Capitulo 45: Colapso

(Tyler )

Aún no podía despegar la mirada de la foto que tenía Lauren dentro de la carpeta... ¿Cómo diablos Lauren podía estar relacionada de alguna forma con él? Porque si ahora salía con que eran primas, hermanas, nietas, asesina, etc., iba a volverme loco. En eso, Lauren comenzó a leer la noticia sobre el accidente del abuelo de Haley, encaminándose hacia la computadora que tenía en su escritorio, donde abrió la pestaña del buscador. Yo, expectante a que se pusiera a escribir, me coloqué a su lado.

Pero justo en el momento en que iba a hacerlo alguien golpeó la puerta. La madre de Lauren le preguntó si quería acompañarla a hacer unas compras, cosa que Lauren, con una breve maldición que su madre no escucho, aceptó, tomando una chaqueta y guardando la carpeta en el cajón de su escritorio. ¡Maldita sea! Y esta, antes de salir, comenzó a teclear en su celular un mensaje, y no dude en ver de qué iba.

Tenemos que hablar, creo que descubrí algo.

Así que Lauren tenía a un ayudante. Ya sabía que no se trataba de Steve. Quería saber quién era, pero cuando Lauren desapareció por la puerta para acompañar a su madre en las compras de inmediato me encaminé hacia el departamento de Haley, preguntándome por qué diablos el abuelo de Haley tenía algo que ver con Lauren Davis.

(Haley)

Ya era tarde y mis ojos estaban a punto de cerrarse. No quería cerrarlos, ya que en mi cabeza aún se repetía la misma pregunta. ¿Mi abuelo y Lauren Davis se conocían? Y si fuera cierto, ¿por qué nunca lo supe? Tyler había venido luego de visitar a Lauren Davis contándome que al parecer la razón de las tutorías era que Lauren estaba con una carpeta con información de mi abuelo. Y no pude creerlo.

—¿Haley?

Era la tercera vez que Tyler me llamaba para verificar si seguía despierta. Y, tal como había hecho desde hacía una hora, fingí que estaba durmiendo para que me dejara sola. No quería contarle sobre mi abuelo, nunca lo haría.

—Sé que estás despierta, ya que si estuvieras durmiendo yo también lo estaría. ¿O lo olvidaste?

«Maldito Tyler Ross». Me había pillado. Pero igualmente me quedé en la misma posición sin siquiera abrir los ojos. Por supuesto intenté respirar como una persona dormida, dando casi un leve ronquido. Luego de que pasaran unos minutos sin que Tyler abriera la boca pude relajarme al fin, ya que seguramente se había rendido. Pero cuando ya el sueño se estaba apoderando de mí fue inevitable escuchar sus últimas palabras.

—Vas a terminar diciéndomelo tarde o temprano, te guste o no.

(Tyler )

«Tú no vas a escapar de mí», me dije interiormente. Y es que Haley Dickens iba a contarme qué diablos había sucedido con su abuelo años atrás. Pero la muy astuta ya había desaparecido del departamento. Justo cuando los dos despertamos al mismo tiempo Haley fue a darse una ducha, y cuando ya estaba vestida y yo listo para preguntarle sobre el accidente de su abuelo esta me dijo que me lo diría, pero que primero fuera a comprobar si su vecino estaba en casa, ya que Anna le debía dinero prestado. Y yo, tan ingenuo, le hice caso. Solo me encontré con una pareja durmiendo, y al volver al departamento Haley ya había desaparecido. Estupendo.

Ahora mismo estaba en el instituto en su busca, no podía entender que no confiara lo suficiente en mí para contarme sobre la muerte de su abuelo. Ella misma había dicho que debíamos confiar el uno en el otro, contárnoslo todo. Pero al parecer Haley Dickens se contradecía a sí misma. En el camino me encontré nada menos que a Simon Adams acompañado de Marie Acuña, que al parecer estaban discutiendo. Me acerqué de inmediato.

—¿Por qué ya no almuerzas con nosotras? ¿Acaso el equipo te lavó el cerebro? —me crucé de brazos con una sonrisa, tarde o temprano Marie iba a darse cuenta de la actitud extraña que estaba tomando Simon, y ahora mismo me alegraba que Haley hubiera desaparecido y poder ver esto.

Pensé que Simon iba a mentirle, pero no fue así.

—Es complicado, Marie.

—¿Complicado? —esta subió las cejas con los manos en las caderas—. A ver... un examen de química es complicado, una relación con un profesor es complicada, un ejercicio de matemáticas es complicado, hacer una pirámide egipcia es complicado. ¡Pero no puedes decirme que sentarte con tus dos mejores amigas es complicado! —le apuntó furiosa—. ¿Acaso esos bastardos te están amenazando? Porque si lo están haciendo voy a...

Simon negó de inmediato dando un paso atrás de Marie Acuña.

—No lo entenderías.

Ahí me di cuenta de que Simon no iba a mentirle ni a darle una excusa. En cambio, Haley Dickens sí lo hubiera hecho. En ese momento pude darme cuenta de la diferencia que Simon le había exigido a Haley sobre la persona que era ahora y la que era antes.

—Pruébame. ¿Acaso estás enojado conmigo? —nuevamente negó de inmediato—. ¿Haley? —ahí este se quedó quieto sin negarlo, y por supuesto Marie lo notó—.
¿Estás enojado con Haley? ¿Qué sucedió? —esta abrió los ojos como platos, sin siquiera dejar a Simon hablar—. No me digas... ¿Le has dicho lo que sientes y ella te rechazó?

Un silencio. Tenía que admitir que Marie no había sido delicada con el asunto, ya que Simon ni podía abrir la boca, y cambió su semblante a uno afligido.

