Capitulo 5: ¿Podemos empezar de nuevo?

1. Jim en la foto *-*

2. El trailer de la novela disponible. 


(Anna)

- De todas las veces que has cometido algún error, esta vez te has superado amiga. –refunfuñó Holly en la cafetería. – Ni debería hablarte.

- Oh vamos, ¿Cuántas veces ya te he pedido disculpas? – solté ya por quinta vez durante toda la mañana. – No pude evitarlo, ¿Vale? Él realmente es un cretino, y sabía que iba a dolerle más si sabía que no era la única que pensaba así.

- ¡Yo no pienso así!

Volqué los ojos.

- Tus palabras exactas en tu cumpleaños del año pasado: "Odio a Fernando Ross, es un maldito engreído, un cretino adinerado que no es capaz de felicitarme en mi maldito día" – le imité mientras esta negaba con la cabeza.

- Yo soy testigo de eso. – se metió Jim, quien acababa de llegar por detrás de nosotras, colocándose entre el espacio que nos separaba con Holly, la cual soltó un suspiro. – Imposible olvidar tu rabieta por ello.

- ¡Cumplía quince años! No cuenta, a esa edad uno se fastidia por cualquier tontería, ni hablaba enserio cuando dije eso.

Jim frunció el ceño.

- Sigues teniendo quince años Holly.

Solté una carcajada instantánea, a lo que esta repitió una y otra vez que solo faltaban un par de meses, que ya no contaba, pero Jim y yo nos observábamos de manera cómplice sin ceder.

- Los odio, déjenme en paz. – soltó finalmente fulminándonos con la mirada.- Son los peores amigos que pudiera tener.

Solté una carcajada agarrándole una mejilla, a lo que esta me pegó un manotazo, comenzando su almuerzo.

- ¿Y a que iba el tema del grandioso, guapo y adinerado Ross? – Jim nos observó a ambas enarcando una ceja. – Oh, ya lo sé, ¿No te saludo hoy por la mañana?

Holly con el tenedor no dudo en echarle parte del puré de patatas en su rostro, a lo que yo reí instantáneamente, recibiendo una parte también.

- Ya. Me. Canse. Se callan o sufrirán las consecuencias. - fue lo único que salió de su boca, antes de que llegaran un par de amigos de Jim a la mesa, y este se volteara a su dirección mientras se limpiaba el rostro con una servilleta, y yo hacía lo mismo.

Jim siempre ha sido un chico sociable, pero no del tipo deportista ni andar por el estilo, si no que más bien de esos que pasan de ello, que se burlan más bien de los jugadores de futbol por no tener cerebro, pero al mismo tiempo el andaba con ese aire de superioridad igual a ellos, sabía que era guapo y que caminaba con ese andar seguro como cualquier deportista en forma.

Solo que él fingía que no era esa clase de chico cuando claramente si lo era.

Y con Holly lo teníamos más que claro. Ella en especial a decir verdad, y era que Jim a pesar de ser mi compañero en todas mis travesuras, Holly era más unida a él que yo, Jim la consideraba su mejor amiga, y yo por mi parte era la "segundona" que en cambio de Holly, si estaba dispuesta a meterme en problemas.

Pero en realidad no me importaba.

Un poquito. – me admití a mí misma en el momento en que Holly le susurró algo a Jim quien soltó una carcajada, y yo por mi parte desvíe la vista por la cafetería, a ver si había alguien interesante por ahí cerca.

Mis ojos se posaron de inmediato en la mesa de los de último año, o más bien la mesa que llamaba más la atención de ese curso.

Traducción: Donde estaba Roy Miller y Fernando Ross.

Ya era segundo día aquí, y ya los rumores me habían dejado más que claro lo que ya me esperaba de ese par.

Los más guapos.

Los más deseados.

Los más difícil de obtener su atención.

Y hasta ahora, Roy Miller había sido el caso. Le había echado una mirada en el pasillo más veces de las que podía contar, ya llevaba tres intentos de acercarme a él y no habían funcionado, y era que ese chico pasaba con personas a su alrededor, nunca andaba solo y cuando lo hacía, siempre alguien se me adelantaba.

Me sentía rechazada, tenía que admitirlo, pero al mismo tiempo había algo en él que me intrigaba, algo que tras toda esa fachada de una sonrisa amigable para el mundo, no era tan cierta como todos pensaban.

Sí, estaba loca, pero mi instinto nunca me fallaba.

Con mi mirada fija en él, quien se reía con las manos en el estómago de uno de sus amigos, el cual había aplastado sin darse cuenta su caja de jugo, la cual había salido un chorro a una chica que estaba de novios con alguno de los del equipo quien también reía ante ello.

Sonreí sin poder evitarlo, parecían estar pasando un buen rato, y en todo ello, noté que Roy alzaba la vista un momento, y nuestros ojos se encontraron.

No me avergoncé, y era que primera vez que parecía que notaba mi existencia, y al ver como levantaba la mano en un saludo a mi dirección, no dude en hacerlo también, pero no pude llevarlo a cabo, cuando Holly me agarró de esta para llamar mi atención.

