Capítulo 6: Fiesta

(Fernando)

Mi madre esperaba una respuesta, pero ambos no pudimos articular palabra.

— Ya, Fernando quédate aquí, tu Holly anda ayudar a tu madre a la cocina. – soltó enfurecida, o más bien, parecía haber caído en un ataque de nervios.

Holly asintió y se fue corriendo, dejándonos solos de inmediato, por supuesto espere que mi madre empezara a darme un sermón, o gritarme, pero en cambio lo único que hizo fue cruzarse de brazos.

— ¿y? empieza a explicarme que significa esto.

Titubé, buscando una excusa, pero en cambio decidí ir con la verdad esta vez, sin miedo.

— Como vamos al mismo instituto decidí hablar con ella para no ser desconocidos, sino que amigos, vivimos en la misma casa. – mi madre asintió de acuerdo. — y quise dejarle claro que no porque sea la hija de la empleada significa que...

— Ya, ya, no sigas, ya entendí. – me cortó, volcando sus ojos. – Entiendo que con tu edad quieras hacerte el príncipe azul hijo, pero ella si es la hija de la empleada, y tu si eres el hijo del jefe, así que si tu idea es coquetearle ten claro... —

Iba a decir algo, pero esta soltó una carcajada dejándome atónito.

— A ver... esa chica no es para ti, y lo sabes tan bien como yo, así que basta con la escena que he visto, ¿te quedo claro?

No supe que decir, mi madre cambio su expresión a una mirada fija en mis ojos, observando cualquier detalle, siempre que hacía aquello me dejaba petrificado, y lo único que pude hacer, fue asentir con la cabeza, dejándole ver que estaba de acuerdo con ella.

No dije nada más, ni ella tampoco, acto seguido sentí su mano dándome unas palmadas en la espalda para luego caminar hacia la casa con el sonido de sus tacos en el estacionamiento alejándose paso a paso.

Y en ese momento me pregunté si mi madre estaba equivocada.

(Anna)

Ya era viernes, el castigo no había sido tan malo como yo creía, hablé mucho con Whitney, y me llevó a casa en coche los dos días y se quedaba a cenar, mi padre estaba encantado, era su amigo de la vida, así que de cierta forma no le molesto tanto haber recibido un castigo la primera semana de clases.

por otro lado, no había podido sacar de mi cabeza a ese chico del bar, Ric, tenía su número, había pensado en llamarlo varias veces, pero me daba miedo que me rechazara.

— ¿Y hoy las veo en el partido? – soltó Jen al agarrar su bandeja, ya quedaban unos cinco minutos para que comenzaran las clases, y la cafetería ya daba señales de que era así.

Con Holly nos miramos un instante, soltando una carcajada.

— ¿Realmente nos estas preguntando eso? – Jen soltó un suspiro.

— A veces olvido tu locura por los de ultimo año Anna. – esta nos sonrió negando con la cabeza mientras que Holly soltaba otra risa. – Las veo ahí entonces, adiós.

Jen terminó desapareciendo por el pasillo en donde se le sumaron un par de amigas más, entre ellas Susan para ir a clases.

— A veces esa chica me da mala espina. – soltó Holly.

— ¿Ah sí? A mí me cae bien.

— Es muy cotilla, demasiado, y sabes que odio los chismes.

Lo pensé un momento, Holly siempre tenía un muy buen ojo para percibir a las personas, y yo en cambio, era demasiado ingenua.

— Pero no puedes negar que saber los chismes es demasiado interesante.

— Claro, pero no cuando el chisme se trate de nosotras. – señaló. – Y sabes que hablar de ti, también resulta bastante interesante para los demás.

— De las dos, no me vengas con eso Holly.

— Claro, pero sabes que a mí me importa una mierda lo que digan de mí. Tu eres la que muchas veces le afecta.

Solté un bufido.

— ¿Recuerdas cuando esa arpía invento que me acostaba con el profesor de Química para que me hiciera pasar el curso? – Holly asintió. – tenía trece años, realmente estaba loca, lo único que pensaba en ese momento era saltar la cuerda más rápido que tú y jugar a las muñecas a escondidas de mi madre para que no me las echara a la basura porque ya era "muy grande" para eso.

Holly asintió con una sonrisa burlona.

— Lo recuerdo perfectamente.

— En cambio, a ti mi querida amiga, los rumores no eran más que una vez te hiciste en tus pantalones en una presentación frente al curso en primaria.

— ¿Y crees que eso fue pequeño?

— A ver Holly, ¿Acaso era mentira?

Esta iba a decir algo, pero en cambio me miró fulminante.

— De todas formas, lloré.

— Supéralo, quien no se hizo en sus pantalones cuando éramos pequeñas. – le dije encogiéndome de hombros. – Piensa que por el rumor que inventaron de mí el profesor pidió que me cambiaran de clase, y así fue, luego de que mi madre tuvo que venir hablar toda una semana para que no me expulsaran.

— Aún recuerdo como le gritaba al director, y luego le dijo sus buenas palabras a la chica, esa tal... Lily, la puso en su lugar. Yo no podía parar de sonreír y aplaudir cuando lo vi en el pasillo.

— Sí, fue genial. – solté intentando evitar que los recuerdos de mi madre vinieran de golpe, intenté apaciguar ese dolor de mi pecho lo mejor posible. Holly de inmediato se dio cuenta, levantándose de su asiento observándome con una sonrisa.

— ¿Vamos?

