Capitulo 49: Buscar evidencias


(Haley)

—¡Vamos, no seas aguafiestas! —me reclamó por quinta vez Kyle.

Solté un suspiro, ya cansada por su insistencia.

—¿Sabes que las elecciones son en casi una semana? No tengo tiempo.

—Pero si ya tienes a April Granger de tu lado. ¿Has escuchado alguna vez que a esa chica no le haya funcionado un plan? —negué con la cabeza—. Pues entonces no debes preocuparte.

Volqué los ojos. El instituto ya estaba acabando y por supuesto Kyle no se separó de mí en ningún momento, lo que claramente molestó a April y Lauren, quienes habían estado esperándome para sentarnos juntas en la cafetería. Pero Kyle me obligó a sentarme junto a él.

—No voy a ir a la fiesta de O'Connor —volví a decirle.

La noticia había volado en el instituto cuando este había credo el evento en Facebook durante la mañana. Extrañamente había sido invitada, pero no me quejaba, se veía que iba a estar genial, aunque no iba a asistir. Había tenido una mala experiencia en las fiestas, así que mejor iba a ahorrármelas desde ahora en adelante.

—Y si Tyler viene, ¿irías?

Al escuchar el nombre de la mata de cabellos rubios no me quedó otra que evitar la mirada de Kyle, ya que no quería que notara mis mejillas sonrojadas. Pero por supuesto fue inevitable que se diera cuenta.

—Mierda, ¿pasó algo entre ustedes? —al no recibir respuesta este abrió mucho los ojos—. ¡Paso algo entre ustedes!

Negué de inmediato, a lo que este entrecerró los ojos.

—No te creo.

Me encogí de hombros y cerré de una vez mi taquilla, caminando hacia mi última clase. Por supuesto Kyle siguió junto a mí intentando alcanzarme con su silla de ruedas. En el momento que lo escuché jadear por todo el esfuerzo que estaba haciendo para no quedarse atrás, me detuve.

—¿En serio? ¿Tienes que ir escoltándome a cada una de mis clases?

No quería sonar dura, pero tenerlo detrás de mí todo el día me había impedido hablar con Lauren y April en el almuerzo. Y ni siquiera había podido cruzar una sola palabra con Marie en todo el día, ya que además de no haberla visto Kyle me mantenía todo el tiempo en una conversación sobre cualquier estupidez.

Este sonrió, como siempre, y noté que su piel no era tan oscura como creía. Al no recibir respuesta de su parte volví a seguir mi camino, y cuando creí que se había ido vi que varios ojos me comían entera. Entonces supe que estaba siguiéndome y, peor aún, llamando la atención de todo el pasillo.

—No vas a librarte de mí, Haley Dickens —sentenció por detrás—. Tyler quiere que estés a salvo.

Me quedé quieta y me di la vuelta para mirarlo. Luego me acerqué para que nadie lo escuchara.

—No puedes hablarle ni verlo —sabía que me estaba comportando como una niña, pero ahora mismo lo único que quería era tener un momento a solas.

—¿Y qué? No necesito hablar con él ni mucho menos verlo para saber lo que desea. Y créeme, tú encabezas la lista.

No sabía qué decir. Luego de lo que había pasado ayer todo estaba muy tenso. Mamá justo irrumpió en mi habitación cuando estábamos en contacto, rompiéndolo de inmediato. Y así fue como luego de celebrarlo con Holly y mi madre, saltando, gritando y riendo, Tyler se quedó en una esquina observando. En realidad, observándome a mí, lo que me hizo ponerme muy nerviosa. Aunque finalmente se acercó y nos pusimos a saltar, sonriéndonos, riendo y olvidándonos de todo. Pero ahora no lo veía desde la mañana, cuando me dijo que iba a ver qué tal su familia.

—¿Y dónde está ahora? —le pregunté a Kyle, ya que realmente había esperado que apareciera por el instituto en algún momento del día.

—Justo detrás de ti —escuché su voz detrás de mi oreja, bastante cerca.

En vez de saltar por la sorpresa me quedé ahí quieta. ¿Cuánto había escuchado?

(Tyler )

—¿Y qué tal tu día? —le pregunté cuando estábamos en el baño a solas.

—He tenido de mejores —esta se subió encima de la encimera del lavamanos mientras bostezaba—. ¿Tú? ¿Has averiguado algo?

—Nada nuevo, Fernando y Roy no estaban cuando llegué y Mark no fue al instituto, se quedó durmiendo.

—¿Y James?

—Supongo que debe estar por aquí.

—No lo he visto —esta frunció el ceño y yo me basté a encogerme de hombros.

—Quizás esté vagando por Chicago. En semanas de exámenes siempre desaparece.

Esta asintió sin añadir nada más de este tema.

—¿Has averiguado algo más con Lauren y April? —le pregunté luego de un silencio.

—Ni he podido hablar con ellas en todo el día, Kyle no me deja sola —noté que realmente estaba enfadada con el asunto, lo que me causó bastante gracia—. ¿Te ríes de mí?

—Exactamente.

—¡Es que realmente es desesperante! Necesito hablar con Lauren y April y no me deja sola.

—¿Y por qué no lo unes al grupo de las justicieras? ¿O es exclusivamente de chicas? —le pregunté colocándome a su lado.

Esta cambió su expresión a una leve sonrisa, negando con la cabeza.

—Eres un idiota.

—Un idiota que te encanta, ¿no? —Haley se bastó a soltar una carcajada, dándome una mirada de reproche.

—Y yo que creía que tu ego había desaparecido...

(Haley)

Al quedarme charlando con Tyler perdí mi última hora de clases, por lo que al tocar la campana caminé hacia el estacionamiento, lista para tomar el autobús y desaparecer del instituto. En eso, escuché a Marie, que estaba discutiendo con Lauren Davis.

—¿En serio? ¿Vas a negar que me rayaste el coche? —soltó Marie furiosa.

—¿Por qué iba a hacerlo? ¿Realmente crees que gastaría mi tiempo en eso?

Varias personas estaban atentas a lo que se veía venir, ya que el tema de las peleas en el instituto causaba cotilleo general y nadie quería perderse estar ahí en primera fila.

—Oh, vamos, no tengo el mismo coeficiente que tú, así que lo siento, pero tus excusas mediocres no van a convencerme —se burló—. Ahora, ¡vas a pagarme la pintura!

—¿Estás loca? —saltó Lauren negando con la cabeza—. No fui yo, Acuña, déjame en paz —esta le dio la espalda, caminando hacia donde estaba yo parada, observando.

Estupendo. Marie se la quedó mirando, y colocó su vista en mí, ya que Lauren se dispuso a hablar conmigo. Yo, por mi parte, rogaba interiormente que se fuera, no quería formar parte de su disputa.

