Capitulo 48: ¿Whitey?
(Haley)
—No lo hice profesor, lo siento —me disculpé, avergonzada.
Ni escuché lo que dijo, me basté a mirar mi pupitre sin siquiera levantar la vista. No podía creer que se me hubiera olvidado el trabajo de hoy. En eso, noté que una carta caía en mi mesa por detrás de mí, a lo que me di la vuelta y me encontré con Lauren Davis, que me devolvió la mirada. Luego volví mi vista al frente para abrirla.
¿Cómo te enteraste de que April y yo estábamos investigando... ya sabes?
Me quedé helada, sentí cómo los nervios iban reproduciéndose en mi cabeza. Al parecer había olvidado ese punto. ¿Cómo sabía que justo estas dos estaban investigando a Richard Grey por lo de mi abuelo? Por Tyler, claro. Pero no iba a decirles eso a Lauren y April. No sabía qué responder, pero en cierta forma era mejor mentir por escrito que cara a cara. Así que sin dudarlo escribí la mentira.
Las escuché el viernes hablar desde fuera de la sala del piso A.
Iba a seguir con mi explicación diciendo que justo se me había quedado un cuaderno dentro, pero al ver que estaban me había quedado afuera esperando... Aunque luego lo borré, ya que en realidad no tenía ninguna clase en esa sala y no quería que me descubrieran. Así que al terminarla la arrojé por detrás hacia Lauren, que luego de unos minutos me susurró en la oreja:
—Y a mí me dicen chismosa.
No dije nada, me quedé ahí quieta sin siquiera mover mi cabeza. Y ahora realmente no tenía ni idea de cómo iba a trabajar con Lauren Davis.
(Tyler )
Iba a darle una razón a Haley para que se alejara de él. Aaron Gay algo debía estar tramando, él sabía que era hija de Richard, no me cabía duda. E iba a averiguarlo. Estaba fuera del instituto echándole una mirada a Mark Ross, que, aunque se había abierto a mi padre, seguía fumando sus cigarrillos en horario de clases. Estaba apoyado a una barandilla en que había unas escaleras y al lado sitio para que pasaran las bicicletas o motocicletas. Pero justo en ese momento visualicé una silla de ruedas subiendo.
No podía ser, me acerqué hacia ahí de inmediato sin dejar de observar al mismísimo Kyle Reyes, que sin ninguna ayuda, solo con la fuerza de sus manos, iba subiendo con bastante empeño. En todo el estacionamiento no había nadie, ya que estábamos en el segundo periodo, por lo que Mark se lo quedó mirando de inmediato, e incluso el cigarrillo se le cayó de las manos.
El Mark real se hubiera acercado a preguntarle cómo estaba, a saludarlo, animarlo. Pero este, en cambio, le dio la espalda colocándose la capucha, por lo que Kyle ni pudo verle el rostro. Estaba decaído, podía notar claramente que volver al instituto no era fácil para él, y mucho menos cuando ya no contaba con las piernas, mientras que todos los demás sí. Debía ser duro.
No sabía si era culpabilidad o más bien lástima por él la razón de que frenara y dejara de lado a Aaron Gay. Además, no iba a oírme, y lo más probable era que nunca supiera que estaba a su lado. Pero no podía dejarlo solo, Kyle podía parecer fuerte ante todo, pero nada se asemeja a aparecer en el instituto con todas las miradas comiéndote con los ojos, y más aún cuando se trata de un chico del equipo cuyos sueños se destruyeron por esa maldita silla de ruedas.
En eso, las puertas del instituto fueron abiertas por uno del equipo, y si no me equivocaba era un gran amigo de Kyle, claro que no de Steve ni mío.
—¡Estoy feliz de verte aquí, Reyes! —le saludó con una sonrisa, a la que Kyle correspondió. En eso, este se colocó por detrás de la silla para ir empujándolo.
—Déjame a mí, puedo solo —le señaló Kyle de inmediato, usando sus manos a cada lado de las ruedas.
Yo solté una carcajada y me quedé mirando cómo este iba avanzando entre medio del gentío, que lo observaba atentamente. Pero por supuesto, Kyle, en vez de gritarles o fulminarlos con la mirada, como hubiera hecho yo en su lugar, se bastó a hablar animadamente con su amigo. Sonreí y volví a salir afuera.
Mark había prendido otro cigarrillo, tenía la mandíbula tensada y algunas lágrimas caían por sus mejillas sin hacer el menor ruido. De repente se enderezó, lo tiró al suelo, y sin siquiera darse la molestia de apagarlo se encaminó a su motocicleta y se subió. No dudé en seguirlo, colocándome junto a él. Pero justo cuando se escuchó la campana que daba a conocer el final del receso, miré hacia el instituto y me llevé una sorpresa al ver a Narco apoyado en pared, mirándonos atentamente.
Ni me lo pude creer cuando agitó la mano hacia arriba, saludándome, pero sin una sonrisa en su rostro, sino solo con una fina línea. Sí, me estaba observando a mí, ya que Mark estaba dándole la espalda mientras prendía la motocicleta. Iba a bajarme, pero no lo hice. Me quedé atónito, observándolo mientras íbamos alejándonos con rapidez. Y esta ya era la segunda vez. Narco me podía ver, pero no entendía ni cómo ni por qué.
