Capitulo 56 : Grito
(Haley)
Tenía a ambos hermanos esperando a que hablara. Me observaban atentamente, seguro que preguntándose qué iba a decir al respecto. Y la verdad era que ni yo misma tenía alguna idea de qué iba a decir. Lo que esperaba era que apareciera alguien para rescatarme, para al menos darme tiempo de razonar. Desgraciadamente nadie entró a la cocina, por lo que mi intento de ser salvada de una u otra forma no surtió efecto.
—Yo... —sentí cómo mi voz se apagó sin poder articular otra palabra, bajando la vista, avergonzada.
Y para mi suerte, James se dispuso a hablar.
—Dime que hay una explicación lógica para esto, Haley —su voz sonó como casi un susurro, y ahí caí en la cuenta de que James estaba igual de nervioso que yo.
—Vamos, Haley, habla de una vez —me dijo Tyler a mi lado, sonando incluso molesto.
Fruncí el ceño en su dirección. Estaba nerviosa, él no era el que estaba siendo catalogado de loco e incluso todavía ni abría la boca para decirle la verdad. Este, al notarlo, me miró de la misma forma.
—¿Qué? Es la verdad, dile de una puta vez que puedes verme.
—¿Y ser yo la catalogada de demente? Es fácil para ti decirlo cuando no estás en mi situación —le solté de golpe.
—¿Y crees que no me muero de ganas de estarlo? ¿Que estoy feliz donde estoy?
—Tyler se acercó hacia mí mostrándose fastidiado, pero sabía que solo lo hacía porque estaba igual de nervioso que yo.
—Sabes que no me refería a eso.
—¿Y a qué te referías exactamente? —insistió de manera grosera.
—¡¿Ves?! —le apunté—. Si vuelves a...
La voz de James, a quien habíamos olvidado por completo, hizo que parara de hablar de inmediato.
—¡BASTA YA! Joder, ¿qué mierda te sucede?
Ambos volvimos la vista a este. Tenía los brazos a cada lado de su cuerpo, su rostro estaba serio y sus ojos me observaban abiertos de par en par, esperando una respuesta. Nuevamente me quedé en blanco, no sabía cómo empezar, y mucho menos qué decir, de modo que de inmediato eché a un lado mi orgullo y observé a Tyler, esperando que pudiera ayudarme de una u otra forma. Sus ojos grises, al conectarse con los míos, entendieron qué era lo que le pedía, y en menos de un minuto habló.
—Dile si recuerda cuando él tenía catorce años y nuestra vecina Sally se negó a ser su novia.
No tuve tiempo de preguntarle ni de fruncir el ceño, ya que sentí cómo las manos de James se instalaban una a cada lado de mi hombro, quedando frente a frente.
—Haley, dímelo de una vez o vas a tener que explicárselo también a Fernando y Roy.
Ni supe de dónde saqué el valor para pronunciar exactamente lo que Tyler me había dicho, y mucho menos me imaginé que la reacción de James fuera dar pasos hacia atrás de inmediato, como si ese recuerdo fuera una pesadilla para él.
—¿Quién mierda te contó eso? ¿Mark? ¿Martha? Ah, ¿Tyler cuando salían juntos?
Negué con la cabeza. Tyler, que ahora estaba al lado derecho de James, me sonrió a medias, dejándome claro que esta era la mejor manera de que nos creyera, y volvió a seguir con el cuento, que yo repetía en voz alta desde mis labios.
—Luego de que Sally te rechazara te pusiste tan triste que lloraste frente a ella, y le rogaste al día siguiente a Mark que fuera a decirle que no se lo contara a nadie, cosa que funcionó. Nunca más nadie supo del tema, y por supuesto la reputación de James Ross quedó intacta.
Sus ojos oscuros me miraban atentamente. Reflejaban sorpresa, eso no lo dudaba. James podía parecer un idiota total, pero con lo que había conocido de él estos últimos meses sabía que no era así, que solo lo aparentaba.
—¿Y eso qué tiene que ver con todo esto? —cruzó los brazos, intentando seguramente parecer amenazador, y por supuesto lo consiguió. Nuevamente el nerviosismo se apoderó de cada parte de mi cuerpo.
—Algo.
—¿Y? ¿Vas a decírmelo de una puta vez?
Observé nuevamente a Tyler, que esta vez soltó un suspiro.
—Solo dile —apreté la mandíbula, intentando calmarme. Tyler al notarlo volvió hacia mí—. Tranquila, James va a creerte —dudé, frunciendo el ceño—. Confía en mí, lo sé.
Con solo conectar mis ojos a los suyos sabía que estaba hablando en serio, que estaba seguro de ello, y que incluso era capaz de poner sus manos al fuego por ello. Bien. Ahí iba.
—Es sobre Tyler.
—Oh, ¿en serio? —ironizó.
Cerré los ojos un momento, intentando calmarme. Noté a Tyler junto a mí.
—Solo dilo... —me susurró en la oreja—. Si te cree una loca demente tengo varias formas de convencerlo peores que la de Sally la vecina.
Sonreí, intentando calmar el nerviosismo, pero claramente fue en vano. Al parecer no me quedaba otra alternativa. Abrí los ojos y hablé de una vez por todas.
—Tyler está aquí, justo ahora.
Pensé que James iba a soltar una carcajada, o que iba a salir corriendo a llamar a un centro psiquiátrico, pero en cambio solo frunció el ceño, sin abrir la boca. Por lo que antes de que dijera nada intenté explicarme mejor.
—Desde que murió Tyler ha estado junto a mí, al comienzo no lo notaba, pero luego, unos días después, lo vi, y desde ese momento hablamos. Sé que parece una locura, pero debes creerme, él me contó sobre Sally y me ha dicho que hay más formas de convencerte para que me creas.
Nuevamente silencio. Ahora los ojos de James estaban fijos en el suelo. Le eché una mirada a Tyler, preocupada, pero este estaba muy ocupado observando a su hermano.
—Ni sabes lo difícil que ha sido para mí todo esto, he tenido que mentir...
Ni pude terminar la frase. Al parecer Tyler había estado equivocado con su hermano, porque con solo escuchar sus palabras me dejó bastante claro que no iba a creerme.
—No sé cómo pensé siguiera en escucharte, Haley, sabía que lo que fueras a decirme no iba a justificarlo —me cortó, soltando una risa nerviosa—. Pero esto se fue a la mierda, Tyler está muerto.
Negué con la cabeza, acercándome a él para que no desapareciera.
—Déjame explicarme...
—No, no voy a escuchar más locuras —este comenzó a caminar hacia atrás, negando con la cabeza, pero sus ojos seguían observándome.
—James, solo escúchame...
—¿Para qué? ¿Para qué me sigas diciendo estupideces? ¡Es que solo escúchate, Haley! Mi hermano está muerto, ¿cómo mierda sería posible que pudieras verlo?
—No lo sé... solo lo hago —susurré.
—¿Y qué esperas? ¿Qué te crea, así como si nada?
James tenía su punto, él se encontraba en la misma situación que había estado hace unos meses atrás cuando Tyler apareció frente a mí diciéndome que era el real, no imaginaciones mías. Y la única forma en que pude creerle fue con Narco, que me hizo verificar que Tyler era real. Ahora debía hacérselo ver a James.
—¿Una ayuda? —le pregunté a Tyler bajo la atenta mirada de James en mí. Solo le faltaban dos pasos para desaparecer de la sala—. Dime algo que solo tú sepas de James.
—Aprendió a nadar cuando tenía diez años.
Repetí las palabras de Tyler, creyendo que podría convencerlo, pero en cambio este negó con la cabeza.
—Eso te lo pudo haber contado mientras vivía —contraatacó, para luego soltar un suspiro—. Vale, en realidad, lo que sea que me digas no va a convencerme, Haley, quizás solo sea pasajero, tu imaginación no puede olvidarlo e inten...
—No, espera.
Nuevamente Tyler habló y repetí sus palabras en sincronía.
—Ayer, luego de mandarle el mensaje a Marie cuando Mark se fue con Diana, te adentraste en tu habitación y te pusiste a ver fotos por el ordenador de tus vacaciones en California con Tyler el año pasado —James iba a decir algo, pero seguí—. Incluso imprimiste unas cuantas que guardaste en un sobre dentro del único cajón que guardas con llave en tu habitación. Y ahora te estás preguntando cómo lo sé. Quizás pude haber encontrado la llave y abrir el cajón, pero es imposible.
—¿Por qué?
—Porque la adentraste en tu llavero junto a las llaves del coche, y no te despejas de este incluso para dormir.
—Pudiste haberme robado el llavero mientras dormía.
—Sabes que no, siempre duermes con la puerta con cerrojo.
James no respondió, se quedó quieto observándome, y Tyler soltó un suspiro algo cansado, esperando seguramente que James le creyera. Insegura, no desvié mis ojos de los suyos, quería que le quedara claro que no mentía, que Tyler estaba aquí presenta ahora mismo.
—Entonces nunca fuiste la novia secreta de Tyler, ¿no? —susurró. Negué—. ¿Se supone que Tyler está aquí ahora mismo?
Asentí.
—Justo a cinco pasos a tu derecha.
Tyler se le quedó mirando mientras James caminó hacia ahí.
—¿Aquí? —me preguntó al quedarse solo un paso para estar "encima" de Tyler. Volví a asentir—. ¿Y qué está haciendo?
—Dile que voy a volver, que estamos buscando una forma de traerme a la vida, que no va a zafarse de mi tan fácil.
Repetí sus palabras, y James soltó una carcajada quebrada con los ojos cristalizados.
—El enano nunca se rinde, ¿eh? —sonrió—. A ver... si te llego a creer, ¿cuál es el plan? —ahora su vista fue puesta en mí, e iba a abrir la boca, pero el ruido de alguien caminando por el pasillo llamó mi atención.