No tuve que decir nada, levantándome junto a ella para caminar hacia clases, en el camino observé a Roy, quien estaba tirándole comida a un amigo suyo, ambos con las chaquetas de los Red Dragons, listos para el partido.

Me observó, justo cuando abrí la puerta que separaba el comedor del pasillo que conectaba las salas de clases, al hacerlo lo observé también, para que se diera cuenta de mi existencia.

No le sonreí, solo para que creyera que algo me sucedía, que quizás estaba enojada con él, o que el hecho de que no cruzáramos palabras hace ya tres días, me molestaba.

Aunque claro, era una gran mentira, pero me entretenía ver como ahora iba a correr a mis pies, porque así son los chicos, si los evitas, no dudan en venir desesperados hacia ti.

O bueno, eso era lo que me funcionaba, y hasta ahora la estrategia nunca había fallado.

(Fernando)

— No voy a jugar.

Roy soltó un bufido.

— ¿Por qué mierda no puedes hacerme caso esta vez?

— No quiero, te dije que no iba a volver a tocar esa cancha con aquella camiseta. – apunté donde estaba el equipo calentando, ya que en una hora comenzaría el partido.

Y Roy inesperadamente se había acercado en donde estaba charlando con un par de compañeros sobre un trabajo que debíamos entregar la próxima semana, y sin decirme la razón me arrastro hasta aquí.

E inesperadamente me había pedido jugar en el partido de hoy.

Mi respuesta fue instantánea.

— Amigo, te estoy suplicando, hay dos del equipo que no van a jugar hoy porque están en cama enfermos, necesito que juegues.

— No me vengas con eso Roy, tienen una banca de reservas todos los partidos para reemplazar incluso al equipo completo si pasan estas situaciones.

Mi amigo obviamente no tenía que responder a ello, porque sabía que tenía la razón. Roy se pasó la mano por el cabello, intentando pensar una excusa.

— Whitney quiere que juegues amigo, te quiere de vuelta.

Me quede en silencio.

— Cuando decidí irme del equipo sabias que no volvería Roy, y Whitney también, no sé porque me estas pidiendo esto. – volqué los ojos. – No entiendo cuál es tu punto, y ya me estoy empezando a cansar Miller, yo me voy de aquí.

Roy no supo que responder nuevamente, mirando al cielo, soltando un suspiro, a lo que me di la vuelta ya cansado, ¿Cuál era su punto? Si, quizás quería que volviera para estar más tiempo juntos, pero no me calzaba aquello con todo lo que habíamos pasado cuando decidí irme de los Red Dragons.

Al dar un par de pasos, escuche a Roy, y lo que dijo me dejó muy claro que estaba hablando sumamente en serio.

— Te necesito ahí Ross. – hubo un silencio, no me di la vuelta, pero si me detuve, porque había una razón de peso, lo conocía. – Es nuestro último año, y vendrán a los partidos a buscar chicos con potencial desde las universidades... Y créeme que sé mejor que nadie porque no quieres volver, pero no estaría pidiéndotelo si no estuviera desesperado. – me di la vuelta enseguida a su dirección, observándolo, ya que sabía que Roy pocas veces hablaba de su futuro. – Necesito una beca Ross, necesito largarme de aquí, y te necesito a ti para lograrlo.

Podía sonar egoísta a primera vista, pero yo entendía muy bien a lo que se refería, Roy necesitaba largarse de aquí, largarse de su casa, y yo sabía que los Red Dragons eran su mayor oportunidad para entrar a la universidad, pero para ello necesitaba una beca.

Lo observé, sin saber que decir, o más bien no queriendo decir aquellas malditas palabras que juré nunca volver a repetir.

Roy me sonrió, pero al mismo tiempo nervioso.

— ¿Y qué te hace pensar que conmigo ahí dentro eso te ayudaría?

— Hacemos un buen equipo, ambos, podemos hacer ganar el equipo toda la temporada si nos lo proponemos, estoy seguro. – este soltó una risa. — Siempre juntos, ¿no?

Recordé todos estos años de amistad de un segundo a otro, y bufé soltando una risa burlona.

— Eres un maldito imbécil, ¿lo sabias? Ya va a llegar el día que te diga que no Miller y ahí vas a tener que ingeniártelas solos por una puta vez.

Roy soltó un grito de alegría.

— Por eso te amo Ross, eres... — este no termino de hablar, ya que me abrazo de improvisto. – ¡Eres el mejor amigo que uno pudiera querer! Y lo digo en serio.

— Ah, sí, claro, sal de encima, me ahogas con tus cursilerías.

Este volvió a soltar una carcajada, con una sonrisa enorme plasmada en su rostro.

No sabía si había sido la decisión correcta, ya habían pasado dos años desde que me había ido del equipo, y ahora volvía a él, pero de lo único que estaba seguro era que haría todo por Roy Miller, todo para poder ayudarlo a tener el futuro que siempre había soñado.

¿Por qué para eso estaban los amigos, ¿no?

Aunque muy dentro de mí, no estaba seguro si había sido una buena idea.

(Anna)

El murmullo era evidente, "¿Qué hace Fernando Ross jugando?", "¡Pero si no jugaba hace años!", "Roy Miller se lo debe haber pedido", "¿Cómo lo habrá convencido?" y así sucesivamente escuchaba comentarios a un lado u a otro sobre el gran acontecimiento.

No me intereso mucho saber el chisme, solo estaba concentrada, observando como el partido ya iba a la mitad, era primera vez que veía un partido de futbol americano, ya que, a decir verdad, me interesaba bastante poco, pero debía admitir que hasta ahora había estado bien.