—Usted tiene que asistir a clases, no puede salir cuando le dé la gana —Martha seguía con el discurso hacia Mark al pillarlo colándose por la puerta de atrás de la casa, y este intentaba pasar de ahí hacia su habitación, pero era imposible—. ¿Estás al menos escuchándome?
Asintió sin mucho ánimo, escabulléndose por debajo. Por supuesto Martha soltó un grito ante la sorpresa.
—Solo vine a buscar un cuaderno.
Esta refunfuñó, pero lo dejó en paz. Yo pasé por su lado soltando una carcajada y caminando en dirección a la habitación de Mark a ver qué hacía. Pero al entrar él no estaba. Extrañado, me puse a buscarlo en su baño, el armario, e incluso miré por la ventana a ver si se había escabullido por ahí, pero no. De repente escuché un ruido proveniente del pasillo, por lo que salí, y me encontré con la puerta de mi habitación entreabierta. Y ahí estaba.
Mark estaba en mi cama hecho un ovillo, y entre sus manos abrazaba una fotografía que tenía conmigo de varios años atrás. Me quedé ahí parado, observándolo. Tenía los ojos cerrados y parecía que iba a llorar en cualquier momento, pero en menos de cinco minutos ya se había quedado profundamente dormido. Lo agradecía, ya que realmente no iba a aguantar viendo a Mark cayéndose a pedazos en mi habitación. Sabía perfectamente por qué había sucedido esto, y era la llegada de Kyle Reyes al instituto.
Mark se sentía culpable. Ya que, ¿por qué no iba a estarlo? Él había participado en cierta forma en el accidente, y ver a Kyle parapléjico no ayudaba para nada. Me acerqué a mi escritorio y lo recorrí con la mirada. Todo estaba exactamente igual. Nada había cambiado.
El escritorio era de vidrio, por lo que podía ver todo lo que había dentro. Entre todo el desorden se destacaban unos cuantos exámenes cuya nota era bastante baja. Luego había también unas fotos esparramadas por ahí y por allá en las que aparecía jugando a fútbol americano. Luego, una tarea a medio hacer, que seguramente se había quedado olvidada entre todos los papeles. Sonreí. Parecía tan real... Como si mi último día de vida hubiera sido ayer.
No podría decir cuánto tiempo pasó, quizás segundos, quizás minutos o incluso horas. Estaba tan perdido entre mis recuerdos que ni escuché las pisadas de Fernando por detrás de mí hasta cuando bloqueó mi campo visual. Estaba mirando, al igual que yo, mi escritorio. Me llamó la atención su vestimenta algo desordenada: la corbata estaba a medio hacer, el cabello como si acabara de despertarse y tenía unas grandes ojeras. Este miró a Mark por un buen rato y finalmente abrió mi armario, de donde sacó una sábana que colocó sobre él. Justo en ese momento Martha entró a la habitación.
—Roy está abajo, dice que se apresure, que tienen que ir al instituto —le susurró.
¿Al instituto? ¿Qué tenían que ir a hacer Roy y Fernando ahí? Y más aún en pleno horario de trabajo y de clases. Martha al notar a Mark se quedó ahí parada, sonriendo.
—Tyler nunca me dejaba entrar a ordenar su habitación, siempre peleábamos por ello... porque, ya sabe, para mí era imposible dejar esto como una pocilga.
Era cierto, odiaba que se metieran en mis cosas, por lo que siempre regañaba a Martha por meterse en mi habitación. Y es que siempre lo hacía. Fernando le sonrió.
—Todo adolescente pide privacidad, es ley.
—Como toda ama de casa pide orden, es ley —le señaló.
—¿Ama de casa? ¿Ves, Martha? Por más que dices que solo eres una simple sirvienta en esta casa sabes muy dentro de ti sabes que eres mucho más importante que eso —Fernando, como si fuera un pequeño de diez años, se lanzó a abrazarla, y Martha comenzó a reír e intentar quitárselo de encima—. Sabes que soy como un hijo para ti —le empezó a repartir besos por la mejilla cariñosamente, y yo miraba la escena bastante sorprendido, porque Fernando siempre había sido bastante severo y frío.
—Sí, por supuesto, un hijo que dejó embarazada a mi única hija —contraatacó, a lo que ni yo pude evitar soltar una carcajada.
Este se quedó ahí parado un momento sin decir nada, hasta que al fin reaccionó.
—Tengo que irme, cuida a Mark. Después me llamas cuando despierte.
(Haley)
La noticia llegó volando al instituto, y por supuesto yo fui una de las últimas en enterarme cuando iba camino a la cafetería, ya que April Granger apareció junto a mí para contármelo.
—Hay que hablar con él, estoy más que segura de que el accidente de Tyler Ross tiene algo que ver con Richard Grey —me susurró, a lo que me basté a asentir.
No podía creer que Kyle hubiera vuelto a las clases. Por un momento creí que me causaría algún tipo de rechazo hacia él, pero no fue así. Quería verlo, ya que al menos ahora tenía a alguien con quien hablar sobre Tyler que me entendiera. Tomé mi bandeja, y cuando iba a buscar a Marie Acuña con la mirada Lauren apareció en mi campo visual. Estaba sentada en una de las mesas de afuera, y la pude notar gracias al vidrio transparente. Pensé en evitarla y hacer como si nunca la viera, pero ya era tarde, tenía a la presidenta del instituto a mi lado que iba en la misma dirección.
