Capítulo 1
Esta historia está participando en el concurso "El Arte del Romance" (Concurso de Romance) Usuario: @dconcursoss01
Corrió un fuerte viento de primavera, y yo asomada junto a la ventana, oculta tras la cortina de hilo, con flores, miraba con persistencia los árboles que se movían al ritmo de aquel viento.
Deslicé la cortina y abrí la ventana, para sentir la brisa. Me entregué al viento fresco y silencioso como todos mis pensamientos.
Me senté sobre el marco de la ventana, observé las casas de todo el vecindario y el cielo sobre ellas, y me puse a pensar en el transcurrir de mis días sin anhelos, ni de ilusiones, de algo, estaban llegando a su límite.
Necesitaba descubrir algo, sentirme viva. Sentir que los días en mi vida ya no tendrían la misma rutina de siempre.
Corrí por la calle buscando algo sin saber de qué se trataba.
Seguí la intuición de aquel viento y corrí sin detenerme.
Llegué a un extraño lugar que jamás había visto. Parecía una plaza oculta con centenares de árboles, asientos en cada esquina y una enorme pileta al centro.
Sorprendida de aquel lugar, pretendía continuar con mi búsqueda, pero el viento se detuvo. Fue que supe, que tenía que recorrer ese mágico sitio.
Mientras caminaba por aquella plaza, me cuestioné porque tenía que buscar ese algo especial, si ni siquiera sabía de qué se trataba. Además, no estaba totalmente segura si ese algo cambiaría el ritmo de mis días.
Me paseé por la plaza y se me hizo la visión de que aquel camino se hacía más extenso e interminable. No entendí que me ocurría, pero sentí que estaba cerca de lo que había estado buscando con insistencia.
Volví a detenerme y allí se encontraba esa pileta, con su agua brotando como por arte de magia. Me acerqué a ella para contemplarla y me agaché, cuidadosamente de no estropear mi vestido, y observé su transparente agua.
El viento sopló alrededor de mí y me dijo que estaba tan cerca lo que yo buscaba. Sólo tenía que voltearme y lo encontraría.
Me coloqué de pie, me volteé, pero sólo vi un asiento vacío, cubierto de hojas, que los árboles derramaban por los alrededores.
Caminé entorno a la pileta, esperando ver algo, hasta que el viento, de pronto, sopló a un sitio en especial.
Miré aquel lugar, las hojas, que habían caído, rodearon a un hombre que estaba sentado de espalda.
Lo miré, sorpresiva por un instante, y luego me acerqué lentamente hacia él y oí una dulce voz, que invadió mis pensamientos.
Aquel tipo estaba cantando una canción tan linda que, al escucharla, sentí que la felicidad había vuelto en mí. Su voz hizo vibrar y conmover a mi corazón.
Deseé verle su rostro, pero la luz del sol me lo impidió. Aquel sujeto era sacado de mis novelas de amor.
Sólo me dediqué a escucharlo cantar, y cada vez que lo oía, el viento me decía, que lo que yo buscaba, estaba frente a mí.
De pronto, aquel tipo, de cabello cobrizo, dejó de cantar y miró el paisaje, que lo rodeaba. Yo sin más, me le acerqué y le hablé. Su pensamiento se vio interrumpido al oír mi voz.
_Que linda voz tiene. – mi corazón brincó y sentí que en mi alma había despertado algo especial por aquel tipo, al que yo nunca, jamás, había visto.
Él se volteó y pude al fin verle su rostro.
_Gracias. - respondió con una cándida voz. Me miró y luego sonrió.
Sus ojos me dijeron algo especial. Demostraba ser un hombre mayor, pero muy guapo.
Me regaló su coqueta sonrisa, la que hizo derretirme por completa.
_...Pasaba de casualidad por este lugar y me encontré con usted aquí cantando esa tierna canción.
Mencioné sonriendo. Pretendía entablar un tema de conversación con él.
_Que coincidencia la nuestra. – me dijo risueño y luego miró la pileta.
_...
Lo miré atraída. Sentí que los nervios me rodearon por completo. No quería irme, no por algunas largas horas, y me quedé en ese lugar, con aquel guapo y seductor hombre.
Quería mirarlo y escucharlo cantar más.
De pronto, él me miró fijo, lo que más nerviosa me puso y las piernas me temblaron.
_ ¿Conocías este lugar? – me preguntó, no dejando de mirarme con esa mirada dulce y atractiva.
_ La verdad no. No me explico cómo llegué aquí. Nunca había visto, ni oído hablar de este sitio. - sonrió.
_ Desde hoy, eres bienvenida, aquí, en este prospero lugar. – me dijo y se colocó de pie para darme la bienvenida.
_ ¡¿De veras?!
