Capitulo 36: Arma
(Haley)
Me llevé una mano a la otra por décima vez, tocándome los dedos. ¿Cómo había sido posible? Él estaba muer-to, su cuerpo estaba pudriéndose en un ataúd bajo tierra. No podía ser real. Levanté la vista para ver a la mata de cabellos rubios, que estaba disimulando ver la televisión a mi lado, pero al igual que yo me echó una mirada aún sorprendido.
Y es que luego del contacto físico que tuvimos lo intentamos nuevamente. Pero nada. Fue igual que siempre, solo que había una diferencia: lo que sucedió fue muy distinto a esa vez que sentí su mano en mi hombro.
Con algo de disimulo moví mi brazo para colocarlo en su cuerpo, a ver si resultaba. Pero en el momento en que debía sentir su brazo junto al mío lo traspasé. Como si fuera una imagen colocada en un proyector. Solté un suspiro, frustrada.
—Vamos, no te desanimes —este ladeó la cabeza curvando sus labios—, al menos pude abrazarte. ¿No?
Carraspeé rezando para que mis mejillas no se encendieran. Pero, sin ningún éxito por la carcajada de Tyler, me levanté del sillón en busca de agua para refrescarme.
—Es raro. ¿Por qué? ¿Por qué justo en ese momento?
—¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué tú? ¿Por qué no otra? ¿Por qué no estoy muerto? ¿Por qué solo tú puedes verme? Vamos, Haley, sabes que no tengo ni la menor idea de la respuesta ni del porqué de todo lo que nos está sucediendo.
Asentí con la cabeza, ya que tenía razón. No teníamos ni idea de lo que estaba sucediendo.
—Recuerdo cuando sentí tu mano, fue algo rápido, un leve apretón. Pero esto fue algo muy... diferente —reflexioné.
—Dímelo a mí. Sentir por fin a alguien que no fuera yo mismo fue... —este intentaba encontrar las palabras— ...extraño —cerró los dedos, apretando el puño—. Sentí... como si... —¿Cómo si qué?—. No importa.
Iba a seguir insistiéndole, pero la puerta del departamento se abrió de golpe, y mamá entró, apresurada.
—Y llegó por fin —me burlé, fulminándola con la mirada.
Ya era domingo, y ayer al volver caminando con Tyler esta no apareció, y era bastante tarde. En fin, al menos llegó a desayunar.
—Cuida la lengua si quieres volver a ver tu celular —me amenazó sin siquiera mirarme.
—¡Vamos, mamá, devuélvemelo! —le supliqué acercándome.
Pero pasó corriendo a su habitación sin mirarme, cerrando la puerta de golpe. Terminé de comerme los cereales, necesitaba irme a estudiar, pero antes me acerqué a Tyler, que estaba con la cabeza cabizbaja.
—Mírame —le pedí, y se demoró en subir la vista, ya que al parecer estaba en otro mundo—. Sé que es fuer-te todo lo que has sabido, pero me tienes a mí, tienes a Kyle, tienes a tus hermanos. Y tu padre y Roy te quieren un montón.
Este soltó una carcajada bastante fría que retumbó en mis oídos, erizándome los pelos.
—Cuando alguien miente con algo así, Haley, significa que le importas una jodida mierda.
«Otra vez con esto», me repetí en mi mente. Desde que Tyler me contó todo lo que había escuchado con Fernando y Roy su ánimo estaba entre el humor y la ironía a la vez. En simples palabras: había estado desde ayer por la noche con su humor negro, que al principio era pasable, y lo entendía. Pero ahora ya se estaba volviendo cansador.
—No, estás equivocado —negué—. Uno miente con algo así cuando quiere tanto a una persona que no tiene el valor de decirle la verdad para no lastimarla.
Este se quedó en silencio, mientras yo rezaba para que no fuera tan testarudo y aceptara de una vez que su familia le quería.
—En algunos casos, pero créeme que no es el mío —este se levantó del sillón, yo lo miraba atenta—. Sé que habíamos quedado en que te ayudaría a repasar para el examen, pero tengo que ir a ver a Kyle —su tono de voz fue cortante, lo que me dejó aturdida.