—Vamos, Haley, no tenemos tiempo que perder.
Tomé aire y me repetí a mí misma por qué estaba haciendo esto. Tyler Ross. Cerré los ojos unos pocos segundos para no perder la calma. Aquí voy.
Ya llevábamos la mitad del almuerzo hablando en susurros sobre todo el plan para desenmascarar a Richard Grey. April había dejado más que claro que el punto de todo esto era reunir evidencias para hacerlas llegar al departamento de policía. Y lo más importante era que Richard Grey no podía darse cuenta.
No podía ni creer que realmente estuviera haciendo esto. Es que... solo tenía dieciséis años. Y, además, con las dos chicas con quien nunca en mi vida se me había pasado por la cabeza que iba a compartir palabras. Totalmente impensable.
—Ahora, Haley, tú tienes que revisar si tu abuelo tenía algún respaldo de la información que quería entregar a mi padre.
—¿Cómo? ¿Tu padre?
April me miró interrogante. Al parecer creía que yo estaba enterada de esto, pero por supuesto que no era así.
—Mi padre el día que tu abuelo murió lo estaba esperando en el departamento de policía con la evidencia.
Seguía sin entenderlo del todo. Lauren volcó los ojos.
—El padre de April es el jefe del departamento de policía de Chicago. Conocía a tu abuelo y estaba enterado de todo esto.
—¿Pero entonces no hay ahí una evidencia? Tu padre tiene pruebas —April negó, a lo que yo me adelanté—. Quizás no físicas, pero sí puede testificar como testimonio de mi abuelo.
—No funciona así, para que un juicio resulte a nuestro favor necesitamos hechos concretos que contengan pruebas contundentes —me respondió esta.
—En simples palabras, pruebas físicas que demuestren que Richard Grey es un asesino, al igual que el padre de Steve —se metió Lauren.
Asentí observando a ambas.
—Puedo buscar entre sus cosas a ver si encuentro algo.
—Bien, desde ahora almorzamos juntas todos los días, y cada mañana en el primer periodo libre en la sala al lado izquierdo del comité periodístico. ¿Estamos? —April nos miró a ambas esperando que lo hubiéramos entendido, cosa que hicimos—. Y, por supuesto, Haley, ninguna palabra a nadie.
—Ni a la zorra de Acuña.
Hice como que no escuché lo que dijo Lauren y me tragué mis palabras.
—Lo prometo, esto queda entre nosotras.
Y así fue como nos despedimos. Lauren fue en busca de Steve para que no sospechara. April se adentró en un círculo de personas que había a unos metros y yo por supuesto me quedé ahí sola junto a mi bandeja. Ni siquiera busqué a Marie y a Simon con la mirada, ya que sabía que me habían visto hablando con Lauren y April. Y no quería tener que mentirles. Así que mejor evitarlos.
De repente una voz por detrás me sobresaltó, provocando que el jugo que tenía en mi mano cayera ante la sorpresa.
—A ti te he estado buscando —la voz de Kyle me hizo girarme hacia su dirección.
Me sonreía mientras acomodaba mejor la silla junto a la mesa en la que me encontraba.
—Me alegro de verte —pude decirle, aún sorprendida.
Nunca habría imaginado que Kyle volvería al instituto tan deprisa. Llevaba una camisa holgada blanca, más una blusa arriba. Por supuesto mi mirada cayó en la silla de ruedas, que no estaba nada mal.
—Lo mismo digo —hubo un silencio incómodo en el que ninguno dijo nada. Intenté pensar en algo de lo que hablar, pero Kyle se me adelantó—. ¿Tyler está aquí?
Negué, pero al notar que la conversación iba de nuevo a un silencio inminente, la salvé.
—Quería ir a ver si descubría algo nuevo en la casa de los Grey, principalmente de Aaron
—Aaron... —repitió más para sí mismo y soltó una carcajada. Lo miré, interrogante—. Por supuesto que Tyler no va a dejarle ganar la batalla, ¿no?
—Eso espero, además cada vez queda menos tiempo.
Kyle frunció el ceño, mirándome extrañado.
—¿De qué hablas?
Suspiré.
—Ya sabes, sobre el accidente y eso de que Richard Grey es un asesino —le susurré asegurándome de que nadie nos estuviera escuchando.
Al parecer había oído otra cosa de mis labios, ya que comenzó a reír sin parar. Por supuesto todas las mesas que había afuera tenían los ojos puestos en nosotros, ya que Kyle era primera plana en el cotilleo de hoy en el instituto. Llamé su atención para que cerrara la boca, y lo hizo en el tercer intento, mirándome atento y con una sonrisa en su rostro.
—¿Qué es tan gracioso? —dije con una mueca.
—Que no hayas entendido lo que decía con respecto a Tyler y Aaron —me quedé en silencio, sin saber qué añadir. Entonces Kyle prosiguió rascándose el cabello con los dedos—. El premio de la batalla a la que se enfrenta Tyler eres tú, no ganar las elecciones, y mucho menos poner en su lugar a la familia Grey.
