Capítulo 23

Esperaba con ansias a que llegara. Tenía muchos deseos de comer...

Salí al jardín y me senté en las escaleras a esperarlo. Miré el cielo azulado, que cubría todo el jardín encantado de las plantas y flores por mi amado vocalista.

Lo vi llegar y me coloqué de pie con cuidado. Joey se me acercó, me sonrió y se fijó en mi vestido maternal.

_ Aquí te los traje, niña mía. Son los chocolates que querías.

_ Oh ¡Maravilloso! Muchas gracias. Eres tan tierno.

Feliz, me miró y yo lo besé deseosa.

Me abrazó muy fuerte y los dos nos besamos.

Al cabo de besarnos, nos sonreímos.

_ ¿De qué sabor son los chocolates?

_ Son de frutilla y nueces.

_ ¡De frutilla y nueces! ¡Qué rico! Me muero por comérmelos, amor. – no dejó de sonreírme.

_ Hay otra cosa más te que te compré.

_ ¿Qué cosa?

_ Te compré un regalo.

_ ¡Un regalo para mí! – le dije entusiasmada.

_ Si. Aquí está...

Me regaló una tierna ovejita de peluche, la que amé al instante. Lo miré y Joey me sonrió. Fue cuando sentí más cariño y amor por él.

_ ¿Te gustó?

_ Está muy tierna. Es una ovejita muy linda y dulce.

_ La compré especialmente para ti.

_ Me encanta. Muchas gracias, mi amor.

Sin resistirlo más, me tomó por la espalda y nos miramos felices, con complicidad. Yo toqué las orejas de la ovejita con cariño y él me sonrío.

Con la oveja en mis piernas, comía sin parar y a gusto los chocolates que él me había comprado.

Joey sentado a mi lado, me observó comer y esbozó una tierna sonrisa.

_ Que rico están estos chocolates, cariño. – no paraba de comérmelos con deseos y él solo me miró y observó mi actitud antojosa por comer. - ¿Quieres probar uno?

_ No gracias, linda. No me gusta mucho el chocolate.

_ Pero, si es solo para que los pruebes.

_ No mi niña. De verdad no quiero. Te los compré para ti, así que adelante, come todos los que quieras. – me miró dulce y yo seguí comiendo.

Sentí más y más deseos por comer chocolates, sobre todo los de sabor a frutilla.

Él observándome, yo no dejaba de comer; me eché otro, de sabor frutilla, a la boca y me sentí en el paraíso. Cerré los ojos con satisfacción y luego miré a Joey quien seguía mirándome. Me dio vergüenza.

_ ¿Por qué estás mirándome así?

_ Ahora veo que los antojos no son un mito como todos dicen.

_ ¿Y eso es malo?

_ Claro que no, mi niña. – rio y me miró perdidamente.

Me sentí más avergonzar y volteé la mirada. Ya no quería comer más y Joey lo advirtió.

_ ¿Qué sucede, cariño?

_ Nada... Ya no quiero comer más.

_ Vamos, si no es nada malo que quieras seguir comiendo, hermosa.

_ Es que me da vergüenza que me mires. Lo sé, parezco toda una panzona comiendo. – sonrió tierno.

_ Al contrario, estás muy bella. Me encanta mirarte. – me miró con deslumbro y yo me derretí por completo.

No me percaté que tenía la cara manchada con chocolate y él volvió a sonreír.

Acaricié a nuestro hijo y él miró mi barriga con dicha.

_ Deja limpiarte el chocolate de la cara, mi hermosa.

_ Oh, mi amor.

Me limpió con cariño mis mejillas y yo le sonreí con mimo.

Joey me sonrió.

_ Ahora sigue comiéndote los chocolates que te faltan.

Risueña, miré que sus ojos tenían una luz brillante y especial, y embelesada, le obedecí y me eché otro chocolate a la boca.

Me miró con ternura y yo comía y comía sin parar.

Me eché un chocolate de nuez a la boca y me dolió una muela.

_ ¡Ay!

_ ¿Qué ocurre? – me toqué la mejilla.

_... Me duele la muela... - volvió a sonreírme con ternura.

_ Entonces, no comas tan rápido ¿Ves? Eso te pasa por ansiosa y hambrienta jejeje

_ Que malo eres. – me puse a llorar, y él preocupado, tocó mi brazo.

_ No llores por favor, hermosa.

_...Es que no voy a poder seguir comiendo y quiero más.

_ Claro que puedes comer, amor.

_ ¿En serio? ¿No te vas a volver a reír de mí?

_ No, ahora ven aquí. Siéntate en mis piernas.

_ Si. – le respondí con pucheros y él me miró adorable.

Me senté con cuidado en sus piernas y Joey me sonrió con afán.

_ ¿Estás cómoda así?

_ Si. – le sonreí consentida y él sin dejar de sonreírme, acarició mi mejilla.

_ ¿Aún te duele la muela?

_ No, ya no.

_ Que niña esta. Creo que te tengo demasiado consentida. – fruncí el ceño.

_ No, claro que no. Él bebe y yo necesitamos que su papi nos mime y consienta, cuando queramos – rio.

_ Y lo seguiré haciendo, pero no tienes por qué enojarte, hermosa – más sería lo miré.

_ Claro que me enojo. – me miró intenso y volvió a acariciar mi mejilla.

_ Te ves más hermosa cuando te enojas. – me derretí por completo y le sonreí toda enamorada.

_ Mi Joey.

Me besó todo apasionado, y yo embelesada por él y por sus ricos labios, lo abrasé con todo mi amor.

Me eché otro chocolate a la boca y miré a Joey toda sexy para que me lo sacará de los labios. Él me sonrió, acercó lentamente sus labios a los míos y me sacó el chocolate, para luego besarnos otra vez.

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