Ambos nos quedamos quietos sin abrir la boca, mientras que Tyler soltó un gruñido fastidiado. El pequeño George apareció con las manos en los ojos, soñoliento.
—Vuelve a la cama, falta aún para ir al instituto —se adelantó James, dándole empujones para que volviera a su habitación.
—Tengo hambre —se quejó.
—¡Y qué mierda! Vuelve en quince minutos.
—¡No, quiero comer ahora! Suéltame o voy a gritar...
—Si gritas te doy una paliza, tú eliges.
Y con solo lo último que dijo James, que ahora lo agarraba para llevárselo de una vez, George no dudó en soltar un gritó que retumbó en toda la casa. Y lo siguiente que escuchamos fueron varias puertas abrirse, dejándonos sumamente claro que no iba a haber ninguna posibilidad de retomar nuestra conversación ahora mismo.
(Tyler)
James había sido regañado por Fernando por haber despertado a todos al causar el grito de George, que se fue a su habitación de inmediato. Sabía que la razón real era que quería estar solo para pensar bien en todo lo que Haley le había dicho. Por supuesto, la mayoría volvió a su habitación a seguir durmiendo. Haley me hizo señas de que se iba al instituto de inmediato, mientras que Fernando y Roy se encaminaron a desayunar.
—Quiero ver qué descubro aquí, luego te alcanzo —le dije, sonriendo, y esta por su parte se mostró de acuerdo—. Te agradezco lo que has hecho, Haley, no me imagino lo mucho que te debe haber costado.
Como Fernando y Roy podían echar a Haley se bastó a asentir, aún con una sonrisa, y yo me quedé más tranquilo. Al escuchar el cierre de la puerta principal Roy soltó un suspiro desde su asiento, junto a la isla de la cocina. Fernando tenía los ojos fijos en el periódico.
—A ver, Miller, ¿qué te atormenta ahora?
Noté que el tono había sonado con una pizca de disgusto, lo que Roy no pasó
por alto.
—Eres un imbécil —Roy se enderezó, caminando hacia la cocina para prepararse el desayuno.
—Bien, ahora yo soy el malo del asunto.
No entendía ni una mierda, ambos parecían cabreados el uno con el otro. ¿Pero por qué?
—Soy Fernando Ross y me presento a alcalde de Chicago, cuando las elecciones pasen me haré cargo de la mierda de situación en la que mi familia vive y de todos los embrollos de la muerte de mi hijo. Pero antes mi prioridad es ganar el puesto para estar a cargo de esta jodida ciudad —le imitó, con aires de grandeza, a lo que Fernando apretó la mandíbula, cabreado.
—No tienes ni idea de lo que hablas.
—Claro, ¿y tú sí?
Fernando saltó de su silla, provocando que diera un salto por la sorpresa.
—Me crie con el tipo de gente que quieres tratar, Roy, sé cómo funcionan.
—¿Y eso lo justifica?
—Si él gana las elecciones nunca podremos culparlo de absolutamente nada. Queda limpio.
—No va a ganar si lo metemos en la cárcel antes.
—¿Y cómo piensas hacerlo? Es el que está al mando del contrabando en la ciudad, con solo escuchar que quieres hundirlo te enterrará vivo bajo tierra sin pestañear.
Ambos se miraron en silencio, y lo siguiente que se escuchó fue el puño de Roy golpear la pared que estaba a su lado, soltando una maldición.
—Lo odio.
Fernando se le acercó a paso lento.
—Voy a ganar estas elecciones, Roy, y cuando lo haga lo haré sufrir, quemaré todo su imperio desde las raíces y no dejaré absolutamente nada. Él va a pagar todo lo que hizo —este asintió, aún desanimado—. Y sobre Tyler... si él tuvo algo que ver voy a aplastarlo, créeme. Porque nadie se...
—Se mete con la familia —finalizó Roy levantando la vista, forzando una leve sonrisa.
Ni supe qué pensar en ese momento, lo único que estaba en mi cabeza era Richard Grey. Él no podía ganar.
(Haley)
¿Para qué? ¿Para qué me sigas diciendo estupideces? ¡Es que solo escúchate, Haley! Mi hermano está muerto, ¿cómo mierda sería posible que pudieras verlo? Sus palabras iban repitiéndose en mi mente una y otra vez. La conversación había sido repasada en mi cabeza todo el camino hacia el instituto. Mi corazón latía con fuerza, los nervios aún no se calmaban, y con solo pensar en volver a hablarle del tema todo se amplificaba aún más. Me arrepentía totalmente, no podía entender cómo me había dejado convencer por Tyler de habérselo soltado. ¿Y si se lo contaba a alguien? ¿A Fernando? ¿Roy? ¿Mark? ¿E incluso Marie?
Al escuchar voces en el estacionamiento volví a prestar atención a mi alrededor, reparando en los estudiantes que, al igual que yo, habían llegado temprano. Al salir de casa Tyler se había ido por su camino y yo por el mío, así que al parecer hoy no iba a ser un día de Tyler y Haley, sino otro día para descubrir mentiras, secretos y sorpresas.
—¡Haley! —escuché justo cuando iba encaminándome a la biblioteca para estudiar el examen de hoy, para el que por supuesto ni había abierto el libro aún.
No me di la vuelta, sino que esperé a que se acercara. April apareció en un momento frente a mí, llevaba su pelo largo en una coleta, evitando así que el viento se lo desordenara, como sí hacía conmigo.
—¿Dónde se metieron ayer? —me susurró discretamente.
No respondí, tenía la mirada fija de un grupo a unos pocos metros, por lo que ambas nos adentramos en los pasillos del instituto, donde al fin pude acomodarme el cabello, que había quedado revuelto, y responder.
—¿Con quién?
—Ya sabes, con Lauren. Las llamé a ambas por la tarde y ninguna cogió el teléfono.
Oh, lo había olvidado por completo. April esperaba una respuesta y no sabía cuál darle. No podía decirle lo del embarazo porque se lo había prometido a Lauren, y no tenía ni idea de qué excusa darle. Iba a comenzar con una mentira, pero Daniel, que siempre llegaba temprano para que el periódico estudiantil estuviera funcionando, se acercó hacia nosotras.
—Qué bien que ambas estén aquí, necesito ayuda con el anuario.
April de inmediato lo miró, interrogante.
—Creía que ese tema ya estaba cerrado.
Daniel hizo una mueca.
—No completamente.
—No me digas —volcó los ojos, entregándome una carpeta en la mano—. Anda a mostrarle esto a Lauren, me dijo que estaba llegando. Son sobre las modificaciones de horarios de su equipo. Espera que voy a anotarle unos cuantos datos —la presidenta del comité periodístico le quitó el lápiz de la oreja a Daniel, cabreada, para finalizar con la nota y adentrarla en la carpeta.
—Lauren ya no forma parte del equipo, ayer renunció, aunque algunos rumores dicen que... —empezó Daniel, cruzándose de brazos, esperando una felicitación por parte de April.
—El reglamento es claro, solo se puede destituir a un integrante de una actividad extra programática si el director lo señala con la última palabra. Así que si has llegado a poner una noticia sobre ello en el diario de hoy tenemos mucho trabajo que hacer, ¿no?
Daniel, a quien le ardían las mejillas, asintió sin pensarlo dos veces, y así fue que ambos desaparecieron por los pasillos. Deseé ir con ellos a ayudarles, pero tenía la carpeta en mis manos, y sabía perfectamente que todo el rollo de los horarios era solo una tapadera. No la abrí, tenía miedo de que alguien la viera, incluso que esa persona que había estado fotografiándome estuviera rondando incluso dentro del instituto.
Al encontrar a Lauren unos minutos después, nos dispusimos a buscar una sala poco concurrida en el establecimiento. Ambas no dijimos nada en el camino más que preguntas comunes sobre qué tal iba la vida. Y todo era para no llamar más la atención de las pocas personas que había, y es que al parecer aún no se acostumbraban a vernos juntas.
—Tranquila, es porque me han echado de mi propio equipo. Incluso según esas zorras soy portada del diario estudiantil.
Cierto, no lo había pensado, y me extrañé por ello. Nos adentramos finalmente en una de las tantas salas. Lauren parecía algo nerviosa y al mismo tiempo avergonzada, pensándose si entrar o no. No dije nada, sino que pasé por el lado. Necesitábamos apresurarnos, tenía que estudiar el examen que tenía en unos minutos. Ambas nos colocamos en el escritorio del centro y abrimos la carpeta. La nota de April se leía claramente.
Mi padre se negó, hoy iremos a colarnos a la iglesia y la llevaremos a la comisaría.
Silencio. Una cosa era pensar en la mente el hecho, pero una muy distinta era caer en la realidad de que íbamos a hacerlo cierto, que ya no eran imaginaciones en que todo salía correctamente, sino que nos tirábamos al vacío sin tener idea de qué iba a suceder.
—¿Haley? ¿Estás bien?
Mi mente estaba muy ocupada preguntándose qué íbamos a hacer si nos pillaban, si sonaban alarmas y la policía nos tomaba, e incluso si las pistas no estaban ahí dentro. Sin responderle, me dediqué a quitar la nota que estaba encima de los papeles para echarles un vistazo. La mayoría eran planos de la iglesia que nos mostraban el camino hacia las distintas estancias que había. April se había preocupado de marcar con una cruz donde seguramente no iban a estar, y haciendo círculos en los que tenían más probabilidades. Luego había una hoja que Lauren se dispuso a leer en voz alta.
—Dos entran quince minutos antes de que la cierren, se esconden y esperan a que todo se apague y el capellán se vaya a dormir. La otra afuera con el coche esperando, que avisa por mensaje si llega a haber alguna complicación —al terminar me observó—. ¿Crees que resultará?