—¿Puedes decirle a tu amiguita que no tengo nada que ver?

Todas las miradas se clavaron en mí. Yo tragué, nerviosa. Iba a decir algo, pero la castaña ya estaba junto a mí.

—¿Qué mierda tiene que ver Haley en esto? El problema es entre tú y yo.

—Mira, yo no tengo ningún problema contigo, tú estás echándome la culpa de algo de lo que soy completamente inocente.

—¿Inocente? ¡Ja! La inocencia la perdiste hace mucho, por si no te diste cuenta —se burló, causando varias risas entre los espectadores.

Eso me molestó. Una cosa era culpar a Lauren sobre lo que había sucedido, pero otra muy distinta era avergonzarla frente a la mitad del instituto. Lauren se había tornado roja, y seguramente estaba a pocos segundos de tomar de los pelos a Marie, pero me adelanté.

—Nosotras nos vamos —agarré el brazo de Lauren para llevarla hacia dentro del instituto—. Recuerda que tenemos tutorías —pude decir como excusa frente a todos, incluso para Marie, quien fruncía el ceño.

Así fue como me llevé a Lauren, que forcejeaba como una loca.

—¡Suéltame, voy a matarla!

No dije nada, la llevé con todas las fuerzas que tenía a la biblioteca, y pese a sus intentos terminó cediendo, caminando junto a mí.

—En realidad soy buena para física, solo lo inventé para poder sacarte información de tu abuelo, así que ya sabes, puedes soltarme.

Sonreí para mis adentros.

—¿Realmente crees que voy a dejarte seguir con el show de allá afuera?

Lauren soltó un suspiro frustrado y se dejó llevar por mí, hasta que llegamos a la biblioteca y la senté en nuestra mesa habitual.

—¿Y ahora qué?

—Te quedas aquí hasta que Marie se haya ido.

—No eres mi madre. ¿Lo sabes?

—No eres una niña. ¿Lo sabes?

Con eso Lauren no dijo nada, se bastó a patear la silla que tenía al frente para luego soltar un quejido. No dije nada y le presté atención a mi móvil, ya que me acababa de llegar un mensaje de Marie.

Estoy fuera de la biblioteca, si no quieres que mate a tu nueva "amiguita" sal y hablemos.

No respondí. Me encaminé hacia la salida. Marie estaba con los brazos cruzados caminando de un lado a otro, y al verme se quedó quieta, observándome fijamente. Sabía que no era una buena idea, pero ya era tarde.

—¿Qué diablos te sucede? —me preguntó acercándose hacia mí de golpe.

Me quedé en blanco. Conocía el carácter de Marie, siempre la había visto peleando con James, Lauren y Steve, pero nunca conmigo.

—Nada —susurré.

—¿Nada? —esta soltó una carcajada—. ¿Sabes cuándo fue la última vez que hablamos sin contar hoy?

No sabía qué decir. ¿Ayer? Pero no, ayer no había hablado con Marie, el domingo tampoco, y el sábado mucho menos.

—¿El viernes? —pude decir luego de un silencio.

Marie asintió, y ahí caí en la cuenta de que ni me había dado cuenta. Había estado ocupada con mi madre, Tyle, Kyle e incluso April y Lauren.

—Lo siento, Marie, realmente estuve muy ocupada el fin de semana, y ayer yo...

—¿Ayer qué? Lo único que hiciste en todo el día fue estar con April y Lauren, a parte de Kyle, que al parecer se te olvidó mencionar que eran amigos, ¿no?

Realmente estaba furiosa, por lo que sin pensarlo di un paso atrás, estaba asustada y acorralada por Marie Acuña.

—Es... yo... él... —no podía hablar, quería correr y desaparecer, pero sabía que si lo hacía Marie iba a ir detrás de mí.

—¿Sabes? Ya me cansé. Respóndeme una cosa. ¿Llegaste a la fiesta del viernes con April? Porque no te vi.

Iba a decirle que no había asistido, así técnicamente me podía saltar todo el problema sobre Simon y mis sollozos en el jardín. Pero si al menos podía decirle la verdad de algo que no tenía relación con Tyler Ross no iba a dejarla pasar.

—Sí, pero no me sentí muy bien y me fui temprano —le dije, sintiéndome totalmente aliviada de decir la verdad. Pero Marie frunció el ceño, más enojada aún.

—¿Por qué mientes?

—No estoy mintiendo, es la verdad.

—No lo es. Y lo sabes.

—¿Qué? —solté incrédula.

Marie se pasó las manos por el cabello, mirándome con los ojos abiertos de par en par.

—Pasaste la tarde con April, ¿no?

Me quedé quieta, sin siquiera pestañear. Quería asentir, decirle que sí. Pero ella sabía que era una mentira. Un silencio se instaló en el lugar.

—Responde, Haley.

Desvié la vista, buscando algo o alguien para excusarme, pero no había nadie en los pasillos. Marie volvió a insistirme, por lo que no me quedó otra.

—Ya sabes la respuesta. ¿Para qué me lo preguntas?

Esta soltó un bufido, mirándome irónicamente.

—No lo sé, dímelo tú —me apuntó.

Me quedé en blanco. ¿Qué iba a decirle ahora? Finalmente dije la estupidez más grande que se me vino a la cabeza.

—No sé qué quieres que te diga. Perdón por no haber hablado contigo estos últimos días, eres mi mejor amiga, Marie...

—Entonces dime, qué relación tienes con esos imbéciles —me cortó.

—Temas escolares, ya lo sabes. Steve es el protagonista del artículo para el anuario y Lauren pues... soy su tutora, ¿lo recuerdas?

—¿Y Kyle Reyes?

—También, quiere que lo ayude a ponerse al día. Extraño, pero cierto —le respondí naturalmente.

Marie se me quedó mirando con recelo, y luego de un silencio habló.

—Haley, dime lo que sucede. ¿Te están amenazando? ¿Chantajeando?

—¡No!

—¡Entonces qué diablos sucede!

—No sucede nada, ya te lo he dicho. No puedo creer que desconfíes de mí.

En el momento que terminé de hablar me di cuenta de lo hipócrita que había sonado, y al parecer Marie también lo notó, ya que toda la preocupación que había visto hacía segundos se esfumó.

—Pensé que Simon estaba equivocado sobre ti, pero al parecer es cierto —sentí una estocada en el pecho—. Sabes que no puedo ser amiga de alguien que me miente, Haley, ya me sucedió una vez. Si no me dices en qué estás metida...

—¡No estoy metida en nada! —le grité nuevamente sin pensarlo—. Marie, confía en mí, no pasa nada —le rogué.