—No te entiendo. ¿A qué te refieres con que el premio soy yo? —ahora fui yo quien soltó una carcajada ante lo absurdo que era lo que Kyle estaba diciéndome.
—Ustedes dos son tal para cual —refunfuñó, al parecer fastidiado—. Mira te lo voy a decir corto y fácil, aunque Tyler va a querer matarme...
Cerró la boca un momento, al parecer pensándoselo mejor. Impaciente y sin siquiera pensarlo dos veces dije más fuerte de lo que pretendía.
—¡Vamos! —por supuesto mis mejillas se sonrojaron—. Más bien... solo si está bien, tampoco es que me importe tanto ni nada, pero ya sabes... —cerré la boca y me mantuve en silencio. Parecía que Kyle iba a echarse para atrás.
Luego de quizás más de un minuto con la vista al suelo, Kyle por fin habló.
—A ver, Tyler está celoso.
—¿Celoso de Aaron Grey?
—Exactamente.
Me quedé con la boca abierta, y Kyle esperaba una respuesta de mi parte.
—¿Por qué?
—¿No es evidente?
Ahora sí que me había quedado sin habla. ¿Era posible? ¿Sería cierto? Iba a preguntárselo, pero no pude, ya que la mata de cabellos rubios venía hacia nuestra dirección. Me sonrió ampliamente, saludándome. Bien, ahora sí que el corazón me iba a salir corriendo del pecho en cualquier momento.
—¿Está aquí?
Asentí sin abrir la boca.
(Tyler )
Esto era raro. No. Esto era extremadamente raro. Kyle estaba sonriendo a medias, y noté una mueca de diversión en su mirada. Haley, por su parte, me miraba como un zombi, sin siquiera pestañear.
—¿Haley? —le repetí por cuarta vez.
Esta no me hizo caso y solté un gruñido. ¿Qué mierda había pasado? Kyle de alguna maldita forma debió de haber notado lo que estaba pasando.
—Amigo, está en shock, ya se le va a pasar.
—¿Por qué?
Por supuesto no hubo respuesta, lo que hizo encrespar mis nervios. Además, ahora mismo Fernando y Roy debían estar viniendo a lo que fuera que quisieran hacer en el instituto. Y cuando mi padre puso un pie dentro del establecimiento un grupo de estudiantes se le echó encima como si se tratara de un famoso. Así que mientras tanto había decidido venir a ver qué tal lo llevaba todo Kyle. Y qué sorpresa me llevé al verlos a los dos juntos.
—¿Qué diablos pasó? —espeté acercándome a menos de cinco centímetros de Haley.
Y al conectar nuestros ojos saltó hacia atrás de golpe, volviendo en sí.
—¿Eh? —preguntó apartando la vista de mí.
—¿Qué ha pasado antes de que llegara?
Haley, nerviosa, se enderezó y miró hacia su alrededor. Yo, impaciente, me coloqué frente a ella nuevamente.
—¿Haley?
—Voy a llegar tarde, Tyler —se bastó a decir caminando a paso rápido por la cafetería, en la que aún había bastantes chicos, lo que me daba a entender que el almuerzo no había terminado aún.
No la seguí, ya que ni me había dado tiempo. Así fue como me di la vuelta para ir en busca de Fernando y Roy, pero la voz de Kyle me dejó petrificado.
—No pude evitar decirle la verdad —lo miré interrogante. Él ladeó la cabeza con una sonrisa—. Ya sabes... —este se encogió de hombros—. Que tú, amigo, estás enamorado hasta las nubes.
(Haley)
Necesitaba un momento a solas, por lo que me encerré en el baño que encontré más cerca, y al entrar me dejé caer al suelo. ¿Sería posible? Tyler Ross estaba celoso de Aaron Grey. ¿Porque estaba enamorado de mí?
«No exageres, Haley, quizás esté celoso como amigo, o a lo mejor porque eres la única con la que puede hablar y por supuesto no quiere perderte», me dijo mi maldita inseguridad al instante. Y le creí. Tyler Ross no podía estar enamorado, y mucho menos de mí.
Además, había cosas mucho más importantes de las cuales preocuparse. Quedaba un poco más de una semana para que fueran las elecciones. El tiempo se acababa y no podía estar preocupándome por si a Tyler le gustaba o no. No podía perder el tiempo en ello. Salí del baño luego de unos largos minutos intentando calmarme. Opté por tomar otra pastilla, pero no las llevaba conmigo. A regañadientes caminé por el pasillo, que ya estaba vacío. Oh no, ya llegaba tarde a clases.
A paso rápido fui a Literatura, y por el camino me encontré con Fernando, que iba caminando con la vista a tu teléfono, sin verme. Así que intentando que no me notara, pasé por su lado, haciendo el menor ruido posible. Pero al ver a Roy, que apareció justo al frente de mí cuando iba a doblar para desaparecer, me fue imposible.
—¡Haley! —dijo, o más bien gritó, lo que llamó la atención de Fernando, que se dio la vuelta y caminó hacia nosotros.
Los saludé a ambos con una sonrisa forzada. Realmente necesitaba llegar a mi clase, pero por otro lado también quería saber qué estaban haciendo en el instituto.
—¿Por qué están aquí?
Fernando miró a Roy, que se encogió de hombros restándole importancia.
