Capitulo 44: Lauren

(Haley)

No quería hablar con él. Lo único que pasaba por mi cabeza era ingeniármelas para correr hacia la puerta de entrada y buscar algún lugar en el cual vivir hasta que a Kyle se le pasaran las ganas de hablar conmigo. Y es que Kyle Reyes siempre me había dado... no sabía bien cómo describirlo con las palabras correctas... Pero el hecho de que no pudiera verlo me daba escalofríos. ¿Qué iba a decirle ahora? Nunca había hablado con él cuando vivía. ¿Y ahora se suponía que éramos una especie de "amigos"?

—¿Haley?

La voz de mi madre estaba muy lejos de mí, yo solo tenía puesta mi atención en Kyle, que seguía sonriéndome, aunque ya algo confundido. En eso, mamá se acercó hacia mí colocando su mano en mi espalda, dándome un empujoncito para que avanzara. Yo reaccioné caminando hacia los sillones a paso lento, colocándome en el que estaba a su lado, quedando a muy poca distancia de él.

—Kyle, ¿una bebida? ¿Jugo? ¿Café o algo?

Pensé que iba a responderle con un «muchísimas gracias, no se preocupe», pero solo negó con la cabeza, sin siquiera despegar su mirada de mí. Bien, esto ya era raro. Mi madre, que se había quedado ahí parada algo sorprendida, se bastó con sonreír de manera educada, para luego tomar su abrigo, que estaba en el perchero de la entrada.

—Voy a salir un momento para dejarles intimidad, vuelvo en una hora. Pórtense bien —no podía creer que mi madre me hubiera hecho esto.

El departamento se quedó en silencio cuando la puerta de entrada se cerró, dejándonos solos. «Bien. Simplemente perfecto». ¿Y ahora qué digo? Nerviosa dirigí mi vista hacia él, que seguía observándome. Me pasé una mano por la cabeza, acomodándome el cabello, ya que al parecer algo debía ir mal para que Kyle no despegara la vista de mí. Y justo ahí, habló.

—¿Está aquí? —su voz fue bastante baja y a la vez algo apagada.

Fue bastante distinta a la que me esperaba. Y es que nunca antes había hablado con Kyle, y las veces que lo había escuchado hablar era más bien una risa contagiosa que era conocida en el instituto, ya que Kyle pertenecía al equipo y era bastante amable. «¿Está aquí?». Tenía que referirse a Tyler. No dije nada.

—Por favor, Haley, necesito saber que no fue todo un sueño.

Algo aturdida, me quedé observando sus ojos cansados, Las ojeras dejaban ver que hacía ya días que no estaba durmiendo bien. Y qué decir de la falta de peso. En eso, fijé mi vista en sus dos piernas, que estaban una al lado de la otra. Y era extraño pensar que nunca más iba a poder usarlas, a poder caminar con ellas.

—¿Haley? —su voz me hizo dar un respingo, y fruncí el ceño volviendo mi vista hacia sus ojos oscuros.

Este soltó una maldición, a lo que yo me encogí aún más en el sillón. Y las palabras brotaron de mis labios.

—No está aquí.

Kyle abrió mucho los ojos y una sonrisa enorme se posó en su rostro, soltando una carcajada que trajo unas cuantas lágrimas. Yo por mi parte me basté a observarlo sin entender muy bien su comportamiento.

—Es real, no estoy loco —repitió este volviendo a reír mientras yo curvé levemente mi labio.

Y es que Kyle al fin sabía que no había sido parte de su imaginación, que Tyler Ross realmente había estado con él todos esos días. Yo me quedé en silencio, mientras que él seguía perdido entre sus pensamientos. ¿Dónde estaba Tyler? ¿Habían dejado libre a Mark?

—Ni te imaginas los días terribles que he pasado desde que desperté... —yo lo escuchaba atenta, porque Tyler me había dicho que Kyle no había abierto la boca desde que había despertado, y verlo de este modo completamente contrario conmigo me dejaba claro que era el asunto de Tyler el que lo tenía así—. Recordaba a la perfección todo lo que había sucedido con Tyler y contigo, pero sonaba tan absurdo que... no quería que creyeran que además de perder —este se apuntó sus dos piernas— también había perdido el juicio.

Yo asentí con la cabeza, mientras que este volvió a sonreír, agradecido de que todo fuera cierto. Luego vino un silencio algo incómodo, a lo que yo me resté a mirar mis manos, nerviosa.

—¿Sabes lo extraño que es hablar con la mismísima Haley Dickens en vivo y en directo?

Alcé la vista de inmediato, quedándome sin palabras, no sabía qué decir. Su —¿cumplido?— me había tomado por sorpresa.

—¿Por... por qué? —pude preguntarle, relajándome al fin, sonriendo confundida.

Que Kyle Reyes estuviera en mi propia casa era lo más extraño del mundo. Este se encogió de hombros.

—Tyler siempre me hablaba de ti, eras lo único que nos hacía olvidar en cierto modo todo lo que estaba sucediendo.

No sabía qué decir. Abrí la boca, pero luego volví a cerrarla. Kyle sí que me dejaba sin palabras. «Tyler siempre me hablaba de ti», resonaba una y otra vez en mi cabeza.

(Tyler )

Luego de que Mark se abriera al fin a mi padre me di cuenta de que era hora de volver con Haley. Mark ya no iba a ser encarcelado, y eso significaba que por fin el maldito hijo de puta no se salió con la suya. Fue así como volví al departamento corriendo. Y es que quería gritarle a Haley la noticia para poder ir a celebrarlo con una maratón de películas, que sonaba bastante tentador. Hoy era el día perfecto.

Pero al llegar y entrar al departamento me encontré con una sorpresa. Y cuando digo sorpresa es porque realmente me sorprendió. Kyle. Kyle Reyes. Sentado. Junto a Haley. Charlando... ¿Animadamente? ¿Qué demonios? Me quedé ahí quieto detrás del sillón en el cual estaba Haley. Tenía a Kyle a un lado, pero por supuesto no notó mi presencia. Extraño, ya que luego de haber pasado semanas con él y que ahora fuera una persona más que no podía verme, era... decepcionante. En eso, me concentré en lo que estaban hablando.

—Siempre llegaba de mal humor cuando discutía contigo, ni te imaginas —Haley abría mucho los ojos, y yo no pude evitar tensarme—. Al parecer le hacías perder la cabeza.

Si Kyle se ponía a hablar sobre el "amor" que creía que sentía hacia Haley iba a degollarlo vivo.

«¿Y cómo piensas hacerlo, genio?», la molesta voz en mi interior me hizo enfurecerme aún más.

—¿Yo? No lo creo —respondió Haley, negando con la cabeza.

Cuando abrió la boca de nuevo para seguir hablando seguramente sobre lo mucho que quería a Haley y yo qué sé que más, me apresuré a llamar la atención de Haley poniéndome justo entre Kyle y ella. Por supuesto centró su atención en mí frunciendo el ceño, a lo que la voz de Kyle se escuchó por detrás.