La necesitaba, Marie era la única chica en la que confiaba. A Simon ya lo había perdido, pero no podía soportar perder ahora a Marie. Hubo un silencio, y ya sabía cuál iba a ser su respuesta.

—Bien, entonces aquí acaba.

En ese momento sentí cómo el mundo se me cayó encima.

(Tyler) 

Ya era un nuevo día y Haley se estaba demorando más de la cuenta en la ducha, así que no tuve otra alternativa que entrar, no podía dejar que llegara tarde al instituto.

—Haley, apresúrate, vas a...

—¡SAL DE AQUÍ! —me gritó de inmediato desde detrás de la cortina—. Tyler, te juro que si no...

—Ya, ya, tampoco creas que muero de ganas de verte desnuda.

—Sí, claro —soltó irónicamente—. Ahora, fuera.

Iba a decir algo, pero finalmente salí. No quería pelear con Haley, ahora mismo debíamos estar más unidos que nunca. Esta luego de unos minutos salió del baño, y ya vestida metió sus libros y cuadernos en el bolso, y luego salió de casa.

—¿Sucede algo? —le pregunté al ver que había estado callada y distante la mayor parte del camino.

Esta se me quedó mirando, seguramente pensando si decírmelo o no.

—Marie se enojó conmigo.

Solté una carcajada.

—Solo dile que James es un cretino y asunto resuelto.

Esta sonrió levemente.

—No es tan sencillo. Quiere saber por qué pasó tanto tiempo con April, Steve y Lauren, incluso con Kyle. Ayer no supe qué decirle cuando me lo preguntó, y ahora... me dejó totalmente claro que no quiere tener ninguna relación conmigo.

Me quedé en silencio procesándolo. Entonces, en conclusión, Marie había cortado con Haley porque esta no le dijo la verdad.

—Qué mierda...

—Ni me digas.

Justo en ese momento el autobús apareció y Haley iba a subirse, pero un coche llamó nuestra atención. Era Lauren Davis.

—¡Haley, sube!

—¿Qué haces aquí? —le preguntó esta, pasmada.

—Sube al coche y te explico.

Y eso hicimos. Haley me miró para que viera que estaba igual de sorprendida que yo.

—Interesante —le dije al subir al coche—. Nunca creí que iba a estar en un coche con Lauren Davis y Haley Dickens.

—Dímelo a mí —movió los labios sin hablar, dándose la vuelta del asiento del copiloto para que Lauren no lo notara.

(Haleyi)

—Vine a buscarte porque el estúpido de Reyes no te deja tranquila. ¿Le gustas o qué diablos?

Solté una carcajada nerviosa, sin saber qué responder. Ahí recordé la excusa que le había dado a Marie ayer.

—No, solo me pide ayuda para ponerse al día.

Esta asintió intimidantemente, a lo que se colocó sus gafas de sol y siguió manejando hacia el instituto.

—¿Me pasas la barra de chocolate que hay en los asientos de atrás? —me preguntó luego de unos minutos.

—Sí, sí, claro.

Me desabroché el cinturón y me di la vuelta buscándola por los asientos, pero no la encontraba.

—Está aquí —me apuntó Tyler justo donde estaba sentado. Este, por alguna razón, sonreía como un idiota, y yo no entendía por qué.

Hasta que lo supe. «Cerdo, asqueroso, pervertido, depravado», maldecí en mi interior.

—¿Por qué estás roja, Haley? ¿Acaso te pusiste nerviosa? —se burló.

Lo miré con la peor cara que pude, y Tyler se bastó a soltar una carcajada burlándose de mí.

—¿Por qué tardas tanto?

Sin siquiera pensarlo más adentré mi mano entre la entrepierna de Tyler, tomé la barra de chocolate y se la entregué a Lauren. Tyler, sorprendido, no siguió riéndose, sino que se quedó atrás en silencio, cosa que agradecí. El resto del camino Lauren se bastó a comerse toda la barra, sin siquiera darme un pedazo. Al parecer estaba realmente hambrienta. Llegamos al instituto a la hora, y Lauren por fin habló.

—¿Le has preguntado a Kyle qué recuerda del accidente?

—No.

—Hazlo, pero recuerda quitártelo de encima para el almuerzo.

Asentí, saliendo del coche. Pensé que Lauren iba a esperar que desapareciera sola y así nadie sospecharía ni se daría cuenta de que vinimos en el mismo coche, pero no fue así. Esta se colocó junto a mí y caminamos juntas. April, al vernos, salió de su grupo de amigos para ir con nosotras.

—¿Qué tal?

—Muerta de hambre —soltó Lauren sacando un chicle de su cartera de cuero.

—Busqué ayer por la noche entre las cosas de mi abuelo, pero no había nada.

Las dos se giraron hacia mí.

—No puede ser. ¿Nada en su ordenador? ¿Alguna carpeta? ¿Caja fuerte?

—No que yo sepa. Pero voy a seguir buscando.

Así fue que nos encaminamos hacia la sala vacía del segundo piso, y por supuesto con la mala suerte de que Marie Acuña y Simon Adams estaban charlando animadamente junto a los casilleros. Al notarme se me quedaron mirando, cambiando totalmente su expresión. Quería desaparecer. Bajé la cabeza e intenté caminar lo más rápido que mis piernas podían, a lo que Lauren y April me llamaron desde atrás.

—Haley, ¿estás bien?

Volteé hacia ellas asintiendo sin mucho ánimo, y pude ver cómo April me sonrió. Sabía que se había dado cuenta de lo que acababa de suceder. En eso la voz de Tyler se acercó a mí oído. Al parecer había estado junto a mí.

—Queda un poco más de una semana, Haley, luego de eso puedes contarle la verdad, y si tengo suerte los dos podremos hacerlo.

Si me ponía a contar faltaban, sin contar hoy, unos doce días. Doce días con Tyler y luego... aún no lo sabíamos.

(Tyler) 

Ya era tarde, el día había acabado y estaba entrando al departamento. Me había pasado el resto del día junto a Mark, esperando a que lo llevaran con el entrenador Whitey, pero al parecer hoy no fue el día. A regañadientes me largué de mi casa cuando comenzó la cena, en la que Roy y Fernando les anunciaron a ambos que Marie y Haley se iban a quedar por más de una semana con ellos.

La reacción de James fue de esperar: se atragantó con la bebida, mientras que Mark abrió los ojos y luego se disculpó para retirarse de la mesa. Pero en ese momento en realidad lo que más quería era ver a Haley y saber qué tal iba todo. Hoy debía haber sido un día duro sin Marie, pero al menos sabía que estaba ahora con Lauren y April, así que no dudé en entrar a su habitación para charlar con ella.