No sabía por qué, pero sentí como si me clavaran un cuchillo por la espalda. Y es que él había dicho que Kyle era aburrido y prefería pasar el rato conmigo antes que con él. ¿Y ahora se iba a verlo? ¿Se había enojado conmi-go?
Lo peor era que no quería dejarlo ir, quería que se quedara aquí. Tyler iba acercándose a la pared para salir, y yo abrí la boca.
—Te acompaño —esas dos palabras, al salir, hicieron que me arrepintiera interiormente. ¿Qué iba a hacer yo ahí? Se dio la vuelta al instante, encontrándose con mis ojos azules y yo con los suyos grises. Sabía que este no se lo tragaba. «¿Haley Dickens quiere ir a ver a Kyle Reyes? No me lo creo».
—Vamos, entonces —dijo mostrando una curvatura en el labio con una leve sonrisa.
Yo estaba sorprendida, ya que esas dos palabras no me las esperaba para nada del mundo.
(Tyler )
—Ven, es luego de este pasillo a la derecha —le señalé a Haley mientras doblábamos por los pasillos del hos-pital.
Paré al notar que su presencia ya no estaba junto a mí. Me di la vuelta hacia ella, que había sido acorralada por una enfermera. Me acerqué cabreado, ya que era la tercera vez que la paraban desde que habíamos llegado.
—Señorita, se lo repito. La hora de visitas aún no comienza.
—¿Un minuto? —le suplicó, aunque más bien sonó como un suspiro agotado. Y es que en realidad Haley no estaba haciendo mucho esfuerzo.
Y la entendía, no tenía ganas de acompañarme a ver a Kyle. En realidad, me había sorprendido que hubiera accedido a venir conmigo. Pero a la vez también me había puesto tremendamente feliz, ya que con toda la mier-da que ahora pasaba por mi cabeza al menos prefería ir acompañado. Así podía olvidarme de todo lo que había pasado ayer, en esas verdades en que intentaba no pensar. Si no me adentraba en ellas menos daño me hacían. Eso es lo que había decidido, lo mejor era ahorrárselas y de ese modo luego iba a olvidarlas.
Por eso quería venir a ver a Kyle, ya que si él no sabía lo que había ocurrido no iba a mirarme como Haley para darme unos sermones de que todo el mundo me ama. Si me amaran no me mentirían, así de simple. Eso era lo único que había aprendido hasta ahora: no confíes absolutamente en nadie.
«Pero sí en Haley», me habló la vocecita nuevamente, a lo que reprimí una sonrisa, pues era la primera vez que estaba completamente de acuerdo. «Pero sí en Haley», me repetí. Eché un vistazo a esa chica, que seguía hablando desanimada con la enfermera, intentando con un leve entusiasmo que la dejara ir a ver a su "hermano que estaba en coma", cosa que la enfermera chequeó en su papeleo preguntándole su apellido. Bien.
— Anda a la cafetería del primer piso, yo voy a ir a buscar a Kyle y nos encontramos ahí —hablé, interrum-piendo el tartamudeo de Haley, a lo que me asintió con la cabeza y se excusó con la enfermera de que se iba.
—¿Kyle? ¿Estás ahí amigo? —dije ya dentro de la habitación, donde su cuerpo seguía inmóvil conectado a los aparatos a su lado.
—¡Por fin! —exclamó por detrás de mí, a lo que salté sin poder evitarlo, ganándome una carcajada por su par-te—. ¿Acaso viste a un fantasma? —no alcancé ni a reaccionar que este explotó a carcajadas por el mal chiste que había dicho.
—¿Entendiste? Porque en realidad sí soy una especie d... de fan-fan... tas... —no podía ni seguir hablando al retorcerse de la risa.
—Créeme que sí entendí el "chiste" —le corté en su segundo intento de explicármelo.
Al ver que no le seguí la broma cerró la boca de golpe.