Me encogí de hombros, subiéndome al escritorio del frente, jugando con mis piernas.
—Espero que sí, nunca he escuchado que a April Granger no le resulte lo planeado.
Lauren soltó una leve carcajada.
—Tienes razón, yo tampoco.
Tyler
Seguí a James al instituto, quería saber qué tal lo llevaba todo y también, en realidad, si llegaba a abrir la boca al respecto del tema. Pero hasta ahora seguía peleando con Marie, que iba de copiloto en el coche.
—Deja mi música en paz, Acuña —le dijo por tercera vez, quitando su mano de la radio.
—¿A eso le llamas música? Solo son gritos y mezcla de ritmos desentonados y de mala calidad.
Volcó los ojos.
—¿Y a mí qué? A mí me gusta y punto. Así que no intentes cambiarla.
—Voy a hacerlo, estás haciendo sufrir a mis oídos con ella —esta alargó su mano nuevamente, pero James, dejando una libre del volante, la detuvo.
—Si lo haces te desnudo.
Marie abrió los ojos como platos, sorprendida, al igual que yo. En cambio, James sonreía de lado.
—¿Eh?
—Tu ropa hace sufrir a mi vista. Es lo mismo, ¿no?
La observé de inmediato, reparando en que Marie iba vestida de manera alternativa: llevaba el cabello recogido, una playera larga de color negro con unas letras blancas que decían Libre Expresión, unas calcetas negras hasta las rodillas y unos botines rojos que iban a par con la cartera. Un golpe duro cayó en su hombro, el cual James lamentó.
—No sabes de estilo.
—Claro, es que tú eres experta —volvió a burlarse.
Marie iba a darle otro puñetazo, pero hizo una maniobra para aumentar la velocidad, haciéndola moverse de un lado a otro. Con eso, soltó una maldición. La risa de James se escuchó al instante, pero más que eso se trataba de una fingida. Sabía que luego de hablar con Haley sus ánimos habían quedado reducidos al suelo. Y al parecer Marie lo notó, atribuyéndolo a otro problema.
—¿Dónde estaba el disco?
Mi hermano la miró de reojo, intentando no quitar la vista de la calle.
—Alguien lo dejó en mi habitación, encima de mi escritorio.
Mentira.
—Qué raro, estaba segura de haber revisado ahí antes.
—¿Te metiste en mi habitación?
—Sip, me colé por la ventana. ¿Qué tienes ahí dentro que cierras con cerrojo cada vez que sales? ¿Tus revistas porno?
El rostro de James se contrajo, y Marie no pudo evitar burlarse.
—No es de tu incumbencia —respondió con la mandíbula apretada sin siquiera echarle una rápida mirada.
En eso, entraron al estacionamiento del instituto, en el cual James dejó el coche en su lugar de siempre, junto a la entrada del establecimiento. Marie abrió la puerta de inmediato, seguramente queriendo escapar de todas las miradas hacia su dirección.
—¿No era que te importaba una mierda lo que diga el resto?
Esta enarcó una ceja.
—Tengo reunión con el comité artístico —Marie lo observó, interrogante, para luego caer en lo que se refería, soltando un bufido—. ¿En serio, Ross? Deberías despejar tu mente un momento de ti mismo, ya asustas —esta le guiñó un ojo, haciendo enfadar aún más a mi hermano.
No pude evitar sonreír como un imbécil, Marie era genial.
—Un gracias estaría bien —soltó, fastidiado.
Esta, que ya había comenzado a caminar unos pasos, se dio la vuelta. James ya había salido del coche y estaba sentado en el capó con los brazos cruzados para dejar ver su musculatura envidiable, algo típico en él.
—¿Y por qué, exactamente?
—Ya sabes, por ser un conductor envidiable, haberte permitido subirte al mejor coche de la ciudad y haber salvado tu pellejo con... ya sabes.
Marie sonreía, captando lo que quería decir, y en vez de soltarle una maldición o dejarlo ahí sin responderle se acercó hacia él sin quitar la vista. James se removió, incómodo, sin saber a qué iba. Y para sorpresa seguramente de todo el instituto, Marie recargó su cuerpo en el de James para colocar su boca cerca de su oído. Yo, al ser el patético fantasma en la escena, tuve que acercarme también.
—¿No debería agradecerte por mentir respecto al disco? —mi hermano iba a decir algo, pero Marie siguió—. He aprendido a saber cuándo lo haces, no lo niegues. Lo que no me entra en la cabeza es por qué lo hiciste... —James, nervioso, intentó quitársela de encima, pero Marie le hizo quedarse quieto al besarlo en la mejilla—. Gracias por el gesto, pero voy a encontrarlo, no soy de las que se rinden fácilmente.
Esta empezó a enderezarse para despegarse de James, pero él se lo impidió, tomándola de la cintura. Marie abrió mucho los ojos, pero no se resistió.
—Entonces lo encontraremos juntos.
Ambos se miraban directamente a los ojos, como si dentro de ellos pudieran encontrar algo. Yo, en cambio, estaba impresionado de que no estuvieran arrancándose los pelos el uno al otro. Y esto era un gran paso, aunque también pude darme cuenta de que infería a otro tema, que por supuesto nunca iban a admitir ninguno de los dos.
«Es que tú lo conoces a la perfección, ¿no, Tyler? No otra vez, no...», me dije interiormente.
(Haley)
Puede ser la primera, pero la segunda también tiene su punto, y la tercera es ambas. Aunque si la primera llegara a no ser... Bien, esto iba a matarme. Nunca antes en mi vida me había sucedido algo así en un examen, ni siquiera en una prueba común y corriente. Siempre estudiaba lo necesario, y como tomaba atención en clases ambas se complementaban y me hacían aprobar siempre. Pero ahora durante estos últimos meses nunca tomé mucha atención, y al no tener tiempo durante la semana se me pasó por completo. Y aquí estaba yo, dando el examen de biología sin tener ni idea de qué responder.
—¿Cómo vas? —la voz de Tyler me hizo sobresaltarme, ganándome una mirada confusa por parte del profesor.
La mata de cabellos rubios se colocó junto a mí, observando lo que llevaba respondido, que era bastante poco. No entiendo nada. Este, al leerlo, fijó la vista al suelo.
—Sabes que si no tuvieras un lío en la cabeza por todo mi asunto estarías respondiendo perfectamente el examen —este se pensó un momento lo que iba a decirme, y yo lo esperaba, intrigada—. Te mereces una buena nota, lo sabes. No sería copiar, solo... una retribución por lo que me has ayudado.
Me lo pensé un momento. Tyler tenía su punto de razón: si no estuviera viviendo todo este caos las cosas serían muy distintas. No estudié no porque no quisiera hacerlo, sino porque no me dio el tiempo para ello. Tyler esperaba una respuesta a mi lado, y yo no sabía qué decir. Finalmente escribí en la esquina de la prueba: Ya he cambiado lo suficiente, al menos quiero mantener un principio de la antigua Haley. Tyler asintió, sabía que él quería un sobresaliente para mí, y sabía que lo haría todo por ello. Pero no podía, necesitaba saber que seguía siendo la misma al menos en ese detalle tan mínimo.
(Tyler )
Luego de dejar a Haley hacer tranquila el resto del examen que le quedaba me di una vuelta por el instituto. Busqué a Mark, quien por supuesto no había ido a clases hoy. Mientras caminaba por los pasillos del instituto escuché un fuerte portazo proveniente de la oficina del director. Para mi sorpresa, se trataba de James, que tenía una cara espantosa. Seguramente tenía detención o algún trabajo extra.
—¿Y a ti qué te sucedió? —al escuchar la voz de Whitey volví mi atención hacia James, que estaba frente a este.
—No quieras saberlo —le respondió soltando un suspiro.
No era extraño que James tratara de tú a tú a las personas mayores, él siempre había sido así y le importaban muy poco las modalidades en ese sentido. Y al parecer a Whitey tampoco le pareció irrespetuoso.
—¿Un caos en casa? ¿O todavía no comienza?
—Todavía no, mañana Fernando comenzará a ponerse nervioso antes del debate del sábado en el canal 8.
—Oh, lo había olvidado por completo. Espero que aplaste a Grey.
—Lo hará.
Había olvidado el debate, seguramente iba a ser una pasada. Ahí se definía quién de los dos iba a ganar en las votaciones de la mañana siguiente.
—Desgraciadamente tengo que rellenar unos papeles para el juego de mañana, no te metas en problemas. ¿Bien?
—¿Problemas? ¿Yo?
Whitey soltó una carcajada, fulminándolo con la mirada, mientras que James por su parte se dio la vuelta junto a mí para empezar a caminar hacia su clase. Aunque en realidad no lo hizo, sino que se dirigió a un baño que había cerca, donde el James que había visto hacía unos pocos segundos hablando tranquilamente con Whitey se fue a la jodida mierda. Empezó a golpear, desenfrenado, la pared junto al lavabo, mientras que unas pocas lágrimas comenzaron a caer por sus ojos. No entendía nada.
—¡Mierda! —gritó descargándose.
Y fue mayor mi sorpresa al ver cómo sus nudillos comenzaron a sangrar y se echó al suelo con la respiración entrecortada. No podía definir con exactitud cuánto tiempo sucedió todo esto, mi cabeza estaba muy ocupada preguntándose a qué venía. Porque estaba seguro de que esto no había sido solo por la charla con Haley por la mañana. Algo había pasado, y estaba incluso ya convencido de que era la razón por la que James estaba en su despacho. E iba a descubrirlo.
(Haley)
—Lauren y yo iremos por la evidencia, Haley tú te quedarás en el coche esperando —sentenció April mientras almorzábamos.
Sin mucho ánimo asentí en señal de acuerdo. Lo único que había en mi cabeza era el examen, que incluso no había terminado en el momento en que la campana sonó. «¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?», me repetía una y otra vez.