—No hubiera encontrado mejores palabras para describirlo —susurró, aunque tanto Marie como yo lo escuchamos.

—Por eso ha estado tan extraña últimamente. No puedo creer que te rechazara, estaba segura de que si se lo decías abriría los ojos.

—Pues no fue así —Adams se encogió de hombros—. ¿Recuerdas cuando te hablé de que estaba completamente enamorada de Tyler Ross?

Marie asintió, a lo que yo fruncí el ceño. ¿Por qué diablos habían hablado de eso?

—Sí, cuando te vine a preguntar si habían tenido una relación o algo.

—Pues al parecer aún no lo deja ir.

Marie abrió los ojos, incrédula.

—¿Estás bromeando? Simon, es imposible que Haley está enamorada de un muerto. Además, hasta ella misma me dijo que nunca tuvo nada con él y que con suerte Tyler Ross sabía de su existencia.

Me había dejado atónito. ¿Eso había dicho Haley?

—Pensé lo mismo, pero el sábado por la noche luego de la fiesta fui a verla y... bueno, terminamos peleando y ni siquiera lo negó —por supuesto a Simon se le olvidó mencionar toda la escena que había montado intentando sobrepasarse con Haley.

—Hablaré con ella del tema de Tyler Ross, pero tampoco tienen que andar peleados, eres su mejor amigo, aunque me duela admitirlo —esta hizo un puchero para luego volver a hablar—. Además, no puedes enojarte con ella porque no le gustas como a ti te gustaría. ¿Qué quieres? ¿Que te mienta y te diga cuánto te ama cuando no lo hace?

—No es eso.

—Sí lo es. Para de comportarte como un niño y vuelvan a ser amigos. Porque realmente los dos son miserables sin el otro.

—No sé si es buena idea, Marie. Seguramente Haley no quiere saber nada de mí.

—¿Y qué? Yo sí quiero saber de ti. Ya ni te veo en el instituto, te pasas el día con los del equipo. ¿Y yo qué?

Simon curvó los labios, soltando una leve carcajada.

—Bien, entonces en el almuerzo nos sentamos juntos. ¿Vale?

—Es un trato —sentenció la castaña, que terminó despidiéndose de Simon para seguir su camino a clases.

Yo me quedé ahí mirando a Simon, que se dejaba apoyar en las taquillas, mirando el suelo. Y me preguntaba qué estaba pasando por su cabeza. ¿Haley? ¿Marie? Incluso... ¿Yo? Realmente si me ponía en su lugar lo entendía, él amaba a Haley.

«Imagina si tú fueras él y Haley estuviera enamorada de Simon». Nuevamente esa maldita voz en mi cabeza me jugaba en contra. «Pero no lo está». «¿Y si más adelante termina sucediendo? Tú estás muerto». No respondí. No iba a dejar a mi propia conciencia jugar conmigo. Sí, sonaba de locos, pero al parecer ya me estaba volviendo uno. Dejé a Simon ahí y me encaminé en busca de Haley.

Pero la idea de que me quedara junto a ella para siempre me dolía, ya que tarde o temprano Haley iba a crecer, casarse, tener hijos, envejecer... ¿Y yo qué? ¿Mirar cómo lo pasaba estupendo con cualquier idiota? Paso.

(Haley)

—¡Ei, cuidado! —me repitieron por quinta vez en los pasillos, pero yo me concentraba solo en una cosa: que Tyler no me encontrara.

Nerviosa, me enfoqué en no chocar contra las personas, caminando de manera rápida pero con precaución.

—Fíjate por dónde vas —ni me resté en mirar, solo seguí mi camino diciendo un simple «perdón» de manera rápida.

Los recuerdos de esa tarde venían a mí como si hubiera sido ayer, y una serie de imágenes vinieron a mi mente, perturbándome la vista y al mismo tiempo el equilibro. Sentí que una de mis piernas resbalaba, haciéndome inclinar hacia la izquierda. Unas manos me sostuvieron cuando ya pensaba que iba a caer al suelo.

—¿Qué tanto miran? ¡Vayan a buscar a alguien! Necesita ayuda —la voz se me hacía conocida. Abrí los ojos que había cerrado cuando había comenzado a marearme, y me encontré con James Ross frente a mí.

—Haley, ¿qué sucede? —este me miraba de pies a cabeza, seguramente comprobando qué era lo que me estaba pasando.

No pude decir nada, ya que todo se comenzó a poner negro mientras sentía que muchas personas se colocaban a mi alrededor murmurando.

—¡Que no la dejan respirar, imbéciles! Fuera de aquí. ¡A-H-O-R-A! —los gritos de James cada vez se hicieron menos audibles.

Me dejé llevar.

Lágrimas caían de mis ojos, y no podía evitarlo. Tenía que ser un sueño, una actuación.

Tu madre vendrá ahora mismo —me dijo un desconocido que tenía un uniforme bastante peculiar de color azul.

Fruncí el ceño.

¿Y mi abuelo? ¿Dónde está?

Noté que el señor desviaba la vista de inmediato, a lo que yo me extrañé. Entonces se acercó más a mí, tomándome de los hombros y agachándose para quedar a mi altura.

Haley, él no está aquí.

Sí está, él me prometió que vendría de inmediato —sonreí, intentando convencerme a mí misma.

Pero yo lo había visto. Con mis propios ojos. El señor no dijo nada, se quedó mirándome un momento para luego llevarme hasta una silla que había a un lado de la pequeña oficina. En eso, colocó una manta en mis hombros.

Toma esto, estás temblando —depositó en mis manos una taza humeante, a lo que yo la miré, indecisa—. Es chocolate caliente, es bueno.