—Aguafiestas. ¿Sabes?, ni te dignas a aparecer y cuando lo haces solo es cuando estás de mal humor.
—¿Qué quieres que haga? Para ti es fácil sonreír cuando al menos no está tu cuerpo pudriéndose en un ataúd bajo tierra. ¿No?
Kyle se demoró en responder.
—Joder. ¿Mala mañana?
«Mejor dicho. ¿Mal mes?», ironicé en mi interior. Negué de golpe, no quería darle explicaciones a Kyle de mi mal humor, ya que si lo hacía iba a querer que le contara qué había descubierto.
—¿Discusión con Haley? —ya se le había pasado la risa, y ahora me miraba serio y atento.
Negué de nuevo.
—¿Más mentiras?
Y nuevamente hice el mismo gesto.
—¿Entonces qué te sucede?
—¿Por qué debería sucederme algo? ¿No es que siempre aparecía de mal humor?
—Pero no con uno de tal tamaño, pareces un depresivo al que se le han acabado las pastillas.
Eso quisiera. Gruñí, acercándome a la puerta.
—Este depresivo sin pastillas te trajo una visita —Kyle me miró enarcando una ceja—: Haley. Pero, pensándo-lo bien, mejor quédate aquí con tus chistes de mal gusto.
La idea de dejar a Kyle plantado y volver con Haley al departamento a estudiar me llamaba a gritos.
—¿Y perderme la oportunidad de echarle los tejos a la chica que tiene loco a Tyler Ross? Ni de coña —este se acercó hacia mí sonriendo de lado, guiñándome un ojo—. ¿Dónde está? —salió de la habitación y yo lo seguí por detrás.
No respondí, y a que ahora me había arrepentido de traerla aquí, porque, ¿para qué quería Kyle verla?
—Vamos, hombre. ¿Dónde está la chica?
—En el casino, debe estar esperándonos.
(Haley)
Tyler estaba demorándose en llegar. Por un lado, me sentía más tranquila, ya que no sabía cómo lidiar con Ky-le Reyes cerca de mí sin que pudiera verlo. Espeluznante, ¿no? Sentí cómo un escalofrió me recorría desde la planta de los pies hasta los cabellos, y es que con solo pensarlo realmente se me aceleraba el pulso. No quería venir, solo había accedido en un intento desesperado de no separarme de Tyler después de lo que había descu-bierto. Tyler era adoptado.
Eso significaba que Fernando no era su padre. Pero entonces, ¿quién lo era? Sin pensarlo dos veces tomé una servilleta que estaba junto al chocolate caliente que había pedido y saqué un lápiz de mi cartera. Primero colo-qué los nombres del cuarteto, donde puse una flecha de Holly y Fernando y fui colocando notas a los lados.
En resumen, Holly y mamá estaban conectadas con Fernando y Roy por el hecho de que la madre de Holly, Martha, trabajaba en casa de Fernando, por lo que Holly vivía ahí también. Entonces esos dos se enamoraron cuando Holly tenía dieciséis años y Fernando, dieciocho. Mamá y Roy eran mejores amigos. En ese tiempo algo sucedió y mamá y Holly quedaron embarazadas. Holly, de Fernando, y mamá no tengo ni idea aún. Por el acci-dente que tuvo Fernando con Natalia, la madre de Tyler, James y Mark, se separó completamente de Holly, que se fue a Colombia con su padre.
Volviendo con el tema de Natalia, esta murió, pero alcanzó a dar a luz a Tyler, ya que estaba embarazada. En-tonces Fernando de alguna forma pudo tomar en adopción a James, Mark y Tyler, pero se fue a la universidad. Y hasta ahí era lo que sabíamos con Tyler. Pero había aún cabos sueltos, como: ¿Quién era mi padre? ¿Dónde es-taba el padre de Tyler? ¿Dónde se quedaron los Ross cuando Fernando se fue a la universidad? ¿Por qué se ha-bía peleado mi madre con Fernando? ¿Qué había ocurrido con Roy? En fin, sentía que mi cabeza iba a explotar en cualquier momento, por lo que me llevé la taza a la boca y di unos cuantos tragos.