—Se te olvida que Haley está siendo espiada, si ella va nos van a coger —habló Lauren tajante, para luego volver a concentrarse en su almuerzo.
Lo había olvidado, e incluso April también. Soltó un suspiro.
—Entonces seríamos tú y yo. Pero necesitamos a alguien en coche, si llegamos a salir tenemos que desaparecer de inmediato.
Quería decir que participaría en esto igual, pero Lauren justo habló.
—¿Pero a quién? Cualquiera preguntaría, e incluso nos arriesgamos a que abra la boca con sus amigos.
—Debe ser alguien que no pregunte, que sepa manejarse en situaciones así y que no tenga o tenga pocos amigos para que no se vaya de cotilla.
Mis ojos se iluminaron al instante.
—Marie —solté de inmediato.
Y por supuesto Lauren se negó al instante.
—Solo nos va a traer más problemas... ¿Realmente crees que nos ayudaría sin decirle de qué va?
—Tiene su punto de razón, Haley, Marie podría ser por un lado un problema.
—Podría hablar con ella, sé que lo haría sin preguntar la razón si se lo pido —eso esperaba.
Silencio. Lauren tenía la vista en algún lugar del almuerzo, mientras que April se lo pensaba. Hasta que al fin habló.
—Bien, dile a Marie que esté puntual, Lauren la pasará a buscar.
—¿Por qué yo?
—Tu coche tiene los cristales polarizados, nos servirá para evitar problemas.
Sonreí, mientras que Lauren por su lado soltó un suspiro, asintiendo finalmente. Y todo lo hacía por Steve, que todavía no estaba enterado de su embarazo. April nos dejó a solas en el momento en que todo ya había quedado claro, tenía varios asuntos que atender, así que desapareció sin dudarlo dos veces. Lauren se iba a levantar, pero se lo impedí al notarlo.
—¿Cómo lo llevas? —le susurré.
Esta se encogió de hombros.
—Mejor de lo que esperaba —esta seguía enderezada, y entonces tomó su bandeja—. Luego hablamos —su voz había sonado tranquila.
Demasiado, para ser cierta. Enarqué una ceja, observando cómo iba caminando. Vi cómo sus ex amigas la observaban desde una de las mesas, y noté que Lauren también lo hizo. En ese instante dejó su bandeja en una mesa donde solo había dos personas y se dirigió a paso rápido hacia el pasillo de las aulas. Confundida, observé la hora en mi móvil. El timbre sonaba en quince minutos. Y ahí caí en la cuenta de lo que se trataba.
Eché la silla hacia atrás de golpe. Tan fuerte que cayó al suelo, llamando la atención de varias mesas a mi alrededor, pero no hice caso. A paso rápido seguí el mismo camino de Lauren, golpeándome sin darme cuenta con alguien. Fue Simon, exactamente, que al verme abrió la boca para hablar, pero se lo impedí, desapareciendo al instante por el lado. Finalmente, llegué al baño más cercano, y entré de inmediato. Y justo escuché una arcada desde uno de los cubículos. Cerré los ojos, rogando que no le trajera ningún daño al bebé.
—Lauren, no lo hagas —esta seguramente no había reparado en que alguien hubiera entrado, y mucho menos yo—. Si no puedes hacerlo por ti misma, hazlo por el bien del bebé.
—Déjame sola.
Me acerqué a la puerta que nos separaba y me apoyé en ella.
—No voy a hacerlo.
Un silencio nos invadió. Lo siguiente que se escuchó fueron las manos de Lauren quitando el cerrojo. Me eché hacia atrás en el momento en que abrió la puerta, dejándome ver sus ojos cristalizados. Sabía que estaba avergonzada, así que en vez de entrar en el tema en sí busqué otra forma.
—Debes decírselo a Steve.
Soltó una carcajada.
—¿No te cansas de repetírmelo?
Negué.
—No hasta que lo hagas.
Sus ojos me observaron, fulminantes, por un momento, para luego enjuagarse la boca y tomarse su tiempo.
—Si no quieres decírselo a Steve voy a hacerlo yo —solté.
No quería llegar a aquello, pero no sabía qué más hacer. Por supuesto esta se quedó quieta con la boca a medio llenar, escupiéndola al acto siguiente en el lavadero, para luego observarme. Sabía lo que iba a decirme, pero debía entender que estaba dispuesta a todo para ayudarla.
—Me lo prometiste, no puedes hacerlo —no respondí, y esta lo entendió—. Confié en ti...
—Él es el padre, Lauren, tiene derecho a saberlo.
—¡Pero de mí! —me gritó cabreada.
—¡Entonces díselo! Sabes que lo necesitas para pasar por esto.
—Te tengo a ti. ¿O es que ahora te has arrepentido? Es eso, ¿no? Sientes culpabilidad al dejarme sola y si se lo dices a Steve te quedarás más tranquila.
Fruncí el ceño extrañada, por supuesto que no era verdad. Y ahí caí en la cuenta del nivel de inseguridad en el que Lauren estaba.
—No voy a dejarte sola, solo quiero que la persona que más te quiere y que más quieres esté informada de lo que estás pasando. Y es que seamos sinceras, Lauren, sé que conmigo no es suficiente. Y tú también lo sabes, así que no lo niegues.
Un silencio invadió el ambiente. Lauren llevó los ojos al suelo, intentando evitar mi vista, y es que sabía muy dentro de sí que era cierto. Más lágrimas comenzaron a caer al suelo inesperadamente, y de inmediato me acerqué a ella para consolarla. Lloraba en silencio, algo que me extrañó de ella. Los sollozos los reprimía en su interior, y sus ojos parecían perdidos. Se podría decir que toda la angustia y el nerviosismo por lo que estaba viviendo ahora mismo se expresó por primera vez durante el día. No dije nada, porque sabía que debía desahogarse. Y el silencio, en estas circunstancias, era el mejor consuelo.
El instituto terminó más rápido de lo que pensé. Ahora mismo tenía a Kyle a mi lado mientras salíamos de una charla del director sobre distintos temas que se trataban frecuentemente al final del año.
—¿Estaba Tyler ahí dentro?
Negué con la cabeza. Había esperado que estuviera presente, pero al parecer debía estar fuera del instituto con Fernando o Roy. Y debía admitir que me había decepcionado bastante, sentía que no lo había visto de hace días, y justo hoy, en el momento en que por fin nos comunicamos por la mañana, todo se derrumbó en el instante que James apareció. Hablando de él... Si mal no recordaba, tampoco había estado presente en la charla, así que quizás Tyler debía estar siguiéndolo para ver cómo lo llevaba todo. Suspiré aliviada. No tenía tiempo para hablar con él ahora mismo, puesto que Aaron debía ya estar en camino hacia el instituto.
—No vayas tan rápido —me recriminó Kyle, haciéndome volver a la realidad para caer en la cuenta de que lo había olvidado por completo.
—Oh, lo siento —de inmediato me detuve, esperando que fuera acercándose hacia mi mientras flexionaba sus brazos para darse impulso.
—¿Cómo lo llevas?
Se encogió de hombros.
—Intentando sobrevivir —se burló—. Hoy van a decirme hasta qué punto perdí la sensibilidad de las piernas, así que espero que exista algún tipo de operación o tratamiento.
Sonreí de inmediato, abriendo mucho los ojos.
—¡Es increíble, Kyle! —este, como si fuera un niño de cinco años, sonrió de inmediato, entusiasmado.
Así fue como nos pusimos a charlar sobre ello. Él me hablaba de todo lo que el doctor le había dicho sobre su situación y de cuántas probabilidades tenía de poder recuperarse, aunque al menos fuera una parte de la movilidad, y yo lo escuchaba atenta. Unos días atrás, con Tyler, habíamos usado dinero que había guardado en su habitación para depositarlo en la cuenta de sus padres y así ayudarlos. Y al parecer estaba siendo usado justamente para lo que Tyler buscaba para Kyle, una solución a su problema. Llegamos finalmente a mi casillero y este se colocó a mi lado.
—¿Y tú? ¿Ya te lo dijo de una vez? —de inmediato me giré a su dirección—. Sabes de quién y de qué te hablo, no lo niegues —cerré la boca para luego sonrojarme, y aparté nuevamente la vista de Kyle para volver a concentrarme en llevarme mis cosas—. Dile de mi parte que no sea un gallina y abra sus sentimientos de una vez por todas.
Sin siquiera ni darme cuenta, se escuchó la voz de Tyler detrás de mí.
—¿Sobre qué?
Me quedé petrificada. No quería que notara el color de mis mejillas, y mucho menos que se enterara de lo que hablábamos. Pero Kyle, como siempre, no dudó en abrir la boca.
—¿Lo ha escuchado?
Asentí sin voltearme.
—¿Escuchar qué? —al no recibir respuesta de mi parte, no dudó en insistir—. ¿Haley, estás bien?
Antes de poder decir algo, la voz de Kyle se escuchó.
—Díganse lo que sienten de una puta vez y váyanse a un motel. Fin —al terminar, como si Tyler fuera a perseguirlo para matarlo, se escuchó cómo rápidamente se fue alejando de nosotros.
«Kyle voy a matarte», me repetí en mi interior. Sabía que Tyler seguía detrás de mí, me preguntaba qué iba a decirme o si alguno de los dos iba a dignarse a quebrar el silencio que nos envolvía. Y él lo hizo, pero con lo contrario de lo que yo me esperaba que dijera.
—¿Y a este qué le pasa?
Por supuesto, sentí cómo mi alma se cayó al piso, y para mi suerte el móvil comenzó a sonar tras la llegada de un mensaje nuevo.
Ya he llegado, te espero junto a la salida del estacionamiento.