Sin responder nada ni levantar la vista me lo llevé a la boca. Luego de darle un sorbido y que mi estómago se cerrara de inmediato se escuchó que alguien abría la puerta que había a mi derecha, y la taza cayó al suelo de inmediato.

Me enderecé en el instante, dando un paso atrás y haciendo que la lámpara que había cayera de golpe. Y ese sonido despertó en mí un pánico instantáneo. Solté un grito y más lágrimas comenzaron a caer de mis ojos. La vista se me comenzó a nublar y mi corazón iba cada vez más rápido. Y de un momento a otro estaba en el suelo.

¡Haley! Dios mío, esto no puede estar sucediendo —la voz de mi madre hizo que reaccionara de inmediato, abriendo los ojos con las lágrimas nublándome la vista.

El abuelo —susurré al instante—. ¿Dónde está, mamá? Quiero verlo.

Parpadeé unas cuantas veces, y vi a mi madre a mi lado tomándome en su regazo, con lágrimas que caían por sus ojos sin parar. Intentó abrir la boca, pero volvió a cerrarla. Sus ojos me dieron a conocer la respuesta que temía.

Por favor... —supliqué, no podía rendirme.

En eso, la voz se me quebró, y un gemido lastimero salió de mis labios. Todo lo que había estado aguantando mientras había esperado a mi madre o mi abuelo salió afuera. Unos temblores iban acechando mi cuerpo, y yo lo único que quería era que todas esas sensaciones extrañas desaparecieran. Y lo peor era que lo último que recordaba de mi abuelo era lo que había pasado hacía unos minutos. Un recuerdo que necesitaba borrar de mi cabeza.

(Tyler )

No sabía cuál de mis planeas ejecutar primero, ya que tenía una gran duda existencial sobre si comenzaría insultándola de las peores maneras o partir con el puto interrogatorio de qué mierda le había sucedido. Optaba por la primera. Iba a hacerla sufrir, al igual que hizo conmigo estas dos malditas horas en las que ha seguido con los ojos cerrados. ¿Es que quiere morir? Porque no iba a dejarla, de ninguna puta manera.

Ahora mismo Anna estaba hablando con la enfermera si era mejor llevarla al hospital, ya que era preocupante que aún no despertara. Hacía unos pocos minutos James se había ido, ya que al parecer uno de sus profesores vino a buscarlo, diciéndole que no se saltara más ninguna de sus clases y que no buscara estúpidas excusas.

«¿Estúpida excusa era que Haley Dickens se hubiera desmayado y que luego de dos horas no despierte? ¿ESO ES UNA ESTÚPIDA EXCUSA PARA USTED? Pues una mierda», eso habría querido decirle, pero vamos, ya había asumido que, aunque lo intentara, solo iba a ganarme un silencio en respuesta. Y no estaba de ánimos. En eso, escuché que la puerta de la enfermería se abría de golpe, por donde entró Mark Ross, que saludó a Anna preguntando qué le había sucedido. Y yo, extrañado, me acerqué hacia ellos.

—Como ya le dije, señora Dickens, Haley va a despertar seguramente ahora. Pero necesito hablar con usted sobre algo... a solas.

Mark asintió mirando de inmediato hacia Haley, que estaba detrás del vidrio que separaba la enfermería en dos. La habitación del paciente y el resto era la oficina de la enfermera y el armario donde se encontraban todos los tipos de remedios que se necesitaran.

—¿Puedo pasar? —preguntó apuntando hacia esta, a lo que la enfermera se encogió de hombros mirando a Anna, que algo extrañada le dijo que sí, y también que la cuidara mientras ella iba a hablar con la enfermera.

—Por supuesto —la voz de Mark había sonado seria, pero no de la misma forma que desde hacía semanas.

Al parecer el verdadero Mark se estaba recuperando poco a poco. Y eso me alegraba bastante. Ahí me quedé decidiendo si escuchar la conversación de Anna con la enfermera o ir a ver qué diablos quería Mark con Haley. Opté por la segunda, por lo que le seguí. Tomó una silla que había a un lado y se colocó frente a ella.

Pasaron unos minutos en los que Mark se bastó a mirar a Haley desde su lugar, y yo solo quería saber qué diablos pensaba. En eso, este iba a comenzar a hablar, pero no salió nada, sino que se quedó en silencio unos minutos más. Y yo, por mi parte, me acerqué más hacia él para escuchar con claridad. Sabía que Mark quería decir algo, pero no se atrevía. Finalmente lo hizo.

—Al menos... —este volvió a callarse, soltando un resoplido y pasándose las manos por el rostro— ...Tyler te quería, y... —¿Y qué? Joder, Mark, ¡habla de una puta vez!— ...es mi deber cuidar de ti como él lo hubiera hecho si estuviera vivo. Se lo debo...

Yo me quedé intacto procesando sus palabras. Una jodida lágrima cayó por mi mejilla al instante. Haley necesitaba a alguien que la protegiera en mi lugar, ya que en realidad yo solo era un inservible fantasma. Y tenía a Mark, además de James. Mis hermanos creían que Haley había sido mi novia secreta antes de morir, por lo que seguramente ahora iban a protegerla. En eso, en mi cabeza volvió a hacerse la misma pregunta: ¿Qué diablos le había sucedido a Haley?

Ver el gran espectáculo que había en el pasillo, encontrándome con mi hermano vuelto como loco y una chica en sus brazos que prácticamente parecía muerta, había sido aterrador. Y aún más cuando noté que ese cabello, esos ojos, esas botas y ese vestido que habíamos comprado juntos estaban en ella: ahí me di cuenta de que era Haley. Volviendo al tema central, necesitaba saber qué le había sucedido.