—Haley —me llamó la voz que justamente no quería escuchar, y es que sabía que ya Kyle Reyes debía estar a mi lado.
«Por favor, no», rogué en mi interior, pero el escalofrío hizo presencia de todos modos. Maldito Tyler Ross y su amigo invisible.
(Tyler )
Haley ni se volteó hacia mí, cosa que no me extrañó, se notaba lo nerviosa que se encontraba.
—Está aún más guapa que la última vez que la vi —comentó Kyle, que estaba a escasos centímetros de su ros-tro.
—Déjale espacio, idiota —le insistí, intentando que mi tono de voz no fuera tan tajante.
Haley se volteó hacia mi dirección, con el ceño fruncido.
—¿Dónde está?
Mierda, había olvidado que Haley podía oír solo lo que yo hablaba. En ese momento mi cerebro se debatía en decirle que Kyle estaba justo a menos de cinco centímetros de su rostro o mentirle con que no lo había traído. La segunda opción era bastante tentadora, Haley se relajaría de una vez y pararía de estar tan nerviosa por la mera presencia de Kyle Reyes.
—Apoyado en la mesa, tú no le prestes atención —finalicé, me había decidido por la primera, pero sin entrar en detalles.
Me rasqué el cuello, nervioso.
—Créeme que no será tan difícil.
Noté mi olvido, y Kyle se adelantó para hablar, soltando una carcajada.
—Perdónalo, se pone tonto al estar enamorado.
Gruñí y lo fulminé con la mirada. Kyle, en cambio, se echó hacia atrás, distanciándose de Haley.
—¿Feliz?
—Si mantienes la distancia —le apunté, a lo que levantó las manos, como diciendo "Eso estoy haciendo" —. Un poco más —le pedí, a lo que Kyle dio un paso atrás, mirándome volcando los ojos—. Otro... —soltó un suspi-ro, distanciándose bastante poco—. ¿Eres una niña? Camina como un hombre y da otro paso atrás
—refunfuñé frunciendo el ceño, molesto.
—Que te pones pesado —contraatacó Kyle, entrecerrando los ojos pero haciéndome caso, y se quedó a una distancia prudente de Haley.
Bien.
—Tyler —me llamó esta, a lo que me volteé hacia ella, que estaba con los brazos cruzados—. Sigo aquí, no te olvides.
Le sonreí, acercándome a ella.
—Y el quarterback Ross va acercándose, se puede sentir la atención que todas las gradas tienen puestas en él. ¿Se atreverá? ¿Le confesará su amor a Haley Dickens de una vez por todas? Digan sus apuestas, vamos —intenté evitar los comentarios de Kyle por detrás, pero a mi rostro no le pasó por alto.
—¿Qué dice? Vamos, Tyler, que no lo veo ni le escucho, y es inquietante —esta miró a mi alrededor, como si pudiera encontrar a Kyle en algún lugar de la cafetería.
—Te manda saludos —mentí.
—Dile que yo... —esta cerró la boca, volcando los ojos—. Hola, Kyle. ¿Cómo estás? —un silencio. Esta soltó una pequeña risa nerviosa.
—Ross, que si tú no la quieres me la quedo yo, es adorable —Reyes ahora ya estaba a mi lado, nuevamente junto a Haley.
—¿Me escuchó? —me llamó de nuevo la voz de esta. Asentí con la cabeza.
—Hola, Haley, estoy bien, pero estaría aún mejor si convencieras a mi amigo de aquí, que está completamen-te enamorado de ti.
—Dice que bien y que gracias por tu preocupación, muy amable —volví a excusarme, ganándome gritos de parte de Kyle, que supe disimular a la perfección.
Al parecer no había sido buena idea tener a Kyle por un lado y a Haley por el otro. «Me hubiera quedado con ella en el departamento», refunfuñé dentro de mí.