Jim no había querido venir, y bueno Holly estaba junto a mi sin abrir la boca desde que había partido, estaba concentrada más que nada, en la aparición de Fernando.

— Eh, tengo cáncer terminal. – le comenté luego de los cinco intentos anteriores para que me dirigiera la mirada, obviamente esta vez no me dirigió la vista, ni mucho menos me escucho. – Holly, ¿me escuchaste?

Esta asintió, pero sin siquiera verme, estaba muy concentrada en el equipo, y más aún si Fernando Ross estaba ahí, la conocía, y por supuesto, debía admitir que no había jugado nada mal, en mi opinión lo único que lo hacía destacar era su resistencia, podía correr de un lado a otro de manera muy rápida, lo que ayudaba mucho a que metieran puntos.

— ¡Vamos Red Dragons! – grite desde las gradas a todo pulmón, a lo que Holly soltó una risa a mi lado. – Por fin, ¿ya te dolieron los ojos de observar el mismo punto?

— ¿Ah?

— Nah, no importa, ¿vamos a la fiesta luego, ¿no?

Holly me hizo una mueca, mordiéndose el labio nerviosa.

— No, Acuña, tu no vas a hacerme esto, no voy a aceptar un "no" por respuesta, y lo sabes.

— Es que mi madr...

— Tu madre nada, vas a salir a divertirte, ya es hora de que dejes de perderte tu adolescencia.

La observe de manera firme, ella sabía que yo no iba a dejarla ir, sabía que su madre era muy sobreprotectora, que por el hecho de vivir en una casa ajena no la dejaba salir por las noches, pero ya no podía seguir así, Holly se perdía siempre la mayoría de las salidas, siempre se quedaba en esa casa, y al final los días, meses y años iban a pasar, y no iba a dejar que cuando fuera mayor los únicos recuerdos que tuviera en su adolescencia fueran estar en la casa de los Ross haciendo ensaladas, postres, ordenando habitaciones y durmiendo temprano junto a su madre día a día.

No, no lo iba a permitir.

— Hoy nos vamos de fiesta, y luego duermes en mi casa, y se acabó, no se habla más del tema, ¿quedo claro?

Holly no supo que decir, a lo que finalmente asintió, sonriéndome.

— Bien, hagámoslo.

Hoy iba a ser una noche interesante.

(Fernando)

— Eh, realmente te felicito.

— Eres increíble Ross, espero verte en el próximo.

— Te extrañaba en el equipo.

— Ya nos hacías falta.

Y así sucesivamente iba saludando a los chicos del equipo al cruzar el umbral de la puerta en casa de Keith, uno del equipo un año menor, quien había dicho que en su casa se celebraría cuando ganáramos, y así fue.

No sabía que responder a los cumplidos, por lo que solo asentía y sonreía, no iba a mentir, extrañaba jugar, y hoy había sido un partido bastante difícil en un comienzo, pero luego ya al cansarse el equipo contrario, no fue difícil anotar un par de puntos.

— ¡INVENSIBLES CARAJO! – gritó Roy al entrar con las manos alzadas y por supuesto, en cada una con una botella de alcohol ya listo para comenzar la fiesta.

Obviamente la mayoría que estaban cerca no dudaron en soltar gritos, palabras y risas, era el primer partido del año, de nuestro último año, y obviamente todos ya echaban de menos sentirse victoriosos.

No dude en caminar hacia la cocina para prepararme un trago junto a Roy, la casa estaba con muchas personas ya bailando, corriendo de un lado a otro, conversando y soltando carcajadas.

Sí, no era muy sociable que digamos, pero como habían muchos que no me caían bien, también habían varios en la escuela que, si compartía con ellos, por lo que no dude en ir junto a unos compañeros que me agradaban luego de servirme un vaso, y obviamente Roy se perdió con el gentío.

— Eh, Fernando, te felicito— me saludó Galia, quien estaba con sus gafas que le quedaban algo grandes, esta estaba junto a un par de mi curso, por lo que me acerque a ellos a conversar. – Nunca me esperé que te vería nuevamente en la cancha.

— Yo tampoco, pero si no aceptaba Roy iba a matarme.

— Me imagino.

Comenzamos a charlar sobre el partido, como también recordando anécdotas de cuando yo formaba parte de este, Roy aparecía de vez en cuando ya borracho, gritando y aullando provocando que la fiesta fuera soltando exclamaciones.

Debía admitir que prefería fiestas como estas sin lugar a duda, que las fiestas que mi madre se montaba con los hijos de sus amigos.

— ¡Vamos a beber amiga mía! – escuché por detrás de mí, la voz se me hizo muy conocida, por lo que no dude en darme la vuelta justo en el momento en que Galia me estaba preguntando sobre algo. – ¡Hoy es nuestro día!

Anna Dickens venía con un vestido blanco, que dejaba ver sus hombros al descubierto, y el cabello suelto desparramado, obviamente tenia los labios pintados rojos, con el brillo pícaro en su mirada que era imposible remover, esta llevaba de la mano a Holly, la rubia llevaba el cabello igual que su amiga, iba vestida con una falta corta de color azul claro, y una playera de color blanco con flores que le dejaba ver el abdomen.

Se veía bien, debía admitirlo.

— Eh, Ross. – me llamaron los chicos con los que hablaba, y de inmediato desvié la vista volviendo a colocar mi concentración en ellos. — ¿Entonces ya volviste a entrar al equipo?