- ¡Hay que ir a inscribirte para el Comité Periodístico! ¿Lo recuerdas? – me preguntó con los ojos abiertos de par en par, como si el mundo se fuera a acabar mañana mismo si no nos íbamos a inscribir.

Solté un suspiro.

- En realidad, quería hablar de eso contigo, hay un problema. – susurré algo asustada por su reacción. A lo que esta frunció el ceño. – Hay que tener un promedio exigido durante el año, y no van a admitirme de ninguna forma si ven mis notas.

- Pero si acaba de empezar el año...

- Piden las del año anterior para postular.

Holly se encogió de hombros.

- Entonces falsificamos una, estoy más que segura que tu vecino en el departamento, ¿Lo recuerdas? Ese que está en una banda de punk y tiene un gato. – asentí mordiéndome el labio para no reír.

- El que nos dio esas identificaciones falsas que nos las quitaron la...

- ¡Única vez que las usamos para comprar alcohol!

- Y las muy idiotas nos colocamos calcetines de tu madre en el pecho.

- ¡Sí! Y se te cayó uno justo en la caja con el guapo cajero que llevábamos enamoradas el verano entero. – soltó está estallando a carcajadas, mientras que yo por mi parte con solo escuchar la risa de Holly no pude parar, y era que Holly tenía una forma muy peculiar de reír, y era que en los momentos menos divertidos y situaciones que la mayoría no le serían muy graciosos, ella explotaba.

Y cuando realmente sucedía algo gracioso, a esta no le daba nada de gracia.

Primero, parecía muy común, pero luego cuando veía mi mirada extrañada, esta volvía a reírse, y no paraba hasta que le salieran lágrimas.

Y aquí no fue la excepción.

Por supuesto llamó la atención de las mesas más cercanas a nosotros, e intentando de detenerse, no pude evitar reír ante sus intentos fallidos de retenerla.

Jim apareció a nuestro lado, cruzado de brazos enarcando una ceja.

- No me digas, y yo que pensaba que en las vacaciones tus ataques de risa habían desaparecido.

- Ayu Ayud...ayuda. – balbuceaba con la mano en el estómago, a lo que Jim riendo junto a mí no le quedó otra opción que taparme la boca y yo la suya para que esta terminara por tranquilizarse. Cosa que hizo luego de unos minutos, secándose las lágrimas con su mano. – Gracias chicos.

- Para eso estamos. – dije dándole unas palmadas en la espalda, y cuando Jim comenzó a contarle sobre algo de menor importancia, alcé la vista en dirección a Roy, pero su mesa estaba vacía, la única persona que quedaba ahí sentada era Ross, quien con los pies encima de otra de las sillas tenía su mirada fija en un libro, y al parecer al igual que Roy, sintió mis ojos en él, girando su rostro a mi dirección.

Por supuesto no era amigable, aunque tampoco furioso, más bien neutro. Y yo para intentar solucionar las cosas, levanté la mano para saludarlo.

Debía admitir que fue una de las pocas veces que estuve nerviosa en mi vida, esperando lo que Fernando Ross iba a hacer en respuesta.

Y para mi sorpresa, en vez de serme indiferente, alzó su mano en modo de saludo, con una sonrisa más bien fingida.

Si hubiera sido cualquier otro chico que conociera me hubiera sentido por su poca expresión, pero era él, Fernando Ross, y con lo poco que lo conocía hasta ahora, era un gran paso en comparación con lo que en la escuela se hablaba de él.

Y justo en ese momento el timbre sonó, dando por finalizado el almuerzo.

Noté como un profesor se dirigía a Fernando, este estaba enfurecido, mientras que Ross parecía no estarlo escuchando, tomando sus cosas y comenzando a caminar, dejando al profesor ahí parado sin saber qué hacer.

Reprimí una risa.

- ¿De qué te ríes? – me habló Holly al enderezarme, colgándose en mi hombro.

Desvié la vista hacia ella.

- De que amo esta escuela.

Y era cierto.


Las horas pasaron lentamente, y era que el entusiasmo del primer día ya había acabado, las clases ya no eran un espectáculo del profesor presentándose a los alumnos y contándoles sobre sus vidas, si no que ahora ya habíamos pasado a abrir la página del libro y cuaderno, y ponerle atención a la materia.

Aburrido.

Y más aburrido.

- Eh gatita. – me susurró Jim desde detrás de mí. A lo que yo arrastré mi silla hacia atrás, para escucharlo mejor. – Necesito un respiro, ¿Operación Cascada?

Me lo pensé un momento, observando al profesor de matemáticas escribiendo letras y signos extraños en la pizarra, cayendo en cuenta que aunque me esforzara, no iba a entender nada.

Así que inaugure por primera vez la Operación Cascada, enderezándome de mi silla y respirando aceleradamente, y de inmediato sentí la mano de Jim en mi brazo.

