Capítulo 1

DISCLAIMER:

Los personajes le pertenecen a sus respectivos creadores.

Aquí pretendo que alguna vez Castiel fue un niño porque me parece tierno y me da contexto. Así que si, los ángeles fueron niños una vez.

No sigo la linea de tiempo de la serie, por lo que las cosas cambian segun yo lo quiera.

[NARRADOR]

Castiel siempre había estado muy interesado por la vida, era algo que de verdad le llamaba la atención. Desde que tenía poder de recordar se había interesado por esos seres vivos que abundaban el mundo y que cada vez se multiplicaban a una velocidad impresionante, poblando el planeta de forma acelerada; aunque ciertas cosas le parecían injustas. El pelinegro recordaba una conversación que había tenido con su hermano Gabriel cuando aún era muy joven.

Había sido su primera vez en el mundo, estaba acompañado de su querido hermano Gabriel. Ambos caminaban por el bosque en sus formas humanas, aunque era algo innecesario teniendo en cuenta que no había humanos en esa zona. El mayor quiso hacerle una broma a su pequeño hermano, por lo que lo desafió a una carrera; quien volara mas rápido y llegara hasta una pequeña cascada que había cerca primero sería nombrado "El rey de la cascada". Castiel, como el inocente y curioso niño que era, aceptó el reto y su hermano lo empujó, para luego hacer aparecer sus alas y salir disparado a toda velocidad en dirección al lugar acordado.

El ojiazul se levantó rápidamente e imitó a su hermano, pero lo único que veía eran sus alas alejarse a una velocidad que por culpa de su corta edad y de la gran diferencia de tamaño entre las alas de ambos no podía igualar. Aun así el pequeño Castiel no se rendía, quería demostrarle a su hermano que podía ser tan rápido como él.

Durante la carrera un ruido proveniente de entre los arboles hizo que el muchacho se alejara de la ruta hacia la cascada y se acercara a la fuente del ruido. En el suelo se encontraba un pájaro de color azul, al animal le faltaba una de sus alas, la cual parecía haber sido arrancada de forma agresiva. Un zorro bajó corriendo del árbol mas cercano al animal y se alejó asustado al ver a Castiel, el chico sujetó al pequeño pájaro entre sus manos y comenzó a acariciar su lomo.

— Vaya hermanito, si que eres lento. En lo que tú tardas yo ya he... –Gabriel se quedó observando al pequeño animal que su hermano sostenía con tanto recelo.— ¿De dónde lo sacaste?

— Otro animal lo atacó –El pequeño animal comenzó a moverse cada vez mas lento.— ¿Qué le pasa?

— Está muriendo.

— ¿No puedes curarlo? –Preguntó el muchacho con una mirada triste.

— Todas las cosas vivas mueren eventualmente, Castiel... Es su hora de irse.

— ¿Pero por qué? –El pelinegro no recibió una respuesta, su hermano solo suspiró y se acercó para sostener al pequeño animal.

Castiel observaba lo que su hermano hacía, este se dio la vuelta para que el chico no lo viera. Lo único que el menor escuchó fue un pequeño sonido hueco, algo así como cuando pisas una rama y esta se quiebra debajo de tu pie. Luego Gabriel puso al animal inerte en el suelo y lo cubrió con hierva, Castiel observaba todo con una expresión de niño perdido, el mayor volteó a verlo.

— Vamos a casa, Castiel –Habló Gabriel con una pequeña sonrisa mientras le despeinaba el cabello al menor. Una lagrima rodó por la mejilla del niño al ver al ave muerta con el cuello torcido hacia atrás.— Tener mucho corazón siempre fue tu problema –Murmuró el mayor comenzando a caminar arrastrando al muchacho consigo.

(...)

Castiel recordaba ese momento como si hubiera sido ayer, haber visto como su hermano le quebraba el cuello a ese pequeño e indefenso animal con el pretexto de que: "Todas las cosas vivas mueren eventualmente". Había influido en la cotidianidad del pelinegro, por muchos años Castiel había castigado a humanos que hacían el mal o tenían algo que ver en los acontecimientos que provocaran alguna muerte de otros individuos. Lo disfrutaba, el ojiazul no podía negarlo, le encantaba hacer que aquellas personas murieran de formas horribles y dolorosas.

Aquellas personas, según su punto de vista, no eran merecedoras del regalo que su padre les había dado. Habían desaprovechado su libre albedrío y ahora arderían en el infierno como los monstruos salvajes que eran, al pelinegro le causaba cierta satisfacción saber que todos a los que mataba iban a enfrentarse a su hermano. Lucifer era temido por todos tanto en el cielo como en el infierno, nadie se atrevía a enfrentarlo, a excepción de su padre, claramente.

A Castiel le había sido ofrecida la oportunidad de unirsele a Lucifer y se lo había pensado. De verdad lo había pensado seriamente, pero finalmente había cedido a las suplicas de Gabriel para que se quedara con él y que no hiciera ninguna locura. El arcángel le ganó por cansancio y decidió continuar viviendo en el cielo con los demás ángeles.

Otro grupo, a los cuales los humanos les habían dado el nombre de"Demonios", eran quienes habían seguido a su hermano Lucifer. A veces Castiel los envidiaba, ellos podían hacer lo que quisieran cuando quisieran, mientras que él solo podía limitarse a acabar con las vidas de aquellos que pecaban y se rehusaban a la existencia de Dios. Por mucho que adorara la vida humana, su pasión por ella había disminuido mientras en mas guerras lo involucraban, mientras mas dolor y sufrimiento de inocentes presenciaba y mientras mas veía como ellos destruían el mundo poco a poco, echándole la culpa a Dios.

Aunque no todos los creyentes eran buenos, eso no era mas que una cruel mentira. Había un grupo en específico, se hacían llamar cazadores, Castiel podía contar con los dedos de ambas manos las veces que había visto a uno de sus hermanos ser perseguido hasta el cansancio por estas personas. Ellos eran envidiosos de las virtudes de los ángeles, por lo que querían apoderarse de sus alas. Creyendo que esa era la fuente de todo el poder que poseían.

Castiel nunca creyó poder hablar con uno de ellos, mucho menos ser salvado por dos. No hasta que conoció a Dean y Sam Winchester, dos hermanos a los que ahora les debe la vida y a los cuales iba a proteger aunque eso le costara la vida de mortal que se había visto obligado a vivir como castigo divino.

FIN DEL CAPITULO

NOTA DE LA AUTORA:

Hola gente, espero que les guste esta nueva historia. Soy una gran fan del DESTIEL y quiero saber que opinan. En fin, besos y abrazos para todos, adiós.

PD: Prometo que los siguientes capítulos serán mas largos. Este es solo el comienzo.

Le dedico este capítulo a una persona que siempre comenta y me da estrellitas y por lo que veo le gusta Supernatural 7w7




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