—¿Llegó? Está enfrente de mí, ¿no? —por supuesto que estaba al frente de él, y era fácil suponerlo, ya que los ojos de Haley estaban puestos en mí.

—Hola, Kyle —le saludé colocándome a su lado, a lo que Haley por su parte asintió hacia él.

—¿Cómo te fue? —me preguntó esta algo incómoda por la mirada que le daba Kyle.

—Bien, por no tener antecedentes lo han dejado libre.

Haley sonrió, soltando un suspiro, agradecida, para luego morderse el labio inferior. Desvié la vista hacia Kyle, que estaba en silencio observando. Miré sus piernas, una al lado de la otra. Y atrás podía ver la silla de ruedas. ¿Y ahora qué? Él las necesitaba para el fútbol americano. Una impotencia comenzó a apoderarse de mí, pero se esfumó en el momento en que Kyle me habló.

—Te echo de menos, amigo —noté cómo este sonreía como nunca antes lo había hecho, con la vista puesta en el suelo—. Y sé que ahora estarás pensando que soy un marica de mierda y que me comporte como un hombre —una carcajada salió de sus labios, a lo que yo tampoco pude evitar no reír—. Pero es este momento, me importa poco lo que pienses —cuando terminó me hizo sonreír como un estúpido—. Al menos sé que mi amigo no está completamente muerto y lo gritaría a todo el mundo si pudiera.

Haley se pasó una mano por los ojos, al parecer ya estaba a punto de romper a llorar.

—Tienes razón, pareces un marica de mierda —Haley me fulminó con la mirada, a lo que yo me encogí de hombros—. Pero qué va, siempre lo has sido —finalicé, y por supuesto esta seguía esperando que dijera algo más... ¿Sentimental?—. No me escucha, Haley, ¿para qué voy a decirle cuánto le echo de menos si solo tú vas a escucharlo? —esta al comprenderlo desvió la vista de mí algo avergonzada por habérsele olvidado, regalándole una sonrisa a Kyle, mientras que yo por mi parte solté un resoplido—. ¿Cómo mierda le va tan bien en el instituto? —susurré, sin que esta me escuchara.

—Oí eso —me apuntó de inmediato.

Al parecer sí lo hizo.

—¿Qué dijo Tyler?

Haley se demoró un momento en responderle, a lo que yo por mi parte me crucé de brazos.

—Dice que él también te echa mucho de menos, que está muy feliz de verte aquí y que espera que puedas recuperarte por completo.

Kyle volvió a sonreír, a lo que ladeó la cabeza.

—Conozco a Tyler Ross y sé que no diría algo así —noté cómo las mejillas de Haley iban tomando color, y no pude evitar que una carcajada se me escapara—. Pero agradezco lo que haces —Kyle acercó su mano a la de Haley, acariciándola, a lo que esta, algo sobresaltada, lo miró directamente a los ojos—. Ya sabes, convertirlo en una mejor persona.

Justo en ese momento la puerta de entrada se abrió, y Haley de inmediato quitó su mano de la de Kyle, mirándome de reojo. ¿Acaso creía que me iba a poner celoso? Kyle tenía novia, y además él sabía que Haley era mía. Mi mente se quedó en blanco, hasta que al fin reaccioné. «¿Qué mierda?», en ese momento quería golpearme contra la pared. ¿Mía? ¿Qué diablos me sucedía? Tyler Ross, creo que la presencia de Kyle Reyes, alias Cupido, te afecta seriamente la cabeza.

(Haley)

—¡Adivinen qué les traje! —mi madre apareció en la estancia con unas bolsas de la heladería que quedaba cerca del instituto, y mi estómago rugió de inmediato.

Esta, con una sonrisa, fue a la cocina, y Kyle le dio las gracias por darse la molestia, y ahí me di cuenta de que el chico que tenía enfrente era uno totalmente opuesto al que había sido al llegar aquí. Y ese cambio debía ser fruto del hecho de que ahora estaba seguro de que no se había vuelto loco, que todo el episodio en el cual él había estado en coma junto a Tyler era cierto.

—A ver... Haley por supuesto quiere de todo un poco. ¿Y tú, Kyle? ¿Frambuesa, chocolate, vainilla o manjar?

—Frambuesa y un poco de chocolate —le respondió de inmediato, a lo que mamá se acercó y le entregó la copa de helado en sus manos. Mientras, yo fui a servirme, y ella también se servía para ella.

—Si quieres que me quede contigo solo dime... —me susurró sin que Kyle lo notara, a lo que yo negué con la cabeza, haciéndole señas de que todo estaba bien.

—Puedes quedarte a comer, Kyle, hoy habrá... ¿Cuál es tu comida favorita?

Volqué los ojos. Tampoco era para invitarlo a cenar... pero bueno, mamá era así. Kyle se demoró un momento en responder.

—La pizza, pero no se preocupe si igual ten...

—¡Pues llamaré ahora mismo a la pizzería que hay a unas pocas cuadras! —le cortó de inmediato sin darle tiempo para terminar.

Iba a matarla. Le di un codazo, pero al parecer mamá lo interpretó de otra manera, y me sonrió, guiñándome un ojo. ¿Y a esta qué le pasa?

—¿Les digo el qué? Mejor iré yo misma al local a pedirla. Nos vemos, chicos

—tomó la chaqueta que había dejado hacía menos de cinco minutos en el perchero y volvió a salir del departamento antes de que pudiéramos protestar.

—Tu madre es genial —se bastó a decir Kyle, sonriéndome.

Tenía que admitir que la sonrisa de Kyle era realmente encantadora. En eso, le eché una ojeada a Tyler, pero al parecer estaba bastante adentrado en sus pensamientos. No había escuchado nada ni había levantado la vista a lo que acababa de suceder con mi madre. Mejor. Me dispuse a disfrutar de mi copa de helado, igual que hizo él.

—¿Qué está haciendo Tyler? ¿Sigue aquí?

—Al parecer está adentrado en sus pensamientos, le pasa de vez en cuando. Es como si hablara con su propio cerebro —me burlé, y Tyler ni se dio cuenta—. Está justo ahí —apunté a su lado derecho del sillón, donde estaba sentado, y Kyle se quedó mirando fijamente a Tyler.

—Ya entiendo por qué evitabas acompañar a Tyler a verme —habló luego de unos minutos en silencio.

Fruncí el ceño.

—¿Cómo? —al parecer o lo había oído mal o no entendía a qué se refería con eso.

—Se notaba que estabas incómoda. La primera vez cuando habías sido internada realmente te pusiste pálida. Luego la segunda vez parecía que ibas a vomitar en cualquier momento. Y no me vengas con excusas de que habías estado muy ocupada para devolverme la llamada cuando mi madre llamó a tu casa hace unos días.

No sabía qué decir. Y es que realmente Kyle me había dejado sin palabras. Todo era cierto.