Pero al parecer Anna ya se me había adelantado. Ambas estaban recostadas en la cama, abrazadas la una a la otra.

—Sabes cuánto te voy a echar de menos, ¿no? —le preguntó la mayor mientras la besaba en la mejilla—. Por mí te metería en la maleta.

Haley soltó una carcajada.

—Yo también te voy a echar de menos.

No habían notado mi presencia, así que me largué de ahí para darles privacidad. Al ya estar afuera sonreí, me alegraba que ahora ambas estuvieran bien. Pero por otro lado ver esa escena me había hecho recordar que nunca iba a poder tener algo así, nunca iba a poder tener a mi madre junto a mí. Conocerla, verla, poder hablar con ella.

No iba a mentir, varias veces se me había pasado por la cabeza, que si yo estaba muerto, quizás podría verla, incluso hablar con ella. Pero hasta ahora no había aparecido. Al igual que mi padre, ya que ahora sabía que Fernando no lo era. ¿Pero dónde estaría? Estaba muerto, ¿no?

Muchas dudas comenzaron a adentrarse en mi cabeza, ¿Nos habría abandonado? ¿Estaría muerto? Porque realmente no tenía ni la menor idea sobre nada de él, ni siquiera cuál era su nombre. Y ahí caí en la cuenta de que necesitaba saberlo. Así que sin pensarlo dos veces salí del departamento de vuelta a ver a Fernando Ross y Roy Miller. Albergaba la esperanza de que justo hoy por la noche soltaran algo de información al respecto.

Al llegar fui a buscarlos. Era muy tarde, por lo me esperé que estuvieran cada uno en su habitación a minutos de acostarse a descansar, pero no fue así. Ambos estaban jugando con la consola muy concentrados.

—Ahora voy a ganarte, Feñi.

—Sigue humillándote, Miller, no hay problema.

Así fue que me quedé ahí unos minutos esperando que algo relacionado conmigo saliera de sus bocas, y es que ya estaba acostumbrado a llevarme una sorpresa de vez en cuando. Pero al parecer no tuve suerte. Luego de unos minutos Roy se enfureció y abandonó el partido, a lo que Fernando, como siempre, se puso a bailar y a cantar como un niño de cinco años. Al ver la escena volqué los ojos y fui a ver a mis hermanos por segunda vez ese día.

No los encontré en el segundo piso, tampoco en el primero, cosa que me extrañó, porque motocicleta estaba afuera y el coche de James también. No dudé en ir al jardín, donde vi, entre la oscuridad, un cigarrillo prendido, y me acerqué. Sus voces cada vez se escuchaban mejor, hasta que pude oír lo suficiente para saber de qué hablaban.

—No puedo creer que tú también lo supieras —soltó James hablando animadamente.

—¿Por qué crees que la llevé a casa en primer lugar? Sabes que no me acuesto con cualquiera, incluso aunque diga ser una modelo y luzca como tal.

¿Hablaban de Diana?

—Tengo que admitir que tardé más que tú, lo supe cuando me puse a investigar sobre su hermano por Internet unas semanas atrás.

Sí, era ella. Y al parecer mis dos hermanos sabían que era realmente Diana Grey. O Gay, lo que sea. Mark dio otra calada a su cigarrillo, soltando un bufido.

—Su padre la debe haber enviado, no me cabe ninguna duda.

—¿Y qué hacemos?

—Seguir con la farsa. Me he asegurado de darle información errónea de Fernando y también he aprovechado para espiar su móvil cuando duerme.

—Nunca creí que tú, Mark Ross, fueras un excelente James Bond —le dijo enorgullecido.

Pensé que iba a reírse, pero se hundió en sus pensamientos. Hasta que al fin habló.

—Está empeñada en no separarse de nosotros, incluso cuando tiene que ir turnándose de hermano. En algún momento se va a cansar de mí, se dará cuenta de que no le sirvo e irá a por ti. Asegúrate de seguirle el juego.

—Mejor vayamos al grano y mandémosla a la mierda.

Nuevamente Mark tardó en responder.

—Mantén a tus amigos cerca y a tus enemigos aún más cerca... —dijo el rubio apagando su cigarrillo, escupiendo a un lado de James—. Si sabe que la descubrimos no tendríamos ninguna posibilidad de llegar a su padre.

—¿Acaso quieres llegar a él? ¿Para qué? —por supuesto que James sabía por qué, pero estaba fingiendo.

—Él tiene la culpa de la muerte de mamá, no Fernando —¿Richard había estado involucrado en el accidente de Fernando con mi madre?—. Quiero hacerle pagar por todo lo que nos ha hecho, a Tyler, a ti y a mí.

La imagen del arma que tenía bajo su cama me vino a la mente. Mark quería hacérselo pagar matándolo, al igual que él había hecho conmigo y con Natalia. Y tenía que admitir que la idea no me desagradaba en absoluto. No iba a mentir.

—Pues cuenta conmigo —James le ofreció la mano, a lo que Mark dudó.

—Créeme que es mejor que te mantengas alejado de esto, James...

—Soy tu hermano mayor y ahora el único que te queda... nos tenemos que cuidar el uno al otro. Y créeme que por ningún motivo voy a dejarte solo en esto.

Y para mi sorpresa en el rostro de Mark se posó una sonrisa, y respondió el apretón de manos a James. Sin pensarlo dos veces el mayor lo atrajo hacia él, fundiéndose en un abrazo.

Y yo, como un completo idiota, me acerqué a estos, abrazándolos, como si fuera parte de la escena, pero por supuesto no encajé, ya que los traspasé de inmediato. Pero qué importaba eso, el punto era la intención, y yo la tenía. Quizás no pude descubrir nada sobre mi padre, pero sí pude llevarme una grandiosa escena entre mis dos hermanos. Al menos venir había valido la pena. Y quizás había más posibilidades de volver a la vida de las que creía.

(Haley)

Por la mañana tuve que despertarme temprano para ir a dejar a mamá al aeropuerto. Fuimos en el coche de Roy, y mamá se pasó todo el rato dándole órdenes que tenían que ver conmigo. Sobre a qué era alérgica, qué comidas me daban dolor de estómago, la hora a la que debía estar durmiendo, cuándo debía estar en casa después del instituto e incluso no meter a chicos en la habitación.

Por supuesto yo soltaba suspiros, frustrada por la vergüenza que me estaba haciendo pasar, y no solo con Roy, sino también con Tyler, que se pasó todo el camino riendo de mí. Cada vez repetía la misma frase.

—¿En serio te gusta comer comida de bebés?