Ya que, si se trataba del tema de su abuelo, tenía que saber qué había sucedido con eso. Presentía que debía ser algo muy gordo para dejar a Haley de esa manera. Mark, en un momento, se paró de su asiento caminando en busca de Anna. Lo miré extrañado, fijando después mi vista en Haley, que comenzaba a abrir los ojos.

Su expresión, al notar que estaba algo perdida, fue fruncir el ceño, colocando su mirada en mí y en el mismo instante saltar de inmediato hacia atrás, chocándose contra la pared en la cabeza. Una queja salió de su boca, mientras que yo me crucé de brazos, sonriendo torcidamente.

—No vas a librarte de mí, y lo sabes.

(Haley)

No respondí. En cambio, me llevé la mano hacia la zona golpeada, concentrándome en eso y en que los nervios no me carcomieran. Mamá entró a la pequeña habitación, salvándome de Tyler Ross. Por supuesto se me echó encima examinándome, con la enfermera por detrás, algo fastidiada.

—¿Cómo te sientes, cariño? ¿Qué sucedió? ¿Te rompiste algo? —sus ojos iban por todo mi cuerpo, y realmente en ese momento lo que menos necesitaba era a mi madre encima de mí.

Y al parecer la enfermera lo notó. En eso, mi vista vio a un chico saliendo de la enfermería. ¿Mark Ross? ¿Qué hacia él aquí?

—Déjele espacio, por favor, la está ahogando.

Alcé la vista para ver la situación en la que estaba.

—¡¿Estás diciéndome que mi hija no está respirando?! —volqué los ojos. Mamá me miraba con una mueca de terror, y justo cuando seguramente iba a matar a la enfermera por no hacer nada esta se adelantó.

Tyler, mientras tanto, soltó una carcajada que inundó toda la habitación.

—Es una manera de decir que le deje espacio. Ahora mismo su hija necesita tranquilidad —se notaba que la enfermera realmente no se llevaba bien con mi madre. Y es que las dos eran jóvenes, bonitas y delgadas... ¿Tendrían envidia la una de la otra?—. ¿Cómo te sientes, cariño?

Mi madre se cruzó de brazos como diciendo «Te dejaré un espacio de cinco minutos, nada más». Salió de la habitación, dejándome con la enfermera, que volcó los ojos. Sí, me teoría era cierta.

—Me duele la cabeza —le apunté el lugar exacto, a lo que esta asintió.

—¿Tomas pastillas?

Negué, frunciendo el ceño.

—¿Anorexia? ¿Bulimia? ¿Bullying?

Negué nuevamente, a lo que esta volvió a preguntarme si estaba respondiendo con la verdad. Nuevamente le aseguré que no le mentía. ¿Acaso me veía cara de mentirosa?

—¿Puedo volver a clases?

—Eso depende de su madre. Además, creo que quizás puedes tener algo grave. No es normal estar inconsciente por dos horas y que te siga doliendo el lado frontal derecho de la cabeza.

—No desayuné hoy.

—Pero eso no es suficiente. ¿Con cuánta frecuencia te viene lo que ha pasado hoy?

—Nunca antes.

—No me mientas, hablé con tu madre y me ha dicho que estos episodios te han ocurrido antes, cuando tenías doce años.

Me quedé en silencio, sin decir ni una palabra. Noté cóomo Tyler se iba acercando hacia mí. «Bien. Justo lo que he querido olvidar».

(Tyler )

—Vas a decirme ahora mismo qué diablos sucede, Haley —le dije por tercera vez mientras salía de la última clase de hoy, Literatura.

Y es que cuando Haley iba a responderle a la enfermera apareció Marie Acuña, lo que hizo desaparecer el tema de inmediato. Fue así como Anna la dejó quedarse en clases solo por la insistencia de Haley, ya que tenía que hacer una prueba y no podía faltar. Y aquí estábamos, terminado ya el instituto.

—¿Haley? Vamos, abre la maldita boca —ya me estaba cansando su "Ley del hielo" hacia mí.

Sabía que había algo grande detrás de todo esto. Si Lauren Davis estaba "investigando" sobre ello debía de ser algo importante. En eso Haley entró al baño del instituto, donde comenzó a mojarse el rostro con agua. Y ya mi paciencia se estaba acabando.

—¿No te has parado a pensar que quizás está en mi derecho saberlo? Quizás tenga algo que ver conmigo... —por primera vez desde hace ya más de una hora Haley me miró, y noté que su rostro se contraía.

Caminó hacia cada una de las puertas revisando si había alguien dentro, y al ver que no era así, se volteó a mi dirección, sonriendo torcidamente.

—Estás bromeando, ¿no? —su voz realmente me había dejado helado, nunca Haley se había mostrado tan fría al hablar. Al ver que esperaba que respondiera, negué, ganándome una carcajada irónica—. ¿Alguna vez te darás cuenta de que el mundo no gira en torno de ti? Ya con desconfiar de April te habías pasado, pero ahora con esto... ¿Qué tiene que ver MI abuelo contigo? ¿O ahora vas a decirme que él te mató? ¿Que él tiene la culpa de todo? Fruncí el ceño.

—Yo no...

—Por supuesto, como eres Tyler Ross te crees con el derecho de pensar que todos tienen algo en tu contra. ¿Y si todo esto es tu culpa? Quizás aquí el único culpable eres tú.

Me quedé en silencio, meditando sus palabras sin poder creérmelo. Sentí que algo se quebraba en mí.

—¿De qué mierda hablas? —ahora sí que no tenía ni puta idea de qué se refería.