Negué de inmediato, respondiendo que solo jugué hoy por Roy, pero muy dentro de mí no estaba muy seguro de los planes que tenía mi amigo al respecto.

Galia se me acerco en un momento, haciéndome señas para que habláramos los dos solos, caminamos juntos hacia la cocina, y yo la observe interrogante, y al mismo tiempo no dude en darle una mirada a Anna y Holly, quienes ya estaban instaladas con unos chicos de su edad haciéndose unos tragos.

— Mira... tengo un problema, y tú eres la solución a ello.

— Bien, continua. – me cruce de brazos, entrecerrando los ojos observándola con una sonrisa, y es que Galia a pesar de haber terminado nuestra relación, la quería y me seguía dando gracia la forma en como pedía los favores.

— Realmente me solucionarías la vida Fernando.

— Galia, anda al punto. – solté una carcajada, al igual que ella que volcó los ojos.

— Ya, ya, perdóname, siempre hago lo mismo. Mira... es que ni te imaginas como me he rompido la cabeza con esto. – iba a cortarla otra vez, pero esta lo notó. — Ya mira, necesito a una persona más para las tutorías de este año, y eres los que tienen mejores notas.

Me quede en silencio, no entendía a que iba.

— ¿Me estas pidiendo que sea tutor de algún chico de la escuela?

— Sí, y tengo entendido que tienes bastantes cosas encima, que casi nunca tienes tiempo para nada, pero solo serían dos días a la semana una hora extra más en la escuela y mira te podría servir para la univer...

— Me apunto.

Galia por supuesto se quedó pasmada ante mi respuesta. Y yo sabía muy bien por qué.

— ¿Así nada más? Hombre, si hubiera sabido que sería tan fácil te lo hubiera dicho el primer día de clases.

Volqué los ojos.

— ¿Tanto miedo te doy? Y yo que pensaba que nos conocíamos bastante bie...

— Ya para, ¿sabes qué? A veces no te das cuenta de que con todo ese aire que tienes de "no me importa nadie", "no me molestes" que dices con solo caminar en el instituto haces creer que te importa toda una mierda. – soltó sin pelos en la lengua, y por supuesto, ya algo borracha se notaba que estaba con solo ver como se acercaba bastante hacia mí.

— Bueno entonces me alegra sorprenderte con mi respuesta, ¿feliz? – le sonreí exageradamente, recibiendo una risa de su parte y por supuesto un manotazo leve en el rostro.

 — Borra esa expresión ahora mismo Fernando Ross. – esta intentaba cerrar mi boca, y yo mientras reía intentando quitármela de encima.

— ¿Te extrañaba sabes?

Esta se detuvo, y me observo por un instante sorprendida para luego asentir.

— Yo igual, más de lo que creía.

(Anna)

Por supuesto el imbécil de Ross no iba a arruinarme la noche.

No, no iba a dejarlo.

— Eh, Holly pon atención que Nick te está hablando. – le susurré chocando mi hombro al suyo para que desviara la vista de Ross, pero al parecer no me escucho, repitiendo el gesto dos veces más.

— ¿Ah?

— Que estamos jugando, te veo una vez más con los ojos a ese lado y voy a hacerte tomarte toda la botella.

Sí, había sonado dura, pero no me importaba, Holly debía quitarse a ese chico de la cabeza, no le hacía bien, y menos si estaba coqueteando con una chica y arruinándome la noche al dejar a Holly deprimida.

Y por supuesto, su reacción no fue otra que hacerme caso de inmediato, y colocando sus ojos en los dos guapos chicos que teníamos al frente, sin volver a mirar hacia esa dirección.

Me sentí realizada, y feliz. La fiesta prometía ser una de las mejores, estaba todo el instituto, chicos mayores obviamente, y por supuesto, una música increíble y que de seguro iba a bailar hasta la madrugada.

Y Holly con solo cruzar miradas por un instante, me dejó claro que no era ese tipo de chica, esas que observaban al chico que les gustaba con otra, y se les caía la vida encima, y por supuesto, la noche.

Ella no, Holly sabia disimular muy bien, en realidad demasiado, y esta vez fue genial, porque sin dudarlo dos veces se llevó el trago a la boca con el contenido por completo directo a su organismo, y al terminar, se lamió los labios, disfrutándolo.

— Así que... ¿Vamos a bailar? – pensé que me observaba a mí, pero no, estaba con su mirada fija en nuestras "citas", y sin dudarlo ambos se levantaron, incluyéndome.

Y antes de que la noche se volviera una inolvidable, no dude en observarla con una sonrisa radiante.

— Que empiece la fiesta, ¿no?

No recordaba cuanto tiempo llevábamos bailando, pero por supuesto se hizo corto, porque hasta ahora era la mejor fiesta que había ido en mi vida, con Holly estábamos disfrutando a mil con todos los chicos que venían a bailar con ambas, como también, las dos haciendo unos pasos que, aunque eran graciosos, a veces espantaban a uno que otro chico.

Brandon por supuesto me sacó a bailar más de una vez, y ya cuando estaba con Holly charlando y un par de chicas del curso, riéndonos de los mayores, como también de algunos de nuestro curso que ya estaban tirados en algún sillón muy ebrios, no dudo en aparecer nuevamente, agarrándome de la cintura por detrás, a lo que solté una carcajada inmediata.

— Eh, ya se te han acabado tus turnos. – por supuesto el rubio frunció el ceño. – ya sabes, de bailar conmigo, son 3 por persona y ya te has pasado... — le empujé para separarlo de mí.

Por supuesto sonrió, acercándose de todas formas.