—A ver a Whitey, fue nuestro entrenador cuando estábamos en el instituto.
—¿Ah sí?
—Sí.
Fernando no participó en la conversación, sino que se quedó mirándome de arriba abajo, como si estuviera comprobando algo, lo que hizo que me intrigara aún más. Algo estaba pasando.
—Bien, yo tengo que llegar a clases, que ya voy atrasada —me despedí sin darles tiempo de responderme.
Mis manos temblaban, y es que realmente me ponía nerviosa hablar con ambos, ya que creían que yo era la novia secreta de Tyler antes de que muriera. Una mentira que realmente me ponía los pelos de punta.
Entré al fin a Literatura. La profesora Torres me observó reprobatoriamente, pero con la suerte que tenía me dejó entrar sin añadir ningún comentario por la demora. Me senté en primera fila e intenté poner mi cabeza en orden para concentrarme en lo que estábamos haciendo en la clase, intentando dejar de lado todo lo relacionado con Tyler Ross.
(Tyler )
Buscar a Fernando y Roy no era tarea fácil, ya que el maldito traicionero de Kyle me había dejado con la cabeza en otro lugar. No entendía qué tenía dentro de su cerebro. ¿Decirle a Haley que yo estaba enamorado de ella? ¿Es que se había vuelto loco? Al parecer no solo había perdido sus piernas al despertar, sino también el sentido común. Apreté los puños.
Luego de estar merodeando por la mayor parte del instituto pude encontrar a ese par, que estaban con nada más y nada menos que con Whitey. Sabía que había sido su entrenador en el instituto, pero hasta ahí llegaba para mí la relación entre ellos. Pensé que iban a hablar de fútbol americano, de viejos tiempos, o incluso sobre Anna o Holly, pero no fue así. La sorpresa que me llevé fue totalmente distinta a la que esperaba.
—¿Tyler salía con Haley, la hija de Anna? —sus ojos estaban abiertos por la sorpresa, mientras que Roy y Fernando asentían sentados frente al entrenador en la oficina. ¿Por qué diablos le contaban eso?—. Lo siento, pero estoy igual de sorprendido que ustedes.
—Ni te imaginas —soltó Fernando, llevándose las manos al rostro—. Al parecer se la tenía bien guardada. Pensé que los chicos al menos lo sabrían, pero nadie lo sabía. Fue totalmente inesperado.
Era realmente extraño ver a Fernando preocupado. Por un lado mi mente me decía que realmente no era tan mala persona como siempre había creído, pero por el otro me volvía a repetir en mi oreja que solo por el hecho de mi muerte se había dado cuenta de ello. Aunque si siguiera vivo todo se mantendría igual que siempre. Así que, aunque Fernando estuviera arrepentido, esto ya no ayudaba en nada.
—Ahora, Whitey debes estar preguntándote por qué diablos están esto dos demonios enfrente de tus ojos...
—Me has leído la mente, Miller, y yo que creía que me había desasido hace ya bastante de ustedes —le señaló con el ceño fruncido despectivamente—. Hablen ya.
—Es por Mark —susurró Fernando.
—¿Qué paso? ¿Le sucedió algo? —saltó de inmediato. Sabía que Mark y el entrenador eran bastante amigos, por lo que no me quejé.
—Está raro desde la muerte de Tyler, no es el mismo —siguió Roy, que le echó un vistazo a Fernando para que lo ayudara.
—Hablé con él hace días, pero creo sinceramente que se está quebrando a pedazos con la muerte de Tyler. Y no sé qué hacer.
El entrenador asintió.
—Tengo que admitir que lo he visto bastante raro también, la última vez que hablé con él fue hace una semana y fue porque lo había pillado un profesor saltándose clases para escapar del instituto. Creo que ha estado evitándome.
—¿Y qué hacemos? —le preguntó Roy mientras Fernando tenía la vista clavada en el suelo.
—Mañana tráiganlo a mi casa, no va a salir hasta que me diga la verdad de lo que está pasando.
Ambos asintieron ante la orden del entrenador.
—Ahora, Roy, quiero que me dejes a solas son Fernando.
Fruncí el ceño, pero Roy no se extrañó ante la petición, sino que se despidió enviándole un beso a Whitey burlonamente, a lo que el entrenador tomó un balón de fútbol americano y con un tiro perfecto dio en la cabeza de Roy, que soltó una maldición.
—Para que recuerdes con quién hablas —le señaló para luego cerrar la puerta, dejando a Fernando ahí sentado, que seguía con la cabeza cabizbaja.
Un silencio se hizo en la oficina, y Whitey miraba atentamente a Fernando, que seguía con las manos en el rostro, como queriendo esconderse.
—Lo siento mucho, Whitey —se disculpó.
¿Por qué lo hacía?
—No fue tu culpa todo lo que ha pasado.
—Sí lo fue. Si tan solo le hubiera tomado atención a Tyler, si tan solo... la maldita culpa la hubiera dejado de lado esto no estaría pasando —Whitey iba a decir algo, pero este prosiguió, y levantó la vista dejando ver sus ojos rojizos—. Cada vez que miraba a Tyler el día del accidente me venía de golpe. Yo impedí que conociera a su madre, Mark y James al menos la vieron, vivieron con ella. Tyler no, y todo por mi maldita culpa.
