda, no hagas caso, que él se viene conmigo.
La morena en vez de ayudarme se fue mirándome divertida con la situación, y es que parecíamos un maldito matrimonio con Roy, y ya estaba empezando a cabrearme.
—Ya suéltame maldita sea. — me solté de su agarre con un tirón, y suspiré. — Ya vamos rápido, o voy a cambiar de opinión.
Llegamos a los camarines un poco tarde, ya que estaba todo el equipo instalado ahí para comenzar la reunión con Whitey, y como este aún no había llegado estaban todos hablando sobre su fin de semana.
De inmediato Roy comenzó a charlar con un par del equipo sobre alguna que otra estupidez, mientras que yo estaba a su lado esperando impaciente que llegara Whitey para poder ir a clases, ya que debía hablar de un asunto con la profesora Torres.
Pero en un momento en una de las conversaciones de algunos del equipo escuché algo que llamó mi atención.
—Ya no sigas hablando que no te creo Morgan, es imposible lo que hablas de Holly Acuña.
—A ver chicos, ¿por qué les mentiría? — soltó Brandon con desdén, ya con solo escucharlo quería darle un golpe en su rostro, pero me contuve, esperando entender de qué mierda hablaban.
—Pero si ella es la chica que viene con Ross todas las mañanas en su auto.
—Estas mintiendo, además, ¿no estabas coqueteando con su amiga, la de pelo negro?
Entendí de inmediato que hablaban de Anna, y en realidad esa pregunta por lo poco que había escuchado era la única que tenía sentido.
—¿y? A ver chicos, espérenme.
Escuché unos pasos acercándose hacia donde estaba, y de inmediato me adentré en la conversación de Roy con los chicos sobre el partido que venía este viernes, pero por supuesto a Brandon no le importó ni en lo más mínimo.
—Ross, ven aquí. — no le hice caso, pero el imbécil me rodeo con su brazo el cuello, para darme unas palmadas en la espalda, preferí no hacer nada, y me di la vuelta junto a él hacia el grupo que lo estaba esperándolo. — ¿Es tu novia la rubia de primer año? Ya sabes, Holly Acuña.
Negué, sin entender aun a que iba.
—¿Ven? No tiene novio.
Me soltó de inmediato, y yo me quede ahí, esperando que alguno me explicara que sucedía, pero en vez de ello todos empezaron afirmar con su cabeza, soltando una que otra broma a Brandon sobre Holly.
Y agradecí que Miller interviniera.
—¿Qué tanto alardeas Morgan? Cuéntanos a todos a ver si te creemos.
De inmediato todo el equipo soltó carcajadas y gritos para molestar a Brandon, quien de inmediato sonrío, le encantaba ser el centro de atención, por lo que estaba feliz con todo esto.
Le eche una mirada a Roy, quien me la devolvió arqueando una ceja sin tener la menor idea de lo que sucedía, y lo siguiente, fue algo que hubiera preferido no escuchar.
—Es sobre tu amiguita Ross, ¿no te contó cuando la traes a la escuela? — sabía que quería fastidiarme, y en realidad haberlos visto bailando el viernes no era lo que me preocupaba, y preferí no responder. — bueno, bueno, para que sepas. —se acercó a pocos centímetros de mi rostro, y con un susurró soltó lo que tanto quería alardear. — Besa de puta madre.
Pensé que mi cuerpo reaccionaria a darle una golpiza, pero me quedé ahí, intacto, observándolo serio, sin ninguna pizca de emoción en mi rostro, a lo que Roy seguramente para evitar cualquier tipo de pelea se interpuso en la mitad como auto reflejo, a lo que Brandon sin darse cuenta se acercó a los del equipo quienes le molestaban con gritos y silbidos soltando carcajadas.
—No lo dejes, Ross. — me advirtió en voz baja. — Si lo haces ella va enterarse, y es lo que Brandon quiere.
Respiré hondo, y me quedé ahí, quieto.
—Estoy bien, no le daré el gusto. — respondí aun sin poder creérmelo, no iba a dejarlo ganar, porque Brandon buscaba fastidiarme y esta vez no iba a caer.
Pero no pensé que fuera a seguir con el tema de Holly ya varios minutos, sin callarse la puta boca.