— Y que puedo hacer para que hagas una excepción.

— Nada, ya perdiste la oportunidad.

Por supuesto recibí una sorpresa de su parte.

Chicos, obviamente como no están acostumbrados que seamos directas no tienen idea que decir.

— ¿Oportu...oportunidad de, de, de qué? – tartamudeo observándome fijamente.

Volqué los ojos.

— Nah, mejor que quede a tu imaginación.

Aproveché el momento en que Brandon estaba aún pasmado ante mi respuesta para salir de ahí, era atractivo, e interesante, pero en ese instante necesitaba otro vaso para seguir emborrachándome, y al mismo tiempo respirar aire.

Mientras me servía el vaso le eché una mirada a Ross, ya que, aunque sabía que Holly era perfecta para disimular cuando algo le importaba, no quería que le hiciera daño. El problema era que estaba en todo su derecho de coquetearle a esa chica, y eso era peor aún.

Me llevé el vaso a la boca siendo testigo de cómo ambos de abrazaron en un momento, preguntándome si algo estaba sucediendo realmente ahí, porque química había, y eso era lo peor de todo.

Una voz a mi oído me interrumpió, y al mismo tiempo me hizo sobresaltarme pegando un leve chillido.

— Así que... ¿Te gusta Feñi? Porque yo no acepto que me pongan los cuernos con mi mejor amigo eh.

Me di la vuelta enseguida, encontrándome con Roy Miller con los brazos cruzados, y su mirada fulminante.

Volqué los ojos.

— ¿Tan obvia soy? – ironicé. – Es que es tan guapo, y juega tan bien futbol...

Roy frunció el ceño.

— Yo juego mejor que él.

— ¿Tu juegas?

Por fin el castaño se dio cuenta que era todo un juego, soltando una exclamación para luego reírse, pasándose una mano por el cabello.

— ¿Fuiste hoy al partido?

— No.

En el momento de decir aquello me quede pasmada, no entendía porque había mentido, y me asuste aún más al pensar de inmediato que seguramente Roy me había visto en las gradas.

Pero su respuesta fue encogerse de hombros, dejándome en evidencia que claramente no se había fijado en mí.

Y en ese momento, por primera vez en mi vida, me avergoncé, sin abrir la boca, esperando que se fuera de inmediato, para que no se diera cuenta que le había mentido.

Pero no lo hizo, quedándose a mi lado, observándome.

— ¿Quieres salir? Necesito aire.

Una parte de mi quería negar la invitación y volver con Holly, divertirme con Brandon, o buscar algún chico nuevo para pasar el rato, pero por otro lado debía admitir que quería conocerlo más, y ya con lo que había sucedido esta semana, me quedó claro, que Roy Miller era un chico con una agenda apretada, y que aquella propuesta no se iba a repetir nuevamente.

Asentí, caminando junto a él a la terraza. Varios amigos de Roy se le acercaron para saludarlo, pensé que iba a dejarme sola, o se iba a olvidar de mí, pero esta vez no fue así, algo que agradecí.

Al llegar Roy en vez de sentarse en una de las sillas junto a la piscina, se echó al suelo, estirándose por completo, y mirando las estrellas.

— A veces borracho siento que las estrellas van a caer del cielo, ¿sabes? – justo al salir esas palabras de su boca soltó una carcajada. – Sí, suena loco, pero créeme que luego del cansancio acumulado de un partido un viernes por la noche, y luego de beber unas ocho cervezas, en mi cabeza parece de lo más real.

No supe que responder a aquello más que una simple carcajada, lo observé un instante, para luego recostarme junto a él, y al hacerlo, no pude evitar fruncir el ceño.

— Roy, esta nublado, ¿de qué estrellas estás hablando?

Comencé a reír al ver que comenzó a sonrojarse, aunque debía admitir que estaba más borracho que avergonzado.

— Es porque ya se han caído todas, ¿es que no las ves? – apuntó las luces pequeñas que habían colgado para el evento en la terraza, por supuesto mi mirada provocó que Roy se encogiera de hombros. – Eres una aburrida.

— Yo no soy aburrida.

Roy me observó con una sonrisa, para luego volcar los ojos.

— Sí, lo eres. Y creo que debemos terminar.

Abrí la boca, queriendo decirse unas cuantas cosas y seguirle la broma, pero una parte de mi se comenzó a enfurecer.

— Nadie termina conmigo Roy, y tu no serás el primero. – este iba a decir algo, pero le di un codazo para que me dejara terminar. – Así que bueno, he decidido que este noviazgo ha terminado, fue divertido lo que duro... pero no creas que eres tú el problema, soy yo, siento que necesito un tiempo para mi...

— ¡Eh! No quiero seguir escuchando esa excusa barata – me interrumpió colocándose las manos en lo oídos y tarareando una canción, a lo que no pude evitar soltar una carcajada.

— La peor forma de terminar con alguien de la historia. – susurré. – Y te apuesto una hamburguesa que se lo has dicho a varias chicas. – le apunté.

Se lo pensó un momento.

— Dos veces, pero no me quedó otra alternativa.

Volqué los ojos.

— Creo que, si alguna vez tengo que usar una excusa como esa para terminar con alguien, sería por lastima.

— O porque quieres mucho a esa persona y no quieres decirle la verdadera razón. – Roy me observó un instante, y por un momento, al juntar mis ojos con él me di cuenta de que quizás esa era la razón.