—Sabes perfectamente... —bufó—. Tú ya estabas totalmente fuera de control, Tyler. Quizás este es tu castigo. Todo era: Tyler esto, Tyler lo otro. ¿Alguna vez llegaste a pensar en los demás? ¿En los "perdedores" a los que les hacías la vida imposible? —un silencio—. ¿Y los has visto ahora? Nadie los está fastidiando, ni siquiera Steve.

—No estás hablando en serio —sentencié, negando a creérmelo.

—Claro que hablo en serio. ¿Nunca has pensado que quizás todo está mejor sin ti? James ahora está cambiando, Mark volvió a ser el mismo y hasta Fernando tomó las riendas como padre. Y no olvidemos a Lauren...

—¡Basta! —grité de golpe, mirándola pasmado—. ¿Qué te sucede? Tú no eres Haley Dickens. Esta persona que estaba al frente de mi tenía los ojos cristalizados, el rostro enfurecido y sus dos manos tenían leves temblores. Ella no podía ser Haley, no podía ser esa chica a la cual había tomado tanto cariño, incluso que me...

Sacudí mi cabeza, enfocándome en la chica que tenía enfrente, que volvió a sonreír de esa manera espeluznante.

—¿Ves? No puedes aceptar que el único culpable aquí eres tú.

Un silencio en el que ninguno de los dos decía nada. Hasta que lo rompí.

—No estoy orgulloso de mi pasado. Pero nunca creí que tú ibas a juzgarme por ello... —intenté buscar las palabras, y las encontré—. Pensé que eras diferente.

—Siento no estar a tu altura, Ross.

¿Ross? Bien, si quería jugar a eso yo también iba a hacerlo. No iba a quedarme ahí parado para que siguiera humillándome.

—Pues ya no tendrás ni que intentarlo, yo me largo —me di la vuelta caminando hacia la puerta del baño.

Y esperé a que Haley me pidiera disculpas, o que incluso me diera una explicación para lo que fuera que había pasado hacía unos instantes, que todo se había tratado de una broma o que el golpe realmente la había afectado hasta tal punto de convertirse en una persona completamente diferente. Pero no fue así.

La vida no era un arcoíris cuyos colores iban regalados. La vida no te daba colores, solo era una jodida ilusión. En el momento en que te paras a verlo, lo ves. Pero luego solo te mueves un poco y te das cuenta de que el arcoíris es una farsa y que los colores son solo una puta fantasía.

Haley al parecer era como un arcoíris: los colores que creía que veía se esfumaban cuando las cosas daban un giro diferente al esperado. Y así fue como me largué de ahí. Necesitaba estar solo, y por supuesto iría a mi lugar. Sí, solo mío, de nadie más.

(Haley)

Cuando Tyler despareció un nudo se formó en mi garganta. Las lágrimas salieron de inmediato de mis ojos y me dejé caer al suelo de golpe. Me había pasado, lo sabía. Pero si esa era la única forma de que Tyler olvidara el tema de mi abuelo, pues iba a hacerlo. Comencé a llorar como una niña pequeña. Me lamentaba intentando hacer el menos ruido posible, pero mis manos daban leves temblores. Necesitaba olvidarme de todo. Tenía que tranquilizarme.

Abrí mi cartera de inmediato con la vista nublada por las lágrimas, sacando un tarro de pastillas. Lo único que sabía de ellas era que se le habían caído a la enfermera del bolsillo cuando me había llevado algo de comer. En la etiqueta decía Paroxetina, y estaba segura de que eran para la ansiedad. Y eso era justo lo que necesitaba.

Así que sin pensarlo dos veces saqué una y me la llevé a la boca, enderezándome y abriendo el grifo para tragármela de una vez. Y ahí me quedé, esperando olvidar y tranquilizarme con todo lo que estaba sucediendo en mi vida.

—No entiendo —sentenció Lauren pasándose una mano por el cabello, a lo que yo apreté los puños.

Pues yo tampoco entiendo por qué estás investigando a mi abuelo. Nada que hacerle, ¿no? Pero, por supuesto, no dije nada. Si lo hacía seguramente lo estropearía todo.

—Ya te lo he explicado por tercera vez. ¿Cómo va a ser tan difícil?

—Lo siento genio, no todos somos como tú —se burló, aunque noté que en realidad lo hacía más amigable que irónicamente.

«Es Lauren Davis, Haley, concéntrate. Ella no es amigable». En eso, volví a explicarle el ejercicio, ya que seguía insistiendo que no lo entendía. Cuando se lo había explicado por décima vez al fin lo logró. Lo peor era saber que sí sabía cómo hacerlo y que solo estaba fingiendo.

Entonces le dije que tendríamos un descanso de cinco minutos, ya que sabía que lo más probable era que los ocupara para hablarme sobre mi abuelo o lo que quisiera de mí. Y así fue. Esta levantó la vista hacia mí en un momento determinado, dejando su celular de lado. Yo seguí haciendo ejercicios como si nada.

—¿Tienes hermanos?

Levanté la vista, negando con la cabeza. Sin abrir la boca. A ver cómo de lejos iba a llegar.

—Yo tengo dos mayores, pero viven en California.

Volví la vista a mi cuaderno cuando terminó, mientras rogaba interiormente que saliera con algo que ver de mi abuelo.

—¿Y tu familia? ¿Tu madre? ¿Tu padre? ¿Tíos? ¿Abuelos?

Bien, aquí iba.

—Mi madre es peluquera, a mi padre no lo conozco y mi abuelo está muerto. Esa es mi familia.

Noté que esta se quedó pasmada un momento, para luego mirarme con una mirada que ya me esperaba. Pena. Volví con la vista al cuaderno, perdiéndome entre los ejercicios. «Mi abuelo está muerto». Resonaba en mi cabeza.

—Oh, lo siento —un silencio, en el que no dije nada—. ¿De qué murió? Ya sabes, tu abuelo.