—Y su amiga ni que decir, ella fue la que incentivo que pasara todo esto, y yo que creía que me coqueteaba a mi ¿no? — varios soltaron risas y Brandon siguió contándoles estupideces sobre Anna y Holly.
Mi cabeza comenzó hacerme una jugada, imaginando la noche del viernes a Holly con Brandon, mientras que Anna ahí, diciéndole a Holly que lo hiciera seguramente, o quizás dejándola igual de ebria como aquel día en mi casa sin tener cabeza siquiera de sus propios actos.
Sin recordar nada, ¿y si Brandon le había hecho algo? ¿Si había intentado sobrepasarse con ella?
Apreté los puños, y por primera vez pensé con la cabeza fría, y salí de aquel lugar, sin darles explicaciones nadie, y haciendo oídos sordos a Roy quien me gritaba por detrás.
(Anna)
Estuve mirando el reloj de cada una de las clases, creía que quizás así llegaría más rápido el almuerzo, estaba impaciente de poder dejar listo el tema del tutor, y así poder ingresar al comité periodístico con Holly, quien estuvo regañándome todas clases de que debía relajarme.
Cuando al fin llegó la hora de almuerzo con Holly nos enderezamos enseguida, caminando rápido saliendo de clases sin siquiera escuchar a quienes nos hablaron en el camino.
—Estoy muy nerviosa Holly.
—Ya basta, si va a decirte que sí, revise y las postulaciones a tutor pueden ser hasta la próxima semana, así que no pasa nada.
Solté un suspiro, agradeciéndole con una sonrisa al haber soportado todo mi nerviosismo, y era que si algo podía hacer feliz a mi padre era entrar al comité, y para mí era lo más importante ahora.
Al llegar al comedor ya estaban todos almorzando, con Holly sacamos una bandeja y fuimos por la puerta del costado para salir a las mesas que estaban en el patio, donde muy cerca de aquella salida estaban algunos de último año, entre ellos Roy.
Lo observé de reojo, a lo que el castaño estaba hablando con una chica, la misma que ya le había visto bastantes veces, al parecer no eran novios, pero parecía como si lo fueran.
Él no me vio, lo cual no me extrañó en absoluto, siguiendo mi camino, y al estar ya en el patio con Holly, le preguntamos a la primera persona que encontramos si había visto a Galia Thomas, apuntándonos la última mesa más alejada de la puerta, donde podía verse a ella con un chico a su lado, ambos nos estaban dando la espalda.
—Vamos, así lo dejamos listo. — me apresuró Holly dándome un codazo amistoso.
Al llegar pude identificar de inmediato quien era, antes de incluso que se diera vuelta al al escuchar nuestros pasos acercandose, y de inmediato los recuerdos de la fiesta del viernes se vinieron a mi cabeza, y pude notar que a Holly le sucedió lo mismo.
Más aun cuando el chico que estaba a su lado riendo era Fernando Ross, y lo peor es que esa chica, Galia, tenía su mano sobre la de él, quedándome ahí, sin saber bien que decir.
—Hola. — solté, quedándome en blanco de inmediato cuando Fernando Ross me observó interrogante, para luego girar la cabeza para mirar a Holly.
Noté algo en su mirada, ya que al conectar sus ojos en mi mejor amiga se tensó de inmediato.
—¿Y tú eres? — soltó la chica observándome detenidamente. — ¿Eres de primero? Porque creo que no te había visto antes. — asentí preguntándome si acaso ellos dos eran novios, pero su voz me interrumpió. —¿Necesitas algo?
—Vengo por lo de las tutorías, me dijeron que tú eras la encargada. Me llamo Anna Dickens — iba a decirme algo, pero seguí hablando. — Y es que... necesito un tutor, y me dijeron que debía hablar contigo.
—Ah, sí. Perfecto. Mira, tenemos una sala junto a los baños del segundo piso en la escalera que está justo saliendo del laboratorio, ahí debes inscribirte rellenando varios datos, y nos comunicaremos contigo para coordinar.
Sonrió al terminar, y pude darme cuenta que parecía muy simpática, más de lo que pensé al verla en la fiesta coqueteándole al chico de mi amiga. Y es que detrás de esas gafas sus ojos castaños que me observaban fijo dejaban en evidencia que quería ayudarme, de forma sincera.