Quizás esa excusa barata que tantas personas odiaban, de no querer ir directo con la verdad de lo que uno realmente siente, o la razón del porque ya no quiere estar más con aquella persona, fuera por el cariño, el miedo de hacerle daño.

Negué de inmediato esa estupidez de mi cabeza, y las palabras salieron de mi boca sin poder evitarlo.

— Para mí no, solo los cobardes rompen una relación sin ir directo con la verdad.

Y en mi interior, sentí que quizás estaba muy equivocada.

(Fernando)

— Galia por favor, si sigues con esto mi madre va a matarme.

Ella insistió, como varios compañeros que estaban a mi alrededor, y sin pensarlo otra vez, me llevé mi vaso a mi boca, y tuve que terminarme el contenido en un solo trago.

Al terminar, sentí que mis ojos se achinaban, y solté un aullido, a lo que todos me lo devolvieron de la misma forma.

Estaba borracho.

— ¡Eh, vamos a bailar! – la morena me llevó a la pista de baile y no me negué, en realidad debía admitir que la echaba de menos.

No escuchaba la letra de la canción, pero el ritmo me era más que conocido, y sin pensarlo comencé a bailar con Galia, la chica sabia bailar, siempre había sido buena en eso, y me insistía desde que nos habíamos conocido de ser su pareja de baile en toda ocasión que había oportunidad.

Entre vuelta y vuelta, y pasos desastrosos por mi parte, y las risas de ambos, me olvidé completamente de mi alrededor, y lo agradecí, estaba feliz de haberle hecho caso a Roy, de haber jugado en el partido, y de estar aquí ahora.

Y en el momento en que le di una vuelta a Galia más rápido de lo normal, la borrachera hizo efecto, y la solté justo en el instante en que una chica pasaba entre las personas, y para mi mala suerte, justo detrás de la morena.

Lo siguiente que vi fue como ambas chocaron, y el vaso que llevaba la chica se le fue encima, mojándole el rostro, y buena parte de su ropa.

— ¡Oh, lo siento mucho! – escuché decir a Galia, quien intentaba limpiarle el rostro.

Dándome cuenta en ese momento de quien se trataba.

Holly.

La rubia no dijo nada, pero pude notar que estaba pasmada, y ya la segunda vez que Galia intentaba llamar su atención, se llevó las manos a los ojos, para limpiarse, y al abrirlos bien su mirada se encontró con la mía.

No supe que decir, o si debía decir algo, pero ella se me adelantó.

— No pasa nada, no te preocupes.

Me acerque a ella sin darme cuenta, pero al llegar se dio la vuelta rápido, y comenzó a caminar por el gentío, y de inmediato la seguí, escuche la voz de Galia por detrás, pero no hice caso, necesitaba saber que estaba bien, y al mismo tiempo la borrachera me estaba incentivando a insistir.

Necesitaba hablar con ella.

Y en la cocina cuando fue en busca de un paño para limpiarse, le toqué el hombro para que se diera cuenta de que estaba ahí, y al darse vuelta, en vez de decirme algo, o de seguir su camino, su única reacción fue darme la espalda nuevamente.

— Eh Holly. – no escuche respuesta, por lo que proseguí. – Perdón, fue mi culpa.

— No te preocupes Fernando.

— Eh, lo que paso con mi madre... yo, mira – pensé que decir, pero no se me ocurrió nada, y Holly se dio cuenta.

— No tienes que darme explicaciones. Sé desde que llegue a tu casa cual es mi lugar. – esta se dio la vuelta, dejándome claro que la conversación había acabado.

Quise decirle algo, pero no se me ocurrió absolutamente nada, me quedé ahí, quieto, escuchando la música retumbar en mis oídos, y los gritos de las personas al pasar a nuestro alrededor. Holly ya estaba charlando con un par de amigos de su curso, por lo que no se dio cuenta de que yo seguía ahí.

Hasta que el mayor imbécil del instituto se hizo notar.

— Déjala en paz por un momento Ross, das lastima amigo.

Brandon colocó un brazo sobre mi hombro, llevándose al instante un largo trago a la boca.

Le di un empujón para que se separara de mí, dando un paso a un lado soltando un suspiro, esperando que se fuera de una vez.

Pero no lo hizo.

— ¿Qué pasa con Galia? ¿Han vuelto?

— Y a ti que te importa. – respondí, ya con lo que acababa de pasar con Holly, y ahora con este imbécil intentando fastidiarme me estaba arruinando la noche de picada, y no iba a soportar sus estupideces.

— Me importa, ya que quiero saber si la rubia amiguita tuya está disponible para mí. – me susurró apuntándomela con la mirada, ya que ahora estaba sentada junto a algunos de los equipos jugando a un juego de cartas.

Sabía que quería hacerme enojar, y no le iba a dar la satisfacción de ello.

— Anda, inténtentalo, seguramente te funciona. – ironicé volcando los ojos.

Su respuesta no fue otra que asentir con una sonrisa burlona, para acto seguido acercarse a ella y comenzar a charlarle.

Por un momento pensé en ir y llevarme a Holly en ese instante de la fiesta, y volver a casa, pero por alguna razón me quedé ahí, observando como esta le sonreía, y soltaba carcajadas por alguna estupidez que Brandon le estaba diciendo.

Y en ese momento, cuando vi como Holly ganaba una partida, dándole un abrazo a Brandon, y el idiota aprovecho de colocarle la mano por la cintura, espere que ella se separara, que hiciera algo, que lo golpeara, o algo por el estilo.

Pero claro, eso no sucedió.