Cerré el casillero para dirigirme a la salida, olvidándome de Tyler, pero al darme la vuelta este me observaba con los brazos cruzados y la mirada interrogante.
—¿Y cuándo ibas a decírmelo?
Volqué los ojos.
—Has desaparecido todo el día. ¿En qué momento podía hacerlo? —susurré sin antes comprobar que nadie me viera.
—Estuve con James todo el día asegurándome de que no abriera la boca. ¿O acaso lo olvidaste?
Solté un suspiro.
—No quiero pelear, ¿bien?
—Entonces intenta no darme razones para ello.
Al ver que no había nadie en el pasillo me detuve de golpe.
—¿A qué te refieres? —le exigí, interrogante.
—¿Era muy difícil decirme "Tyler, sabes, voy a salir con Aaron Gay el jueves, solo para que lo sepas"?
—No entiendo qué diferencia tiene, tú nunca me dices donde te metes y no por esto yo ando enojándome.
—Claro, ¿pero qué riesgo tengo? Ninguno.
—Entonces, ¿todo esto va en torno a que te preocupa mi seguridad? Porque te aseguro que Aaron no representa ningún peligro. No conmigo. Él me ha llamado para hablarme sobre algo muy importante, no voy a desperdiciar la oportunidad de saber de qué se trata.
Tyler me observó interrogante, incluso por un momento llegué a notar que algo sabía de ello.
—¿Cómo estás tan segura? Quizás solo sea una trampa con su padre.
—¿Qué interés tendría su padre en mí?
No entendía de qué iba todo esto, Tyler parecía realmente decidido a que no fuera con Aaron, incluso más que en otras ocasiones. Llegó hasta el punto de tirar las excusas más absurdas que había escuchado de él hasta ahora.
—Voy a ir contigo —soltó finalmente, relajando su voz.
De inmediato negué con la cabeza, y este volvió a adoptar una mirada fulminante.
—Déjame ir sola, contigo junto a mí te aseguro que solo me harás ponerme más nerviosa de lo que ya estoy —este al parecer no iba a ceder fácilmente—. Por favor, Tyler, sé que no me hará daño, y si llego a necesitarte llamaré a tu casa.
—¿Dónde irán?
Mala pregunta.
—No lo sé.
Este soltó una maldición al aire, volcando los ojos.
—¿Cómo quieres que me quede tranquilo dejándote ir así sin nada más?
—Confiando en mí.
Tyler me observó indeciso, y yo por mi parte quise demostrarle con solo mirarlo que me era indispensable ir, que estaba completamente segura de que no iba a hacerme daño y que presentía que lo que fuera a decirme iba a ayudarnos de una u otra forma. Y fue así como finalmente se echó a un lado, dejándome el camino libre.
—Haley, yo... —este se puso a tartamudear, para luego negar con la cabeza, volviendo a hablar—. Nada, nada. Ten cuidado.
Asentí y me dispuse a retomar mi camino hacia la salida, sin poder quitarme de la cabeza la discusión con Tyler, que mi mente romántica se preguntaba si estaría celoso. ¿Lo estaba?
Aaron estaba esperándome nuevamente fuera. La motocicleta estaba al final del estacionamiento, porque al parecer hoy no quería llamar la atención como lo había hecho anteriormente, y eso me tranquilizó bastante, ya que Marie saldría en cualquier momento. En mi camino hacia él vi a Lauren hablando con Steve, que estaba contándole animado sobre algo que no alcancé a escuchar. Ella debía estar debatiéndose interiormente si era el momento de contarle sobre su embarazo.
«Sé que puedes, Lauren», insistí en mi mente. Sonaba absurdo, pero al no poder decírselo al menos de esta forma sentía que se lo estaba transmitiendo de una u otra manera. Desvié la mirada en el momento en que vi junto a ellos caminar a Simon, y dirigí mi vista a Aaron, que estaba dándome la espalda a unos pocos metros. Carraspeé al estar ya detrás de él, y Aaron pegó un pequeño salto, sorprendido.
—Lo siento —me disculpé de inmediato.
Aaron soltó un suspiro y negó con la cabeza, respondiéndome que no me había notado. Lo observé detalladamente un momento. Vestía unos vaqueros gastados, sus zapatos estaban manchados con pintura de distintas tonalidades y la camisa la llevaba desarreglada, lo que me extrañó bastante, porque siempre había parecido impecable y ahora era todo lo contrario.
Tomando en cuenta nuestro último encuentro, en el que su rostro había reflejado cansancio, tristeza y angustia, ahora seguían presentes, pero todavía más amplificadas. Aaron Grey parecía destrozado de pies a cabeza. No tuve que preguntarle qué le sucedía, él mismo leyó mi expresión de inmediato.
—No estoy en mis mejores días.
—¿Y puedo preguntar cuál es la razón?
—He quedado contigo especialmente para decírtela.
Intenté reprimir la sorpresa. Sabía que Aaron me había llamado para hablarme de algo importante, pero, aunque lo hubiera deseado, nunca creí que fuera a afirmarme haber matado a Tyler. Porque eso era, ¿no? Aaron me hizo subir a la motocicleta para dejar el instituto atrás. Yo no dije nada, y él tampoco esperó que lo hiciera. Cuando ya nos íbamos a poner en marcha movió su cabeza hacia mi dirección.
—Espero que puedas entenderme, Haley, necesito que alguien lo haga.
Sin dejarme pensar siquiera sus palabras, arrancó de golpe, y lo único que pasó por mi mente en ese momento fue agarrarme con fuerza a él para no salir disparada.
(Tyler)
Me quedé en mitad del pasillo un momento preguntándome si lo que fuera a decirle Aaron a Haley se trataba de nada menos que de su padre. Aunque, mejor dicho, el padre de ambos. Unas ganas enormes me impulsaban a seguirlos, a escucharlos y saber si Aaron abriría la boca o no. Y es que la intriga me mataba. Unos ruidos a lo lejos llamaron mi atención, haciéndome dejar por un momento en segundo plano a Haley.
—Si pierden o no a nadie le va a importar —la voz de Marie era indiscutible. Esta venía caminando hacia mi dirección, y a su lado venían dos chicos del equipo, por supuesto cabreados.
—¿Puedes callarte de una puta vez, Acuña? —soltó uno de ellos.
—¿O qué? ¿Acaso quieres que te repitan el castigo dejándote sin partido? Porque créeme que fingir que me has golpeado me sale pan comido.
—¿Y por qué mejor no finges que te mudas a otro país para no ver tu rostro más en mi vida? —habló el segundo, para producir una carcajada del otro y chocar palmas.
—¿Y dejar de avergonzarte en público sobre tu interés en el ballet? —de inmediato el rostro de este se sonrojó de golpe, y su amigo lo observó interrogante—. Créeme, no tengo nada en contra de ello, incluso estoy segura de que te verías mejor en medias que con un casco en la cabeza.
Sabía que Marie solo se estaba comportando así contra él por alguna razón. Seguro que una venganza por lo que fuera que hubiera pasado, la cual los dejó limpiando los pasillos como castigo después de clases. El otro soltó una carcajada al comprobar que lo que dijo Marie era cierto, mientras que este seguía con la cabeza cabizbaja. Marie le observó un momento.
—Vuelves a burlarte de él y créeme que hablar sobre tus verdaderas inclinaciones sexuales me es un tema sumamente interesante —le amenazó, lo que nos dejó pasmados a ambos.
Esta tomó la escoba y el cubo de agua para excusarse, diciéndoles que iría a limpiar los baños de mujeres, seguramente al haber notado que igual se había pasado. Pero en realidad no estaba muy seguro. Marie era así. Al desaparecer me quedé ahí un momento sin saber qué hacer. Tenía pensado ir a hacerle una visita al padre de Steve para ver si averiguaba algo, pero justo las voces de estos dos llamaron mi atención.
—No tengo ni la menor idea a qué se refería con mis inclinaciones sexuales. ¡Está loca! ¡Que tengo novia!
—¿Y yo? ¿Ballet? Ni me da tiempo para llegar a casa después de las prácticas con Whitey... creo que perdió la cabeza.
Enarqué una ceja y solté un bufido. El Tyler de meses atrás se lo habría tragado, pero ya no seguía siendo tan ingenuo. Marie era una persona perspicaz y sabía que no era mentirosa, y ellos dos no querían aceptarlo frente al otro.
—Creo que alguien necesita ponerla en su sitio de una vez por todas.
—Ni me lo digas, Steve había descubierto algo tremendo hace semanas sobre ella. Pero creo que nunca nos dijo de qué iba.
Fruncí el ceño. ¿Sería posible?
—Ah, yo estaba con él en las prácticas ese mismo día y mencionó que se trataba de algo que le sucedió en su antigua escuela en... ¿México?
—No, Colombia, creo que vivía en la capital.
Ambos asintieron, y yo me preguntaba si sería lo que estaba pensando.
—Voy a preguntarle qué era, así la avergonzamos de una vez por todas y calla esa gran bocaza que tiene.
Soltó una carcajada, mostrando su acuerdo.
—Esperemos que Steve no se haga el blando y abra la boca.
—Si no lo hace él lo averiguamos por nuestra cuenta.
Sonrieron entusiasmados con la idea, mientras que yo, nervioso, no sabía qué hacer. Debía decírselo a Haley y que de alguna forma lo evitara, porque si llegaban a saberlo o incluso a ver la foto desnuda de Marie esta iba a desplomarse literalmente. ¿Pero dónde se había metido? Y por supuesto que no pude evitar que mi mente fuera a Aaron Grey.
(Haley)
Me aferré fuertemente al torso de Aaron en el momento en que aumentó la velocidad de golpe. No sabía qué hacer, parecía fuera de sí, no entendía a dónde me llevaba y sus palabras se repetían en mi mente una y otra vez. Cerré los ojos de golpe al escuchar un bocinazo hacia nosotros, estaba asustada y quería bajarme ahora mismo. Tyler tenía razón, Aaron era peligroso.