- ¿Anna? ¿Estás bien? – su tonó fue dramático, más de lo que acostumbrábamos.

Pero para salvar la actuación comencé a desfallecerme en sus brazos, a lo que el profesor al ver la situación habló apresuradamente.

- Lleve a su compañera de inmediato a la enfermería. ¡Ahora!

- Por supuesto. – respondió Jim haciendo lo suyo, mientras que varios murmullos se escuchaban en la sala, pero fueron cayados por el profesor con una reprimenda.

Salimos de ahí siguiendo con la actuación hasta que la puerta ya estaba cerrada y estábamos a metros de distancia, separándonos de inmediato con una carcajada.

- Pensé que no iba a creernos. – murmuró apoyándose en los casilleros, para tranquilizar su respiración, a lo que yo me apoyé en este.

- No estamos tan oxidados después de todo. – pude decir sonriéndole, a lo que Jim asintió. Nos quedamos en silencio, el pasillo estaba desierto y noté que este todavía no me quitaba los ojos de encima. – Vamos, dime que te sucede.

Mi amigo desvió los ojos de mí, lo que me confirmo que algo estaba pasando, y que no era de poca importancia, porque si fuera así Jim ya lo hubiera soltado.

- No es nada Dickens, solo te echaba de menos.

- ¿A mí? ¿O poder saltarte clases por mis grandes dotes de actuación?

- Mmm... no sabría decidirme.

- Imbécil. – solté negando con la cabeza.

Este volvió a observarme de la misma manera que antes, parecía apenado, pero al mismo tiempo me convencía que eran solo imaginaciones mías.

Luego de unos minutos decidimos adentrarnos a una de las salas vacías a pasar el rato, donde hablamos de los pro y contra de esta escuela, que era lo que nos fascinaba y que era lo que menos nos gustaba.

- Oh vamos Anna, tienes una obsesión con los hombres, y hablo enserio. – me respondió al estar adentrados en una profunda conversación sobre mis "pro" en la escuela.

- ¿Qué quieres que te diga? No es mi culpa que en esta escuela hayan tantos hombres guapos.

Jim volcó los ojos de inmediato, enderezándose.

- Estoy en coche, ¿Vamos a algún lugar a pasar el rato? Ya me cansé de estar aquí encerrado.

- ¿Acaso la escuela no es lo suficientemente divertida para tu intelecto?

- Jugadores sin cerebro, animadoras con menos ropa que neuronas, profesores tiránicos, ¡Podría vivir aquí para siempre! – ironizó.

- No seas tan malo eh.

- Solo soy sincero al respecto con lo que la mayoría piensa, pero no dice... – este tomó mi mochila del pasillo, y se la colgó en la espalda. – Vámonos, o van a pillarnos.

Me enderecé asintiendo con una sonrisa, pero al posar mis ojos en uno de los carteles que estaban pegados en una de las pizarras de los pasillos caí en cuenta que no podía irme.

- Jim, tengo la admisión al comité periodístico.

- Pero vengo a dejarte cuando acaben las clases. - Con una mueca no supe cómo explicárselo, pero Jim al parecer lo captó sin tener que decirlo en voz alta. – Esta bien, como siempre llego tarde crees que es más que obvio que esta vez no será la excepción.

- No puedo arriesgarme. – añadí para que sonara mejor. – Es muy importante esto para mi...

- No pasa nada, igual tengo que hacer unos trámites aburridos.

- ¡Lo siento! – le grité disculpándome, a lo que Jim levanto su brazo para asegurarme que estaba todo bien, alejándose de mi por el pasillo.

Y ahora que no tenía idea que hacer, decidí ir a mi casillero a terminar de completar la hoja de inscripción para el comité periodístico.

Caminé por los pasillos asegurándome que nadie me viera, pero solo pasaron unos cuantos alumnos de otros cursos, que su última preocupación era yo.

Y al llegar a mi casillero, comencé a hojear las cuatro hojas que ya había llenado a la mitad, preguntándome a donde podía irme los veinte minutos restantes sin que ningún profesor me pillara.

Y en el momento de soltar un suspiro, el rostro de Roy Miller apareció frente a mí, provocando que ahogara un grito.

- Así que mi mejor amigo es un adinerado engreído. – soltó apoyándose en la pared a mi lado con esa sonrisa infantil que lo caracterizaba y esa chaqueta de los Red Dragons que nunca se quitaba de encima. – Tienes agallas Dickens, me gusta eso.

Demoré un momento en responder.

- Más bien no puedo evitar cerrar mi gran bocota, no creo que sea algo de que estar orgullosa en realidad.

- Nah, es bueno bajarle los humos a Feñi de vez en cuando. Así se ablanda.

- ¿Feñi?

Roy asintió, encogiéndose de hombros.

- ¿No deberías estar en clases?

Preferí evitar responder su pregunta con otra.

- ¿No deberías también tu estarlo?

- Como capitán del equipo de futbol tengo ciertas ventajas en el instituto, puedo saltarme clases, ir a entrenar cuando se me dé la gana...

