10- Arrepentimiento
Isaac
— Hermano no te vayas —Suplica por enésima vez. Lo ignoro completamente mientras sigo guardando mis cosas dentro de la maleta— Por favor quédate, no me dejes solo —Me hago de oídos sordos— Me dijiste que nunca me abandonarías ¿qué haré sin ti? —Escucho sus sollozos.
— Lo siento Fer, debo irme —Le regalo una mirada rápida, se ve destrozado.
— ¿Por qué? ¿Ya no nos quieres? —su rostro se encuentra completamente contraído por el dolor.
— Deja de hacer dramas Fernando, ya tienes 12 años —comento con fastidio— yo no voy a atrasar mi vida por ti.
Empieza a negar— si te vas dejarás de ser mi hermano —una risa seca se me escapa.
— Entonces ve olvidándote de mí —me cuelgo la maleta al hombro mientras comienzo a caminar hacia la salida.
— ¡Espero no volver a verte más! —escucho como cierra alguna puerta con fuerza.
¿Por qué hice eso?
¿Por qué fui tan idiota?
No debí ser tan cruel con él, apenas era un niño.
Ese sueño invade mi mente cada noche desde que supe que Fernando vendría a vivir conmigo. Siento como el remordimiento carcome mi pecho poco a poco. Es tanta la culpa que a veces me cuesta encararlo o decirle un pequeño "hola".
Me siento sobre la cama una vez más cubriendo mi cabeza con mis manos, los recuerdos de Fernando me invaden con fuerza.
Sus malas miradas.
Su silencio.
Sus groserías.
Su soledad.
¿En verdad me odiará? ¿Se acordará de ese día? ¿Me llegará a perdonar?
Debo hablar con él.
Me pongo de pie y comienzo a dirigirme hacia su habitación. A pesar de que ya le pedí perdón no le especifique por qué lo hice, aunque él lo debe saber, ya estaba grande ¿Cómo podría olvidarlo? Aunque por su expresión pude notar que estaba más desconcertado que otra cosa.
Camino a través de la completa oscuridad de los pasillos tratando de no encender ni una luz para no quemarme las retinas. Confío en mi buena memoria.
Llego hasta la puerta de su habitación, una leve canción se escucha desde su interior ¿estará despierto? Abro la perilla entrando sin tocar. Miro todo alrededor, pero es oscuridad absoluta ¿Dónde está? Busco el interruptor a tientas hasta encontrarlo, al encenderse el foco cierro los ojos de inmediato, es odiosa esta sensación de encandilamiento. Cuando logro acostumbrarme a la luz consigo visualizar a Fernando. Se encuentra acostado sobre su cama en posición fetal viendo su celular apagado.
Okay...
Está tan absorto en sus ¿pensamientos? Que ni se ha fijado que la luz está encendida.
Me acerco a él a pasos lentos, veo como susurra cosas sin sentido sin parpadear.
— ¿Fer? —noto como desplaza sus ojos hacia mi dirección lentamente sin mover la cabeza. Se me queda viendo fijo, aún sin parpadear— ¿q-qué t-te pasa? —tartamudeo, yo sabía que era raro, pero no tanto.
— Son las tres de la mañana ¿qué mierda haces aquí? —sonríe tétrico mientras se sienta. ¿Cómo sabe la hora si aquí no hay ni un reloj? Toma el celular entre sus manos apagando la música.
— ¿Qué mierda te pasa a ti? Hermano me das miedo ¿qué haces viendo tu celular en la oscuridad? No, esa no es la pregunta ¿Por qué no parpadeaste y susurrabas cosas raras? —me siento sobre su cama a una distancia prudente. ¿Estará en pasos raros?
— Tú hablas dormido y yo no me quejo —se rasca el cabello— aún no respondes qué haces aquí.
Trago grueso, vamos Isaac tú puedes— ¿me odias? —Voy directo al punto. Si algo aprendí de Fernando es no hablar con rodeos, si lo haces se aburrirá y te mandará a la mierda.
Alza una ceja— ¿vienes con tus rarezas otra vez? —niego— dime qué te pasa, tú no eres así —Vuelve a acomodarse en posición fetal.