Pegué un grito en el momento en que frenó de golpe, haciendo que la rueda de atrás se alzara un poco hacia adelante. Pensé que íbamos a voltearnos, pero el peso volvió a su lugar y la motocicleta terminó por ceder, reduciendo su velocidad finalmente al mínimo. Mis ojos seguían cerrados, mi pulso estaba acelerado y la sangre me corría de pies a cabeza. En el momento en que mi cuerpo volvió a mí no dudé en salir de ahí de inmediato, sacándome el casco para acto seguido tirarlo al suelo, donde rebotó en el borde de la acera.
—¡¿Qué sucede contigo?! —le grité furiosa—. ¿Es que querías matarnos?
Era la primera vez en mi vida que había estado tan asustada, y necesitaba una explicación de lo que acababa de pasar. Y con todo esto, lo que Tyler me había dicho sobre salir con él apareció en mi mente de inmediato. Aaron todavía llevaba el casco. Apagó el motor para luego dejar su rostro al descubierto. Lo observé esperando una respuesta sin apartar sus ojos negros de los míos, aunque de inmediato me evitaron.
—Pensé que iba a poder hacerlo... —susurró frustrado con la vista detrás de mí.
Interrogante, me di la vuelta y reparé en dónde nos encontrábamos. Mi sorpresa fue absoluta: el lugar en el que había frenado de esa manera no era ni más ni menos que "nuestro lugar" con Tyler. El lugar del accidente. Ahí caí en la cuenta de que de eso se trataba, Aaron iba a admitirme que él había matado a Tyler directa o indirectamente. Calmando mi tono de voz y mi nerviosismo, intenté hablar más tranquila.
—¿Qué hacemos aquí? —le pregunté disimulando no entender qué había pasado.
Él día ya se había despejado, por lo que Aaron se quitó la chaqueta, tirándola a la motocicleta, y al caer al suelo no dudé en agacharme para colocarla en su lugar. Esperé una respuesta de su parte, que se demoró en llegar.
—Había evitado este camino desde esa noche, nunca más volví a pasar por aquí. Y ahora no he sido capaz tampoco —soltó.
Ahí caí en la cuenta de a qué se refería, Aaron se sentía culpable. Tanto que le era imposible volver aquí, e incluso de pasar también esta vez. Por primera vez en toda la salida me tomé la molestia de echarle un vistazo. El peso seguía reduciéndose en su cuerpo, las ojeras ya parecían simples bolsas oscuras debajo de sus ojos sin brillo, y su cabello revuelto como una pajarera daba mucho que pensar.
—¿A qué te refieres?
Los coches pasaban a unos metros de nosotros. Debían creer que algo nos había ocurrido con la motocicleta, y es que estar ahí parados a un lado de la calle era bastante extraño. Aaron lo notó y me señaló el mismo lugar en el que con Tyler nos recostábamos. Por un momento sentí un apretón en el pecho al ir con Aaron al lugar que compartíamos con Tyler, pero no pude negarme.
Cruzamos la calle y nos colamos por el mismo alambre a medio abrir que usaba las veces anteriores, adentrándonos al césped sin cortar seguramente desde meses atrás. Al ya dejar atrás los sonidos Aaron se sentó junto a un pequeño árbol para resguardarnos del sol, y yo hice lo mismo, colocándome a su lado. Esperé que comenzara, ya que aún no me respondía a lo que le había preguntado. Este soltó un suspiro.
—Hice algo horrible, Haley.
«Lo sé», me dije por dentro. Aaron apretó la mandíbula, seguramente dándose la fuerza para decírmelo.
—Fue la noche cuando mi equipo jugó contra los Red Dragons, antes de irme al partido descubrí algo horrible sobre mi padre... —este se calló un momento, con la vista puesta en mí. Sabía que le costaba decirme esto, por lo que no dudé en acariciarle cariñosamente la espalda. Este llevó la vista al suelo para proseguir—. No pude concentrarme en todo el partido, lo único que hice fue calentar a mis oponentes y golpearlos cada vez que tenía la oportunidad, necesitaba... —este buscaba la palabra correcta y no dudé en decirla.
—Descargarte.
—Sí. ¿Alguna vez te ha sucedido que al estar enojado con alguien te desquitas con otros? —afirmé con la cabeza—. Eso me sucedió y me costó el partido. Tyler Ross, que era el que más había fastidiado en el juego, estuvo más de diez minutos burlándose de nosotros cuando acabó, y con varios de los chicos decidimos ir a darle una paliza luego.
Este esperó seguramente que le dijera algo, ya que se calló, observándome.
—No entiendo a qué va todo esto, Aaron... —pude decirle en un susurró.
—Al llegar a casa me convencí de no ir, de que no era correcto. Pero todo se fue a la mierda en el momento en que mi padre apareció y comenzó a decirme que era una vergüenza para la familia, que por mi culpa iba a perder votos en las elecciones y que no servía para nada, que el hijo de Fernando Ross, Tyler, era mucho mejor que yo —no podía creerlo, ¿es que era un imbécil?
—Aaron, lo siento mucho —pude decirle intentando asimilarlo. Nunca creí que Richard Grey lo comparara de ese modo con Tyler.
—Al final terminé explotando con él, le dije que sabía su secreto, que iba a contárselo a mi madre y antes de que pudiera ponerme una mano encima salí de casa y me monté en uno de los tantos coches que no usan en mi casa. No quería aceptar la realidad y la única respuesta que mi mente encontró fue que Tyler Ross era el responsable de todo, que él era la causa de que mi padre me despreciara de esa manera y de inmediato me apunté a ir a darle una paliza con unos cuantos.
Abrí los ojos, siempre habíamos creído con Tyler que todo había sido un plan de Richard Grey, que el objetivo siempre había sido matarlo, pero eso no era cierto. Solo había sido un accidente. No dije nada y Aaron tomó mi silencio para seguir hablando.
—Llegué a su casa, había una fiesta y algunos se bajaron para entrar. En cambio, otros no. En ese momento me arrepentí, pero al ver cómo Tyler salía de ahí luego de golpear a un chico que llevaba la chaqueta de su propio equipo de fútbol americano, la sangre me hirvió —lo recordaba, ese alguien había sido Simon y yo había estado presente en ese momento—. El punto es que al ver que se montaba a un Jeep con unos cuantos mis amigos y yo no dudamos en ir a joderlo como él lo hizo en el partido. Golpeé su coche, Haley... —este se quedó en silencio, alzando la vista hacia mi dirección.
No sabía qué decirle. Debía fingir que no tenía ni idea de que él había sido el responsable de la muerte de Tyler... Pero, ¿cómo? Finalmente me llevé una mano a la boca, haciéndole creer que lo había captado. No fue necesario hablar, ya que Aaron lo hizo.
—Él no produjo el accidente, Haley, fui yo. Yo maté a Tyler Ross —su voz se quebró en el momento en que dijo las cinco últimas palabras, rompiendo en un sollozo.
Ver llorar a Aaron fue duro, más de lo que imaginé. Él había matado a Tyler, él tenía la culpa de ello, y sabía que sus intenciones nunca lo fueron, pero el hecho era que estaba ahora ahí presente y Tyler no. Y nada podía cambiarlo. No sabía qué decirle, había esperado este momento ansiosa, pero ahora que lo estaba viviendo me daba cuenta de que los momentos que más se esperan en la vida no siempre son exactamente como uno se imagina. Y este por supuesto era uno de ellos.
—¡Soy un asesino! —gritó llevándose las manos al rostro.
De inmediato me acerqué más hacia él, pero este evitaba mi vista.
—Escúchame, Aaron, y escúchame bien —tuve que colocar mis manos en sus muñecas para que se calmara, y finalmente cedió—. Tú no eres un asesino, no querías matarlo...
—Ese es el problema, Haley, lo deseé, yo quería que Tyler desapareciera para que mi padre dejara de compararme con él.
Debía estar bromeando. Me quedé en blanco, intentando asimilar todo esto. Los ojos de Aaron cristalizados me observaban, dejándome claro que no estaba jugando, que era en serio. No me entraba en la cabeza que Richard Grey sintiera tanta envidia hacia la familia Ross como para que despreciara a su propio hijo porque el de Fernando era mejor que el suyo frente a la ciudad.
Aaron parecía ser un objeto para él, y ese era el punto. Vio cómo su propio padre apreciaba más al del lado y no dudó en desear acabar con la competencia sin medir las consecuencias que esto le traería. Y ahora las estaba viviendo. ¿Qué hacer? No tenía ni idea, solo esperaba que Tyler volviera o que de una u otra manera Aaron pudiera entender que no había sido su culpa sino la de su padre. Directa o indirectamente.
(Tyler)
Seguía en casa esperando a Haley, pero esta todavía no llegaba. Y todo estaba tan tranquilo y aburrido que no sabía qué hacer para matar el tiempo. Fernando y Roy no habían aparecido todavía, Mark no tenía idea de dónde se encontraba, James tampoco, y Marie y George veían televisión peleando cada cinco minutos. Ya se estaba haciendo tarde y no podía dejar de mirar el estacionamiento esperando que la motocicleta de Aaron se escuchara o los pasos de Haley vinieran por la entrada. Pero ninguno de los dos se escuchó, sino que fue el coche de Lauren. ¿Qué hacía aquí?
La observé interrogante, y aún más cuando se puso a tocar la bocina unas dos
veces. No salió nadie, y es que Haley no se encontraba y mucho menos mis hermanos. Pude escuchar desde mi lugar cómo esta soltaba una maldición para abrir la puerta del coche y empezar a caminar hacia la entrada, fastidiada. Noté que había subido de peso. Nada exagerado, pero sí suficiente como para notarlo. Me extrañé por ello, pero al mismo tiempo quizás por fin se estaba alimentando bien, y si eso significaba un cuerpo saludable estaba más que feliz por ella.