- Así que eres de esos. – solté enarcando una ceja, y al ver que Roy no había entendido se lo dije. – Ya sabes, los que les gusta alardear.

Noté que Roy carraspeó a mi lado.

- No, al contrario.

- Oh vamos, "Soy el capitán del equipo de futbol", "tengo ciertas ventajas en el instituto", ¿Así ligas con las chicas? – este no respondió, pasmado y caí en cuenta que había hablado más de la cuenta, por lo que de inmediato intenté solucionarlo. – Perdón, es solo que... no lo sé, pensé que eras más original que la mayoría de los chicos.

Anna deja de cagarla. – me habló mi inconsciente.

El castaño seguía ahí parado, y para mi sorpresa respondió ante todo lo que le había dicho con una carcajada.

- Wow, realmente Feñi no mentía contigo, no te callas nada.

Sonreí nerviosa mordiéndome el labio para no volver a abrir la boca.

¡Que es de último año! ¡Mantén la compostura! – me dije, disimulando buscar algo en mi casillero, pero para mi sorpresa Roy me tomó del hombro para moverme a un lado y cerrar la taquilla con la que le quedaba libre.

- Ven conmigo.

Iba a darle una excusa, que el profesor pensaba que estaba en el baño y que debía volver a clases, pero ante esos ojos avellana que me observaban directamente, me fue imposible.

- ¿Dónde?

- Cha chan, sorpresa.

Este comenzó a caminar por el pasillo en dirección contraria a la salida al estacionamiento, lo que me dejaba claro que a donde sea que quería ir no dejaba las instalaciones de la escuela.

Por lo que no había impedimento para ir con él.

Así que no dude en seguirlo, y era que no iba a perder la oportunidad de estar junto a uno de los chicos más codiciados de la escuela.

Pero el sonido de la campana dejó más que claro que el destino al parecer no estaba de nuestra parte.

Roy que estaba a unos cuantos metros se dio la vuelta a mi dirección con un puchero, y en el momento en que abrí la boca para decirle algo, compañeros de curso de este aparecieron en el pasillo, acercándose a él de inmediato, y al ver que Roy comenzó a conversar con ellos sin ningún indicio de recordar mi presencia a unos metros, decidí darme la vuelta y desaparecer de ahí.

Pensé que iba a correr detrás de mí, o que iba a gritarme alguna disculpa.

Pero no paso ni lo primero, ni lo segundo.


(Fernando)

- Ya es jueves, cuarto día de clases y Whitey ya nos tiene dando once vueltas a la cancha. – se quejó Roy a mi lado, a lo que yo solté un bufido al verlo tan cansado trotando a mi lado.

- ¿No entrenas casi todos los días después de clases?

Este asintió.

- ¿Y? ¿Qué tiene que ver?

- ¿No deberías estar acostumbrado? – solté volcando los ojos.

- No soy como tú, no tengo una resistencia de puta madre, pero si soy bueno recibiendo los pases. – este hablaba con la respiración acelerada. - Además, en los entrenamientos después de clases tengo la excusa de hablar con Whitey sobre la planificación del equipo y sus jugadores, perdiéndome un par de vueltas que al parecer no se da cuenta.

Bufé.

- Whitey lo ve todo Miller, no te engañes. Si no trotas las vueltas significa que él te lo ha permitido.

Roy frenó a mi lado, colocando sus manos en las rodillas, tomando aire.

- Tendrá que permitírmelo ahora, no puedo seguir.

- Oh vamos, solo nos queda una vuelta más.

- A ti Ross, me llevas dos vueltas por delante si no lo recuerdas.

Cierto, tenía razón.

Este me sonrío haciéndome señas con las manos para que siguiera, y así lo hice, dejando a mi amigo a unos metros de Whitey, quien noté que empezaba a gritarle para que siguiera, pero Roy se acercó a él con una sonrisa de cordero degollado.

- Me miras como un hombre o te pongo a animar el viernes Miller, tu jueguecito conmigo no funciona, y lo sabes. - Ustedes llegaron tarde a mi clase, así que sigue el ejemplo de Ross y cumple con el castigo.

El curso entero, que estaba con Whitey flexionando en mitad de la cancha soltaron carcajadas, y yo por mi parte me burlé a unos metros de Roy, quien fastidiado arrastraba los pies.

- ¡Ahora Miller! No me hagas ir hacia ti.

Este soltó un suspiro, y gritándome desde atrás corrió hacia mi dirección a una velocidad impresionante, y al pasar junto a mí no disminuyó la velocidad, si no que en cambio la aceleró.

- Cuanto antes mejor, ¡Vamos Ross! El que llega primero conduce el coche cuando acaben las clases. – me gritó desde unos metros adelante.

Fruncí el ceño.

- ¡Genio, yo conduciré mi coche, el que tiene las llaves soy yo!

- ¿De estas hablas? – mi mejor amigo las sacó del bolsillo de su buzo, aumentando su velocidad en el momento en que no dude en soltar una maldición y correr tras de él.