(Haley)
La visita a Kyle fue todo un fracaso, ya que Tyler siempre hablaba con uno de los dos, por lo que yo no podía saber qué decía o hacía Kyle Reyes, y en cierto modo me desconcertaba. Y más aún cuando Tyler se enroscaba en una discusión de la cual yo no formaba parte, aparte de no entender nada. Estupendo.
Ya era lunes y Simon no pasó a buscarme por la mañana. Y lo peor es que mamá ya se había ido al trabajo temprano, llevándose mi celular. «Bien, mamá, gracias», ironicé en mi interior mientras estaba perdiendo minu-tos en su habitación buscando mi preciado aparato.
—El autobús, ¿no? Lo usamos casi siempre.
—Ya no llego, el timbre sonará en diez minutos —hice un puchero.
Tyler estaba a mi lado, sentado en los escalones de mi edificio, rascándose la barbilla.
—Lo tengo —sentenció—. Podemos tomar el metro, hay una vía que te deja al lado del instituto. Además, si no lo recuerdo mal, hay una estación aquí cerca. ¿No? —me quedé quieta, en silencio—. ¿Haley?
Me tomé la cabeza con las manos, exhalando un bocado de aire para tranquilizarme.
—Vamos por el autobús, mejor tarde que nunca —pude decir, enderezándome y comenzando a caminar por la calle.
—Pero es más rápido si vamos...
—Tyler, iremos en autobús. Fin de la historia —le corté, ignorando su pregunta de "¿Por qué el bus y no el metro?".
«Pues por algo, algo de lo que habíamos quedado en que no hicieras preguntas», sentencié en mi interior.
(Tyler )
Llegamos tarde, por supuesto. Y todo por la gruñona de Haley, que no aceptó que Tyler Ross podía ser un chi-co inteligente y dar una buena solución al problema. Pero bueno, ¿por qué será que nunca me esfuerzo? Nadie valora mi opinión cuando se trata de Haley o cualquier ser que se cree superior a mí en inteligencia. Me encogí de hombros. Ella se lo perdía, porque en definitiva el sermón que le estaba dando el profesor con toda la clase como testigo no era nada de bueno.
—...¿Quedó claro, Señorita Dickens? Odio los atrasos. Una vez más y queda suspendida de mi clase. Ahora comience su examen.
No pude evitar soltar una carcajada.
—Te lo dije —le molesté, haciendo un baile mientras se acercaba a un pupitre vacío en segunda fila—. Ahora tienes que decir: "Desde ahora te haré caso en todo, Tyler, tú siempre tienes la razón» —chillé, poniendo cara de "Hola, soy una chica".
Solo me gané un bufido de parte de Haley, aunque sonrió de todas formas. Noté que se puso a escribir algo en la punta de su cuaderno, a lo que alcé la vista hacia ahí.
Fuera de aquí, no puedo concentrarme si estás hablándome. ¿Vas a quedarte por aquí? ¿Irás a espiar al cuar-teto? ¿A ver a Kyle?
Me lo pensé un momento.
—Me quedo aquí. Kyle es aburrido, y sobre el cuarteto... Voy a tomarme unas vacaciones de ellos.
Haley levantó la vista directamente hacia mí, y parecía que quería decirme algo. Pero sonrió de lado. Asintió con la cabeza mientras escribía nuevamente en su cuaderno.
"Entonces nos vemos por aquí".
Al terminar la miré y me la encontré poniendo toda su atención en el examen que tenía en sus manos.
—Suerte —finalicé, saliendo de la clase.
Entonces me encontré el pasillo despoblado. Me resté a caminar solo, como siempre lo hacía. Por supuesto, no faltó una escena de las que siempre me encontraba. Hoy los protagonistas eran Steve y Lauren. Genial... Yo que pensaba que este día iba a ser estupendo, sin nada de dramas, ni mentiras, ni secretos. Al parecer eso no podía ser posible.
—Vamos, Lauren, no le hagas caso a Marie. Sabes que todo lo que te dice es mentira.
¿Marie? ¿De qué hablaban ahora?
—¡No lo es! —se le quebró la voz—. Ayer había subido cuatro kilos. ¡Cuatro! Ni me cabían los pantalones. Tu-ve que venir con esta falda larga para que no se notaran mis piernas.