Tocó el timbre de inmediato, y Marie abrió de mala gana. Al ver el rostro de Lauren no dudó en volver a cerrar la puerta de golpe.
—¡Lárgate, Haley no está aquí! —gritó desde dentro.
—Vengo a buscarte a ti —le soltó fastidiada—. Sal de una vez, que tenemos trabajo que hacer.
Lauren no se quedó más ahí parada y se encaminó de vuelta a su coche. La puerta se abrió, y Marie salió extrañada. Se colocó las manos en las caderas, observándola, confundida.
—¿De qué mierda hablas?
—¿Haley no te lo dijo? —Marie negó, provocando un suspiro de esta, que volcó los ojos—. Te explico en el camino, April nos está esperando.
—¿April? —la castaña al parecer ató cabos y sonrió victoriosa—. ¿Al fin sabré qué mierda se trae el trío de polos opuestos?
Lauren se bajó los lentes de sol, fulminándola con la peor cara que había visto. Pero para Marie no fue nada intimidante, y entusiasmada se metió dentro del coche. Yo solté una carcajada, intentando descifrar de qué iba todo esto y por qué diablos Marie estaba también. Pero por supuesto que no iba a perdérmelo. Al fin tendría algo de diversión.
Por el camino ninguna de las dos habló. Marie masticaba chicle junto a la música y Lauren intentaba no tomarle atención, y es que al parecer solo lo hacía para sacarla de quicio. Y lo logró finalmente.
—¿Puedes parar? Voy a vomitar si sigues haciendo eso.
—Igual lo harías de todos modos.
Silencio. Lauren se quedó pasmada, incluso un coche le tocó un bocinazo para que se diera cuenta de que estaba en verde.
—¿De qué mierda hablas?
—No tengo por qué decírtelo, lo sabes perfectamente —la castaña sonrió hipócritamente para volver a su tarea de masticar el chicle.
—En realidad no tengo la menor idea de lo que hablas —le espetó observándola de reojo para no quitar la vista del volante—. Y vuelves a decir algo así y te aseguro que vomitarás con solo verte al espejo.
—¿Como tú?
Lauren apretó con fuerza el volante. Sabía que quería golpearla, gritarle y cosas aún peores, pero se contuvo.
—Sabes, soy una persona muy intuitiva, me es fácil leer a las personas con solo observarlas día a día y con pequeños detalles poco evidentes para la mayoría. Y sé que justo ahora quieres matarme, pero sabes que me necesitas para lo que sea que vamos a hacer, así que aprovecharé este instante para fastidiarte. ¿Te parece bien?
—¿Si te digo que no me parece, lo dejarás? —Marie iba a responder, pero Lauren se adelantó—. A ver... déjame ver, no lo harás porque eres extremadamente egoísta y disfrutas viendo sufrir al resto que sea una amenaza para ti.
—¿Amenaza para mí? ¿Realmente crees que tú lo serías?
—¿Y entonces qué razones tienes para odiarme si en un principio nunca me metí contigo, Acuña? Tú sola empezaste a ofenderme como si yo te hubiera hecho algo, cuando no fue así.
La observé, interrogante. Nunca me lo había preguntado, ni mucho menos lo había notado. Era cierto que en el caso de Lauren esta nunca molestó en un principio a Marie, sino que fue esta la que empezó a pelear con ella desde un comienzo. La respuesta de Marie ante esto fue llevar la mano derecha directa a la radio y subiendo el volumen, dejando a Lauren con las palabras en la boca. Mientras tanto, la castaña apoyó la mejilla en la ventana del coche para perderse en la música e incluso, quizás, en su propia cabeza. Lauren aprovechó para estacionar frente a la casa de April, porque habíamos llegado ya. Sacó su móvil de la cartera y la llamó.
—Estoy afuera —no pude escuchar con exactitud, ya que Marie seguía con la música fuerte y a Lauren no le quedó otra que salir afuera—. Bromeas, ¿no? Voy a buscarte, no me importa. ¡Es que no puedes dejarme ir sola, y mucho menos con Marie!
Me acerqué para escuchar la voz de April.
—No puedo, el director me tiene encerrada en la sala del comité para terminar ya el anuario. Si no lo hago me hará reprobar.
—Pero nos comprometimos, April, no puedes hacerme esto.
Hubo un silencio, en el cual Lauren esperaba una respuesta de esta, la cual llegó finalmente.
—Bien, intentaré escabullirme y ver si llego a tiempo. Llama a Haley mientras, dile que hay cambio de planes y que ella tiene que venir. Recuérdale que se asegure de que nadie la sigue y que tenga mucho cuidado. Ah, y que voy a pasar por su casa a buscar lo que sea que lleve sobre el artículo de los Red Dragons.
—Bien, le diré.
La llamada terminó. Lauren llamó a Haley y no pude escuchar muy bien su voz, pero accedió y ya venía de inmediato a la iglesia para encontrarse ahí. Así fue como volvió al coche y emprendió la marcha, y yo por dentro sonreía, al fin sabía que estaba bien y que iba a verla en unos minutos. Y la sensación se esparció por todo mi cuerpo, relajándome.
(Haley)
Aaron estacionó frente a la iglesia, donde me quité el casco de inmediato. Habíamos tenido que cancelar nuestra ida hacia la heladería y sabía que no estaba muy contento por ello. Este al quitárselo también echó un vistazo a la iglesia, para luego mirarme con una sonrisa forzada.
—Eres una caja de sorpresas, Haley Dickens.
Negué de inmediato, volcando los ojos. Si supiera...
—¿Vas a estar bien?
—Haré lo que pueda.
—¿Me llamarás ante cualquier cosa?
No sabía por qué, pero realmente me preocupaba por Aaron. El hecho de separarme en este momento de él me dejaba intranquila, necesitaba saber que iba a estar bien y que si no lo estaba al menos tuviera a alguien cerca que lo protegiera. Se podría pensar que estaba enamorada o algo así, pero los sentimientos que me despertaba no eran más que el de simple cariño.
—Sí, créeme que serás a la primera persona que llame.
En ese momento una pregunta se instaló en mi mente, y no dudé en hacérsela.
—¿Por qué yo?
Aaron se demoró en responder, pero lo hizo finalmente.
—Porque eres la única persona en la que confío.
(Tyler)
Observar a Aaron y Haley desde unos metros de distancia era extraño. Mucho, en realidad. Perfectamente podía ir y decirle a Haley que se despidiera de una puta vez, pero en ese momento también caí en la cuenta de algo que se me había borrado de mi mente. Ambos eran hermanos. Al verlos juntos buscaba similitudes y las encontraba. Haley tenía la misma nariz que Aaron, incluso la forma del mentón. Y el cabello, aunque fuera más oscuro el de Haley, de tipo era muy parecido. Ante mi análisis desde el coche de Lauren, escuché la voz de Marie desde el asiento de delante.
—No puedo creer lo que estoy viendo —esta, al igual que yo, también había notado a la pareja, pero la miraba de una forma distinta.
—¿Haley tiene novio? —preguntó Lauren, también con la vista fija en ellos dos.
Marie se encogió de hombros, demasiado ocupada observando pasmada la escena. Finalmente, Aaron se despidió de Haley, pero no sin antes abrazarla, y Haley le devolvió el abrazo con la misma intensidad, para que al fin Aaron Gay hiciera su retirada y yo pudiera salir del coche. Lauren y Marie me siguieron. Haley al reparar en nosotros se puso algo nerviosa, y seguramente era por Marie, que de inmediato fue directa al grano.
—¿Sales con él?
—No, te lo explicaré bien después, lo juro —le respondió sonriéndole para convencerla, y la castaña al parecer no protestó y asintió.
De inmediato, un alivio me recorrió por completo. Había pensado que Aaron podría haberle dicho a Haley sobre quién era su verdadero padre, pero con solo verla supe que no lo había hecho. Y eso me alegró. Lauren no dijo nada al respecto, sino que tomó el papel de April en el asunto.
—Marie tú te quedarás afuera cuidando el coche. La idea es que cuando con Haley terminemos lo nuestro lo tengamos listo para desaparecer de inmediato.
—¿Me dirán de qué va?
Haley y Lauren se miraron rápidamente, para luego responder.
—Solo necesitamos una información que el sacerdote no quiere darnos por las buenas...
—Y la tomaremos por las malas —le cortó Lauren—. Ya, vamos, que van a cerrar en quince minutos y debemos escondernos bien.
Marie no protestó, sino que le pidió las llaves del coche a Lauren para pasar el rato dentro y se encaminó hacia ahí. Haley, mientras era obligada a entrar de inmediato por mi ex novia, me echó una mirada, en la que me transmitía que quería hablar conmigo urgente, pero que sabía que tenía que ir dentro, que era importante.
—Anda, luego hablaremos —le dije, y esta asintió.
Saber que venían a buscar las pruebas me asustó por un momento por la posibilidad que había de que las descubrieran, pero al mismo tiempo al saber que con ello podíamos meter a Richard Grey a la cárcel la cosa cambiaba notablemente. De inmediato me acerqué a las paredes de la iglesia para ver si seguía sucediendo lo mismo de siempre, y como era de suponer, las toqué. Incluso en el momento en que un anciano entró, seguramente a rezar durante unos pocos minutos, no perdí la oportunidad y entré de golpe.
Había creído que iba a ver una pequeña posibilidad de que Haley me viera ahí dentro, pero no fue así. Me acerqué a ella plantándome frente a frente, y ningún resultado. Así que, aunque fuera algo muy importante y Haley pudiera estar en peligro, necesitaba irme de ahí. Saber que no había cambiado aún al no poderme ver en la iglesia me había dejado nervioso.