- Imbécil. – pude decir mientras corría con todas mis fuerzas, a lo que Roy aullaba como lobo para fastidiarme, pero de todas formas llegue junto a él.

Entre jadeos, tirones, caídas y raspones, con Roy explotamos a carcajadas en mitad de camino, con Whitey que nos gritaba que viniéramos ya a las clases, y que luego nos cobraría las vueltas, pero que ahora dejáramos de comportarnos como unos niños de cinco años.

Y finalmente ante ello, Roy me arrojo las llaves desde su lugar, sonriéndome.

- Igual tengo entrenamiento hoy, así que es toda tuya. – volqué los ojos de inmediato, al no haberlo pensado antes. – Necesitaba demostrarle una cosa a Whitey. – fruncí el ceño. – Ya lo veras.

No añadí nada y seguí a Roy, mientras mi respiración agitada iba recuperando su ritmo normal, mientras con una botella de agua iba hidratándome, acercándonos donde estaban nuestros compañeros, escuchándose la voz de Whitey.

- ...entonces por temas de recorte de presupuesto, este año tendremos este bloque de educación física los de último año con los de primero, el que no le agrade esta idea puede irse ahora mismo y solicitar otro electivo, porque con la cantidad que somos no voy a soportar a personas que no estén dispuestas a seguir el ritmo de la clase. – con su voz dura que lo caracterizaba, ayudó a que más de diez estudiantes se levantaran y despidiéndose, salieran de la cancha al edificio, mientras que los de último año noté que empezaban a aullar en broma por las chicas guapas, y Roy no era la excepción en el grupo.

Una risa conocida se escuchó detrás de mí, y al fijarme de quien provenía, no era ni más ni menos que el estúpido de Brandon, quien estaba charlando con Anna, la amiga de Holly al final del grupo.

Whitey calló a todos con solo su mirada, para luego cruzarse de brazos.

- Para los de primero, les explico que como esto es solo un electivo, la idea es trabajar distintos deportes durante el semestre, que serán evaluados clase por clase, y para los del equipo de futbol, solo estarán la mitad de la clase, y la otra a entrenar.

Muchos soltaron aplausos, y yo por mi parte sonreí ante Roy, quien emocionado se acercó a mí, pasando su brazo por mi hombro.

- Amigo, este año será una pasada.

- ¿Y eso porque?

- Ya lo veras. – volvió a repetirme soltando una carcajada, y yo lo observé nuevamente extrañado.

- Eh, Miller ven aquí. – le soltó Brandon, quien venía hacia nosotros, pero Roy de inmediato se alejó de mí, seguramente para evitar cualquier confrontación. - ¿Vas a explicarme que a confirmación de quien te diste con la autoridad para colocarlo?

Su voz sonó bastante dura, y con un intento de seguir escuchando a que mierda iba el imbécil, Whitey me colocó una mano en el hombro mientras que Roy se alejaba de mí con Brandon.

- ¿No me escuchaste Ross? Trabajo en pareja, saca un balón de la malla y ponte a trabajar. – asentí de inmediato, pero volví a desviar mi vista hacia Roy y Brandon, quienes parecían estar peleando a unos metros de distancia. - ¡Ahora!

Tuve que dejar de lado lo que estaba sucediendo ahí, y darme la vuelta hacia mis compañeros, los cuales ya estaban todos emparejados ya con otro.

Pero una voz detrás de mi llamó mi atención.

- Lo siento profesor, estaba con el director. – eché un vistazo de reojo a Holly, quien le entregó un papel a Whitey, quien asintió con la cabeza, y justo al ver mi mirada en ellos, me apuntó con su dedo.

- Anda a trabajar con Ross, él te explicará en que estamos.

Noté como Holly se quedó quieta un momento, para luego balbucearle algo a Whitey que quedó en la mitad de la oración, y finalmente dirigirse hacia mí, mientras que por mi parte bajé la vista de inmediato, soltando un bufido.

Justo la persona que llevaba evitando desde hace dos días, tenía el destino que colocármela enfrente.

Estupendo.

- Hola. – dijo al llegar junto a mí, y yo levanté la vista conectando mis ojos con los suyos, y asentir en forma de saludo.

No iba a fingir que no estaba enfadado cuando en realidad si lo estaba.

- Hay que darnos pases, es para calentar antes de jugar voleibol. – le informé señalándole la distancia que debía colocarse de mí, cosa que hizo de inmediato. – Ahora, tenemos que seguir a los demás.

Holly asintió, y al igual que yo se quedó en silencio.


(Anna)

- Eh Brandon, ven ya. – le solté desde mi lugar, ya la mayor parte de la clase estaba calentando, mientras que este parecía estar discutiendo con Roy Miller, y al ver que ni siquiera me había escuchado, me acerqué hacia ellos.

Roy acaba de soltar una carcajada, pero Brandon no le veía lo gracioso a ello.

- ¿Quién mierda te crees que eres?