Rasco mi barba nervioso— ¿recuerdas el día que me fui de la casa? —asiente— ¿me odias por eso?
Sonríe con ironía— para serte sincero en el momento que saliste de la casa te borré de mi vida como me juré que haría. Para mí era hijo único —siento un nudo en mi garganta ante esa confesión— cuando mi madre me dijo que vendría a vivir contigo me dieron ganas de matarme, imaginar respirar el mismo aire que tú me daba asco —frunce el ceño— pero cuando empezamos a hablar sobre Susan me di cuenta que no eras el desalmado de hace seis años atrás. Aún me molesta hablar contigo, pero no por odio, simplemente soy así con todos... bueno, tal vez con algo de odio.
No puedo creer que me llegó a borrar de su vida, pero honestamente yo hice lo mismo ¿qué clase de persona soy?
— Sabes, yo era muy idiota en ese tiempo —miro un punto fijo en la pared— todos mis amigos vendrían a vivir a esta ciudad, y cuando mis padres dijeron que me enviarían aquí fue como ganarme la lotería.
— Me imagino —suelta con desinterés.
— Pero la vida aquí no fue como la imaginé —volteo hacia él— me dediqué a ir a fiestas, tomar, consumir drogas y me perdí en un gran bucle de toxicidad y autolesión —me mira asombrado— ese año no fui a la universidad, nuestros padres me enviaban dinero para los semestres y gastos de este departamento, pero gasté la mayoría en vicios o deudas —siento como mis ojos se cristalizan pero no dejo caer ni una lágrima, no puedo llorar ahora— cuando nuestros padres se enteraron me regañaron fuerte, mi padre llegó hasta a golpearme —ladea el rostro con expresión incrédula— dijeron que no volverían a darme dinero si no estudiaba, yo me sentía todopoderoso y les dije que no los necesitaba.
Evade mi mirada pensativo— Ellos nunca me dijeron nada —susurra.
— Mejor que no lo hicieron, vamos ¿qué ejemplo sería para ti? —sonrío con melancolía— al quedarme sin dinero empecé a pedir prestado, me endeude demasiado, hasta una golpiza me llevé por eso —suspiro— luego me arrepentí de todo y les pedí perdón a mis padres, ellos aceptaron pagar mis deudas si en un futuro me encargaba de las panaderías —vuelve a abrir los ojos asombrado— no sabía qué estudiar así que decidí irme por administración y cumplir esa pequeña cláusula.
Guardo silencio unos minutos, no le había contado eso a nadie, sólo mis padres y yo sabíamos. No pensé que me costaría tanto recordarlo. Fueron momentos oscuros.
No busco excusarme con eso, pero quiero decirle la verdad. Cuando uno se junta con malas personas pierde la noción de sus actos. Se olvida de los buenos amigos, familiares o cualquier voz que en realidad quiere su bien.
No sé cómo las personas tienen esa costumbre de irse por lo malo cuando toda su vida a vivido en lo bueno, es como si en todos estuviera implantado ese chip de "en algún momento vas a cagar tu vida" y creo que todos hemos pasado por eso en distintas circunstancias.
— Bien, a lo que quiero llegar es que me centré tanto en mi vida que me olvidé de ti, no te lo voy a negar —sonríe— cuando mamá me dijo que venías fue tipo "¿qué?" No sabía cómo tratarte ni nada.
Para ser sincero fue el shock más grande de mi vida, entré en pánico cuando analicé en la gravedad de mis actos.
— Tan cálida fue tu bienvenida que me hiciste ir a un centro comercial solo en una ciudad desconocida.
— Y no respondí tus mensajes —niego con decepción de mí mismo— no podía, más bien, no puedo mantener mi vida estable, no sabía cómo tratar a un adolescente en sus ciclos de... "adolescente" ¿entiendes? —asiente— con el pasar de los días al tratar de hablarte y que me ignoraras o que sólo salieras para comer me hizo entrar en razón.
— Eso se llama cargo de conciencia —asiente para sí mismo— prosigue.
Suspiro— se podría decir que sí. A lo que quiero llegar es que quiero recuperar el tiempo perdido, que volvamos a ser esos hermanos inseparables, que nos contemos todo como antes.