—¿En serio solo puedes dormir con la puerta medio abierta?

—¿En serio si comes legumbres tienes gases por dos días completos?

Cada vez mi rostro se enrojecía más, hasta que por fin mamá terminó de avergonzarme y se puso a hablar con Roy sobre lo mucho que debía cuidarme y todo el rollo. Así fue como llegamos finalmente. Esperamos a que llegara Holly, que estaba algo retrasada. Y, para mi sorpresa, Marie no apareció, y mucho menos George. Iba a preguntarle, pero mi madre se adelantó.

—Marie prefirió despedirse en casa, y si traía a George aquí no iba a soltarse de mí.

Todos asentimos, y ahí comenzó la despedida. Primero me despedí de Holly, que me abrazó y me soltó un «cuídate cariño y no dejes que Marie cometa locuras».

—Yo la tendré vigilada.

—Esa es mi chica —me dio un beso en la mejilla y se dispuso a despedirse de Roy.

En eso, mi madre se me acercó, y noté que unas cuantas lágrimas caían de sus mejillas.

—Esta es la primera vez que me separo tantos días de ti. Ven aquí —me acurruqué a su cuerpo, y ella hizo lo mismo conmigo.

No quería que se fuera, por alguna razón sentía que tener a mamá lejos no era una buena idea.

(Tyler) 

Haley y Anna habían tardado más de lo que creía, ambas estaban en una extensa conversación privada. Haley me dejó bastante claro que no podía escucharla, así que me resté a quedarme con Holly y Roy, que al parecer estaban peleando.

—Si no se lo dices eres un cretino, al igual que tu amiguito —le soltó la rubia.

—Es mejor cuando vuelvan.

—Eres un cobarde. Realmente no lo puedo creer. Dile de una vez que estás enamorado de ella y listo. Todos felices.

Abrí los ojos sorprendido. ¿Roy iba a decirle que le gustaba?

—No es tan fácil. Ya sabes cómo terminó todo hace años.

—Anna ya ha crecido, no es la niña de diecisiete años que conociste —Roy asintió levemente—. No te diría esto si no estuviera cien por cien segura de que Anna está enamorada de ti.

—¿Lo crees? —los ojos de Roy estaban brillosos y ansiosos.

—Totalmente. Ahora, anda —esta le dio un empujón, y Roy, emocionado, se dispuso a caminar hacia Anna y Haley.

Yo iba a seguirlo, pero escuchar la voz de mi padre por detrás de Holly me hizo interesarme más en la pareja que tenía justo a mi lado.

—Hola.

Holly hizo como si no lo escuchara, observando a su alrededor, como si Fernando no existiera.

—Vine a desearte un buen viaje.

Esta asintió sin abrir la boca, cruzándose de brazos, observando a Roy y Anna, quienes estaban hablando a varios metros de distancia. Y ahí reparé en que Haley no estaba ahí. ¿Dónde se había metido?

—¿Marie y George a qué hora se van a mi casa?

—¿Realmente has venido aquí para preguntarme eso? —le preguntó hostilmente, y pude darme cuenta del curioso carácter de Holly Acuña.

Muy parecido al de Marie.

—No, en realidad, yo... vine, como ya dije, a desearte un buen viaje.

—¿Entonces ya terminaste?

Fernando se quedó sin saber qué decir, abriendo la boca para luego cerrarla. Justo en ese momento Holly sonrió ampliamente, a lo que Fernando le siguió la mirada, encontrándose a Anna y Roy besándose. En la boca. Holly se mordió el labio y comenzó a dar pequeños saltitos, haciendo un pequeño ruido al chocar sus tacos con el suelo.

—Por fin están juntos —sentencio más para ella misma.

Fernando la observó atentamente, carraspeando para llamar su atención.

—Nunca creí que Anna estuviera enamorada de Roy.

—Es porque no entiendes el amor, Fernando.

Bien, esto ya era bastante incómodo.

—¿En serio vas a seguir con eso? —le soltó Fernando fastidiado—. Vine a verte, tuve que cancelar una entrevista muy importante por ti... —Holly volcó los ojos—. Y me ignoras para luego insultarme.

—Como siempre refregándome las oportunidades que te pierdes por mi... Nunca cambias, Fernando. Crees que el mundo gira a tu alrededor, que todo es un gran sacrificio para ti y que por eso todos tenemos que besarte los pies. ¿Te digo la cruda realidad? Todos tenemos que sacrificar cosas, pero no estamos quejándonos por ello toda nuestra vida.

—Sabes que mi vida no es como cualquier otra, Holly... tú no tuviste que lidiar con...

—Tuve que lidiar con un embarazo a los dieciséis años sola, tuve que irme a Colombia, un país que no veía desde que tenía cinco años... —pude notar cómo sus ojos iban aguándose, a lo que Fernando tenía los ojos fijos en ella—. ¿Crees que fue fácil para mí? Tenía beca para Yale, iba a ser doctora, Fernando... Iba a ser la primera de toda mi familia en ir a la universidad —noté cómo su voz iba quebrándose, pero Holly siguió hablando—. ¿Sabes lo que me hizo mi padre al llegar? Me golpeó hasta que sus hermanos tuvieron que detenerlo. Me llamaban puta, zorra, y cosas aún peores...

—¿Ahora yo soy el culpable? ¡Ni me dijiste que estabas embarazada!

—¿Y qué? ¿Eso justifica que nunca me hayas llamado? ¿Una carta? ¿Un mensaje? Éramos novios, llevábamos saliendo meses. Esperé que cuando se calmara todo después del accidente me buscarías... —le caían lágrimas de los ojos—. Me sentí usada, Fernando, me sentí como una completa idiota.

—¿Te crees que yo no? Estaba devastado por lo que había sucedido con Natalia, necesitaba desahogarme con alguien, hablar contigo, Holly. Ni te dignaste a aparecer en el hospital, tuve que obligar a tu madre a que me dijera dónde estabas. ¿Y qué crees que pensé cuando me dijo que te habías ido a Colombia? Me habías dejado en el momento que más te necesitaba.

—Ahora yo soy la culpable —ironizó enojada.

—Oh, vamos, quizás fuera mi culpa. ¿Pero haberme escondido dieciséis años que tenía una hija? Agradece que no le he dicho nada, porque sabes que tarde o temprano Marie debe saber la verdad.

—¿Ahora me amenazas?

—¡Por el amor de dios, Holly! Solo estoy intentando arreglar las cosas entre nosotros.

—Sabes que no tienen arreglo, no cuando sigues empeñado en destruir a Richard Grey.

—¿Por qué metes a él en esto? Estamos hablando sobre tú y yo.