- El capitán de los Red Dragons, por si no lo recuerdas. – le respondió Roy, quien se cruzó de brazos- - Y siento decírtelo, pero quien toma las decisiones por el equipo soy yo, no tú.

- ¡Pero no estas decisiones! Siempre hemos sido un equipo, y escogemos a nuestros integrantes entre todos, cuando los demás se enteren vas a ver como...

- ¡Como nada! – la voz de Whitey hizo darse vuelta a ambos hacia su dirección, y pude notar como ambos me echaron un vistazo cayendo en cuenta que estaba escuchándolo todo detrás de sus espaldas. Avergonzada comencé a retirarme. - Tu vienes conmigo, y Miller, has que Anna trabaje, ¡Ahora!

Le eché una mirada a Roy, a lo que este me observó con una sonrisa.

- Así que Whitey intimida a todos, incluso a los de último año del equipo. – dije para romper el hielo.

- Exactamente, sin excepción. Incluso al propio director.

- Wow, es difícil de imaginar... - susurré, y era que Whitey siempre ha parecido agradable conmigo todos los fines de semanas que viene a cenar con papa y yo, sin dejar de lado sus visitas repentinas durante la semana.

Roy tomó el balón de la malla, mirándome con el ceño fruncido.

- Él sabe tu nombre y eres de primer año, las únicas dos opciones es que es familiar tuyo, o ya con los dos primeros días de clases lo has hecho enfadar como nunca antes nadie lo ha hecho. – sonreí. -Y dime que no es la primera.

Negué, recibiendo su pase.

- Mejor amigo de mi padre.

Roy pareció agradable la respuesta.

- Tu padre es genial.

- Ni te imaginas.- respondí lanzándole un pase, esta vez yo, a lo que Roy no respondió, dejándola caer a su lado mientras un par de chicas se le habían acercado a hablar por detrás.

Solté un bufido, esperando que terminara de hablar con ellas, pero al parecer me olvidó por completo, y en el momento en que apareció un chico de su curso a preguntarle un par de cosas y este comenzó a reír sin ninguna intención de volver su rostro hacia mí, le eché un vistazo a mi alrededor.

Segunda vez, estupendo.

Con la mirada busqué alguna distracción para pasar el rato, encontrándome con Brandon, quien ya había terminado de hablar con Whitey, y parecía estar muy ocupado en la malla de los balones buscándose uno.

- Eh, Brandon. – le llamé, a lo que este al alzar la vista y verme, me sonrío y vino hacia donde estaba. - ¿Estas bien?

- Perfectamente. ¿Con quién estás haciendo esto?

Apunté a Roy, quien estaba dándonos la espalda.

- Ah, con la estrellita. – Brandon al ver que no entendía el término, volcó los ojos, acercándose más a mí. – Si hay alguien en el instituto que le guste llamar más la atención y ser el centro del universo, ese es Roy Miller.

- ¿Ah sí?

Asintió, sin añadir nada más, mientras que yo por mi parte observé a Roy desde mi lugar, mientras daba pases con Brandon, tenía a tres personas alrededor de él, escuchando como este hablaba y todo el grupo comenzaba a reír.

"La estrellita" – susurré en mi interior, y era que desde el primer momento que lo vi no cabía duda que Roy Miller era de esas personas que llamaban la atención en donde sea que estuvieran.

Pero había algo en él que no me calzaba del todo.


(Fernando)

Las clases ya habían terminado, con Holly no habíamos hablado prácticamente nada, ya que luego de diez minutos Whitey nos hizo jugar y por supuesto, me mantuve lo más alejado de ella.

Y la única "conversación" más larga que tuvimos, fue la que excedió los simples monosílabos.

- Hoy no me vuelvo contigo en coche, me lleva una amiga.

Ni respondí, en cambio asentí para dejarle claro que había escuchado.

Ahora estaba camino a mi coche, en el cual por supuesto a pesar de que el equipo tenía entrenamiento, había un par del curso en el sector fumando cigarrillos o charlando animadamente entre ellos.

- Eh Ross, ¿Qué pasó con el Topo el martes en el almuerzo? – me preguntó Galia Thomas, una chica de cabello castaño claro, de porte pequeño, rostro circular y el cabello largo en una coleta.

Era la única chica con la que he salido en el instituto, había sucedido el año pasado, aunque en realidad nunca fue mi novia formalmente, pero si estuvimos más de cinco meses juntos.

Me acerqué a ella encogiéndome de hombros.

- Hoy estaba avergonzando a Mike Downey en frente de todos y ya sabes...

- No pudiste aguantar en colocarlo en su sitio. – me cortó sonriéndome para luego chocar nuestros hombros con cariño. – Tan Ross, imposible aguantar una injusticia, ¿eh?

- Eso intento, pero es difícil cuando el hijo de puta va a ser lo posible para hacerme reprobar.

Galia asintió de acuerdo conmigo, y era que no cabían dudas que el Topo iba a estar detrás de mi nuca el resto del año. Esta iba a decirme algo, pero un compañero apareció entre nosotros.