—Es que —no sabía qué decir— me asusté cuando mi madre me dijo que querías hablar conmigo. Aún no puedo...

—¿Creerlo? —asentí, era cierto—. Esperé a que me llamaras, pero luego no entendía por qué diablos no lo habías hecho. Pensé que ibas a alegrarte de tener a alguien con quien hablar sobre... ya sabes... —este miró en dirección a Tyler, ahí donde le había dicho que estaba. La mata de cabellos rubios ni estaba pendiente de nuestra conversación, seguía adentrado en sus pensamientos— ...el punto es que ahora mismo te entiendo. No ver a Tyler me resulta... extraño, pero a la vez me asusta, en cierto modo. Es como el dicho «Ver para creer». Y a ti te sucedía conmigo, no me podías ver, pero Tyler sí lo hacía. Ahora soy yo el que está pasando lo mismo que tú y el no poder verlo me resulta escalofriante. Porque sé que está junto a mí en este momento.

—Igual recuerda que yo no te conocía, nunca en mi vida habíamos hablado, lo que me desconcertaba aún más —agregué, ya que su situación con Tyler era diferente: al menos él le tenía cariño, en cambio conmigo Kyle era un completo desconocido.

¿Y que además Tyler me dijera que era un fantasma al igual que él? Realmente me había dejado en shock. Este soltó una risa, dándome toda la razón.

—Pero ahora supongo que vamos a patearle el culo a este hijo de puta, ¿no? Vamos a ser una especia de... ¿Batman y Robin? —no pude evitar soltar una carcajada, y es que realmente Kyle Reyes era un amor de persona—. Aunque, claro, tampoco soy de mucha ayuda en este estado, pero haré lo que pueda.

Observé sus piernas y de inmediato supe a qué se refería.

—Con o sin ellas sigues teniendo el mismo cerebro, ¿no? —este asintió sin mucho ánimo—. Entonces eres perfecto —le sonreí, a lo que este por su parte también lo hizo.

—¿Por dónde partimos?

Tomé aire, ya que la conversación iba a ser larga.

—Aquí voy —me animé, echándole otra mirada a Tyler, que seguía perdido en sus pensamientos.

Realmente quería saber qué era lo que estaba pasando por su cabeza.

(Tyler )

Ya era miércoles, mitad de semana. Luego de la visita de Kyle, en que me pasé la mayor parte del tiempo regañándome a mí mismo por no parar de pensar cosas tan "morbosamente románticas" con Haley, pude volver a la realidad cuando Haley se me puso enfrente llamando mi atención. No pude ni creer que Kyle ya se hubiera ido hacía diez minutos. Al parecer mi pelea interior conmigo mismo me había llevado muy lejos de la realidad.

En fin, la cosa era que luego de que Kyle se fuera pude contarle con todo detalle a Haley sobre el tema de Mark, y que ahora todo estaba perfectamente solucionado, terminando con la conversación de mi padre y él. Entonces, Haley, emocionada, no paraba de decirme que ahora las cosas estaban saliendo perfectamente bien y que lo único que faltaba era concentrarnos en mí.

Como me había repetido un millón de veces, las elecciones eran en menos de un mes. Sí, quedaban dos semanas para las elecciones si no contaba esta. Y como Narco había dicho, ese día al parecer se decidía todo. Si vivía o si moría. Estupendo, ¿no? Luego llegó Anna con las pizzas, y estuvo regañando a Haley por dejar ir a Kyle del departamento sin cenar. Finalmente, todo terminó con una Haley cenando en su habitación y Anna mirando la televisión aún fastidiada. Y yo solo me reía de la situación.

Finalmente nos acostamos a las tres de la madrugada con una Haley hiperventilada. Se movía de un lado a otro con su pizarra enorme que había comprado. Ahí escribía todo lo que habíamos descubierto y el punto principal de lo que debía hacer para volver a la vida.

Y con solo recordarlo me hacía rehusarme aún más al "magnífico" plan que Haley había ideado.

Es una total estupidez, Haley. ¿Esperas que me convierta en un marica de mierda regalando flores a quien se me cruce en mi camino? Ni de coña.

Esta volvió a entornar los ojos por quinta vez ante mi negación a seguirle el plan tan estúpidamente patético que tenía.

¿Quieres volver a la vida? Pues sígueme la corriente, Narco dijo específicamente. Que debes cambiar, al igual que el sacerdote.

¿Y entonces quieres que disimule ser un amable, tierno y dulce príncipe azul? La vida no es un maldito cuento de hadas, y tu estereotipo de hombre no existe. Sí, esa es la cruda realidad.

Me crucé de brazos, mientras que Haley, por su parte, se bastó a guardar silencio. Ella sabía que tenía razón.

No te estoy pidiendo que finjas, solo intenta pensar en los demás, ayudar al prójimo.

«¿Que solo intentara pensar en los demás? ¿Yo?», solté una risa. Tyler Ross sí se preocupaba por los demás. ¿O acaso olvidaba que cada anotación que marcaba en la cancha hacía felices a mis compañeros de equipo y a todo el instituto? ¿Que todo el dinero que contribuía a la botillera de la esquina hacía que el dueño pudiera pagar las deudas que sea que tuviera? ¿Que cuando me acostaba con una chica la ayudaba a cumplir su deseado sueño? ¿Que cada vez que llenaba mi moto con gasolina contribuía al dueño del lugar? ¿Que cada papel que tiraba al basurero de reciclaje evitaba que un árbol muriera? Y aún podía seguir.

El punto era si yo ayudaba al prójimo. Así que a lo que fuera que intentaba llegar con todo esto iba a tener que olvidarlo. Aunque, además, se había olvidado de algo.

Si te diera la razón, aunque, claro, no te la doy, ¿cómo diablos quieres que ayude a los demás si soy un inútil fantasma?

Repito: ¿Por qué le va tan bien en el instituto si es tan despistada?

No quería seguir recordando la discusión que terminó con una Haley fastidiada haciéndose la dormida mientras yo me bastaba a pasearme aburrido ante la pizarra que había dejado apoyada en su escritorio y donde las cinco palabras que sobresalían eran:

Tyler: Mentira.

Haley: Verdad.

Luego había una flecha que apuntaba a los dos lados, dando en cierta forma a entender que las dos cosas se intercambiaban. Ese era el maldito acertijo de Narco. Y la última palabra era la que estaba junto a la flecha, Amor, y ese era el acertijo del sacerdote. Según Haley esa era la clave para traerme a la vida. Y, hablando de ella, no la veía desde el desayuno. Por supuesto aún recordaba nuestra discusión, por lo que me ignoró. Pero como Tyler es tan maduro por supuesto tuve que romper el hielo.

—Buenos días, Haley. ¿Quieres que te prepare el desayuno? —esta me hizo una mueca furiosa, pero yo proseguí, porque me importaba una jodida mierda—. Luego podemos hacer servicio comunitario, ayudar a niños muertos de hambre y construirle casas a los vagabundos que estén durmiendo en la calle. ¿Quieres venir? Puedo llevar mi corcel blanco y comprarte un vestido, para que así te vistas como la hermosa princesa que eres.