— Fernando, ¿Qué paso? – escuché detrás de mí, pero no me di la vuelta, observando como Brandon le pedía ir a bailar, y Holly le dio un buen trago al vaso que sostenía, asintiendo con una sonrisa. — ¡Eh, parece que estas en otro planeta!

Galia soltó un suspiro moviendo su mano frente a mis ojos, dejé de lado la escena que acababa de ver, y me concentré en ella.

— ¿Estás bien?

De inmediato sonreí.

— Estoy de maravilla, más que bien, increíble en realidad.

Enarcó una ceja, observándome fijo.

— Fernando Ross, a mí no me mientes. – de inmediato sin pensarlo le coloqué una mano en la cintura, acercándola hacia mí. – Eh, eh, estas borracho.

— No. – sus ojos nuevamente fijos en mi me hicieron soltar un suspiro. – Ya sí, creo que la fiesta ya está terminando para mi...

Gaia me sonrío, dándome unas palmadas en la espalda con cariño.

— Un récord Fernando, mira la hora que es y estas aquí, divirtiéndote. Ni te imaginas lo feliz que estoy de volverte a ver en estos eventos.

— Y yo que pensé que no volvería a tocar un pie en una celebración de los Red Dragons. – suspiré, recordando mi primer año, con Roy y todo el equipo celebrando semana a semana cada victoria.

— Siento que has tomado una buena decisión, nunca había visto a Roy tan contento.

Asentí de acuerdo, y en ese momento pensé en donde se había metido, no lo veía hace un buen rato, y mi amigo era el que siempre andaba gritando, y bailando en la mitad del lio. Pero fue una mala opción, ya que nuevamente mi mirada quedo fija en Holly, la cual estaba pasándoselo de maravilla con Brandon en la vista del baile.

Y en el momento en que noté la mirada de ese imbécil en mí, desvié la vista de inmediato apretando los puños. Por supuesto Galia no me había quitado el ojo de encima.

— Creo que una buena caminata a tu casa y una charla te haría bien.

Con la vista perdida, no dude en asentir.

— No puedo estar más de acuerdo.

Sin dudarlo ni un segundo más, me encamine con Galia a la salida, no quería seguir ahí, y al mismo tiempo, debía admitir que debía olvidarme, debía intentar sacarme aquellos pensamientos y disparates en mi cabeza.

Nunca iba a ocurrir.

Y Galia era la chica perfecta para hacerme entrar en razón, echaba de menos pasarla bien con ella, bailar, y charlar.

No iba a lamentarme el resto de la noche, y esperaba tampoco hacerlo mañana, si en un futuro.

(Anna)

Era extraño seguir charlando con Roy, ya llevábamos quince minutos ahí echados en el césped del jardín, ajenos a toda la fiesta que se estaba armando ahí dentro, y aun no se había ido.

Pensé que en cualquier momento aparecería algún compañero suyo, o alguna chica para enrollarse, pero no sucedió ni una ni la otra.

Por lo que decidí aprovechar el momento.

— En un momento realmente pensé que íbamos a perder el partido, y es que..

— Nah que dices, si iban ganando por bastante ya antes del entretiempo. – solté interrumpiéndolo.

Roy sonrió, seguramente buscaba alardear conmigo, pero yo solo solté una risa, pensando si era el momento de preguntarle aquella duda que tenía hace ya días atrás.

Y al parecer él lo notó.

— Ya vamos Dickens, dispara.

Me lo pensé un momento, pero llegué a la conclusión de que era el momento perfecto para preguntárselo.

— ¿Qué paso con Fernando Ross? – Roy me miró sin entender mi pregunta. — ¿Por qué ya no está en los Red Dragons?

— Es complicado...

— ¿No sabía jugar en equipo? ¿Fue por Bandom?

Roy negó de inmediato, soltando una carcajada.

— Brandon está en el equipo por Ross, si Fernando nunca se hubiera ido del equipo, Brandon seguiría en la banca.

— Estaba sorprendida, bastante en realidad. Y noté como Roy no estaba seguro si hablar de ello.

— No tienes que contarme si no quieres, no es asunto mío.

— En realidad, sí, no sé porque tienes esa imagen de cretino de Ross, pero él está muy lejos de eso Anna. – lo observé atenta. — Lo hizo por mí, y aunque cueste creerlo, por todos. – Roy colocó sus manos por debajo de su cabeza, acomodándose en el césped del jardín, con la mirada fija en el cielo. – Cuando estábamos en primer año el capitán del equipo era un cretino con varios chicos, los molestaba constantemente, y ninguno se atrevía a decirle nada. – Roy sonrió, recordándolo— Excepto Ross, él fue el único que se atrevió a encararlo.

Roy se quedó en silencio por un momento, seguramente preguntándose si contármelo era una buena idea, y al parecer así lo sintió.

— Un día el capitán del equipo, Paul, luego de haber perdido un partido le echó la culpa a un compañero de primer año, y planeo darle una lección, fue en las duchas luego del entrenamiento del lunes, muchos del equipo lo acorralaron y empezaron a golpearlo, se puso feo Anna, estaban moliéndolo a golpes, y nadie hacia nada...

No quise preguntarle si él estaba ahí, pero por su mirada pude darme cuenta de que así lo fue.

— Yo... no pude Anna, no pude detenerlo, era mi primer año, quería formar parte del equipo y tener a Paul en contra significaba no volver a tocar la cancha, y no sabes cuantas veces he querido atrás y hacer las cosas tan distintas. – un silencio, en el cual no supe que decir, y Roy por su parte volvió a levantar la vista del suelo. — el punto fue que me fui de ahí, sin hacer nada, estaba pasmado, y justo me encontré a Ross, estaba charlando con Whitney en la cancha, y él se dio cuenta de inmediato que algo estaba ocurriendo.