—Ese es el problema, para ti la causa de que estemos separados fue él, pero no es así, el único culpable fuiste tú. Si no fuera por tu maldito orgullo ahora estaríamos juntos.

—¡Aún podemos estarlo!

—No, lo nuestro acabó hace mucho, y fui una estúpida al creer que podía darte una segunda oportunidad.

—Oh, vamos —Fernando le tomó el brazo cuando Holly se estaba dando la vuelta para marcharse.

—Suéltame, Fernando, voy a perder el vuelo.

—No antes de que me digas que no me amas, que lo nuestro ya acabó —Holly se quedó en silencio. Sus miradas estaban fijas la una sobra la del otro—. Dímelo y no te molestaré más, lo juro.

Yo aún no podía creer que estaba en medio de una conversación que parecía sacada de una telenovela. Fernando seguía con los ojos fijos en Holly, que en un momento tomó con su mano el brazo de Fernando, que estaba sujetándola aún, y en vez de apartarlo lo acarició. Y esa fue la señal para Fernando, que no dudó en atrapar sus labios y fundirse en un apasionado beso, al cual Holly no opuso resistencia.

Luego de ya darme repulsión la escena eché un vistazo a Roy y Anna, que habían desaparecido. Busqué a Haley con la mirada y me la encontré sentada en unas sillas, observándome, y levanté la mano para saludarla. Esta sonrió para luego apuntar a Holly y Fernando, queriéndome decir: «No lo puedo creer».

—¡Ni yo! —le grité lo más fuerte que pude.

Justo en ese momento escuché la voz de Fernando.

—Holly, yo...

Antes de que pudiera decir algo se escuchó el golpe de la mano de Holly contra su mejilla, y varias personas del aeropuerto se fijaron en ellos dos. Por supuesto, murmurando que se trataba del mismísimo Fernando Ross.

—¿Y eso? —pudo decir, sorprendido.

—Por haberme hecho pensar todos estos años que te importo una mierda.

Fernando, que en ese momento se acariciaba la mejilla, adolorido, soltó una carcajada con una amplia sonrisa. Holly le imitó y ambos nuevamente se besaron sin rechinar. Al parecer la despedida de Fernando y Holly había sido bastante cariñosa, igual que la de Roy y Anna.

(Haley)

—Ya llegamos —dijo Roy, aparcando su coche en el estacionamiento de los Ross.

Nerviosa, me bajé de inmediato, tomando la maleta. Roy me la quitó de las manos y caminamos juntos hacia dentro. Tyler había desaparecido en el momento en que entramos al estacionamiento con el coche, porque fue a verificar si Marie ya había llegado. Así que entramos por la puerta principal, y Roy dejó la maleta en el suelo para ir explicándome en qué pasillo estaba cada habitación.

—La cocina está al final a la derecha, a su lado está la habitación de Martha por si tienes algún problema. Luego está el baño de visitas debajo de la escalera y tu dormitorio está en el primer piso por el otro pasillo, que es este —así fue como fuimos ambos caminando por el pasillo izquierdo hasta llegar a una puerta de madera muy elegante.

Justo en ese momento Tyler traspasó la puerta y apareció frente a mí.

—No enloquezcas, quizás así puedan reconciliarse —me explicó nervioso, y yo fruncí el ceño.

Pero no tuvo que añadir nada más para que viera con mis propios ojos a lo que se refería. Roy abrió la puerta y me encontré con Marie Acuña. La castaña estaba encima de su cama dibujando en un cuaderno, y a su lado había otra cama exactamente igual, lo que solo podía significar una cosa.

—Traigo tu equipaje en unos minutos, Haley. Cualquier cosa que necesiten nos avisan —Roy al parecer estaba muy entusiasmado, porque nos sonrió a ambas y cerró la puerta, dejándome ahí parada frente a Marie, que me observaba con una ceja levantada.

Nerviosa, me quedé ahí quieta un momento, y cuando Marie se levantó y caminó hacia el baño para encerrarse en él volví en mí. Algo torpe, caminé hacia la cama y me senté en ella. Tyler se colocó a mi lado, observándome.

—No te desanimes, seguramente no sea tan malo como crees.

Solté un bufido.

—Bromeas, ¿no? —le susurré.

Tyler no me respondió, sino que guardó silencio. Yo, por mi parte, no tenía ni la menor idea de cómo iba a sobrevivir conviviendo en la misma habitación que Marie. Echaba de menos a mi madre y también mi departamento.

(Tyler) 

—Un gusto tenerlas aquí —dijo James Ross al sentarse en la mesa para cenar, a lo que miró luego a George—. Niño —le saludó indiferentemente, y George por su parte le sonrió burlón.

Realmente ese niño me asustaba bastante.

—Hola —fue el saludo neutro de Mark al llegar.

Por supuesto Marie y Haley respondían amablemente, aunque por supuesto la castaña lo hacía con menos interés. En la conversación de la cena se trató sobre la despedida de Anna y Holly, en la que por supuesto Roy se delató de inmediato.

—¡Oh, vamos, campeón! —le felicitó James chocando los puños.

—No puedo creerlo, felicidades —le dijo Marie luego.

—Bien hecho —habló Mark en un tono neutro.

Fernando, por su parte, se quedó en silencio, ocultando lo sucedido entre Holly y él. La cena fue bastante divertida, y tenía que admitir que más de una vez solté una carcajada. Haley también se veía que se estaba divirtiendo, pero el hecho de estar peleada con Marie se notaba. Las dos no se cruzaron palabra en toda la cena. Cuando terminaron todos Marie fue a ayudar a su abuela, y Haley se disculpó y fue a tomar una ducha, mientras que Mark también desapareció sin decir dónde iba.

Fernando le dijo a Roy que tenía que terminar unos trámites con el ordenador y le pidió que antes de dormir echara un vistazo para que todos estuvieran en sus habitaciones, cosa sobre la que Roy asintió. En la mesa se quedaron James y él.

—¿Soy yo o Haley está extraña? —dijo James en un momento.

—Sí, también lo noté. Creo que podría tratarse de Tyler.

—Es una opción.

En eso Marie entró al comedor riendo con Martha, y justo el móvil de Roy empezó a sonar y tuvo que irse, a lo que James se enderezó también para salir de ahí. Y ahí fue cuando realmente no podía creer lo que había escuchado.

—James, ¿me ayudas a bajar mi maleta del coche?

Sí, Marie Acuña le había pedido a James Ross un favor. Pero su respuesta fue natural y para nada forzosa.

—Claro.

Los dos se encaminaron juntos hacia fuera, y al llegar al coche de Marie esta ni siquiera abrió el maletero.

—¿Has hablado con Mark?