—Gracias, te lo agradezco muchísimo.
—No, no agradezcas. La idea es ayudarte a subir las notas, pero tienes que entender que es un compromiso también de tu parte, debes asistir los días que quedes con tu tutor y ser muy responsable con ello. ¿Entiendes?
Antes de responder escuché una leve carcajada por parte de Fernando, quien de inmediato se mordió el labio seguramente para no llamar mi atención, lo cual fue inevitable.
Y no pude evitar abrir la boca.
—¿Qué te hace tanta gracia?
El tono de mi voz evidenció que me había fastidiado, y él no era idiota, por lo cual captó de inmediato, y para mi sorpresa se enderezó, acercándose a mí.
Pensé que iba a despedirse, o a saludarnos con Holly, pero en cambio, las palabras que salieron de su boca me tomaron completamente por sorpresa.
—Es que con tanta borrachera y estupidez que haces, me pregunto si el daño ya no tiene vuelta atrás, ¿no crees?
Me quede ahí, quieta, observando esos ojos oscuros que me observaban inyectados de odio y rencor.
En ese momento me di cuenta enseguida lo que estaba pasando.
—Los rumores vuelan rápido, ¿no? — sabía que ni Holly ni Gala, ni mucho menos todos los de ultimo año que estaban observando la escena sabían de lo que me refería.
Pero lo conseguí, porque Fernando si se dio cuenta que había entendido perfectamente la intención de aquellas palabras, y noté que tenía miedo.
Miedo de que lo dijera en voz alta.
—Creí que eras más inteligente, pero al parecer no puedes controlarte, ¿no? — me burlé, dando un paso más hacia él, quedando ambos a unos pocos centímetros. Y bien bajo, para que sólo me escuchara él. — ¿Crees que yo la obligue acaso?
—Es que tú eres tan buena influencia, ¿no?
Su tono irónico me estaba ya empezando a cansar, dando un paso atrás.
—Te gusta ir por ahí criticando al resto, creyéndote superior a todos. — subí el tono, para que me escucharan los chismosos. — Pero tú, Fernando Ross, no eres más que un maldito cobarde.
—No sabes lo mucho que me duele tus palabras. —ironizó sonriendo como un engreído. — Tu a mí no me conoces.
—No es necesario conocerte para saberlo.
—Bueno, igual que tú, un par de semanas en el instituto y ya que, ¿te metiste con todos los del equipo? ¿Así te gusta llamar la atención?
De inmediato le agarre el brazo a Holly quien había dado un paso hacia Fernando para seguramente darle un golpe por sus palabras.
Noté que Fernando al parecer había olvidado la presencia de Holly ahí, quedándose ahí parado en blanco frente a nosotras, y en ese momento decidí terminar con todo esto.
Sabía que lo siguiente que dijera iba a dolerle el orgullo, y era justamente lo que quería lograr.
—Vámonos Holly, este imbécil ni vale nuestro tiempo.
No despegue mi mirada en él al decir aquello, para que viera lo que había conseguido, y así lo fue, ya que al comenzar a caminar de vuelta al comedor pude escuchar a Galia regañándolo, y lo último que escuché fue a Ross dándole una patada a una de las sillas maldiciendo.
Sonreí victoriosa, porque a pesar de que me dolieran sus palabras, necesitaba demostrar que estaba bien, que él no iba a ganar.
Porque Anna Dickens nunca pierde, y Fernando Ross no iba a ser la excepción.
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Hola a todos, hace mucho que no volvía a escribir en Wattpad, pero por todo lo que está ocurriendo he tenido más tiempo de escribir!
¿Qué les ha parecido? No olviden en votar y comentarme sobre su opinión del capítulo :)
Hasta ahora todo ha sido un poco más introductorio, pero ya empieza la historia más de fondo en los próximos capítulos, que ya comencé a escribir, por lo que espero publicarlo la próxima semana.
*** Si quieren ver adelantos de la historia y de mis próximos proyectos, como también información de MAG, pueden seguirme en instagram, mi usuario es: j.rosewell ***
Un saludo enorme a todos, y cuídense mucho!!!
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