—Fernando, fue un accidente, no tienes la culpa de lo que pasó. Si Tyler supiera la verdad lo entendería.
—Ese es el punto, nunca lo supo. Fui tan cobarde que nunca me atreví a decírselo... se veía tan feliz que no quería hacerlo sufrir. ¡Maldita sea! —este golpeó con uno de sus pies el escritorio de Whitey, que saltó ante la sorpresa, mirando atento a Fernando—. Lo maté, Whitey, por mi maldita culpa maté a Tyler. Ahora ni puedo mirar a James y a Mark sin sentirme culpable de haberles arrebatado a su madre y ahora a su hermano.
—Tranquilo, tranquilo... —lo calmó acercándose hacia él, que estaba llorando a lágrima viva—. Vamos a solucionar todo esto.
—Arruiné sus vidas, Whitey, no soy un buen padre. La muerte de Tyler fue mi culpa, debí haberle tomado atención, haberlo escuchado, haber estado ahí con él —sentía cómo más lágrimas iban acumulándose en mis ojos y me las sequé de inmediato, observando atentamente a Fernando—. Al final de todo... soy igual que mis padres, nunca me preocupé por él.
—Escúchame bien —el entrenador le agarró las manos que le ocultaban el rostro, dejándolo despejado y con los ojos fijos en él—. Vas a calmarte y a pensar como un adulto. Tyler está muerto, es un hecho, no vas a poder cambiar eso.
Fernando asintió temblando.
—Pero...
—Pero nada, ahora tienes que mover la página y seguir tu vida. A todos nos duele, ni te imaginas cuánto. Pero tienes que preocuparte por Mark y James, ahora. Ellos te necesitan.
—No estoy seguro de si podré hacerlo.
—Si has venido aquí a decirme que ya no te vas a hacer cargo y que yo tengo que cuidarlos ahora, anda desapareciendo de aquí —este dio pasos hacia atrás.
—No estoy aquí para eso, solo vine para pedirle ayuda con respecto a Mark. Recuerdo cuando estudiaba aquí que su hijo Kevin había pasado por lo mismo.
—Y mira cuál fue su destino... Creo que te equivocaste al venir conmigo, Fernando, no soy el mejor ejemplo de padre, tampoco.
—Pero para Mark lo eres, siempre lo has sido. Él se siente culpable por la muerte de Tyler, pero no sé por qué. Necesito que hable contigo, necesito hacerlo entrar en razón de que fue un accidente.
Quería gritarles que yo sabía por qué, que él había estado dentro del coche, que él había estado presente en el accidente. Pero ni fue necesario.
—¿Culpable, has dicho?
Fernando asintió.
—¿Tu cómo te has sentido todos estos años por la muerte de Natalia?
—Culpable.
—¿Y por qué?
—Porque yo la maté —Whitey se cruzó de brazos y observó a Fernando atentamente. Hizo una mueca dejando claro a qué iba—. Crees que... estás insinuando que... —este cerró la boca, con los ojos de par en par—. Mark no pudo haber hecho algo como eso —este soltó una carcajada quebrada—. Es absurdo, es completamente una idiotez.
—No digo que eso sucediera, es solo una teoría.
—Y si fuera cierto, ya sabes, que Mark mató a Tyler. ¿Por qué lo habría hecho?
—Un accidente, quizás. Al igual que tú con Natalia. ¿O vas a decirme que no te comportaste igual que Mark hace dieciséis años atrás?
Al parecer los secretos estaban comenzando a destaparse. Pero lo que me intrigaba más aún era... ¿Qué mierda tenía que ver Whitey?
(Haley)
—El ensayo que tendrán que hacer debe contar con diez páginas en las que me hablarán de cómo la obra que les toque tiene relación con la sociedad de hoy en día. Tendrán que entregarlo la próxima semana —por supuesto el equipo por detrás se ponía a reclamar sobre el poco tiempo de que disponían y que los entrenamientos les impedían hacerlo—. Ya hablé con el entrenador Whitey, y estaba más que feliz con que su equipo se luzca en la cancha tanto como en mi clase.
No pude evitar soltar una carcajada silenciosa. Luego de varios minutos en que algunos iban dando excusas de que no podían hacerlo, finalmente no se llegó a ningún lugar y la profesora Torres sacó de su cartera una bolsa de tela color azul oscuro.
—Los grupos son de tres integrantes, los cuales van a ser elegidos al azar —esta se acercó a un chico de primera fila—. Aquí dentro están los nombres de toda la clase —apuntó la bolsa y la colocó frente a este—. Saca dos tarjetas.
Lo hizo y nombró a dos chicas de la clase, quienes asintieron al ser nombradas. Y así la profesora Torres fue alumno por alumno, haciéndoles sacar nombres de la bolsa, hasta que finalmente fue mi turno.
—Haley, tu turno —esta me sonrió y sin dudarlo adentré mi mano en la bolsa.
Odiaba los trabajos en grupo, ya que a fin de cuentas siempre terminaba haciéndolo todo yo. Y al parecer realmente la suerte no estaba de mi parte.
—Simon Adams —leí en voz alta. Mis ojos se abrieron en par en par. Se escuchó a unos cuantos del equipo murmurando atrás.