- ¿Cómo estas Ross? – me saludó, para luego dirigirse a Galia. – No puedo llevarte a casa, tengo tutoría y luego mi novia quiere que vaya a su casa.

- No te preocupes.

- ¿Segura?

- Si, Fernando me lleva.

Le eché una mirada, pero esta me apretó el brazo para que le siguiera el juego, a lo que asentí a este. Quien finalmente se despidió de ambos apresurado.

Galia quien estaba con sus tan usuales vestidos y calzas de distintos colores me guiñó un ojo, encaminándose a mi coche.

- ¿Así que tengo que llevarte a tu casa?

- Así es.

- ¿Y a que se debió el apretón?

- Te conozco, y sé que a pesar de tener un buen corazón, te incomoda estar conmigo después de que rompimos.

Iba a negarlo, pero al ver su rostro observándome fijamente con una sonrisa, fue imposible imitarla.

Tenía razón.

- Vamos gallina, tengo clases de Salsa en veinte minutos.

- Una palabra más y te vas a pie. – le advertí reprimiendo una carcajada, abriendo el coche, a lo que esta me sacó la lengua. – Hablo enserio.

Y así fue como luego de más de meses que no hablaba con Galia, esta me hizo recordar lo mucho que la extrañaba, pero al mismo tiempo me hacía volver a recordar la razón por la cual no pude llevar la relación al siguiente nivel.

Y la sensación de impotencia me invadió de pies a cabeza.

Al llegar a casa de Galia, la cual vivía en unos departamentos en el centro de la ciudad, esta se despidió de mí con un beso en la mejilla, dejándome marcado su labial rojo en la mejilla.

- Sabía que ibas a hacerlo. – le solté negando con la cabeza ante esta que soltaba una carcajada.

- Había que acabar esta vuelta al pasado a la perfección. Es lo mínimo, ¿no?

Volqué los ojos.

- Claro, claro, nos vemos mañana. – me despedí, a lo que está también lo hizo, encaminándose a la puerta de entrada.

Esperé hasta que entrara, ya que el barrio no era el mejor, y recordaba el año pasado cuando salíamos que más de dos veces la habían asaltado fuera de su casa.

Su voz me hizo volver a la realidad, encontrándome con Galia observándome con la puerta ya abierta.

- ¡Recuerda que mañana tenemos un mini control con tu profesor favorito!

La observé con el ceño fruncido, sin entender a qué se refería.

¿Con el Topo? ¿Calculo?

- Mierda. – solté, pero Galia ya había entrado y no alcanzó a escucharme.

Prendí el motor de inmediato, acelerando de vuelta al instituto.

Había olvidado el maldito cuaderno y carpeta con los apuntes de las pocas clases que habíamos tenido.

Maldiciéndome interiormente llegue a la escuela furioso conmigo mismo, y más aún cuando tenía unos cuantos compromisos que ocuparme hoy, y ya estaba llegando tarde. Así que de manera rápida fui a mi casillero y tomé todo lo que necesitaba, encaminándome al coche antes de toparme con los Red Dragons, que andaban algunos caminando por los pasillos y trotando por el campus.

Porque si Roy me veía aquí iba a obligarme a quedarme con él en el entrenamiento.

Y hoy no era una opción.

Ya en camino a casa me puse a pensar en lo furiosa que debía estar mi madre conmigo por no haber llegado todavía, y peor aún, la charla que iba a darme por más de veinte minutos sobre el compromiso, las responsabilidades, etc.

Esos momentos en que uno solo desea desaparecer del planeta, o ponerle pausa indefinidamente, para no querer afrontar la realidad.

Exactamente eso me sucedía.

Y para mi sorpresa toda esa mierda desapareció de mi mente unas cuadras antes de llegar a casa, al ver una figura conocida arrastrar las piernas por la acerca, cayendo en cuenta de que se trataba de Holly Acuña.

Me demoré un momento en atar los cabos, y era que al parecer esa "amiga" que iba a llevarla a casa, no era más que una excusa.

Escondiendo mi enfado frené el coche justo donde esta estaba caminando, la cual giró su rostro a mi dirección, y su expresión confusa paso de inmediato a sonrojarse con nerviosismo.

- Así que... ¿Tu amiga se olvidó de ti? – solté sin pensarlo, sonando más molesto de lo que creía. Holly intentó hablar, pero nada salió de su boca. – Sube al coche.- le exigí sin siquiera mirarla a los ojos.

Esta abrió la puerta de copiloto de inmediato, sentándose a mi lado sin decir absolutamente nada.

Y ya me estaba cansando esa actitud suya.

Prendí el motor al mismo tiempo que abrí la boca.

- ¿Acaso eres muda?

Noté como esta giró su rostro a mi dirección con el ceño fruncido, pero al mismo tiempo ofendida.

- ¿Quién te crees que eres? – murmuró entre dientes, pero yo por mi parte solté una burla.