Lo sabes perfectamente.

—No voy a hablarte sobre eso —le apunté de golpe. Era cierto, aunque Lauren quizás tuviera algunas buenas intenciones con eso no iba a decirle nada.

Ya bastante tenía con Tyler. Lo borré de mi cabeza al instante, tenía que concentrarme en lo que estaba sucediendo ahora. Observé a Lauren, que se quedó en silencio con la vista fija en la mesa. Yo realmente quería saber qué pasaba por su cabeza. ¿Por qué estaba interesada en la muerte de mi abuelo?

Cuando terminé las tutorías fui al comité periodístico, donde April me entregó todos los puntos que debía seguir para el reportaje de los Red Dragons. Sí, yo Haley Dickens había aceptado finalmente participar en eso. Ni yo me lo creía, pero en cierta forma así podía acercarme a ellos y al mismo tiempo a los que habían estado en el coche con Tyler.

Ahora mismo tenía ganas de echarme atrás y no ayudarlo, pero yo no era así. Y el episodio que había pasado entre nosotros hacía menos de una hora no significaba que no fuera a cumplir mi promesa. Porque yo no era de las que las rompían.

—Aquí está todo, es para dos semanas.

Volqué los ojos.

—¿Antes o después del fin de semana de las elecciones?

—El viernes, recuerda que las elecciones son el domingo.

«Estupendo, simplemente perfecto». Me mordí el labio y asentí de acuerdo.

—Sé que puedes hacerlo —April me guiñó un ojo, y cuando ya estaba caminando hacia la puerta me llamó—. ¿Te llevo? Voy en coche.

—No, no te preocupes.

—Vamos, supe que hoy te sentías algo mal, ¿no? —asentí algo dudosa—. No puedo dejarte ir sola, y además seguramente llegas de noche a tu casa.

Quería caminar, pero por otro lado si lo hacía sabía que iba a pensar todo el camino en Tyler, y lo único que quería en ese momento era despejarme.

—Bien. Realmente te lo agradezco.

—No me agradezcas nada. Ten —las llaves volaron por los aires, y yo, algo torpe, las recogí del suelo, ya que no era una chica con buenos reflejos—, espérame dentro, voy de inmediato.

Le sonreí y seguí mi camino hacia el estacionamiento. Mientras iba avanzando por los pasillos desiertos me concentré en olvidar la maldita conversación con Tyler, pero me era imposible.

Por supuesto, como eres Tyler Ross te crees con el derecho de pensar que todos tienen algo en tu contra. ¿Y si todo esto es tu culpa? Quizás aquí el único culpable eres tú.

Recordaba cómo su rostro se había contraído al escucharme decir aquello, como su ceño se frunció, y más aún cuando sus puños se cerraron. Le había dolido, lo sabía. Y ese era justo mi objetivo.

—No me hagas volver a advertírtelo —sin pensarlo, todas las fichas e información que April me había dado cayeron al suelo de inmediato.

Narco. Me di la vuelta, encontrándome frente a frente con él. Al parecer estaba más cerca de mí de lo que había esperado. Di un paso atrás.

—¿Asustada? Por favor, te aseguro que soy el bueno de la historia.

Fruncí el ceño. ¿Acaso ahora a todo esto le llamaba historia? ¿Qué creía? ¿Que formábamos parte de un cuento? Ya con Tyler mi enfado había llegado al límite, pero Narco ahora sí que me había hartado toda la poca paciencia que me quedaba.

—¿De la historia? ¡ESTÁS JODIENDOME, ¿NO?! —le grité acercándome hacia él, que me miraba sonriendo, lo que me fastidió aún más—. Esto no es una historia, ¡es el infierno! —unas cuantas lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, sin poder evitarlo.

Narco soltó una carcajada.

—¿Te parece gracioso?

Iba a golpearlo. Sí, iba a hacerlo.

—Por supuesto. ¿Estás comparándome el infierno con esto? Le dieron una oportunidad que muchos envidiarían. ¿Por qué te quejas?

Ahora yo fui la que reí. En serio, debía tener un problema mental serio.

—¿Yo? ¡Pues porque no puedo más con esto! —le dije mientras me quitaba las lágrimas, pero seguían apareciendo—. Tengo dieciséis años.

—¿Y qué tiene que ver eso?

—Que soy una adolescente. Mis mayores preocupaciones deberían ser qué ropa me pondré hoy, si el chico que me gusta irá a la fiesta o cuántos likes tiene mi nueva foto en las redes sociales.

Volcó los ojos, soltando un resoplido.

—¿Y no has pensado que quizás ese es el punto?

—¿Eh?

—Tú no eres como las demás chicas. ¿O vas a decirme que todo lo que me has dicho te ha preocupado alguna vez?

Me quedé pensándolo. Narco por supuesto tenía razón.

—Pero... yo nunca quise esto, me sobrepasa. No creo ser capaz.

—«La diferencia entre lo que hacemos y lo que somos capaces de hacer alcanzaría para solucionar la mayoría de los problemas del mundo». ¿No lo crees?

—¿Qué tiene que ver Gandhi en esto?

—Chica lista —susurró con sus ojos chispeantes, a lo que yo volqué los míos—. Creo que pega tal cual en tu problema.

—¿Estás insinuando que Tyler no va a volver si yo no hago algo?

—Solo estoy recordándote que depende de ti, al igual que depende de él mismo. Son uno, Haley, recuérdalo. Si él avanza, tú no puedes quedarte atrás.

—¿Y qué significa? ¿Que tengo que seguirlo como si fuera su perro?

Narco negó, mirándome extrañado.

—Yo resolvería los problemas que tengan lo antes posible, el reloj no va a esperarlos.