—Eres un imbécil —se bastó a responderme, mientras que yo solté un bufido, caminando hacia la puerta principal.

—Si no quieres venir conmigo es tu problema.

—¿A dónde vas?

—A ayudar al prójimo —bromeé con una sonrisa torcida.

—Deja los juegos, Tyler, en serio. Voy a enojarme.

Yo me basté a parar de molestarla mientras comía sus cereales. En eso noté que se quedaba mirando el diario que estaba encima de la mesa. Al ver cómo sus ojos parecieron fuera de órbita me acerqué a ver qué decía: "Hijos de los dos aspirantes a alcalde de Chicago tuvieron una pelea en la zona sur de la ciudad. El hijo de Fernando Ross acabó tras las rejas y el hijo de Richard Grey, en el hospital".

«Bien, estupendo». Ahora hasta en los medios intentaban hundir a mi padre y dejar a los "Gay" como los pobres indefensos. Si supieran... Luego de ver el periódico y leer junto a Haley todas las estupideces que decían de mi familia pude notar cómo el enojo que tenía hacia mí se le pasó de inmediato, cambiando su expresión a una suave y algo preocupada.

Decidí acompañarla al instituto todo el día. Simon, por supuesto, ni le dirigió la mirada, Marie se lo pasó buscando a James para saber de su hermano y Haley se quedó la mayor parte de la jornada escolar metida en el comité periodístico terminando unos folletos para la feria de ciencias, que sería en unos días.

Fue aburrido, pero tampoco quería separarme de ella, ya que mi hogar debía de ser un infierno por lo sucedido en el periódico. Ni James ni Mark aparecieron por el instituto, y todos hablaban de ello.

—¿Podemos cancelarlas, hoy? Tengo hora a la peluquería y es urgente —volví en mí cuando escuché la voz de mi ex novia, Lauren.

Estaba detrás de Haley, que estaba sacando unos cuantos libros de su casillero. Soltó un suspiro y cerró la taquilla de golpe, haciendo saltar a Lauren.

—A ver... te podría decir que no me importa, ya que realmente no me interesa si apruebas o no. Pero ya sabes, soy tu tutora y mi deber como tal es ayudarte. Así que no, vas a llamar y cancelar tu hora, porque te aseguro que no es tan "urgente" como evitar que suspendas.

Sí, Haley Dickens dijo esas palabras, y nada menos que a Lauren Davis. Por supuesto que mi ex se quedó en silencio, pasmada, hasta que luego de unos segundos parpadeó, frunciendo el ceño.

—Bien, pero que no se te olvide con quién estás tratando, cuatro ojos.

Antes de que Haley pudiera decir algo esta se dio la vuelta para ir donde había su grupo de amigas, que la esperaban unos metros más allá, perdiéndose a los segundos entre la gente. Haley volcó los ojos para luego pasar junto a mí susurrando por el bajo.

—Otra tutoría más con Lauren Davis y estoy segura de que voy a explotar.

Por mi parte solté una carcajada, caminando junto a ella hacia su próxima clase.

—Y yo que estaba seguro de que iban a hacerse las mejores amigas —bromeé, y ella me reprendió con una mirada severa, para luego entrar a Biología—. Voy a ir a ver si mis hermanos vinieron hoy. ¿Nos vemos en el almuerzo?

Haley asintió sin mucho ánimo, a lo que yo me resté a dirigirme hacia las aulas de los de último y penúltimo año. Tenía que saber cómo estaban. A James no fue difícil encontrarlo, ya que con solo escuchar una pelea de inmediato supe que debía estar ahí metido.

—¡Repite ahora mismo lo que has dicho! ¿O acaso eres una nena? Al parecer la gallina se ha asustado —mi hermano mayor comenzó a imitar a una mientras el chico que tenía acorralado en las taquillas intentaba buscar una salida antes de recibir una paliza.

Las pocas personas que estaban observando se bastaron a soltar una carcajada, avergonzando aún más al chico, que era de mi curso.

—Por favor... tengo clases, voy a llegar tarde.

—¿Ahora te importa llegar tarde? Luego de que empezaras a cotillear sobre mi familia, sobre mi padre —con la última palabra James subió la voz, y yo entendí de qué iba—. No voy a permitir que se burlen a mis espaldas, si no estás de acuerdo con algo pues me lo dices. No vas por detrás como un maldito cobarde. ¿Estamos? —el chico asintió de inmediato sin objetar—. Bien —de un tirón el cuerpo cayó al suelo, y James le dio espacio para que saliera de inmediato—. Voy a golpearte, de eso no te quepa duda. Pero para que no digas que no te di la oportunidad, te doy cinco segundos de ventaja.

Este sin comprenderlo se quedó ahí parado un momento, pero cuando mi hermano se puso a contar captó de inmediato el mensaje, saliendo disparado por el pasillo. En eso, al terminar de contar hasta cinco James soltó un suspiro, y de un grito dispersó a todos los que tenía a su alrededor. Menos a uno. Marie Acuña. Esta estaba de brazos cruzados detrás de un grupo, que al irse quedó destapada y entró en el campo visual de mi hermano, que se tensó al instante.

—Fuera de aquí, Acuña —se bastó a decirle cuando ya no quedaba nadie.

—Necesito hablar contigo.

—No puedo, tengo una prueba importante ahora mismo y ya voy atrasado —dijo pasando a su lado sin siquiera mirarla.

Marie no se quedó atrás, sino que lo tomó de la blusa de un tirón, obligándolo a quedarse frente a ella.

—¿Por qué diablos tu hermano peleó con Aaron Grey?

Había olvidado completamente que Marie lo conocía, que incluso había salido con él. Y que, por supuesto, como tampoco James sabía, no tenía ni idea de que había sido el responsable de mi muerte.

—Ni puta idea, Mark no ha querido abrir la boca. ¿Y qué importancia tiene para ti? No me digas que... —con solo ver el rostro de James supe de inmediato que él se refería a si seguía saliendo con él, y Marie negó de inmediato.

—Por supuesto que no, solo tengo curiosidad —le cortó, al parecer algo ofendida—. Y, además... ¿Qué mierda te importa a ti?

James no estaba de ánimos para bromear con Marie. Se encogió de hombros y la miró directamente a los ojos.

—Estoy cansado de que siempre acabemos peleando. ¿Podemos dejarlo esta vez?

Marie no se esperaba esa reacción por parte de mi hermano, por lo que quedó confundida y extrañada.

—Pero si... —esta cerró la boca, pero, aturdida, volvió a hablar— ...está bien. Supe que Mark fue liberado, me alegro mucho de que esté ahora bien —esta le sonrió animándolo de una manera algo... escalofriante. ¿Marie Acuña tratando bien a James Ross?—. Por cierto, ¿cómo va todo en tu casa?