Niega— Ese tiempo ya está perdido —un suspiro se me escapa sin permiso— pero claro, podríamos usar este tiempo de forma correcta. Pero no me pidas mucho, en serio, aún me caes mal y no sé si volvamos a ser los de antes, yo cambié y tú también —me mira mal— pero en cierta manera empiezo a tolerarte.
Un ovillo de emociones me inunda, no sé si sentirme feliz o deprimido, él es tan directo, frío, no mide sus palabras. Pero me lo tengo bien merecido.
Me acerco a él— ¿me perdonas?
— Nunca —se acuesta sobre la cama— pero aprenderé a vivir con ese recuerdo sin tener ganas de alejarte.
Lo miro con detenimiento, se ve tan... no lo sé ¿duro? ¿Desinteresado? Como si tuviera una roca en el pecho.
— ¿Por qué eres así?
Me vuelve a mirar— ¿Directo? ¿Rencoroso? ¿Odioso? —alzo un dedo en señal de la primera opción— no lo sé, de un día para otro me di cuenta decía todo lo que pensaba o sentía, e incomodaba a las personas con mis comentarios.
Entonces en verdad es así con todos ¿mis actos habrán influenciado en eso? No puedo creer que por mi culpa sea así.
— ¿No quisieras cambiar eso? Antes no eras así.
Niega— Me gusta ser así ¿para qué mentirles a las personas? Mejor que sepan una verdad cruda que una mentira traicionera —Abraza sus piernas con fuerza.
Asiento, tiene razón— ¿entonces estamos bien?
— Claro —coloca una almohada sobre su cabeza— pero si vuelves a entrar a mi habitación en la madrugada me largo.
Bufo divertido— ¿Para dónde irías? Allá afuera es un caos —el recuerdo de ese supermercado siendo asaltado me invade.
— No lo sé, alguien me acogería.
— ¿Susan? —veo como aprieta más la almohada sobre su cabeza— ¿te gusta?
Se sienta de una vez mirándome fijo— mira, no tengo amigos y tú eres lo más cercano a uno —mira a los lados— no sabes lo complicado que es para mí hablarte sobre esto, pero es que si no pregunto arruinare todo.
Ladeo la cabeza, vaya este tema sí lo afecta de verdad— ¿qué pasa?
— Creo que me gusta —mueve sus manos sobre su cabello despeinándolo— pero ¿qué es gustar? Ya sabes que nunca me ha gustado alguien, pero cuando ella dijo que era su amigo me sentí mal, aunque cuando vi que acepta mis "coqueteos" me sentí bien —gatea hasta quedar al frente de mí— cuando la veo se me acelera el corazón y sólo puedo pensar en ella, pero no sé de qué hablarle, mi mente se queda en blanco ¿y si se aburre de mí? Ese es otro problema, tenemos la costumbre de dejarnos de hablar por días ¿eso está bien o mal? ¿Crees que hago lo correcto? ¿Y si no le gusto?
Lo miro con ternura, al parecer no es tan directo con todo el mundo— Estás enamorado —sonrío— mi hermanito está enamorado de Susan.
— Enamorado... —baja la mirada pensativo— ¿será? No confío en ti, cuando seguí tu consejo sólo gané perder días valiosos a su lado ¿qué me asegura que esta vez dices lo cierto?
Alzo la mirada pensativo, yo en el tema no soy un experto, es más, podría considerarme un perdedor, pero mi hermano no parece el mismo idiota que yo, quizás con ella sí funcione...
— ¿Te preocupas demasiado por lo que tenga que ver con ella? —asiente repetidas veces— Sólo piensas en ella y la idealizas de una manera que no es sana, así que debes bajarle a eso.
Frunce el ceño— Yo no idealizo a nadie.
El pequeño recuerdo de su diálogo nocturno llega a mi mente, para ser sincero no es raro, es tierno, ya que recuerdo la promesa que hizo ese día perfectamente.