Me mordí el labio, ya que realmente tenía unas ganas tremendas de decirle unas cuantas cosas a Narco para que parara con el misterio y fuera al grano de una vez por todas. En eso, escuché unas pisadas que venían desde la oficina del comité periodístico, a unos metros de nosotros, y Narco miró en esa dirección, acercándose a mi oreja.

—Tu abuelo también tiene que ver en esto.

Un silencio. Me quedé quieta. Mi cerebro había quedado en shock. Narco, por su parte, al notarlo comenzó a caminar hacia el estacionamiento, dejándome ahí parada. No iba a seguirlo. Quería, pero no podía. Esto ya era mucho. Era Tyler el que

descubría mentiras y secretos de su familia, pero yo no. Entonces... ¿Mi abuelo podía estar ligado de una u otra forma en lo que estaba pasando? ¿En la muerte de Tyler?

—¿Haley? —la voz de April me hizo volver al mundo real, y la miré, despejando todo el lío que tenía en mi cabeza.

Y fue ahí cuando me di cuenta de lo mal que lo estaba pasando Tyler, y más aún cuando todos a su alrededor le habían mentido. Mientras que a mí ya me había dejado quebrada solo el hecho de que Narco dijera que mi abuelo estaba metido en todo esto también. Por supuesto, no le llegaba ni a los talones a todo lo que Tyler había descubierto. Y yo había sido una insensible tratándolo de esa manera hoy.

(Tyler )

Ya era viernes. Haley estaba en la cocina preparando el desayuno, y yo me encaminé hacia la puerta para salir de una vez. Sabía que podía irme por otro lado, sin tener que pasar junto a ella, pero quería que me viera, que recordara lo que me había dicho ayer. Y así fue como pasé por el pasillo sin siquiera mirarla, saliendo del departamento.

Quizás me estaba comportando como un cretino, pero al menos este cretino nunca se comportó de la manera como ella se había comportado conmigo. Lo peor era que no sabía a dónde dirigirme. Ayer ya me había quedado toda la tarde en mi lugar, pero ahora se volvía algo aburrido. Se me ocurrió una idea. Hoy seguiría a Lauren Davis. Si Haley no me iba a contar sobre su abuelo, pues lo haría yo. Y no tenía ni idea de por qué tenía tantas ganas de saber lo que le había sucedido.

—¡Ei, Lauren! —la voz de una de sus amigas por los pasillos hizo que esta se acercara a ella para hablar de cualquier estupidez de chicas.

En general eran del tipo «Me gusta tu cabello», «¿Dónde compraste eso?», «Sabes, creo que le gusto a...», «¡Mira con la perra que está!», «¿Y quién es esa?»... En fin, esas eran las frases que más había escuchado hoy al seguir a Lauren por el instituto. Y ya me tenían harto. Entre todas las personas que hablaban con Lauren alguien la tomó del brazo, sacándola hacia afuera. Steve.

—¿Dónde te has metido? Te esperé fuera de Matemáticas, pero los chicos me dijeron que no habías asistido.

—Tenía que practicar la coreografía con mi equipo, recuerda que hoy hay partido, genio —esta volcó los ojos, pero luego se colgó en sus brazos—. ¿Me echaste de menos, bebé?

—Un poquito —Steve sonrió de lado, atrayendo a Lauren hacia él, fundiéndose en un beso que no quería ver.

Así que me alejé de ellos, dándoles el espacio necesario para que tuvieran privacidad. Pero duró menos de lo que esperaba, ya que el celular de Lauren indicó un nuevo mensaje y esta se separó de inmediato.

—Tengo que ver esto. ¿Nos vemos en el almuerzo?

Steve parecía realmente fastidiado, y se encogió de hombros.

—Almuerzo con el equipo, ¿lo recuerdas?

—Vamos, sé que siempre cada uno ha almorzado con sus amigos, pero hoy podemos hacer una excepción. Te aseguro que tendrás una gran sorpresa —le dijo mordiéndose el labio, y Steve de inmediato captó la indirecta.

—Bien.

Lauren dio pequeños saltos sonriendo ampliamente, colgándose en sus brazos en un abrazo que Steve de inmediato correspondió, besándola nuevamente. El sonido de otro mensaje inundó el lugar, y Lauren esta vez tuvo que despedirse de golpe, para caminar lejos de Steve y abrirlo para ver qué contenía. Y yo ya me presentía de quién se trataba.

Ven a la sala F4A, me he conseguido una llave. Así podemos hablar sin que nadie nos escuche.

Entonces iba a conocer a la otra persona que estaba detrás de esto. ¿Sería James? ¿Mark? ¿Incluso Simon? Entonces Lauren abrió el segundo mensaje.

¿Vas a venir?

Claro que iba a venir, y con un acompañante.

(Haley)

Me llevé una pastilla a la boca, y con la botella que había comprado me la tragué de inmediato. Cerré los ojos y los abrí luego de unos segundos.

—Tú y yo tenemos que hablar —Marie se interpuso entre mi taquilla y yo, que, nerviosa, intenté parecer lo más normal posible—. ¿Por qué no me has contestado las llamadas?

A ver... ¿Por qué ayer te sentaste con Simon en la hora de almuerzo? Yo, por supuesto, soy una gallina, y tuve que almorzar sola luego de haberme desmayado por dos horas.

—Se me había perdido el móvil, lo encontré hoy detrás del sillón —dije, sin embargo.

—Claro, y yo soy Lauren Davis —esta frunció el ceño—. ¿Es por Simon?

Bien, me había pillado. Un silencio.

—Sé lo que sucedió. Y vamos, ponte en su lugar. Realmente le gustas, por supuesto que está avergonzado por tu rechazo.