—¡Que no estás gorda, Lauren!
—No me mientas más, Steve. Al menos Tyler se comportaba como un hombre y me lo decía cuando lo estaba.
¿Yo? ¿Me había mencionado a mí? Recordé que sus palabras eran ciertas. La mayoría de las veces que Lauren se colocaba algo que no le sentaba bien, porque se veía gorda de algo, se lo decía.
—Tyler exageraba.
—No lo hacía, solo decía la verdad. Algo que tú no haces, y estoy cansándome de que mi propio novio me mienta.
—Claro —este se rio, cansado—. Yo estoy siendo honesto contigo, Lauren, estás perfecta.
Cansado de su pelea tan superficial seguí mi camino sin darles importancia. «Pedazos de Ken y Barbie», me burlé en mi interior.
(Haley)
Salí del examen algo indecisa, porque había unas cuantas preguntas que se me habían olvidado, ayer no había tenido mucho tiempo de estudiar. Vi a Marie en su taquilla guardando libros, y noté cómo la cerra-ba furiosa, con un humor de perro. Me acerqué a ella de inmediato, sonriendo. Y es que no la veía desde el sá-bado, y tenía que admitir que la había echado mucho de menos.
—Un paso y te advierto que podrías salir lastimada, Haley Dickens —esta puso su mano al frente. Me miraba enojada.
—¿Qué hice?
—Lo sabes perfectamente. Te llamé todo el sábado por la noche y ayer, y no contestaste ninguna llamada —me apuntó, a lo que iba a abrir la boca, pero me interrumpió—. Piensa bien tu excusa, que al menos me conven-za, o te las vas a ver.
Volqué los ojos. Marie era tan dramática cuando se lo proponía.
—Fue mi mamá, me quitó el teléfono. Me pilló vomitando en el baño, y bueno... Ya debes imaginarte.
El rostro despiadado de mi amiga cambió radicalmente, abrió los ojos y la boca de golpe.
—¡NO PUEDE SER! —gritó, aún pasmada. Yo asentí con la cabeza—. Eso es ilegal. ¿Y si tu mejor amiga estaba a punto de morir y ocupa su única llamada para evitarlo llamándote? No pueden quitarte el celular, es como... qui-tarte... la vida —solté una carcajada sonora, ya que Marie estaba haciendo un gran espectáculo.
—¿Acaso estuviste a punto de morir y me llamaste?
—No, pero pudo haber sucedido, quién sabe. Qué bien que no sucediera, porque si hubiera ocurrido... —esta se llevó las manos al rostro, aturdida— ...estaría muerta.
—Vamos, que no te sucedió nada —le espeté ahogándome de la risa. Y es que ver a Marie preocupada por algo que no sucedió era inolvidable.
—¡Haley! —la voz de Simon me hizo dejar a la Marie dramática a un lado y eché un vistazo a mi mejor amigo, que venía caminando hacia mí.
Noté cómo bastantes chicas le echaban el ojo, además de saludarlo coquetamente. «Simon Adams, al fin eres apreciado por el hombre que eres», pensó mi subconsciente, lo que me alegró al instante.
—Campeón —le saludé colgándome en sus brazos de golpe. Necesitaba transmitirle lo orgullosa que me sen-tía con él—. ¡Realmente te felicito por el viernes! —por su parte, me apretó más hacia él.
—Gracias, aunque creo que es la décima vez que me lo dices.
Me separé de él y volví a mi lugar.
—¿En serio? —este me miró soltando una carcajada—. Debe de ser la resaca, aún no recuerdo mucho del viernes —Simon me miró intrigado—, pero, en fin... ¿Cómo te fue en el parque de diversiones?
—Bien, estuvo genial. ¿Por qué no fuiste? Te llamé, pero...
Marie habló, cortando nuestra conversación.