—"Susan es tan perfecta, sus ojitos brillan al igual que un par de canicas que tenía de niño, mis favoritas de por sí. Su rostro es tan delicado como los detalles de una fina cerámica japonesa. Sus labios tan rojos y carnosos como las pequeñas fresas que recolectaba de niño en la casa de mi abuela. Su cabello es tan rojizo como el atardecer de aquel 15 de enero, donde pr-
— ¡Cállate! —me tira una almohada con fuerza— ¡¿dónde escuchaste todo eso?!
— No soy el único que habla dormido —Burlo. Él me mira con pánico puro.
— Estás enfermo —se pone de pie— lárgate de mi habitación.
Empiezo a reír sin control, no puedo creer que reaccionó así, tan serio que se ve. Susan es su punto débil.
— Ya... —agarro mi estómago por el dolor de reír tanto— hablando enserio, la imaginas hasta en tus sueños, eso no me parece tan normal.
En realidad, ya ni sé de qué hablo ¿qué es normal y qué no? Todos en algún punto hemos soñado con nuestro crush, los sueños no se pueden controlar.
Me mira con detenimiento— ¿en tu opinión estoy enfermo?
— No —alzo una ceja— quiero pensar que no.
— No la acoso o algo por el estilo, pienso que si me rechaza lo aceptaría de manera normal.
Sonrío coqueto— ¿entonces piensas decirle tus sentimientos?
No puedo creer que en verdad piense en eso. Verlo ahora mismo, comparado con hace 15 minutos atrás, es ver a dos personas distintas, se ve alegre, nervioso y distraído en el buen sentido.
Se tira sobre la cama mirando hacia el techo— es demasiado pronto, esto va por fases —alzo una ceja curioso— primero debo ganarme su confianza, forjar una amistad sana. Luego debo saber sus gustos, pensamientos y sueños, porque me gusta su físico, es hermosa, y hasta ahora lo que conozco de su interior también me gusta, pero uno nunca sabe, si me apresuro y al final sólo fue una idealización banal estaré perdido.
Lo miro sorprendido— ¿para qué pides mis consejos si ya sabes lo que debes hacer?
Alza los hombros— Es que sólo me doy cuenta de las cosas cuando se las digo a alguien, no hablaré solo o ahí sí pensarán que enloquecí.
Un recuerdo invade mi mente. Sé que cambiaré radicalmente el tema, pero esto vale la pena ser recordado.
—Oye... ¿Te acuerdas cuando me gustaba la hija del pastor de la iglesia?
Una sonrisa se expande por sus labios de inmediato— claro ¿cómo olvidarlo? le dijiste al pastor que te gustaba predicar y sabías cada versículo de la Biblia —comienzo a reír— aún recuerdo cuando empezaste a "predicar" —una carcajada sale de sus labios— yo no sabía que existía San Eduardo capítulo 8 versículo del 5 al 9 —ríe más fuerte— el pobre pastor diciendo "hijo, baja, ya hiciste suficiente" y tú seguías hablando idioteces.
— "Déjeme señor, estoy conectado espiritualmente, ahora mismo, soy un vehículo de conocimiento —me cubro los labios, no puedo creer que hice eso.
— La chica no te volvió a hablar en su vida, nosotros tampoco volvimos a pisar ese templo, mis padres tenían hasta ganas de mudarse por la vergüenza —agarro mi estómago con fuerza, ya me duele de tanto reír.
— ¿También te acuerdas de Sasha?, la de la biblioteca —asiente repetidas veces mientras se incorpora.
— En su cita la empujaste a la fuente de agua.
— En mi defensa había un bicho raro en su hombro —comienzo a reír otra vez.
Los recuerdos que creí olvidados llenaron mi mente y la de él también, como si fuera una especie de regalo.
Allí nos quedamos hasta las 7 de la mañana recordando mis citas, amores fallidos y alguna que otra travesura también que hicimos juntos.
Pude sentir en mí esa energía que no tenía desde que me fui de la casa. En sus ojos pude notar ese brillo de ilusión que era inexistente cuando llegó a este departamento. Esa madrugada lo vi reír como aquel niño de 10 años que me brindaba toda su atención y era mi fiel compañero de batallas.
En ese momento me di cuenta que fui un completo estúpido por alejarme así de él.
Fue, es y será siempre mi hermanito, mi mejor amigo.
El mejor de todos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top