—Adams, es tu oportunidad.
—Vamos, campeón.
Volqué los ojos y ni me di la vuelta, sino que metí la mano nuevamente en la bolsa, con la mirada atenta de la profesora Torres puesta en mí. Y el nombre siguiente me dejó aún más desconcertada.
—Steve Fox —ahora la clase se mantenía en silencio, porque obviamente todos tenían más que claro la enemistad entre Simon y Steve.
Tampoco me di la vuelta, sino que le sonreí a la profesora Torres, que siguió entre los demás formando los grupos. Si no fuera por todo lo que tenía en la cabeza en ese momento, seguro que me hubiera quedado después de clases para hablar con la profesora y cambiar de alguna forma el grupo, pero no lo hice. Justo cuando tocó el timbre que daba por finalizada la clase salí de inmediato. Pero un brazo me impidió seguir hacia mi casillero. Pensé que era Simon, pero no, era Steve.
—Compañera —me saludó, a lo que miré su agarre, del cual me soltó sonriéndome—. ¿En tu casa o en la mía?
—¿Eh?
—Ya sabes, el trabajo.
Iba a decir en la mía, pero una idea pasó por mi cabeza. Casa de Steve. Padre de Steve. Oportunidad perfecta para ver si podía descubrir algo ahí dentro que pudiera incriminar a su padre y de paso a Richard Grey.
—¿Puede ser en la tuya?
Este asintió pensándoselo un momento.
—Que sea el sábado, los entrenamientos no me dan tiempo.
—Perfecto —sonreí—. Estoy algo apresurada, Steve, hablamos luego.
—Espera —escuché que me dijo por detrás. Iba a darme la vuelta, pero finalmente decidí hacerme la sorda y seguir mi camino.
Sabía lo que iba a preguntarme. ¿Por qué estabas almorzando con Lauren en la cafetería? O, peor aún, ¿qué relación tienes con Kyle Reyes? Y no tenía ninguna respuesta para él que no fuera una mentira.
Llegué a casa de inmediato cuando el instituto terminó, y es que realmente quería desaparecer de ahí, ya que todos observándome e incluso preguntándome de qué conocía a Kyle Reyes era mucho para mí. Me sobrepasaba.
Pero la sorpresa que me encontré en el departamento fue aún mayor. La música estaba al máximo y Holly y mi madre estaban bailando en el departamento de un lado a otro. Ambas llevaban sombreros graciosos, collares de flores y sobre la mesa había bolsas con las que parecía que se estaba celebrando una fiesta.
—¿Mamá? —le pregunté, pero no me escuchó.
Estaba gritando a todo pulmón con Holly. Luego de plantarme frente a ella por fin reparó en mí y fue a bajar el volumen.
—¡Haley! —gritó Holly abrazándome cariñosamente, pero yo estaba muy confundida para devolverle el abrazo.
Necesitaba que me explicaran qué sucedía.
—¿Qué sucede?
Anna se acercó sacándome de encima a Holly y abrazándome también.
—¡Me he ganado el curso en Londres, Haley! —me gritó.
Me quedé ahí en shock. ¿Mamá había ganado? Recordaba hace meses cuando habíamos llenado el formulario que su peluquería les había dado a los trabajadores. Pero nunca creí que iba a pasar.
—Y adivina quién también lo hizo —comentó Holly poniéndose a mi otro lado. La miré sin poder creérmelo—. Sí, la misma.
No pude evitar soltar un grito parecido al que solían soltar ellas dos.
—¡No puede ser! —repetí varias veces cuando me lanzaba a ambas para abrazarlas.
No pude evitar ponerme a celebrarlo con ambas, que no paraban de gritar, emocionadas. Yo las observaba realmente pasmada. Luego se sentaron en la mesa para explicarme más detalles de en qué consistía: era un curso que comenzaba en tres días y duraba casi dos semanas.
Por un lado, iba a echar de menos a mamá, pero por el otro era lo mejor para la situación en la que estaba. Ya que, si calculaba, mamá iba a volver justo el día de las elecciones, por lo que tenía todos esos días para usar el departamento para hablar libremente con Tyler, April y Lauren. Sonreí ante la idea.
Pero, por supuesto, como siempre me sucedía, esos no eran los planes que mi madre ya había efectuado.
—Ya hablé con Fernando, y vas a quedarte en su casa, también Marie y George.
Mi rostro se cayó al piso. ¿Estaba hablando en serio? Me rehusaba a quedarme ahí.
—Vamos, sé cuidarme sola.
Por supuesto mis intentos fueron en vano, mamá no paró de echarme en cara lo de la semana pasada cuando me había desmayado, y ya no iba a cambiar de opinión. En eso se escuchó el timbre. Holly fue a abrir y varias personas amigas de mi madre entraron al departamento festejando. La observé, interrogante.
—Vamos a celebrarlo aquí, pero se irán temprano, cariño, no te preocupes —esta me dio un beso en la mejilla para luego enderezarse y saludarlos.
Yo me resté a quedarme ahí sentada observando el vaso de gaseosa sin poder sacarme de la cabeza la idea de tener que convivir con Fernando, James, Mark y Roy en una misma casa.
—¿Qué me he perdido?