—Hola, Marie, ¿cómo estás? También te eché de menos el fin de semana —esta imitó la voz de Simon—. Ah, ¿en serio, Simon? Qué tierno —mi mejor amigo le dijo un "lo siento", a lo que ella sonrió irónicamente—. Ahora, no te contestó porque Anna le quitó su celular. La pilló vomitando en el baño.
Abrí los ojos a Marie, estaba hablando demasiado alto, y podía notar cómo los presentes estaban escuchando. Ahora todos iban a saber que era una borracha. «Gracias, Marie». En eso, vi cómo la mata de cabellos rubios se acercaba por el pasillo. No dudé en hacerle una seña para irnos a hablar a algún lado. Él me guiñó un ojo.
Todavía me resultaba difícil asimilar que Tyler Ross estuviera junto a mí, que fuéramos "amigos". Que hablá-ramos. Que riéramos. Que nos apoyáramos. Y más aún, que ahora formara parte de él, al igual que él formaba parte de mí.
(Tyler )
Nos pusimos detrás de las gradas de la cancha, ya que los baños estaban atestados. Era primera hora y a la mayor parte de las chicas les gustaba maquillarse durante este periodo, mientras se saltaban clases y se fuma-ban un cigarrillo a escondidas. Y todo esto lo sabía por ser un maldito fantasma aburrido.
—¿Cómo te fue en tu examen? —le pregunté a Haley cuando ya había llegado.
—Con algunas cuantas preguntas estuve indecisa, así que realmente no lo sé.
—A la próxima avísame y le miro la prueba a otro para pasarte las respuestas. No tendrás ni que estudiar.
«Oh, sí, Tyler, eres perfecto», me dije a mí mismo, imaginándome ya cómo Haley iba a estar besándome los pies. Pero su respuesta fue todo lo contrario.
—¿Copiar? No, gracias.
—¿Por qué no? No es copiar, yo haré el trabajo sucio por ti. Tú solo escucharás cuando las diga en voz alta.
—Es lo mismo, solo que en vez de copiar directamente lo hare a través de ti. Está mal de todas formas. Es ro-barle información a otra persona.
—¿Robar? —solté un bufido—. No me hagas reír. ¿Y qué robas exactamente?
—Conocimiento. Estoy tomando la respuesta de alguien, lo que es robar.
—¿Y esa persona sale perjudicada por tu culpa? ¿Pierde algo?
—No.
—Entonces no es robar —me crucé de brazos, victorioso.
—Lo es igual. No es tuyo, es de otra persona. Si es tu examen, pues respondes con tus respuestas, no con las de otro. La idea del examen no es la nota, es para que el estudiante aprenda bien y el profesor pueda evaluar ese conocimiento. ¿Qué sentido tiene responder con algo que no es tuyo? Quizás engañes al profesor, pero no a ti mismo. Es absurdo que alguien copie, y por eso no me gusta para nada tu ofrecimiento, así que paso.
Me demoré en responder, estaba analizando lo que me había dicho.
—No te pongas así, tampoco —dije volcando los ojos—, que te lo tomas todo tan a la defensiva ahora.
—¿Ahora?
—Sí, antes ni abrías la boca, y ahora cuando lo haces parece que vas a comerme —le solté al fin—. No digo que no me guste, en realidad no está mal así.
Y era cierto, Haley estaba bastante más... ¿Cómo decirlo? Con personalidad. Aunque más bien siempre había sido así, pero en casa, con su madre.
—¡Eso no es cierto! —chilló refunfuñando—. Es solo que tú me sacas de quicio —me apuntó.
Solté una carcajada, a lo que ella me miró entrecerrando los ojos, haciendo un puchero. «Es adorable, ¿no?», esa voz nuevamente vino a fastidiarme. Era como tener a Kyle Reyes junto a mí. En eso, se escucharon unos cuantos pasos que se dirigían hacia donde estábamos Haley y yo.
—Simula que estás hablando por celular, que viene alguien.
—No tengo, mi mamá lo tiene.
—Joder, entonces escóndete en algún lugar o que tu cerebro piense una respuesta cuando te pregunten qué haces aquí sola —ni tomé en cuenta mi tono de voz autoritario y frío.