—Sí, pero no le he dicho nada aún.

—James, debes decírselo, nos ayudaría a saber qué pasó realmente en ese coche, quién era el responsable. No sé por qué mierda te complicas tanto.

James tardó en responder.

—Aunque haya una mínima posibilidad de que Mark fuera el responsable, temo que su respuesta sea esa.

Marie tardó en decir algo. Se quedó mirando a James un buen rato, soltando finalmente un suspiro.

—Sea o no el responsable tienes que decírselo, es mejor saber una verdad que duela que vivir con la duda.

James se bastó a asentir sin mucho ánimo.

—¿Haley y tú están bien? —le preguntó de golpe.

—¿Por qué lo preguntas?

—Están peleadas, lo sabía —asumió James, apuntándola—. ¿Qué paso? ¿Se dio cuenta al fin de que eres travesti?

James se reía para sí mismo, mientras que Marie lo negó, fulminándolo con la mirada.

—Vamos, suéltalo.

Al parecer mi hermano realmente pensaba que se trataba de la estupidez más grande del mundo.

—No es de tu incumbencia, Ross.

—¿Estás bromeando? Puedes confiar en mí.

Pensé que Marie lo iba a mandar a la mierda e iba a volver a entrar, pero no fue así.

—Es solo que... —esta desvió la vista—. Me esconde cosas. Ahora se pasa la mayor parte del instituto con Lauren y April.

—¿Lauren? ¿Lauren Davis? —este abrió mucho los ojos—. Me esperaba más a April, creo que ambas están en el comité periodístico, ¿no? —Marie asintió—. Pero Davis... según lo que había escuchado se odiaban mutuamente.

—Eso tenía entendido yo, pero al parecer no es así.

—¿Y no tienes ni idea de qué se puede tratar?

—Nop, la mezcla de April y Lauren ya es extraña, pero... ¿Haley ahí? Más aún.

—¿Entonces pelearon porque pasaba tiempo con otras chicas que no te agradan? —el tono de James dejó bastante claro que no veía que fuera algo tan grave.

—No necesariamente, es el hecho de que me mienta —al parecer Marie se había fastidiado, ya que su voz fue subiendo de tono—. Lo ha hecho constantemente, y no puedo ser amiga de alguien así.

—Oh, vamos, ¿y le dijiste lo que pensabas?

—Sí, y me mintió otra vez. Sé que está metida en algo y me duele que no confíe en mí.

—¡Quizás te esté organizando un cumpleaños sorpresa! —bromeó para luego volver a echarse a reír, y de inmediato el puño de Marie chocó contra su hombro—. Mierda, ¿qué te pasa?

—¡Para de comportarte como un niño y madura! —le recriminó—. Ahora quiero que me ayudes a descubrir en qué diablos está metida.

—¿No decías que no podías ser amiga de alguien así?

—¿Y qué? No significa que tenga que dejar de preocuparme por ella.

James se quedó en silencio, sin saber qué decir. Al parecer Marie lo había sorprendido, al igual que había hecho conmigo.

(Haley)

—¡No puedo creerlo! No puede ser... —dije una y otra vez mientras sacaba lo primero que encontraba de mi maleta para colocarme.

Me había despertado hacía cinco minutos, y seguramente las clases habían comenzado hacía diez. Había olvidado que aquí no contaba con mi despertador, por lo que dormí como un tronco. Y para mi sorpresa Marie ya se había ido al instituto sin siquiera despertarme. Al parecer realmente iba a ignorarme.

—Ni lo pienses, te colocas los pantalones ajustados y punto —me ordenó Tyler, que al parecer acababa de despertarse y miraba mi conjunto frunciendo el ceño. Tuve que hacerle caso finalmente—. ¿Por qué tanto alboroto?

—¡Voy tarde! —grité nerviosa, y me quité la parte delantera del pijama a espaldas de Tyler, a lo que este emitió un leve grito de sorpresa.

No le hice caso. En menos de tres segundos me coloqué el sujetador y luego la blusa.

—Ahora desaparece, que tengo que colocarme el pantalón.

—Claro, ahora te haces la difícil —dijo fastidiado para luego salir de la habitación a regañadientes.

—¿Dónde diablos te habías metido? Fui a buscarte a tu departamento y no estabas —me regañó Lauren en la cafetería.

—Estoy viviendo en casa de los Ross —ambas soltaron un grito sorprendidas, por lo que me expliqué de inmediato—. Mi madre es amiga de Fernando y tuvo que salir del país, así que estoy quedándome ahí.

La conversación se perdió. April y Lauren me hacían toda clase de preguntas respecto a eso, y las respondí. El timbre sonó y no pudimos avanzar mucho. Solo teníamos hasta ahora unas transferencias de dinero entre el padre de Steve y Richard Grey de grandes sumas. Pero eso no probaba nada.

Las tres quedamos en que hoy íbamos a ir a mi departamento a ver si encontrábamos algo de mi abuelo, ya que al parecer según ellas yo era algo incompetente y si queríamos tenerlo listo antes de las elecciones íbamos a tener que trabajar duro. Cuando nos levantamos para irnos a clases April desapareció enseguida, y me quedé a solas con Lauren.

—¿Vas a comerte eso? —me preguntó apuntando mi comida, y yo negué de inmediato.

Tenía el estómago cerrado luego de todos los nervios que había pasado al creer que iba a perder el examen por la mañana. Pero llegué justo a tiempo. Así que salí de la cafetería y dejé a Lauren terminándose mi almuerzo.

—¿Cómo va todo, Dickens? —la voz de Narco siempre me tomaba desprevenida en mitad del pasillo, pero esta vez pude controlar el salto de sorpresa y me tranquilicé antes de hablar.

—Bien, creo que podemos hacerlo.

Ya no iba a seguir con rodeos, Narco sabía lo de Tyler y yo, y fingir lo contrario solo me haría perder mi tiempo.

—Con creer no basta, se necesita convicción para que algo se lleve a cabo.

—No voy a mentirte diciéndote que voy a traerlo de vuelta, porque tú mismo me dijiste que quizás no fuera así.

—Y ese es el punto, cariño, ahí es donde tienes que tener esperanza de que sí podrás lograrlo.

Me quedé pensándolo un momento. Él tenía razón. Tenía que tener seguridad en que iba a traer a Tyler a la vida, porque, si no era así, ¿qué sentido tenía?

—¿Por qué nos ayudas?

—¿Por qué lo ayudas a él?

Me lo pensé un momento, algo fastidiada al ver que no respondió a mi simple pregunta.

—Porque lo quiero —sí, lo dije.

—Ahí tienes la respuesta —finalizó caminando hacia el sentido contrario del que iba, dejándome ahí.