Y al parecer a mi hermano le sucedió lo mismo que a mí.

—¿Sabes qué? Realmente eres la persona más agotadora que he conocido. ¿No tienes nada mejor que hacer que venir a molestarme?

Por supuesto que una carcajada salió de mi boca, y es que James Ross se comportaba como un niño de cinco años. Marie, que al parecer notó a qué quería llegar, curvó los labios en una sonrisa pícara, que la identificaba perfectamente.

—Mira, imbécil de cuarta, ¿yo, agotadora? Seguro que tu cerebro no está funcionando bien, porque aquí eres tú el cavernícola que no...

No quise escuchar nada más de la disputa, ya que sabía cómo iba a terminar. Un profesor iba a escucharlos, intentaría que se callaran y volvieran a sus clases. Pero no iba a ser posible, por lo que llegaría el director y de un grito del demonio los mandaría a los dos a detención esta misma tarde. Y ahora yo tenía otras cosas en las que pensar... Mark.

Fui en su busca, pero por supuesto no lo encontraba. Hasta que, en vez de encontrar a Mark, me topé con el entrenador hablando con Steve Fox junto a las gradas de la cancha de fútbol americano. Con tan solo ver el rostro perplejo de Steve supe de lo que debían estar hablando.

—Quiero que tu madre venga a hablar conmigo y contigo mañana para que luego vayamos todos a la comisaría, esto no va a quedarse así —la voz de Whitey, como siempre, era impotente y severa.

Steve se quedó en silencio, sin añadir nada ni levantar la vista hacia él.

—No entiendo a qué se refiere. Ni tampoco sé de qué habla.

—Sí lo sabes hijo, entiendes perfectamente a lo que me refiero.

Levantó la vista hacia el entrenador y se le quedó mirando mientras tensaba la mandíbula.

—Voy tarde a clases y no quiero perderme lo que entra para el examen de mañana —concluyó sin siquiera dejar hablar a Whitey, caminando hacia una de las salas que había a unos pocos metros.

Whitey se quedó ahí parado, sin siquiera voltearse a Steve cuando cerró de golpe la puerta. En cambio, el entrenador se bastó a apretar los puños y golpear las taquillas que había a su lado. Al parecer el tema de Steve realmente iba a ser difícil... Entonces se me ocurrió una idea. Haley decía que tenía que ayudar al prójimo, y Steve necesitaba ayuda. Necesitaba que su maldito padre fuera arrestado por el abuso que le estaba haciendo pasar. Y se me ocurría una idea perfecta.

(Haley)

La hora del almuerzo llegó, y lo peor fue cuando al entrar justo me topé con los del equipo eligiendo qué comer, y entre ellos se encontraba Simon. ¿En serio tan mala suerte tenía? Intenté esconderme con mi cabello, pero fue inevitable, ya que el maldito de Tyler me había obligado a ir con una cola de caballo y no tenía cómo pasar desapercibida.

—Pero si es Haley —dijo uno de ellos, que me notó detrás del grupo intentando sacar algo para almorzar—. ¿Cómo estás? No te vimos en la fiesta del viernes.

—Cierto, ¿por qué no fuiste?

—Aunque mejor, ni sabes el espectáculo que dio Simon —el último en hablar le dio un codazo a mi "ex mejor amigo", que se volteó sin haberse dado cuenta de que sus "amigos" estaban hablando nada menos que con Haley Dickens.

Al notarlo sus ojos se abrieron de sorpresa y se atragantó con su propia saliva. Yo, por mi parte, para no tener que darles una explicación, y mucho más para no tener que hablar, me basté a sonreírle hipócritamente. Simon al notarlo hizo exactamente lo mismo. Ninguno habló, al parecer los dos no queríamos seguir con la farsa en un nivel más alto. Los del equipo, sin siquiera notarlo, siguieron conversando entre ellos sobre alguna estupidez, dejándonos a un lado. Bien.

Nos quedamos en silencio mientras ambos íbamos tomando nuestro almuerzo, hasta que noté que Simon abrió la boca hacia mi dirección y de inmediato me quedé como una piedra. No quería que me hablara, no quería siquiera mirarlo, ya que estaba segura de que lo más probable era que me pusiera a llorar como una nena. Había intentado convencerme a mí misma de que él tenía la culpa: no quería aceptarme de este modo, y eso lo concernía a él, no a mí.

Pero el punto era que no podía. Al final del día siempre terminaba recostada en mi cama sollozando en silencio para que Tyler no se percatara. Lo echaba de menos. Era Simon, el chico que siempre había estado a mi lado mientras para todos los demás solo era una chica más del montón, totalmente invisible. Simon era lo único que me animaba a ir al instituto cada día, ya que sabía que solo nos teníamos el uno al otro, y eso no iba a cambiar nunca. Hasta ahora. Le eché una mirada rápida y pude ver que abrió la boca para hablar, pero fue tarde, ya que una persona se le adelantó.

—Haley Dickens, justo la chica con la que quería hablar —la voz femenina, que se me hacía claramente conocida, me hizo dar un respingo, y Simon miró detrás de mí, algo extrañado. Yo me di la vuelta de inmediato.

April Granger. La mismísima presidenta del instituto estaba justo enfrente de mí. La saludé, algo torpe dada la sorpresa, para luego mirar detrás en busca de Simon, pero ya se había ido a sentar junto al equipo. Reprimí las lágrimas que querían salir de mis ojos para concentrarme en April, que estaba perfectamente arreglada, con un vestido de flores y un maquillaje perfecto para su estilo. Rubor en las mejillas, un poco de rímel y un dulce pintalabios que dejaba sus labios color rosa claro.

—Necesito hablar contigo sobre el anuario de este año, pero primero déjame coger mi almuerzo y lo hablamos ya instaladas.

Sin poder creerme que iba a almorzar con una chica de un curso superior, además de ser la más importante del instituto, me quedé ahí quieta, pensando que se trataba de una broma.

—¿Haley? ¿Qué haces ahí parada? —la voz de Marie me hizo dar la vuelta hacia ella, que estaba con una fina línea azul oscuro en la frente.

—Esperando a April Granger. Tiene que hablar conmigo sobre el periódico estudiantil —dije sonriéndole, y le apunté a la frente—. ¿Y eso?

—El electivo de arte. Hoy a la profesora le dio por hacer una guerra de pinturas y que nuestro trabajo fuera algo natural y totalmente improvisado —esta se encogió de hombros, pasándose una servilleta que tenía en su bandeja y limpiándose.

En eso, nos pusimos a hablar sobre el clima, porque hacía un calor de locos. April se unió a nosotras cuando ya lo tenía todo en su bandeja y nos encaminamos a una mesa que había fuera. Marie, sin siquiera preguntar, se sentó con nosotras, y a April al parecer no le importó para nada, por lo que me alegré de que fuera así, ya que no quería que Marie notara que faltaba Simon y fuera a buscarlo.