Pero no había tiempo para disculparse, no quería que otra persona, aparte de James Ross, notara que Haley estaba loca hablando con un muerto. Haley se colocó detrás de unos altavoces antiguos que tenían guardados en una esquina de las gradas, donde era imposible que la vieran.
Los pasos cada vez fueron notándose más próximos. Mark Ross estaba ahí, solo, caminando hacia donde me encontraba. Estaba ocupado intentando prender su cigarrillo, y cuando lo consiguió comenzó a darle unas cuan-tas caladas. Su celular comenzó a sonar y se lo llevó a la oreja de golpe.
—¿Dónde estás? —un silencio. Yo lo miraba interrogante—. Joder, que no hay ningún policía, ni guardias de seguridad. Tú solo tráeme lo que te pedí —Mark cortó furioso la llamada.
Yo lo miraba, interrogante. Se apoyó donde hace unos segundos estaba Haley. Soltó un suspiro. Se le notaba nervioso. ¿Quién venía? ¿Qué era lo que quería que le trajera? Me acerqué a Haley, que estaba hecha un ovillo en el suelo, con los ojos cerrados.
—Es Mark, quédate ahí. Y no te muevas —esta asintió y abrió los ojos, y sin que la viera miró a mi hermano, que se encontraba dándole la espalda a Haley, apoyado en el palo vertical justo al frente de ella.
En eso que unos pasos entraron al lugar. Había un chico con pinta mayor y muchos tatuajes que le tapaban los brazos por completo. Su camisa tenía estampados de una banda de rock, y tenía el cabello largo, con una coleta. ¿Quién carajo era?
—Aquí está —este abrió su mochila y sacó una caja negra que me llamó la atención, ya que parecía...
No podía ser. No. No. No. ¿Eso era...? No, no, no. Mark no podía estar pensando si quiera en comprar eso.
—En la bolsa está todo el dinero. En efectivo, como me pediste —Mark sacó del bolsillo de sus vaqueros una bolsa transparente que dejaba ver bastantes billetes.
Me negaba a pensar que Mark estaba comprando eso.
—¿Seguro que es lo que te pedí?
—Compruébalo tú mismo —le animó mientras lo miraba por un momento. Este se decidió a verificarlo.
Abrió el maletín, y lo único que cruzó por mi mente fue que estaba en lo cierto. Mark la tomó con las manos, observándola con un brillo de satisfacción en el rostro.
—Es una USP Compact, más unos cuantos cartuchos. No deberías tener dificultades con usarla. Es fácil de ma-nejar.
Mark la sacó mientras apagaba el cigarrillo para así tomarla con ambas manos, acomodándosela. Este apuntó con ella, pero sin apretar el gatillo.
—¡¿Te volviste loco?! —le grité fuera de control.
¡Había comprado un arma! Miré a Haley, que justo había sacado un poco la cabeza hacia mí, ya que debió ha-ber escuchado mi grito. Y su rostro, al ver la pistola colgando de las manos de mi hermano, causó que ahogara un grito tapándose la boca al instante. Mark, por su parte, dio las gracias al hombre, que desapareció por donde había venido. Mi hermano se quedó con el arma en las manos, mirándola fijamente. Abrió la boca, y me dejó desconcertado.
—Esto es por ti, Tyler.
¿Acaso Mark iba a matar a ...? Abrí los ojos al descubrir el plan de mi hermano. ¡Mierda!
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¿Qué les pareció? ¿Qué creen que pasará? ¿Mark con un arma?
No olviden en votar y comentar que les ha parecido el cap!!!!!
Mañana subo el próximo capítulo!!!
Avisos sobre cuando subiré el próximo y sobre la novela, donde encontrarla en físico, etc. no duden en seguirme en instagram (j.rosewell), twitter (jrosewell1) y también existe una pagina de Facebook que se llama "Mi Ángel Guardián", así que ahí podrán encontrar cualquier información que necesiten, y cualquier duda pueden enviarme un mensaje privado por Wattpad!!
Muchas gracias por leer!
J. Rosewell.
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