Exclamé y lo miré frente a mis ojos. Sentí que mi corazón latió descontrolado, sin motivo alguno.
_ Así es. Solo a ti te daría la bienvenida a un sitio único y especial como este.
_...
Sonreí tímida y él sólo me observó por un momento. Yo miré sus ojos celestes, los que me hacían volar al cielo tan lejano de nosotros.
Volvió a sentarse, yo lo imité, y también me senté sobre el verde pasto. Quería volver a oírlo cantar.
Me miró y sonrió tierno.
_ Siempre cuando estoy inspirado, vengo aquí para escuchar sólo el canto del viento y los árboles. Este sitio es mi lugar secreto. Nadie, a excepción tuya ahora, sabe que existe.
_ Entiendo, pero, todavía no me explico cómo llegué aquí, si acabas de decirme que solo tú conoces este lugar. Entonces, no lo entiendo. – dije desconcertada y no dejaba de sentirme atraída por su encanto de hombre.
_ Olvida eso y piensa que, si de alguna manera, no hubieras llegado a esta plaza, tal vez, jamás nos hubiésemos conocido. – me miró tan dulce y volvió a sonreírme.
Me sentí tan feliz de que me dijera aquello, que me sentí vibrar, y no supe el por qué, más solo bajé la mirada de nuevo con pudor y él me miró.
Sentí su intensa y seductora mirada fija en mí y mi corazón saltó descontrolado en mi pecho.
Sin evitarlo, volví a mirar sus profundos ojos y sentí ese algo especial, que había estado buscando por tanto tiempo.
_ ¿Cómo te llamas? – preguntó ansiando saber mi nombre.
_ Me llamo, Stephanie.
_ Stephanie. Qué lindo nombre.
Sus ojos brillaron con destellos y yo me perdí en ellos. Me provocaron un bello sentimiento, que ignoré de que sería y solo le sonreí.
Su mirada tan profunda y seductora me llamaba a cada instante, para buscarse con la mía, hasta que reaccioné y quise también saber su nombre.
_... ¿Y cómo te llamas tú?
_ Me llamo Joey. Soy Joey Tempest, y es un agrado tenerte en este lugar, tan especial para mí.
Le sonreí otra vez, y me sentí tan feliz porque ya sabía su nombre; lo miré con alegría y dicha de haberlo encontrado y conocido.
_ Y dime Joey ¿Te gusta mucho cantar? - anhelaba que otra vez me mirara de esa dulce y profunda manera.
_ La verdad sí, me gusta mucho. Soy apasionado por cantar. - me mostró su dulce sonrisa, que ya era inolvidable para mis pensamientos.
De pronto se puso de pie y me extendió su mano.
_ ¿Quieres ir a pasear conmigo por mi lugar secreto?
_ Sí, claro.
Sin evitarlo, le tomé su mano y ambos nos sonreímos.
Caminamos, tranquilos, por aquel lugar. Pretendíamos hacer eterno aquel paseo y disfrutar de la compañía, de ambos, por otras largas horas más.
Conversamos de tantas cosas, de las que ambos teníamos mucho en común y yo con frecuencia lo miraba, él, siempre me sonreía con ternura y algo más...
Me sentí tan afortunada de haber conocido a aquel hombre, que, durante todo ese largo momento, que permanecí a su lado, pensé y creí que lo que había estado buscando por fin lo había encontrado. Y era él, el misterioso hombre, de dulce sonrisa y deslumbrante mirada.
_ ¿Te agrada la música? – preguntó y se detuvo frente a unas rejas, cubiertas por una enredadera, que daba con la calle fuera de aquel misterioso lugar. En cuanto oí su voz, volví a mirarlo y mi corazón palpitó fuerte.
_ Si, me gusta mucho la música. Es mi pasatiempo favorito.
_ Me alegra oír eso. Que dulce saber todo de ti...
Sin previo aviso, acarició mi mejilla y me miró con ternura. Yo no pude resistirme a su caricia y mi alma tembló por completo. Sentí algo tan especial y mágico.
Volteé la mirada con vergüenza. Estaba muy nerviosa y él apartó su mano de mi mejilla y solo me miró.
No supe cómo actuar, y me di vuelta y fingí mirar los inmensos árboles, cuando en verdad, estaba más que apenada por lo que acababa de pasar.
No entendía que me pasaba con aquel sujeto, si venía recién conociéndolo. Entonces, preferí finalizar nuestro paseo.
_ Creo que es mejor que ya me vaya. – me miró con desconcierto.
_ ¿Volveré a verte de nuevo?
_ No lo sé. Tal vez algún día...
Dije y me alejé de él...
Sentí de pronto que, si quería volver a verlo, y acelerada, caminé sin voltear a mirarlo.
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