La voz masculina de Tyler Ross entró a mis oídos y de inmediato un escalofrío recorrió mi cuerpo. Me autoconvencí de actuar con normalidad. El hecho de que Kyle me dijera que Tyler estaba celoso de Aaron no iba más allá que una simple amistad. Me encogí de hombros como lo hubiera hecho normalmente. Concéntrate Haley.
(Tyler )
Nuevamente Haley se comportaba como en la cafetería, no me miraba a los ojos y se bastaba a responder con monosílabos.
—¿Qué te sucede?
—Ven —me respondió finalmente de camino hacia su habitación.
Dudé un momento. ¿Qué le decía si me hablaba de lo que le había dicho Kyle? Di unos pasos hacia atrás directo a la salida del departamento, pero finalmente, cuando esta me observó extrañada, no me quedó otra que seguirla.
Sentía como si estuviera caminando por el sendero de mi verdadera muerte. Realmente no tenía palabras para responderle algo relacionado con eso. Y aunque buscara excusas no encontraba ninguna que fuera lo suficientemente creíble. Al ya estar dentro Haley caminó de un lado al otro de la habitación, y yo me quedé ahí quieto.
—Anna y Holly se ganaron un curso en Londres de peluquería —habló finalmente.
Sonreí de inmediato.
—¡Increíble! ¿Las dos juntas? —esta asintió—. Mierda, es fantástico —Haley no respondió, sino que siguió nerviosa caminando de un lado a otro. Me fijé que llevaba los pantalones ajustados negros que habíamos comprado hacía una semana y la chaqueta verde militar. Se veía bien, en realidad mejor de lo que me imaginaba—. ¿Qué sucede?
Por supuesto no me respondió, así que solté un resoplido y me encaminé hacia ella. La dejé acorralada contra la pared de su habitación.
—Haley, dime qué diablos pasa —nuestros rostros estaban frente a frente. Sus ojos se posaron en los míos y entreabrió los labios, no pude evitar quedarme mirando ese pequeño gesto.
Sentí que el mundo se detenía, que solo estábamos Haley y yo. Sabía que a ella también le sucedía lo mismo, ya que sus ojos se posaron en mis labios también. Se acercó, y no dudé en imitarla. Quería besarla. No solo lo quería, lo deseaba más que nada. Pero el momento se quebró cuando dio un paso atrás sin despegar los ojos de los míos, sino que los abrió aún más.
—No juegues conmigo, Tyler.
—¿De qué hablas? —pude decir, aunque noté que mi voz sonó bastante más baja que de costumbre.
Un silencio. Haley no añadió nada más, sino que pasó de mí, acercándose a la ventana y observando el atardecer de Chicago. Ahí caí en la cuenta de que seguía siendo un fantasma. Lo único que hubiera podido resultar de lo que habíamos estado a punto de hacer era un intento fallido y una vergüenza enorme entre ambos.
¿Qué diablos me había pasado? ¿Cómo había podido olvidarlo? Ahora deberíamos estar hablando sobre Richard Grey, sobre Fernando Ross, sobre mi accidente, sobre el abuelo de Haley, sobre... sobre muchas cosas que nos rodeaban ahora mismo. Pero sinceramente me importaban poco si lo comparaba con lo que acababa de suceder.
—Haley, yo... —no sabía qué decirle—. Lo siento, no sé qué me sucede.
—¿Es cierto?
—¿Qué cosa?
—Nada, no me hagas caso —se disculpó.
Me acerqué hacia ella indeciso, a paso lento e inseguro. Cuando ya estaba a su lado contemplé lo poco que se podía ver de Chicago. Haley en un momento desvió la vista hacia mí.
—Queda cada vez menos tiempo... —me susurró angustiada.
—No te preocupes, suceda lo que suceda estaremos juntos, ¿no? —sonreí para que no se preocupara, y ella asintió.
—Eso espero, Tyler, no podría soportar perderte.
Por primera vez en mi vida una chica me había dejado totalmente pasmado y con las palabras en la boca. ¿Haley había dicho eso? ¿De mí? La observé detalladamente, sus mejillas estaban levemente sonrojadas y su vista estaba clavada en el suelo, seguramente esperando una respuesta de mi parte. Y no dude en dársela.
—Ni yo a ti.
Al decirlo Haley levantó la vista, observándome. No sé cómo pasó, ni tampoco por qué lo hice. Solo sentí cómo mi mano encajaba con la suya. Haley dio un respingo, pero en vez de apartarnos como lo habíamos hecho en el último contacto que habíamos tenido, ambos preferimos disfrutar el gesto, que seguramente iba a desaparecer en poco tiempo.
Le di un apretón a su mano, intentando que todo el cariño que tenía hacia ella lo sintiera. Ella me lo devolvió de la misma forma. Ambos sonreímos. Eso bastó para que olvidáramos toda la mierda que sucedía a nuestro alrededor, lo que venía y lo que ya había pasado. Solo éramos Haley y yo. Y no quería que terminara nunca.
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Hola si llegaste aquí quiero que sepas que estoy volviendo a subir los capítulos a Wattpad de toda la novela, hoy es 22 de julio de 2021, si pasas al siguiente capítulo y no esta disponible es porque aún no lo he subido, estos días los estaré publicando para que agregues la historia a tu biblioteca.
Saludos
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