— Roy no sigas, no tienes por qué decírmelo si no quieres...

Pero no me hizo caso.

— Ross corrió a las duchas, y cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando se abalanzo sobre Paul, le dio una buena golpiza, muchos intentaron echársele encima, pero Fernando los contuvo, y ayudo al chico, por supuesto con el griterío Whitney llegó y se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo, echaron a Paul, incluso de la escuela, luego de ello pensé que Fernando iba a seguir en el equipo, él amaba jugar Anna, aun lo hace, quise salirme junto a él, pero me lo impidió. – fruncí el ceño. – Recuerdo sus palabras exactas: "La única forma de que los Red Dragons cambien es si uno de los dos está ahí dentro, yo no puedo seguir ahí Roy, no con un equipo como este, y necesito que tú los hagas cambiar, porque yo ya no puedo" – le imitó susurrando.

— Nunca me espere algo así de Fernando Ross. Y me sorprende que nunca me hubiera llegado esa historia. – solté sin creérmelo.

— No es algo que el equipo se sienta orgulloso, y, además, luego de lo que ocurrió Whitney echó a todos los que habían participado del equipo, pero a quienes habíamos observado sin hacer nada nos dejó seguir si le prometíamos que no volvería ocurrir algo así, y no habláramos de esto nunca más.

— ¿Y qué paso con el chico?

— Nada grave, con Fernando lo fuimos a ver varias veces a su casa, sigue en la escuela, pero ha intentado alejarse lo más posible a todo lo relacionado con el equipo. Y no lo culpo. – un silencio en el cual no supe que decir. – Te cuento esto Anna porque quiero que entiendas que Ross no es una mala persona como tú crees... Él es lo mejor que me ha pasado en la vida. Y no lo sé, él siempre ha tenido fe en mí, siempre me ha apoyado y siempre ha estado a pesar de las estupideces que he cometido, somos muy distintos, pero he aprendido estos años que la amistad va más allá de buscarse una persona igual a uno, ¿sabes? Es poder tener a alguien, que más que un amigo para ir de fiesta o salir a divertirse, es... como un hermano.

— Es como Holly conmigo. – susurré.

Roy asintió, soltando un suspiro muy largo, como si hubiera aguantado el aire, y de cierta forma lo sentí aliviado, como si hubiera querido

Lo observé, fijamente, lo que me había contado Roy era algo muy íntimo, y debía admitir que de cierta forma no estaba sorprendida en absoluto hasta ahora, de una u otra forma había entrado en una burbuja con él en la cual había olvidado en donde estábamos, lo poco que nos conocíamos y la confianza que en la que al parecer habíamos entrado.

Y creo que Roy se dio cuenta.

— Perdón Anna, creo que... que, que me pasé, no me ha..— comenzó a enderezarse de inmediato, algo nervioso, aunque más bien muy borracho.

— ¿Puedo preguntarte algo más? – noté que Roy no quería, pero insistí. – Vamos, última pregunta y puedes irte de fiesta tranquilo.

Volcó los ojos, y yo por mi parte le sonreí, colocándome justo al frente de él.

— Ya, la cotilla Dickens, no sabía que eras de esas.

No respondí, sino que formulé de una vez por todas la pregunta.

— ¿Quieres ser mi amigo Roy Miller?

Pude notar que se quedó pasmado, sin moverse, y sin saber muy bien a que iba.

Pero ya iba a entenderlo, y al ver como esa cara intrigada fue convirtiéndose en una amplia sonrisa, supe desde ese momento, que, aunque sonara loco, luego tomaría sentido.

— De novios y ahora amigos, ¿Qué viene después? ¿Enamorarme y luego romperme el corazón?

Solté una carcajada, a lo que él también lo hizo, para mi esa fue una aceptación más que suficiente.

Y era que estaba segura de que Roy guardaba algo, un secreto profundo y oscuro, y sus ojos lo evidenciaban, había visto esa mirada antes, aunque él creyera que disfrazándose con las fiestas, amigos, salidas, fútbol y risas pasaba desapercibido, no para mí.

Porque sentía que había vivido un dolor igual al mío, y que aun había algo que le impedía seguir adelante.

E iba a ayudarlo. 


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Hola!! Espero que les haya gustado, hace mucho que no volvía actualizar en Wattpad una historia, y bueno, en realidad a escribirla, pero espero muy pronto darles un nuevo cap de "El Cuarteto" y de mi "Injusticia soy yo"!!

No olviden en comentar y votar!!!

Y quería informarle a mis lectores de CHILE, que estaré en la FILSA, la feria del libro en Santiago!! Para quienes quieran que les firme MAG pueden ir y traer la novela, o también quienes quieran comprarla estaré ahí para conocerlos y conversar!! Sería muy emocionante verlos!! Los horarios en los que estaré será el día sábado 10 de noviembre a las 17:00!! Les tendré una sorpresa a los que vayan y nada, espero que se animen a ir!!! 

También daré una charla sobre "Wattpad al papel" con otras varias autoras de la editorial el sábado 3 de noviembre, más información sobre los horarios y lugar exacto donde todo se llevará a cabo, me pueden envíar un mensaje por Wattpad, como también por mi instagram: j.rosewell

Un saludo enorme!!! Espero que les haya gustado!!

J. Rosewell.



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