La miré confundida. ¿Entonces Simon se lo había contado?

—¿Simon te dijo eso?

Asintió.

—Vuelvan a ser amigos, pueden olvidarse de lo que sucedió.

—Como si fuera tan fácil —volqué los ojos, fastidiada.

¿En serio Marie me estaba diciendo que olvidara su casi "violación" hacia mí? ¿Y todas las palabras hirientes que me había dicho?

—Tampoco exageres. ¿Preferías que nunca te lo hubiera dicho y que estuviera enamorado en secreto de ti?

—Estás bromeando, ¿no?

—No, estoy hablando en serio —me respondió, al parecer sin entenderme.

—No podemos volver a ser amigos, Marie, él no lo quiere. Y ahora mismo yo tampoco creo que resultara.

—¿Quién te dijo que no quería?

—No me lo dijo textualmente. Pero sí me dijo que yo ya no era la Haley Dickens que consideraba su mejor amiga —el recuerdo me golpeó la mente al instante, y las ganas de llorar vinieron nuevamente hacia mí—. También te lo debe haber contado, ¿no?

Para mi sorpresa, Marie negó.

—Creo que se saltó esa parte. ¿Qué sucedió exactamente?

—No quiero hablar de eso —apreté los dientes para que ninguna lágrima se me escapara.

Los recuerdos de esa noche venían a mí sin poder evitarlo.

—Vamos, Haley, es mejor sacar las cosas que guardárselas.

—Quizás sea mejor para el resto del mundo, pero yo paso —quería irme de ahí, odiaba tener que hablar de cosas que, si las soltaba, sabía que me harían llorar sin parar durante todo el día.

Si tenemos recuerdos que no queremos recordar, ¿para qué contarlos? Queríamos olvidar, no recordar. Y por supuesto no iba a recrear esa noche con Simon Adams. Porque sabía que me quebraría, y tenía que mantenerme de pie.

—Acuña, quiero hablar con Haley. ¿Quieres irte ya? —un brazo pasó por mis hombros, y era James Ross, que miraba divertido a Marie, quien con una mueca frunció el ceño.

—Pues ella no quiere hablar contigo, ya que está hablando conmigo —apuntó cruzándose de hombros.

Sabía que me estaba comportando como una total idiota, pero era la única manera de quitármela de encima.

—Sí quiero, Marie, con James tenemos que hablar sobre unas cosas —James me miró intrigado, a lo que yo le hice señas para que me siguiera la corriente.

Marie nos miró a ambos, algo cabreada.

—Fuera, luego puedes hablar con ella —James sonrió con arrogancia, apretándome más aún hacia él.

Yo, por supuesto, le imité, a lo que Marie no dijo absolutamente nada. Se dio la vuelta y comenzó a caminar por los pasillos. Bien. Al menos me había salvado de tener que contarle sobre la noche con Simon.

—¿Cómo te sientes?

—¿Yo? —me apunté sin entender a lo que se refería, y luego caí en la cuenta de que hablaba sobre mi desmayo de ayer—. Oh, no, perfecto. No fue nada grave, había olvidado desayunar, nada más.

James sonrió.

—Me alegro.

—Olvidé darte las gracias, si no fuera por ti hubiera caído directa al suelo —le dije, algo cohibida, y es que realmente James se había pasado y no había podido darle las gracias ayer por la tarde.

—No es nada, lo mínimo que podía haber hecho.

Iba a responderle, pero mi móvil sonó. Me había llegado un mensaje. Aaron.

Recuerda que voy al instituto a buscarte después de clases :)

Nerviosa, no respondí. Había olvidado que hoy iba a salir con Aaron con la finalidad de hundir a la familia "Gay". Lo peor era que nunca se lo pude mencionar a Tyler. En eso, noté que James estaba hablándome, y yo me basté con disimular que lo estaba escuchando a la perfección. Un peso en mi pecho me apretujaba. Sabía que quizás nada bueno saldría de esto, pero necesitaba avanzar con el tema de Tyler, y Aaron era mi única oportunidad. Y no iba a desaprovecharla.

(Tyler )

Lauren caminaba por los pasillos desiertos. El timbre ya había sonado, y esta se había pasado todos estos minutos buscando la sala, ya que no la había encontrado aún. Y luego de haberle preguntado a un señor de la limpieza al fin ya sabíamos dónde estaba. El cartel que colgaba en la puerta decía F4A, así que habíamos llegado por fin. Lauren abrió la manilla y escuché un ruido proveniente del interior. Al fin iba a saber quién era el cómplice de Lauren en la investigación. Y por supuesto mi sorpresa fue obvia. Ya que, como siempre que me estaba sucediendo desde que había muerto, al parecer todos tenían algo que ver. April.

April Granger estaba sentada en la mesa que correspondía al profesor, donde tenía varios papeles esparcidos. Entonces mis suposiciones de que esta podía esconder algo eran ciertas. Y ahora definitivamente no iba a confiar en nadie, ya que al parecer todos escondían algo. Algo relacionado conmigo o bueno... con Haley. Sin pensarlo dos veces me encaminé hacia ella para informarme sobre la muerte del abuelo de Haley, ya que era la única manera de saber algo. Pero mi sorpresa fue otra.

Los titulares eran del mismo año de la muerte del abuelo de Haley, pero hablaban sobre otra cosa. "El gran empresario de industrias Grey ha hablado de la trágica muerte de uno de sus trabajadores, Albert Dickens". Y ahí todo cobró sentido. No tenía que escuchar la charla de Lauren y April para darme cuenta de lo que estaba sucediendo aquí. Todo era más que obvio. Richard Grey había tenido algo que ver en el "accidente" del abuelo de Haley.


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