Tuvimos un almuerzo bastante interesante, hasta que Tyler al fin apareció. Justo estábamos en medio de una disputa: April nos había contado sobre el tema de que el director había pedido que en el anuario escolar se usaran unas seis páginas para el equipo de los Red Dragons, y Marie por supuesto se fastidió de inmediato.

—¿Qué les sucede? —me preguntó Tyler apuntando a Marie, que estaba realmente enojada.

—No puedo creer que les suban aún más el ego a ese grupo de atorrantes. ¿Es que a todos en este instituto les lavó el cerebro la patética Davis y el egocéntrico Fox?

April soltaba carcajadas mientras Marie seguía insultándolos subiendo la voz. Yo sonreí a Tyler, que también reía. En eso, April en un momento calló a Marie de una vez, que le gruñó.

—Te cuento esto, Haley, por una razón. Creo que eres perfecta para escribir el reportaje —apuntó, a lo que yo no sabía qué decir.

—¿Y Daniel? Sabes que es mucho mejor que yo —Tyler me miró interrogante, preguntándose seguramente por qué diablos no quería hacerlo.

Y la respuesta era simple: no quería saber nada de los Red Dragons, ya que para escribir tal reportaje tenía que hacerles entrevistas y adentrarme en su mundo, y yo realmente pasaba.

—Daniel escribe bien, pero no tiene lo que tú sí tienes —la miré interrogante, y April volcó los ojos—. Eres genuina, Haley, original. Daniel escribe más bien para los demás, para complacerlos. Tú lo haces para ti misma, y eso me agrada. Un escritor es que el escribe no para complacer y configurarse con lo que el público quiere, sino que toma su estilo propio, inflexible, inquebrantable. Y tú tienes eso —negué con la cabeza de inmediato, a lo que April prosiguió, intentando convencerme—. Sé que lo harás genial, quiero que el reportaje sea sincero, no un halago más al eco de cada uno de los del equipo. Tú solo escribe lo que crees importante decir sobre ellos. Por favor...

—Vamos, Haley, tú quieres ser escritora, y esto es un gran paso —me animó la mata de cabellos rubios a mi lado, y yo no sabía qué hacer.

—¡Di que sí! Imagina todo lo que podrás decir sobre esos imbéciles, ahora por fin todo el instituto sabrá lo que realmente son.

—Realmente no entiendo qué diablos tienes contra nosotros, Acuña —la voz de Steve por detrás hizo que las tres nos diéramos vuelta de inmediato hacia él, que nos miraba sonriendo de lado—. April —este le hizo una leve reverencia con la cabeza, y al poner los ojos en mí solo se bastó a fruncir el ceño—, ¿qué haces con estas, Granger?

Al parecer, al igual que la mayoría que debía estar observándonos, tenía la misma pregunta. No era normal en el instituto que diferentes cursos fueran amigos, ni mucho menos se sentaran juntos en las mesas del almuerzo. Por supuesto había algunas excepciones: la "élite", que se conocían entre cursos. Pero ni Marie ni yo formábamos parte de ella.

—Estas tienen nombre, y creo que las conoces perfectamente —sabía que April no se llevaba bien con Steve, y su voz no fue para nada amigable—. Ahora, ¿qué quieres?

Yo solo había creído que Steve se había acercado porque había escuchado hablar mal de su equipo a Marie, pero al parecer ese no era el punto.

—Es Mark, se ha metido en una pelea y ha quedado en la enfermería. Me ha dicho que te fuera a buscar, quiere hablar contigo —miré a Tyler de inmediato, y en el mismo momento en que April echó su silla hacia atrás se encaminó con ella a ver qué le sucedía, dejándonos a Marie y a mí con Steve, que seguía ahí parado.

—¿Terminaste? —le molestó Marie de inmediato mirándolo con desdén, a lo que este por su parte sonrió con arrogancia, negando.

—James te ha dejado un lindo regalo en tu taquilla, ni sabes el alboroto que hay, solo digo esto —este se encogió de hombros, y Marie por supuesto soltó una maldición. Sin siquiera darme tiempo para decir algo desapareció corriendo hacia su destino: James Ross.

En ese momento me percaté de que me había quedado sola en la mesa. April había ido con Mark y Marie, con James. Y ahí caí en la cuenta de que alguien me estaba observando, y entonces me topé con la mirada de Steve Fox. Nerviosa, me levanté de mi asiento para evitarme la charla, yendo a esconderme en alguno de los baños hasta que tocara volver a clases. Pero Steve me lo impidió.

—Necesito hablar contigo.

(Tyler )

¿Esto se trataba de una broma? Porque realmente era una muy mala. Habíamos llegado con April a la enfermería, donde esta, totalmente nerviosa, preguntó sobre el estado de Mark.

—¿Mark? ¿Mark Ross? —la enfermera miraba con el ceño fruncido, a lo que April asintió de inmediato—. Pues aquí no está.

—¿Cómo? ¿Se lo llevaron al hospital?

—No tengo ni idea, aquí no he visto a Mark Ross.

—Pero... hubo una pelea, ¿no?

—Que yo sepa hoy ha sido uno de los días más tranquilos y no he escuchado de nada.

Y ahora, algo fastidiado, estaba con April buscando a Mark por los pasillos para saber qué diablos sucedía. April le marcó unas cuantas veces, pero por supuesto no respondía. En eso, Marie Acuña estaba en mitad del pasillo discutiendo nuevamente con James Ross.

—¡Que no te he tocado la taquilla! Mírala, está perfectamente bien —le apuntó, a lo que Marie achinó los ojos.

—No me mientas, me han dicho que me habías dejado un regalo. ¿Dónde mierda está?

—¿Acaso soy tu novio, que te dijeron que te he dejado un regalo? Para de soñar, Acuña, ni aunque fueras la única chica en el mundo te compraría algo.

Volqué los ojos, no quería seguir escuchando esto. Algo raro estaba pasando. April ya había desaparecido por el pasillo, seguramente buscando a Mark, mientras que yo, por mi parte, intentaba descifrar por qué diablos Steve había dicho que Mark estaba en la enfermería cuando no lo estaba. En eso, recordé que había dejado a Marie con Haley, pero Marie estaba aquí. Algo estaba sucediendo.

(Haley)

Steve tomó asiento en el lugar donde hacía unos segundos se encontraba Marie, a lo que yo miré alrededor para poder asegurarme de que se trataba de una broma. Seguro que estaban los del equipo por ahí esperando que Steve me tirara el almuerzo en la cara o me avergonzara de una u otra manera.

—No tengo nada de qué hablar contigo —solté de inmediato, enderezándome, para evitar cualquier contacto con él.

Pero Steve fue rápido y acercándose de golpe me apretó el hombro para que me quedara ahí sentada, y yo, algo asustada, le hice caso.

—Es sobre Lauren —¿Lauren? ¿Qué tenía yo que ver con eso? Me quedé en silencio, esperando a que prosiguiera—. Es complicado... está algo rara últimamente. No sé qué le sucede, pero estoy seguro de que me esconde algo.