¿Entonces él nos quería? Ni yo misma me creía eso. Maldito Narco y sus palabras que siempre me dejaban totalmente desprevenida.

Al finalizar el día me encaminé hacia el estacionamiento, y por el camino pude ver cómo Marie y Simon caminaban juntos charlando animadamente, y un nudo se formó en mi estómago.

—Hoy vienes al partido, ¿no?

—Por supuesto, no me lo pierdo por nada.

—Mi madre preparó unos muffins de chip de chocolate antes del partido. ¿Quieres venir?

—¡No me digas! Por favor, vámonos de inmediato —le respondió la castaña emocionada, que lo tomó del brazo y se fue con él hacia el coche de Simon.

No pude evitar que me doliera el hecho de que Simon me hubiera cambiado por Marie y que esta hubiera hecho lo mismo con Simon.

—Cuando vuelva haremos todos los muffins que quieras —me dijo Tyler a mi lado, guiñándome un ojo con una sonrisa de apoyo.

No le respondí, pero sí le dejé ver que le agradecía el gesto, sonriéndole también. Me encaminé hacia el coche de April, que me estaba esperado en la salida del estacionamiento. Pero por supuesto alguien tenía que aparecer justo en ese momento.

—Haley, necesito que...

—¡Después hablamos, Steve, estoy apresurada! —le corté de inmediato.

Pero no se rindió y me siguió por detrás, hasta incluso se planteó frente a mí nuevamente. Llevaba la chaqueta del equipo y un cardenal en su ojo izquierdo. ¿Habría sido su padre?

—¿Has averiguado algo de lo que te pedí respecto a Lauren?

Sabía que iba a preguntarme eso, por lo que ya tenía lista mi respuesta. Le había contado a Lauren que Steve estaba empezando a darse cuenta de que algo tramaba, y me había dado la excusa perfecta, así que no dudé en usarla.

—Estoy en ello, creo que se trata de algo sobre su aniversario, cuando comenzaron a salir... ya sabes, a escondidas.

Steve, sorprendido, se quedó con la boca abierta. Yo volví a encaminarme hacia April, quien me miraba impaciente.

—¡Mierda, lo había olvidado! —escuché decir a Steve, que se lo había tragado.

Sonriendo victoriosa y con Tyler a mi lado soltando una carcajada nos subimos al coche.

(Tyler) 

Ya habíamos llegado al departamento. Era muy raro verlo tan silencioso y todo tan perfectamente ordenado. Por supuesto Lauren y April no perdieron ningún segundo para adentrarse en la pequeña habitación que había sido, años atrás, del abuelo de Haley. Había entrado una o dos veces y solo contaba con varias cajas y un escritorio, la cama ya no estaba y solo era un montón de polvo.

—Ya lo revisé todo y no encontré nada —les informó Haley de inmediato.

—Pues démosle una última repasada —opinó April.

Así fue como se dividieron en sectores de la habitación y cada una, en silencio, fue abriendo cajas e inspeccionando carpetas. Fueron pasando los minutos e iban dejando al medio toda caja o carpeta que no tuviera nada que ayudara.

—No puedo creer que no haya ningún solo indicio o una mínima prueba respecto a Richard Grey —se quejó Lauren en un momento. Esta, cansada, sacó un paquete de galletas de su cartera y les ofreció a las otras dos, que aceptaron gustosas.

—Ya se lo dije, aquí no hay nada —dijo nuevamente Haley.

—Es imposible que no haya ningún rastro de toda la investigación que hizo. Según mi padre a tu abuelo le había costado incluso años tenerlo todo listo.

—Quizás llevaba todo lo que tenía el día que murió, y el padre de Steve debió habérselo quitado todo. Es lo más razonable —volvió a hablar Lauren.

—Es imposible —le contradijo April—. Debe haber dejado una copia. Por lo que sé él no era estúpido. Sabía a lo que se enfrentaba y el peligro que corría, debió haber hecho varias copias por si le sucedía algo.

Era cierto, April tenía la razón.

—¿Algún ordenador?

—Aquí, pero ya lo revisé y no hay nada.

—Lauren, tú encárgate —esta le entregó el ordenador y Lauren asintió y se quedó pegada a la pantalla—. Ahora, Haley, muéstrame tu departamento, si no está en esta habitación tiene que estar en algún otro lugar.

Haley se movió junto a April por el departamento. Esta le preguntaba si había ático, alguna puerta o rendija pequeña o si alguna vez había existido en el departamento alguna caja fuerte. Haley negó en todas.

—Vamos, piensa un lugar perfecto en que se pueda esconder algo en el departamento y que sea imposible que alguien desconocido lo encuentre.

Haley se quedó un momento en silencio, intentando recordar algún lugar en específico. Y yo por mi parte me resté a observar a mí alrededor. Como April había dicho, me puse a pensar que si fuera el abuelo de Haley de ninguna manera colocaría todo mi trabajo en el departamento, ya que era un lugar perfecto para que Richard Grey mandara a uno de sus matones e incendiara el lugar. Pero no lo había hecho. Abrí los ojos ante mi descubrimiento.

—Haley, la evidencia no está aquí —sentencié de inmediato. Esta me miró interrogante—. Solo piénsalo, Richard Grey ya tuvo que haber mandado a alguien para que revisara el lugar y estar cien por cien seguro de que no había copias. Tu abuelo era más listo que eso, ¿no?

Así fue como Haley le dijo lo mismo a April, que se enfureció consigo misma al no haber pensado lo mismo.

—¿Entonces dónde?

Ahora, Haley, en vez de buscar una respuesta de mi parte, sacó su propia conclusión, sonriendo maliciosamente.

—En el único lugar en que ni se le debió de haber pasado por la cabeza a Richard Grey.

Y en ese momento supe perfectamente a qué se refería. Nuestra majestuosa y queridísima iglesia. Al fin íbamos a tener de una vez por todas la evidencia para inculpar al maldito hijo de puta. Pero había una parte de mí que me decía que no era una buena idea. Que todo esto tendría un costo. Porque se veía demasiado fácil para ser cierto, y Richard Grey no era estúpido, ni mucho menos. Él seguramente ya estaba tres pasos por delante.

No quería ni imaginar qué iba a hacer al enterarse de que su propia hija estaba conspirando en su contra. Porque si intentaba ponerle un dedo encima iba a descuartizarlo vivo. Aunque fuera un maldito espíritu, fantasma o lo que fuera, él no iba a salirse con la suya. Yo, como me llamaba Tyler Ross, no iba a permitir que tocara ni un pelo a Haley Dickens. Incluso si me costaba mi única oportunidad de volver a la vida.


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