- Un cretino adinerado, que no le importa nadie más que si mismo.

Un silencio.

Yo seguí conduciendo esperando una respuesta de su parte, pero al parecer o no estaba enterada de lo que su amiga me había dicho, o no era capaz de hablarme luego de saberlo.

- Mira... yo, perdón por eso. – habló luego de un rato, lo que de cierta forma amainó mi enfado, pero al mismo tiempo había tenido la leve esperanza que Anna Dickens hubiera inventado aquello, y que Holly me lo negaría.

Algo que no sucedió.

Así que decidí ir directo al grano.

- ¿Por qué?

Sentí como si el coche fuera más pequeño de lo que realmente era, de cierta forma esperar la respuesta a mi pregunta me provocó un nerviosismo instantáneo, más aún cuando ya estaba estacionando el coche en el aparcamiento de casa.

Y la respuesta justo al abrir las puertas para salir no ayudó tampoco.

- No lo sé, lo siento.

Observé como Holly comenzaba a caminar hacia la puerta de entrada del servicio que quedaba unos metros más a la izquierda que la puerta principal, y yo sin pensarlo dos veces fui detrás de ella, carraspeando para llamar su atención antes de que desapareciera.

- ¿Podemos empezar de nuevo? – sus ojos claros me observaron sin entender a qué iba, por lo que le ofrecí mi mano. – Fernando, un gusto.

Con duda tuve que sonreírle para asegurarle que iba en serio, y esta insegura terminó juntando su mano con la mía.

- Holly, un gusto también.

Con las manos entrelazadas, decidí dejarle claro mi punto con esto.

- No soy el jefe ni el hijo del jefe, ni tú tampoco eres la empleada, ni la hija de la empleada. Tú eres Holly, y yo soy Fernando, lo demás no es importante ni relevante, lo único común que tenemos es que vivimos en la misma casa y vamos a la misma escuela. – pasmada solo se bastó a asentir, pero sin quitarme la mirada de encima ni su mano de la mía.

Y al ver que no iba a obtener una respuesta de su parte, proseguí soltando un suspiro.

- Lo que intento decir Holly, es que estoy harto de que... no sé cómo explicarlo bien, pero desde pequeños que pareciera que hay una barrera entre ambos, como si tuviéramos que seguir un protocolo de distancia determinada. Y me gustaría que fuéramos quienes realmente somos el uno con el otro, sin formalidades.

Al terminar de hablar Holly me seguía observando sin pestañear, y yo por mi parte ya había olvidado hasta la última palabra de lo que había dicho, solo era consciente de que al fin había podido decirle lo que pensaba desde que tenía memoria con respecto a ella, su distanciamiento y su formalidad hacia mí.

- Yo... - comenzó a hablar formando con sus labios una sonrisa. – creo, yo creo que...

Pero sin dejarla terminar, una voz a nuestras espaldas nos tomó desprevenidos.

- ¿Qué significa esto?

Y al caer en cuenta de quien provenía, girándome hacia su dirección, de inmediato quise acabar con el contacto, pero no fui yo quien desunió nuestras manos, ya que Holly se había adelantado dando incluso un paso hacia atrás.

Era mi madre, quien estaba a unos metros, junto a la puerta principal abierta de par en par.

Sus ojos viajaron hacia mí y luego Holly.

Y que estaba enfurecida se quedaba corto a lo que su rostro dejaba en evidencia.

Mierda. 


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PERDÓN, SE QUE ESTE TIEMPO ME HE DEMORADO MUCHO EN PUBLICAR NUEVOS CAPITULOS. Lo siento, pero los primeros días de Diciembre es mi prueba PSU (prueba de admisión para las universidades en mi país) y es muy importante que me vaya bien para entrar a la carrera y universidad que quiero, así que ando muy corta de tiempo.

Y sobre MAG que muchos preguntan, todo lo que suceda con la novela será informado por mis redes sociales ya disponibles en mi perfil.

Ahora, una aclaración:

Muchos lectores me preguntan sobre porque aquí en el prólogo pareciera que Anna y Fernando estarán juntos, ya que en MAG el comienzo era muy similar con respecto a Tyler y Haley. PERO NO ES ASÍ, la idea del prólogo en la novela es dejar claro quiénes serán los protagonistas (los que narraran la historia), pero no por ello van a estar juntos, los que leyeron ya MAG saben muy bien con quien esta quien, así que no veo porque surgió confusión respecto a ello.

Bueno, ahora NO OLVIDEN DE VOTAR Y COMENTAR QUE LES PARECE, como siempre digo, amo los comentarios largos, leo todo lo que me escriben y el tiempo me juega en contra para responder cada uno de ellos, pero los tengo sumamente presentes.

Su favorito hasta ahora de la novela: ¿Fernando? ¿Roy? ¿Anna? ¿Holly?

Espero que les haya gustado.

Un saludo enorme, extrañaba mucho actualizar :D

J. Rosewell.

VOTAR.

¡VOTAR!

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