Esperé que siguiera, pero no lo hizo. En cambio, se me quedó mirando. Al parecer tenía que decir algo. Pero, ¿qué?

—No entiendo qué tengo que ver yo en esto —me crucé de brazos, intentando que notara que realmente no iba a ayudarlo a lo que sea que estuviera pasando en su "romántico paraíso".

—Hablé con su profesor de Física para que le quitara las tutorías. Ya sabes, está siempre gruñendo acerca de lo aburrido que es tenerlas... —me explicó, y yo seguía sin entender qué tenía que ver.

—¿Y?

—Resulta que no es cierto que la obligó a tener tutorías para aprobar. Y si no me crees, compruébalo por ti misma. Lauren es la quinta mejor de la clase.

Bien, esto ya era raro. Y más aún cuando tanto se quejaba de tener las malditas tutorías. Con los ojos como platos me dispuse a buscarla entre la multitud, pero al parecer no estaba.

—¿Por qué mentiría con algo así? —me basté a preguntarle sin entender absolutamente nada.

—Dímelo tú, ya que si hizo todo esto tú debes ser la razón.

—¿Yo? —este asintió mientras en mi cabeza se hacía un gran lío—. Si crees que yo sé el porqué de que Lauren Davis quiera pasar tiempo extra conmigo, olvídalo. Estoy tan sorprendida como tú.

—Al menos tenía que intentarlo —se encogió de hombros, y detrás de él pude ver a Simon Adams saliendo con los del equipo en dirección seguramente a la cancha de fútbol americano.

Lo peor era que tenían que pasar por nuestro lado para llegar. Quería que la tierra me tragara en ese instante.

—Fox, ¿por qué no fuiste a nuestra...? —le preguntó uno de ellos, que al verme me sonrió—. Ya, entiendo, con tal compañía —me basté a sonreírle incómodamente.

El resto del grupo se acercó, pero Simon se quedó detrás de ellos. Yo no pude ni mirarlo, no con Steve junto a mí.

—Los alcanzo en un momento, chicos —su voz fue cortante y fría, y al notarlo todos se despidieron de inmediato, mientras que yo por mi parte ni volteé atrás. No con Simon seguramente mirándome—. Sé que no nos llevamos bien, Dickens, pero realmente quiero saber qué está sucediendo y por qué me está mintiendo.

—Es tu novia. ¿Por qué no vas y se lo preguntas?

—No va a decírmelo, a Lauren le cuesta abrirse —este apretó los puños y pude darme cuenta de lo mucho que le importaba.

Lo mucho que la quería. Y que su preocupación no era otra que por amor. Me gustaría decir que odiaba a Steve, que lo aborrecía. Pero no podía. No luego de que Tyler me contara lo que sufría cada día al llegar a casa. Y con Lauren me sucedía exactamente igual. Se habían pasado con las estupideces que han hecho en el instituto, y aún más mintiéndole a Tyler en su propia cara. Pero yo no iba a ser como ellos.

—¿Qué quieres que haga?

Steve Fox por primera vez me sonrió. Steve Fox por primera vez me sonrió. Y tenía que admitir que verlo de esa forma me hacía caer en cuenta que ahí estaba el chico por el cual Lauren se había enamorado. Quitarse la máscara, ese era el punto.

(Tyler )

—Es imposible —negué al escuchar a Haley contarme la historia más absurda que había oído en mi vida.

—Tyler, lo he comprobado, es cierto —me volvió a repetir por tercera vez.

—¿Quieres que crea que Lauren Davis, mi ex novia, ha inventado que necesita tutorías para pasar más tiempo con la chica que odia a muerte porque esconde algo y tú tienes que ver con ello? Creo que no puede ser más absurdo.

—Créeme que pensé lo mismo, pero Steve no miente.

Me pasé una mano por el cabello y me centré en el asunto. Si Lauren había hecho esto era porque necesitaba algo de Haley. Pero, ¿qué era? En eso, la miré frunciendo el ceño, a lo que esta me preguntó qué sucedía.

—¿No deberías estar en las tutorías?

—Las he cancelado por hoy. Luego de lo que me ha dicho Steve no puedo siquiera mirar a Lauren a la cara. Me da... incluso miedo.

Volqué los ojos y me acerqué a la ventana del departamento, mirando la "belleza" de vista que se podía apreciar. Al parecer había más secretos que resolver y sabía que no iban a traer nada bueno.

—Voy a ir a su casa a ver qué le sucede —dije finalmente, dándome la vuelta para caminar hacia la salida.

Haley asintió con la cabeza.

—Ten cuidado —me quedé quieto de golpe. Haley de inmediato se sonrojó—. Ya sabes, ten cuidado con lo que descubres —seguí mi camino no sin antes sonreír para mis adentros.

Era lindo saber que Haley se preocupaba por mí, aunque claro, era un fantasma inevitable de lastimar. No tenía que pensar en tener cuidado, pero esta vez lo haría por Haley.

Llegué a la casa de Lauren, que estaba en el mismo barrio que la mía. Me quedé un momento recordando cuántas veces había entrado en esta casa. La mayoría era para tener relaciones, las demás se restaban a fiestas, celebraciones o tardes en la piscina con todo el equipo y las animadoras. Y ahora eso para mí no eran más que salidas hipócritas.

Justo cuando iba a entrar dentro de la casa el coche de Lauren entró dentro del estacionamiento, y me quedé ahí esperándola. Por supuesto la glamurosa Lauren Davis venía con unas cuantas bolsas de compras y con el último modelo de móvil en mano hablando algo fastidiada.

—Steve, no estoy en casa, tuve que salir con mi madre y mi abuela.

Volqué los ojos, otra mentira más. En eso, llegó donde estaba yo, y abrió la puerta con la llave que llevaba en mano.

—Luego tengo que hacer unos recados —al parecer Steve realmente estaba fastidiado—. No, no puedes acompañarme, iré con mis amigas. Se sienten de lado, dicen que ando siempre contigo y nunca tengo tiempo para ellas. Sí, lo siento. Mañana hablamos.

Cuando colgó soltó un suspiro y metió su celular en el bolsillo. Luego cruzó el umbral que daba la entrada a su casa. Yo traspasé la pared y la seguí hasta su habitación. Al entrar muchos recuerdos volvieron a mi mente: todas las noches que había pasado aquí con ella y luego me escapaba por la ventana antes de que alguien nos pillara.

Era divertido, tenía que admitirlo. Pero ahora con solo ver a Lauren ahí parada no podía entender qué pasaba por mi mente en ese entonces. ¿Qué esperaba? ¿Que mi mundo de rey iba a seguir para siempre? Volví en mí cuando esta sacó de su cartera una carpeta con bastantes cosas que dejó encima de la cama. Me impacienté por saber qué contenía. Esperé a que volviera de darse una eterna ducha. Cuando lo hizo, en el momento en que se sentó en la cama, ya estaba saltando internamente.