Y en ese momento pensé en James, mi hermano, que todavía no daba señales de vida, y la última vez que lo había visto había sido en el instituto, donde estaba destrozado. Así que sin pensarlo dos veces me encaminé a casa, sin antes despedirme de Haley, aunque no pudiera escucharme.
—Mañana tendremos nuestra segunda cita, Haley, ya verás —susurré como un imbécil, pero no me importó, sabía que alguna parte de ella me escuchaba.
(Tyler )
Llegué a casa justo al mismo tiempo que Mark y Diana, quienes venían en el coche de esta. Ambos venían hablando sobre la película que seguramente habían ido a ver.
—¿Y cómo lo lleva todo tu padre con las elecciones?
—Mejor, me ha comentado hace unas horas que han cambiado la hora del desayuno de beneficencia de mañana para el almuerzo. Tiene suerte de ser amigo del administrador, al parecer llegar para el desayuno sería despertar a los ancianos, así que se ha ahorrado quedar en ridículo, como de seguro lo hará Richard Grey.
Solté un bufido al ver cómo Diana asentía, creyéndoselo todo, y es que cuando Mark mentía lo hacía estupendo, y más aún con las chicas, que sabiendo su
reputación nunca se esperaban algo así de él. Y esa era Diana ahora, quien seguramente le iba a decir a su padre que era en el almuerzo, cuando en realidad no lo era. No podía ser más brillante.
Entraron a casa justo en el momento en que April salía de esta, y casi choca con la pareja, disculpándose enseguida.
—Vine a buscar unos papeles de Haley del comité periodístico —se excusó observando a Mark y Diana, sonrojada. Era la primera vez que veía a April tan nerviosa.
Mark al parecer estaba de la misma forma, sin saber qué decir. Y Diana, que estaba junto a mi hermano, parecía no notarlo.
—Bueno, yo tengo que irme ya, problemas con el vestuario —esta miró su móvil, que parpadeaba, dejando claro que alguien estaba llamándola—. Hablamos luego —esta se acercó a Mark rápidamente, dejándole un breve beso en los labios.
Antes no me habría dado cuenta de sus intenciones, pero ahora me quedaban claras. Diana intentaba enojar aún más a April, ya que detrás de ese rostro hermoso e inocente veía a una calculadora y fría hija de Richard Gay. Mark se despidió de manera leve, tartamudeando sin dejar de echarle un vistazo a April, que en cambio tenía la vista en el suelo. Pero justo en ese instante habló, levantando la mirada hacia Diana.
—¿Podrías llevarme? Estoy sin coche.
Sorprendido, me quedé con la boca abierta, asimilando lo que había escuchado. Y por supuesto que mi hermano no se quedó atrás. Estuvo carraspeando, pero al mismo tiempo intentando parecer desinteresado.
—Diana vive en el sentido contrario de tu casa, si quieres yo puedo llevarte.
Muy mal, Mark, muy mal. De inmediato la rubia suavizó su rostro, sonriendo con malicia, aunque claro, para una persona que no la conociera diría que parecía completamente inofensiva.
—No pasa nada, tengo tiempo para un desvío.
April también sonrió hipócritamente ante la respuesta de la rubia. Y mi hermano, al ver que no iba a poder evitar tal situación, terminó soltando un suspiro y despidiéndose de ambas. Diana salió primero al estacionamiento, mientras que April, que iba atrás, fue detenida un breve instante por él.
—No vayas.
—Ya hablamos de esto... —le susurró, molesta—. Voy a involucrarme te guste o no —esta esquivó el cuerpo de Mark, que le impedía salir fuera, pero mi hermano fue más rápido y la tomó por el brazo.
—Llámame cuando llegues a casa.
April asintió de acuerdo, sin dejar de observar a Mark, que estaba de la misma forma. El sonido del motor del coche al encenderse los trajo de vuelta al mundo real, y Mark soltó su agarre, dejando a April salir por la puerta principal sin cruzar más palabras. Yo no dudé en seguirlas, no iba a perderme esto.
El camino no había sido lo que esperaba, ambas hasta ahora iban en silencio, Diana le preguntaba de vez en cuando por dónde debía dirigirse para llegar a su casa, mostrándose más amable que de costumbre. Hasta que por fin April rompió el hielo.
—¿Cómo conociste a Mark? —su intento de parecer amigable no resultó del todo bien, y es que el tono de voz de April en situaciones como esta era totalmente fingido, y por supuesto Diana no lo pasó desapercibido.
—En una cafetería. Fue un accidente, no vi a Mark y él tampoco a mí y le derramé todo el café encima.
—Qué coincidencia —ironizó.
—Totalmente.
El resto del camino siguió igual, preguntas cortas y precisas, en la cual cada una intentaba parecer amable y al mismo tiempo darle un doble sentido a lo que decían.
—¿Y qué quieres estudiar?
April enarcó una ceja.
—Periodismo.
—No me digas, entonces te gusta el chisme.
—Me gusta desenmascarar a los mentirosos y darle a la población la información cierta de lo que ocurre a su alrededor. Sin engaños, extorsiones, mentiras y secretos.
Diana soltó una carcajada.
—Créeme que te decepcionarás, en la tierra se vive de ello, es lo que la mantiene funcionando.
—Eso será por los malos periodistas que hay estos días, no por la carrera en sí misma.
Diana al parecer no supo cómo rebatirlo y se mantuvo en silencio el resto del camino, y April por su parte se dispuso a observar detalladamente su coche, reparando en las distintas cosas que había dentro. Al llegar a un semáforo en rojo el celular de April vibró, dejando ver un mensaje en su pantalla de inicio. Diana, que estaba algo aburrida, se fijó en lo que decía, al igual que yo, mientras que April estaba muy ocupada con la mirada perdida hacia la ventana.
L. D:
No hemos encontrado aún la evidencia, pero creemos que si no está aquí los matones de Richard Grey la deben haber tomado. Te aviso si hay cualquier cosa.
Mierda. Diana tenía los ojos abiertos de par en par, fijos en el mensaje. April no lo notó, solo volvió su vista hacia la izquierda cuando Diana se estacionaba en un local a unas pocas cuadras de su casa, algo que le extrañó.
—¿Vas a comprar algo?
—Necesito una botella de agua y hacer una llamada muy corta, no me demoro nada —le explicó sonriendo, pero yo sabía que no era cierto, que esta estaba desmayándose seguro que por los nervios.
Yo por mi parte me dispuse a decirle una y otra vez a April lo que había pasado con la esperanza de que me escuchara o incluso sintiera el peligro en el que estaba. Pero April, sin saber nada, se llevó el celular a la mano, respondiendo al mensaje de manera rápida, sin saber que Diana lo había leído.
En eso, sus ojos se quedaron puestos en una cajita de un CD que había junto a los cambios del coche. Era negra por un lado y por el otro transparente. Había notado que Diana no le quitaba el ojo en todo el camino a ese minúsculo objeto, y ahí caí en la cuenta de qué era. ¡ERA ESE! El disco en el que mi hermano aparece en el accidente lo tenía Diana. Y lo peor era que estaba a simple vista. Incluso Mark lo debió haber notado, pero nunca se le debió haber pasado por la cabeza lo que contenía.
April al ver la pequeña cinta que tenía por detrás el disco, donde decía Cámara de seguridad, no dudó en metérsela en la chaqueta, pero cuando vio que a Diana aún le faltaba se lo colocó dentro del pantalón. La rubia al entrar en el coche emprendió la marcha, sin dirigirle ninguna sola palabra a April. Más de una vez le señaló que se había pasado de calle. Eran cosas tan obvias y estúpidas que llegué a creer que lo había planeado o incluso solo lo hacía para molestarla.
En un momento en que ya parecía insólito que volviera a pasarse de la calle en la que vivía April, esta no dudó en bajar del coche para irse caminando hacia su casa. La noche ya había caído y solo unos pocos faroles iluminaban la oscuridad que había. Mientras April iba a paso rápido hacia su casa se escuchó en un momento dado un coche que venía a toda velocidad por detrás, y April, que al parecer dedujo de inmediato que venían a por ella, no dudó en ponerse a correr como una loca.
Y ahí caí en la cuenta de que esta sí se había dado cuenta de que Diana había leído el mensaje. Solo había fingido demasiado bien. Corrí junto a April como un loco, quería ver que llegara a salvo. Pero fue imposible, le quedaba aún un par de casas y otro coche apareció frente a ella, de donde se bajaron tres hombres que la rodearon de inmediato.
No podía creer lo que estaba viendo, y mucho menos el momento en que la tomaron por las manos, haciéndola caer al suelo. April forcejeaba para que la soltaran, su casa quedaba a menos de dos casas a la derecha. Iba a gritar, pero de inmediato le cerraron la boca con cinta adhesiva.
—A ver, niña... ¿Vas a contarnos de qué evidencia estabas hablando por mensaje con tu amiguita?
April fulminó al hombre con la mirada un momento, para luego asentir. El segundo fue a quitarle la cinta de la boca, y su respuesta fue escupir en la cara de este, para luego decir solo una palabra.
—Nunca.
Y lo siguiente que presencié fue una serie de golpes hacia ella, que se intentaba cubrir con las manos el rostro y el cuerpo de las patadas que los tres hombres le propinaban para que hablara. Quería buscar ayuda, auxiliarla, gritar con todas mis fuerzas, golpearlos, pero la realidad no fue esa. April estaba siendo humillada y maltratada frente a mis ojos, y yo no hacía nada para ayudarla. No porque no quisiera, sino porque no podía. Porque no era nadie.
Lo último que escuché por su parte, antes de que se desplomara alrededor de un charco de sangre, fue un grito desgarrador que me atravesó el corazón. Un grito que jamás olvidaría.
Trailer Recta Final:
[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]
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