Lauren abrió la carpeta y me dejó perplejo. Sabía que algo escondía dentro. Pero nunca creí que fuera eso. Había esperado la evidencia de un nuevo novio a escondidas, fotos de Haley vergonzosas, el secreto de Marie Acuña en Colombia o incluso que sospechara de que yo era un fantasma. Obviamente la había subestimado, ya que lo que escondía era algo incluso más rebuscado y confuso.

Era una foto en la que a un lado había un periódico de hacía años. El titular decía: "Muere un hombre en las vías del metro de Chicago. Abre polémica sobre la seguridad del trasporte". Y con solo ver la fotografía que tenía Lauren adjunta con un clip pude deducir que el muerto era ni más ni menos que el que aparecía en la fotografía. El abuelo de Haley.

Sí, extraño, pero totalmente cierto. Recordaba la fotografía que Haley tenía encima de su escritorio junto a él y su madre, no me cabía duda. Además, esto explicaba la fobia que Haley tenía con el metro. Pero la pregunta era ¿por qué diablos Lauren Davis andaba con una carpeta sobre el abuelo de Haley Dickens?

(Haley)

Tyler aún no volvía de ver a Lauren y yo estaba algo nerviosa. Necesitaba saber qué le sucedía, ya que al final de mi charla con Steve habíamos quedado en que yo averiguaría qué escondía, mientras que Steve se comprometía a no molestar más a Simon. Sabía que ahora Tyler estaría gritándome «¿En qué diablos estabas pensando? Debe ser una broma». Pero no lo era.

Estaba enojada con él, pero en el minuto en que Steve se despidió preguntándome qué podía hacer él a cambio no se me ocurrió otra cosa. Al menos si no íbamos a seguir siendo amigos esperaba que su vida no fuera envenenada por Steve Fox, ya que según Tyler para él estaba siendo realmente un infierno en las prácticas. Y si podía evitarlo al menos me sentiría mejor.

En ese momento justo salí de mi habitación, encaminándome hacia la cocina para cenar, ya que mamá al parecer estaba enroscada en una conversación con Holly en la sala y era más que obvio que no iba a prepararme la cena. Así que, como la mayoría de veces, yo iba a cocinar hoy. Pero antes de cruzar a la cocina y la sala escuché un nombre que me congeló en el instante: Richard Grey. Sin que me vieran me quedé detrás de la puerta escuchando de qué hablaban en susurros, aunque como me concentraba bien podía escucharlo a la perfección.

—...Fernando se ha vuelto loco, Anna. ¡Todos estos años se los ha pasado planeando esta maldita venganza! ¿Y qué espera? ¿Ganarle en la candidatura y luego qué?

—No debes estar hablando en serio —habló mi madre, y pude reconocer que realmente no podía creerse lo que le decía Holly.

Yo, por mi parte, no entendía nada.

—Él eligió la venganza antes que a mí, no puedo estar con él —la voz de Holly estaba quebrada y se notaba que en cualquier momento se iba a poner a llorar.

—Ponte en su lugar, Holly, lo que pasó hace dieciséis años a quien más afectó fue a Fernando. Se le arruinó la vida, ni sus padres lo apoyaron. Se quedó sin ni un centavo y tres bocas a las cuales alimentar. Además, ¿quién no querría vengarse después de todo lo que le hizo?

—Tú no lo hiciste. Y sí, sé que no quieres volver a hablar del pasado. ¡Pero es cierto! ¿Por qué no puede solo olvidarse de lo que sucedió y seguir con su vida como tú lo haces?

Un silencio.

—Nunca lo he podido olvidar, Holly. Y si te soy sincera, solo pude seguir con mi vida por Haley. Ella era la única razón que tenía para seguir adelante.

Noté que la voz de mi madre sonaba quebrada, por lo que tenía unas ganas tremendas de salir y abrazarla. Pero aún había cosas que no entendía. En eso, Holly se disculpó con mi madre, que luego de un momento volvió a hablar.

—Solo quiero que entiendas que Fernando estaría contigo si fuera posible. Yo fui la culpable de todo lo que pasó.

Nuevamente un silencio. Pensé que mamá solo estaba poniéndole más fuego al asunto, echándose la culpa de algo por lo que seguramente no la tenía. Pero al escuchar que Holly se quedó muda me di cuenta de que era cierto. Mamá había tenido la culpa de lo que había pasado dieciséis años atrás.

Y lo único que sabía era que la muerte de la madre de Tyler era lo que le había causado a Fernando el cambio tan radical en su vida. Entonces, eso significaba que... ¿Mi madre había sido responsable del accidente? Quería seguir escuchando lo que hablaban, pero mi celular sonó de golpe, haciéndome sobresaltar.

—¿Haley? —preguntó mi madre, y yo de inmediato caminé hacia ellas saliendo de mi escondite como si acabara de aparecer por aquí.

—¿Sí?

Como una actriz de primera no se dieron cuenta de lo que estaba haciendo. Mamá se puso a hablar sobre la cena que iba a preparar en ese instante y Holly de inmediato se excusó porque tenía que ir a casa con Marie y George. Yo me resté a ver el mensaje que casi me causó que mi madre y Holly me pillaran.

Y al ver de quién se trataba me quedé de piedra. Un nudo se me formó en el estómago, y unas ganas de vomitar se adentraron en mi garganta. Aaron. El mismísimo Aaron Grey.

¡Haley! ¿Cómo estás? Sé que la última vez que hablamos no fue en la mejor situación, pero me gustaría verte. ¿El viernes puedes?

Ahí caí en la cuenta de una sola cosa. Al parecer había recuperado su móvil, por lo que la maldita pista se había ido definitivamente a la mierda. Quería responderle de inmediato que nunca en mi vida saldría con un chico como él, o incluso quería borrar el mensaje y eliminarlo de mis contactos, pero caí en la cuenta de que era una perfecta oportunidad para darle su merecido.

Él me había robado dinero, al igual que a Marie. Así que ahora le tocaba pagarlo. Iba a robarle el teléfono y de esa forma poder pillarlo, y también a su hermana y su padre. Sin pensarlo dos veces le respondí de inmediato.

¡Tanto tiempo! No te preocupes, no pasa nada. El viernes perfecto, tú dime dónde.

Apreté Enviar y me metí el móvil en el bolsillo, sonriendo victoriosa. Sabía que Tyler no iba a estar de acuerdo, ya que meterme con la familia Grey era peligroso. Pero el tema era otro. Ya no nos quedaba tiempo. Las elecciones eran en dos semanas si no contaba esta, y no teníamos siquiera una sola evidencia que fuera capaz de meter en la cárcel a los Grey. Y tampoco sabíamos siquiera si había sido cosa del hijo o también del padre.

Necesitábamos hacer algo, y a mi juicio esto era lo más cercano que teníamos para hacer justicia. Y no iba a desaprovechar la oportunidad de destruir de una vez por todas a los Grey, o como les decía Tyler, los Gay.


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